Pero las cosas no siguieron como esperaban Emma y Snow habían caído por un extraño portal que las llevó de nuevo al Bosque Encantado. Gold les mostró que Henry debía conectarse con ellas a través de los sueños.
Regina fue quien tuvo que ayudarlos a contral los sueños, Henry evitaba hablar con ella, pero sea como sea ella lo cuidaba.
– Gina… no puedes seguir torturandote de esta manera –Maléfica se acerco a su esposa.
– Tengo que ayudarlos, yo los condene a esto.
– Tu no las tiraste por el portal.
– Lo sé, pero debo hacerlo.
– No, no debes.
– Mal, por favor apoyame con esto.
– Esta bien –suspiro levemente–. Siempre te voy a apoyar en lo que tu quieras.
– Gracias mi amor.
Maléfica tomó la mano de Regina y ambas se dirigieron a la tienda de Gold, antes de entrar la rubia dio un fuerte apretón en su mano, haciéndole saber que la acompañaría siempre.
Las dos entraron, Gold las observó con una sonrisa burlona.
– Y ustedes solo querían irse del pueblo.
– Ya Rumple –la morena avanzó algunos pasos–. dime que debo hacer.
– Siempre tan ansiosa la reina.
– Habla Rumple.
– Hay un hechizo que puedes lanzar Regina.
– ¿Cuál?
– Ten –el hombre le mostró el pequeño frasco–. para lanzar el hechizo debo hacerlo contigo, ¿estás dispuesta?
– ¿Qué posión es?
– Una posion de muerte, esto evitara que tu madre cruce el portal.
– ¿Mi madre?
– Oh querida, ¿creíste que tu madre estaba muerta?, claro que no, esta buscándote para vengarse de ti.
– Genial, ¿y como logramos que Snow y Swan crucen?
– Ellas encontrarán la manera.
Regina salió de la tienda y poco después Maléfica la siguió, la morena se había quedado quieta mirando a algún punto en la calle.
– Gina, ¿qué pasa?
– He perdido todo –señaló delante de ella, cruzando la calle en una plaza estaba Henry junto a David, los dos estaban jugando–. voy a usar el hechizo.
– Es peligroso.
– Lo sé –miro de nuevo a la rubia, disfrutando de sus ojos celestes–. Mal, si algo me pasa quiero que tu seas feliz, quédate con la casa y con todo lo que tengo.
– No digas eso.
– No podemos negar que tengo todas las de perder –sonrió mientras ponía una mano en la mejilla de la otra mujer–. pero estoy feliz, porque tengo mis recuerdos contigo y se cuanto te amo y cuanto me amas.
– ¿Crees que algún día podremos ser felices?
– Somos villanas Mal, no tenemos permitido la felicidad.
– ¿Y si lo intentamos?
– ¿Qué cosa? –la miró un poco confundida, pero espero pacientemente a que terminará su idea.
– Cásate conmigo.
– Ya estamos casadas.
– Lo sé, pero hagamoslo aquí, en este mundo, casemonos con todas las leyes a nuestro favor.
– Si sobrevivo a la maldición tendrás mi respuesta.
Dio media vuelta para entrar de nuevo en la tienda de Rumple, el hombre solamente la miró unos cuantos segundos sabiendo bien cual sería su respuesta.
– Ambos sabemos bien lo que puede pasar con esa maldición, cuida este pueblo.
– Y algún día la alumna superó al maestro querida.
– Rumple.
– Trato.
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Maléfica los siguió en completo silencio dentro del bosque, Regina le había pedido que se mantuviera lejos cuando lanzará la nueva poción, se quedó detrás de unos árboles esperando a ver lo que pasaba.
– Para lanzar esta poción se necesita de los dos hechiceros más fuertes Regina, esto no es cualquier cosa, una vez que esta poción esté dentro de ese pozo no hay vuelta atrás.
– Soy consciente de eso Rumple –el hombre se limitó a asentir y le dio el frasco a Regina
– Su turno majestad.
La morena se limitó a ignorar a Rumplestiltskin antes de avanzar aún con el frasco en mano, se tomó unos cuantos segundos antes de dejarlo caer en el pozo. Volvió sobre sus pasos parándose junto al hombre, asintió levemente indicandole que siguiera con su parte, él levantó su brazo con la varita en su mano.
Maléfica los observó, todo el lugar se vio cubierto por unas nubes oscuras, Rumplestiltskin movió su mano y dirigió un rayo hacia el pozo, una luz verde lleno el lugar, quiso correr para alejar a Regina de ese lugar pero antes de que pudiera hacerlo vio a Henry junto a Ruby corriendo hacia ellos.
– Regina –desde lejos pudo notar cuanto le dolió a la morena la forma en la que ese niño se dirigía a ella–. ¿No estas ayudando a Emma, ni a Snow?
– Te estoy ayudando a ti.
– Vas a matarlas.
– No puedo dejar que Cora llegue al pueblo Henry, no sabes de lo que ella es capaz.
– Emma y Snow son capaces de derrotarla, ellas van a cruzar por ese portal.
– Henry, tu madre tiene razón –por fin Rumple decidió intervenir en esa especie de discusión–. Cora es realmente poderosa, no quieres que llegue al pueblo, puedo asegurartelo.
Pero Regina se dejo convencer por Henry, sabía exactamente que palabras usar con ella para que hiciera lo que él creia correcto, sin importarle cuanto se llevara por delante.
Vio a la morena asentir levemente antes de volver hacia el pozo, dudo unos pocos segundos antes de poner sus manos delante absorbiendo cada gota de esa poción.
Se necesito de exactamente los dos hechiceros más poderosos para lanzar esa poción y ella esta intentando controlarla sola. Maléfica puede sentir el miedo abrazando cada centímetro de su piel, no quiere perder a Regina, pero parece que ella es a la única que le importa, cierra los ojos intentando de alguna forma pedirle a los dioses que le den fuerza a la morena para que aguante.
– ¿Mamá? –la voz de Henry llega apagada a sus oídos, vuelve a mirarlos y ve que está vez Regina esta junto a un árbol de rodillas, se ve cansada y demasiado pálida para estar estable–. ¡MAMÁ!
Del pozo ve salir primero el pelo rubio de Emma quien a la vez que sale del pozo ayuda a Snow a también hacerlo. Henry pasa de largo a Regina y corre para abrazar a la otra mujer.
– Ella las salvo –señala a Regina quien de a poco se levanta apoyándose en el árbol.
– Gracias Regina –no se toman mucho tiempo, solo se dan media vuelta y se van.
– Lo siento Regina, fue un trato, no lo tomes personal –Maléfica está avanzando hacia ellos cuando ve que Rumplestiltskin le coloca el brazalete para quitarle su magia.
– ¿Qué estás haciendo? –el gira a mirarla y por primera vez la rubia no nota ningún tipo de burla.
– Es una maldición de muerte, los efectos empezarán pronto, solo que no podrá curarse.
– Gina –Maléfica se acercó a ella tomándola por la cintura–. te llevaré a casa.
Miró por última vez a Rumple antes de mover su mano para transportarlas de nuevo a la mansión, realmente no fue la mejor opción, Regina se inclinó levemente. Camino tambaleándose hasta el baño y cayó de rodillas mientras vomitaba.
La rubia corrió hacia ella, froto círculos en su espalda mientras sostenía su pelo.
– Hey Gina.
– Maldito Rumple.