Caminos a Ti.

By Kaos_Salv

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Madison sentía que su vida era bastante común y corriente, al menos, hasta el día en que su novio decide term... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34

Capítulo 16

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By Kaos_Salv

NOAH

Me encantaría decir que el dejar a Madison en ese punto de nuestra relación había hecho que las cosas fueran más simples, pero no fue así. Aunque mis amigos no me creyeran, era la mejor decisión, incluso en los días en que me arrepentía de haberlo hecho, me mantuve firme. Si algo había aprendido de mi conversación con Carrie era que yo no estaba dispuesta a estar mejor, no podía negarlo, llevaba años evadiendo el tema todo lo que fuera posible.

Siempre había puesto a otras personas como motivo principal para mejorar, incluso cuando estaba con Carrie me obligué a tratar de mejorar, el problema siempre fue que cada vez que sentía que todo se iba abajo, se sentía aun peor. Como si estuviera defraudando a todas las personas que se veían felices de verme mejor, yo misma me había puesto un peso en mí. No quería volver a sentirme así, y menos quería arrastrar a alguien conmigo como lo hice con Carrie.

Si iba a mejorar me encargaría de buscar mis propias razones sin deber tener a una persona de por medio, quizás así un día podría construir una relación buena.

Bien, me corrijo. Quizás así un día podría construir una relación con Madison si el destino me daba la ventaja de que siguiera soltera cuando llegara el momento.

—Noah. —Jared abrió la puerta de su oficina. —Te estaba esperando. —Él me sonrió y yo me levanté para entrar.

—No, no lo hacías. Llegué 5 minutos antes. —Jared rio.

—Siempre llegas antes.

—Tengo tiempo, además me gusta pintar los dibujos que tienes afuera.

—Normalmente son para los niños que vienen a sus consultas.

—¿Me estás juzgando?, pensé que los psicólogos no podían hacer eso.

—Veo que vienes de buen ánimo.

—Pues te equivocas, si tuviera un buen animo no vendría aquí. —Me senté en el gran sofá que tenía, aun deseaba encontrar de esos psicólogos que te dejaban acostarte en ellos.

—Entonces, cuéntame. —Él se cruzó de piernas y apoyó su libreta. —¿Qué ha pasado en estas dos semanas?

—No demasiado.

—¿Has ido con tu psiquiatra?

—Si, mantuvo las dosis.

—Eso es bueno.

—Digamos que sí, aunque es parte de mi compromiso de bajar mi dosis de alcohol. —Él mantenía su sonrisa, al principio era algo incomodo, pero la verdad me hacía sentir menos culpable.

—Y dime, ¿has salido el fin de semana que paso?

—Lo usual, fui por unas copas y esperé a Anastasia para que saliera de su trabajo, pero ya no llego al punto de sentirme totalmente ebria.

—Es un avance.

—Dile eso a Julie y Hunter, ellos siguen algo enojados por mis decisiones del pasado y siempre tratan de recordármelo.

—Están preocupados. Es entendible, ellos han crecido contigo y creo que haber vuelto a terapia después de un tiempo puede ser visto como una señal de alerta, combinándolo con algunas conductas de riesgo que retomaste.

—Solo me gustaría que me trataran como una persona más, las personas con el corazón roto se comportan como yo.

—Si, más o menos. Ciertamente ellos tienen que aprender a soltarte un poco, pero tú también tienes que poner un poco de tu parte, debes darles la confianza de que estarás bien si tomas hasta las decisiones tontas.

—No me meto en tantos problemas cuando tomo malas decisiones.

—¿Qué hay de tu pequeño accidente en el skate park?

—Yo sabía andar en skate de pequeña, pensé que sería lo mismo.

—¿Y cuando tomaste esas clases de boxeo?

—En mi defensa, parecía una buena idea porque mi padre y Dante me enseñaron a defenderme de pequeña. Solo que no pensé que significaría recibir golpes reales.

—¿Qué pasó por tu mente cuando quisiste tirarte en paracaídas?

—Lo hice por mis seguidores, era una apuesta que me hizo ganar bastante dinero, no quería quedar como una estafadora. —Jared volvió a reír, a veces pensaba que él disfrutaba demasiado mis sesiones. —Sé que suenan cosas locas, pero no lo son tanto.

—Claro que no, el problema es que en el momento en que tomas estas decisiones no estas en todos tus sentidos si lo ves desde otra perspectiva. —Solté un suspiro.

—Es como si todas mis decisiones estuvieran sujetas a eso, hasta la idea de conocer a una persona me aterra por el solo hecho de pensar que podría pensar que generé un vinculo con ella y solo estaba desestabilizada.

—Muchas personas confunden sus sentimientos. —Él trató de darme ánimos. —Y por cierto, ¿ahora ya estas abierta a conocer nuevas personas?

—Era un supuesto, ya hemos hablado sobre que elegiré el celibato hasta estar mentalmente estable y...

—Buscar a Madison en el caso de que ella quiera volver a intentarlo. —Terminó por mi y yo asentí. —Sabes, no es la primera vez que recibo a una paciente con esa determinación, pero creo que eres la primera que efectivamente ha cumplido con ello por casi un año.

—Para que veas que puedo tomar grandes decisiones.

—Solo me parece curiosa tu determinación, has tenido bastantes oportunidades.

—Es que ninguna de esas chicas es Madison.

Miraba las luces pasar mientras mi cabeza daba algo de vueltas, no recordaba cuanto había bebido, pero sabía que aún no era lo suficiente para hacer que dejara de pensar. Llamé al camarero para pedirle que me trajera algo más mientras en mis oídos retumbaba el sonido de la música. Estaba en Deluxe tratando de dejar de pensar una vez más, pero eso no parecía estar funcionando.

—¿Estás sola? —Miré a la castaña que sin esperar demasiado se sentó a mi lado. —Eres Noah, ¿no?

—¿Te conozco?

—No, mi nombre es Isabella, te he visto algunas noches por acá y me atreví a preguntar por ti. —Ella me sonrió, su sonrisa no era como la de Madison.

—Es un gusto, la verdad es que ahora mismo estaba disfrutando de mi soledad. —Mentí, no lo estaba disfrutando, pero no quería su compañía.

—Venga, te invito algo y así puedo escucharte.

—No necesito que me escuches.

—Soy buena haciéndolo.

—No te lo pedí.

—Me gustaría ayudarte un poco, te veías mal.

—No me interesa, puedes seguir disfrutando lejos de mí.

—Vaya, eres más feroz de lo que me habían dicho. —Rodee mis ojos. —Es una lastima que te creas tan buena, si vienes a este lugar a estar así solo lo harás más deprimente como el resto de almas desoladas que están a tu alrededor. —Miré las mesas en las que solo había una persona, ¿así era como me veía? —No deberías tentar tanto a la suerte cuando una chica linda viene a ti... —Una gota fría cayó a mi mano, pero el liquido estaba sobre Isabella.

—¡Lo siento, me tropecé! —Un pelo rojo se asomó a mi vista y sentí mi corazón palpitar con fuerza un segundo, pero pronto supe que no era ella, solo su pelo se parecía.

—¡¿Qué te pasa?! —Isabella se apartó de mi para tratar de limpiar un poco su vestido, la pelirroja me miró antes de sonreírme. Era esa chica.

—Lo siento, fue un accidente. —Su cara cambio para mirar a la mujer que seguía tratando de limpiar su vestido. —Es solo que no la vi cuando venía a la mesa.

—¿Cómo no me vas a ver? —Ella estaba enojada. —¿Sabes quien soy? —Aquí empezábamos con ese asqueroso discurso. —Dame tu nombre, me encargaré de que no te vuelvan a contratar en algo como esto.

—Hey. —Me levanté. —no es necesario tratarla de esa forma, fue un accidente.

—Mi vestido se arruinó.

—Mándalo a la tintorería yo lo pago.

—Ni la tintorería arreglaría el valor de este vestido.

—Pues ve a la tienda, cómprate otro y me mandas la maldita boleta. Solo déjame tranquila de una vez y no molestes a la camarera. No me interesa lo que hagas con el tonto vestido, pero ya me estas pareciendo algo terrible de mirar. —Isabella frunció el ceño, pero no dijo nada y se marchó.

—Lamento el pequeño problema.

—No debiste fingir que derramaste el vaso por accidente. —Me volví a sentar. —Botaste mi vaso. —La vi reír, aunque era algo ruidoso, pude distinguirla un poco.

—No debiste ofrecerte a pagar un vestido como ese, se ve caro.

—No creo que tengas el dinero para pagarlo y ella podría encargarse de que nunca más en tu vida tengas un empleo. Ahora, si me quieres devolver el favor, ve y tráeme algo de beber y procura no derramar el vaso. —Esa noche fue como si todo el mundo quisiera irritarme.

Cuando la pelirroja volvió con mi bebida, noté que era roja y entonces recordé quien era ella.

—En verdad yo quiero agradecerte, ¿puedes esperarme luego de cerrar?

—No te preocupes, no me debes nada. Solo vete y no me involucres más en tus cosas. —Aparté la mirada de ella.

—Pero...

—Me empiezas a molestar. —No vi la reacción que tuvo, pero al menos ella se fue.

No quería verla, no solo me recordaba a Madison. Me recordaba lo mal que vi a Madison cuando su ex termino con ella para estar con esa chica, me recordaba lo mal que se veía el día en que la deje.

La culpa y el arrepentimiento volvían a mi cada vez que recordaba sus ojos azules tristes. Esperaba que algún día ella me perdonara por no haber sido capaz de amarla en ese momento.

Cada sábado por la noche iba a Deluxe, no me interesaba otra cosa que beber tranquila. Si bien su mayor función era ser un club, ofrecían las mesas para poder beber en paz, lo cual era una gran opción para quienes no quieren verse en vueltos en algunas redes sociales o algún medio de prensa barato, las políticas de privacidad de Deluxe eran la mayor atracción que tenía y por ello la gente relativamente famosa o con dinero vienen hasta acá.

Cada sábado se repetía la misma historia, me sentaba a beber y tenía que alejar a las chicas, ninguna de ellas me interesaba y solo me molestaba el hecho de que fueran a molestarme cuando claramente quería estar sola. Intenté que Hunter me acompañara, pero él siempre se negó, él no quería promover esto y solo se preocupaba de que volviera bien a casa; Julie estaba demasiado ocupada con su relación y yo no quería entorpecerla de ninguna forma. Al menos sabía que podría estar hundiéndome en la miseria, pero tenía gente que se preocupaba pese a no poder estar aquí conmigo, era algo reconfortante dentro de toda la mierda que sentía.

—¿Está ocupado? —Una chica morena se acercó y solté un suspiro.

—Me voy, puedes sentarte si quieres. —Me levanté y decidí ir directamente a la caja para pagar mi cuenta, estaba algo llena por el horario en donde todos parecieron tener mis mismas intenciones. Decidí sentarme a la barra para beber un poco más. —Oye. —Llamé a la pelirroja que trabajaba ahí. —Sírveme algo. —Ella me sonrió antes de asentir.

—Vienes muy seguido. —La chica puso esa bebida roja frente a mí, siempre me servía eso cuando le pedía que me trajera cualquier cosa.

—Supongo. —Probé un sorbo sintiendo el dulzor en mi boca. —Por cierto, ¿cómo se llama este trago?

—Coctel San Francisco.

—Es bueno. —Miré las tonalidades rojas que se habían formado, siempre me había gustado el rojo.

—Noah, eres tú. —Otra chica se sentó a mi lado, traté de recordarla, pero me fue imposible.

—Hey.

—Hace mucho no te veía, desde esa vez que nos vimos en Londres. —Supuse que era alguna de las modelos con las que tuve que trabajar. —¿No vienes con Carrie?

—Carrie y yo no estamos juntas.

—Oh, pensé que por las fotos...

—No, fueron fotos sacadas de contexto, además fue hace meses.

—Ya veo. —Ella me sonrió, como si fuera algo bueno. Digo, si hubiera terminado en verdad con Carrie, ¿debía ser algo bueno? —Estoy con unas amigas en una mesa, ¿quieres venir con nosotras?

—Estoy bien.

—Venga, te divertirás. Ellas te quieren conocer hace un tiempo, prometo cuidarte si no te agradan. —Que pesada era la gente, estaba a punto de rechazarla cuando una botella de champaña se puso entre nosotras.

—Señorita, aquí esta la botella que me pidió. —La desconocida asintió tomando el balde con hielo y la champaña.

—¿Vienes?

—En realidad, ella me esta esperando para llevarme a casa. —La chica de la barra le sonrió.

—Oh, lo siento. —Eso pareció ser suficiente para que se fuera.

—No era necesario que dijeras eso. Le iba a decir que no.

—Te demoraste demasiado, por eso las chicas siguen insistiéndote. Debes ser algo más borde desde el inicio si ninguna de ellas te interesa. —Ella se apoyó en la barra. —¿Te rompieron el corazón?, eres bastante popular por aquí, pero siempre te veo sola y rechazando a modelos, incluso podría apostar que esa chica no quería que solo te unieras con sus amigas en la mesa.

—Has sido amable conmigo, pero lo tomaré como un pago por el vestido que tuve que pagar por tu culpa. Te pido que no malinterpretes las cosas, no me interesa contarle mis problemas a una desconocida mientras me sirve alcohol, así que te pido que te limites a hacer tu trabajo.

—Vaya mierda, en serio debes estar dañada. —Ella se inclinó un poco más para quedar cerca de mí. —Cuando te conocí no parecías tener esa clase de actitud, ¿es por la pelirroja que te apartó de mi en esa ocasión?, se veía algo celosa, ¿provoqué alguna pelea entre ustedes?

—¿No la conoces? —Negó. —Bueno, da igual. Me iré a casa.

—¿No me llevarás?

—Nunca dije que lo haría.

—¿Dejarás a una pobre chica en medio de la noche para que vuelva sola a su casa?

—Siempre te vas de aquí sola, creo que puedes arreglártelas. —Bebí un poco más de mi trago antes de dejarle algunos billetes de propina e irme a pagar mi cuenta.

Dejé de sentarme en aquella mesa y terminé en la barra, descubrí que era más cómodo y me abordaban menos personas, y cada vez que alguien intentaba algo empecé a usar de excusa a Anastasia diciendo que solo venía a esperar para llevar a casa, le dije que sería la forma que tendría de pagarme el ridículamente costoso vestido que arruinó.

—Estás a un fin de semana más de tener una membresía de platino, dulzura. —Anastasia dejó el coctel frente a mí, esta vez tenía un sabor más suave.

—Te he pedido que no me llames así.

—Bueno, si le vas a decir a todo el mundo que vienes aquí como un perrito guardián para acompañarme y llevarme a casa, ¿no te parece que al menos debemos tratarnos como conocidas? —Esa noche no había demasiadas personas, así que para ella fue más fácil poder detenerse un poco para conversar conmigo. Lamentablemente. —Puedes llamarme Annie.

—No lo haré. —Ella me sonrió.

—Lo supuse.

—Me llamo Noah, no tienes por qué decirme dulzura.

—Te llamas como mi ex, prefiero decirte dulzura y no compararte con él. Es mejor cambiarte ese nombre. —Una sensación de deja vú llegó a mí. Mierda.

—¿Por qué te metiste con él?, es un imbécil.

—Al principio no lo fue, llevaba solo unas semanas trabajando en esa empresa cuando empezamos a salir. Siempre fue algo detallista conmigo, era atento y amable, parecía un hombre ideal, no lo sé.

—Pero tenía novia.

—¿Qué? —La miré directamente para tratar de verificar que su expresión de sorpresa era sincera. —¿Cómo sabes tu eso?, él no tenía novia.

—La pelirroja era su novia. —Su cara por poco se desconfiguró. —Supongo que supo ocultarlo muy bien.

—Dios, ese maldito imbécil.

—Si.

—¿Entonces ustedes eran amigas?

—No.

—Oh, con razón me miraba de esa forma. Quizás ella pensó que quería hacerle lo mismo dos veces, pero yo no lo sabía. —Dijo rápidamente.

—No necesitas darme explicaciones a mí.

—Creo que sí, algo me dice que tu hostilidad a mi es por eso.

—No hay hostilidad, solo no me interesa conversar.

—Para ser alguien que dice eso, sigues viniendo a la barra y hablas, aunque sea unos minutos conmigo. —Ella tocó la punta de mi nariz con su dedo y yo me alejé. —Te agrado.

—No.

—Te entiendo, mis encantos son naturales.

—No tengo ningún interés en ti.

—Ya veremos. —Rodee mis ojos.

—Hey, Anastasia no podré llevar hoy. —El otro chico de la barra le habló. —Tengo que ir con mi novia.

—No te preocupes, ella me llevará. —Me apuntó y fruncí el ceño.

—Estoy bebiendo, no manejo.

—Compartiremos un taxi, eso es suficiente.

—Okay, me quedo más tranquilo si te vas con tu amiga. —Él me sonrió.

—Si, Noah me llevará a casa, ya que siempre se queda casi hasta que cerremos no habrá problema que me esperes un poco más. —Ella me miró. —Supongo que una persona tan linda como tú no se atreverá a dejar a una hermosa mujer irse sola a casa en la madrugada.

Aunque intenté negarme, terminé en un taxi con ella en camino a su casa. Ella vivía algo lejos del centro, era la dirección opuesta a mi casa.

—Vives algo lejos.

—No tengo dinero para vivir más cerca del centro, dulzura. —Ella me sonrió.

—Creo que podrías trabajar en algo mejor.

—Durante el día cuido de mi hermana mientras mis padres trabajan, trabajar en este horario me sirve. Como secretaria no podía pasar tanto tiempo con ella.

—¿No estudias?

—No todos estudiamos. —Ella no lo decía de mala manera, pero me hizo sentir algo de lastima. Ella trabajaba casi todos los días en ese club, teniendo que aguantar malos clientes y de seguro la paga era algo buena, pero no lo valía. —No pongas esa cara.

—¿Qué cara?

—Como si sintieras lastima por mí, no me interesa que sientas eso por mí.

—No siento lastima. —Ella me sonrió ante mi notoria mentira. —Y tampoco sentiré nada por ti.

—No tienes que recordármelo, creo que me quedó bastante claro que tienes ojos solo para esa mujer. —Asentí. —Me parece algo asombroso.

—¿No te has enamorado así?

—Me refiero a que no seas capaz de sentir algo por mí, digo, mírame. —Ella hizo una pose haciéndome reír. —Y soy graciosa cuando me lo propongo.

—Supongo que tienes lo tuyo, pero nadie se puede comparar a ella. —La imagen de Madison apareció en mí, aun recordaba su sonrisa, me gustaba también atesorar esos lindos recuerdos que tengo de ella.

—Me sorprende que la pienses con tanto cariño para tener el corazón roto.

—Una cosa no tiene que ver con la otra.

—¿Entonces qué paso?

—Llegamos a tu casa. —Le señalé la dirección y el taxi se detuvo.

—No te escaparás tan fácil de mí, Noah.

—Lo tengo claro, eres bastante metiche. —Ella se atrevió a besar mi mejilla antes de bajar rápidamente y el taxi se puso en marcha mientras limpiaba la marca de labial que dejó.

Entonces me di cuenta de algo.

Esa maldita hizo eso para distraerme y escapar sin pagar.

Luego de una semana cuando volví al bar, le di la tarjeta de una agencia que buscaba modelos. Digamos que me parecía correcto sacar a una chica de ese mundo de mierda, se veía que quería esforzarse y si le iba bien tendría buenos horarios hasta para cuidar de su hermana y trabajaría tan solo unas horas a la semana. Con su belleza le fue fácil empezar en ello, además le ayudé un poco con sus redes sociales. Era una paga por las noches que me acompañó en la barra y se encargó de alejar a cualquier persona de mí.

De pronto me encontré acompañando a Anastasia, ella no dejó por completo su trabajo en el club, pero si redujo su cantidad de turnos mientras trabajaba en una empresa de creadores de contenido que surgían.

Al llegar a casa luego de mi sesión me encontré con Hunter comiéndose mi cereal en el sofá, hubiera reclamado, pero desde hace un tiempo era raro verlo invadiendo nuestra privacidad teniendo en consideración que Julie apenas estaba en casa desde que empezó a salir oficialmente con Christine y yo solo volvía para trabajar y dormir.

—Te estaba esperando.

—Supuse que era eso y no que volviste a olvidar hacer tus compras en el mercado.

—Eso es solo un plus de mi visita.

—A qué debo el honor de que estes invadiendo mi casa a estas horas.

—He terminado de trabajar temprano y quería pasar a verte, no he tenido mucho tiempo para ustedes desde que me dieron el trabajo de hacerme cargo de la creación de esa marca nueva. Además, es viernes y tenías hora con tu psicólogo, ¿no?

—Si. —Quité sus piernas que estaban en el sofá para tomar asiento y le arrebaté mi caja de cereales. —Me ha ido bien, si es lo que querías saber.

—Supuse que te iría bien, si no ya estarías internada. —Bromeó. —Aunque nunca se sabe.

—He avanzado, aunque no lo parezca.

—No te juzgo. —Miré a Hunter quien me sonrió. —Puedo ver que ya no llegas tan tarde y has dejado de beber un poco, al menos no hasta llegar casi como un zombie a casa.

—Anastasia ha ayudado, es como mi padrino de rehabilitación.

—Solo que sin la parte de la rehabilitación. —Asentí. —Sé que te estás esforzando, incluso cuando puede parecer que no. —Hunter puso su mano sobre mi cabeza y me sonrió.

—¿Estás tratando de ser una figura paterna para mí?

—Quería comprobar si los daddy issues hacen efecto en las lesbianas. —Le tiré un cojín. —Solo bromeo, estaba hablando en serio. Dios, cada vez que trato de ser amable con ustedes siempre me tratan mal.

—Eres demasiado sensible.

—¿Qué hay de malo con ser sensible?

—Que me das dolores de cabeza y vergüenza ajena.

—Lamentarías no tenerme como tu amigo.

—Probablemente, pese a ello, mantengo mi derecho a quejarme sobre ti.

—Volviendo a lo anterior, ¿cómo van las cosas con Anastasia? —De pronto la puerta se abrió y vi a Julie entrar junto a Christine quien me miró fijamente.

—Si Noah, cuéntanos. —Christine se sentó entre nosotros. —¿Cómo van las cosas con Anastasia?

—Pensé que podría evitar verte la cara hoy. —Le saqué la lengua. —Ya les he dicho que solo es una conocida, no pasa nada entre nosotras y no pasará en el futuro tampoco. —Miré directamente a Christine. —Así que te pido que dejes de verme con esa cara tan desagradable.

—Sabes, deberías tratarme mejor. Yo soy quien debería tratarte de esa forma luego de romperle el corazón a mi mejor amiga. —Sentí una punzada en mi pecho. —Pero aquí estoy, siendo amigable con los dos mejores amigos de mi novia. —Ella pasó sus brazos por nuestros hombros atrayéndonos a su cuerpo. —Aunque claro, no dudes que si vuelves a hacerle daño a Madison no me contendré como lo he hecho todo este tiempo.

—¿Por qué me veo envuelto en esta amenaza? —Hunter se quejó.

—Bueno, déjame pensar... Ya sé, si te atreves a dañar a alguna mujer o romperle el corazón a una pobre doncella te aseguro que te arrepentirás.

—Bebé, no los molestes. —Julie le dio una sonrisa y Christine automáticamente nos soltó.

—Lo siento, iré a calentar un poco de agua para tu té de la tarde.

—Ve y prepara para todos, bebé. —La molesté haciendo que sus mejillas se pusieran rojas, cuando se levantó sentí como piso mi pie.

—¿Te quedarás a cenar? —Julie me miró.

—Claro, gracias por invitarme. —Miré a Hunter. —Oh, hablabas de Noah. Aunque no me molestaría quedarme.

—Tengo una cena a la que ir, es una tonta cosa de beneficencia, pero necesito concretar algunos negocios. —Julie asintió.

—¿Irás con Anastasia?

—En realidad es sobre su empresa. —Julie soltó un suspiro. —Volveré temprano.

—Solo evita meterte en problemas, por favor.

—Yo no me meto en problemas.

—Me refiero a que evites que te fotografíen con ella si quieres seguir cuidando tu reputación. —Asentí bajando la mirada. Desde lo de Madison, Julie se ha encargado de reprocharme mi decisión cada vez que mi vida amorosa salía en la conversación.

Mis amigos siempre habían estado conmigo, pero no por eso me han entendido siempre. Julie ha romantizado tanto el amor que cree que eso es suficiente para eso, pero no era así. Si me hubiera quedado con Madison hubiera seguido tratando de mejorar para estar con ella, cuando la única razón que debía tener para mejorar era yo misma. Me ha costado, pero lo he estado intentado, una y otra vez, lo he estado intentado.

Quizás era difícil, pero esta era yo tratando de mejorar.

Cuando llegué al evento decidí ir más cómoda con un traje, no quería ir con un vestido con el frío que se sentía ese diciembre. Pude reconocer a algunas personas del medio, como también a las personas con dinero que financiaban todo esto, mi objetivo esa noche era poder concretar algunas colaboraciones con marcas para seguir sumando a mis ahorros. Las terapias no eran para nada baratas, así que ya no podía recaudar tanto como antes y ahora el trabajo con las marcas se habían hecho más importante en mi carrera que en el pasado.

—Has venido. —Anastasia apareció frente a mis ojos.

—Tenía que hacerlo. —La pelirroja tomó mi corbata y la arregló un poco, tomé sus manos para apartarla con cuidado.

—¿Has llegado hace mucho? —Negué.

—Iré a buscar algo de beber.

—Espérame, lo haré yo. —Ella me sonrió y antes de que pudiera decirle algo, se marchó con rapidez a la barra. Volví a mirar a mi alrededor notando la brecha que había entre los jóvenes y los adultos, mientras los jóvenes querían verse hermosos, los mayores querían verse poderosos.

Me aparté de la multitud para ir a ver el listado de las cosas que subastarían esa noche, aún me parecía desagradable que Anastasia aceptará subastar una cena, me parecía más asqueroso el pensar en los hombres que estaban dispuestos a pagar por ello. Parecía que no bastaba con los objetos que subastarían, incluso había una edición firmada de Harry Potter, era uno de los libros favoritos de Madison.

Quizás podría comprarlo, con la esperanza de un día poder volver a verla y dárselo. Creo tener el dinero para pagar algo así.

—¿Pujarás por mí?

—No me interesa malgastar mi dinero. —Acepté el vaso que me entregó Anastasia, luego de un tiempo me di cuenta de que ella se preocupaba de darme tragos sin demasiado alcohol. Nunca dije nada porque la verdad si me ayudaba.

—Es caridad, Noah.

—¿Sabes si quiera a quien le donaran el dinero?

—Claro que sí. —Ella se cruzó de brazos. —A algo con niños. —Rodee mis ojos.

—A un centro comunitario que trabaja con niños de alta vulnerabilidad.

—Eso. —Solté un suspiro, a veces Anastasia no parecía ser una mujer muy lista. —¿Qué harás si un viejo verde quiere mi cuerpo?

—Tú te metiste a esto, no trates de involucrarme. Jamás participaría en la compra de mujeres.

—No lo hagas sonar tan mal, además no tuve muchas opciones, ¿sabes?

—Te dije que no aceptaras entrar a estas agencias de mierda.

—No soy tan encantadora como tú. —Ella me guiñó un ojo y yo decidí empezar a caminar lejos. —Solo bromeo.

—No hagas esas bromas en público, las personas son muy chismosas. —Advertí. Había aprendido mi lección con Carrie.

—¿A dónde vamos?

—Deja de seguirme, tengo que ir a hacer negocios.

—A veces eres muy cruel conmigo, dulzura. —Ella se quejó. —Si no lo compensaras con tu amabilidad del resto del tiempo diría que me detestas.

—Ve a conseguir a alguien más que molestar. —Ignoré su comentario. —Yo seguiré en lo mío.

La verdad es que por mucho que haya hecho todo eso por Anastasia, me sentía que estaba traicionando a Madison de alguna forma. Aunque Anastasia no era culpable de las cosas que hizo ese hombre con Madison, ella ni siquiera conocía a Madison o sabía que él tenia una pareja, pero de todas formas, pude ver cuánto le afectó aquello. Tenía sentimientos encontrados.

Conseguí algunas colaboraciones simples con marcas medianas, luego del caso que tuve aprendí a concretar de mejor manera los negocios, quería asegurarme de no tener que volver a necesitar a un abogado en el futuro. Cuando llegó la hora de la cena, me llevaron a una mesa cerca del escenario luego de que Anastasia insistiera en que veníamos juntas, yo me rendí a contradecirle en un punto.

El libro sería lo ultimo en subastarse, así que solo me preocupé de revisar en internet cuanto costaría algo así, aunque tenía la fe de que nadie pujaría demasiado. Solo salí de mi celular cuando nombraron a Anastasia, no era raro que fuera popular pues ciertamente era linda, pero noté su mirada en mi cuando un viejo pujó por ella. Era exactamente el escenario que ella misma se situó.

Quizás ahora era cuando una gran historia de amor empezaría y un hombre millonario aparecería para salvarla, luego empezarían una relación de amo-esclava y tendrían una linda historia para Netflix.

Pero no pasó.

Esperé hasta lo último, pero nadie quiso seguir pujando y la mirada de miedo en Anastasia obligó a mi consciencia a salvarla de esta tortura, podría comprar una edición en el futuro, creo.

—¡Gracias! —Ella prácticamente se tiró a mis brazos cuando se cerró la sección. Yo tomé su cintura para apartarla.

—Te dije que esto pasaría. —Tomé asiento mirando a la distancia el libro de Harry Potter. Perdón Madison.

—Al menos tendremos una cena.

—Ve con alguien más, te lo regalo. —Ella frunció el ceño. —De hecho, creo que es hora de que empieces a pagarme un poco de las cosas que he gastado en ti.

—Dios, Noah. Pensé que nuestra relación era así, en donde te gustaba comprarme cosas para verme presentable cada vez que te acompaño a estas cosas y mantener tu status quo. —Ella tomó una servilleta. —Sé que a veces solo soy un accesorio para ti, pero podrías ser un poco más amable conmigo, también tengo sentimientos por ti. Lo sabes. —Sentí la mirada del resto de personas que estaban en la mesa mientras ella fingió empezar a llorar. —Pensé que cuando pujaste por mi era por celos.

—Anastasia, lo siento. No llores, no entendiste lo que quise decir. No te preocupes por el dinero. —Maldita manipuladora, sabía que lograría eso fingiendo esa escena con el resto.

Luego de la cena necesitaba fumar un poco, ya estaba agotada de toda esta interacción social.

—¿Ya te escapas a fumar?, te manchará los dientes y tendrás un circulo amarillo. —Anastasia abrazó mi brazo, preferí no separarla para evitar escenas. Ella era una persona de piel, sabía que no era solo conmigo porque la había visto interactuar con más personas. —Además, si fumas después de comer vas a querer ir al baño.

—¿En serio no tienes a quien molestar?

—Las otras personas me aburren. —Salimos al balcón que tenía la zona de fumadores y no tardé en prender un cigarrillo. —¿Has logrado concretar tus negocios secretos?

—No son secretos, y si, lo logré.

—Eres muy buena en todo esto, incluso cuando negocias te ves bien. —Ella soltó mi brazo para apoyarse en el barandal y ver la ciudad. Manchester seguía brillando con sus luces, pero ciertamente cuando vi la ciudad junto a Madison se vio mejor que nunca.

Que tonta debía sonar al pensar siempre en ella. Me preguntaba si ella pensaba tanto en mi como yo lo hacía con ella.

—Tuve una demanda hace un tiempo, aprendí un poco de eso.

—¿Será gracias a la abogada que domó tu corazón? —Asentí omitiendo el intento de chiste. —Siempre piensas en ella, ¿no?

—Cuando se da la oportunidad, sí.

—Tengo un poco de celos. —La miré. —No por ti, solo por el hecho de que creo que nunca nadie me ha amado de esa forma, no te ilusiones, ya no tengo esos pensamientos sobre ti.

—¿Pensaste en mi de esa forma?

—Eres muy tonta. —Ella me sonrió. —Pero ya no me meto con personas que tienen pareja. —Sonreí. —Por fin me muestras un poco de amabilidad.

—Solo me preocupa que alguien pueda malinterpretar nuestra relación y comiencen con sus rumores, detesto eso. —Anastasia de pronto abrió sus ojos ampliamente.

—Noah, muéstrame una foto de Madison.

—¿Para qué quieres eso?

—Venga, quiero confirmar algo. —Tomé mi celular y fui a mi carpeta de favoritos, aún tenía la foto que nos sacamos en la convención. —Oh, si era ella.

—¿Qué?

—Cuando fui a la barra la vi, ahora la reconozco. —Miré a través del cristal para intentar verla, pero era algo difícil. —Podemos buscarla.

No. Aún no era el momento.

—No, esta bien. Además, si es que esta acá es porque probablemente este trabajando. —Entonces ella lo había logrado, que feliz estaba por ella.

Una sensación cálida se sintió en mi corazón al pensar que ella quizás si estaba bien pese a todo.

Me quedé un tiempo más con Anastasia mirando los autos pasar y las luces iluminar la ciudad, yo solo quería tomarme mi tiempo para evitar ir a buscarla. Empezaba a hacer algo de frio así que volvimos adentro, Anastasia quiso ir al baño así que la esperé a unos metros y mientras miraba a las personas a lo lejos pude verla.

Se sentó en una mesa vacía a unos metros de mí, ella llevaba un vestido negro que le hacía ver aún más hermosa, no podía verla de cerca, pero estaba segura de ello. Quise sentirme feliz, pero ese sentimiento de cálida que llegó a mí se enfrió como un iceberg al ver al hombre que se arrodilló frente a ella y le entregaba unas zapatillas. Pude reconocerlo a él también, era ese compañero suyo de la universidad.

No tenía derecho a sentirme así, lo sabía. Pero eso no evitaba que mi pecho doliera como si mi corazón empezara a congelarse para evitar seguir rompiéndose. Lo peor es que esto no tenía ninguna cura, por más medicamentos, por más terapias y por más intentos de estar lejos, no pude evitar sentir como que este sería el final. Quizás ellos ahora no tenían nada, pero pude ver en la sonrisa de Madison un recuerdo claro de la forma en que a mi me sonrió alguna vez.

Quizás era lo mejor.

Y aunque me doliera como mil puñaladas, no era nadie para intentar meterme en eso.

Mi vista se cristalizó y decidí entrar al baño para evitar llorar, me metí en un cubículo pese a ver a Anastasia fuera y traté de respirar, no podía permitirme una crisis en medio de este lugar.

Noah, no tienes derecho a sentirte de esta forma. Claro que ella iba a seguir adelante, ella estaba en todo su derecho de hacerlo. Solo yo había sido una tonta al pensar que luego de ese día, lo nuestro podría funcionar un año después. Que imbécil era.

—¿Estás bien? —Escuché la voz de Anastasia al otro lado.

—Si, tenías razón sobre el cigarrillo.

—Oh, te daré un poco de privacidad. —Preferí que pensara eso antes de preocuparla.

Me tardé unos minutos en mi practica de control de la respiración para sentir que ya estaba mejor, me quedaría un rato más solo para fingir sobre el mundo de que estaba bien, pese a que probablemente no les importaba. Pero me quería demostrar a mi que podía manejar esta situación.

Al salir del baño no pude evitar escuchar una conversación de unos hombres que se encontraban afuera.

—Me encantan las pelirrojas. —Era ese asqueroso viejo. —Pero esa abogada era hermosa, consigue su numero y me preocuparé de conseguirle algunos trabajos. —Apreté mi puño sintiendo mis uñas enterrarse contra mi piel. Detuve mi paso. —No me será difícil quitar a ese imbécil de Xavier, quién pensaría que su novia fuera tan linda. —Conté hasta diez y salí de ese lugar antes de seguir escuchando su conversación, no podía enfrentar a ese viejo que tenía buenas conexiones. Además, sabía que Madison era capaz de cuidarse por si misma.

Fui en busca de Anastasia para pasar un rato más juntas, me tomé un ultimo vaso antes de pedirle que nos fuéramos con la excusa de que era algo tarde. Era una excusa tonta si pensábamos que por meses mis viernes y sábados consistían en ir al club, pero ella no dijo nada y aceptó irnos.

—Está helado. —Anastasia se quejó cuando salimos del lugar, llevó sus manos a sus brazos.

—Debiste traer una chaqueta.

—Arruinaría mi outfit. —Rodeé mis ojos y ella miró mi blazer, solté un suspiro antes de pasársela. —Siempre siendo un caballero, Noah.

—Solo pide el auto y vámonos.

—Dame un minuto, creo que tengo que ir al baño. —Siempre era lo mismo con ella. —No tardaré.

—Solo ve. —Tomé mi cajetilla y me alejé de la entrada para fumar, con ella nunca era solo un minuto.

Miré el cielo notando lo nublado que estaba, mi cuerpo sentía frio y maldije en mi cabeza a Anastasia un montón de veces por llevarse mi blazer si iba a ir adentro de todas formas. Aunque sentí la voz de mi madre en mi cabeza regañándome por no tratar bien a una mujer, que ella no me educó para ser una idiota. Sin olvidar que quizás evite otra de las escenas de manipulación de Anastasia.

Vi una cabellera roja salir del edificio, pero supe que no era Anastasia porque yo aún recordaba esa silueta. Era Madison acompañada del abogado, ellos se veían bien juntos, ella seguía sonriéndole y esa sonrisa que me entregó tanta felicidad de pronto se sintió como una bala. Los miré a la distancia mientras hacían parar un taxi, ambos subieron y decidí apagar ese cigarrillo.

Debía estar feliz por ella, yo solo hubiera traído toda esta oscuridad a su vida.

Debía estar feliz de que ella estuviera bien. Incluso si tenía una relación, o no la tenía, ella se veía bien, eso es lo importante. ¿Cierto?

Miré mi celular al notar que Anastasia se estaba demorando y yo me quería ir pronto a casa, decidí ir al baño a buscarla y me sorprendí cuando vi a ese asqueroso hombre tomando su brazo. Anastasia intentaba apartarlo.

—¿Qué es lo que pasa? —Me acerqué, pese a eso, él no la soltó.

—Solo discutía con la señorita algunos negocios, ¿no?

—Creo que ya es tarde, la fiesta termino y será mejor que se vaya a descansar. No creo que sea bueno llegar a casa tan tarde. —Tomé la muñeca del hombre para apretarla hasta que soltó a Anastasia.

—¡¿Quién te crees que eres?! —Sus mejillas estaban rojas y apestaba a alcohol.

—No es necesario armar un espectáculo. Solo váyase a casa, no creo que quiera que su esposa se entere de esto. Aunque no creo que lamente tanto tener una excusa para separarse de una basura como tú. —Cuando iba a ver que Anastasia estuviera bien, sentí un empujón algo torpe. —Eso puede ser considerado una agresión, yo no seguiría por ahí, señor Smith. —Lo miré a sus ojos.

—Noah. —Escuché la voz de Anastasia.

—¿Quién te crees que eres, maldita bollera? —Solté un suspiro.

—Que lamentable vida debe tener como para tener que intentar comprar una cena con una jovencita y que pese a su dinero prefiera irse con una mujer, ¿no? —Él intentó darme una cachetada, pero mis reflejos hicieron que me moviera, aunque fue peor pues alcanzó a golpearme mi nariz. No tardé en sentir mi nariz sangrar. Había dolido. —Solo para que quede claro, usted empezó. —Lo golpee directamente en su boca.

Alcancé a golpearlo un par de veces en su cara antes de que llegara seguridad, él en su intento de defenderse tiró golpes a lo loco y recibí algunos también. Mis manos dolían, nunca había golpeado a alguien con tantas ganas, probablemente era una sumatoria de mi estrés, pero supe que me metí en problemas cuando llamó a la policía para denunciarme y me llevaron a una estación de policías.

De todas formas, no me arrepentí de lo que hice. Se lo merecía, además se atrevió a golpearme. Si no hubiera sido porque mi padre me enseñó a pelear desde pequeña con sus técnicas del ejército para defenderme de los niños que me molestaban en la primaria probablemente hubiera terminado peor. Lamentaba un poco arruinar mi camisa, me había salido cara.

—No debiste hacer eso. —Anastasia me reprendió desde el otro lado de la reja.

—Tú sigue buscando su numero en la pagina web. Es la única capaz de sacarme de aquí antes de que esto se eleve, además podrá negociar esto con ese viejo para evitar una demanda. —Anastasia me miró.

—En serio confías en sus capacidades.

—Es la mejor abogada que tiene esta ciudad. —No tenía duda alguna de ello.

—¿Crees que ella acepte?, en la fiesta parecía ocupada. ¿No crees?

—¿La viste? —La pelirroja asintió.

Ella tenía razón, ¿y si estaba con él?

—Puede no ser nada.

—No debería llamarla, ¿cierto?

—Dubois, necesitamos a su abogada. El equipo del señor Smith ha llegado. —¿Dijo equipo?, miré al oficial de policía que me miraba con lastima casi sabiendo que estaba jodida.

Cuando llamé la primera vez a Madison dudé en volver a llamarla, quizás en verdad estaba ocupada.

La idea de que estuviera con él me hizo querer vomitar.

Intenté una vez más queriendo que no contestara, pero lo hizo. No quería hablarle de esa forma, pero pensé que quizás así ella no aceptaría mi tonta idea de querer tenerla ahí. El hecho de pensar que quizás podría interesarse un poco en mi me hizo sentir enfermiza.

¿En qué mierda pensaba?, yo no debía pensar de esa forma. Ella tenía todo el derecho de estar con quien quisiera.

Pero verla con esas zapatillas me hizo querer morir, ella no ocupaba ese estilo de zapatillas. Eran las que él le dio. Él era un caballero, era el hombre perfecto y ellos parecían verse bien juntos, él podría darle a estabilidad que yo nunca podría darle. Yo solo era un ser miserable que sentía celos de la persona que podía hacer feliz a Madison. No merecía a Madison, incluso fui capaz de dañarla por tener cerca a Anastasia. Sabía que ella me malinterpretó y solo me enfadó más el hecho de que no quisiera escucharme, de todas formas, ella no ganaba nada explicándole algo.

Pude ver que sus ojos ya no me miraban como antes. Eso fue lo ultimo que necesite para que mi corazón se hiciera añicos.

Había perdido todo.

—Necesito entender lo que pasó. —Un policía me había llevado a una sala de interrogatorios para hablar en privado con Madison.

—No es muy difícil, lo golpee y ya está. —No la quise mirar, temía que la presión en mi pecho explotara y empezara a llorar frente a ella. Necesitaba mi medicación.

—Si no quieres mi maldita ayuda, no me hagas perder el tiempo.

Perder el tiempo.

Claro que era eso en la vida de Madison.

—Él estaba acosando a Anastasia, yo solo quise que la soltara. Quizás le dije algunas cosas, pero él me golpeo primero. —Ella me miró y noté como su vista se fue de nuevo a mi nariz, quizás estaba hinchada. Aún me dolía. —Anastasia fue a conversar con los del hotel para asegurarse de que no borren nada, se supone que de la policía irían a recuperar la grabación.

—Eso fue una buena idea.

—Vi algunas series policiales.

—Intentaré hablar con los abogados del señor Smith. —Ella ignoró mi comentario tonto. —Trataré de llegar a un acuerdo para evitar que esto se haga público.

—Solo dile que la próxima vez que intente propasarse con una mujer lo golpearé en sus bolas y lo haré público, que, de hecho, le pagaré un abogado a su esposa para que le quite todo. —Cuando miré a Madison ella se levantó y se sentó a mi lado sorprendiéndome. Más me sorprendió cuando presionó mi nariz haciéndome gritar del dolor.

—¿Entiendes lo que esta pasando?, ¿o estás borracha?

—No estoy borracha y hablaba en serio. Ese hombre es asqueroso, y la forma en que habló... —Me callé al mirarla, quizás era mejor que ella no supiese los comentarios que hizo. —sobre las mujeres, es simplemente asqueroso.

—¿Y qué pensaba ella en meterse en una subasta como esa?, era claro que un hombre como ese podría aparecer, terminó involucrándote a ti por tu tonto intento de heroína.

—¿Acaso estas responsabilizando a Anastasia sobre esto?

—No, no fue eso. —Ella quitó la mirada de mi y tomó el papel que Anastasia había conseguido para mi y la botella de agua que me dio un policía. Noté como humedeció un poco el papel y esta vez con más cuidado empezó a limpiar mi cara. —Solo...¿no pensaste en las consecuencias que te traería esto?, ¿en serio valió la pena?

—Sé las consecuencias, y no diría que valió la pena, pero no me arrepiento de lo que hice. —Noté las manchas de sangre que quitó de mi nariz y boca, sus manos se fueron a mi cuello con un nuevo pedazo de papel y me sentí nerviosa al sentir su tacto en mi tan pronto e inesperado. Sus manos seguían siendo frías. —¿Tú te hubieras arrepentido?

—No se trata de eso.

—¿Entonces de qué se trata?

—Se trata de que ahora podrías arruinar tu carrera y sigues con esa actitud de mierda como si las cosas en la vida fueran tan fáciles Noah. ¿Por qué arriesgaste todo por ella? —Entonces entendí que su problema no era la pelea, era la causa de la pelea.

—Madison, lo hubiera hecho por cualquier persona que tuviera que pasar por algo así y yo estuviera presenciándolo. —Le aclaré. —No fue específicamente por Anastasia, aunque ella es mi... amiga. —Sus ojos celestes me miraban con algo de tristeza. —No pasa nada entre nosotras, no ha pasado ni pasará.

—No me interesa tu vida privada. Deberíamos enfocarnos en sacarte de aquí sin ninguna demanda.

—No pareciera que no te interesa mi vida privada. —Tomé su mano para apartarla de mi cuello, pero no la solté. —A mi aun me interesa tu vida. —Un silencio se formó hasta que un policía entró.

—Señoritas, las grabaciones ya llegaron. —Madison se levantó rápidamente para salir sin esperarme, el policía me esperó para salir y volver a llevarme a la celda. —Tiene una novia bastante buena, ella le salvó el trasero con el tema de las cámaras. —Miré a Anastasia que conversaba con algunos policías.

—Ella no es mi novia.

—Pues debería estar muy agradecida de las mujeres que están con usted, hasta me hace sentir envidia. —Miré al policía y noté que se puso nervioso. —Por favor, vuelva a la celda. —Él aclaro su garganta y yo volví a mi lugar, tomé la compresa helada para llevarla a mi nariz. Miré a Madison a lo lejos que estaba lo más lejos posible de Anastasia mientras veía junto a los policías las grabaciones.

¿Existiría aún una pequeña posibilidad de volver a su vida?, Madison era el tipo de persona capaz de decir que no, pese a eso vino a medianoche para salvarme. ¿Si aún le preocupaba tendría alguna oportunidad de volver a su vida?

¿Podría yo estar lista para volver a su vida?, no quería volver a lastimarla.

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