Inked Knockout

Por SandyDayDreamer

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Una noche con amigas, un desvío, un callejón solitario. Un plan genial, ¿no? Por si fuera poco con la desastr... Más

1.- Cavernícolas y Soju.
2.- Reina de corazones
3.- Adivinanzas
4.- Un pasito atrás
5.- X
6.- Abierto hasta... ¿el amanecer?
7.- Switch Stance
8.- Tíos malos; encuentros peores
9.- De boca en boca y tiro porque me toca
10.- Proposiciones (in)decentes.
11.- Sparring
12.- Juicio y Sentencia
13.- El poder de Rosita
14.- Promesas de tinta roja.
15.- Side Control.
16.- Ley de Gravitación Universal.
17.- Creciente menguante.
18.- Ensoñaciones.
19.- Jab
20.- Encuentros en la tercera clase.
21.- De treinta a cuatro mil ochenta.
22.- Rendición.
23.- Takedown.
24.- Dos a dos.
25.- Muros, paredes y grietas.
26.- Déjame entrar.
28.- ¿Pasado o presente?

27.- Half guard.

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Por SandyDayDreamer

Lo tenía todo calculado. El plan ya estaba perfectamente formado en mi cabeza.

Lo primero estaba bastante claro: Rosita; es la niña de mis ojos, mi cosita mimada, la posesión más preciada que tengo. Pero también es mi arma definitiva para conseguir todo el sexo que quiera, y anoche lo quería. Joder, lo quería con toda mi alma.

Lo segundo iba a ser bastante más tranquilo, porque tampoco quería tirarme a Sonje si estaba hecha polvo por culpa de todo lo que pasó en el club. Lo que no me esperaba es que esa chica fuera tan inconsciente como para no tener un triste botiquín en su casa con el que curarle el profundo corte que tenía en la rodilla. Creo que se lo hizo con algún cristal roto durante la pelea —menos mal que fue con eso, porque, a pesar de ser grande, la herida era limpia—. El cambio del botiquín no me jodió demasiado, ya que me la pude llevar al baño y limpiarle la pierna en la ducha... Seguía vestida, pero era un avance enorme para completar el que iba a ser el plan definitivo, porque estos dos pasos eran solo el entrante, lo jugoso venía justo en el tercero.

Después de lavarle la brecha y las magulladuras, le di un beso en la rodilla, y Sonje, que estaba sentada al borde de la pequeña bañera, se rio, dándome la inequívoca señal de que mi plan estaba funcionando. Subí la boca por su muslo, repartiendo pequeños besos con los que le puse la piel de gallina. Supe que iba a conseguirlo en cuanto comenzó a acariciar en círculos un lado de mi cabeza, justo en el rapado —que ya me he dado cuenta que le fascina rozar—. Y cuando empecé a sentirla ansiosa por esos pequeños chasquidos de labios sobre su piel, que se acercaban más y más a ese rincón en el que me iba a enterrar toda la noche, la cuarta parte del plan empezó: follármela hasta que me doliera todo demasiado como para seguir moviéndome por más de dos segundos seguidos.

Sigo con el cuerpo resentido, pero no soy gilipollas, por lo que me puse ciego de calmantes justo cuando entré en su piso. Tenía la esperanza de que el chute llegase para cuando me la estuviera llevando a la cama. Lo calculé de putísima madre.

Al momento que la llevé en brazos al colchón, Sonje ya estaba roja, agarrándose a mis hombros y hundiéndome las uñas en el cuello. La tumbé en la cama, a un lado de mí —todo a su tiempo—, para darnos el lote hasta dejarla desesperada. Tenía la febril ilusión de que, cuando estuviera chorreando lo suficiente, me pediría que se la metiese sin pensárselo, lo que me dejaba a punto para hacerlo tal y como más me gusta: de una vez.

Esa noche que me la tiré en el octágono... No hay palabras para expresar lo que sentí cuando me hundí hasta el fondo con un solo empuje. Es que es pensarlo y se me empieza a poner dura. Sonje se apretó a mi alrededor con tantas ganas que pensaba que me corría en ese mismo momento, por eso mismo me centré en cualquier otra cosa que no tuviera que ver con lo que estábamos haciendo; me faltó ponerme a contar cuántas pestañas tenía.

Mi plan llegaba hasta el paso número cuatro; ahí ya decidiría qué hacer una vez estuviéramos metidos en faena. Y todo me había salido tan a pedir de boca que no creía que, mientras le estaba comiendo el cuello, Sonje iba a palmar... Vaya, que se iba a quedar completamente grogui. El hostión que me pegó en todo el orgullo quedándose dormida mientras intentaba ponerla cachonda pesó un poco después, lo que sentí primero fue, obviamente, la patada en todos los cojones que me había dado sin siquiera saberlo.

Y esta, señoras y señores, es la historia de cómo mi plan de volver a follármela fracasó.

Fin.

Es trágico, parece un puto chiste... Y lo peor de todo este asunto es que, cuando me piré de su casa —tampoco me iba a quedar ahí sin que me hubiera invitado—, estuve empalmado todo el camino de vuelta en Rosita, pero justo cuando llegué y por fin iba a poder hacerme una merecida paja, el empalme se esfumó en cuanto puse un pie dentro de la casa.

Todo apuntaba a que iba a salirme bien. A que había persuadido a Sonje lo suficiente como para que volviéramos a hacerlo.

Se ve que calculé mal.

Este tema de no mojar lo mucho que me gustaría es deprimente, pero hay otro que me tiene bastante más rayado. Y aunque tenga la misma causante, es completamente diferente, porque viene a que Sonje parece estar dándome lo mínimo imprescindible para que siga enganchado a ella, pero no lo suficiente como para estar seguro de que quiere seguir con esto. Me tiene pensando todo el rato acerca de dónde he podido cagarla, o qué estoy haciendo mal.

—¿Me pasas el paquete blanco, por favor? —Me levanto del césped y voy a recoger lo que me acaba de pedir Namjoon. Estoy aquí con él y con Gom en el jardín desde esta mañana que me he despertado dándole vueltas a la cabeza, y no consigo dar con ninguna solución a todo esto—. ¿Estás bien, Jungkook? —Me encojo de hombros y vuelvo a mi anterior posición: contra la pared de la casa, a un lado de la ventana que da al estudio de Sonje.

No soy el único que parece estar de bajona, y no lo digo por Namjoon, sino por Gom, que está tumbado a mi lado, mirando a través del cristal como si esperara que Sonje apareciese en cualquier momento. Mi jefe, al contrario que nosotros, está fresco como una lechuga (aunque siga magullado por lo de anoche) y canturrea mientras riega el jardín, echa fertilizante y sabe Dios qué más.

—¿Te pasa algo? —insiste.

—Meh —suspiro. No tengo ganas de dar una explicación tan larga... Una que, por otro lado, no debería darle justamente a él.

Si me paro a pensarlo, no es lo más inteligente del mundo estar de lio —si es que se le puede llamar así a lo que tenemos— con una tía con la que ni mi jefe ni mi sponsor me quieren ver. Todo está en mi contra, y creo que debería darme por vencido ya... Total, no es como si ella se muriera de ganas de seguir con esto tampoco.

Vuelvo a suspirar, lo que hace que Namjoon se me quede mirando fijamente mientras sostiene la manguera en una mano.

—Hoy tienes el día libre, Jungkook —declara. Ya lo sabía, pero si le hace ilusión repetirlo, pues bueno, mejor para él—. ¿Te apetece hacer algo distinto para variar?

—¿Algo como qué? —indago desganado. Sus ojos amables se convierten de repente en dos dagas alargadas y frías cuando arranco sin darme ni cuenta un poco de césped, por lo que vuelvo a cruzarme de brazos.

—Pues había pensado en invitar a Choi Misu a dar una vuelta, y, si está libre... podríamos invitar a Sonje también, ¿qué te parece?

—¿A Sonie? —repito descolocado. Mi postura me delata un poco, porque ha sido oír su nombre y plantar las palmas en el césped, dispuesto a levantarme. Gom también se ha puesto alerta al escucharlo, pero ese ya es otro tema menos preocupante.

—La misma —corrobora con una risilla—. Estaría bien salir otra vez todos juntos a un sitio más tranquilito para limar asperezas, ¿no crees? Después de todo lo que pasó anoche...

Tengo flashbacks de mi jefe acertando un jab increíblemente potente al tío que me iba a dar por la espalda, de Jimin montando en cólera, de Sonje corriendo por en medio de la pelea. De mi entrenador intentando que todo el mundo se calmase, sin conseguirlo... Creo que haría falta mucho más que una pequeña salida amistosa para arreglar la que se lió ayer, pero si este plan me ayuda a acercarme a Sonje, no me pienso quejar.

Cuando asiento convencido, Namjoon se ríe, dándome a entender que puede, y solo puede, que se sienta menos reticente de lo que yo creía a lo que sea que tengo con Sonje. Lo que me queda por hacer es infinitamente más complicado, porque a quién tengo que convencer de la buena idea que es seguir con esto es justamente a ella. Y viendo lo que pasó anoche... creo que me va a costar mucho más que una cara larga y un par de suspiros.




—Estoy hasta los mismísimos cojones de hacer de sujetavelas ya —vuelve a quejarse Jimin.

—Pero si yo también estoy aquí... —murmura Taehyung en un lamento ofendido.

—Esto no es ninguna cita, rubio quejica, así que deja de decir lo de sujetavelas, que ya cansas —gruñe Sonje.

—Estoy con la tigresa: esto es de todo menos una cita —la apoya Jin.

—Por favor, te lo pido desde el fondo de mi corazón, deja ese mote; es horrible —murmura Sonie, muy atormentada.

Así llevan media hora.

Creo que debe ser la decimoquinta vez que Sonje remarca lo de que esto NO ES ninguna cita. Aunque mi entrenador, su amiga la de la mala leche, Namjoon y su otra amiga la pequeñita estén acaramelados, se refugia en decir que como Jin, Jimin, Taehyung, ella y yo estamos juntos... pues no es estrictamente una cita. Porque, claro, a nosotros dos nos ha excluido de eso de ir pegados. Vamos en grupito los cinco. Qué puta maravilla.

Otro plan que se me va a la mierda. Este por lo menos no era mío, que ya es un pequeño desahogo.

En mi defensa diré que no creo que a Sonje le vaya mucho este rollo de paseo por el parque de buena mañana, menos todavía con el día nublado y deprimente que hace hoy, por eso mismo creo que está tan alejada de mí y se queda con los demás. Al menos no está al lado de Jimin, porque sino ya sí que me hundiría del todo.

Todavía tengo una charlita pendiente con mi hyung acerca de eso de que se acerque tanto a ella en cuanto me despisto un poco. Que Jimin es así, lo sé perfectamente, pero normalmente ha respetado bastante bien a mis ligues, o por lo menos no ha bailado con ellas como lo hizo anoche con Sonje. Y ahora que lo pienso... tampoco le ha comido la boca a ninguna.

Sin darme ni cuenta he vuelto a ponerme a su lado, y ella reacciona volviendo a alejarse hasta quedarse en medio de Taehyung y Jin. Como van un poco más adelante, me quedo mirando la manera en que se recoge el pelo y lo deja sujeto con una pinza; al estar enrollado, el tatuaje de su nuca queda al descubierto. Tiene cuatro hojas verdes naciendo tras la rosa roja, dos a cada lado, y una hojita más, que parece estar resquebrajada, como si se hubiera secado, tatuada directamente sobre el hueso que sobresale justo al inicio de su espalda. Es la primera vez que veo ese detalle; la primera en la que me fijo, más bien.

Al estar mirándola, el tema vuelve (aunque no se haya ido realmente del todo), porque ayer parecía deseosa de besarme. Tal vez solo sea la forma que tiene de hacerlo lo que me invita a pensarlo. Besa con unas ganas... De una forma guarrísima, salvaje y al borde de la crueldad. Me come la boca de una manera que me hace sentir como si llevase siglos sin probar una, y bien sé que no es así. Pero hoy ni se me acerca; peor que eso: cada vez que me pego disimuladamente para ponerme a su lado, se pira como si no se diera cuenta. Puede ser que no se esté dando cuenta y sea yo el que está rayado sin motivo.

¿Por qué coño me tiene tan confuso? Qué más dará... ¿Tan caliente estoy que no paro de darle vueltas, joder?

Los demás se paran de repente frente al estanco de los patos, y como Sonje se queda un poco rezagada, mirando boquiabierta (y con algo de asco en su expresión) el moho que se pega en el borde de la piscinita artificial, engancho mi oportunidad antes de que se me vuelva a escapar de los dedos. La pienso enganchar hasta con los dientes si hace falta.

—Sonie... —El llamarla ha sido fácil; lo tenía en la punta de la lengua y su nombre ha salido como un disparo de mis labios, el caso es que ahora que me mira y alza un poco las cejas, invitándome a seguir, no tengo puta idea de qué decir—. ¿S-sabes que los patos tienen seis párpados? Tres en cada... ojo —exhalo, cayendo de repente en la gigantesca mierda que he ido a soltar.

Patético. Soy patético. Soy un puto payaso.

¿Qué coño esperaba conseguir con esa frase?

"Los patos tienen seis párpados, Sonie, fíjate qué culto soy".

"Oh, Dios, coloso... eres tan maduro, tan inteligente... Vámonos tras un arbusto y déjame que te haga la mejor mamada de tu vida".

"Sería un placer, Sonie".

—¿En serio? —pregunta, sacándome (y menos mal) de mi triste diálogo mental. Asiento inmediatamente, sin saber si su cara de asombro es por lo sorprendida que está al darse cuenta del gilipollas que tiene al lado, o por el dato de los patos—. Qué guay.

—Eso... te parece... ¿guay? —repito con voz muy aguda. Por favor, que no se esté riendo de mí, por favor.

—Algo así —admite con un alzamiento de hombros. Al mirar fugazmente a los demás, veo que siguen en grupito, señalando el estanque como si fuera una de las siete maravillas del mundo. Sonje se apoya tranquilamente sobre la barandilla, un poco alejada de ellos, por lo que aprovecho y me pongo a su lado en la misma postura—. ¿Sabes algo más o era tu único cartucho para parecer interesante?

—Los patos no pueden sentir frío en los pies —escupo rápidamente. ¿De dónde sale este conocimiento infinito acerca de los patos? Pues de los documentales del National Geographic que tengo que tragarme de vez en cuando; a Gom le relajan—. No tienen vasos sanguíneos en las patas, así que no sienten el frío.

—Vaya... Quién fuera pato, ¿no? Yo tengo el culo helado; me vendría bien eso de no tener vasos sanguíneos ahora mismo —bromea ligeramente encorvada.

No me he quejado nunca —ni me quejaré jamás— de lo mucho que parece gustarle llevar vestidos cortos de tirantes, pero podría ponerse chaquetas un poco más gruesas que la que lleva ahora, que es prácticamente como papel de fumar.

La miro de reojo y me la encuentro abrazándose a sí misma. Tiene la puntita de la nariz un poco roja, y sus labios parecen más pálidos de lo normal. Por muy adorable que sea verla así de encogida y con ese tono rosáceo en la nariz, sé que debe estar incómoda. Además, este gesto me va a hacer ganar muchos puntos con ella: a las tías les encanta.

—Toma, póntela; yo no tengo nada de frío. —Le tiendo mi chaqueta vaquera sin mirarla, como si no me importase realmente si la coge o no. El gesto me ha quedado de diez: despreocupado, frío pero carismático, con ciertos tintes de chico malo, del tipo duro por fuera pero tierno por dentro...

—Se te han puesto los vellos de punta en cuanto te has quitado la chaqueta, coloso.

—¿Y? Eso no quiere decir que tenga frío.

—¿Ah, no? ¿En qué dimensión significa eso no tener frío?

—Venga, póntela ya —ofrezco otra vez, dándole un pequeño toque en el brazo para que la acepte.

—Cautivador... pero voy a tener que pasar.

—¿Pasar? ¿Por qué? —pregunto decepcionado. Sonje sonríe antes de separarse de la barandilla y darme la espalda para ir con los demás, que se han puesto en marcha otra vez.

—Porque no voy a caer en lo que intentas hacerme, coloso.

—¿Y qué se supone que intento? Solo quería darte mi chaqueta para que no estés helada.

—Ya, seguro.

Se va... Se va otra vez hasta quedarse junto a Taehyung y me deja aquí tirado. No ha aceptado mi chaqueta, y eso que es calentita y muy guay... ¿no? Es vaquera, sí, pero es ancha y negra y muy bonita. ¿No le gusta? ¡Si le va a conjunto con el vestido y todo!

Esto ya lo que me faltaba, me está haciendo dudar hasta de mi gusto para la ropa.

—Ui, noona, hace un poco de viento, ¿te dejo mi chaqueta?

—Vale, Picasso; muchas gracias.

La mandíbula se me cae al suelo cuando la veo poniéndose la horrible chaquetilla que le da Taehyung. La ha aceptado así, de una vez, tal cual.

¡¿Qué tiene de malo la mía?!

Si una vez dije que Sonje con ropa de tío puesta es un fetiche natural, ahora tengo que añadir una cláusula a eso: si es la ropa de otro que no sea yo, no me gusta una mierda.

—¿Qué haces en camiseta, Jungookie? ¿Tienes calor o qué? Si no la quieres, a mí me vendría bien —Jimin no espera a que le dé el visto bueno, me manga la prenda y se la pone. Ya ni me apetece quejarme, siendo sincero... Esta tía me está quitando las ganas de vivir—. ¿Qué? Deprimido porque tu princesa te esté poniendo las cosas difíciles, ¿eh?

—¿Tú también lo has visto? —Mi hyung asiente radiante de felicidad. Le debe encantar que Sonje me dé calabazas todos los días—. No entiendo qué pasa con ella. Ayer parecía que...

—Ayer no es hoy, Jungookie, eso para empezar —me interrumpe. Disminuye mucho su paso, lo que nos deja bastante rezagados con respecto a los demás; intuyo que lo hace precisamente para hablar de este tema sin que haya orejas indiscretas pegadas—. Anoche pudo ponerse tierna por el calor del momento; la pelea, verte reventado otra vez... Pero hoy te está viendo en una faceta nueva, y a lo mejor no le gusta.

—Si soy el mismo, ¿cómo no va a gustarle?

—A ver, Jungookie, ¿quieres volver a mojar con ella o no?

—¡Claro!

—Pues hazle caso a tu hyung: este rollo de niño bueno a Sonje no le va. ¿Se te ha olvidado quién es su ex? —Hubiera preferido que no lo nombrase. Bastante me cuesta hacer como que no sé nada de este tema, y si lo menciona, me entran ganas de volver a parar con todo esto. Niego con la cabeza, y Jimin me alza una ceja, como si supiera mucho más que yo de todo—. ¿Ves a Min Yoongi, uno de los sponsors que más acojonan de la liga, dándole una chaquetita para que no pase frío?

—Pues si no es un gilipollas integral, lo mínimo es que le dé una chaqueta a su chica si se está congelando. No creo que ser temido tenga nada que ver en ser un cabrón; no con ella, por lo menos —razono pensativo.

—Pfff... Eres tonto del culo, Jungookie —me reprocha, y no le vale de nada que me queje con un gruñido—. Mira cómo está con Taehyung, y no me jodas: el tío es guapísimo, pero Sonje es que ni le mira, ¿y por qué, Jungookie? Piensa.

—Porque... ¿es su amigo y ya? —Jimin rueda los ojos al instante—. ¡¿Qué?! Mira a Nam hyung: también es guapísimo y Sonje no se le tira al pescuezo tampoco precisamente porque es su amigo.

—¡No es por eso, Jungookie! ¡¿De verdad no lo ves?! —recrimina frustrado—. Es por la manera que tienen de tratarla. ¿Crees que llamándola noona y dándole tu chaquetita vas a conseguir encenderla?

—Pues... me lleva tres años, así que podría intenta...

—¡Céntrate! ¡Eso es justo lo contrario a lo que te estoy diciendo que hagas!

—¿Quieres que me llame oppa? —pregunto extrañado y con muchísima repulsión.

—Joder... —exhala mi amigo— Jungookie, te digo que a Sonje le va lo opuesto a eso —remarca con mucho énfasis, moviendo las manos de izquierda a derecha para remarcar eso de "lo opuesto".

—Entonces... me estás diciendo... que tengo que ser un capullo —razono un poco dubitativo. Jimin cabecea algo que no sé si es una negación o un asentimiento.

—Un capullo no; no la trates mal, obviamente, pero tampoco te sirvas en bandeja de plata. Hazte el duro, que no vea que estás babeando detrás de ella. Finge un poco mejor que no estás deseando tirártela, y, si te atreves, liga con sus amigas... Eso va a hacer que te hable sí o sí.

—Si ligo con sus amigas lo mismo me llevo una hostia.

—¿Te merece la pena una hostia con tal de volver a mojar o no?

—No sé yo, hyung... —murmuro sin tener nada claro. Estoy hasta más liado que antes.

—Esto es fácil: o te conformas con lo que habéis hecho y la dejas completamente libre para que haga lo que quiera con cualquier otro... o pones toda la carne en el asador para poder repetirlo. La decisión es tuya, Jungookie.

Jimin se me queda mirando a la espera de una respuesta que no sé darle. ¿Qué debería hacer?

Si me paro a pensarlo, las veces que Sonje se me ha tirado encima han sido las veces que menos me hubiera esperado que lo hiciera; en medio de discusiones, de enfados tontos... La última vez que lo hizo fue gracias al cabreo que me pillé con Jimin, así que a lo mejor mi hyung no se equivoca del todo. ¿A Sonje le gusta eso? ¿Le gusta que me comporte como un imbécil?

Es una grandísima putada, porque no me apetece serlo. No quiero tener que fingir y evitar hacer lo que me apetece de verdad solo para... ¿Para qué? ¿Para volver a acostarme con ella?

A lo mejor sí que soy más capullo de lo que pensaba.

La estrategia de mi hyung puede funcionar... El caso es, ¿quiero yo que funcione de esa manera? ¿De verdad quiero engañarla con tal de poder volver a metérsela? Esa pregunta me incomoda, porque sí: estoy deseando hacerlo otra vez, pero ¿a qué precio? ¿Me voy a volver uno de esos tíos que juegan con las chicas para poder descargarse?

¿Quiero hacerle eso a Sonje?

Jimin ha debido cansarse de mi silencio en algún momento y ha decidido volver con los demás. O eso o tiene hambre simplemente, porque todos están alrededor de un puesto de churros, en la zona llena de tiendecitas callejeras que hay aquí: en la plaza principal del parque. A la única que no veo mirando las jugosas fotografías de los dulces del puesto es a Sonje, que está justo en el de al lado.

Un churro recubierto de chocolate sería algo así como el mayor placer del universo ahora mismo. Entre que tengo frío y que no he desayunado, casi parece un acto de Dios el haberme dejado sin darme cuenta frente a la comida.

—¡Jungookie! ¿Quieres un churrito? —me pregunta Jin, que lleva uno en cada mano. Los dos deben ser suyos, porque ya les ha dado un mordisco. No soy nada escrupuloso con la comida, pero me gustaría un churro entero para mí.

—Sí, hyung, ¿hay alguno relleno de crema? —indago un poco más animado mientras me acerco a ellos.

Aunque... antes de ponerme a la cola con mis amigos y el resto de las chicas, veo que Sonje saca un monedero con la forma de la cabeza de un conejo —cosa que me da un poco de mal rollo— y le señala al tendero un dibujo en particular de los que cuelgan en las láminas que tiene enganchadas al toldo.

—¿Bingsu? ¿En serio? —inquiero en cuanto me acerco lo suficiente a ella.

—¿Qué tiene de malo? —murmura sin mirarme.

—Pues que hace demasiado frío para comer hielo picado, ¿no?

—No es solo hielo picado —repone—, he pedido uno con doble de leche condensada, almendras, bolitas de chocolate y corn flakes.

—Qué asco. —La verdad es que me ha salido solo, y no pretendía ofenderla metiéndome con sus gustos, pero es que la combinación me ha sonado un poco rara.

—No te estaba ofreciendo, así que no tienes porqué comértelo. Ve a por tu churro y déjame a mí con mi helado —Sonje aprieta mucho los labios en cuanto termina de hablar, y sigue pareciendo creer que si me mira directamente va a palmar o algo, porque no se molesta en mover los ojos ni un poquito en mi dirección.

Pienso en lo que estuvo a punto de pasar ayer entre nosotros. Pienso en que casi la tenía otra vez... Pienso en los cabreos, las discusiones; los besos, su piel... Pienso en lo que me ha dicho Jimin. Pienso en lo de ser un capullo, en lo de ligar con sus amigas, en quién es su ex, en lo que le gusta a Sonje realmente... y, al final, me decido.

—¿Me da otro exactamente igual, por favor? —pregunto al señor del puesto, que me alza un pulgar y deja la pequeña tarrina de plástico al alcance de la mano de Sonje.

El intercambio se estaba haciendo mientras me decidía, por lo que me tengo que dar mucha prisa en arrebatarle el billete de las manos al tendero para sacar la cartera y darle dos en su lugar. Al hombre le da igual, pero a la que no creo que se lo dé tanto es a ella, que parece haber dejado de ignorar mi presencia como si fuera un árbol más del parque y me mira con las cejas contraídas.

—¿Qué haces?

—Invitarte a un helado —aclaro, devolviéndole su billete. Sonje mira mi mano, me mira a mí y rueda los ojos—. ¿Vas a cogerlo?

—No, te lo puedes quedar tú; así no te piensas que me has invitado a nada... Además, ¿no decías que mi Bingsu era asqueroso?

—Si no lo pruebo no puedo estar seguro. Me voy a arriesgar a ver.

Los párpados de Sonje suelen estar entornados siempre; parece muy aburrida de todo cuando mira de esa manera. Y solo a veces se abren de más: cuando tatúa y cuando está preocupada. Ahora, sin embargo, pasa justamente lo contrario, porque los tiene casi cerrados, observándome con mucha fijación.

Está sospechando de mí.

—No te entiendo, coloso... y me mosquea —confiesa, llevándose la primera cucharada a la boca—. ¿Qué intentas...? Coño —espeta de repente—, esto está buenísimo.

—¿Sí? —Sonje asiente felizmente, con los ojos completamente cerrados por el placer—. ¿Me das un poco? —Está tan absorta en paladear el helado que coge otra cucharada y la alza hacia mi boca.

La verdad es que esta mierda está riquísima. No sé si más de lo que lo estaría un churro relleno de crema o cubierto de chocolate, pero aquí lo importante no era llenar el estómago, sino acercarme a ella.

—Oye, ¿y tu chaqueta? —cuestiona, volviendo a comer mientras que yo me hago con mi helado y le doy las gracias al señor del puesto.

—Jimin me la ha robado. —Es exactamente lo que ha pasado, y a Sonje parece que le hace gracia que mi mejor amigo se aproveche de mí.

—Ese chaval hace contigo lo que quiere... —Mientras murmura, se va alejando del puesto para ir con los demás, que todavía siguen pidiendo en el otro, pero se mueve mucho más lenta que antes, dejándome ir a su lado—. Que vas a decir que no tienes frío y eso, porque eres todo un machote, pero...

—Sí que tengo frío —me sincero, y al ver a mi hyung con mi chaqueta, frunzo un poco el ceño—. También lo tenía antes, no te creas, pero tampoco quiero quitársela así por las buenas.

—¿Te dejo la mía? —ofrece completamente seria.

—¿La de Tae? Pero si así vas a estar helada. —Sonje niega un poco con la cabeza.

—Te puedo dejar la mía; es finita, pero algo hace... Yo tengo un poco de calor con las dos puestas.

—Es de tía —espeto en cuanto me fijo en la fina chaquetita lila que pretende que me ponga.

—¿Y? ¿Sería un ataque contra tu masculinidad ponerte una prenda por lo que tenga escrita en la etiqueta?

—Pues si lo dices así...

—¿La quieres o no?

—Vale, pero no creo que me quepa, siendo sincero —acepto un poco aturullado.

Sonje me pasa su helado para que lo sostenga mientras se quita la ropa en toda mi cara, me pasa la chaqueta, vuelve a coger su helado y se me queda mirando mientras sigue comiendo (y sonriendo). La vida es injusta; en cuanto me decido a no usar lo de ser un capullo con ella, a Sonje le da por ser una capulla conmigo. De todas formas no voy a quedar mal por no ponérmela, porque es imposible que me quepa; por eso, con seguridad, deslizo la mano derecha en el hueco... que va subiendo por mi antebrazo, por mi bíceps y... llega a mi hombro. Con la esperanza de que la otra no lo haga, repito la operación y... me entra.

La mierda de chaquetilla esta debe estar hecha de puro elástico.

—¿Qué tal? ¿Mejor? —pregunta sonriente.

—Seh... mucho —suspiro, mirándome por todas partes. El lila no me queda mal, sorprendentemente. No va mucho con mi estilo, pero es suavecita y huele muy bien.

Sonje está mucho más receptiva, o eso creo notar, una vez me ha vestido como una versión con pene de sí misma. No se aleja de mí; me habla, me mira... me sonríe. A veces, mientras andamos un poco rezagados, comiéndonos el helado, parece como si algo le molestase de repente, porque frunce mucho el ceño y se queda mirando el movimiento de sus pies. Pero cuando eso pasa, le suelto algún dato aleatorio sacado de mi grandísimo conocimiento sobre vida salvaje que la hace volver a mí.

Me encanta que vuelva a mí.

Al salir del parque para ir juntos a casa de mi entrenador —que la ha ofrecido como refugio porque ha empezado a llover—, compartimos un paraguas enano que llevaba en su bolso, y es entonces cuando me doy cuenta: podría haber sido un capullo con ella, pero no quiero. Podría hacer todo lo que me ha aconsejado Jimin, pero no me sale. La estrategia que he ido a usar es simple: comportarme como me apetece hacerlo en cada momento, y parece mucho más efectiva de lo que hubiera creído.

—Sonie, ¿te importa que...? —le empiezo a preguntar al darme cuenta de que se está mojando el brazo al ir tan al borde del paraguas. Ella alza la vista, momento que aprovecho para sujetar el asa con una mano y atraerla con la otra hacia mí; tiene la altura perfecta para que su cabeza se apoye justo a la altura de mi hombro, rozando con mi mejilla.

—El numerito de la chaqueta, lo de invitarme al helado y ahora esto; ¿me explicas qué coño te pasa hoy, coloso? —cuestiona con la boca pequeña. Está pegada a mí, pero completamente tiesa. Vuelve a tener la nariz roja, y ahora toda la cara se une al color... Es como si estar así conmigo le diera vergüenza.

—Nada; no me pasa nada.

Sonie no lo acepta sin más, sigue sospechando de mí. Es natural, teniendo en cuenta que hasta yo me he dado cuenta de que mentía. Me pasa algo, y es una mierda ser consciente de eso justo ahora; quiera o no, Sonje tenía razón esa vez en el octágono: he acabado colgándome. Y si las cosas fueran un poco más fáciles, quizás hasta me gustaría ser consciente de esto, pero... desgraciadamente, nada es tan fácil como parece; no con ella.




—Pues a ver... si hay que elegir a la fuerza... me tengo que decantar por el puto tiranosaurio —contesta la amiga de Sonie, que no parece muy conforme por la pregunta de "¿quién ganaría en un duelo a muerte: King Kong o un tiranosaurio genéticamente modificado para que emita rayos láser por los ojos?", que ha hecho la misma Sonie.

Es muy rara de vez en cuando.

Taehyung se ríe cuando ve que Sonje parece satisfecha por la respuesta de su amiga, y, una vez todos hemos contestado (ha ganado el tiranosaurio), le toca preguntar a Jimin, porque en eso llevamos entretenidos la última hora: en hacer preguntas estúpidas mientras comemos.

Ahora que estamos reunidos en el piso de mi hyung, la cosa ha vuelto a ponerse un poco fría entre Sonje y yo; aunque no es que pase nada realmente... solo que yo estoy en el sofá al lado de las parejitas y ella está en el suelo, sobre la alfombra, junto a Jimin y Taehyung.

¿Me estoy pasando de dramático solo por sentir que si la tengo lejos va a volver a pasar de mí?

—A ver... —empieza a decir Jimin, incorporándose para alcanzar otro trozo de pizza de la mesa— ¿qué clase de pregunta puedo hacer para que nadie se eche las manos a la cabeza?

—Nada sexual a ser posible, que ya nos conocemos —advierte Jin.

—Nada de tiranosaurios tampoco —masca la chica de pelo corto, a lo que Sonje suelta una risilla.

—Vaaaaaale —acepta mi hyung con pesadez—. Ah, tengo algo bueno para los rolletes aquí reunidos —murmura con malicia—, ¿qué preferís: volver con el ex que más os haya marcado, o casaros con la persona con la que estáis ahora mismo?

—Yo no estoy con nadie —se queja Taehyung de inmediato. Jimin le chista e invita a que la chica que se sienta junto a Nam conteste primero; parece muy nerviosa de repente, y, aunque ha abierto la boca, la vuelve a cerrar antes de mirar de reojo a mi jefe.

Acaba de ponerla en un aprieto bastante gordo. Jimin es muy cabrón cuando le apetece.

—¿Puedo pasar?

—Va, ricura; lo dejo ir por esta vez... Pero solo a ti. —Mi hyung le guiña un ojo, y la chica se pone todavía más atacada. Qué manera de jugársela al tontear con el lío de nuestro jefe. No parece que Namjoon se tome muy bien lo que acaba de hacer Jimin, porque luce de lo más serio mientras los ojos de mi amigo ruedan hacia la otra chica: Hye, creo que se llamaba.

—Casarme, supongo. —No espera un momento para decirlo, y tampoco parece que le importe, se dedica a comer y a mirar a mi entrenador, que es el siguiente en contestar. Ni que decir tiene que él responde lo mismo... Como para decir lo de volver con su ex ahora, la tía esta le mata de ser así.

—Obviamente ex —masca Jin. Taehyung le imita (volviendo a quejarse de no estar con nadie), y después de que Namjoon pase de contestar, le toca a Sonje.

No me había parado a pensar en que ella tendría que responder. Y supongo que si tiene que elegir a "la persona con la que está ahora mismo", eso solo puede referirse a mí. No creo que Sonie vea a nadie más que no sea yo... Pero el asunto de su ex...

—Yo no entro en esa pregunta: no tengo ex novios —se excusa con la vista fija en sus pies.

—Sí que lo tienes, preciosa... Yo conozco a uno de ellos perfectamente, ¿a qué sí, Jungookie?

Gilipollas.

—Si lo dices por Yoongi, no es mi ex porque no ha sido mi novio —insiste, con un tono más hostil—. Y no estoy con nadie ahora, así que tampoco puedo elegir... No reuno los requisitos para poder contestar, así que siguiente pregunta. Tae, te toca.

—Venga, Sonie, que tampoco es nada malo. No es como si te hubiera preguntado con quién de los presentes harías un trío —se defiende mi hyung, pero Sonje parece nerviosa.

Su amiga, la que no parece tan simpática como la pequeñita, le echa una mirada que parece querer asesinarle; no la culpo, me entran ganas de hacer lo mismo.

—No puedo contestar, en serio —repone decaída.

—¿Por qué no?

—Jimin-ah, creo que no deberías insistir más —murmura Taehyung en voz baja.

—¡Solo es decir un nombre! —insiste mi hyung, sonriendo sin notar el ambiente tenso que se ha creado en el salón—. Preciosa, dilo: Yoongi o...

—¡Yoongi no entra en la pregunta! ¿Lo entiendes? ¡Yo no fui su novia! ¡No fui nada para él! ¡Y ahora sí que tiene novia! Perdona si no puedo elegirle por mucho que te gustaría, porque ni en un puto millón de años, ni aunque le apuntaras con una pistola a la cabeza, Yoongi volvería conmigo. ¡¿Lo pillas ahora?!

En el silencio que sigue a esa última exclamación, todos nos erguimos; todos menos Sonje, que parece volverse muy pequeñita una vez expulsa el aire y se encoge en el suelo.

Namjoon intenta reconducir la incomodidad que nos rodea, preguntando si a alguien le apetece ver una película; Hoseok se toma su ofrecimiento con entusiasmo y da unas pocas palmadas para apoyarle antes de hacerse con el mando y buscar algo en Netflix. Hye (la del pelo corto) está a punto de lanzarse a la garganta de mi hyung, o eso dice la mirada que le lanza; Jimin no sé qué hace, porque no me interesa girar la cabeza a él ahora mismo. Ahora solo la miro a ella. Porque ahora entiendo un poco más lo que le pasa.

En algún punto, mientras pienso y pienso y... pienso un poco más, las luces se apagan, todo se queda en silencio y la película empieza. Siento que, aunque lo intente, no voy a poder despegarme un centímetro del cojín sobre el que estoy, solo puedo mirar el perfil de Sonie. Sus ojos vuelven a entornarse, pero no llega a parecer aburrida; parece triste.

La idea se enciende en mi cabeza, casi como si un chispazo llegase a mis nervios y los hiciese reaccionar de la nada. Tengo que esperar bastante después de eso para, aprovechando que los demás se acurrucan en este sofá (las parejitas de siempre), bajarme con un pequeño desliz disimulado y ponerme tras Sonie.

No me importa que Taehyung se haya dado cuenta, porque nadie más parece haberme visto, ni siquiera ella.

—Sonie, una cosa —susurro, captando su atención pero ni de lejos su interés—, ¿te acuerdas de lo que me dijiste? Lo de hacerme la equis cuando estuviera mejor... —Ella asiente un poco perdida—. ¿Cómo me ves ahora?

—Mmmm, ¿para un tatuaje? Todavía deberías...

—Por favor, házmelo ahora —la interrumpo, enfatizando muchísimo cuándo lo necesito.

—¿A-ahora? Ahora como... ¿ya?

—Ahora mismo... si tú quieres. —No sé si me conviene que le dé vueltas. No sé si me viene bien que se lo piense demasiado—. Tengo a Rosita en el parque, está aquí al lado... Y ha dejado de llover hace mucho, así que estará seca y perfecta para montar, ¿qué me dices?

La pequeña sonrisa que le sale me tranquiliza. No llega a aceptar explícitamente, pero el cabeceo que da me sirve, por eso salgo a toda leche del apartamento sin despedirme siquiera. Creo que acabo corriendo un poco en mi camino por ir a recoger la moto, cosa que repito una vez montado en ella, dándole más gas de lo que debería, para volver lo antes posible y mandarle un mensaje a Sonje avisando de que ya estoy en la puerta.

Para cuando llega abajo ya le tengo preparado el casco. Al momento que siento sus manos enganchándose sobre mi tripa desde atrás, afianzándose con menos fuerza de la habitual, me pongo en marcha otra vez.

Y no paro de darle vueltas...

El camino es largo, pero una vez estamos en su estudio el tiempo se pasa muy rápido. El ronroneo de la máquina es lo único que nos acompaña la primera media hora que pasamos aquí. Solo eso.

Por más que pienso, no soy capaz de decir nada, por lo que me dedico a fustigarme más y más a cada pinchazo que siento en la espalda. Aunque, lo que me jode en realidad es ESTO; esta situación; el saber por qué Sonje está rara; el estar seguro del porqué siento que estoy estancado con ella.

—¿Qué tal? —pregunta una vez se deshace de los guantes—. ¿Quieres verla?

Estoy seguro de que lo que sea que me controla ahora no es nada racional ni conveniente. No debería haberla cogido por sorpresa, pero he entrado un poco en pánico cuando se ha alejado, porque, con el tatuaje hecho, me he quedado sin excusas que ponerle para seguir teniéndola aquí a solas conmigo. Por eso, con más rapidez de la que me hubiera gustado hacerlo, la he agarrado de la cintura y me la he pegado al hueco que tengo entre las piernas, sobre la camilla, para atraerla a mí y besarla.

Y cuando noto que no mueve los labios, que no me agarra, que no va a devolverme el beso...

—Coloso... —susurra una vez me separo un poco de ella— lo siento mucho, es que... a-ahora mismo yo no...

—No te preocupes —repongo un poco dolido; no quiero que lo note, pero lo patético de mi tono debe hacerle saber que estoy jodido porque no haya querido besarme.

—No es culpa tuya, ¿vale? Es... mi puta cabeza —se excusa otra vez, muy decaída—. Sabes que normalmente, bueno, estaría encantada de hacer esto contigo. Pero ahora mismo...

—Sonie... en serio —exhalo, esbozando una sonrisilla al tiempo que me levanto de la camilla—: no te disculpes. Tienes todo el derecho del mundo a rechazarme si no te apetece; lo entiendo. No pasa nada.

—Coloso...

—Es mejor que me vaya —la corto. No me gusta que me mire con esa cara de lástima, y no quiero darle razones (más todavía) para que me tenga pena—. Llevo todo el día metiendo la pata, haciendo el ridículo y cagándola. Una retirada a tiempo también es una victoria —murmuro nada convencido. A tiempo hubiera sido anoche o esta mañana, no ahora; no después de todas las gilipolleces que he hecho en el transcurso del día.

Me gustaría saber qué decir para no tener que irme, para traerla conmigo otra vez de donde quiera que esté, pero no tengo nada... Por más que lo piense, no encuentro nada.

Me alejo hacia la puerta con más lentitud de la que me gustaría, poniéndome la camiseta por el camino, y justo cuando sujeto el pomo entre los dedos, su voz suena a mi espalda, más suave que nunca.

—Anoche no me quedé dormida, solo me hice la dormida.

Vale, no sé que duele más de las dos cosas. Siento como si acabase de volver a patearme la entrepierna al confesarme eso.

Cuando me giro para esperar la explicación de esa perturbadora verdad, Sonie suspira y se sienta sobre su taburete completamente rendida.

—¿Por qué no me dijiste que no querías seguir sin más? —cuestiono con una vocecilla desanimada que suena horriblemente aguda—. ¿Cuándo me he convertido en un puto acosador del que te tienes que deshacer haciéndote la dormida?

—¡No es eso! —niega a toda prisa—. No es por ti... Tú estás bien, estás muy bien. Y yo estoy bien cuando estoy contigo...

¿Pero...?

Espero la continuación de esa frase sin respirar, con los puños cerrados y los ojos muy abiertos. Pero, por más que espero, Sonje no parece querer seguir con ella. El tema que lleva persiguiéndome desde la puta pregunta de Jimin en el piso de mi entrenador me vuelve a alcanzar de lleno: Min Yoongi.

No hay que ser un genio para saber que Sonje sigue enamorada de él, como no hay que serlo para ser consciente de que eso me jode. Y si me jode no es porque esté "colgado" de ella, es, simplemente, porque me gusta... Y si Sonje me gusta y ella está enamorada de otro... voy jodido.

Es más: debo estar muy jodido ahora mismo porque, en vez de guardar la poca dignidad que me queda e irme de una puta vez, me acerco a ella, agarro una de sus manos (que sujeta la mía de forma perezosa), la invito a levantarse y, cuando me mira tímidamente un poco más abajo, le sonrío.

—Eh, no pasa nada, lo digo muy en serio. Puedo entenderlo. —Desgraciadamente puedo hacerlo, sí. No es como si no viera la diferencia abismal entre Min Yoongi y yo mismo; ¿qué tengo yo que ofrecerle que no pueda darle él?

Ya ni siquiera me refiero a cenas elegantes, viajes exóticos, apartamentos de lujo, coches, joyas o qué sé yo. Un luchador sin blanca no puede alcanzar ese nivel por más que lo intente, eso lo tengo muy claro. Tampoco le puedo dar eso que parece gustarle tanto, porque no me sale ser un capullo... No me sale ni irme, por más que me haya rechazado. No tengo nada que darle que pueda retenerla aquí conmigo. Porque ella seguirá en este estudio, junto a mí, pero su cabeza está con él.

—Por lo menos dime que te calenté un poco antes de que te hicieras la dormida —le suplico con algo de sorna—. ¿Puedo seguir teniendo confianza en mis dotes de besador?

Sonje se ríe en vez de contestar; bien, perfecto, justo lo que necesitaba ahora: otra patada figurativa en todos los cojones. Sin embargo, aunque estuviese a punto de deprimirme otra vez, Sonje lo evita magistralmente al levantar su mano libre para acariciar los puntos que cubren mi ceja. Se alza para depositar un pequeño beso en mi mejilla y me mira una vez sus pies vuelven a dejarla unos centímetros por debajo de mi cara.

—Te puedes quitar el disfraz de chico malo que llevas, coloso, ya no puedes engañarme más —murmura divertida. Es la primera vez en todo este rato que parece estar mirándome realmente y no perdida en su cabeza—. Eres un tío decente, eres hasta adorable, así que deja ya de hacerte el rompebragas, que no te lo compro.

—¿C-cómo? —Es lo único que consigo preguntar; estoy un poco en shock, a decir verdad.

—Pues eso... que eres un chico bueno de manual, por mucho que parezcas uno malo.

—¿Eso crees?

—Estoy completamente segura —murmura, entornando los párpados con suficiencia.

Mierda... ¿es posible que Jimin tuviera razón? ¿Es por eso de que soy un "chico bueno" por lo que Sonje ni me mira?

¿Qué haría un capullo ahora mismo?

—Coloso, ¿qué te...? —Espero que la pregunta que fuera a hacer no tuviera mucha importancia, porque no la dejo terminarla.

¿Un capullo se habría lanzado otra vez a su boca? Pues no estoy muy seguro, pero como Sonje empieza a reaccionar un poco a medida que la agarro, que la pego a mí, me conformo.

Me duele todo cuando se agarra a mi espalda (incluido el tatuaje), y como no sabía que esto iba a calentarse tanto en tan poco tiempo, no he tenido la precaución de tomarme los analgésicos antes de empezar. Antes de notar que Sonje se entrega tanto a la forma en que le como la boca como me hubiera gustado que hiciese en el otro beso; antes de sentirla contra mi cuerpo, antes de empezar a morderle los labios mientras la recuesto en la camilla.

Tengo un déjà vu de lo más desagradable cuando empiezo a comerle el cuello, y aunque me separo para comprobar que no se está haciendo la dormida otra vez y me la encuentro tan jadeante, tan roja y tan ardiendo como quería... no me confío e intento otra estrategia.

—Jungkook, ¿qué se supone que haces? —musita al encontrarse girada, solo con los codos apoyados contra la camilla y las piernas en el suelo; a pesar de pillarla por sorpresa, su culo se alza lo suficiente como para permitirme subir el bajo del vestido sin mucha dificultad.

—Demostrarte que eso de que soy un chico bueno es una gilipollez —gruño un poco más desesperado de lo que pretendía mientras mis manos suben por sus muslos.

—¿Y cómo... pretendes demostrármelo haciendo esto?

Sé que quiere seguir sonando desafiante, pero no lo consigue ni de lejos; su voz está igual de agitada que su cuerpo, y pierde toda la estabilidad para deshacerse con un gemido ahogado y largo cuando llevo mis dedos a su clítoris. Aunque todavía está tapado, no parece ser un problema para ella, que deja caer la cabeza encima de la camilla mientras sus rodillas empiezan a flaquear. Demasiado pronto han empezado a fallarle, no quiero imaginarme lo que le costará mantenerse en pie cuando me la folle con todas las ganas que le tengo.

Hundo mi boca justo en medio de sus muslos, colando la lengua bajo la tela humedecida; ahí sí, Sonje no es capaz de contener el gemido que le provoco. El mismo que hace que mi polla palpite y me pida desesperadamente que me baje los pantalones. Hago caso al impulso sin esperar un segundo, deshaciéndome de mi camiseta de paso, y, una vez desnudo, empiezo a bombearla lentamente mientras observo el culo en pompa que tengo enfrente... Joder, ser un capullo está bien de vez en cuando.

En cuanto trata de girarse para ver por qué no seguía entre sus piernas, sujeto su espalda con una mano para que se quede tal y como está, lo que le saca un pequeño gruñido frustrado que me hace sisear.

—Coloso... sigue ahí —me pide en un suspiro desesperado.

—No puedo. Si te doy lo que me pides no lo vas a admitir, así que no me queda más remedio... —Sin terminar, alargo las manos a su culo para apretarlo fuertemente antes de bajarle las bragas. Y la visión que me encuentro dificulta la tarea que tenía en mente en un principio más de lo que me hubiera gustado.

—¿Si me das lo que pido? N-no entiendo nada... ¿Qué quieres decir?

—Que no soy bueno, Sonie... No tengo ningún disfraz ni finjo nada, y vas a comprobarlo por ti misma.

La primera vez que pego el tronco directamente contra su humedecido agujero tengo que rodar los ojos, porque está ardiendo... está mojadísimo, y me pasaría la vida entera metido ahí, pero todavía no.

—N-no pillo nada. ¿Qué tiene que ver ser bueno o no en esto? —ronronea cuando se mueve contra mi polla; qué rastrera... Si se menea así sabe que voy a acabar dándole lo que sea que me pida, y no estoy dispuesto a dejarme llevar ahora mismo.

—¿No lo has escuchado nunca, Sonie? —pregunto sin aliento, meciendo las caderas para que mi polla resbale en medio de su culo. Masturbarme de esta forma con su cuerpo me está pasando factura, porque si la fricción es tan fluida es gracias a mi líquido preseminal, que ha rebosado por su culo, facilitando que siga con estas enfermizas penetraciones falsas.

—¿Escuchar el qué... coloso? —exhala con dificultad al momento que agarro su tráquea para mantenerla con la espalda arqueada y la cabeza pegada a mi hombro.

—L-los chicos buenos... van al cielo, pero los malos... —susurro, mordiendo su cuello y escuchando el gimoteo lastimero que emite— traen el cielo a ti. —Sonje sisea, aprieta los dedos contra el borde de la camilla, y no sé cuánto más voy a poder mantener la cabeza fría para no enterrarme en ella tal y como estamos ahora—. ¿Quieres que te lo demuestre?

—M-más, coloso...

—Contéstame, Sonje —le pido lo más seriamente que puedo; la voz me va a empezar a fallar al siguiente gemido que suelte esa boca que ahora jadea desesperada.

—E-enséñamelo —exhala, y es la última palabra completa que murmura antes de que entierre el índice y el anular de la mano derecha entre sus labios.

El interior de su boca arde, lo que me obliga a hacer la conexión mental con esa otra cosa dentro de ella que debe estar a la temperatura de la lava en este momento. Tengo que apretar la base de mi polla con la mano izquierda para detener un poco las palpitaciones; no puedo caer todavía. Su lengua me pone las cosas difíciles, porque lame y mama de mis dedos como si...

—Sonie, ¿quieres...? —Asiente sin dejarme acabar, alzando las caderas más y más y... dejándome a la vista una preciosa imagen que dudo mucho poder borrar de mi mente algún día; entre sus muslos, sus labios mayores encierran la delicada piel suave y rosácea de su intimidad. El brillo que reluce por su propio líquido justo en ese pequeño agujerito más arriba me está dando una clara invitación, y no sé yo si debería aceptarla...—. ¿A-así? ¿L-lo hago... así? —exhalo inquieto.

No sé cuándo he dejado de meterle los dedos en la boca, de agarrarla... porque ahora, la parte superior del cuerpo de Sonje reposa completamente sobre la camilla, lo que la deja con el trasero completamente alzado; sus rodillas se flexionan un poco y su espalda se arquea lo justo y necesario. Es la postura perfecta para que lo haga; Sonie no es ninguna novata, eso por descontado.

Se mueve ligeramente para poder girar el cuello y mirarme de entre los mechones negros, despeinados y salvajes que caen por su cara y la camilla. Creía que iba a poder controlar mejor la situación, pero verla de esta manera me está haciendo perder los papeles.

—Póntelo y hazlo, Jungkook —me pide todavía jadeante—. Te necesito dentro. Ya.

—¿Y-ya?

—Ahora... mismo —gime, abriéndose más de piernas para acariciar su clítoris con una mano, que entierra entre sus piernas y que veo trabajando a la perfección.

Mierda.

Me doy toda la prisa que puedo en rescatar mi puta chaqueta y buscar como un poseso algún condón por los compartimentos. El corazón —que ya me iba bastante rápido sin más ayuda— parece querer pararse cuando tanteo por todos los bolsillos sin encontrar nada, pero cuando doy con la cartera, encuentro ese de la suerte. Ese que no se toca bajo ninguna circunstancia, solo en casos extremos y urgentes. Y si esto no es una urgencia, no sé qué lo será.

Hay un pequeño inconveniente en todo esto; aunque tenga un condón, aunque abra el plástico y aunque esté a punto de sacarlo del envoltorio para ponérmelo a toda pastilla y hundirme en ella como llevo fantaseando estas últimas semanas, y es que... si lo hago...

—Sonie, s-solo tengo uno —murmuro, volviendo tras de ella, entre sus piernas.

—¿Y?

—Pues que si me lo pongo ahora mismo y te la meto... —El ver la manera en que Sonje se muerde el labio inferior al escucharme no me ayuda, no— no vamos a aprovecharlo.

—Coloso, ponme un poco fácil lo de entenderte... No estoy para pensar.

—Que me voy a correr en cuanto te la meta; que estoy a punto, y si me meto así y ahora, no te va a dar tiempo de llegar, créeme.

Sonie para con el masaje que se daba a sí misma y, para mi sorpresa, se gira y me mira sonriente. Yo creía que se iba a cabrear. Después de insistir tanto, de intentar calentarla de trescientas maneras distintas y de presumir de lo muchísimo que iba a destrozarla, resulta que me quedan dos sacudidas para soltar toda la carga; es patético.

—Vaya manera más rastrera de pedírmelo, coloso —murmura con una risilla.

—¿De pedirte qué? —No contenta con no contestarme, me arrebata el condón y se pega a mi cara; me lame la boca de lado a lado, y cuando me pensaba lanzar otra vez encima suya, se aleja, separándome con un solo dedo que posa sobre mis labios antes de... ¿empezar a bajar?

Va descendiendo, con bocados a cada pequeño trozo de mi piel. Lo que primero se lleva una mordida (la más fuerte) es mi pectoral izquierdo, pero mi tripa no se libra de sus dientes, ni mi ingle, ni mis caderas... Una de sus manos se posa en mi culo, que aprieta mucho antes de ir a acabar en mi muslo, por el que sus dedos suben hasta que acarician mis testículos. En ese momento, en el que la veo arrodillada, sonriente y con la mirada encendida, se me escapa un suspiro.

Su boca se va acercando y mis rodillas flaquean. Mucho antes de comprender si piensa hacerlo o solo se está riendo de mí, Sonje alza la mano izquierda, en la que sujeta el envoltorio del condón.

—¿Quieres usarlo? —cuestiona, exhalando suavemente contra la piel de mi falo, que palpita al recibir el calor. No entiendo qué debería decir, porque quiero metérsela, sí, pero si la otra opción es que me la chupe, tampoco me quiero negar. ¡¿Quién coño se negaría a eso?! Me lo pienso más de lo que he hecho nada en la vida, y acabo asintiendo ligeramente—. ¿Quieres follarme?

—J-joder, Sonie... no te haces una idea de cuánto...

—Bien, coloso, muy bien —murmura satisfecha, antes de dar un pequeño beso sobre mi glande que me deja mareado—. Si quieres follarme, vamos a tener que jugar a algo...

—Lo que quieras.

—Te la voy a chupar, coloso —advierte, lamiendo justo después el agujero que corona mi punta, lo que me hace rodar los ojos de puro gusto—, pero, en cuanto te corras, te vas a poner esto y me la vas a meter...

—¿Q-qué? ¿Cómo?

—Nada de descanso ni de recuperarte. Si quieres follarme, vas a hacerlo, pero en cuanto termines de soltarlo todo, ¿qué me dices?

—Eso es... imposible —Sus dedos se enroscan alrededor de mi erección; aprieta con mucha fuerza y empieza a bombear suavemente, y yo no puedo ni quiero contener los gruñidos que hacen arder mi garganta—. S-sonie, no voy a poder hacerlo... N-no voy a...

—Puedes, coloso... Si de verdad quieres follarme, vas a aguantarlo.

¿Qué iba a decir yo? ¿Iba a aceptar?

—¡Sonie...! ¡Jo...der!

¿Iba a negarme?

Dios, voy a reventar.

Su lengua, esa que antes lamía mis dedos, se arrastra ahora por mi glande; lo chupa en círculos mientras sus labios retiran la piel que rodea mi falo cada vez que se la mete hasta poco más de la mitad. Sus manos abarcan lo que su boca no consigue, y con todo esto que estoy sintiendo aquí y ahora, no se me ocurre nada mejor que bajar la vista para verla trabajar.

Con las manos temblando y el pulso disparado, recojo su pelo con ambas manos para sujetarlo con la derecha en una especie de coleta alta que me deja observar el énfasis con el que mama... Estoy muerto; no voy a soportar otro segundo más de esto. ¿Hace cuánto que no me la chupaban?

Joder, ¿me la han chupado ASÍ alguna vez?

Sonje separa la boca de mí por un momento para enseñar que un pequeño hilo de semen resbala por su barbilla mientras se relame los labios. Ese gesto, tan sucio, tan jodidamente maravilloso, me deja a una chupada del clímax. La tensión de mi estómago se pasa a mis testículos, que agarra con suavidad antes de volver a lamerlos... Y así, sin volver a metérsela en la boca, me corro. Estallo con unos jadeos acelerados y aprieto de más su pelo para canalizar un poquito de estos calambres que suben desde mis huevos y repiquetean por cada rincón de mi cuerpo. Lo peor de esto no es que Sonje acabe de tragarse mi lefa mientras la miraba —cosa que hace que me duela la polla por culpa de la sobreexcitación—, sino que ahora viene mi parte del trato, y dudo mucho poder ser capaz de cumplir.

—Rico —susurra, haciendo que mi polla pueda mantenerse bien arriba—, eso de beber zumitos siempre vale para algo, desde luego —ronronea satisfecha, volviendo a su anterior posición en la camilla—. ¿A qué esperas? ¿Vienes aquí dentro o no?

Con el condón en la mano, vuelvo a mirar su coño en todo su esplendor; ahora está todavía más mojado, más jugoso, mil veces más apetecible que antes... mientras que mi falo amenaza con desinflarse cuando menos me lo espere. No obstante, un trato es un trato. Tengo que cumplir mi parte, o, por lo menos, intentar no dar una actuación demasiado lamentable.

Tan solo el roce del condón empezando a extenderse por mi glande me hace querer retirarlo de inmediato. Tengo la punta demasiado sensible, y me va a costar horrores el simple hecho de tapar por completo a mi amigo. Con trabajo, paciencia y casi jadeando por los pinchazos que me avisan de que es demasiado pronto para volver a hacerlo, consigo que el círculo grueso choque contra mi pubis, en el que todavía descansa algún que otro rastro de semen.

Sonje se incorpora un poco para girar la espalda y mirarme; supongo que le parecerá que me estoy tomando demasiado tiempo solo para ponerme esta mierda, pero ha sido un puto reto.

—Coloso, si no puedes, está bien... —No lo dice con sorna, al contrario, parece un poco preocupada.

Lo primero que siento es una especie de rotura en las costillas, como si la fisura se hubiera abierto de par en par y mis huesos se astillasen a toda velocidad; lo segundo es mil y un pinchazos en cada tramo de mi pene; y lo tercero es mucho más preocupante que todo lo anterior, porque me hace agarrarme a las caderas de Sonje como si pretendiese partirlas. Ella se tensa sobre la camilla con un gemido largo y quejumbroso, y lo hace porque me he metido sin pensármelo, de una sola vez; tal y como más me gusta... Tal y como a ella más parece gustarle.

—C-co... lo... so —chilla cuando, guiado por esa tercera cosa, la embisto una segunda vez.

Porque esa tercera cosa es el placer más grande que haya sentido jamás; uno que parecía querer diluirse entre el dolor que siento por todas partes, y que no pienso dejar que se pierda entre la bruma de los pinchazos.

La tercera vez que la saco del todo para volver a hundirme de una vez no consigo mantener la fachada y empiezo a gemir demasiado rápido, por eso me entierro una cuarta, una quinta, una sexta; cada vez más rápido. He perdido toda la capacidad de razonamiento, quizás por eso mismo vuelvo a agarrar el pelo de Sonje, que se escurre entre mis dedos como si fuera agua. Pero como la necesito más pegada, la atraigo pasando el brazo derecho por su torso, entre sus pechos, para dejarla con la espalda arqueada y el cuello a mi completa disposición.

—S-sonie... duele —confieso sin frenar ni un poco el ritmo—. ¿A ti... te...? —Ella niega rápidamente con la cabeza, entre los gimoteos que emite ahora; se sujeta a mi brazo y, con esfuerzo, gira la cabeza lo más que puede en busca de mis labios, y yo se los doy, claro...

¿A quién coño pretendo engañar? ¿Quería que pensase que iba a hacerme el duro, el distante, el interesante? ¿Quería hacer como si fuera un tío de lo más malo y peligroso?

Mi lengua juguetea con la suya; sin que puedan llegar a encerrarse en la cavidad de ninguno de los dos. Mis caderas no paran de hacer que me hunda en ella todo lo hondo que puedo, y ahora, sin que me dé cuenta, los pinchazos se han ido. Ahora solo queda el placer.

Como no tengo ni idea de si a Sonje le queda tan poco como me queda a mí, dejo de sujetar sus caderas con la mano izquierda para llevarla a su clítoris y frotarlo rápidamente con la intención de que caiga antes que yo. Sin embargo, creo que me he precipitado mucho, porque al primer contacto de mis dedos sobre ese pequeño botón ardiente, el interior de Sonje se contrae muchísimo a mi alrededor antes de empezar a latir contra mi polla. Su grito, su respiración; la manera en que me clava las uñas en el brazo... me dicen que acaba de correrse (por si no era suficiente con lo que sus paredes internas me están haciendo), pero... de todas formas, sigo estimulando su clítoris. El gimoteo lastimero que emite me pone más ansioso, y, sorprendentemente, eso me hace aguantar un poco más. Aunque sean solo unos segundos.

El cosquilleo que baja desde mi pubis, que recorre mis testículos y que vuelve a subir para atacar mi polla con palpitaciones me avisa de lo poquísimo que me queda. Sonje se retuerce, avisándome de que, quizás, esto es demasiado para ella, así que me doy prisa en terminar con esta tortura y doy un par de penetraciones profundas que acaban haciendo que estalle otra vez. El semen vuelve a brotar, esta vez dentro de ella; mi vista se nubla, y creo estar a puntito de desmayarme por un segundo cuando, al terminar de correrme, siento otra vez sus contracciones.

Parece ser que no soy el único en disfrutar con un poco de sufrimiento.

Me acabo desplomando sobre su espalda, queriendo recuperar un poco de aire antes de irme al otro barrio. Estoy cubierto en sudor, y la fina capa que cubre el cuerpo de Sonie hace que nuestras pieles resbalen levemente. Una vez creo haber pasado por la fase de "estoy a puntito de estirar la pata", y todavía enterrado en ella, doy un pequeño beso justamente encima de su columna, y los acabo repitiendo por casi toda la extensión de su espalda; cualquier huequito de ella que tenga a mi disposición es bienvenido.

No entiendo por qué coño hago esto hasta que la escucho reír suavemente bajo mi cuerpo.

Cuando los besos no parecen ser suficientes, deslizo mis brazos bajo su cuerpo para abrazarla. No es la mejor postura del mundo para hacerlo, ni siquiera la más cómoda, pero me hace sonreír el simple hecho de notar que ella lo hace.

—¿Qué tal? ¿Te he traído un poco de cielo o no? —murmuro al tiempo que me pego más contra su piel.

—Creo que me has traído hasta a algún arcángel y todo —carcajea suavemente—. Si lo que querías era demostrarme que eres malo porque follas bien, enhorabuena: eres todo un cabronazo.

Me río muchísimo más aliviado (y muchísimo más confiado) por su confesión. Empezaba a dudar de absolutamente todo lo que tuviera que ver con ella, pero con una frase vuelve a tenerme metido en el bolsillo; creo que es justamente por este momento, por su voz, por su risilla, por lo que me siento más cómodo de la cuenta... y acabo cagándola al preguntar algo que sé que no quiere oír ahora mismo.

—¿Qué es esto, Sonie? ¿Es una costumbre? ¿Es solo cosa de dos veces? ¿Somos amigos? ¿Amigos con derechos?

Me inquieto justo después de soltarlo, porque ha salido de mí sin pedir siquiera permiso, y me encuentro esperando la respuesta de Sonje con el corazón tan acelerado como cuando estábamos follando. Incluso más que entonces.

Mmmm... No lo sé —confiesa en voz baja y calmada—, pero sé que me gustas, coloso.

¿Perdón?

¿Qué ha dicho?

¿Alguien más lo ha oído? ¿He sido solo yo?

No es una alucinación, estoy completamente seguro justamente porque Sonje parece tensarse de repente, como si esa frase le hubiera salido sin querer y ahora se estuviese arrepintiendo de haberla soltado. No puedo darle tiempo a que se arrepienta.

—Tú también me gustas... Mucho —añado a destiempo, con la boca seca y completamente inerte sobre ella.

—¿Y qué...? ¿Q-qué se supone que significa eso? —La vocecilla temblorosa y desconfiada de Sonie, por algún motivo, me enternece. Ojalá saber qué debe estar pasando ahora por su cabeza, qué espera que le diga, qué QUIERE con toda su alma escuchar.

Ojalá estar acertando en volver a confiar en mis instintos y, simplemente, decir lo que yo necesito decirle.

—No tengo ni idea, pero estaría bien descubrirlo, ¿no crees? —sugiero, volviendo a bajar para besar su cuello suavemente—. Si tú quieres... podríamos seguir indagando en qué se supone que puede pasar entre nosotros, porque creeeeeo que esto ya no es cosa de una sola vez... Llámame loco si quieres.

Sonje se ríe; no sé si lo que he dicho es lo que querría haber escuchado, pero lo único que quería yo en respuesta era eso: su risa.

Acabo subiéndola a la camilla con cuidado, haciendo lo mismo a su lado, y no espero que me conteste todavía, pero lo hace... Se acurruca contra mi cuerpo y lo hace, y solo entonces me doy cuenta de que las chicas (no sé si buenas, malas o ambas), también pueden traer el cielo a ti si les da la gana, sacándote irremediablemente del infierno en el que estabas metido justamente por ellas.

—Podría ser que no fuera cosa de una vez... Ni de dos —añade contra mi pecho—. Y... estaría bien ver de cuántas partes es.

¡Bien, Jeon, joder! ¡Por fin un poquito de suerte!

Mientras empiezo a acariciar su pelo, Sonje descansa los párpados y se da la vuelta, pegándome el culo justamente en el paquete, que, ni que decir tiene, empieza a levantarse preocupantemente rápido.

No sé de cuántas partes será nuestra historia, pero está claro que la tercera está a punto de empezar.




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Hola y esas cosas de persona educada que ya no digo porque: pereza.

¿Me puede explicar alguien POR QUÉ hago capítulos tan exageradamente largos? ¿No? Creo que tengo algún tipo de trastorno, lo juro.

En fin, serafín, como no quiero liarme mucho por aquí (porque esta sección pasa sin pena ni gloria siempre, que os conozco, canallas), solo espero que el capítulo os haya gustado mucho y que estés esperando con ANSIA el siguiente.

Si queréis y os viene bien, me dejáis vuestras impresiones de lo que llevamos, y si no, acepto bizums. Mínimo 500 euros, eso sí XD

En fin, dejo de ser una payasa ya y me despido hasta prontito, queridas mías de mi corasssssón.

Py una jartá <3<3<3

P.D: Dato curioso de este capítulo, no me lo he leído otra vez desde que lo escribí, va a pelo, jeje. Espero que no haya quinientas cuarenta y siete faltas :)

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