Katherine Parker.
—¿Y tú no eres ruidosa?.
No era posible que me estuviera diciendo eso en doble sentido, ¿verdad?.
No, para nada.
Me aclaré la garganta y Pablo regresó a lo que estaba haciendo sonriendo divertido, esperaba que no me hubiera preguntado con otro sentido, aunque lo más probable fuera que si.
—¿Te falta mucho?—dije señalando sus botas de futbol.
Así es, iba evadir el tema como siempre.
—No, ya casi terminó—respondió guardando las botas de futbol en su mochila.
—Bien—murmuré mirando al suelo.
—Listo, vamos.
Se levantó y empezamos a caminar hasta el estacionamiento, subimos al auto y comenzamos el camino de regreso. Pero de un momento a otro se desvió de camino. yendo hacía otro rumbo.
—¿A dónde vamos?—pregunté frunciendo el entrecejo.
—A comer, después de un partido me da un hambre estupendo—dijo mirando a la carretera.
Me quedé callada, ¿debería decir que no?.
No puedo hacer eso, tal vez si tiene hambre, es entendible. Marco decía que los partidos eran un bajón de energía. A mi también me daba hambre después de los ensayos.
Me quedaba una semana y media para regresar a casa, y al instituto.
Y, un mes para ver a papá.
De solo imaginarlo se me ponía la piel de gallina.
También quería reunirme con Melanie y Jared, sería divertido. Tenía muchas cosas que hacer de regreso.
Desde mañana empezaré a empacar.
—¿En qué piensas?—la voz de Pablo me hizo salir de mis pensamientos.
—En todo lo que debo hacer cuando regrese a casa—murmuré.
—¿Qué tienes que hacer?.
—Ir al instituto es mi mayor dilema.
—¿Por?.
—Todos saben que me engañaron, eso no es nada bonito.... ya imagino todos los chismosos—dije más para mi que para él.
—Le das mucha importancia a las opiniones de los demás.
Es uno de mis mayores defectos, lo sé.
Pero, no es algo que pueda controlar, aveces es inevitable para mi no darle importancia, cuando en el instituto he vivido de eso.
No lo podía simplemente ignorar y ya, era más complejo.
—No es verdad.
Dije sin siquiera creerme a mi misma.
Yo pienso que todos le damos importancia a las opiniones de los demás, es algo imposible de ignorar, aunque hay algunos que fingen no importarles.
—Sí es verdad. Tu basas todo lo que haces en la opinión de los demás.
Sus palabras fueron reales pero muy crudas para mi, además no sabia por qué me lo estaba diciendo en este momento.
Y su tono frío era molesto.
Idiota.
—¿Te han dicho lo insoportable que eres?—mascullé cruzada de brazos.
Pablo sonrió de lado sin verme.—¿Soy insoportable por decirte la verdad?.
—Eres insoportable por creer que tienes la razón—murmuré.
—Yo no creo que tengo la razón, yo tengo la razón.
Elevé una ceja resoplando, odiaba que fuera tan egocéntrico.
—La verdad de ti, es que eres un estúpido que siempre se cree superior a los demás—escupí.
Bueno, si el me estaba diciendo su verdad de mi, yo también le tengo guardadas algunas a el, en realidad demasiadas. Se creía perfecto, eso era lo que mas me molestaba de él, era incapaz de aceptar sus defectos.
—Lo dice la que nunca acepta sus errores y siempre está culpando a los demás.
Apreté los dientes, ¿cómo es que en menos de 5 minutos empezábamos a pelear?.
Ese era el dilema de nosotros, por eso nunca podríamos estar juntos. Eramos incapaces de estar conviviendo más de 1 hora sin pelear.
—Pobre de la chica que sea tu novia, se lleva una mierda como novio.
Soltó una risa amarga.—Soportar tus cambios de humor es trabajo difícil, pobre de tu futuro novio.
—¡¿Mis cambios de humor?!, tú eres el que empezaste a pelear.
—Yo solo dije una verdad y tú te enojaste por eso.
—Maldigo la hora en que te conocí, Pablo—dije a regañadientes.
—El sentimiento es mutuo, Katherine.
El resto del camino estuvo en un pesado e incómodo silencio, mi enojo aumentaba con cada segundo en el que estaba sentada a lado de ese individuo que ya ni siquiera llamaré por su nombre.
Al idiota.
Llegamos a un restaurante frente a la playa, el individuo y yo llegamos a una mesa a lado de la ventana—lo que daba una preciosa vista al mar—sería lindo si no estuviéramos peleados.
Al poco tiempo el mesero nos trajo el menú: había de todo, pero la verdad yo preferí una hamburguesa y él también.
¿Los futbolistas pueden comer eso?.
Ni idea.
—¿Sigues enojada?.—dijo con cautela.
Aunque yo estaba viendo el paisaje, podía sentir sus ojos clavados en mi perfil.
Yo no estaba enojada, solo estaba...
Pensativa.
—No—respondí en voz baja sin verlo.
—Ajá.
No lo quería ni ver, si lo hacía solo tendría dos opciones: 1. Dejar de estar enojada o 2. enojarme más.
Es que, era justificable, ¿quién no se enojaría si un idiota se pone de la nada a decirte cosas que según son tus verdades?.
Estuvimos callado hasta que trajeron la comida, me vi obligada a despegar la vista de la ventana y ahora ver a la comida y a la persona frente a ella.
—¿En serio vas a estar así?—preguntó elevando una ceja.
—¿Así cómo?—dije fingiendo no saber a qué se refería.
Sinceramente entiendo el 99% de las veces lo que me dice, pero el finjo que no, un 90% de esas veces.
—Sin hablarme, rodando los ojos cada que te hablo, con los brazos cruzados y sin siquiera voltear a verme.
Al parecer el ha recapitulado todos mis comportamiento en esta última hora, me pone demasiada atención por lo visto.
—¿Memorizas todo lo que digo?—sonreí burlona.—Además eso no significa nada.
Pablo rodó los ojos.—Siempre haces eso cuando estás enojada.
No es verdad.
Bueeeno, tal vez aveces si lo hago.
—No estoy enojada—murmuré.
—Si lo estás.
—Que no.
—Que si.
—Déjame en paz.
—Y siempre dices eso cuando te quedas sin argumentos—dijo divertido.
—Deja de hablar como si me conocieras más que yo misma, eso es totalmente ilógico—dije entre dientes.
¿Por qué me conocía tanto?.
Porque llevan 11 años conociéndose, querida.
Ah claro.
—Eres muy caprichosa, e imposible.
¿Yo caprichosa?, ¿yo imposi...
—Cada día te odio más.
—Aunque lo digas muchas veces, no se hará realidad—dijo metiendo a su boca una papa frita.
Bufé y empecé a comer—Es realidad—mascullé antes de beber un sorbo de limonada.
—Sabes, nunca te he creído eso, sé que te caigo mal pero no al punto de odiarme.
—Pues créetelo, es verdad.
Le dí una mordida a mi hamburguesa, Pablo se quedó en silencio unos segundos como si procesara lo que acababa de decir. ¿Por qué no me creía?.
—Esta bien, te creo.
Su estúpida sonrisa me decía lo contrario, es un ser insoportable.
—Le dije a Thomas que iría a su—dijo después de pasarse la comida.
—Esta bien.
Supuse que me llevaría a casa y después iría a casa de Thomas, pero...
—Irás conmigo.
Me atraganté con la comida mientras el solo se burlaba de mi reacción.
—No quiero ir—dije recobrando el aliento.
—No es pregunta—le dió otra mordida a su hamburguesa.
—No me puedes obligar.
—Angie me pidió que te cuidara, así que no sería muy responsable de mi parte dejarte sola en casa—suspiró y se encogió de hombros.
Fruncí el ceño y me crucé de brazos.—Es patético, tenemos la misma edad—murmuré mirando a la ventana.
Era ridículo, siempre, desde que tenía memoria, siempre le pedían lo mismo a Pablo; "Cuida de Katy", literalmente somos de la misma edad y aún así siempre tenía que ir Pablito de salvador.
Ridículo.
—Kat, mides 1.67, eres más delgada que un fideo, aunque tengamos la misma edad yo soy mucho más capaz de protegerte que tú—dijo con una sonrisa arrogante.
Abrí la boca ofendida, ¿me acababa de comparar con un fideo?.
—Perdona "Johnny Bravo"—levanté las manos dramáticamente.
Soltó una risa corta.—Me lo tomaré como alago, en fin, tienes que ir conmigo.
—¿Por qué?—dije alzando una ceja.
Si me estaba obligando, al menos que lo hiciera de manera educada, no soy un perro para recibir ordenes.
Rodó los ojos bufando—Por favor.
Hice una mueca como si estuviera pensando.—Si no me queda de otra...
—No, ahora come y nos vamos.
—Ash.
Terminamos de comer intercambiando una que otra palabra hasta que Pablo pidió la cuenta, hice un ademán de sacar dinero.
—No—dijo mirándome con las manos en mi cartera—yo voy a pagar.
Enarqué una ceja, ¿el iba a pagar?.
—¿Por?.
—Yo te invité.
Bueno, tenía sentido... aunque con Marco nos repartimos la cuenta.
Era raro.
Pero se sentía bien.
Pablo pagó la cuenta, salimos del restaurante y entramos al auto. Era la primera vez que un chico pagaba la cuenta completa, y ese chico era Pablo. Marco decía que cada uno debía ser independiente, nunca dije que no.
—¿Quieres poner música?.
Pablo y yo, somos disfuncionales, estamos peleando y al segundo ya estamos como si nada.
—Sí—dije felizmente con una sonrisita.
Puse lo que siempre escucho: Taylor Swift.
"Cruel summer".
Nuestra canción.
Usé mi celular el resto del camino; mis amigos del instituto estaban volviendo a mandarme mensajes desde que reactivé mis cuentas, todos decían lo mismo:
"Estamos contigo Katy, Samantha es una..."
La insultaron de todas las maneras posibles.
Me quedaba de consuelo que al menos seguiría teniendo amigos de regreso, no sé si me sentía bien o mal por el odio que Sam estaba recibiendo. En parte me sentía bien de saber que el karma le regresaba pero, por otro lado me molestaba que solo atacaran a ella y no a Marco.
Marco fue culpable también, y aún así todos llamaban zorra a Samantha.
Y solo por eso no me sentía bien.
Marco era un gusano, y nadie lo trataba como tal.
¿Algún día podría perdonar a Samantha?.
Sam, no era tan mala persona.
—Llegamos.
Después de media hora, por fin habíamos llegado a casa de Thomas. Bajamos del auto y llegamos hasta la puerta, ya conocía a Thomas, pero igual no es que fuera amigo mío.
El chico con rizos apareció al poco tiempo abriendo la puerta, estaba sonriendo ampliamente.
—Por fin llegas—le dijo a Pablo antes de saludarlo con uno de esos extraños saludos de hombres; chocando las manos, medio abrazo y palmadas en la espalda.
Después me miró a mi y su sonrisa se ensanchó más—¡Katy!—me dió un abrazo corto.
Pablo se aclaró la garganta intimidando a Thomas que se apartó aún sonriente.
—Pasen.
Thomas nos guió hasta su habitación que estaba en el segundo piso, en realidad no sabía que haríamos ahí así que ya estaba aburrida.
Los primeros minutos estuvimos hablando sobre las ex de Thomas quien estuvo diciendo que las extrañaba, después estuvieron jugando videojuegos y trataron de explicarme pero fracasé.
Y por último, Thomas nos invitó a una fiesta.
Estuvimos alrededor de 2 horas ahí que no fueron tan aburridas como esperaba, de hecho fue divertido; Thomas era gracioso.
Nos despedimos de Thomas y nos fuimos.
Llegamos a casa y nos dimos cuenta de que seguíamos solos.
—¿Vemos una película?—propuso mientras dejaba su mochila en el suelo entrando a la sala.
—Sí—dije sentándome en el sofá.
Pablo se sentó a un lado de mi con el control remoto en sus manos.
—Elige tú—murmuré.
—Veamos Cars—dijo con cierta fascinación mientras le daba play.
No dije nada aunque me dió gracia su elección, ¿era el mismo que decía que yo tengo gustos de niña de 12 años?...
Hipócrita.
Pasamos el resto de la tarde viendo películas absurdas, pero fue pacífico, sin conflictos.
Nota autora:
Hoy les di un capitulo muy muy tranquilo.
Mañana quien sabe.
Hoy no pensaba subir capítulo pero sé que me hubieran odiado así que aquí lo tienen.
Fue un poco más corto de lo normal.
Bye criaturas del señor... 🥰