ᴛɪʀᴀᴅᴇʀᴀ ʀᴀᴅɪᴏᴀᴘᴘʟᴇ

By icyhhott

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One-shot's del ship de Alastor y Lucifer de Hazbin Hotel. ¿No te gusta? No entres♡ More

𝖆𝖓𝖙𝖊𝖘 𝖉𝖊 𝖑𝖊𝖊𝖗
I
II
III
IV
VI

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By icyhhott

Advertencias:
Human AU.
Alastor x Fem Lucifer (Lucy).
Conductas racistas.

°•~━━✥ 𝒕𝒉𝒆 𝒈𝒊𝒓𝒍 𝒘𝒊𝒕𝒉 𝒂𝒑𝒑𝒍𝒆 𝒄𝒉𝒆𝒆𝒌𝒔 ✥━━~•°



🍎

Sintió temblar el párpado derecho cuando un nuevo cuerpo chocó contra su espalda, ignorando la torpe disculpa del cuarto borracho que osaba tocarlo(accidentalmente o no), decidiendo mejor tomarse el whisky en sus manos y retirarse antes de darles un espectáculo sangriento a todos los que se encontraban allí en el bar.

Con la mirada buscó a sus compañeros de trabajo, los que lo obligaron a venir en primer lugar con la vaga excusa de celebrar la llegada del nuevo empleado. Siendo sinceros a él no le agradaba del todo el recién llegado, con todas esas ideas de implementar nueva tecnología audiovisual, sintió su sonrisa tensarse bajo el vaso ante la idea de aparecer en la televisión.

Luego de unos minutos buscando a sus colegas los encontró reunidos en la mesa que habían reservado para los de la estación, su jefe, un idiota que ansiaba matar más que a nadie, se encontraba de pie abrazando por el cuello al nuevo, de quien no le importaba acordarse el nombre en estos momentos, ambos borrachos hasta el tope de cerveza, vino y lo que sea que les hayan ofrecido. A él no podria interesarle menos convivir con ellos, estando mejor aquí en la barra donde tenía una vista de todo el bar, alejado del calor de la pista de baile y del ruido de las palabras sin sentido que sus compañeros seguramente estaban lanzando en su deplorable estado. Tomó el fuerte licor de un sorbo limpio, sin siquiwra verse afectado por la quemadura del alcohol bajando por su garganta.

— ¿Otra ronda? — Orece el aburrido barman, un hombre moreno que se encontraba ya en sus treintas, con las mangas arremangadas hasya los codos y su corbata suelta y curvada hacia un lado. También era un conocido cercano suyo, siendo este el mejor informante que poseía y su coartada perfecta cada vez que decidía jugar al cazador con alguien.

Alastor asintió con una gran sonrisa, aún mirando a la encendida multitud del lugar mientras le tendía el vaso al barman sin siquiera voltearse a verlo. Una vez lleno su vaso, siendo este su cuarto trago, se levanta de su lugar, queriendo estirar un poco las piernas entumecidas antes de retirarse.

Tomándose el trago recién servido, volvió a dejar el vaso sobre la barra, esta vez alejándose de allí, decidido a irse caminó entre la multitud que bailaba con ganas las alegres canciones que tocaba la banda de esta noche. A Alastor no le importó, esquivando como si fuera la misma peste el contacto con los borrachos hombres que se encontraban rojos como tomate y sudorosos como si estuvieran en el mismísimo infierno, pero por sobretodo intentava evitar a las jóvenes doncellas que buscaban diversión carnal durante el resto se la noche, habiendo rechazado ya a un par de embriagadas mujerzuelas que habían intentado cortejarlo durante su estadía en la barra.

Luego de lo que parecieron horas en la jungla de personas eufóricas y borrachas Alastor logró llegar en una pieza a la salida del enorme bar, el más popular de aquella parte de Nueva Orleans, siendo su mayor atributo las grandes cantidades de gente afroamericana y mestiza que concurría, siendo uno de los pocos locales para beber que no prohibían la entrada a gente de color, eso y los deliciosos tragos a bajo precio que ofrecía.

Debería agradecer a su jefe por ser tacaño y utilizar este lugar como sitio de celebración y no uno en el que probablemente lo golpeen por tener un color de piel diferente. Aún así no iba a desertar con la idea de hacerle pagar por las múltiples injusticias y burlas por las que le hizo pasar. Disfrutando con anticipación en la forma retorcida, pero elegante y creativa, que iba a realizar dicho acto.

Sacudió la cabeza ante el pensamiento, sintiendo recién entonces el golpe del alcohol en su sistema, llevándolo a pensar en su trabajo secundario en un lugar lleno de gente.

Tan distraído estaba que no notó el pequeño cuerpo que tenía delante hasta que colisionó contra el mismo, mandando a este contra el suelo mientras que él daba un pequeño traspié hacia atrás.

Rápidamente se recompuso, dejando a un lado cada pensamiento oscuro y macabro para después. Bajó la mirada hacia el cuerpo que hizo caer, abriendo los ojos sorprendido ante lo que tenía delante.

Una joven mujer, presumiblemente menor a él por un par de años, pálida como la leche, de cabello rubio y corto hasta la barbilla, levemente ondulado en las puntas delanteras, mejillas pintadas suavemente de rosado, labios finos y rojos como la sangre de sus víctimas, ojos azules como dos pequeñas lagunas lo miraban con molestia y algo más que no logró entender debido a su estupefacta mente.

— Lamento mucho haberla hecho caer querida, dígame ¿se ha lastimado? — Pregunta cortés Alastor, ofreciéndole su mano enguantada a la jovencita que se había quedado estática en el suelo mirándolo como si fuese un monstruo, aunque técnicamente sí lo era.

La muchacha aceptó su mano, tomándola con la suya que también se encontraba cubierta por guantes hasta los codos, siendo los suyos de un color negro que no hacía mas que resaltar su pálida piel. Más rápido que lento, el castaño se dio cuenta que la joven no era de por aquí, sonrió en grande ante aquel detalle.

Una vez de pie la señorita, Alastor pudo ver más detalladamente el atuendo que llevaba, un lindo vestido de rojo escarlata en la parte superior y un blanco puro (ahora manchado con polvo debido a la caída) para la falda, un cinturón rojo vino apretaba de forma espectacular su estrecha cintura, el escote dejaba a la vista sus hombros y parte del pecho, nada muy atrevido ni demasiado sutil,  algo idóneo para la noche. También estaba su diminuto porte, apenas llegándole al pecho incluso con sus tacones de charol rojos.

El hermoso visual de la chica era comparable con un ángel, un ángel que acaba de chocar con el monstruo caníbal de Nueva Orleans y ella ni siquiera tenía una pizca de idea de ello. Alastor casi vibró en su lugar debido a la emoción.

Aún sosteniendo la delicada y fina mano de la joven, la cual se encontraba cubierta por guantes blancos que le llegaban hasta la muñeca, Alastor toma el atrevimiento de besar el dorso enguantado de la dama.

— Nuevamente me disculpo por haberla hecho tropezar y ensuciar tan lindo atuendo.— Vuelve a soltar disculpas, mirando a través de sus lentes los ojos brillantes de la señorita.

Ella sonrió levemente, sus mejillas tornándose más coloradas ante el gesto de caballerosidad para con su mano.

— Nada de eso, esto no es más que culpa mía por no ver hacia donde iba y haberlo golpeado. Yo me disculpo por mi torpeza.— Responde avergonzada.

Alastor pudo jurar que había chocado contra un ángel debido a la suave y dulce voz que manejaba aquella señorita tan encantadora que había despertado todo su interés. Y ni oír de ese acento británico con el que habló, siendo una caricia al oído para el pobre castaño.

— Aún así, creo que haber sido participe en su caída me hace igual de culpable, entonces podremos considerar esto como un empate, ¿no lo cree usted? — Comenta, bromeando un poco, soltando la mano de la rubia.

La joven soltó una suave risa, haciendo que Alastor se sintiera incluso más encantado que antes, pintando sus mejillas de un suave color rojizo mientras que su sonrisa flaqueaba nerviosa por la encantadora chica.

— Debo darle la razón ahí señor...— Pausó, animando al castaño a presentarse.

— Alastor querida, Alastor Haworth a su servicio.— Presenta, dando una pequeña reverencia a la rubia, sacándole un par de risas a la misma.

— Es un placer Alastor.— Sonríe la señorita, imitando la reverencia del castaño con las mejillas rojas. — Lucy Morningstar.— Agregó ya con la espalda recta, viendo con sus penetrantes ojos azules al más alto.

Lucy, un nombre adecuado para tal belleza angelical. Pensó Alastor.

— Pues, déjeme decirle que es un placer conocerla señorita, realmente un encantador encuentro.— Menciona el castaño, sonriendo de oreja a oreja ante la belleza que tenía delante para admirar.

Si por él fuera la llevaría consigo y la devoraria en estos instantes, pero tenía una reputación que mantener, aunque las intenciones estaban.

La rubia, ahora llamada Lucy, vuelve a soltar un par de risitas, encantada por la acitud alegre y caballerosa del hombre frente a ella, siendo totalmente ajena a las oscuras intenciones del mismo.

— Ahora, si me permite preciosa señorita, he notado que su acento es británico, por lo que tomo el riesgo de afirmar que es una turista en esta bella ciudad, ¿no es así? — Añade Alastor  no queriendo que la muchacha desaparezca y perder la oportunidad de conocerla mejor.

Claro que solo en el caso de conciderarla como una víctima ideal para saciarse.

— Oh, entonces lo notó, jeje, si... no soy de aquí, pero no he venido al hermoso Nueva Orleans solo como turista, he venido a quedarme, quién sabe, quizás haga un recorrido por todo el país, pero mientras tanto he de quedarme con un amigo mío.— Responde la pequeña mujer, moviéndose en su lugar algo inquieta, como si no pudiera hablar sin la necesidad de mover las manos.

— ¡Espléndido! ¡En ese caso le doy la bienvenida! Si gusta incluso podría darle un recorrido por los lugares más interesantes y merecedores de atención, claro está que dicho recorrido sería en otras circunstancias y no en una noche como hoy.— Ofrece encantado el castaño, estrechando los ojos detrás de sus anteojos hacia la rubia para ver su reacción.

Para su fortuna la chica sonríe extasiada, dando pequeños saltos sobre su lugar, haciendo que su cabello rebote suavemente contra el movimiento.

— ¿Lo dice en serio señor Alastor? ¡Me encantaría recibir un recorrido, mi amigo dijo que iba a cumplirme aquello, pero debido a su ajenda ocupada no pudo, una lástima, pero no puedo hacerle dejar sus labores, ya mucho está haciendo al permitirme quedarme en su casa.— Murmura, su voz bajando el volumen y la emoción conforme hablaba.

A Alastor aquello no le gustó, por alguna extraña razón un peso cayó contra su estómago al ver la sonrisa brillante de genuina curiosidad e ingenuidad de la muchacha decaer.

Con su mano derecha tomó suavemente la barbilla de la runia, levantando su rostro lentamente hasta que sus ojos azules se toparon con los oscuros orbes suyos. Un enorme sonrojo adornó las mejillas de la joven ante la cercanía de sus rostros, pudiendo sentir el cálido roce de la respiración del castaño chocar contra su pequeña nariz.

— No, no, no, querida señorita, no me quite esa hermosa sonrisa de su angelical rostro, ¿quiere? Los rostros encantadores como el suyo merecen grandes sonrisas.— Murmura en un susurro, su voz volviéndose algo ronca, casi como la que solía utilizar cuando hablaba en su programa de radio.

Debido a la cercanía también aprovechó de saciar sus ojos con más detalles del rostro de la jovencita, como por ejemplo las pequeñas y casi imperceptibles pecas que adornaban su nariz y parte de sus mejillas, las pestañas largas y crespas, sus lindos ojos celestes en los que podía verse reflejado.

Alastor iba a disfrutar tenerla para él una vez hecho un plan de accion.

Antes de que la rubia pudiera contestar una mano grande y bronceada la empujó hacia atrás por el hombro, alejando el suave toque de las manos del alto de su rostro tan rápido que no pudo reaccionar hasta después del empujón.

El castaño, sin embargo, reaccionó de inmediato, alzando la vista con ojos furiosos debido al brusco trato hacia la preciosura con la que estaba hablando solo para darse cuenta de quién era el responsable de tal interrupción.

— Lucy, mocosa de... ¡¿cómo es posible que te quitamos la vista de encima por un minuto y ya estás dando volteretas por ahí?! ¿No escuchaste lo que te dijeron los otros imbéciles sobre no alejarte o qué? — Exclama enfadado el hombre.

Alastor lo reconoció de inmediato, Mammon, el maldito dueño de la empresa de juguetes a las afueras de la ciudad, tragó con pesadez el nudo que empezó a formarse en su garganta. Molesto por el trato osco que el tipo le esyaba dando a la hermosa rubia.

Un enorme hombre robusto, incluso más alto que Alastor, de cabello negro verdoso, siempre llevaba puesto un traje de rayas en tonos oscuros, un rostro malhumorado y su actitud de mierda nunca fueron del agrado del castaño.

Se pregunta cómo un ángel como la rubia pudo hacerse amiga de un idiota simplón como Mammon.

Lucy, sin verse perturbada casi por el volumen en la voz de su amigo, relajada incluso, se soltó con agilidad del agarre del más grande para voltearse a verlo.

— ¡Mammon! Lo lamento tanto, es solo que necesitaba algo de aire fresco, allá adentro puede ser algo sofocante.— Se excusa, sonriendo para nada apenada por su pequeña travesura.

Mammon suspira, claramente frustrado, notando recién entonces la presencia de Alastor, frucniendo el ceño en su dirección mientras veía entre la rubia y el castaño.

— ¿Y este qué? ¿Te estaba molestando Lucy? Porque puedo destrozar al maldito si hace falta, nadie extrañara a un sucio mestizo como él.— Murmura con desprecio, mirando de forma amenazadora a Alastor.

El castaño frunció el ceño y su sonrisa, viendo con ojos entrecerrados al recién llegado, el enojo notándose en su pose tensa.

Un fuerte golpe se escucha entre los tres, rompiendo el tenso ambiente que había comenzado a formarse. Alastor, sorprendido ve a la hermosa señorita dándole la espalda, haciendo que se perdiera el rostro enfadado de la misma.

— ¡Eso fue horrible Mammon! ¡Este caballero y yo solo estábamos conversando! — Chilló fruiosa la chica, señalando con un dedo delgado a su amigo quién se encontraba sobando su hombro golpeado.

— Como quieras, yo solo me aseguraba de que no sea un rarito, de todos modos ya nos íbamos, el nuevo novio de Bee se desmayó después del trago que la lunática le preparó, ya sabes como es, iré a llamarlos, mientras tanto quédate aquí con este, ya vuelvo.— Comenta el más alto de los tres, todo el aura amenazante se esfumó ante la ira de la pequeña rubia. Yéndose de vuelta al bar en búsqueda del resto de sus amigos.

Un extraño calor creció dentro del pecho de Alastor, sintiéndose repentinamente avergonzado y algo tímido por haber sido defendido por la hermosa señorita. Un sentimiento lejos de ser hambre o instintos asesinos, más parecido a lo que sintió una vez con su madre. Cariño.

Se rió para si mismo, claro, como si eso fuera posible.

Hablando del diablo, mientras Alastor se perdía en sus pensamientos, la pequeña rubia se había acercado a él con lentitud y una mirada suave y llena de culpa y pena, como si hubiera sido ella la que lo amenazó.

— Lamento muchísimo lo que sucedió, Mammon suele ponerse así algunas veces.— Menciona con una mueca, mirando al castaño con vergüenza.

Alastor despidió las disculpas de la rubia con una sacudida de manos, sonriendo más levemente hacia ella.

— No se preocupe señorita, comentarios así he escuchado por montones, uno termina acostumbrado luego del quinto.— Se ríe por lo bajo, sintiéndose satisfecho cuando la rubia sonríe levemente aliviada.

— Sigue sentándome mal...— Murmura ella, haciendo un puchero lo suficientemente adorable como para que Alastor sintiera su estómago gruñir y su corazón apretarse. Pasaron unos milisegundos antes de que se le volviera a iluminar el rostro, dando un salto feliz hacia el castaño que alzo una ceja curioso. — ¡Lo tengo! Señor, Alastor, ¿le gustaría aceptarme una invitación a desayunar? Podría ser antes de que me de su recorrido, ¿qué me dice? — Salta emocionada, mirando con estrellas en los ojos al de lentes.

Luego de un tiempo considerándolo, en realidad quería hacer esperar a la rubia, Alastor aceptó la propuesta, tomando una de las delicadas manos de la joven entre las suyas.

— ¡Por supuesto querida! Tengo el lugar ideal que sirve los mejores desayunos de la ciudad, si gusta nos podemos encontrar allí.— Con entusiasmo explica. Sintiéndose cautivado ante la alegría que desprendía de la joven.

— ¡Es un trato entonces! — Exclama feliz la rubia, sacando del bolsillo de su vestido una pluma elegante de color plata. Rápidamente escribe algo sobre el dorso de su mano, más específicamente en el guante blanco que llevaba puesto.

Luego de unos segundos escribiendo sobre su mano la muchacha guarda de vuelta la pluma en su vestido, sacándose el guante ahora manchado en tinta y se lo entrega al más alto con una sonrisa.

— Esta es la dirección de la casa de mi amigo, también anoté el número para poder acordar la hora. Pensé que, dado que no conozco las calles con mucho detalle aún y mucho menos el lugar de los mejores desayunos del que habló, en que usted podría recogerme, claro que si es un inconveniente para usted puedo pensar en otra cosa.— Divaga con nerviosismo, mordiéndose los esponjosos labios color cereza.

Alastor lo pensó con detenimiento, considerando seriamente el negarse, odiaba la idea de ir a lo que posiblemente (dado la reputación de Mammon y el resto de ricachones privilegiados) sería una trampa para alguien como él, más luego de echarle un vistazo al lindo y angelical rostro de la señorita frente a él le hizo reconsiderar sus opciones.

— Es una idea estupenda querida, no se preocupe que yo encantado pasaré a buscarla bella señorita.— Responde Alastor, tomando el guante que le era ofrecido, manteniéndolo en su mano mientras observaba como las mejillas de la muchacha se sonrojaban nuevamente.

Antes de que la rubia  pudiera contestarle con alegría, un grupo salió del bar, entre ellos se encontraba el desagradable Mammon, a quien Alastor frunció el ceño levemente, fijándose en el resto de los acompañantes.

Grande fue su sorpresa al ver que el grupo no solo tenía a uno de los grandes, sino que tenía a los seis sujetos con mayor poder económico en Nueva Orleans, los dueños de casi toda la ciudad.

Mammon, a quien tuvo la desdicha de conocer, sostenía a un mareado y sonrojado Satán, dueño de una famosa tienda de zapatos y uno de los candidatos a alcalde favoritos. Delante de ellos estaba la reina abeja, Belzebú o Bee para los cercanos a ella, la mayor distribuidora de miel y cidra de todo el condado, quien se encontraba tomando con facilidad a un hombre que no podía reconocer.

Unos pasos atrás de ellos se encontraba el mismísimo Asmodeus, Ozzie para los amigos, dueño de casi todos los bares y prostíbulos de la zona, siendo alabado y querido por el buen trato que daba a sus trabajadores. Este era acompañado de otros dos sujetos que tampoco lograba reconocer, uno de ellos sostenía uno de los brazos de Asmodeus con corazones en los ojos.

— ¡Lucy! ¡¡Niña tonta!! ¿Dónde te habías metido? Sigues siendo igual de escurridiza que una serpiente.— Exclamó una alegre chica de cabello rubio anaranjado y ojos rasgados como los de un zorro, Bee se acercó a la más bajita, abrazándola con fuerza.

— Ya, solo quería tomar algo de aire, ¿nos estamos yendo? — Pregunta con algo de resignación, sintiéndose algo molesta por tener que irse y dejar al castaño.

La más alta de las dos asiente con energía, sacudiendo a la menor en el abrazo.

— Nos estamos yendo porque el niño de Ozzie tiene un show que dar mañana para los huérfanos, pero veo que tú no has perdido el tiempo ¿no? — Murmura con dobles intenciones al notar como la bajita miraba hacia el chico castaño.

Es entonces, con todos los amigos de la hermosa rubia de mejillas de manzana ya reunidos con ella, que Alastor decide retirarse, odiando la idea de recibir tanta atención por parte de figuras importantes como aquellas.

Debía descubrir cómo es que una joven chiquilla como ella se hizo amiga de tremendos personajes.

— Viendo que ya se encuentra acompañada y lo tarde que se ha hecho, me debo retirar querida.— Menciona el castaño, mirando únicamente a la pequeña rubia, sintiendo un pezo en la cabeza ante todas las miradas que estaba recibiendo en esos momentos.

— ¡Oh! Por supuesto señor Alastor, no quise quitarle tanto tiempo.— Se disculpa Lucy, sacudiendo las manos con nerviosismo.

— Patrañas querida, usted fue lo más entretenido que pudo haberme pasado durante este tiempo, ahora, si me disculpa, me retiro, nos vemos mañana mi precioso ángel.— Murmura al último, sonriendo con coquetería mientras lanzaba un beso a la pequeña que yacía roja como tomate en los brazos de su amiga más alta.

Dándose la vuelta, Alastor comenzó a caminar rápidamente en dirección opuesta al grupo de recién llegados, siendo detenido solamente por un par de manos delgadas que se enredaron en su brazo derecho causando que volteara.

Allí, con el ceño fruncido se encontraba la preciosa rubia.

— Nos vemos señor Alastor.— Menciona con firmeza la rubia antes de tirar de su cuerpo hacia abajo hasta su altura.

Un suave beso es depositado en su mejilla, dejándolo congelado el tiempo suficiente como para que la culpable se retirara con prisa de vuelta con sus amigos que ya habían comenzado a caminar hacia el otro lado.

Alastor se tocó la mejilla afectada, aún sintiendo el cosquilleo de esos suaves labios sobre la piel. Un fuerte rojo pintó sus mejillas ante el bochorno que la atrevida acción de la chica le causó. Incluso, durante los instantes en los que estuvieron así de cerca, sintió el dulce perfume de la chica.

Canela y manzanas, una dulce combinación que encantó sus entrañas y corazón.

Demás está decir que Alastor se sentía extremadamente ansioso por el recorrido de mañana.

Es impresionante lo mucho que me voy por las ramas con algo.

Siempre me distragio cuando escribo, es casi como un hábito, ya sea meterme a tiktok, a twitter o incluso me voy a escribir otros one-shot's xdxd

En fin, espero les haya gustado!!

Este es el vestido que usé como referencia, lindo cierto?

Y acá está el peinado, no sé ustedes, pero la versión femenina de Lucifer me la imagino con pelo corto.

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