33: La masacre en el hospital
— ¡T-Tu estas loco, eres un maldito, un hijo de perra! ¡Prometiste que solo te llevarías a la puta de Akari y listo! — Husdon gritó, grito mientras retrocedía cada vez alejándose más y más de Karaku, quien caminaba hacia el con un cuchillo en manos.
— Jamás me gustaron las promesas. — Este alzó el cuchillo listo para lanzárselo en cualquier momento.
Husdon no perdió tiempo cuando llenó de miedo como pudo se levantó del suelo apoyándose en la pared y retrocedió más, mientras su mano empezaba a buscar algo que sirva para defenderse pero no encontraba nada, frunció el ceño y apretó la mandíbula.
Siguió retrocediendo, mientras el ojiverde seguía caminando hacia el con la mano en que sostenía el cuchillo alzada.
— Ya deja de escapar, esta noche terminarás muriendo de alguna forma y otra. — Este agregó, comenzando a gastarse su paciencia.
Husdon solo negó con su cabeza, a pesar de estar demasiado asustado en ese momento, no se rendía para nada, a pesar que no encontraba nada para defenderse o alguna distracción para escapar.
Al doblar en una esquina, de repente sintió dolor, un inmenso dolor en su pecho el cual rápidamente se expandió por todo su cuerpo y eso provocó que se detuviera en seco, soltó un grito de dolor antes de caer al suelo sin poder hacer nada para evitarlo.
Al estar derribado, no pudo evitar toser sangre, alcanzó a ver los pies de Karaku posicionándose delante suyo, y ahí fue cuando escuchó otra risa, otra risa que no era provocada por el ojiverde...
— Buen trabajo Urogi, ya me estaba comenzando a cansar seguirlo. — Informó, Husdon miró de reojo a su pecho notando que en este había un cuchillo, se lo habían clavado....
— No te preocupes, por cierto, debemos irnos ya, nos enteramos que alguien le llamo a la policía. — Contó el ojiamarillo con cierta molestia, para después agacharse a la altura de Husdon y sacar su cuchillo de su pecho, eso solo provocó que sangrara más y su dolor aumentara. — Míralo, se ve tan debil..., ¿no quieres que nos lo llevemos para torturarlo? —
— ¿Torturarlo? Nah.... — Karaku sonrió de lado malicioso antes de encogerse de hombros, y después caminar hacia Husdon quien lo miraba con odio. — Todavía le tengo algo de cariño, después de todo, fue mi mejor amigo por muchos días. —
— Me arrepiento de serlo. — Husdon comentó apretando la mandíbula y sus puños.
— Yo no. — El ojiverde pasó al lado de él y con su pie lo pateo con algo de fuerza. — Vámonos Urogi, vamos a dejarlo aquí a que muera desangrado, no tardará mucho en hacerlo. —
Seguido de eso él junto con su hermano se dieron la vuelta y comenzaron a caminar fuera de ahí.
— ¡E-Espera! — Husdon les gritó, ambos hermanos lo voltearon a ver.
Ya se había rendido sin duda, sabía que iba a morir, no quería hacer nada para evitarlo o resistirse, eso solo convertiría su muerte en una dolorosa.
— P-Por favor no le hagas daño a mi hermano, si quieres torturame y dame una muerte lenta pero a él no le hagas nada... — Rogó, con sus últimas fuerzas apoyadas en sus brazos para que no termine de caerse al suelo.
Karaku abrió sus ojos con más sorpresa ante la petición del mayor, miró de reojo al ojiamarillo quien se encogió de hombros. El ojiverde se quedó callado como si la estuviera pensando.
— ¿No crees que eso le quitaría la diversión a la masacre? — Entonces otra sonrisa escalofriante gobernó su rostro, haciendo que Husdon comience a tener aquel enojo de nuevos
— Uy si! ¿Qué crees que sería mejor? ¿Torturarlo antes de la muerte? ¿Darle una lenta y dolorosa? ¿O estirar sus extremidades hasta arrancarlas? — Urogi propuso varias formas de muerte para Wade.
— Yo digo que estirar sus extremidades hasta que se separen de su cuerpo. — Karaku mencionó.
— ¡No! ¡Son unos hijos de puta, no lo hagan, no! — Husdon lleno de desesperación y miedo trato de levantarse del suelo pero se volvió a caer al ya no tener fuerza alguna.
El ojiverde solo soltó una carcajada antes de poner su pie encima de la cabeza de Husdon, y, en un momento inesperado, la pateo con fuerza aturdiéndolo.
— ¿Crees que Sekido y Aizetsu ya hayan ido por Akari? — Urogi le preguntó a Karaku quien se encogió de hombros sin saber.
— No lo sé, pero tendremos que ir por si las dudas. — El ojiamarillo asintió, entonces el dúo salió de aquel lugar dejando casi muerto al mayor Ikeda.
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— ¡Akari, despierta, vamos, despierta! — Escuchaste que alguien te movía y te gritaba tratando de hacerte despertar.
Con cuidado abriste los ojos con lentitud alcanzando a ver el techo de aquel hospital, y, al lado tuyo estaba Raku quien se veía muy asustada algo que te confundió.
— ¿Que pasó? — Preguntaste tallando tus ojos con cansancio.
Entonces esta te hizo una seña de que guardarás silencio, eso solo provocó que tu miedo creciera más.
— Escuche varios gritos... de horror y dolor.. — Susurro, con su tono de voz quebrado.
— Tenemos que escondernos. — Wade propuso, Raku asintió antes de que te tomara del hombro y junto al chico los tres se escondieran al lado de una camilla donde no estaban a la vista.
— T-Tenemos que llamarle a la policía también..: — Agregaste mirando al dúo.
— El teléfono está en el pasillo que está lejos de nosotros. — Informo Raku.
— Yo voy. — Opinó Wade con el ceño fruncido, tú y la mayor lo miraron. — Además mi hermano no está, necesito salir para saber que le pasó y ayudarlo, ¿qué tal si está en peligro? —
Interrogó, y no las dejó hablar cuando de repente se levantó y caminó fuera de ahí.
— Ustedes quédense aquí, volveré pronto. — Seguido de eso desapareció de su vista.
— Yo voy con el. — Raku se quiso levantar pero la tomaste de la mano antes de que lo hiciera. — Akari, tú quédate escondida aquí. —
— ¿Pero qué tal si me atrapan? No me dejes sola por favor. — Le rogaste, esta frunció los labios hasta que finalmente soltó un suspiro y se volvió a sentar.
— Está bien. — Ante eso le sonreíste en forma de agradecimiento. — Ahora, quedémonos calladas. —
Asentiste, al igual que Raku, estabas nerviosa y con mucho miedo, pero, Wade probablemente volvería con el teléfono y seguro la policía estaría cerca, eso te tranquilizaba de alguna manera.
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— ¡Husdon, Husdon! — Wade susurro, no gritaba, solo hablaba en voz baja y eso muy pocas veces.
Sus pasos eran cautelosos, sin hacer mucho ruido vagaba por los pasillos en busca de su hermano mayor, ¿que si le seguía doliendo el cuerpo? Obviamente, no se iba a recuperar de la noche a la mañana, de hecho se estaba agarrando de una pared y si no lo estuviera seguro ya se hubiera desplomado al suelo.
Se detuvo en seco al escuchar unos pasos, específicamente, unos pasos detrás de él, al instante volteo pero no se encontró con nada, se quedó muy asustado y confundido, miró a todas partes hasta que encontró con su mirada un teléfono en la pared, comenzó a caminar hacia el con la intención de llamarle a la policía desde ahí.
— Oh no, no lo harás. — Esas palabras fue lo único que escuchó detrás de él.
Antes de que pudiera voltear de repente toda su vista se puso negra y sintió que le pusieron una venda en sus ojos, la cual había provocado eso, al instante trato de separarse pero sus piernas no lo ayudaron y cayó al suelo sin ninguna fuerza.
Pronto sintió una punzada dolorosa en su cuello, dirigió su mano hacia este notando que le habían clavado algo, una aguja, específicamente, una inyección para dormir.
El ambiente se tornó demasiado pesado y horripilante, con demasiado miedo de morir y con desesperación, comenzó a arrastrarse por ahí y empezando a gritar por ayuda al mismo tiempo mientras su otra mano trataba de quitarse la venda de sus ojos.
— ¡AYUDA, AYUDA POR FAVOR, RAKU, AKARI! ¡AYUDEN- — No acabó de hablar cuando soltó un grito de dolor al sentir que alguien se subió encima de él inmovilizándolo en el suelo.
— Si te quedas quieto esto no te dolerá. — Al escuchar aquellas palabras trato de safarse al instante pero el peso de aquel mayor era mucho más que el, ademas su cuerpo estaba débil y herido.
Aquel encapuchado tenía otra inyección, alzó su mano, listo para clavársela en el cuello, lo que más llenaba de desesperación a Wade, es que no sabía lo que le esperaba y estaba consciente que era algo horrible.
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— ¿¡Escuchaste eso?! ¡Era Wade pidiendo por ayuda! — Raku te pregunto, tú asentiste, literalmente se te había puesto la piel tensa.
Esta frunció el ceño antes de levantarse y caminar hacia la salida.
— Tengo que ir a buscarlo. – Aviso, tú ibas a abrir tu boca para protestar pero ahí mismo pensaste en ir con ella.
No querías quedarte sola ahí, además que probablemente ahí podrían aprovechar para correr q la salida.
— Yo voy contigo. — Informaste, Raku te espero y cuando caminaste hacia ella ambas salieron de aquella clínica.
La tomaste del brazo con miedo y nervios, ustedes caminaron por todo el pasillo sin hacer ruido en sus pasos, tú estabas hecha bolita al lado de ella mientras esta buscaba con la mirada algún rastro de Wade.
— Espera. — De repente, puso su brazo frente a ti, la miraste confundida notando que apuntó al suelo. — Esa es sangre... —
Miraste también el suelo y te quedaste congelada, más de lo que ya estabas al ver un charco de sangre, por instinto ibas a soltar un grito hasta que Raku te tapó la boca.
Había un silencio, un silencio tan tenso que daba miedo, de repente, se escuchó un grito, un grito que provenía de Wade, eso hizo que la mayor y tú se sobresaltaran, Raku se dio la vuelta y comenzó a correr hacia donde provenía aquel grito.
Tú la ibas a seguir hasta que escuchaste otro grito, pero ahora provenía de detrás tuyo... eso hizo que te detuvieras y tú corazón se acelerara más a la vez que la adrenalina se podía sentir en el aire.
Con lentitud y miedo te volteaste hacia el otro pasillo, jurabas por tu vida que aquella voz se escuchaba como la de Wade.
— ¡Raku, espe-! — No acabaste de susurrar cuando notaste que ella ya no estaba.
Ya se había ido, te quedaste callada, sin saber que hacer, tú cuerpo comenzó a temblar sin control indecisa, te diste la vuelta volteando de nuevo al pasillo, te la pensaste un poco pero cuando lo decidiste caminaste lentamente.
Al doblar la esquina, te detuviste en seco y te tapaste la boca con horror al ver la siguiente escena: Era Wade, quien estaba siendo tomado con brusquedad del cabello por un encapuchado, este tenía una venda en los ojos y su rostro estaba cubierto de sangre.
— ¡No te resistas si no quieres que esto empeore, maldita sea! — El encapuchado le grito, antes de levantarlo del suelo agarrándolo de su cabello, el menor soltaba quejidos y leves gritos del dolor.
Tus ojos se abrieron de par en par al ver esto, al lado tuyo habían unas tijeras filosas, las tomaste y Justo cuando ibas a dar un paso para salvarlo, unas manos tomaron las tuyas y las alzaron, provocando que tus tijeras caigan al suelo, te sobresaltaste y te asustaste más al presenciar y sentir como un cuerpo fuerte se pegaba al tuyo en tu espalda.
Antes de que pudieras gritar o hacer otro sonido con la boca, alguien te la tapo, era una mano, con algo de sangre.....
— Akari, tanto tiempo... — Aquella voz te susurro en el oído mientras su mano viajaba a tu cintura y te pegaba más a su cuerpo. — Sigues siendo hermosa.... ¿Ya te olvidaste de nosotros acaso...? —
A los segundos lograste reconocer esa asquerosa voz, era de Aizetsu... te congelaste completamente al escucharla y todo tu cuerpo empezó a temblar de forma horrible, lo miraste de reojo.
Quisiste defenderte, moverte, atacarlo y salir corriendo de ahí, pero te tenía inmovilizada y su fuerza era mayor a la tuya provocando que no tuvieras posibilidad alguna de safarte de su agarre.
Miraste a Wade quien estaba siendo agarrado por Sekido, te diste cuenta que tenía varias inyecciones clavadas en su cuello y estaba inconsciente, sin darte cuenta las lágrimas empezaron a caer de tus ojos.
— N-No le hagan daño... — Rogaste, literalmente todo tu cuerpo se lleno de una sensación de cansancio insoportable, tanto que no pudiste evitar caer en los brazos del ojiazul débil.
— ¿Así que ese imbecil de ahí estuvo contigo todo el tiempo? — Unas cuantas venas se resaltaron en su frente y brazos. — Tu vendrás con nosotros quieras o no. Volverás y aprenderás a ya no escapar. —
Al escuchar sus palabras, como pudiste negaste con la cabeza, mientras cada vez el miedo dentro de ti crecía más y más en un punto que seguro te desmayarías, estabas a nada.
— No... ¡no, suéltame, suéltame! — Moviste con brusquedad tu cabeza y tus pies tratando de dar patadas mientras empezabas a llorar de la desesperación.
Aizetsu te golpeó el cuello en un momento repentino de forma realmente fuerte, lo suficiente para que cayeras aturdida en sus brazos, entonces, te tomo de las mejillas y te beso.
Si, te beso en los labios, apretó tus mejillas haciendo que abras tu boca y ante eso aprovecho para meter su lengua, sus manos bajaron hasta llegar a tu cintura donde una vez ahí lo apretó y acaricio. Un sonrojo apareció en su rostro al momento que comenzó a dominar tu boca.
De repente, sintió un dolor en su espalda, fue tan fuerte y repentino que provocó que te soltara y cayeras al suelo adolorida y aturdida todavía, Aizetsu miró detrás suyo notando que había un policía con un arma, le había disparado... disparado en la espalda.
— ¡Hijo de puta! — Apretó la mandíbula, sacó su cuchillo para atacarlo pero Karaku pasó al lado suyo y lo tomo de la mano.
— ¡No hay tiempo, vámonos! — Grito, al momento de cruzar camino contigo ambos hermanos te dieron una última mirada. — ¡Esto aún no acaba! —
El ojiverde y el ojiazul corrían hacia la ventana, aunque, Aizetsu se veía adolorido aunque se aguantaba, al momento de llegar, se dejaron caer, si, desaparecieron de la vista de los policías quienes corrieron hacia la ventana y se asomaron notando que corrían hacia el bosque.
— ¡Atrápenlos! — Uno grito apuntándolos.