Ahora tengo una familia lobun...

By isandyDS

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Un cachorro adorable. Un lobo gruñón, pero con buenas intenciones. Y, una humana egocéntrica dispuesta a apre... More

A partir de hoy, oficialmente, somos una familia
He contactado con una galaxia lejana en la que la vida parece no existir aquí
El amor nos vuelve preguntones
Lualuando con un lobo gris
Imagino un futuro lejano en el que Ra e Imri estén ahí
No hay lazos más grandes que los que se forman con la compañía
Percibo buenas vibras a partir de ahora
Él vive entre dos mundos, lo entiendo; entiendo que sea difícil
Presume un lobo I
Presume un lobo II
Dame tus latidos
El lío que el niño debe tener en su mente
Desde una perspectiva diferente
Más la culpa que los recuerdos
Te lo cuenta Lúa #2
Las personas que una vez nos importaron
Pregúntale a los personajes (Dinámica)
No extraño quién eras porque ya no me acuerdo
Lo que para mí es una familia
Todo se queda
Él y yo; yo y él. Nosotros.
Mundos distintos, corazones iguales
Quisiera tu mirada
Cuestión de perspectiva
Mi territorio
De vuelta, que seas consciente de mi existencia
Distancia directamente proporcional al amor
Sin raíz, muerta la hierba
Rómpeme el corazón
Pierde un grito I
Pierde un grito II
Buenas intenciones
La espera del paciente
33.5 EXTRA
Como a ti
La incertidumbre del futuro
El cambio existente en mis acciones
El camino que me conduzca hacia ti
A la cuenta de tres; te quiero ver
Como en aquel ayer
Los secretos dejados al aire
Del Sahara al Polo norte
Dentro del bosque
Las lágrimas del mundo
Conquista un deseo I
Conquista un deseo II
Debajo del tapete
46.5 EXTRA
Existencia conveniente
La persona que soy

Te lo cuenta Lúa #3

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By isandyDS

Capítulo 36: Te lo cuenta Lúa #3

En las otras dos ocasiones en las que serví como narradora, los eventos que conté tenían su tiempo de haber transcurrido. Este, a diferencia de los demás, apenas sucedió hace una semana, aproximadamente.

Digamos que sin importar qué tan únicos nos sintamos, el mundo continúa girando y las personas a nuestro alrededor, tienen una vida aparte. Los lobos también son así, mientras me la paso atendiendo mis cosas bien mundanas de humana, en mi segunda familia andan metidos en sus asuntos de lobos.

En especial, mi suegris.

Como alfa, ella se tiene que encargar del equilibrio en la manada. Mientras que Emre se ocupa de guiarlos, Ariangely debe asegurarse de que todo se haga como debe hacerse.

Las alfas suelen reunirse de vez en cuando para compartir un rato. En sus reuniones comen y beben mientras hablan de los logros de sus manadas. A simple vista pareciera una plática agradable entre amigas, pero no podría estar más lejos de la realidad.

Ellas aprovechan la estancia para presumirse un montón de cosas y lanzarse miles de comentarios con doble sentido.

Mientras que por dentro son lobas competitivas, por fuera demuestran todo lo contrario. El sueño de cada alfa es uno en particular: que su manada esté por encima de las demás.

Pero claro, no es algo que se grite a los cuatro vientos.

—¿Le gusta?

La suegris se encontraba en uno de los tantos lugares del bosque, ella se preparaba para asistir a la reunión que se llevaría a cabo al atardecer. Su plan era lucir bonita como siempre, sin ninguna huella de imperfección en su rostro.

—Me encanta— sonrió mirándose el moño trenzado que una de las lobas le tejió frente al espejo. Ella lo adornó con flores, y en la parte superior, le colocó un broche con piedras larimar que Emre le dio un par de años atrás —Ahora mismo quisiera comerte a besos— le dio varios en el rostro.

La loba se trataba de Arissa, una joven chica que no compartía vínculos sanguíneos con la alfa. Ella es del tipo de persona que posee una mirada pasiva, junto a un largo cabello negro y lacio, da la impresión de ser una muchacha tranquila.

—Ay, no es para tanto— sonrió ruborizada.

—Por eso es que eres mi loba favorita, ¡te amo!

Su declaración sería tomada en serio si tan solo Ariangely no se lo dijera a todos.

—Alfa, una pregunta, ¿entonces al final la cosa sigue en pie?— cuestionó toqueándose la punta de los dedos —Me refiero a las personas que la acompañarán a su reunión.

Arissa le había pedido que la llevara consigo. A cualquier loba le llamaba la atención estar presente en una reunión de alfas. Para las normales, ella seis eran consideradas lo máximo.

Además, todos los chismes que saldrían de ahí, les servirían como entretenimiento por un tiempo.

—Cambio de opinión muy pocas veces, ya te dije que vendrías conmigo— contestó con todavía la vista en el espejo —Dime, cachorrita, ¿sabes maquillar?

—No mucho, tendría que llamar a Sonyej— otra loba más —Aunque usted no necesita maquillaje, ¡su belleza es la envidia de esas alfas criticonas! Es la más bonita de todas.

—Aun así, me gustaría retocarme un poco.

—Si es así, déjeme llamarla— se iba a levantar de la grama, pero volvió a su lugar cuando vio al perfecto dirigiéndose hacia donde estaban.

La chica no podía evitar que su corazón latiera fuerte cuando estaba cerca.

—Alfa— saludó el hombre poniéndose frente a su mamá, con una sonrisa en el rostro.

—¿En dónde has estado en los últimos días? Ven aquí— extiende los brazos para que él se ponga de cuclillas.

Ariangely lo tomó del cuello de su camisa y procedió a olfatearlo por todas partes para desagrado de Avys. La suegris, ni lenta ni perezosa, le olió hasta el alma para asegurarse de que su hijo no apestara a esa «cosa del mal», por palabras de ella.

—Le dije que lo dejaría, ¿por qué no me cree?— le preguntó con una mueca.

—A ver tu boca— acercó la nariz y nada, no había rastro de cigarrillo por ningún lado —Muy bien, bebé, así se hace.

—Ya no fumo, lo entendí muy bien— sabrá Dios cómo se deshaga del hedor a tabaco. Los sentidos de la suegris dan miedo de lo desarrollados que están, por lo que esconderle algo como eso, no debe ser tarea fácil —Tuve suficiente con que me rogara llorando que no lo hiciera— pues sus lágrimas no bastaron.

—Es que entiéndeme, me da miedo que tus pulmones se llenen de carbón— lo abrazó apoyando la cabeza en su pecho —No te quiero volver a ver con un cigarro nunca.

—Umh...— sí, ajá.

—Y dime, ¿dónde estabas?— volvió a preguntar, esto todavía abrazándolo.

Cada lobo tiene necesidades diferentes en cuanto a los alfas. Avys pertenece al grupo que demanda afecto físico por encima del promedio, y eso Ariangely lo sabe, por más que su hijo no lo expresara abiertamente. Puede que sus poderes maternos la ayude a darse cuenta de pequeños detalles que para los demás resultan imperceptibles.

—Estaba dando un par de vueltas por la ciudad, unos lobos me convencieron de ir a explorar la zona— bueno, no mentía.

El problema radica en qué tipo de vueltas estaba dando.

—¿De verdad?— distinto a otras alfas, Ariangely no veía mal que sus lobos salieran del bosque —¿Visitaste a Imri?

—Ah, no estaba por esos lados— le acarició el cabello —Lo tendré pendiente para la próxima.

—Oye, ¿cómo vas a la ciudad y no visitas a tu hermano? Eso está mal— claro que sí, muy mal ahí, cuñis mayor —Imri se deprime muy fácil, ahorita piensa que lo odias.

—Claro que no, él sabe que lo amo— sonrió viendo a Arissa —Oye, me regalaron un cupón para comer la cantidad de helado que quiera, ¿quieres ir esta noche??

—¿Lo dices en serio?— para la chica, era un sueño hecho realidad —Pues claro que...

—¿No me ibas a acompañar a mi reunión?— intervino la alfa con la ceja levantada.

—Oh— su alegría fue tanta que se le olvidó ese pequeño detalle.

—¿Te juntarás con las alfas?— le preguntó Avys. No le convenía que sus movimientos llegaran a los oídos de su mamá, el hombre no sabía el grado de alcance que habían tomado sus acciones —¿Crees necesario seguir fingiendo que son amigas tuyas?

—No finjo— reprochó separándose de él para mirarlo —Es necesario mantener una buena relación con las alfas. Por más que nos resulten un estorbo, ellas son el «estorbo». Somos los lobos geniales, ellos no; un mal paso y esas zorras, en vez de lobas, susurrarán un millón de cosas a los oídos de sus alfas y en lo que menos cante un gallo, no nos querrá nadie.

—Problemático— se puso de pie —Alfa, llegará un punto en que las cosas sean diferentes; algún día, las dinámicas de las manadas de este bosque van a cambiar.

—No prometas cosas que no puedes cumplir, espero que no hables por hablar.

—Jum— sonrió y ay Dios.

Retiro lo dicho si en algún momento dije que Avys se parecía, aunque sea un poco a Emre, él es la viva imagen de Ariangely. Se nota más cuando hace esa típica sonrisita idéntica a la de su mamá, con la mirada de santitos que no matan ni una mosca, sino al enjambre completo.

»Bueno, como no puedes ir conmigo, invitaré a Cristal. Nos vemos, alfa— no, no le convenía en absoluto que ella fuera a esa reunión, pero tampoco podía evitarlo. Resultaría demasiado sospechoso a los ojos intuitivos de Ariangely —Otro día salimos, Arissa— le levantó el dedo pulgar.

Luego de regresar de la ciudad, Avys primero tenía en mente saludar a su mamá, después de conversar con ella, asistiría a una reunión con los demás lobos implicados en su «pequeño» proyecto.

El mayor de los hijos de Emre era el cabecilla, y no por su posición, sino porque la mayoría confiaba en él para que sus planes no salieran mal. Porque claro, es el perfecto.

—Alfa...— Arissa esperó a que Avys se marchara para lloriquearle a la suegris —¡Avys nunca me había invitado a salir, era mi oportunidad!

—Ay, por favor. A Avys le encanta invitar a la gente a comer para no hacerlo solo— tomó el espejo que había dejado de lado —No te sientas especial.

—¡P-Pero...!— lo dramático no se lo quita nadie, hasta sonaba la nariz y todo —¡Usted sabe que él me gusta!

—¿Prefieres irte a comer helado que estar conmigo?— la suegris no se queda atrás.

—¡No se haga la que no me entiende!— se tiró al suelo. Mínimo es una competencia por ver cuál le causa más pena a la otra —Sabe que me encanta estar con usted; la amo, ¡pero es Avys!

Por alguna razón, Ariangely consideraba al mayor de sus hijos como un caso perdido si del amor estamos hablando. Ella no entendía qué veían las lobas en él; para la alfa, mi cuñis mayor era el peor de las opciones.

—Avys no es el indicado, hazme caso que nunca me equivoco— suspiró —¿No crees que sea mayor para ti? ¿Por qué mejor no te buscas a alguien de tu edad?— acortó la distancia entre ambas, era su oportunidad —¿No te gustaría aventurarte con Rem, eh?

Ay, pobre e ilusionada Ariangely.

—Amh... con Rem...— la mueca que hizo fue suficiente.

—Ustedes son de la misma edad, y él es bastante dulce. Harían bonita combinación, lo sé.

—Umm— no sabía qué palabras usar para expresar lo que pensaba —Rem es lindo y todo, pero... Estamos bien como amigos y nada más. No se vaya a sentir mal, pero él tiene muy mala fama con las lobas. Además, es muy infantil para mí, me gustan los hombres más... ¡No sé! ¡Me gusta Avys!

—De Guatemala a Guatepeor— rodó los ojos —Ni modo, las jóvenes como tú siempre escogen la peor opción.

—Ay, no diga eso. ¿O qué? ¿De verdad imagina a Rem con hijos? Ni siquiera sería capaz de enseñarles carácter. Ya ve cómo se peleó con un alfa y se ha negado a comer desde entonces, ¿qué clase de ejemplo es ese?

—¿Cómo que se ha negado a comer?— hasta donde Ariangely sabía, Rem no había omitido comidas. El chico le hizo creer eso cada que ella lo visitaba para saber cómo estaba —¡Uy!, ¡¿qué haré con ese mocoso?!

—¿Ve?— resopló —Rem no es para mí.

Lamentablemente, no tengo el poder para dar espóileres por más que me encanten. ¡Ay!, ¿a quién engaño? Claro que sí.

Bueno, no, porque necesito mantener el «arco argumental» como dice Imri. Pero conformémonos con saber que la suegris no se imagina que, mientras le anda metiendo a su hijo por los ojos a las lobas, él anda pendiente a otras faldas; faldas con las que se involucrará llegado el momento.

Ya, ahí está.

No me pueden quitar de narradora por dar un pequeño vistazo, ¿verdad?

Fei.

«Qué aburrido hablar de otros, mejor platicar sobre mí».

JAJAJAJA, bromis. Por algo se llama «Te lo cuenta Lúa», de ser otro, estas historias perderían su chispa jiji, ¿y si la narradora fuera Lala?

«Te lo cuenta Lala».

Ay, qué horror, mejor sigamos con la suegris.

Después de peinarse y que llamaran a la loba Sonyej para que la maquille, quedaba seleccionar un buen vestido.

Del baúl que tienen en el bosque, y con la ayuda de un par de lobas más, además de Arissa, sacaron varias prendas que a la alfa no le terminaban de agradar.

Quería lucir despampanante a los ojos de las otras alfas que intentaban lo mismo. Todas buscaban brillar más que el oro.

—¿Qué tal este?— Anya sacó un vestido largo y negro, de esos que se atan en el cuello y poseen una abertura a un lado de la pierna. La tela del mismo posee brillos en la falda, que se iluminan mucho más cuando lo agitan.

Mi segunda cuñis mayor esperaba que Ariangely por fin se decidiera por ese, ella tenía veinte minutos rechazando un vestido detrás de otro.

—Este vestido...— a la alfa se le frenó la respiración cuando lo vio —Recuerdo que fue uno de los muchos regalos que Emre me dio cuando cumplimos veintiseis años juntos.

En vez de sentirse feliz por verlo después de mucho tiempo, lo único que hizo fue recordarle la frialdad de su esposo. Él tenía tres aniversarios sin regalarle nada; su indiferencia la abrumaba.

»¿Saben qué está haciendo Emre?— preguntó con las cejas bajas. Solo se veían para dormir —¿Dónde está?

—Lo vi hace poco— contestó Rocío, una de las lobas que no comparte vínculos sanguíneos con los alfas —Estaba como siempre, subido en la cima de un árbol sin ningún interés de bajar de ahí hasta que llegara la hora de dormir.

—Ya veo— su expresión entristecía a sus lobas. Ellas más que nadie sabían lo mucho que la alfa sufría por la actitud de Emre —Emh..., me pondré ese vestido— señaló otro, lanzando el que tenía dentro del baúl. Ariangely tomó uno más simple: color azul, de escote redondo y con tirantes gruesos; la falda le llegaba hasta los tobillos.

—Ma'— Anya le rodeó las mejillas con las manos —No estés triste— juntó la frente con la de ella —Sabes que el alfa te ama, solo que...— ni ella misma tenía la respuesta.

Ariangely amaba a Emre con todo su corazón, ella nunca había amado a alguien como lo amaba a él y aunque en el pasado sentía que su esposo pensaba lo mismo, su comportamiento le hizo ver su relación de una manera diferente.

Los alfas nunca se habían separado desde que ella tenía quince y él diecisiete. Emre no se llevaba bien con su manada, así que cuando la alfa se embarazó dos años después, ambos tuvieron la decisión de aventurarse en otro sitio.

Viajaron por semanas buscando un buen lugar para establecerse como manada, hasta que dieron con un bosque joven, en donde las manadas que había estaban en condiciones similares a ellos. Allí se quedaron y Ariangely tuvo a la primera camada: Avys, Anya y Marina; en ese mismo orden.

Ya después, pasaron tres años para tener a la segunda: Imri, Onil y Breilin; un año después, la tercera: Samuel y Aria.

Y ya los últimos fueron Cristal y Rem.

Tras veintinueve años juntos, era normal que su corazón se agrietara más y más por las actuaciones del alfa. No solo con ella, sino con todos los lobos. Se puede decir, que la alfa sufría el doble cuando Emre era indiferente con sus lobos.

—Alfa, aquí está lo que pidió— era momento de que partiera al punto del bosque en donde se unen los seis territorios. Los alfas escogieron ese sitio para compartir entre manadas.

—¿Por qué tardaron tanto?— cuestionó con una sonrisa, tomando una de las cajitas de dulces que mandó a preparar para la reunión —Uy, qué rico— la boca se le hacía baba al ver las galletas de mantequilla que tanto le encantaban.

—Fue más complicado de lo que cree— abucheó Enji —Tuvimos algunos problemas para conseguir las galletas de su marca favorita. La conozco, va y las escupía al notar un sabor diferente.

—Ay, claro que no, mi amor— tomó una cajita del montón —Me enteré de que Rem no ha comido nada en los últimos días, hazme el favor de llevarle esto— le pasó la caja de galletas —Déjalas al lado suyo, se las comerá desde que te vayas; no se podrá negar a sus galletas favoritas.

—Oiga, alfa, ¿y es necesario que vaya a esa reunión?— Avys le comentó el problema que significaba que fuera —Digo, usted es mucho para ellas.

—Por supuesto que es necesario— le dio un beso en la frente —Me tengo que enterar de lo que ocurre en las otras manadas, ¿y qué mejor que con las propias alfas?

—Al menos déjeme ir con usted, solo así me podré asegurar de que estará a salvo— eso fue lo que Avys le pidió —No confío en nadie que le pueda hacer daño.

—Hmm— miró a los lobos detrás de él, ellos traían las demás cajas —Es mal visto que lleve hombres a una reunión de alfas, pueden pensar que las estoy amenazando. Ese ambiente es solo para nosotras y nuestras acompañantes.

—Pero...

—Sé que los preocupo, pero no es la primera reunión que tengo con ellas. Descuiden.

—Al menos permítanos ayudarla con las galletas— la alfa se pasó con la cantidad, ellos transportaban veinte cajas —Mire, los chicos y yo nos quedaremos a la distancia, usted entrará al pabellón con sus acompañantes y nosotros la esperaremos afuera hasta que termine la reunión. Por favor, alfa, hágame caso.

—Ay, qué lío con ustedes. ¿Por qué de repente les preocupa tanto que me reúna con las otras alfas? Eso es raro— estaba difícil no sospechar de sus lobos —¿Qué está pasando? Dime ya.

—La amo, eso pasa— se llevó la mano al pecho —Con la frialdad que tiene el alfa, usted ahora mismo es la única que tenemos. Por eso nos preocupa que le ocurra algo.

Enji había preparado esa carta por si Ariangely se daba cuenta de sus intenciones. Ellos sabían que recurrir al tema del alfa, la pondría a pensar.

—Um— y lo consiguió. La suegris bajó la vista, sintiéndose horrible por lo que están pasando sus lobos. Le dolía que Emre los tratara así —Está bien, pueden ayudarme con las cajas, ¡pero hey! Manténganse de lejitos, ¿bien?

—¡Por supuesto!— la abrazó casi levantándola. Sin importar que lo que dijo, lo hizo para que cambiara de opinión, sus palabras eran ciertas. La alfa es de las personas más importantes que tiene —Usted es la mejor alfa de todas, ¿a qué sí?

—Ay, ¡ustedes no permiten que sea humilde!— también lo abrazó —Déjense de tantos halagos.

—¿Qué? ¿No le gustan?

—Me encantan, y ese es el problema.

—A un lado, Enji— uno de los lobos; Aris, hermano de Arissa, quien observaba a la distancia con un grupo de cajas en manos, las dejó en el suelo y se acercó al lobo y a la alfa; separándolo de ella —Mínimo, solo quieres a la alfa para ti— reclamó abrazándola en su lugar —Mucho cuidado, eh.

—¡Hey!— lo miró boquiabierto —¿Cuál es tu problema?

—¿Verdad que me prefiere a mí?— le preguntó a Ariangely con una sonrisa.

—Claro, eres mi favorito— le dio varias palmaditas en la cabeza.

—¿Cómo? ¿Y yo?— Enji se señaló con el dedo —¿Qué hay de mí?

—También eres mi favorito, obvio.

—Alfa, las cosas no funcionan así— reprochó Aris —Debe escoger un solo favorito.

—Ah, yo puedo hacer lo que quiera; todos son mis favoritos.

Ay, sí. Todos menos Elaine. A la alfa no le gusta nada, y ni siquiera se esfuerza en disimularlo.

Ariangely le mandó una caja de galletas a Rem, mientras que el resto la ayudó a transportar las demás. Las encargadas de servirle como acompañantes en su reunión fueron Anya, como siempre, Arissa y Zafiro. Ellas la asistirían en lo que necesitara de camino a la reunión y dentro de la misma.

El lugar al que se dirigían, se trataba de la única edificación como tal que había en el bosque. Este era un pabellón construido de madera, situado en un lugar que no le pertenecía a ninguna manada; conocido por ser el centro de los seis territorios.

El pabellón quedaba con vista al río. Ellas no usaban sillas, por lo que se sentaban en el suelo, alrededor de una mesa redonda, repleta de comida y bebidas. Cada alfa se encargaba de llevar algo en específico, y en el caso de Ariangely, ella eligió el postre.

A la vez que las lobas platicaban de la reunión, los lobos estaban atentos a su alrededor; observando a cualquiera que caminara cerca, para cerciorarse de que no le pasaran ningún «chisme» a su alfa.

—Bueno, hasta aquí llegan ustedes— les indicó Ariangely haciendo que sus lobas tomaran las cajas —Los patearé si me dan problemas— achicó los ojos. La suegris conocía lo peleoneros que eran sus lobos, siempre causando líos por ahí.

Los cinco lobos se miraron entre ellos con una mueca, no podían controlar la situación.

—Alfa, ¡no me identifico como hombre; soy una mujer en mi interior!— protestó Enji —¡Déjeme acompañarla!— estos lobos están más modernos de lo que creí.

—¿Pero qué mierda dices?— cuestionó Anya con los ojos grandes.

Ah, verdad, no había mencionado que esos dos tienen seis años como pareja. Tienen tres niños y todo; muy lindos, por cierto.

—Sí, no lo puedo ocultar más— cambió el tono de su voz por uno más femenino —Así que vamos, tenemos una reunión con las alfas— caminó, pero se volteó al ver que nadie lo seguía —¿Qué espera, alfa? Yo también la asistiré.

—Ma', adelántese— Anya caminó hacia él, agarrándolo del brazo —Mi amorcito y yo tenemos que hablar.

—Tal vez no me identifique como mujer, pero nos están discriminando con no dejarnos entrar— replicó mientras ella lo jaloneaba en dirección opuesta. Enji tuvo que retractarse con su identidad de género si no quería asumir las consecuencias con esposa —¡Es una injusticia, alfa!

—Sí, tenemos que hablar— concluyó llevándoselo.

Mejor quedarme con la suegris y ni narrar esa conversación, pero hey, ningunas greñas fueron jaladas en este capítulo... creo.

En el pabellón se encontraban cuatro alfas, la única que faltaba por llegar era Ariangely porque la alfa Cami, la mamá de Elaine, no iba a poder asistir. Dicen que cogió un resfriado, pero Ariangely tiene la teoría de que ella agenda citas para someterse a masajes estéticos en su forma humana, y que por eso no asistió a la reunión en esa ocasión.

Y qué bueno por la manera en la que concluyó el encuentro.

—¡Hola!— saludó la suegris al llegar. Sus asistentes sacaron las galletas de las cajas y las depositaron en bandejas. En la mesa redonda había carnes en grandes cantidades, refrescos y, ¿papas fritas? —Lo siento por la demora, pasa que mis lobos son bien intensos; no se me despegan— rió sentándose, observando a las cuatro lobas.

Yendo en el sentido de las manecillas del reloj, la loba a su derecha se trataba de Sahian (esposa del alfa Bodhi). Ella es una mujer solitaria, de cabello muy oscuro, lacio y por la cintura. A diferencia de las demás manadas, la suya era mucho más pequeña; todos los pertenecientes a la misma se trataban de sus hijos; ellos no eran de los que adoptaban otros lobos.

Esa gente sí que es bien estirada y cerrada, miran a todos con desprecio.

Pasando a la siguiente, estaba Cora (esposa del alfa Ayden). Esta alfa también posee el cabello oscuro, con ojos ámbares bastante llamativos y un cuerpo de complexión mediana. Su tipo de vestuario era particularmente tradicionalista; con una capa que cubría la parte superior de su vestido.

Ella usaba tres piedras rojas en la frente; formando un triángulo, y unas piedras más pequeñas en las esquinas de sus ojos. Ellos tenían costumbres propias que no les interesaba compartir con los del exterior.

Contrario a la manada de la alfa Sahian, su manada era la más grande del bosque. Había lobos suyos y adoptados.

Frente a la suegris estaba posicionada la todavía alfa Dahiana (esposa de Raviv); detalle bien incómodo, por cierto. La mujer era la más joven de la mesa, y a la que Ariangely y sus lobas consideraba más peligrosa por los choques que han tenido entre manadas.

Ella posee un cabello rubio y ondulado que le llega hasta los hombros, sus ojos son verdes opacos y todo el tiempo carga con una mirada amargada. La mujer es de alta estatura y complexión delgada, y bueno, despreciaba a la manada de mi suegris con todo su ser.

Y ya la cuarta en la mesa, y a mano izquierda de Ariangely; la alfa Bismar, esposa del alfa Jarib y de la que ya se habló.

Las asistentes se sentaron detrás de sus alfas, atentas a cualquier cosa que se presentara.

—Lamentablemente, la alfa Cami no podrá estar con nosotras— comentó la alfa Bismar —Qué triste, le quería preguntar por sus secretos para mantener una apariencia así de joven— le dio un sorbo a su vaso de refresco —¿Será que en su territorio guardan hierbas medicinales?

Ellas desaprobaban el consumo de alcohol en sus reuniones.

—Esa puede ser una buena razón por la que sean tan rigurosos con su territorio, no permiten que nadie entre sin permiso— contestó la alfa Cora tomando una de las galletas de Ariangely —Dime, Anya, ¿son las mismas galletas de siempre?

—Claro, ni más ni menos— sacó un muslo de la bandeja —¡Pero qué delicia!— la receta del pollo no podía resultarle más deliciosa —¿Quién trajo el pollo?

—Yo— respondió la alfa Dahiana con la cara seria.

Las lobas de mi manada, enseguida, levantaron las cejas tras su respuesta. Del lado de Ariangely, le dieron impulsos de escupir la carne con miedo a resultar envenenada, pero se contuvo.

—Oh— tragó con toda la pesadez del mundo —Sí, está muy buena.

—Amo la comida de la manada de la alfa Dahiana, ¿cómo es que son tan buenos cocinando?— elogió la alfa Bismar —¿Saben? Últimamente, mis lobos andan interesados en la ciudad, a cada rato andan trayendo comida todo rara. ¿Han probado el sushi? Sabe extraño, pero a ellos les encanta. Creo que es una comida refinada.

—¿Sushi?— cuestionaron todas.

Nota mental de Ariangely: pedirle a Imri que le compre sushi.

—No sé qué sea eso, pero el otro día, mis lobos me trajeron algo llamado «caviar»— contestó la alfa Sahian —Un plato bastante caro, por cierto, trabajan mucho para consentir a su alfa. ¿Qué les digo? Me aman demasiado.

Otra nota mental de Ariangely: pedirle a Imri que le compre caviar.

Sí, caviar.

Ay, que no se pase la suegris.

—Mis lobos nunca me han traído comida de la ciudad...— dijo la alfa Cora —Un segundo, ¿será que no me quieren?— volteó a mirar a sus lobas —Oigan, ¡¿por qué nunca me han traído sushi ni caviar?!

—Pues ni siquiera sabemos qué sea eso— respondió una de ellas.

—Ump— volvió a darle frente a las alfas —Total, somos gente de costumbres, no puedo ir por ahí comiendo cosas raras.

—Ujum— dijo Ariangely, dándole un traguito al refresco.

—Oye, por cierto, Cora. Escuché que tu manada se ha estado expandiendo por otros bosques— le dijo Bismar, detalle que captó la atención de la suegris y las otras alfas.

«Hasta que al fin dicen algo interesante», fue lo primero que pensó Ariangely.

—¿En serio? ¿Dónde escuchaste eso?— miró a varios lados, dejando notar su nerviosismo.

—Mis lobos oyeron a los tuyos decirlo, ¿lo vas a negar?

—Ustedes son muchos— comentó Ariangely —Su territorio debe estar al tope, es normal que prueben por otros horizontes. Aunque, está raro que mantengan sus movimientos en secreto.

—No estamos haciendo nada malo— masculló —Decidimos darles la noticia cuando tuviéramos éxito en la búsqueda de nuevas tierras.

—Puede que tengamos nuestros choques, pero nosotros seis somos como una familia— respondió la alfa Bismar —Todos iniciamos desde cero, y nos esforzamos por hacer de este bosque, un lugar hermoso para nuestros lobos. Llegará un punto en que nuestros territorios no serán suficiente, por lo que confío en que, como la familia que somos, no seamos egoístas si encontramos nuevos lugares. ¿Verdad, Cora?

—Claro...— fingió una sonrisa —Somos una familia.

—Ujum— volvió a decir Ariangely dando otro sorbito —Claro que somos una gran familia.

De un momento a otro, un ambiente pesado se posó sobre ellas. Todas se miraban unas a otras con sospecha.

Para alivio de Avys, las alfas no estaban enteradas de lo que hacía.

—Dime algo, Dahiana— le habló la alfa Sahian —¿Hasta cuándo permanecerás en tu puesto como alfa? Hace meses que debieron escoger un nuevo alfa después del engaño de Raviv.

—Ah, sobre eso— rodeó su vaso de refresco con las manos —En mi manada estamos en proceso de elección para un nuevo alfa, tenemos un par de candidatos.

—Entonces falta poco para que abandones tu puesto.

—No, no es así— sonrió —Me casaré con el que elijan como alfa. Después de todo, otra loba me ganó en eso de darle hijos a Raviv, por lo que no hay ningún vínculo que me ate a ese hombre— miró a Ariangely de reojo.

—Eso va en contra de nuestras costumbres— renegó Bismar —Te casaste con Raviv, el cual era el alfa de tu manada, no puedes casarte con el siguiente.

—Es cierto— secundó Cora —¿Haber sido mujer de dos alfas? Qué horror.

—Tsh, ¿y eso qué?— tal vez a Ariangely no le simpatizaba la gente del difunto Azar, pero la situación de Dahiana le daba lástima —Ese Raviv jugó con mi cachorra y su esposa al mismo tiempo, no es justo que la reprochen por querer con otro alfa lo que no pudo con el primero.

—Es admirable que opines eso— contestó Sahian —Tomando en cuenta que los de su manada no creen en la inocencia de la ojos bonitos.

Así le llaman a Cristal.

—Sí, estoy enterada de los comentarios que han dicho sobre mi cachorra— se llevó un puñado de papas fritas a la boca —¿Pero qué les digo? Las mentiras corren más rápido que la verdad, yo tampoco es que me sienta cómoda con que mis nietos vengan de un cobarde mentiroso.

—Y no solo que sean hijos de un cobarde, sino nietos del alfa que tu esposo asesinó— se burló Cora.

Su comentario intensificó la tensión en el ambiente. Ariangely detestaba hablar del incidente.

—¿Es verdad que Emre lo mató por tu culpa?— preguntó Bismar —Ustedes nunca han revelado cómo fue que sucedieron los hechos.

—¿Por qué tendría que ser por mi culpa?— lanzó una de esas sonrisas que reflejaban una emoción contraria a lo que sentía.

—Con todo respeto, pero para nadie es un secreto que tú, Ariangely, fuiste la responsable de la muerte de mi alfa— Dahiana se lo traía bien atorado —Por favor, deja de fingir que no le susurraste miles de cosas a tu esposo para que se pusiera en su contra.

—¿Pero qué se cree?— susurró Arissa. Ella iba a meterse, pero Zafiro la tomó del brazo.

—Veo que ustedes son unos expertos creando rumores— la suegris cogió un pescado de la bandeja —Ni modo, es lo único que pueden hacer.

—¿Qué estás insinuando?

—Si fue cierto, ya quisiera yo que mi Jarib actuara así, siendo capaz de asesinar a un alfa si se lo pido— comentó Bismar.

—Eso era antes, no creo que la cosa con Emre siga siendo la misma— la declaración de la alfa Sahian provocó que Ariangely dejara de comer, dejando lo que sobraba de pescado en la mesa —Estoy al tanto de la indiferencia del alfa con sus lobos y esposa.

—¿Disculpa?— arqueó la ceja. No se dio cuenta de cuándo fue que la conversación se volteó hacia donde ella.

—Oh, yo también estoy enterada de algo parecido— aseguró la alfa Bismar —Emre casi no habla con ustedes, no los mira y siempre mantiene distancia contigo y tus lobos. Para el hombre, son un cero; eres un cero.

—Cielos, qué horror— la alfa Cora se llevó la mano a la boca —No podría tolerar que mi Ayden me tratara así. ¿Eso quiere decir que... tu alfa ya no te ama, Anya?

Ante las miradas de todas, Ariangely se levantó, y dándole un fuerte golpe a la mesa, las observó con el ceño fruncido.

—¿Qué quieren que responda?— anteriormente había estado calmada, pero ellas le tocaron una fibra sensible —Mis asuntos con mi esposo no les incumben.

—¿Cómo no?— cuestionó Sihan —Los lobos dependen de sus alfas, tal vez su actitud sea la causa de por qué tus lobos se comportan así de insoportables.

—Y que no sigan tradiciones— secundo Bismar.

—También que no tengan costumbres— agregó Cora.

—Y que las lobas sean unas trepadoras— está de más decir quién dijo esto último.

Estaban las cuatro contra una.

—Ni hablar del incontrolable de Emre que se convirtió en un dolor de cabeza para todos, armando problemas por donde sea que pasa— continuó Sihan —Fue conveniente que Raviv le pusiera un «estate quieto». Así se tranquiliza por un par de días y deja de ser una desgracia para su manada.

—Alfa— Zafiro se levantó del suelo, con unas buenas ganas de caerle a bofetadas a la alfa Sihan en especial.

—Vaya, conque acaban de sacar las garras— Ariangely respiró profundo, no quería perder el control —Gracias por sus quejas, han sido recibidas y muy bien mandadas a la basura— miró a sus lobas —Cachorras, recojan las galletas, ellas no merecen mi aprecio— las lobas procedieron a guardar los dulces en las cajas —Vuelvo y repito, mis asuntos con mi alfa no les incumben y no son quien para criticar a mi manada.

»Tengan mucho cuidado de cómo se dirigen a mis lobos, tienen suerte de que seamos los lobos geniales, porque ustedes mismas son conscientes de lo que somos capaces cuando nos enojamos— dio media vuelta para abandonar el sitio, pero se paró a mitad de camino —Por cierto, Sihan— arrugó la frente —Nunca perdonaré que hayas hablado así de mi niño. Él es especial, por lo que jamás será una desgracia para mi manada; es mejor una fortaleza. «El incontrolable de Emre» como le llaman, es capaz de destrozar a cinco lobos tuyos si ni siquiera despeinarse, y eso que es un lobo menor.

»Les advierto no meterse con nosotros, es peligroso.

Por más que, por fuera, Ariangely luciera una expresión firme; en su interior lidiaba con un fuerte dolor en el pecho que, dentro de muy poco, no aguantaría más.

El camino de regreso a la manada fue silencioso, ni Zafiro ni Arissa encontraban la forma de platicar sobre lo que acabó de pasar. Aun cuando Anya les preguntó sobre el motivo por el cual se fueron tan rápido de la reunión, ellas no le contaron nada hasta que llegaron a su territorio y la alfa se marchó, antes pidiendo que la dejen a solas.

Enji y los demás lobos temían que le hayan contado sobre sus movimientos; temor que se disipó cuando se enteraron de lo que realmente sucedió.

«¿Eso quiere decir que... tu alfa ya no te ama, Anya?».

La pregunta retumbaba la mente de Ariangely una y otra vez. Ella entró a la cueva donde dormía con Emre, allí se quitó el vestido, para posteriormente cubrirse con una sábana de pies a cabeza. No dejaba de pensar en las preguntas de las alfas, y en el modo en que el problema con su esposo se había expandido por todo el bosque.

Era evidente que una realidad como esa no se podía ocultar por más tiempo.

Ella cerró los ojos, pese a que no tenía sueño. Estuvo así un par de horas hasta que sentir los pasos de Emre, la hizo abrirlos:

El hombre entró al sitio; se quitó la ropa y ya desnudo, acogió su forma original y se acostó al lado de ella, durmiéndose al cabo de un rato.

«Emre casi no habla con ustedes, no los mira y siempre mantiene distancia contigo y tus lobos. Para el hombre, son un cero; eres un cero».

—Emre— lo llamó en voz baja. Si ella no le dirigía la palabra, podía durar varios días sin escuchar su voz —Em...

—¿Sí?— adoptó su forma humanoide. Él se volteó frente a ella, atento a lo que tenía por decir.

—La última vez que escuché tu voz fue hace dos días, cuando sucedió lo de Rem— se encogió con las cejas bajas —¿Todo bien?

—Sí.

Esperaba que le dijera más.

—Hace rato, me reuní con las alfas. Creo que dejaré de verme con ellas por un tiempo.

—Haz lo que te haga sentir mejor.

«¿No me va a preguntar por qué?».

«Para el hombre, son un cero; eres un cero».

—Oye, dime algo, ¿del uno al diez, qué soy para ti?— Ariangely no le quería prestar atención a las palabras de las alfas, pero no podía evitarlo.

Tal vez porque era lo mismo que sentía.

—Un millón— se volvió a transformar luego de decir eso.

Lo que dijo no fue suficiente. Ella quería que la mirara y le prestara atención, de haberlo hecho se hubiera dado cuenta de que no se sentía bien; probablemente no se hubiera dormido a la primera.

La alfa lo tenía cerca y a la vez lejos; sentía frío.

En los días siguientes, los lobos notaron una conducta anormal en Ariangely. Todos concordaban en que la reunión con las alfas fue el inicio de su desánimo.

La mujer comía poco, para nada sonreía, pese a que todo el mundo sabe que se caracteriza por eso, y se la pasaba todo el día tirada entre los arbustos.

«¿Y qué tal si solo me mantiene a su lado por capricho?», llegó a esa conclusión el día previo al «día de quiebre».

Si recapitulamos, estamos días antes de que Emre se llevara a mi bebé, le pidiera perdón a Imri, yo conociera la otra cara de Avys, que el suegris atacara la manada de Jarib y varias cosas más.

Para mí, esa semana fue un poco pesada porque me dediqué a limpiar mi vieja casa, tuve que viajar a la universidad y retirarme de la carrera, además de que lidié con la idea de decírselo a mi papá. Ahora bien, para Ariangely, esa semana fue una de las peores.

Después de reunirse con las alfas, la mujer fue acumulando un montón de emociones que no exteriorizaba.

Su rutina antes del día de quiebre era la que mencioné antes: despertaba, no comía lo suficiente, no tenía ganas de sonreír, paraba tirada en la grama todo el día y ya en la noche se iba a dormir, no sin antes mirar a su esposo con tristeza.

Luego de pensar una y otra vez en las palabras de las alfas, Ariangely decidió poner fin a su calvario, queriendo dar respuesta a la pregunta de si en serio Emre había dejado de amarla y si ya no le importaba.

***

Estaba de noche.

Faltaba un par de horas para que Emre viniera a dormir, por lo que Ariangely tenía ese tiempo para alistarse.

Lo primero que hizo fue echarse la colonia favorita de su esposo en todo el cuerpo. Luego, se peinó el cabello poniéndose el broche que le regaló cuando se casaron: uno con un rubí en medio de varias piedras blancas.

Ariangely se maquilló en el espejo, pintándose los labios de un color rojo intenso. Además, se puso una lencería negra que, aunque no fuera tan sensual como las que venden en Internet, le sumaba muchos puntos a su favor.

Su plan era conseguir que la viera, por lo que cada prenda usada le serviría para su propósito.

Por encima la cubría una bata rosa de esas que se amarran en la cintura.

—Si con esto no me robo tu atención, es definitivo: se te murió el amor por mí— comentó mirándose en el espejo. Ella usaba la bata cerrada en espera de que su esposo entrara.

El corazón de la alfa comenzó a latir fuerte cuando sintió la presencia de Emre. En lo que él entraba a la cueva con la mirada baja, ella se desataba los listones de la bata, abriéndola para lucir su cuerpo frente a los ojos de su esposo.

Él también cumplía una rutina, luego de un largo día sin mucho esfuerzo, entraba a su lugar de reposo en modo automático:

Emre se quitó el abrigo, luego la camiseta, y se dejó los pantalones. Esa noche, él tenía en mente amanecer en su forma humanoide porque quería hacer un experimento.

Debía probar qué tanto podía resistir la transformación.

Para pesar de su esposa, él entró sin fijarse en ningún cambio en ella. Emre se tiró al conjunto de colchas, donde cerró los ojos sin dirigirle la palabra.

Ariangely que estaba sentada y esperaba que no fuera cierto lo que su corazón le dictaba constantemente sobre su relación, lo miraba con los ojos llenos de lágrimas y los labios tambaleantes.

Sin importar su esfuerzo, el alfa no se dio cuenta de nada; pasaba de ella sin ningún problema.

Ella lo seguía amando con la misma intensidad de antes, y el suponer que Emre no hacía lo mismo, le destrozaba el corazón en miles de pedazos.

«¿Por qué la ignoraba? ¿Por qué era frío con ella?».

—E-Emre...— titubeó con un gran nudo en la garganta.

No pudo aguantarlo más.

El hombre desde que la escuchó, abrió los ojos y se sentó al instante, confundido por el tono de su voz.

—¿Qué pasa?— se acercó a ella.

Aunque ya era demasiado tarde para que sus lágrimas volvieran atrás.

—Tú... ¿me odias?— cuestionó sacándose el broche del cabello, provocando que se deshiciera el moño y su pelo cayera a lo largo de su espalda —¿Ya no me quieres?— sonó la nariz, limpiándose el labial con el brazo.

—¿Qué?

—Es que... siento que me he vuelto invisible para ti. Tú ya no me miras, no me hablas... Ya no te parezco interesante— sonó la nariz —E-Es como si hubieras dejado de amarme y no sé por qué. ¡¿Qué hice, Emre?!— se llevó la mano al pecho.

Ahí fue cuando el hombre por fin la vio. Hace mucho que él no se había detenido a observar el efecto de sus acciones: desde las lágrimas que se deslizaban por sus mejillas, hasta el sonido de su respiración agitada, Emre lo tuvo claro.

Estaba lastimando a la persona que amaba.

—Ariangely...— pronunció en voz baja.

Quería que ella pasara de él, pero no se detuvo a pensar en el dolor que le ocasionaba en el intento, el cual era más fuerte que el que sufriría en el futuro.

Era deseo de Emre evitarlo, pero la lastimaba más su manera de hacerlo.

—He hecho de todo para entenderte, pero no puedo— se estrujó los ojos —Y-Yo te extraño, Emre. ¡Te extraño!, extraño tus besos, abrazos, extraño tus «te amo»— dijo llorando —Estoy cansada de fingir que todo está bien cuando no lo está, ¡tú no lo estás!

»Hace meses, cuando me fui del bosque y me buscaste en casa de Lúa, creí que las cosas cambiarían y que serías el Emre de antes, pero me equivoqué. Creo que tus palabras no pudieron sonar más vacías, ¡eso es lo que siento!— las lágrimas no dejaban de bajar por su rostro —Si dejaste de amarme, entonces dímelo ya y deja de torturarme, cre-creo que es lo mínimo que me merezco después de veintinueve años juntos. ¡Solo quiero que sepas que he sido muy feliz contigo!

—Por favor, no llores. No es así, nunca dejaría de amarte— trató de tocarla, pero ella retrocedió —Ariangely...

—Sabes que soy del tipo de persona que necesita cariño para sentirse amada, pero ni siquiera te importa. ¡¿Qué no te das cuenta de que tu desprecio me destruye por dentro?!— los ojos de Emre se inundaron de lágrimas al escucharla —¡No me importa cómo funcionen las demás personas!, yo para funcionar necesito abrazos, ¡besos! ¡Necesito todo el contacto físico del mundo para sentirme llena, pero me has negado eso aun sabiéndolo y todavía dices que me amas! ¡¿Qué clase de amor es ese?!

»Yo... estoy cansada, Emre— se pasó las manos por los ojos —¡Mírame por lo que más quieras! Estoy frente a ti, yo... ¡Yo existo, Emre! ¡Deja de fingir que no!

Ariangely se cerró la bata mientras lloraba. Lo único que había quedado de horas preparándose, era el aroma de una colonia que le traía viejos recuerdos.

Viejos y felices recuerdos.

»Eres frío conmigo y nuestros lobos. Ellos también sufren por no tenerte cerca, nada más mira lo que te dijo Rem, lo cual no es ni la mitad de lo que piensan todos.

»Respóndeme algo, ¿tú... nos estás castigando? ¿Eso pasa? ¡Al menos dímelo para poder remediarlo, porque no sabemos qué hacer! ¡Dime, Emre! ¡¿Qué tengo que hacer para que vuelvas a estar vivo?! Para que vuelvas a sonreír como antes, para que nos quieras como antes, ¡para que volvamos a ser tu familia! ¡¿Qué tenemos que hacer?! Prometo que si lo dices, ha-haré todo lo posible para que sea así, ¡al menos haré el intento!

»¿Crees que merezco tu desamor? ¿Qué Rem merece no haber compartido sus últimos años de adolescencia contigo? ¡¿Que Imri sufra porque le aplicas la ley del hielo?! ¡¿Crees que todos no merecen tener un alfa en quien apoyarse y los defienda?!

»Ahora mismo somos la manada más vulnerable, ¡sé que todos se deben estar burlando de nosotros porque nuestro alfa no nos quiere!, estamos más desprotegidos que nunca, ¡yo sola no le puedo hacer frente a todos!

»Estoy harta, estoy cansada, ¡estoy triste!

Sin enunciar palabras, él se volvió a acercar a ella. En esa segunda ocasión, Ariangely lo aceptó, llorando mientras que Emre la abrazaba.

»¿Por qué no puedes ser tú? ¡¿Por qué?!— acurrucó la cabeza en su pecho —Te extraño, te extraño mucho. ¿Cuándo fue la última vez que me dijiste «te amo»? Ya ni lo recuerdo. ¿Qué yo hice, Emre?

—No has hecho nada— respondió con lágrimas cayendo por sus mejillas —N-Ninguno de ustedes ha hecho nada.

Era momento de cortar su plan. No iba a poder soportar volver a ver a Ariangely llorándole de nuevo, todo por su culpa.

—¿Entonces por qué nos tratas así?

—Perdóname— sonó la nariz —Perdóname por todo— le acarició el cabello —He sido cruel con ustedes, ¿verdad?

Y lo peor es que ni le funcionó. Lo único que hizo fue fortalecer el vínculo que quería romper en primer lugar.

Siendo frío con su familia, hizo que ellos lo quisieran más cerca, añorando un futuro en el que volviera a ser el mismo de antes.

—¡Mucho!— lo abrazó más fuerte —Has sido malo con nosotros sin un motivo aparente— levantó la mirada, sus mejillas se encontraban ruborizadas de tanto llorar —Nosotros te amamos, pero pareciera que tú no. Al menos si nos dijeras el motivo de tu tristeza podríamos encontrar soluciones, pero ni eso, solo te alejaste.

Él no era el único que sufría, sino toda su familia. No fue hasta que Ariangely le expresó todo lo que guardaba su corazón que él entró en razón:

Su plan era el incorrecto. No podía continuar teniendo a su mujer destrozada, y a sus lobos por igual.

Bien que le había dado mente a las palabras de Rem, el que su esposa también le recriminara, terminó por crear los cimientos de su cambio de opinión.

—Ya, no llores— le besó la frente —Me he portado muy mal con ustedes, es momento de remediar mi error— secó las lágrimas de sus ojos —No te puedo asegurar que sea el mismo yo de antes, pero pondré mi mejor esfuerzo para ser el alfa que se merecen— rozó la punta de su nariz con la de ella, para luego plasmarle un beso en los labios —Para ser el hombre que mereces.

—¿En serio?— le coloco las manos en las mejillas —¿Ya no vas a ser indiferente con nosotros?

—Te amo— volvió a besarla —Primero lo primero— Emre la cargó para que ambos se acostaran. Él se situó frente a Ariangely, abrazándola fuerte, mientras que ella se refugiaba en sus brazos —Empezaré con decirte todos los «te amo» que te debo.

—¿Hasta que me duerma?

—Incluso hasta después de dormirte— sonrió colocándole un mechón de pelo detrás de la oreja —Te amo.

—Emre, eso de que ya no actuarás frío con nosotros, ¿también aplica para Imri?

Ariangely resaltaba más a Imri, porque a él no lo volteaba a ver ni por accidente. Al menos a los otros los saludaba de vez en cuando.

—Con él en especial— lanzó un suspiro —Todos tendrán a su alfa de vuelta, lo prometo.

—Ump— sus palabras la llenaban de esperanza —Ahora sí, continúa diciendo que me amas— cerró los ojos con una sonrisa en los labios.

Cada cinco minutos, Emre le volvía a decir «te amo», esto mientras todavía permanecían abrazados. Ariangely se durmió al cabo de un rato, ella tenía la cabeza apoyada en su hombro, mientras que el alfa no dejaba de observar las estrellas.

Como estaba bocarriba, el camino de sangre proveniente de su nariz, bajaba por el costado de su mejilla. Él se la limpiaba con la misma naturalidad de siempre, a la vez que observaba a su esposa con dolor en sus ojos.

Su experimento le brindó un resultado: su transformación cada día le resultaba más insostenible.

.

.

.

.

Espero que te haya gustado el capítulo :D

Y bueno, aquí está la respuesta de por qué el cambio en Emre. 

Por fin se les dio cámara a las otras alfas, ¿qué te parecieron? Bismar, Sihan, Cora y Dahiana :P

El nombre de la alfa Sihan se pronuncia tal y como se lee, sin acento ni nada (se pronuncia como Cyan).

Muchas cositas pasaron en el cap jiji 3:)

¿Teorías?

¿Impresiones?

¿Opiniones?

Dale a la estrella (esta vez es oblitatorio: duré tres días escribiendo este capítulo >:u ,)  y no olvides recomendar la historia 0:D

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Isandy_ds




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