La mirada de aquellos ojos azules, no la abandonaban, como solía sucederle la mayoría de las noches y ésta no era la excepción.
Los segundos se convirtieron en minutos y los minutos en horas. No sabía con exactitud cuanto había pasado desde que se había despedido de él y en su habitación.
Miró por la ventana, aún la luna llena resplandecía en el cielo, a punto de ser ocultada por la copa de los árboles que rodeaban la propiedad.
Tal vez eran las tres o cuatro de la madrugada, no estaba segura; lo que si estaba segura era que debía solucionar su problema de insomnio.
Con un suspiro profundo y con una extraña sensación en el pecho, abandonó la cama y así mismo la habitación. Todo el pasillo estaba a oscuras y con un silencio abrumador.
Con pasos firmes y una valentía que no sabía de dónde había salido fue a parar frente a la puerta de Patrick; observó de un lado a otro, temiendo ser descubierta en su osadía y con ese último mencionado, abrió lentamente la puerta y entró.
Para su suerte la puerta no emitió ningún sonido y la falta de luz del pasillo fue su mejor cómplice para la locura que estaba cometiendo.
Con el corazón galopando desbocado en su pecho, logró divisar la cama gracias a la claridad brindada por la luna que se filtraba a través de la ventana; y así mismo, avanzó los pocos pasos que los separaban.
Con la manta cubriendo hasta su cintura, el pecho desnudo y su brazo derecho cubriendo parte de su rostro; Patrick, dormía plácidamente.
Emily tuvo que retener un suspiro al ver a semejante hombre dormir de esa manera. Le pareció aún más atractivo que antes.
El subir y bajar de su pecho, le resultó atrapante, excitante; y no pudo evitar detallarlo por completo. El vello en su pecho haciendo un camino hacia su abdomen bien marcado para luego desaparecer bajo las mantas, la hizo pasar saliva con dificultad.
Observó sus tatuajes en sus brazos, en parte de su pecho y aquel tatuaje que para ella resultaba especial, desviando automáticamente su mirada hacia su cicatriz que le resultó atrapante y, extendiendo su mano, quiso tocarlo.
A medio centímetro de su cometido, se detuvo y entonces fue consciente de la locura que estaba por cometer. Pasó saliva con dificultad.
«—¿Qué estás haciendo, Emily? ¡Es una locura! ¿Qué pretendías con entrar a su habitación como delincuente? Decídete. ¿Qué te pasa con este hombre?»— le reclamó su consciencia.
—Todo. Me pasa todo. —Susurró apenas perceptible solo para sí.
Le dio un último vistazo decidida a marcharse de allí, pero cuando intentó darse la vuelta, una fuerza sujetando el borde de su remera, aquella que cubría apenas bajo sus glúteos, la detuvo y así mismo, también se detuvo todo alrededor al sentir el movimiento en la cama.
Una mano sujetó la suya dándole la vuelta para enfrentarla. Ligeramente tembló ante la inminencia de lo que estaba sucediendo. No podía dar crédito aún de que él, hubiese estado despierto desde que entró, expectante a lo que ella haría.
Cuándo sus ojos se enfrentaron, aún bajo la penumbra, pudieron contemplar el brillo en sus miradas y algo más que habitaba allí, en ambos.
El pecho de Emily, comenzó a subir y bajar con rapidez producto de los nervios que la recorrieron por completo.
Patrick, no estaba diferente a ella.
Tampoco pudo pegar el ojo en toda la noche a causa de la mujer que ahora sujetaba de la mano. Cuándo se había dispuesto a dormir de una buena vez por todas, la puerta de su habitación había sido abierta, a pesar de no emitir ningún ruido pudo sentir la presencia de alguien ahí.
Se había quedado inmóvil y trató de regular su respiración para no ser evidente y cuando su particular perfume inundó su espacio, fue sencillo para él, saber quién estaba allí de pie. A pesar del tiempo, su perfume quedó archivado en su memoria cómo una adictiva droga.
La sensación que recorrió su pecho, fue indescifrable. Muchas emociones llegaron a él, agolpándose en todo su ser, cuestionándose si tal vez el que ella estuviera ahí, fuese una señal. Tal vez era una oportunidad a lo que sea que pudiera surgir entre ellos sí tan sólo fueran valientes para enfrentarlo y dejarlo ser.
«—Es ahora o nunca, Patrick. La tienes en frente, tómala y no la dejes ir»— le aconsejó su consciencia y por primera vez en mucho tiempo decidió hacerle caso.
Sin soltarla aún de la mano, Patrick, se sentó en el borde de la cama. Fue inevitable que su mano no sudara a su contacto que quemaba hasta con un simple roce.
Su otra mano, aún más atrevida, sujetó su cintura acercándola y dejándola entre sus piernas desnudas, ya que solo vestía unos simples bóxers y, el contacto de sus piernas desnudas contra las suyas lo hizo estremecer y a ella, suspirar suavemente.
Sus ojos le recorrieron las piernas, saboreando cada centímetro de piel con su mirada. Luego ascendió hacia su cintura, donde su mano posaba, y le siguieron sus pechos, que supo estaban sin sujetador, y pasó saliva con dificultad. Sin perder el control, siguió su recorrido hasta encontrarse nuevamente con sus ojos color avellana que tanto lo traían loco.
Pudo apreciar el deseo que nacía en la mirada de la rubia. Aunque no pudo notarlo bien, supo que estaba sonrojada, y nerviosa también.
Sin dudarlo ni pensarlo demasiado, apartó la manta que aún cubría parte de su cuerpo y con decisión la sujetó por sus piernas delgadas, obligándola a sentarse sobre él a horcajadas. Movimientos que la llevaron a jadear de la sorpresa pero que ni por un segundo dudó en apartarse.
Las manos y brazos de Patrick, la abrazaron con familiaridad, dejando sus rostros muy cercas y sus respiraciones rozarse con delicadeza.
Dejando atrás cualquier inseguridad y dejándose llevar por aquel sentimiento que la habían arrastrado hasta su habitación, le rodeó el cuello con decisión y una de sus manos vago por su rostro masculino acariciándolo, provocando que Patrick, cerrará sus ojos ante su contacto.
—Patrick… —Susurró Emily sobre su rostro sintiendo la boca completamente seca a causa de su cercanía.
—Dime qué quieres esto, como yo lo quiero… por favor. —pidió él, en un susurro ronco, acariciando su espalda extremo a extremo sin poder contenerse, sintiéndola nuevamente entre sus brazos.
—¿Qué quieres…? —quiso Emily, asegurarse.
—Todo, Emily —respondió Patrick, sabiendo a qué se refería ella con esa duda—. Esto qué hay aquí entre nosotros. ¿Lo sientes? —preguntó y la sintió temblar—. Dime, ¿sientes cómo nos envuelve? ¿Cómo nos quema? ¿Cómo nos acelera el corazón? Dime qué lo sientes también, que no soy el único loco en esta habitación. —susurró con la respiración agitada. Pues así es como se sentía junto a ella.
—Entonces somos dos locos, porque me pasa lo mismo… ¿Qué me hiciste? No puedo dejar de pensarte. —confesó Emily, consciente del peso que conllevaba decirlo en voz alta.
—Yo tampoco puedo sacarte de mi cabeza —reveló contemplándola fijo a los ojos—. Creo que es algo bueno después de todo. Me siento en paz estando contigo. No sé cómo lo haces.
Su confesión provocó que Emily temblara por entero. Tantas noches después de esa noche, soñándolo, pensándolo y teniendo dudas de sí a él le pasaba lo mismo. Y ahí lo tenía, abrazándola por completo, confesándose ante ella.
—Te eché de menos… mucho. —murmuró Patrick, muy cerca de sus labios.
Emily no pudo evitar emocionarse al escucharlo, fueron palabras simples pero que llegaron a su corazón. Así era ella, de cosas y palabras simples.
—Y yo a ti, no tienes idea. —dijo y sin poder resistir un poco más a la inquietante cercanía, lo besó.
Un beso que transmitió más cosas que las que ambos habían dicho en ese momento.
Patrick, le encantó lo arriesgada que siempre solía ser Emily; y le fascinó su beso que él no dudó en profundizar.
Habían pasado tanto de la última vez que la había probado y fue gracias a lo arriesgada que siempre era Emily, quien había tomado el valor de besarlo en aquella ocasión en la estación de tren y ahora, lo hacía nuevamente.
Saboreó su boca por completo y cuando sus lenguas hicieron contacto ninguno pudo evitar el estremecimiento que los recorrió a ambos.
Las manos de Patrick, inquietas, se pasearon por su espalda en busca de piel para acariciar y cuando sus dedos encontraron el borde de su remera, no dudó en colar sus manos bajo la suave tela.
Al contacto de sus manos con su piel, Emily, arqueó su espalda apegándose más a él y también quiso ser partícipe de sus caricias. Lo necesitaba, lo deseaba y debía demostrárselo.
Le mordió el labio inferior con deseo y volvió a su boca jugando con su lengua, acariciándolo en ese beso.
Gimió cuando la mano de Patrick, apresó uno de sus senos desnudos, enviando corrientes eléctricas que se alojaron en un punto exacto de su cuerpo. Y de a poco sintió como algo comenzaba a endurecerse bajo su sexo húmedo.
No pudo evitar mecerse sobre su pelvis, sintiéndolo sin problemas gracias a la escasa ropa que ambos llevaban.
Lo escuchó gruñir, conteniéndose y con descaro, Patrick, le apretó una nalga y un seno; y seguido besó y mordió su cuello.
—Vengo soñándote de esta manera desde aquella noche, Patrick. Necesito sentirte otra vez. —reveló sin miedo alguno.
Patrick, no pudo resistir más. Él también la deseaba, la necesitaba.
Le terminó por quitar la remera y jadeó excitado al contemplarla desnuda. Paseó su nariz por su cuello, respirándola, impregnándose de ella, del aroma natural de su piel que le resultaba adictivo.
Paseó su nariz por el valle de sus senos hasta su ombligo, sosteniéndola cuándo Emily, se echó para atrás para darle mejor acceso a su piel.
Besó su ombligo en ascenso a sus senos, dónde se detuvo a degustarlos, pero sin antes besar con fervor aquel lunar que no había podido olvidar.
Los gemidos de Emily, fueron una dulce melodía a sus oídos cuando su lengua y dientes, torturaban sus pezones.
Sus gemidos, la tibieza de su piel, sus besos eran un gran estimulante para ponerlo completamente duro.
Deseaba estar sumergido en su interior, siendo recibido por su calor y su humedad. Y pensar en eso lo hizo gruñir de anticipación.
Volvió a su boca devorándola y apresándola entre sus brazos con una gran necesidad de ella. Ésta vez Emily, no se le iba a escapar de los brazos.
En un rápido movimiento la dejó bajo su cuerpo teniendo completo acceso a el.
Ésta vez no había alcohol de por medio con qué justificarse. Y la verdad era que no querían justificar nada, ambos lo estaban haciendo a consciencia y sabían lo que eso conllevaba y lo que arriesgaban.
Pero si no era ahora, ¿Cuándo?
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Disfruten del capítulo belleza. A estos dos ya les tocaba 🤭 y me voy adelantar a decir que puede que mañana suba la siguiente parte de este encuentro fogoso 😜
Las leo.