El suplicio de estar en la es...

By Dianiscfd

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La vida escolar de Dante es normal y tranquila hasta que gracias a una fatídica notita en clase de matemática... More

Sinopsis
Capítulo 1. Parte 2
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.

Capítulo 1. Parte 1

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By Dianiscfd


Cuando Karina Torres entró al salón de clases, creía que se le había hecho tarde, y en efecto lo era, pero para su suerte el profesor Cortés aún no llegaba. La mañana fue un poco difícil. Puso su despertador a las 5:30 am y pensó que podría quedarse descansando cinco minutos más. Cerró los ojos y cuando los volvió a abrir vio que el reloj marcaba las 6:46. Se quedó viendo el despertador por unos segundos, hasta que reaccionó. No hubo tiempo de ducharse ni de desayunar, solo se vistió con rapidez y pidió a su madre dinero para tomar un taxi.

—¿Por qué no tomas el autobús, como siempre? —Preguntó su madre en tono de reclamo.

—No puedo, mami, llegaré tarde si uso el autobús...

—¿Y qué tal si llegas a la segunda hora?

—Lo haría si hoy no tuviera el examen súper importante de química por el que estuve estudiando ayer toda la tarde y que, si lo presento otro día, todo lo que repasé se me olvidará y sacaré una mala calificación. —Tuvo que explicarle con voz rápida y suplicante.

Su madre la miró durante unos segundos con la expresión en blanco, hasta que finalmente suspiró y sacó el dinero para el taxi.

—Gracias, ma —respondió Karina.

Volviendo a la actualidad, la chica, que entró corriendo a su aula a toda prisa, estaba totalmente exhausta. Dio un vistazo a los compañeros de clase que se encontraban ahí y luego se fue a sentar en su silla.

—Llegas tarde —le dijo Liliana Del Valle, una de sus mejores amigas, sin apartar la vista de su libreta.

—Lo sé —suspiró—, pero al menos todavía no llega el profesor.

Karina vio que Liliana solo asintió con la cabeza, mientras su mirada seguía fija en sus apuntes, y es que ella era la estudiante modelo de su clase y no podía permitirse sacar una calificación menor de diez. La chica tenía una estatura mediana y el cabello color chocolate, que siempre amarraba en clinejas o trenzas, y delante de sus ojos tenía sus lentes. En el primer año sus anteojos eran fondo de botella, pero no hacía mucho se los había cambiado por unos más pequeños y cuadrados, que la hacían parecer algo atractiva —solo para ciertos chicos—. A pesar de todo, Liliana siempre fue respetada por sus compañeros, ya que ninguno quería quedar mal con la chica que los podía sacar de un apuro si les pasaba las respuestas en el examen de matemáticas o historia. 

Y hablando de eso, la chica "nerd" también había encontrado un método muy bueno para sacar provecho de ello, y es que desde segundo grado, año en que su familia empezó a tener algunos problemas económicos, a ella se le ocurrió la maravillosa idea de cobrar veinte pesos por cada pregunta que pasara en un examen y diez pesos por cada ejercicio de tarea. Por esas fechas fue cuando comenzó a tener más dinero y últimamente siempre tenía la cartera llena y pesada.

En ese momento, un chico atractivo, llamado Lucas Martínez, se acercó a ellas. El tipo a veces solía ser insoportable, era uno de esos chicos abusivos que se meten con los más débiles y hacía poco Karina escuchó rumores de que andaba por ahí intimidando a los niños de primero de secundaria. «¡Qué idiota!» Pensó al imaginar a un chico de tercero metiéndose con los más pequeños.

—Liliana —habló Lucas con tono amigable, moviendo sus mechones de cabello rubio. Karina no supo si lo hizo a propósito como un movimiento de cortejo o si solo fue casualidad—, ¿me podrías pasar la tarea de español y las respuestas del examen? —Al menos fue al grano.

—Depende, ¿cuánto dinero traes? —Preguntó Liliana sin voltearlo a ver.

—Liliana —dijo con tono demasiado amable para venir de él—, sabes que ahorita ando mal económicamente, ¿no podrías hacerme un descuento? Ya sabes, siempre soy uno de tus clientes principales...

—No —respondió Liliana con voz seca, indicando que su conversación había terminado.

Lucas frunció el entrecejo y parecía que estaba a punto de reclamarle algo, pero al final cerró la boca, se dio la media vuelta y fue con sus amigos. Después de un rato de silencio, Liliana habló.

—Tú sabes, Karina, en este negocio mío no puedo ir por allí dándoles descuentos y ventajas a mis clientes, si no se malcrían y malacostumbran.

—Ajá —respondió la chica.

En ese momento se acercó la otra mejor amiga de Karina, que también era incondicional de Liliana. Su nombre era Viviana Benítez, era una chica enérgica, jugadora del equipo de volibol de la escuela y también muy participativa en actividades extras de la institución. Viviana había participado en casi todos los eventos de la escuela: en bailes, graduaciones, exposiciones; ella siempre ayudaba a que todo se organizara de manera adecuada, por eso la chica era tan popular con sus compañeros.

De hecho, Karina pensó varias veces en ese año que sus dos amigas eran todo lo contrario a ella. Una: inteligente, responsable, objetiva y siempre con palabras adecuadas saliendo de su boca; la otra: vivaracha, deportista y carismática. Karina no tenía nada de especial, era bajita, pequeña, retraída, no muy bonita —lo único realmente admirable en ella era cabello café oscuro perfectamente liso y que le llegaba debajo de la cintura—, no era buena en los deportes ni tampoco era muy brillante en las asignaturas, así que fue un misterio para todos cuando la pequeña chica apocada se volvió amiga de la más inteligente y de la más carismática.

En ese momento entró el señor Cortés, les ordenó a todos acomodarse en sus respectivos lugares y les aplicó el difícil examen de química. Claro, difícil para personas como Karina o Carlos, que era el chistosito de la clase, pero de seguro para alumnos como Liliana o Dante Herrera, el chico más apuesto del salón, esa prueba era pan comido.


***


Al finalizar la hora, el profesor ordenó a todos entregar su examen. Algunos cínicos, como Lucas, entregaron el examen en blanco, pero la mayoría hizo un gran esfuerzo.

En ese momento la puerta del salón se abrió de golpe, haciendo que todos voltearan a ver quién había llegado, y observaron a Sasha Vera, la chica más guapa del salón, con una mirada insolente en su bello rostro antipático. De pronto su expresión cambió por una más dulce y se dirigió al profesor Cortés.

—Profesor —dijo con voz afligida—, lo siento, pero no pude llegar a su hora.

—Sasha, si tienes un justificante podré aplicarte el examen otro día, pero si no...

—¡Oh, no diga eso! —Exclamó—. Es que... mi madre ha estado un poco enferma, así que tuve que atenderla esta mañana, pero si usted no puede entenderlo está bien. —Su voz sonaba como si estuviera a punto de llorar.

—Vale, no te pongas así —comentó el hombre algo nervioso—, pasado mañana te aplico el examen, te lo paso por esta vez.

Liliana rodó los ojos, ¡¿cómo el señor Cortés no podía darse cuenta de que lo estaba engañando?! Siempre era lo mismo... O tal vez sí se daba cuenta y se hacía el ignorante.

Sasha había aprendido un método para pasar los exámenes, no con una excelente calificación pero tampoco con una tan mediocre. La chica faltaba el día del examen y después llegaba con una excusa lamentable —e inventada— para hacer que los profesores le aplicaran el examen a ella sola. Ese día, ella volvía a dar otra excusa para justificar el hecho de que no sabía absolutamente nada, aparte les hacía ojitos a los profesores, movía las pestañas de forma coqueta y curiosamente su falda se veía más arriba de lo normal —si tocaba clases normales, cuando tocaba usar el uniforme deportivo, como ese día, llevaba el pequeño short para que lucieran sus piernas—. Con las profesoras el método no era tan extremo, solo tenía que poner la mirada llorosa y la cara de aflicción. 

Obviamente no le funcionaba con todos los catedráticos, en especial con la profesora Clementina, en esos exámenes de maestros estrictos ella podía convencer a algunos chicos de que le pasaran las respuestas, pero al señor Cortés lo tenía en la palma de su mano, y es que él no se podía resistir a una cara bonita.

—¡Muchas gracias! —Exclamó la chica con tono meloso.

Después de que el profesor Cortés salió, una sonrisa desvergonzada se formó en el rostro de Sasha. Posteriormente se dirigió a sus dos mejores amigas: Miriam Ortiz y Yolanda Díaz.

—Hey, perras, ¿qué cuentan? —Preguntó sentándose en su silla.

—Nada, ¿y tú, zorra? —Miriam respondió.

Sasha sacó un pequeño espejo de su bolso y comenzó a verse en él, admirando su angelical rostro. Posteriormente sacó un cepillito.

—Tampoco —dijo mientras peinaba sus largos cabellos brillantes, ligeramente ondulados y de color negro. Luego sacó un labial rosa fuerte y comenzó a pintarse los labios—. ¿Qué vino en el examen?

—Puras estupideces que ni entendí. —Miriam frunció el entrecejo.

—Pues vinieron unos temas que nos había dado en copias —indicó Yolanda.

—¡Oh! —Exclamó Sasha—. ¡Qué informativas! —Dijo con tono sarcástico—. Pero no sea de hablar de chismes porque ahí sí cuentan con todo y detalles —se burló.

—Como si te importara el examen —dijo Miriam a la defensiva, pero tratando de que su tono no sonara rudo contra ella—. Pasado mañana solo irás con el profesor Cortés, te harás la chillona, y él te dará la mayoría de las respuestas.

Sasha no respondió con palabras, solo se limitó a sonreír.

En ese momento pasó junto a ellas una chica aún más pequeña y apocada que Karina, llamada Camila Flores. ¡Gran error pasar solita junto a las chicas malas e insolentes del salón! Miriam, que disfrutaba meterse con sus compañeras, le puso el pie, logrando que la niña se tropezara.

—¿Tan chuecos tienes los pies? —Dijo Miriam entre risas. Camila solo se ruborizó por la vergüenza y se fue de ahí con rapidez.

Sasha no dijo nada, ella no solía meterse con sus compañeras de curso, pero eso no quitaba el hecho de que disfrutaba ver como su amiga intimidaba a las demás. A pesar de que su expresión apática volvió hacía poco, en sus enormes ojos se podía notar que en verdad estaba gozando esa escena.

Yolanda, por el contrario, no estaba muy a gusto con eso. Ella sufrió bullying en la escuela primaria, por lo cual sabía lo feo que se sentía que se metieran con uno. En la primaria solía ser una chica muy callada, al igual que Karina y Camila, pero a diferencia de estas dos, Yolanda no tenía ni una amiga en quien confiar. Antes de entrar a la escuela secundaria, comenzó a ver un montón de esas películas donde salen chicas populares y bonitas, que tienen muchos pretendientes y son admiradas por todos, y anhelaba ser como ellas. No supo bien cómo fue que terminó en el grupito de Sasha, pero al menos ya no se sentía sola. 

Sasha y Miriam nunca fueron la mejor representación de una buena amiga, estaban muy lejos de serlo, tampoco eran chicas admiradas, más bien eran temidas, y eso de la popularidad se ponía en duda, es decir, obviamente eran conocidas por toda la escuela, pero muy rara vez hablaban con los demás. Sasha no tenía mucho interés por personas que no fueran sus "amigas", y lo mismo iba para Miriam. 

Cuando comenzó a juntarse con esas dos, lo primero que tuvo que hacer fue cambiar su apariencia, maquillándose y poniéndose prendas más reveladoras; lo segundo fue cambiar su actitud, dejando de ser tan tímida y miedosa. Lo único realmente bueno de esa situación fue que ya nadie se atrevió a meterse con ella de nuevo. Nadie quería meterse en el territorio de Sasha ni de Miriam, e incluso las chicas que antes intimidaron a Yolanda —y que ingresaron a la misma escuela secundaria que ella pero que tocaron en diferente salón— ahora le temían.

Pero a pesar de saber lo feo que se siente ser molestado, Yolanda no hizo ni un comentario para ayudar a Camila.



Ya les traje el primer capítulo c:

Como les dije, a pesar de que existen personajes principales, esta historia abarca a toda la clase. Es probable que se identifiquen o empaticen con algunos y no con otros, pero esa es la idea, siempre convivimos con personas muy diferentes, qué aburrido sería si todos fuéramos iguales.

Otra cosa, ya mencioné que esta historia la escribí hace 9 años, como dije, ha sido editada pero la esencia es la misma, probablemente los personajes hagan comentarios ofensivos o normalicen ciertos comportamientos inadecuados, pero recordemos que están basados en alumnos de secundaria del año 2015, a esa edad uno llega a pasar por alto tantas cosas.

Y bueno, hablando de la historia, espero que la disfruten. Vamos conociendo a algunos personajes y, aunque es muy pronto, ¿alguno les causó alguna buena o mala impresión? 

Ya veremos si les agradan estos loquitos.

¡Nos vemos pronto para la parte 2!

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