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Esa sensación de querer vomitar y desaparecer, sabes bien que no hay escapatoria, que no puedes devolver el tiempo a cuando eras feliz. Desearía despertar y que sea el primer día de Arthur en el internado, quitar todas las fotos suyas de mi pared y correr hacia el pasillo donde estaría Victorio esperándome y colgarme de él para seguidamente besarlo.
Si ALGUIEN hubiera escrito así mi vida, sería una delicia, pero bueno.
Ohhh, esperen, también me encantaría ir y matar a Zacharias. Pero lamentablemente es ilegal.
Alguien haga algo al respecto, guiño, guiño.
Se preguntarán que mierda me pasa hoy, y bueno, ayer después de verlos besándose me di cuenta que me dolió tres veces más que la vez que ví a Arthur con su novia, o prometida, besándose.
Si esa vez se me rompió el corazón, esta vez me lo sacaron del pecho y me lo comieron a carne viva.
Después de verlos me fui a mi cuarto donde no salí a pesar de tener clases, probablemente me van a llamar la atención, pero no me importó mucho. Me pasé toda la tarde comiéndome un bote de helado y viendo Heartstopper hasta que mi cerebro se congeló y dejé de sentir mi lengua. Positivo para despechado.
Mañana 17 de septiembre, es el cumpleaños de Victorio, cumple 18 años.
Recuerdo los dos años anteriores y me hacen sentir un nudo en la garganta. No entiendo en qué momento pasamos de celebrar con pastel en su habitación, escuchando música de Nirvana y haciendo karaoke, a terminar en nada.
¿Por qué las personas tienen que irse?
Siempre me he preguntado porqué las buenas sensaciones y las personas cálidas duran tan poco tiempo, pero el olvidarlas o dejar ir ese sentimiento se convierte en décadas.
Por eso a veces es válido sentir miedo, porque cuando conoces a alguien que te hace feliz, algo dentro de tí es como un reloj que marca el tiempo, como recordándote que pronto tendrás que dejar ir esa felicidad.
Yo no quiero que la felicidad que me dió Victorio termine, que la felicidad que me dió Elliot desaparezca, y que la felicidad que me dió Iván se esfume. Necesito manipular el reloj, necesito volver a ser feliz. Los necesito.
Sin embargo, una cosa es querer, necesitar a alguien, pero otra cosa es que también te quieran. Si yo no hubiera hecho nada malo quizá podría darme el lujo de ir y tratar de arreglarlo, pero no es así. A veces hay que aceptar el dolor que causa el Karma, y continuar.
Entonces solo me levanto de mi cama, con el cuerpo pesado y sin fuerzas, voy a la ducha y el agua parece sentirse más fuerte aunque esté exactamente igual que siempre, y salgo secandome el cuerpo y cambiándome, mirándome al espejo como si algo estuviera distinto.
Ya no me gusto tanto, ya no soy perfecto, y ya no soy bonito.
Es verdad cuando dicen que no todo es el físico, todo lo que he hecho me hace ver cómo su fuese un ogro, incluso más feo que Shrek.
Tomo mi bolso y abro la puerta de mi habitación acomodándome la corbata, Iván sale también, lo miro y él a mí, parece normal, se ve mejor que ayer, me siento feliz porque sé que está bien. Sé que no me va a hablar, así que camino con cuidado detrás de él hasta llegar a las escaleras que dan hacia el salón principal, todos los estudiantes están ahí abajo, y recuerdo la imagen que tenía diario de Elliot y Victorio esperándonos, pero ahora no está ninguno de los dos, no sé en qué momento se detuvo Iván, voltea hacía mí y traga saliva antes de hablar.
—¿Podemos hablar?— pregunta, asiento sin dudarlo.
En menos de lo que me imagino estamos en la biblioteca, aunque deberíamos estar en clases, sentados, algunos chicos están a lo lejos leyendo, Iván está delante de mi, su uniforme está muy limpio, se ve bien físicamente, sano, me parece un poco asombroso a comparación del día anterior donde se veía tan descompuesto. Sus rizos se ven lindos.
—Te extraño— me dice.
—Yo... también— digo, siento mis ojos llenarse de lágrimas, él alza las cejas y se acerca para abrazarme. Rompo a llorar en su hombro.
Me hacía tanta falta tener un amigo.
—Perdón, Zean— escucho su voz rota, lloro en silencio, me tiembla el cuerpo, me siento tan herido.
Sin embargo, después de un rato, comienzo a controlarme más, y me separo, respiro profundo limpiandome las lágrimas, necesito oír lo que quiere decirme, noto como los chicos a lo lejos nos están mirando, en cuando me ven viéndolos dejan de hacerlo.
—Te ves como un perrito abandonado— susurra, lo miro.
—Creo que si— río irónicamente.
—Ni siquiera te peinaste, ni te maquillaste— dice mirándome con detenimiento —¿Qué mierda te ha pasado?
Termino contándole todo, me da miedo mirarlo al rostro, así que miro la mesa en todo momento.
—Se veía venir que algo así iba a pasar— responde —Sabía que en el fondo te gustaba Victorio, y tú capricho por Arthur de Julié no duraría por siempre.
—Pero eso no es todo— tomo aire —Elliot ahora me odia.
—No te odia, sólo está enojado, sabes bien que Victorio es su mejor amigo, tú eres su amigo, pero lo que tiene con Vic es distinto— asiento —Le duele lo que le hiciste, pero no estará así por siempre. En algún momento Victorio te va a perdonar y entonces Elliot volverá a ser tu amigo.
—No creo que Victorio me perdone— respondo.
—Yo sí, ¿Sabes por qué?— sonríe de lado como con nostalgia —Él te ama.
Él me ama. ¿Aún lo hará?
—Quiero que me cuentes porque te aislaste— le digo —Por favor.
—Desearia poder decirlo no tan directamente pero... — se acomoda en la silla —Decidí aceptar los sentimientos de Elliot y tuvimos un encuentro sexual, cuando eso pasó definitivamente entre en depresión, no quería aceptar que soy gay, no quería aceptar que era eso que tanto odiaba mi padre. ¿Recuerdas lo que te he contado antes? Él simplemente decidía moler a golpes a cualquier persona que fuese gay. Me expresó siempre su odio hacia personas así.
—Pero no es tu culpa enamorarte...
—No es eso— interrumpe, se ve muy herido —El día de revisión parental mis padres vivieron y papá los vió a ustedes, se enteró por el papá de Elliot que Elliot es bisexual, tuvo una pelea con él por eso, ellos eran amigos antes de eso, y bueno, ese día me exigió que cambiara de amistades, me dijo que me enviara a una universidad en otro país si no lo hacía. Simplemente me sentía mal, y tenía que estar lejos, no quería desafiar a mi padre.
—Perdon por no saberlo— digo dándole un apretón en el hombro, él sonrie un poco.
—Papá enfermó del corazón y ahora está internado, no debería sentirme aliviado por eso, pero lamentablemente no lo quiero— confiesa —Desearia no deberle nada a mis padres y que me traten como a un hijo. Pero ahora sí empeora... Su cargo, la familia, caerá encima de mí por ser hijo único y tendré que entrar de lleno en eso, simplemente tendré que ser un político falso que mantiene a la familia con muchos enemigos. Odio estar a punto de cumplir los 18.
Si, los padres de Iván son políticos, y ojalá fueran de los normales, pero son de los que tienen tanto poder que les sale por los poros.
—¿Qué piensas hacer con todo? ¿Con Elliot?
—Voy a decirle que seamos amigos nuevamente en cuanto no me deteste tanto, no sé qué pase en un futuro conmigo, y justo ahora decirle que acepto todo y que estaremos juntos seria una irresponsabilidad de mi parte, no puedo traerle problemas familiares tampoco. A veces no puedo dejar que todo fluya, Zean— miro al suelo, suspiro —Por favor, piensa bien que quieres en la vida, y piensa en las consecuencias que traeran tus decisiones.
—Lo haré— le digo mirándolo —No dejaré que mi vida termine arruinada una segunda vez. Aunque lo que más quiero es nunca perderte.
—Nunca lo haz hecho— me abraza. Le sonrió y me siento mucho mejor, lo necesitaba —Pero dime algo, ¿Finalmente entendiste tus sentimientos por Victorio? ¿Qué sientes ahora por Arthur?
Creo que sé que siento.
—Hola chicos— nos dice alguien, volteo viendo a un compañero de clase y natación, no me da tiempo de responderle a Iván —A media noche nos reuniremos en el salón B de Arte , vamos a celebrar el cumpleaños de Victorio, por si quieren venir, últimamente no te vemos con Victo, así que pensé en avisar— sonríe como si no fuese un completo chismoso.
—Ahí estaré— dice Iván —¿Pero será otra vez una fiesta?
—No, no— responde —Iremos unos pocos amigos suyos, estaremos jugando y esas cosas, no habrá música. Es sólo una reunión tranquila— Iván asiente —¿También irás, Zean?
Miro a Ivan y él parece que quiere que vaya, suspiro, quizá Victorio no quiera verme ahí, pero lo extraño, ¿Si no lo molesto estaría bien?
—Él por supuesto que irá— responde Iván por mí.
•••
Me miro en el espejo, tengo una camisa blanca manga larga, un chaleco de lana verde y pantalones de jean claros, me maquillé esta vez, me puse rubor y un poco de sombra blanca brillante en mis ojos, también un gloss en mis labios, me acomodé el cabello y perfumé, no sé porque siento que a Victorio no le importará mucho, aún así quiero verme lindo para él.
¿Leyeron eso? PARA ÉL.
Dios mío, finalmente lo acepté.
Suspiro saliendo con cuidado de mi habitación, camino casi en puntitas hacia la habitación de Iván, él sale antes de tocar igual de callado, si nos oyen definitivamente llamarán a nuestros padres. Él está vestido casual, me sonríe cómplice y nos marchamos con cuidado aprovechando la ausencia de personas. Apenas llegamos al salón y tocamos con cuidado nos abren y es verdad, sólo es una reunión.
Una reunión que huele a hierba.
El salón es de madera, grande con muchos instrumentos y unas tres ventanas que dan al jardín pero que los árboles no dejan ver más. No hay sillas.
Lo primero que veo es a todos tirados en el suelo, con droga y algunas cervezas que no sé de donde sacaron, no hay música y todos están lo más callados que jamás los he visto. Definitivamente todos aquí les tememos a nuestros padres.
Veo a Elliot mirar a Iván, está vestido con una camisa de vestir abierta en el pecho y jeans comunes, luego miro a su lado y se me hace un nudo en la garganta, ahí está Victorio. Tiene una chaqueta negra de cuero, y bajo de ella una camisa blanca de vestir con una corbata negra, pantalones negros con unas botas que lo hacen ver más alto, su cabello está perfectamente peinado y se ve tan radiante y lindo. Siento que se me caen los bóxers.
—Por dios Zean— me dice Iván, lo miro —Ni siquiera mirabas al príncipe así— hago un puchero, siento que me sonrojo.
Los chicos nos dicen que nos sentemos, Victorio y Elliot están un poco lejos, ellos si están de pie parece que miran algo en el teléfono de Elliot.
Después de un rato de estar hablando con los chicos sobre tonterías veo que llega Zach, él vino vestido como un completo Twink, me dan ganas de golpearlo, lleva literalmente un croptop.
Pero lo peor no es eso, lo peor es que Victorio lo mira, y no me ha mirado a mi ni 2 segundos desde que llegué, Zach va hasta él y lo abraza diciéndole algo al oído, luego veo que se saca algo del bolsillo y se lo da, es un pequeño regalo.
YO NO PENSE EN REGALOS PORQUE VICTORIO SIEMPRE NOS DIJO QUE NUNCA LE DIERAMOS REGALOS.
Y no, Victorio lo recibe sonriente y lo abre, es un reloj, Zach se lo pone, veo que Elliot se aleja de ellos sentándose con los chicos que tenía al frente. Zach se acerca más a Vic y le pasa la mano por el abdomen hasta llegar a su entrepierna donde aprieta, veo la cara de Victorio, él rie y sonríe de lado pasándole la mano por la cintura, pegándolo más a él.
Escucho que alguien llega y miro a la puerta, es Arthur, ¿Qué demonios hace aquí? Unos chicos lo llaman y entonces entiendo que ha hecho algunos amigos. ¿Pero por qué vino a la reunión de Victorio? ¿Esta completamente desubicado?
Ni siquiera me importa eso, siento tantos celos en mi estómago, miro a Zadkiel que no me había percatado que se encontraba aquí, está sentado a unos dos metros apostando a las cartas y gateo hasta llegar a él, ni siquiera le digo a Iván que me iré, al estar frente a Zadkiel le susurró al oído.
—Si me besas te doy 100 dólares.
Lo siguiente que siento son sus manos en mi rostro y chocar sus labios con los míos, nos besamos cinco segundos, no me gusta el beso y me separo mirando hacía Victorio, él me mira como si fuese un completo idiota. Me ve desde arriba. Siento una mala sensación en mi estómago intensificarse.
—¿Deberíamos fingir que vamos a follar?— me dice Zadkiel señalando la habitación pequeña de instrumentos que estaba al lado con puerta, asiento poniéndome de pie junto a él, pasándole por un lado al príncipe quien al parecer se quedó tieso mirándonos momentos antes.
Entro a la habitación y él también, de repente me doy cuenta de lo que hice, de la reacción de Vic y comienzo a llorar, me tapo la boca para que no me escuchen y me tiró al suelo llorando. Soy un completo imbécil, definitivamente nunca madurare. Siento náuseas.
—Hermano, si amas a alguien sólo díselo, no es necesario montar un escenario— me dice Zadkiel agachandose para darme un apretón en el hombro —Quédate con los 100 dólares.
Lo miro entre lágrimas pensando que hasta él siente lástima por mi.
Pasa al rededor de 20 minutos en lo mismo, y él decide salir de la habitación, me quedó un poco más pensando y limpiandome las lágrimas. ¿Hasta cuando seguiré dando lástima? ¿Por qué tomo tan malas desiciones?
Me levanto luego de un momento saliendo del cuarto y veo que los demás me miran y se ríen como burlándose de que "folle", finjo una sonrisa y voy hacía donde Iván, él está sin expresión, sólo me mira. Miro al rededor notando que Arthur ya no está. No me atrevo a mirar a Victorio.
—¿No habíamos hablado de esto?— pregunta Iván.
—Perdón— bajo el rostro.
Él se queda en silencio y se levanta yendo hacía Victorio, le da la mano y seguidamente le dice algo que no escucho, parece felicitarlo, Vic le sonríe e Iván se marcha sin mirarme, tengo un nudo en la garganta. Los chicos a mi lado hablan de cosas tontas, me siento ahogado.
—Estoy cansado— escucho decir a Victorio, Zach se descuelga de él y le dice algo, luego Victorio se despide aunque los demás intentan que no se vaya pero él sale de la habitación sin Zach.
Miro a Zach quien se pone a jugar cartas, siento que es la oportunidad y me voy sin despedirme, fuera del salón veo a Victorio caminar hacía los jardines, miro al rededor comprobando que no haya nadie, camino al igual que él, lento, él mira a la luna, trago grueso acercándome a él, estoy tan cerca que se detiene y voltea. Me siento pequeño.
Él alza las cejas como diciéndome que busco, y suspiro antes de hablar. Mete sus manos en sus bolsillos.
—Yo... Es que...
—¿Qué ocurre?— pregunta, lo miro cohibido.
Le diré lo que mi cuerpo quiera.
—Necesito decirte algo.
—¿Qué?— frunce el ceño —Justo ahora me iré a dormir...
—Es urgente— digo dando un paso más a él.
—Dime— suelta.
Recuerdo desde el día que lo conocí, hasta los momentos con él, todos los abrazos, el tiempo, las risas, los roces, su voz mezclada con la mia, su rostro cuando está feliz y cuando no, su piel mojada gracias a la piscina de natación, su sonrisa blanca, sus ojos pequeños cuando ríe y su color de cabello, su ser, todo lo que lo hace ser él y no dudo, mi pecho tiene que soltarlo, mi lengua debe moverse, debo abrir la boca y decirlo.
—Te amo.
Lo digo, finalmente.
Pero él se ríe, se ríe tan fuerte que siento miedo que nos oigan.
—¿Tú a mí?— bufa. Me ve como si le hubiera dicho una broma de mal gusto.
—¿Por qué te burlas?— pregunto, por un momento me siento ofendido.
—¿No amabas a Arthur? Hace... — cuenta con los dedos —¿3 días? me lo dijiste— se relame los labios —No entiendo que quieres de mí Zean, es increíble que me digas que me amas cuando hace un segundo follaste con otro tipo. Si quieres que seamos amigos de nuevo no deberías mentirme. Al menos deja de hacerme creer que me quieres de esa manera— niega —Ya no me mientas.
—Yo— comienzo a desesperarme —yo de verdad lo hago, me sentí igual que tú esa noche...
—Y a la mañana siguiente desapareciste— responde al segundo, veo como traga saliva.
—Dejame demostrarte mi amor, no volveré a decir nada de Arthur, yo— me remuevo el pelo estresado —no lo amo, solo estaba encaprichado, y, yo... No volveré a hacer eso con Zadkiel, él y yo no tuvimos nada, yo le pagué...
—Wow— niega —Caes demasiado bajo— parece decepcionado de mí.
—Por favor— le digo acercándome a él, no sé cómo, pero lo abrazo, me restriego contra él, como diciéndole que me haga suyo, que lo quiero. Que no quiero separarme de él nunca más.
Él se queda quieto, está tan tenso que me da algo en el corazón, él nunca se sintió así de mal.
—Entraré en una escuela para pilotos— alzo la mirada aún abrazándolo, él me mira serio —seré un conductor de F1— aprieta la mandíbula —Y espero que cuando eso suceda este tan enfocado en mis propios asuntos que no tenga que pensar en ti nunca más.
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Nota del escritor:
NOOOOO MI CORAZÓN...
Ok, me dolió y no fué a mí, ¿Ustedes piensan que la actitud de Victorio es válida?