Pasó un rato agradable, encontrándose con Jarin y Jongsuk de camino al hotel. Ellos iban nuevamente de salida al club, y Jimin no puso objeción. Ellos debían disfrutar sus últimos días libres de responsabilidades.
Despidió a su hija con un beso en la mejilla, pidiéndole enviar un mensaje cuando estuviera de vuelta en el hotel. Añadiendo una petición a Jongsuk para que la cuidara.
Volvió a su habitación, de la cual tuvo que pedir una tarjeta extra a la recepcionista para el uso de ambos. Claro, Jungkook tuvo que bajar para aclarar todo y explicar que no son novios ni esposos, por lo que ocupaban un par de tarjetas para que entraran y salieran cuando quisieran.
Entró a esta, yendo directo al balcón donde extendió su toalla para que se secara. Tomó su muda de ropa, que consistía en una camisa rosa pálido y unos shorts blancos, su ropa interior y entro al baño para darse una ducha y deshacerse de la arena y sal que cubría su cuerpo.
Esa ducha le bastó para aclarar más sus pensamientos en el baño. Salió con la nueva muda puesta y su cabello revuelto sin peinarse con esmero.
Cubrió su cuerpo con crema corporal y bastó ponerse un poco de perfume para salir al bar y aprovechar su promoción del hotel.
Llegó al piso de abajo, justo donde al lado de la recepción había una sala con puertas polarizadas de cristal. Un volumen alto de música se escuchaba desde afuera. Jimin abrió la puerta, los colores de las luces inundaron su vista, y sus oídos fueron capturados por la música de fondo.
Había personas bailando al centro y una barra casi llena en una esquina. Fue directo a esta, sentándose en uno de los taburetes, mostrando una pulsera azul neón que le dieron a los dos por la mañana antes de salir del hotel.
—Una margarita, por favor —alzó la voz, al punto de gritar para poderse escuchar.
El bartender asintió y se dio la vuelta para preparar su bebida.
Movía su cabeza en sincronía con la música. Desire de Years and Years, resonaba por todas partes.
Recibió si bebida, de la cual tomaba pequeños tragos, mirando a su alrededor, sonriendo al ver a todos bailando y disfrutando de la música y su entorno. Extrañando sus momentos de adolescencia donde solía salir a lugares como ese, bailando y tomando hasta algunas veces no recordar lo que pasó esa noche.
Su vista se fijo en una camisa negra suelta, y un brazo de tatuajes. Un corte de cabello y una espalda que podía reconocer tan rápido como volteara.
Todo rastro de diversión se fue de él cuando un joven platicaba al lado de Jungkook, sin dejar de reír y tocar su hombro.
Negó y giró sobre su silla, mirando a la estantería de botellas, aunque de vez en cuando lanzaba miradas de reojo a esa dirección. Mordiendo su mejilla interior y jugando con el anillo que se quitó de uno de sus dedos. Girándolo sobre la barra.
«Tienes novio, él puede hacer lo mismo.»
«No voltees.»
Su mente repetía esas oraciones una y otra vez.
Pero, simplemente no podía ignorarlos con facilidad. Su sangre hervía por cada roce y toque del idiota ese a su lado, y Jungkook no parecía muy incómodo al menos a la distancia en que los veía.
Bebió más de su margarita, hasta terminarla. Siguió mordiendo sus mejillas y labios, con miedo a sacarse más sangre de la que ya sabía que salió de sus labios, por el sabor a hierro sobre su lengua. Tamborileo sus dedos sobre la barra, debatiendo mentalmente si debería hacer lo que quería hacer para cortar la plática y llamar su atención de una forma... decente si así se pudiera decir.
Pensó en darles su espacio, tal vez sólo platicaban y Jimin lo sacaba de contexto, tal cual lo hizo la primera vez que todo se fue al carajo.
Aunque, sus ojos de abrieron de par en par cuando ese chico se sentó sobre el regazo de Jungkook, acariciando su mejilla. Eso ya no podía sacarlo de contexto.
«Maldito fácil, deja de estorbar.»
Rodó los ojos y alzó su mano, llamando al bartender de vuelta con él, quien enseguida llegó al frente suyo.
—Otra margarita, por favor —gritó—. Y para ese señor de allá —señaló a Jungkook a unos cuantos metros de él—, un cosmopolitan pero sólo a él. Quien está sentado a su lado, nada. Tampoco quiero que le diga quien se lo envió.
El joven asintió alejándose de nuevo.
No era la bebida favorita de Jungkook, a él le encantaban los mojitos, sin embargo, esa bebida sería la señal de hacerle saber que Jimin estaba ahí, porque da la casualidad que coincide con su bebida favorita hace veintiún años, la cual pedía cada vez que salían a algún club juntos, y Jungkook robaba pequeños sorbos.
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—¿Y vienes solo de vacaciones? —preguntaba con un tono coqueto, sin despegarse de él.
Jungkook se arrepintió del momento en que llegó al bar y se le pegara como sanguijuela ese hombre. Jeon no lo quitaba de su regazo por no hacerlo sentir incómodo con su rechazo frente a los demás alrededor.
Estaba por contestar cuando el bartender lo interrumpió colocando una copa roja con una pequeña tira de la cáscara de un limón.
—Se lo envían, señor —fue lo único que dijo para irse.
Frunció su ceño al inicio. Tomando la copa y bebiendo un poco. Había infinidad de tragos parecidos por apariencia. Reconoció el sabor en cuanto lo tuvo en sus labios. Cosmopolitan.
Sonrió de lado, recordando sus viejos tiempos de bar con Jimin.
—¿Puedo tomar un poco? —Jungkook negó tomando la copa en sus manos.
¿Quién podía enviarle algo? No conocía a nadie, mucho menos se acercarían a él con el idiota encima suyo. Saboreó sus labios de nuevo, sonriendo después de tomar otro sorbo.
A no ser que...
Buscó por todos lados de la barra, estirando su cuello. Notando una camisa rosa entre todos, unos rizos despeinados y ese cuerpo.
—Lo siento, tengo que irme —no dudó en hacer al rubio a un lado. Poniéndose de pie para caminar a donde Jimin parecía tomarse su margarita.
Si es que estaba en lo correcto, Jimin fue quien se lo envió. Y si no era así, bueno, quedaría como estúpido al preguntarle. Decidió jugar un poco con sus palabras.
Un asiento al lado suyo estaba desocupado. Se sentó en este, dejando la copa sobre la barra.
—¿Jimin?
El rizado giró su cuerpo. Jungkook relamió sus labios al ver el pecho descubierto del contrario, sus tatuajes en sus clavículas y sus collares alrededor de su cuello.
—Jungkook —sonrió.
El castaño notó el orgullo en esa expresión. Así que, conociéndolo, si fue quien le envió la bebida.
—¿Qué haces aquí en el bar? Pensé que estarías descansando en la habitación.
Jimin negó con una sonrisa invertida. Indiferencia fingida.
—Son vacaciones, no debería encerrarme para aburrirme —el castaño no dejaba de sorprenderse por su cambio de actitud—. ¿Tú qué haces aquí? Creo que te vi muy bien acompañado —arrugó su nariz y alzó sus cejas.
Jungkook ahuecó sus mejillas, tomando un pequeño sorbo. Agitó con cuidado la copa delante de Jimin.
—Alguien me envió esto y no sé, quise saber quien fue. El que estaba conmigo no me importaba —se encogió de hombros—. ¿No sabes quién me lo mandó?
La misma sonrisa invertida que antes fue la misma que formó. Jugaría a lo mismo que Jungkook.
—No, no sé quién fue —porque Jeon lo sabía a la perfección—. Seguro te vieron cara de que el cosmopolitan es tu favorito.
—Lo es. Me recordaba a alguien a quien solía quitarle esa bebida y se volvió mi favorito cuando ya no tuve a quien quitársela.
Jimin sintió su corazón latir con fuerza.
—Tienes buen gusto. Es muy bueno. Esa persona tenía buen gusto igual.
Jungkook asintió. Quería que hablaran de él en tercera persona, eso harían.
—Lo tenía. Te contaré de él —se acomodó en su asiento—. Tenía buen gusto porque me eligió como novio, entonces el buen gusto por yo atraerle —Jimin rodó los ojos con una sonrisa—. Era bastante lindo, estoy seguro que todavía lo es —está seguro que ganaría el juego—. Tenía unos rizos parecidos a los tuyos, algo me dice que si en ese entonces eran cortos, ahora se los dejó crecer. Era el hombre de mi vida, y lo amé mucho en su tiempo. Desafortunadamente lo perdí y todo se complicó desde ahí. Era hermoso y especial. Tanto él como el tiempo que pasaba a su lado, nunca nos aburríamos del otro. Tenía unos ojos verdes preciosos que no paraba de verlos, él siempre se burlaba de eso. Y yo me burlaba de la forma en que siempre veía mis labios —Jimin apretó su sonrisa entre sus labios, achicando sus ojos. Era lo mismo que estaba haciendo.
—Suena que era una persona especial.
—Más que eso. Era mi todo —Park agachó su cabeza. Jeon carraspeó su garganta—. Aún lo es.
El momento sentimental fue interrumpido por la voz masculina, y una mano sobre el hombro de Jungkook, a punto de subir y acariciar su incipiente barba.
—Me hubieras dicho que cambiarías de lugar, pude acompañarte.
Jungkook lo miró de reojo, mirada incrédula por su actitud. ¿No entendía que no lo quería con él y estaba con la persona que verdaderamente le importaba?
Abrió la boca, dispuesto a hablar, pero Jimin ganó la palabra.
Su ceja enarcada y su nariz frunciéndose al hablar. Estiró su brazo, quitando la mano del contrario de la cara de Jungkook, sonrió con fingida amabilidad.
—¿No entiendes que no te quiere con él? —su voz se volvió un poco más ronca, dura—. Vete al carajo, ¿sí? No estés molestando.
La mirada de Jimin fue lo último que bastó para que el rubio se alejara, quejándose por ello.
El menor no pudo evitar sonreír, y tampoco Jungkook al haber presenciado su forma de "defenderlo" aunque le quedaba más que claro que se trataba de una escena de celos.