Contigo, siempre | Mi Luz (li...

Av Gisse_Astrada

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Emily Becker, por mucho que le ha costado deja su oscuro pasado atrás. Sin querer relacionarse con nadie del... Mer

Dato.
Analepsis.
Cap. 1- Recuerdos.
Cap. 2- Llamada.
Cap. 3- Noticia.
Cap. 4- Sentimientos.
Cap. 6- Dolor.
cap. 7- Una oportunidad.
Cap. 8- Juntos.
Cap. 9- Contigo.
Cap. 10- Confesiones.
Cap. 11- De tu mano.
Cap. 12- Confesiones de un alma herida.
Cap. 13- Calma.
Cap. 14- Recuerdos de un alma herida.
Cap. 15- Demonios.
Cap. 16- Te amo.
Cap. 17- Fantasma.
Cap. 18- Confesión.
Cap. 19- Todo por ti.
Cap. 20- Contacto.
Cap. 21- Algo más.
Cap. 22- Dimitry.
Cap. 23- Sueños rotos.
Cap. 24- Tal vez.
Cap. 25- Propuesta.
Cap. 26- Para siempre.
Cap. 27- Sentimientos encontrados.
Capítulo especial - Fiesta universitaria.
Cap.28- Cena.
Cap.29- Verdad.
Cap. 30- Papá.
Cap. 31- Catarsis.
Cap. 32- Cartas del pasado.
Cap. 33- Oportunidades.
Cap. 34- Caos.
Cap. 35- Dejar ir lo que nunca fue.

Cap. 5- Coincidencia.

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Av Gisse_Astrada

Patrick avanzó un par de pasos lejos de su hermano y marcando el número de la casa, se llevó el aparato a su oído y en el segundo tono una Diana, muy preocupada, contestaba. 

—Patrick, por favor, dime qué Sophie, y su embarazo se encuentran bien. —Pidió muy nerviosa y no era para menos. 

—Tranquila, Diana. Todo está bien ahora. —Tranquilizó Patrick y fue evidente el suspiro tras la línea. 

—Pero dime, muchacho ¿Cómo se encuentra ella? —preguntó apresuradamente Diana. 

—Por favor, quisiera que primero tomes asiento antes de contarte todo. —pidió a modo de precaución. No quería causarle una gran impresión a la mujer que era ya mayor. 

—Ok. Ok, muchacho —parecía que había acatado su pedido sin peros—. Ya estoy sentada, ahora dime. 

—Bien. Ehm… bueno, Sophie rompió bolsa una vez llegamos al hospital… —pudo Patrick escuchar la impresión en la voz de Diana, sin siquiera emitir palabras, tal cual supuso— tuvo un parto prematuro, pero todo salió bien y las gemelas ya nacieron —Patrick esperó por una respuesta que no llegó y que lo hizo fruncir el cejo— ¿Diana? Dime, por favor que no te has desmayado. —intentó bromear pero aún así sonaba un poco preocupado. 

—¿Nacieron? —logró pronunciar Diana, un tanto nerviosa. 

—¡Si, Diana! Ellas nacieron. Mis sobrinas son unas guerreras. —comentó Patrick feliz por ello y queriendo transmitirle esa energía a la mujer. 

—¡Ahhh! ¡Estoy feliz muchacho! ¡Muy feliz! —dijo Diana con la emoción grabada en sus palabras y su voz, y podía jurar que estaba dando pequeños saltitos de la dicha— Dime qué podremos ir a verla —pidió—. Los niños están preguntando por ella. Por todos. Y no he querido decirles nada todavía hasta que no llamaran primero. Y estoy segura que ambos querrán ir a verlas apenas les cuente. 

—Sí, Diana. Puedes traerlos y contarles que ya tienen un par de hermanitas que consentir —mencionó Patrick con diversión imaginando el momento—. Estoy seguro que a Sophie, le agradará la visita de todos. 

—Ok, Patrick. Le diré a Víctor que nos lleve —dijo Diana mostrándose complacida de poder ir—. Y otra cosa más, muchacho. 

—Dime, Diana. 

—La señora Imelda, ha preguntado por el estado de Sophie. Le he dicho que no tenía noticias, pero, ¿Quieres que le diga algo? Se veía algo preocupada. —Dijo Diana y no pudo evitar la mueca en su rostro al decirlo. 

—Culpable, mejor dicho, Diana —respondió mordaz y sin ocultar el desagrado que empezaba a sentir por su tía—. No le digas absolutamente nada. Ya Thomas hablará con ella, ¿De acuerdo? 

—Sí, muchacho. Solo quería que lo supieras. 

—Bien, Diana, los veo luego. —dijo dando por finalizada la llamada y sin poder ocultar la molestia por eso último. 

Suspiró sonoramente y guardó nuevamente el móvil en el bolsillo de su pantalón. Muchas cosas por el día de hoy. Solo Dios sabía cómo terminaría el día para él y recién comenzaba la noche. 

Se encaminó hacia la sala de espera, para juntarse con Thomas, pero para su sorpresa, él ya no estaba allí. Dedujo inmediatamente en dónde podría llegar a estar. Pidió indicaciones a una enfermera y sin problemas, pudo llegar hasta la sala de los recién nacidos. Allí, frente al cristal un emocionado Thomas, observaba con detenimiento hacia el interior. 

No pudo evitar el nudo que se formó en su estómago subiendo hasta llegar a su garganta. Esa imagen frente suyo pudo haber sido él, hace casi cinco años. Pero esa dicha se le fue negada, arrebatada y siempre se culparía por ello. 

Apartando aquella sensación de su pecho, recompuso su postura y a paso firme caminó hacia su hermano. 

—No puedo ver bien sus caritas desde aquí, pero puedo asegurar de que son preciosas —dijo Patrick, palmeando la espalda de Thomas y mirando en la misma dirección que su hermano—. Por cierto, ¡Felicitaciones, papá! 

Thomas sonrió y Patrick, pudo darse cuenta de las emociones que su hermano intentaba apartar de sus ojos en ese instante. Sí, Thomas estaba sensible y no era para menos. Lo comprendía. 

—Gracias, Pack. 

—Ya avisé a casa —comunicó Patrick—. Diana me preguntó sí podía traer a los niños para que conozcan a sus hermanas. Le dije que no había problema, así qué llegarán en cualquier momento —y con voz neutra, añadió—. También me dijo que nuestra tía preguntó por el estado de Sophie —Thomas endureció el gesto ante esa mención y no pasó desapercibido por Patrick—. Sí, lo sé. Algo escuché de esa discusión. Solo quiero que me saques de ese error que maquiné en mi cabeza.  

Patrick miró a Thomas, en la espera de una respuesta negativa. Pero la mirada de Thomas, más la presión que hacía en su mandíbula, conteniéndose, le confirmó todo. 

—¡Mierda! —expresó más que furioso— ¿Qué vas a hacer? Dudo que vayas a quedarte de brazos cruzados. 

—Para empezar la quiero lejos de mí familia. No quiero volver a verla —enumeró Thomas, calculador— Ese poder que tiene en los negocios del viñedo, voy a quitárselo. Mejor dicho, ella me los entregará. Regresará a su casa en Francia con una pensión que le daré por mes. Solo tendrá eso. Todo lo que por años presumió; los lujos, los viajes, su posición de dama, ya no tendrá nada de eso. Por lo que ocasionó, debería mandarla a prisión, pero eso no cambiará el pasado. Quiero que al final del día sepa que lo ha perdido todo. 

—No voy a decir que es precipitado lo que piensas hacer. Es más que justo. Tienes mi apoyo y estoy seguro que el de Polette, también. —apoyó Patrick, como siempre. 

—Gracias. Por cierto, llegarán esta noche. Tengo mucho que confesarle. —dijo haciendo referencia a Polette y la historia que inventaron sobre la muerte de sus padres. 

—Ella lo comprenderá. Se enojará, eso sí, pero estoy seguro que nos perdonará, a los dos. —dijo Patrick, optimista. 

—Eso quiero. —suspiró Thomas en acuerdo a sus palabras. 

                                           ✯✯✯ 

Después de la llamada de Sophie, y saber al final el sexo de los bebés, Emily, con ayuda de Giovanna, terminaron el resto de los quehaceres de la residencia, devorando en el proceso: el kilo de helado. 

Pronto la noche comenzaría a caer y antes de que se le hiciese tarde, se preparó para ir a su trabajo. Era viernes, y sería una noche movida como solía ser en Londres. El lugar seguramente se llenaría de mucha gente, como casi siempre. 

Antes de cruzar la puerta, el teléfono comenzó a sonar insistente. ¡Ahg! Debía llegar puntual a su trabajo y ya casi eran las 19:00 horas. Pensó en ignorarlo y salir de una buena vez para no perder más tiempo, pero una pequeña vocecita la hizo regresar y contestar la llamada antes de que quién sea, colgara. 

—¿Diga? 

—Emily, que bueno que contestas —la voz nerviosa de Thomas, la hizo erguir su cuerpo, dado que se encontraba apoyada contra la pared y prestar suma atención a lo que diría—. Debo informarte de algo. 

—¿Qué cosa? —Emily sintió algo en su pecho al hacer la pregunta y automáticamente pensó en Sophie— ¿Todo bien con Sophie y las bebés? —el suspiro tras la línea le hizo pensar lo peor— ¿Thomas? 

—Tranquila, Emily. Todo está bien —había algo en su voz que no la dejaba del todo tranquila—. Pero quería que supieras que a Sophie se le adelantó el parto y las bebés ya nacieron. 

—¿Cómo dices? —preguntó con voz calma aunque por dentro no lo estuviera en absoluto— ¿Cómo qué se le adelantó el parto? Me llamaron hoy para anunciarnos el sexo de los bebés y dijeron que todo iba bien con el embarazo. ¿Qué pasó? ¿Por qué se le adelantó el parto? ¡Te exijo que me lo digas! Sophie es una hermana para mí, lo sabes. Dímelo ¿Qué pasó con ella?. 

Emily no pudo evitar que la voz le temblara presa del miedo y Thomas, no quería entrar en detalles a través de una llamada. 

—Hubo un problema que estresó a Sophie, ¿Bien? No quisiera decírtelo por teléfono, no me parece apropiado. Puedes venir mañana a visitarla. —intentó Thomas convencerla. 

—No. Iré en este preciso instante para allá. —Contradijo muy segura. Poco le importaba su trabajo en ese momento. 

—Llegarás muy tarde. Porque no mejor esperas y llegas por la mañana. Sophie y las niñas están bien, puedo asegurarlo. —Intentó Thomas, una vez más de convencerla aunque fuera en vano. 

—Mira Thomas, no me harás cambiar de opinión, no importa lo que digas. Dije que iría ahora mismo y no me importa llegar tarde —suspiró Emil, tratando de tranquilizarse—. A eso de la medianoche estaré llegando. —avisó 

—De acuerdo. Te esperamos aquí. —se resignó Thomas. 

—Bien. Nos vemos y cuida de mi amiga. —pidió. 

—Con la vida —esa afirmación la hizo sonreír—. Adiós, Emm. 

—Adiós, Thomas —y una vez finalizó la llamada, realizó otra automáticamente—. Hola, Clarice. Escucha, ¿ehm?… no podré ir a trabajar esta noche. Creo que por todo el fin de semana, lo siento. Sucedió algo importante y debo viajar. —dijo Emily sin detenerse una vez le respondieron la llamada. 

—¡Wow! Espera un poco mujer, habla más despacio. ¿Qué sucedió para que no vengas a trabajar por todo el fin de semana? —le cuestionaron sin comprender bien el porqué de su pedido. Emily suspiró y trató de tranquilizarse un poco. 

—Una muy amiga mía, tuvo un parto prematuro y la verdad es que estoy muy preocupada por ella y quisiera poder ir a verla. —explicó Emily, mordiendo la uña de su pulgar como mal hábito de su nerviosismo. 

—Pero, ¿Todo está bien con tu amiga? 

—Sí, me dijeron que estaba bien, pero si no lo compruebo yo misma no podré estar tranquila. Solo quería que supieras que no podré cumplir con el trabajo. 

—¡Oh, querida! Yo soy madre también y te comprendo muy bien. Puedes ir tranquila, solo que algunos aquí se van a decepcionar de que no te presentes éste fin de semana. Quieren verte en el escenario. 

—Lo compensaré el próximo fin de semana —sonrió Emily, agradecida—. Les daré el mejor show al que han ido. Lo juro. 

—Eso lo sé muy bien. Siempre te superas. Si no fuera porque te gustan las leyes y todo eso, te aseguro que te iría muy bien en lo que haces aquí. Pero bueno, no te hago perder más tiempo ¿sí? Luego me avisas si todo está en orden. 

—Muchas gracias, Clarice; eres un sol. Yo te aviso, nos vemos. 

—Adiós, querida. 

Emily cortó la llamada y rápidamente comenzó a preparar una pequeña maleta para los dos días que se quedaría en los viñedos.  

«—Los viñedos.» —recordó Emily aquellos días con añoranza. Había echado de menos, no solo el lugar, si no su gente, por no mencionar a uno en especial y al que volvería a ver sin dudas. 

En un pequeño papel dejó una nota para Giovanna, que en ese momento no se encontraba, diciéndole lo que había sucedido y que la vería el lunes, seguramente ya en clases. 

Tomó sus llaves, su maleta y saliendo del cuarto de residencia, se cruzó a su amigo en los pasillos. 

—¿A dónde vas con esa maleta, rubia? —Cuestionó con su ceño fruncido y caminó junto a ella al ver que Emily no tenía la intención de detenerse. 

—A tomar un taxi o tal vez el tren, necesito volver al pueblo, a los viñedos. —especificó. 

—Espera un momento —la detuvo su amigo sin entender—. ¿Por qué razón te vas? ¿Y tú trabajo qué? 

—Sigue caminando —instó jalando del brazo de su amigo para que avanzara—, la verdad es que no quiero perder más tiempo. Mira Ashton, mi amiga, Sophie, tuvo un parto prematuro y estoy muy preocupada por ella y aunque me hayan dicho que se encuentra bien ella y las bebés, no puedo quedarme aquí así como si nada. —Explicó al tiempo que lo expresaba con sus manos. 

—Wow… entonces, ¿ehm?… ¡Felicidades! ¡Ya eres tía! —Felicitó su amigo.  

—¡Sí! Tienes razón, ya soy tía. Y seré una muy consentidora. —Manifestó verdaderamente feliz. 

—Oye rubia, ¿Y qué tal si te llevo? —propuso y Emily, lo observó totalmente sorprendida— Un taxi va a costarte una fortuna y un tren vaya a saber a qué hora saldrá uno para allá. Yo tengo auto, estoy disponible y no tengo nada interesante que hacer este fin de semana. Aparte quisiera conocer ese lugar del qué tanto hablas, ¿Qué dices? —propuso Ashton sonriente. 

—Que me has caído del cielo, Ashton —dijo Emily, feliz y abrazó a su amigo en agradecimiento—. Y ya que estamos, vamos por regalos. 

—¡Oh, sí! —concordó Ashton— Vamos por mi auto. —Dijo una vez salieron de la residencia y caminaron sólo unos cuantos metros hasta llegar al vehículo estacionado. 

—¿Ashton? —llamó Emily por su nombre—. Amo tu auto. —Confesó al tiempo que paseaba su mano sobre el capó del mismo. 

—Eso lo sé —presumió su amigo—. Siempre lo dices. Ya súbete. —Pidió divertido. 

—Pero no lo digo solo por decir —dijo una vez se ubicaron en sus asientos y colocó su cinturón de seguridad—. Es un clásico. Ya casi ni se ven y este está bien conservado. 

—¿Llamaste a Eleanor, vieja? —Dramatizó su amigo poniendo el vehículo en marcha. Emily puso sus ojos en blanco. 

—¿Cómo crees? —dijo Emily fingiendo ofenderse— Ella es preciosa. 

—Lo sé, cariño, es un Mustang

Ambos rieron por ello. 

Al cabo de unos quince minutos, Ashton apagó su vehículo en el estacionamiento de uno de los shopping más concurridos, y sin querer perder más tiempo, recorrieron la mayor cantidad de tiendas de ropas para bebés. 

Cada prenda rosa ponían a Emily, sentimental, imaginando como se verían sus sobrinitas con ellas puestas. Ashton, también iba viendo y lo que parecía gustarle a la rubia, lo colocaba dentro del canasto de compras.  

—¿Por qué alzaste eso? —Cuestionó Emily, mirando el canasto casi lleno. 

—Porque a ti te gustó, por eso. —Respondió Ashton y elevó sus hombros con simpleza. 

—¿Pero ya viste el precio? —dijo Emily y sujetó la etiqueta exhibiendo su precio— No puedo pagar esa cantidad. 

—Pero yo si. 

—No voy a dejar que pagues —frunció Emily, su ceño—. Ya bastante haces con llevarme. 

—No me cuesta nada y llevarte no es problema. Aparte es el dinero de mi padre, al menos está vez quiero gastarlo en algo que sí vale la pena. Llevaremos todo, ¡ah! y un par de globos rosas, ¿Te parece? 

—Ni quién pueda contigo. —Se resignó, Emily. 

—Estos están lindos, ¿Qué dices? —Dijo Ashton y se acercó a unos globos en forma de corazón y otros que tenían la imagen de bebés. 

—Están lindos. —Concordó Emily, mientras abrazaba un peluche solo para asegurarse que fueran lo suficientemente esponjosos. 

—Lo llevaremos. —Dijo y sujetó un par de globos al mismo tiempo que otra mano se aferraba al mismo globo. 

—¡Ey! ¡Yo los vi primero! —Protestó la otra persona. 

—¡Claro que no! ¡Son míos! —Batalló Ashton, contra la intrusa. 

—¿Por qué no eliges otros? —Atacó. 

—Porque estos son los que me gustaron. Elige tu otros. –rebatió Ashton como niño pequeño. 

– ¿Qué sucede aquí? —Cuestionó Emily, acercándose con peluche en mano, para saber qué sucedía. 

—No me quiere dar los globos. —Acusó Ashton como si Emily fuera su madre. 

—Ashton, ya... —Emily detuvo sus palabras al darse cuenta a quien tenía enfrente– ¿Polette?   

—¿Emily? 

Ambas mujeres se miraron asombradas y tras un pequeño grito, se abrazaron. 

—¿Vienes por regalos para las gemelas? —Cuestionó Polette, sonriente. 

—Así es, y supongo que tú igual. 

—Sí. Estoy feliz por la noticia, aunque también algo preocupada. —Manifestó. 

—Estoy en las mismas que tú —un carraspeó de Ashton llamó la atención de ambas—. Por cierto, te presento a Ashton, un amigo y compañero de clases; Ashton, ella es Polette, es cuñada de Sophie y también amiga mía. 

—Un placer. —Sonrió Ashton y extendió su mano y Polette la estrechó. 

—Igual. 

—Vamos a pagar así no se nos hace tarde para ir. —Dijo Emily y ambos estuvieron de acuerdo. 

Y como Ashton le había mencionado antes, no dejó que Emily pagará absolutamente nada, más allá de las protestas de la rubia, él hizo oídos sordos. 

Una vez fuera del lugar y siendo tan obvio, Polette se sumó con ellos para viajar con destino a los viñedos.  

La mala impresión que Ashton y Polette habían tenido en un principio comenzó a difuminarse a medida que los kilómetros avanzaban y ya solo había lugar para las risas y buenas vibras; comprobando así qué no se puede juzgar a la primera. 

                                             ✯✯✯ 

En la entrada del hospital esperaba la llegada de los mellizos y de Diana, que vendría junto a Víctor. No faltaba mucho para eso. 

Caminó de un lado a otro, sacando de su bolsillo un paquete de cigarrillos y llevó uno a su boca, y antes de que el fuego hiciera contacto, desechó la idea por completo. Ese era un muy mal hábito que se esforzaba por dejar, pero que en momentos de estrés, lo incitaba a fumar. 

Guardó el paquete nuevamente en su bolsillo cuando vislumbró el auto de Víctor. Del interior como correcaminos, bajaron sus sobrinos y luego lo hicieron los adultos. 

Los mellizos se abrazaron a él, acribillándolo con preguntas sobre Sophie y las bebés. Riendo, les contó que eran hermosas como su madre  y si querían asegurarse de lo que él decía, que debían pasar a verlas. Y con lo último dicho, no se hicieron de rogar y así pronto estaban frente a la habitación de Sophie. 

—¡Hola, hola! —Saludó un muy animado Patrick, entrando a la habitación y tras él, le siguieron el alboroto de los mellizos y Diana, junto a Víctor. 

—¡Woww! ¡Son preciosas! —dijo Annette con voz cantarina y llegando en un segundo al lado de su padre y de Sophie– ¡Alex, míralas! 

—Son muy pequeñas —observó Alex— ¿Ya tienen nombre, Sophie? 

—Sí. Les presento a su hermanita, Olivia —señaló la bebé que Thomas tenía en brazos plácidamente dormida después de haberle dado el pecho— y a su otra hermanita, Michelle. —Señaló a la que en ese instante alimentaba. 

Annette y Alex se miraron felices por ese hermoso detalle que Sophie había decidido tener, y ambos fueron a abrazarla y besar su mejilla por igual. 

Tanto Patrick como Diana, y Víctor, también felicitaron a los nuevos papás, alagando a esas preciosuras de niñas y los nombres que habían elegido. 

—Son hermosos los nombres que han elegido —dijo Diana emocionada—. Gracias por elegir el nombre de Michelle. Ella estaría tan feliz por eso. —Recordó Diana, con cariño. 

—Estoy segura que sí. —Respondió Sophie, sonriente. 

Allí se quedaron todos hasta qué, pasada una hora, un par de enloquecidas mujeres entraron en la sala con globos y peluches rosas, trayendo consigo una algarabía muy difícil de ignorar. 

Todo el lugar se llenó de alegría y Patrick, no pudo apartar la mirada de la figura de aquella escandalosa mujer. Después de tanto, ahí estaba, a menos de dos metros de él. 

Emily, ignoró la sensación que recorrió su espalda cuando por breves segundos, su mirada y la de él, conectaron y corrió inmediatamente a abrazar y felicitar a su amiga. 

—Te eché mucho de menos, amiga. 

– Y yo a ti, ¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes? —Quiso saber Emily. 

—Estoy bien. Muy feliz —manifestó Sophie, sonriente— ¿Y tú? ¿Cómo te ha ido en la universidad?  

—Te prometo que pronto te pondré al día. Hay mucho que contar y no quiero estropear el momento. —Aseguró, Emily. 

—De acuerdo. —Accedió, Sophie. 

—Eso sí, debo ser la madrina de una de ellas —dijo la rubia cruzándose de brazos— ¿Cuál es su nombre? —Preguntó con voz tierna hacia la bebé que Sophie, sostenía. 

—Michelle. 

—¿Michelle? —Sophie asintió y la mirada de Emily, lo dijo todo, estaba orgullosa de su amiga— ¿Y ella? —Preguntó mirando hacia la bebé en los brazos de Thomas. 

—Olivia. 

—¿Olivia? —preguntó esta vez más emocionada que antes. Reconocía aquel nombre a la perfección— Excelentes nombres —Emily, sonrió—. Pues, ya está dicho, ella será mi ahijada. —Declaró haciendo sonreír a Sophie. 

—Pues yo seré la madrina de la pequeña, Misha. —Declaró ésta vez Polette. 

—¿Y tú Patrick? ¿Serás el padrino de una de ellas? —preguntó Thomas, perspicaz hacia su hermano, dándole a entender que sabía bien a quién elegiría. 

Patrick intentó ocultar su sonrisa y lo más serio posible, como si estuviese debatiendo aún, eligió. 

—Olivia. 

La mirada de Emily, no le pasó desapercibida. La rubia estaba asombrada, podía notarlo, pero también parecía feliz. Por un breve momento quiso que esa mirada estuviese siempre presente en su vida. 

—Está decidido. Después veremos quién será el padrino de la pequeña, Misha —dijo Thomas pero ya un nombre rondaba por su mente, uno con acento italiano—. Por cierto, ¿Cómo es que llegaron juntas? —Preguntó.  

Polette y Emily, se sonrieron cómplices. 

—Coincidencia, hermanito, solo coincidencia. —Contestó Polette, para luego reír y extrañamente, todos rieron junto a ella.

 

🌸🌸🌸🌸🌸🌸🌸🌸🌸🌸🌸🌸🌸🌸🌸

Hola mujeres bellas! Espero disfruten del capítulo. Cualquier especulación es bienvenida ☺️ 

P.D.: me divertí escribiendo la escena de Ashton y Polette. Quien más? 😅

Fortsett å les

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