Después de un lapso de tiempo de tortura por parte del hombre austriaco, este un día me miró, y con una gran sonrisa me coloco un gélido y gran collar de metal alrededor de mi cuello.
Este era algo pesado e incómodo, y si, estaba segura de haberlo visto en el pobre y pequeño Ren.
Este accesorio solo podría significar una cosa.
El había dejado claro, que me daría un chance de vivir a cambio de sumisión y obediencia completa.
Vivir a cambio de mi poca cordura y dignidad.
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—Vaya, me sorprende lo bien que te queda.
Lo miraste.
Al parecer, estaba admirando mi ahora nuevo collar, ¿Para que me lo puso? ¿Será que es para remarcar el hecho de que me tratara como su maldita perra? Y
¿Por qué rayos es tan pesado?
Strade se estiró y soltó un suspiro de mera comodidad para después llamar a su fiel servidor.
—¡Ren!, ¡ven aquí!
Hubo un silencio de algunos segundos, para después escucharse unos pasitos apresurados del mismo Ren.
—¿S-si?—Este ya aqui, pregunto cabizbajamente a strade.
—Quiero que le expliques un par de cosas a mi nueva mascota.
—¿H-mm? ¿El qué?
—Lo necesario, con tal de que no me dé problemas y sea obediente.
Ren asiente aún sin hacer contacto visual con Strade para después que este mismo se marche, dejándonos solos al pequeño zorro y a mi en el sótano.
Hubo un silencio incomodo hasta que estuvimos seguros que strade se fue, y casi de inmediato, ren se lanzo hacia mí para darme un abrazo.
Uno tan fuerte que me hizo sisear un poco del dolor por mis heridas recientes.
—Ouch.
Ren al escucharme, se alarma y rápidamente me suelta con preocupación.
—¡A-ah! ¡Lo siento! ¿Te encuentras bien? ¿Duele?
—Si, si, tranquilo, estoy bien.—Dije tratando de darle algo de tranquilidad al pobre.
—No quería lastimarte, solo es que, me alegra de que...pues sigas aquí...tuviste suerte.—sus orejas afelpadas se inclinaron había abajo.
—Yo...no se si también comparta mi felicidad tanto como tú de que siga con vida, pero, de lo que si estoy segura, es que me alegro de verte, a final de cuentas tu me diste un poco de ayuda el otro día.
—¡Oh! No fue nada, era lo menos que podía ofrecer en una situación como esa. Y a eso, ¿Estás bien? ¿Qué fue lo que te hizo?— Preguntó nuevamente con preocupación analizando mi cuerpo semidesnudo.
—solo uno que otro rasguño, no tienes de que preocuparte.—volví a minimizar mi situación para calmarlo, y en vez de hablar de mis heridas, decido preguntar a lo que strade le ordenó que hiciera.—Oh, es cierto, Ren...
Ren miró unos segundos las cortadas profundas de mi pecho, que formaban tal cual el nombre de "strade" a modo de marcar territorio y después me miró a los ojos para preguntar.
—¿Eh? Dime, ______.
—Sobre lo que dijo Strade...
—¡Ah! Si, casi lo olvido, hmm..¿Por donde empezar?
Ren lucia avergonzado.
—¿Qué tal por el principio?—Bromeaste intentando relajar la situación.
—Pff si, tal vez...bueno verás....—Hizo una pausa—El...no es muy fan de que sean desobedientes sus invitados, créeme que tuviste algo de suerte de no terminar como los demás...puede que no suene tan bien la idea de ser su mascota, pero, supongo que es mejor que desaparecer de la faz de la tierra.
—Hmm..¿Mascota?—Pregunté con énfasis en la palabra.
—Si, mascota, eso es lo que soy y lo que ahora tú también. Nuestro deber es atender a todo lo que el amo pida.—Dijo señalando el collar de metal en su cuello.
—Oh, con que eso simboliza esto...
—No solo "simboliza", sino, que es tu recordatorio de obediencia. Por ningún motivo hagas enojar a strade, está cosa emite una descarga eléctrica demasiado fuerte...
¿¡Descarga eléctrica!? Eso significa que...
—Ren, tu...
—Si, me ha castigado con ello.
¡Que horror!
—Lo siento por eso...
—No pasa nada, no lo volverá a hacer a menos que sea necesario.—dice intentando ser entusiasta en esta nefasta situación.
—Entiendo, y..¿Hay algo más de lo que deba enterarme?
—Hmm, ¡Claro que sí!, escucha con atención, principalmente tenemos dos labores importantes, uno de ellos es hacer los quehaceres del hogar, ya sea como cocinar para strade, la limpieza y estar dispuesto por si...quiere divertirse un rato—Dice con las mejillas levemente sonrojadas dando pistas de lo que se refiere.
—Que desagradable tipo, pero bueno, ¿Que hay de la segunda labor?
—Esa es la peor parte, créeme.
—¿Aún se puede empeorar la situación?
—Me temo que si.
—y ¿En qué consiste?
—consiste en que apartir de que cae la noche, tenemos que bajar aquí.
—¿Mhm?
—para dejarnos hacer todo lo que strade y su público desea.
—¿Público?
—Sí, la gente que se encuentra detrás de la camara cuando la transmisión comienza.
Un escalofrío te recorrió cada vértebra con cada duda que Ren respondía.
—¿Cómo es que haz soportado todo este trato inhumano?...—pregunte en un tono triste y empático.
—No lo sé...—Ren soltó un suspiro pesado, pero se mantuvo firme.
Pobre chico, ¿Cuánto tiempo llevaba aquí? ¿Que clase de atrocidades había sufrido desde que llegó?
Se veía tan joven, pero tan perjudicado con su delgado cuerpo lleno de cicatrices de variadas longitudes.
—En fin, no creo que strade quiera que pasemos todo el día aquí sin hacer algo, tenemos que subir de prisa, pero antes que eso, ¿Tienes una última duda?—Preguntó mientras comenzaba a desatar mis ataduras.
—Si, tengo una y muchas más dudas que te quiero hacer, pero, no quisiera hacer que la pases mal con Strade por mi culpa, así que, sencillamente, ¿Por qué crees que me haya dejado vivir? ¿Que crees que le haya hecho pensar de mi que valgo la pena para seguir subsistiendo?
Ren me mira cuando terminó de desatar mis ataduras.
—Supongo que es por qué eres bonita.—Dijó rascando su nuca, esbozando una sonrisa tímida acompañado de un balanceo de su colita.
Hubo un silencio en lo que procesaba esa respuesta y sobaba mis marcas de atadura.
—¿Tú crees?
—Si, creo que lo eres.
—No, me refiero a que si crees que eso pensó él.
— ¡Ah!, ¡pues supongo que es lo más probable! Lo siento.—jugueteó con sus dedos nerviosamente.
Que adorable niño.
Por inercia, acerque mi mano suavemente a su cabeza, a lo cual me miró con algo de temor, pero no se movió.
Acaricié sutilmente sus cabellos unos segundos, en lo que parecía ser el como desaparecía su miedo a mi tacto.
Después, me sonrió en respuesta al cabo de unos momentos.
—Vamos, no querremos que se alteré y nos castigue.
Asentí y ambos nos encaminamos a subir las escaleras del sótano.
¿Hace cuánto qué no recibía afecto?
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Joder, que ganas tenía de empezar esta historia.
En fin, tal como les suelo decir en "aislada de la sociedad" les mando un besote en el Anuel.