Sus vacaciones en Ibiza terminaron antes de que sus hijos entraran a la universidad, dos semanas antes para ser exactos.
Jungkook terminaba de leer unos contratos en su oficina. Recordando las caricias que dejaba en el cuerpo de Jimin, cada noche, antes de dormir, o a algunas veces, por la mañana antes de irse a dar un baño y cada quien saliera por su lado.
Fuera de la habitación, seguían tratándose con formalidad, como siempre. Nada fuera de lo común.
Aún así, Jungkook ocupaba respuestas sobre Jimin, sobre sus pensamientos y ese rencor que sabía, seguía en su sistema.
Recargó su espalda en su silla, tomando el puente de su nariz con sus dedos.
«Jimin, Jimin, Jimin.»
Ese nombre siempre presente en su mente. Día y noche.
Le envió un mensaje, necesitaba hablar con él y terminar con ello.
Jungkook:
Podemos vernos hoy?
Jimin:
Jungkook, no vamos a tener sexo.
Se acabo.
Soltó una risa. No había pensado en eso, es decir, sí lo pensaba y echaba de menos, pero no le hablaba para ello.
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Escribía unas cuantas ideas creativas en su libreta, en su habitación con música de fondo. Rodó los ojos cuando su celular volvió a sonar. Al leer el mensaje, se sintió ligeramente apenado, después llegó uno siguiente que lo calentó de forma instantánea.
Tan sólo pensar que Jungkook seguía queriéndolo para más de ello, y estaban en la misma sintonía, lo era todo. La imagen de Jeon pensando en él, lo hacía subir su sangre a sus mejillas para teñirlas de rojo.
Jungkook:
Yo no lo decía por sexo :(
Ahora veo quien es quien solo piensa en eso, yo no tengo problema en que haya una última ronda de despedida.
Uno más no hacía daño, ¿no?
Jimin:
En mi casa, a las 6:00 p.m., que es cuando Jarin y Jongsuk estarán en el cine.
En cuanto Jungkook llegó a la puerta de la casa de Jimin, y éste lo recibió, fue en medio de besos apresurados y caricias por encima de la ropa hasta llegar a su habitación. La cual, a los minutos se fue llenando por el sonido de sus respiraciones entrecortadas, palabras subidas de tono, gemidos, jadeos y el sonido de sus pieles chocando.
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Jimin había recibido una llamada de su trabajo, la cual lo hizo salir de la cama, ponerse su ropa interior, una camiseta, y tomarla afuera. Jungkook lo esperaba recostado, llevaba encima sólo su bóxer.
Cuando el rizado entró de nuevo a la habitación, y a la cama, recostándose sobre su pecho por inercia. Jungkook acarició sus rizos, todo era silencio hasta que el castaño tuvo la necesidad de preguntarle a Jimin sobre esa plática que tenían pendiente desde Ibiza.
—¿Ya puedo preguntar por lo que hay que hablar? Ya estamos en Seúl —su tono lleno de cuidado hizo que Park alzara la cabeza.
Tenía toda la razón, ya estaban en Corea, en su casa, donde, si la respuesta no era de su agrado, sería más fácil alejarse de él sin crear revuelo.
Asintió, sentándose en la cama. Jeon se acomodó de lado, apoyando su cabeza sobre la palma de su mano, del brazo donde apoyaba su codo sobre la cama para tener soporte.
Toda su atención puesta en Jimin.
—¿Estás seguro? —preguntó—. Son muchas cosas sobre nosotros en preparatoria y sobre Gyuri. No quiero tocar cosas que no sean de tu agrado —torció sus labios, teniendo que alguna cosa referente a su ex-esposa fuera asunto delicado.
—Te dije que Gyuri no me importa en lo más mínimo —sonrió—. Anda. No he dejado de pensar en este momento desde que lo mencionaste por primera vez.
Jimin tragó con fuerza, entrelazando sus propias manos sobre su regazo. Mordió el interior de su mejilla mientras buscaba las palabras para empezar.
Su voz tembló desde un inicio, pues no se había parado a pensar que en realidad el momento para todo eso, llegaría.
—¿Por qué te casaste con Gyuri? ¿Por qué fue tan rápido todo?
Jungkook parpadeó. Si no conociera a Jimin, podría verlo perfectamente bien, pero no era así, lo conocía como la palma de su mano, y sabía cuando algo no iba bien. La forma en que su labio inferior se mostraba más, y pestañeaba con mayor frecuencia, era la forma en que notaba que no era tanto de su agrado preguntarlo.
Tomó un largo respiro antes de hablar.
—Porque fui un Jungkook joven muy estúpido que actuó por mero impulso cuando su novio lo dejó por un problema que tenía solución —se reacomodó en su lugar—. Me cansé un poco de no tener repuestas tuyas, Jimin —agachó la cabeza, le molestaba admitirlo pero era la verdad. Se cansó, dándose por vencido cuando el menor nunca mostró nada por quererlo volver a ver—. Tal vez debía luchar más, o no sé, pero estaba siendo muy difícil todo. Quise llenar un vacío con otra persona que creí querer, pero sólo confundí todo. La mente a veces juega en nuestra contra, y a mí me hizo pagar caro con la vida de un divorciado de una ex-esposa loca.
Jimin soltó una risita por lo último. Jungkook sonrió al escuchar ese sonido saliendo de su garganta.
—Bien... eso lo entiendo. No fui el más accesible —jugó con sus pulgares. Jungkook asintió haciendo un puchero—. Yo también fui un idiota —Jeon no dijo nada. Jimin carraspeó su garganta. Agachó su cabeza nuevamente cuando recordó lo mismo que hablaron en Ibiza, esa noche en el bar que todo se complicó entre ellos—. Yo... tengo una pregunta más.
—Hazla.
—Y es lo que más me ha causado inseguridad respecto a ti y que me hizo odiarte por tanto tiempo —forzó la mandíbula, queriendo contener sus lágrimas y su voz entrecortada.
—Con mayor razón, rulitos.
Jimin le dio una mirada reprobatoria tras escuchar su apodo.
—¿Qué dije de los apodos?
—Lo siento. Ya, dilo.
—¿Por qué con ella sí y conmigo no?
Jungkook frunció su ceño, procesando la pregunta, no la comprendía al cien por cierto. Sin embargo, su corazón dio un vuelco cuando vio las lágrimas emergiendo de los ojos esmeralda del rizado. Tan brillosos, y de un brillo lleno de tristeza.
—¿C-Cómo? —su voz tembló.
Jimin asintió, limpiando con el dorso de su mano, y recelo aquellas lágrimas que resbalaban por su cara.
—¿Por qué con ella te casaste al año de haber tenido una relación? ¿Por qué a mí siempre me dijiste que todavía no porque éramos muy jóvenes? —no se pudo contener más—. ¿Tienes idea del puto dolor que sentí cuando Hoseok llegó a decirme que te casabas con Gyuri, ah? —alzó sus cejas—. La jodida inseguridad que empezó a crecer en mí. Afectaste en todo, Jungkook —dejaba que sus lágrimas siguieran corriendo. El castaño sólo lo veía, con una mueca llena de tristeza y culpabilidad, sin dejarlo de ver o escuchar—. Pensé que nunca fui suficiente para ser amado, para ti. Que tenía algo malo, que no valía nada —tapó su cara con sus manos—. Me sentí usado. Fueron tres años de relación en la que siempre me decías lo mismo. «Estamos muy jóvenes para casarnos, amor.» «Todavía no es nuestro tiempo.» «Hay que esperar.» —sollozó—. ¿Alguna vez te diste la pequeña libertad de sólo pensar en casarte conmigo?
La mandíbula de Jungkook se apretó. Sus manos se hicieron puños y su rostro se endureció. Serio, pero atento.
Ahuecando sus mejillas salió de la cama, tomando su pantalón y camiseta para ponérselos. Jimin seguía sus movimiento con sus ojos, sabiendo que estaba por huir de la pregunta. Pero, la voz de Jungkook llamó su atención.
—Vístete —Park frunció su ceño.
—¿Qué?
Jungkook tomó las llaves de su auto, las que dejó en la mesa de noche al lado de la cama de Jimin. Seguía igual de serio, no porque no le gustara la pregunta, sino por el remordimiento de haberle causado tanto daño e inseguridades a su más grande amor. Por hacerle creer que nunca fue suficiente ni digno para amar. Por supuesto que lo hizo, y lo seguía haciendo. Pero no le creería a base de palabras, debían ser hechos. Y tenía la respuesta perfecta para ello, aunque, no estaba en casa de Jimin.
—Vístete, hay algo que tengo que enseñarte como respuesta, pero no lo llevo conmigo. Tenemos que ir a mi casa.