SOULMATE; Sesshomaru.

By Nanami-Yani

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SESSHOMARU│Nunca esperé encontrar a mi alma gemela. ✎│ INICIO: 29/07/23 ✎│TERMINO: ? © │ Los personajes le pe... More

──── PROLOGO.
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By Nanami-Yani

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Himeko se encontraba sentada en silencio, observando fijamente el lugar por donde Sesshomaru se había ido. Cada minuto que pasaba le parecía eterno mientras esperaba a que el demonio regresara.

Suspiró, y observó a Rin, quien dormía tranquilamente junto a Jaken y Kirin. Himeko sonrió al verlos, sin embargo, esa sonrisa se esfumó por completo cuando ha oído el sonido de unas ramas rompiéndose.

Himeko se puso en alerta, se levantó rápidamente y sostuvo el báculo que Jaken siempre traía consigo. Aunque no supiera manipularlo, lo usaría para golpear a quien sea que irrumpiera en el lugar.

—Sé que hay alguien allí —dijo Himeko con valentía mientras observaba la oscuridad de donde provino el sonido—. Sal ahora mismo.

El sonido de unos pasos acercándose hicieron que Himeko sostuviera con más fuerza el bastón. Entonces, de las sombras apareció la figura de un niño, y Himeko al verlo lo reconoció de inmediato.

Se trataba de Kohaku, el niño que Sesshomaru casi mata por casi hacerle daño a Himeko.

—¿Qué haces aquí, Kohaku? —preguntó Himeko, tratando de mantener la calma mientras sostenía con firmeza el bastón.

Kohaku levantó la mirada, mostrando cierta soledad en sus ojos.

—Yo vengo a cumplir con un encargo —dijo Kohaku con voz sombría mientras observaba a Himeko—. Podemos hacer las cosas fáciles o difíciles. Tú decides.

—¿Qué es lo que quieres?

—A ti —respondió Kohaku—. Ven conmigo por decisión propia y no sucederá nada con los demás.

Himeko frunció el ceño, manteniendo el agarre del bastón mientras observaba a Kohaku. La presencia y palabras del chico la hicieron ponerse en una situación difícil.

—¿Lo dices en serio? ¿Nada les sucederá? —preguntó Himeko.

—Te doy mi palabra.

Himeko no quería alejarse del lugar para proteger a Rin mientras Sesshomaru se encontraba lejos, pero ahora mismo su presencia estaba siendo la culpable para la niña, por lo que no tenía más opción que aceptar el ir con Kohaku.

—Está bien. Iré contigo.

Kohaku asintió con un gesto serio, como si estuviera cumpliendo con una tarea inevitable. Himeko miró hacia atrás, preocupada por dejar a Rin y los demás. Se despidió mentalmente de ellos, dejó el bastón en el suelo y se dispuso a seguir a Kohaku.

El niño la guio por el bosque hasta un lugar donde aguardaba una gran pluma. Kohaku se subió a la pluma y miró a Himeko para que hiciera lo mismo.

Himeko observó la pluma con cuidado, dándose cuenta de que se trataba de un artefacto de Kagura. Aquello la hizo dudar sobre si ella estaba detrás de todo esto. Ella titubeó un momento, pero finalmente subió a la pluma junto a Kohaku.

El viaje transcurrió en silencio. Entonces, después de un rato, la pluma aterrizó en un lugar remoto. Himeko bajó y se encontró en un extraño santuario rodeado por una densa niebla.

—No intentes huir —dijo Kohaku mientras observaba a Himeko—. No es una niebla como cualquier otra. Esta está rodeada de demonios hambrientos por la carne humana.

—¿Por qué me has traído hasta aquí? —preguntó Himeko.

—Yo solo cumplo con las órdenes —dijo Kohaku con voz sombría—. Ahora, sígueme.

Himeko apretó los dientes y siguió a Kohaku hasta el santuario. Una vez allí, Kohaku encendió una pequeña lámpara y se sentó cerca de la entrada mientras observaba hacia el exterior.

Mientras tanto, en otro lugar; Sesshomaru había llegado al lugar donde se suponía que se encontraba Naraku, sin embargo, cuando llegó no encontró a nadie.

—Al parecer hemos llegado tarde —dijo Kagura cuando ha visto el lugar vacío y con señales de haber una batalla—. Tu hermano menor ha debido de llegar antes y hacer que Naraku huyera.

Sesshomaru frunció el ceño ante la ausencia de Naraku y evaluó la situación. Kagura tenía razón, su hermano Inuyasha había llegado antes, pues su aroma y el de las personas que siempre lo acompañaban estaba impregnado en el ambiente.

Naraku había huido, por lo que era seguro que Inuyasha y su grupo estuvieran siguiendo su rastro. Sesshomaru podría hacer lo mismo, pero de hacerlo se estaría alejando cada vez más de Himeko y los demás. Sesshomaru evaluó rápidamente la situación y decidió regresar al lugar donde había dejado a Himeko y los demás, mientras que Kagura decidió que era momento de irse por su cuenta.

El pecho de Sesshomaru se sentía extraño, por lo que regresó a toda velocidad con los demás. Algo en su interior le indicaba que algo no estaba bien.

Solo bastaron unos minutos para que regresara, entonces, cuando llegó, se encontró con la presencia de Rin y Jaken, pero no de Himeko.

—¡Señor Sesshomaru! —exclamó Rin cuando lo vio llegar—. ¡Señor Sesshomaru, Himeko está perdida!

Sesshomaru frunció el ceño al escuchar las palabras de Rin y miró rápidamente a Jaken, quien al notar su mirada soltó un chillido aterrorizado.

—La señorita Himeko debe de haber ido por comida —dijo Jaken, quien intentaba sonar lo bastante convencido para que su amo no le hiciera daño—. Ya debe de estar por llegar.

—¡No! ¡Himeko no se iría por allí sola sin avisarme! —negó Rin al momento en que se acercaba a Sesshomaru y lo sostenía de la ropa—. Señor Sesshomaru, Himeko está perdida y necesita de nuestra ayuda.

Sesshomaru miró a Rin, sintiendo una punzada de preocupación en su interior. Aunque no solía mostrar sus emociones, la posibilidad de que algo malo le hubiera sucedido a Himeko le inquietaba de alguna manera.

Mientras tanto, en el santuario donde se encontraba Himeko; Kagura aterrizó minutos más tarde de separarse de Sesshomaru. La mujer entró al santuario y miró a Himeko, quien frunció el ceño al darse cuenta de que todo esto había sido planeado por ella.

—Debí suponer que la ubicación del corazón de Naraku era una mentira —dijo Himeko, observando fijamente como Kagura se iba acercando a ella—. ¿Qué piensas hacer? ¿Entregarme a tu amo?

—Te equivocas. La ubicación del corazón era cierta —dijo Kagura, deteniendo sus pasos frente a Himeko—, y con respecto a entregarte a Naraku... No tengo planeado eso.

—¿No? ¿Entonces por qué me has traído hasta aquí?

—Solo tengo curiosidad.

—¿Curiosidad? —preguntó Himeko, confusa—. ¿Sobre qué?

—Dime, Himeko. ¿Acaso no sientes curiosidad de lo que siente Sesshomaru por ti? —preguntó Kagura, ocasionando que Himeko se sorprendiera por un momento—. Porque yo si la tengo —dijo mientras tocaba con suavidad el rostro de Himeko—. Se supone que él odia los humanos, pero, por alguna razón él te mantiene a su lado. Es por ello por lo que te traje hasta aquí. Quiero ver las verdaderas intenciones de Sesshomaru.

Himeko apartó la mano de Kagura con rapidez, incómoda por el contacto inesperado. Aunque trató de ocultar sus emociones, la mención de Sesshomaru y sus sentimientos la hicieron sentir intranquila.

—Lamento decirte que esto ha sido una perdida de tiempo —dijo Himeko—. El Señor Sesshomaru no me mantiene a su lado por ninguna razón. Soy yo la que lo está siguiendo.

Kagura soltó una risa suave y melancólica, como si hubiera escuchado algo gracioso.

—Eso es lo que dices, pero las acciones hablan más que las palabras —dijo Kagura mientras se alejaba de Himeko y se acercaba a la puerta—. Como sea. Creo que ya he tenido mi respuesta.

—¿Qué quieres decir? —preguntó Himeko, ocasionando que Kagura volviera a reír—. ¿Qué es lo gracioso, Kagura?

—Es gracioso lo patético que pueden llegar a ser ambos —dijo Kagura al momento en que miraba a Kohaku—. Es hora de irnos, Kohaku.

—¿Qué hay de la señorita? —preguntó Kohaku, observando ligeramente a Himeko—. ¿La dejaremos aquí?

—Sí. Ella se quedará aquí.

—Espera, Kagura —dijo Himeko, y se acercó a ella—. ¿Qué es lo que estás planeando?

—Ahora mismo, no lo sé —respondió Kagura, ocasionando que Himeko la observara confundida—. Espero que con esto puedan encontrarlo. Si el brillo disminuye significa que están cerca.

Kagura le lanzó algo a Himeko, ocasionando que la mujer se distrajera y permitiera que se fueran del santuario. Himeko recogió el objeto que Kagura le había lanzado. Era un pequeño cristal de energía que soltaba un suave brillo.

Antes de que pudiera examinarla más de cerca, escuchó una voz provenir afuera del santuario. Himeko se acercó a la puerta, observó hacia el exterior y se percató de que la densa niebla junto a los demonios que la rodeaban comenzaba a desaparecer. Al principio, creyó que Kagura lo provocó, pero su sorpresa no se hizo esperar cuando ha visto a Sesshomaru y Jaken aparecer.

Sesshomaru avanzó con paso firme hacia Himeko, su expresión tan imperturbable como siempre, pero sus ojos revelaban una mezcla de preocupación y alivio al verla a salvo.

—¿Qué sucedió aquí? —preguntó Sesshomaru, sin perder su serenidad.

Himeko no respondió. Todavía estaba sorprendida de que Sesshomaru haya ido a buscarla.

—¡Mujer tonta, te han hecho una pregunta! —exclamó Jaken, quien parecía disgustado de ver a Himeko sana.

Himeko levantó la mirada hacia Sesshomaru y finalmente habló, ignorando los comentarios de Jaken.

—Kohaku me ha traído hasta aquí. Al parecer por orden de Kagura —explicó Himeko—. Ella me ha entregado este cristal. Al parecer si el brillo disminuye significa que estamos cerca del corazón de Naraku.

Sesshomaru la observó con seriedad, evaluando la situación. Se preguntaba el porqué Kagura había traído a Himeko hasta este lugar solo para entregarle aquel artefacto, pues pudo entregarlo la primera vez.

—¿Solo por esto? —preguntó Sesshomaru, tomando el artefacto que Himeko le entregaba.

—Sí. Solo por eso.

Sesshomaru estaba seguro de que había algo más en esta situación, pero Himeko se negaba a hablarlo. Podría insistir en el tema, pero decidió no presionarla y cambiar de tema.

—Volvamos. Rin está esperando tu regreso —dijo Sesshomaru.

Himeko asintió y siguió a Sesshomaru de vuelta al lugar donde había dejado a Rin y los demás. El silencio entre ellos era palpable, pero en el fondo, ambos tenían preguntas sin respuestas que querían formular.

Mientras caminaban de regreso, Himeko decidió romper el silencio, aunque sabía que la conversación podría ser incómoda.

—Señor Sesshomaru, ¿por qué vino por mí? —preguntó, evitando mirarlo.

Sesshomaru guardó silencio por un momento, y cuando iba a responder, Jaken lo interrumpió al mencionar que el cristal comenzaba a perder el brillo.

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