Y como habían planeado al día siguiente de ese cruce en la cafetería las dos tomaron algunas cosas y se fueron directo a la cabaña.
Esos días lejos del centro de Storybrooke realmente ayudaron a que Regina se sintiera mejor, aún más luego de decirle todo a Henry, estaba muchísimo más liberada.
– Vamos Mal, sube es solo un caballo.
– Eso dices tu que sabes montar.
– No es tan difícil mi amor, ven –Regina subió primero y le tendió la mano a la rubia para ayudarla a subir–. montemos un poco asi, hasta que te acostumbres.
– Esta bien.
Avanzaron durante un largo rato hasta que decidieron detenerse, Regina bajo primera y ayudó a Maléfica.
– Gracias –mientras Regina acariciaba a su caballo Maléfica la observó unos cuantos segundos antes de acercarse a ella–. Gina, ¿podemos hablar?
– Claro, ¿qué pasa?
– ¿Cómo te sientes luego de lo que pasó con Henry?
– No lo sé, Henry ha sido mi vida los últimos años y todo cambió tan rápido.
– Sigues siendo su madre Gina y lo que le dijiste es cierto. ¿Y hablando de eso…
– ¿Qué pasa?
– ¿Qué dices de salir del pueblo?
– ¿Salir del pueblo?
– Si, aunque sea un tiempo. Creo que nos vendría bien a las dos.
Regina se quedó en silencio un momento pensando en que Maléfica tenía razón, necesitaba salir del pueblo un poco, serviría para ella.
– Hagamoslo, salgamos del pueblo.
– ¿En serio?
– Si, no sirve de nada quedarme aquí, Henry esta con su verdadera familia.
– Gina…
– Te amo lo suficiente como para saber que tu eres quien me va a ayudar.
– Yo también te amo y este anillo –tomó su mano dejando ver el anillo con el que se habían casado–. Es la prueba de que nuestro amor va a durar y que podremos con cualquier obstáculo.
– Tienes razón. Voy a hablar con Rumple estos días, supongo que el tomará el cargo de alcalde una vez que salgamos.
– ¿Dejarías el puesto por completo?
– Mal, en 28 años salí solamente cuando adopte a Henry, creo que si lo haremos seria bueno que intentemos ver un poco más allá de un simple límite.
– Me gusta como piensas.
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Luego de ese pequeño enfrentamiento con Regina, Henry había cambiado mucho con Emma, se había alejado bastante de ella.
Lo que le había dicho Regina era cierto, todos tienen matices y él no conocía ni un 10% de la historia de la mujer que lo crío.
– Emma –bajo las escaleras del loft una vez que se aseguro que ni Snow ni David estuvieran, sabía que estarían en contra de que hablara con Regina.
– ¿Qué pasa chico?
– Estaba pensando en lo que dijo Regina el otro día.
– Henry creo que estabas presionando mucho a tu madre, se que estaba con Maléfica, ¿pero no te has puesto a pensar que tal vez ella sea lo único que tenga?
– ¿De qué hablas?
– No lo sé, tal vez se conocen del bosque encantado y sean amigas.
– ¿Crees que son amigas?
– Claro que si –pero eso era una mentira, Emma había logrado escuchar cuando ambas se dijeron que se amaban y también había notado los anillos en sus manos, pero sabía que ella no era quien debía decirle las cosas a Henry.
– ¿Crees que luego podrías llevarme con ella?, me gustaría hablarle.
– ¿Estás segura Henry?, porque si vas a ir a discutir o a gritarle va a ser mejor que nos quedamos aquí.
– No entiendo porque la defiendes tanto. Es la Reina Malvada, te separó de tus padres por 28 años.
– Henry, eso no fue decisión de ella, además no conozco su historia. Estoy segura que hay más detrás que solo probar quien de las dos es más la más bella del reino.
– Eso tampoco lo entiendo.
– Explayate un poco más.
– No quiero decir que Snow sea fea ni nada por el estilo, pero mi mamá es hermosa.
– Lo es chico.
– ¿Ella te gusta?
– No voy a negar que es una mujer hermosa, pero estoy segura de que hay una persona que la ama mucho más y que la acompañará cuando lo necesite.
– ¿Podemos ir a verla?
– Esta bien, búscate un abrigo esta haciendo frío, se acerca el invierno –Henry subió las escaleras
Llegaron a la mansión luego de unos cuantos minutos, durante el camino Henry iba pensando en cómo empezar la conversación, las últimas veces que Regina intento hablar con él siempre terminaba gritándole cuanto la odiaba.
Henry fue el primero en bajar del auto, noto que el lugar estaba demasiado tranquilo, dio varios golpes en la puerta esperando escuchar el característico sonido de los tacones contra el mármol segundos antes de que Regina le abriera, pero nada.
– Creo que no hay nadie chico.
– ¿Qué?
– Su auto no está y no hay una sola luz prendida, Regina no está en la casa.
– ¿Crees que fue a la alcaldía?
– No, Kathryn dijo que lleva semanas sin ir, presenta el papeleo desde aquí.
– ¿Y si le pasó algo?, ¿o alguien la lastimó?
– Oye, espera porque no mejor antes de ponernos locos no intento llamarla –en el momento en que Henry asentía, Emma sacó su celular y marcó a Regina.
Mientras tanto después de caminar un rato Regina y Maléfica decidieron volver a la cabaña, ya tendrían luego más tiempo para planear su salida del pueblo, pero antes estaban demasiado ocupadas en otra cosa.
En cuanto la puerta fue abierta la espalda de Regina choco contra la pared, los labios de Maléfica estaban sobre su cuello, esta vez no había ningún impedimento para las marcas.
La ropa de ambas terminó esparcida por toda la pequeña sala de la cabaña, realmente no les intereso mucho llegar a la habitación, solo querían perderse en el cuerpo de la otra.
Maléfica las guió de una manera un tanto torpe hasta el sofá en donde se dejaron caer. Se colocó sobre Regina asegurándose de estar ambas cómodas, poco a poco todo el ambiente se iba llenando de un calor bastante familiar en el momento en que sus magias se iban conectando.
A su vez todavía en la puerta de la mansión Emma daba vueltas con su celular mientras que Henry la veía sentado en el pórtico, la rubia había llamado algunas veces al celular de Regina pero no había ninguna respuesta.
– ¿No tienes una llave Henry?
– No… –miró sus manos unos segundos antes de volver a hablar–. se las tire a Regina antes de que se rompiera la maldición.
– Henry…
– No me puedes culpar, es la Reina Malvada.
– Espera Henry, no puedes ir por la vida culpando a las personas cuando algo no te gusta, si, tu madre hizo cosas malas pero estoy segura que a ti nunca jamás te hubiera lastimado, ni lo hizo, ella te ama, eres su hijo.
– No entiendo porque tiene que ser Malvada.
– ¿Alguna vez, se lo preguntaste?
– No.
– Entonces no sabes cual es su historia.