¿Está bien tener armas modern...

By ChocolaticoFanfic

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Nuestro protagonista, un tipo normal, nada ordinario, tendrá que sobrevivir y vivir una nueva aventura en un... More

ACLARACIONES.
VOL.1 ➤ DANMACHI.
CAPÍTULO 1 ➤ Mi llegada a Orario.
CAPÍTULO 2 ➤ Recorriendo el Calabozo.
CAPÍTULO 3 ➤ Experiencia tras experiencia.
CAPÍTULO 4 ➤ Conociendo a la diosa del amor.
CAPÍTULO 5 ➤ Comiendo de las sobras.
CAPÍTULO 6 ➤ Ella será mi diosa.
CAPÍTULO 7 ➤ Conociendo el Panteón.
CAPÍTULO 8 ➤ Calabozo, Pistola y Cuchillo.
CAPÍTULO 9 ➤ Festival de los Monstruos.
CAPÍTULO 10 ➤ Sobrevive y vencerás.
CAPÍTULO 11 ➤ Recuerdos inolvidables.
CAPÍTULO 12 ➤ Malo, malo y algo bueno.
CAPÍTULO 13 ➤ Tensión en la Familia Hestia.
CAPÍTULO 14 ➤ Magia, ven a mí.
CAPÍTULO 15 ➤ Calma antes de la tormenta.
CAPÍTULO 16 ➤ La Tormenta que se Acerca.
CAPÍTULO 17 ➤ Un merecido descanso.
CAPÍTULO 18 ➤ Apunta, dispara y come.
CAPÍTULO 19 ➤ Una merecida revancha.
CAPÍTULO 20 ➤ Una tarde agradable.
CAPÍTULO 21 ➤ Pasando el tiempo en el Taller de Crozzo.
CAPÍTULO 22 ➤ Expedición a los Pisos Centrales.
CAPÍTULO 23 ➤ Esto ya no es un juego.
CAPÍTULO 24 ➤ Desesperación y tiempos de angustia.
CAPÍTULO 25 ➤ Sobrevive y veras el final del día.
CAPITULO 27 ➤ Entre el amigo y la mujer.
CAPÍTULO 28 ➤ Pequeño altercado.
CAPÍTULO 29 ➤ La ciudad de Aventureros.
CAPÍTULO 30 ➤ Revelaciones.

CAPITULO 26 ➤ Cosas que suelen pasar.

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By ChocolaticoFanfic


Sentí mi cuerpo pesado, adolorido y cansado.

Con un gran esfuerzo, abrí mis ojos; todo estaba borroso. La luz me cegó momentáneamente, y distinguí vagamente a alguien cerca de mí. Una figura borrosa que estaba sentada a unos centímetros de distancia.

Parpadeé lentamente para intentar aclarar mi visión y asimilar mi entorno. El campo de batalla había desaparecido, y en su lugar, me encontraba en el interior de una carpa de acampar.

Estaba recostado sobre un futón, mirando hacia el techo. Eché un vistazo a mi alrededor, tratando de ubicarme.

Vi una pequeña lámpara de aceite que colgaba del poste que sostenía la estructura de la carpa y proporcionaba la luz que tanto necesitaba para comprobar lo que me rodeaba. Algunos muebles dispersos, una mesa, algunas sillas de madera y un pequeño armario descansaban tranquilamente dentro de los límites de la tienda. Pero ninguna de estas cosas me parecía familiar.

—¿Qué... qué pasó? —murmuré, sintiendo que mis palabras apenas escapaban de mis labios.

Estiré mis brazos, intentando moverlos, pero solo sentí una fuerte resistencia en mi brazo izquierdo. Al mirar mi brazo izquierdo, descubrí que había sido vendado.

Todavía me dolía el brazo cuando lo doblaba y lo movía, pero no tanto como antes. Alguien debió haber vendado mis heridas. Alguien debió haberme tratado. Espera un maldito segundo. Me había fracturado el brazo, las costillas y la pierna.

Mis ojos se abrieron cuando los recuerdos inundaron mi mente.

¡Bell, Lily, Welf!

Nuestra búsqueda por la supervivencia en los Pisos Centrales, la aparición del Goliat, el Piso 18. Todo regresó de una vez, la adrenalina comenzó a bombardear mis venas. No sabía lo que pasó cuando me desmayé; debía encontrarlos.

Todos los músculos de mi cuerpo se encendieron para ayudarme a sentarme. Una nueva oleada de dolor me inundó un segundo después.

Me acurruqué en una pequeña bola.

Creo que un grito lo que salió de mi garganta. No, el grito vino de todo mi cuerpo.

Sentí como si cada golpe que tomé, cada corte, raspadura y contusión que recibí desde que entré en los Pisos Centrales gritaran al mismo tiempo. Estaba destrozado; todo el abuso realmente había cobrado factura.

Estaba retorciéndome de tanto dolor que podría desmayarme de nuevo.

—¿Estás bien?

Una vez más, abrí los ojos. Esa familiar y hermosa voz se escuchó a mi lado. Me quedé allí por un momento, incapaz de creer lo que había escuchado antes de levantar la cabeza.

Lo primero que vi fue una pared de tela blanca, probablemente parte de la tienda de acampar. Luego, el largo cabello dorado de una Aventurera que estaba sentada junto a mí entró en mi visión.

—¿Ais? —dije, las palabras salieron por sí solas de mi boca.
Ella asintió.

—¿Estás bien? —preguntó la chica, sus cejas se fruncieron en preocupación mientras hablaba con esa hermosa voz.

—¿Q-qué pasó...?

—Cuando regresábamos de nuestra Expedición —explicaba la chica—, paramos aquí en el Piso 18 para descansar.

Mis ojos se abrieron cuando los recuerdos inundaron mi mente.

—¡Mis amigos! ¿¡Ellos estaban...!?

Estuve a punto de preguntarle mientras mi cuerpo se arrojaba hacia adelante por su cuenta.

Mis codos dejaron el suelo, mi cuerpo se elevó. Sentí como si algo me empujara desde atrás. Ni siquiera pude parpadear. No pude equilibrarme, el piso se acercaba a mi rostro.

Sin embargo, y para sorpresa mía, Ais extendió ambos brazos, sujetando mis hombros con sus manos. Mi rostro, sin embargo, se enterró profundamente en su pecho.

Pude sentir su cabello dorado en mi nariz. Su pecho blando como una almohada en mis mejillas, tanta suavidad había atrapado mi caída.

«Qué suave», pensé, contento porque, a pesar del sufrimiento y la paliza que había recibido, al menos tenía una pequeña recompensa de bonificación.

—Tu equipo recibió mucho daño... pero tú estabas muy mal... —dijo Ais, respondiendo finalmente mi pregunta. Solo después de que dijo eso, noté que mi cabeza también estaba vendada. Ella apartó mi flequillo con sus dedos y acarició lentamente mi cabeza. Mis mejillas se sonrojaron mientras sentía las yemas de sus dedos pasando a través de mi cabello—. ¿Te duele? —inclinó su cabeza hacia un lado mientras preguntaba.

Ese fue el golpe final.

¡Qué tierna!

Oh no, Dylan, calma tus hormonas por un momento.

Pero para mí afortunada desgracia, Ais siguió acariciando mi cabeza, como una madre a un hijo, o algo así. Fue extraño, raro por así decirlo; aunque no lo pensé demasiado y dejé que ella siguiera haciéndolo... Me pareció reconfortante.

Sin embargo, estaba tan concentrado en mis pensamientos y tanta suavidad que no noté el sonido de pasos acercándose a la carpa.

La entrada de la carpa se abrió de repente, revelando a un chico albino con vendas alrededor de su cabeza. Bell entró a la carpa cargando un tazón de agua y algunos trozos de tela, tarareando una melodía hasta que nos notó en esta incómoda situación.

Para Bell, ver a Ais (la chica a la que amaba) abrazar entre sus pechos a su mejor amigo lo dejó en shock y sin palabras; en cuanto a mí, no pude expresar ni explicar nada porque me agarró con la guardia baja; y para la cereza del pastel, Ais seguía sobándome la cabeza mientras observaba nuestra interacción.

Todo se resumió en: Bell y yo, ambos nos quedamos allí, atónicos ante la presencia del otro.

—B-Bell —dije, rompiendo el silencio que envolvió el lugar momentos antes—. No es lo que parece.

Bell no respondió. En cambio, se quedó allí, atónito por el silencio, con los ojos muy abiertos y casi lagrimeando por la sorpresa. La expresión en el rostro de mi mejor amigo, la incredulidad y el dolor en sus ojos, me golpearon como un puñetazo en el estómago. Imaginé las preguntas que debían estar corriendo en la mente de Bell y sentí una punzada de angustia.

—¿Bell? Puedo explicar-

Bell dejó caer el contenido de sus manos al suelo, el tazón golpeó el suelo y salpicó agua por todas partes. De repente, se dio la vuelta y huyó por la entrada, dejándonos a Ais y a mí atrás.

—¡Bell, espera! —grité, pero ya era demasiado tarde, Bell se había ido.

Mi corazón latió con fuerza, extrañamente adolorido.

La voz de Ais, dulce y preocupada, resonaba en mis oídos mientras hablaba... Sin embargo, no supe de lo que ella me estaba diciendo; mi mente estaba en otro lado.

El recuerdo de la mirada de Bell, su rostro casi lloroso y decepcionado se reproducía en mi mente. Una y otra vez. Necesitaba encontrarlo, explicarle lo que realmente había sucedido.

¿Cómo podía explicarle a Bell que todo esto es un malentendido?

«Bell, lo último que quiero es lastimarte», pensé, consciente de que Bell ha llevado un tiempo enamorado de Ais.

Suspiré, y maldije mi suerte internamente por no haber podido evitar la situación.

—Oye Ais —dije, apartando mi cuerpo de sus suaves manos—, gracias por todo, pero tengo que ir a hablar con mis compañeros.

Ella asintió y rápidamente se puso de pie.

Me ofreció una mano para ayudarme a levantarme, pero decliné su oferta porque no quería mostrar que era alguien débil a quien siempre tenían que ayudar.

Cuando traté de levantarme, sentí cada músculo adolorido de mi cuerpo protestar con cada movimiento. En sí, el dolor no era tan intenso, pero aun así estaba presente.

En cuanto a Ais, ella simplemente me miraba mientras me ponía de pie, sin decir nada. Mis piernas tambalearon un poco, pero me dirigí hacia la entrada de la carpa. Sin embargo, Ais me detuvo, diciendo:

—Finn me dijo... Nuestro Capitán me dijo que cuando despertaras te llevaría con ellos. ¿Puedes venir conmigo? —tras decir esas palabras, caminó hacia la salida.

«Bell, tendré que buscarte después», pensé por un momento.

Me encogí de hombros y seguí a la chica; ella levantó la puerta de tela hacia un lado para permitirme salir y ver el exterior.

Un amplio campamento entró en mi visión, rodeado de árboles verdes y frondosos que formaban un bosque denso en toda esta área. Las carpas y tiendas de acampar estaban levantadas a nuestro alrededor.

Observé a las personas de mi entorno, y entre ellos pude diferenciar a enanos, elfos y hombres bestias; algunos de ellos charlaban relajadamente, mientras que otros tenían caras de piedra por lo serio que eran.

«Sí que da miedo», pensé, viendo a un enano que constantemente me miraba con una cara de póker.

La atención de todos en el campamento se centró en nosotros, y aunque algunos miraron a Ais, sus ojos se posaron directamente en mí. No parecían muy alegres de verme, y una incomodidad se apoderó de mí.

Ais inclinó la cabeza, y una gota de sudor frío resbaló por mi cuello mientras intentaba comprender la situación. ¿Era porque Ais había estado cuidando de mí? Reflexioné sobre ello mientras ella comenzaba a caminar, y luché por mantener el ritmo.

Qué incómodo.

Una lluvia de miradas indiscretas nos acompañó mientras avanzábamos. Rasqué mi brazo, esto lo hacía porque no soportaba ser el centro de atención de miradas furiosas de parte de los hombres de la Familia Loki.

Además, esta gente era más fuerte que yo, que Bell, Lily y Welf. Nos superaban en Niveles y habilidad. Traté de caminar con tranquilidad, intentando disimular la incomodidad de ser observado.

La luz del ¿sol? Se filtraba entre las hojas del bosque. Espera... según recuerdo, estábamos en el Calabozo. ¿Cómo puede llegar la luz del sol hasta acá abajo? ¿Qué clase de magia me había fumado? Estaba muy confundido.

—¿Qué pasa? —preguntó Ais, notando mi desconcierto.

—Ah, eso... —mi respuesta fue torpe, mi cerebro estaba confundido. Ais giró hacia mí, así que le pregunté—. Estamos en el Piso 18, ¿verdad? ¿Por qué es tan brillante? ¿Acaso hay un sol en miniatura...? —mis ojos se dirigieron al cielo mientras hablaba.

No recuerdo haber escuchado sobre esto, y me sentía totalmente desorientado.

Ais siguió mi mirada, levantando su delgada barbilla.

—¿Tomamos un desvío? —preguntó, y asentí.

Nos desviamos de la ruta original y dejamos atrás la zona del campamento. Esta parte del bosque se extendía más allá de lo que mis ojos pudieron observar.

Seguí a Ais, su cabello dorado meneándose por la suave brisa de aquí para allá. Mi asombro creció cuando llegamos a un paisaje lleno de cristales. Brillantes, claros, de todos los tamaños y formas, adornaban el bosque.

—¡Wow, ¡qué hermoso! —exclamé—. Nunca antes había visto algo así.

Todo el techo del piso estaba cubierto de una capa de cristales, blancos en el centro y azules alrededor. Una maravilla que daba la ilusión de un cielo azul en el Calabozo.

—La luz de los cristales desaparece después de un tiempo... es entonces cuando llega la noche —explicó Ais.

—Entiendo —puse una mano en mi barbilla.

La cantidad de luz cambiaba constantemente, según ella. En este momento era tarde en la tarde, aunque no se alineaba con el cielo real. Era como si el Calabozo tuviera un reloj, ¡sí! Eso debía ser, como un reloj que sabía cuándo era de noche y de día afuera del Calabozo y lo representaba acá abajo.

Dejando las conspiraciones aun lado, me centré en el presente cuando Ais me instó a seguirla.

Caminamos hacia una salida semicircular que daba paso a una llanura verde intensa. Monstruos pequeños se movían a lo lejos, y cristales salpicaban el paisaje. Un lago, con una superficie azul pura, y un gran árbol dominaban la vista.

—Este es el Resort Subterráneo —informó Ais.

Llanuras, lagos, un cielo azul... la Zona Segura del Piso 18 era un mundo subterráneo lleno de naturaleza. Me quedé allí, junto a Ais, contemplando la maravilla que se extendía ante mí.

—Ais, debí haber hecho esto hace mucho tiempo —dije, rompiendo el silencio—, pero como no sabía dónde vivías y tal —tomé aire—. Solo quiero darte las gracias. Me has salvado la vida unas... déjame ver... unas tres o cuatro veces. Y gracias.

Ais giró la cabeza hacia mí, sus ojos expresaban sorpresa ante mis palabras. Parecía algo desconcertada por mi repentino agradecimiento.

—No tienes que agradecerme —respondió Ais con su característica voz serena, pero un destello de alegría se asomó en sus ojos.

—Bueno, pero aun así quería decírtelo. Aprecio todo lo que has hecho por mí y mi equipo. Y, además, quería aprovechar para decirte... —vacilé un momento antes de continuar—, que eres una gran chica. ¿Qué te parece si somos amigos?

Ais asintió ligeramente, como si mis palabras hubieran tocado una fibra sensible en su interior. Su mirada era amable y agradecida.

—Me encantaría —respondió.

—Bien, decidido. Ais, ahora eres mi amiga. ¡Dame esos cinco! —exclamé, extendiendo la mano para que ella chocara los cinco, pero me miró sin entender nada.

Cierto, había olvidado que estaba en otro mundo. Un mundo totalmente primitivo.

Suspiré.

—Dar los cinco es una expresión de saludo, se hace entre amigos —expliqué, luego le mostré cómo debía poner la mano para que la chocara.

Después chocamos nuestras manos, como lo harían un par de amigos. Mientras nuestras manos se separaban, Ais mostró una pequeña sonrisa, y supe que ese gesto era de lo que Bell se había enamorado. O algo así, no estaba muy seguro.

«Bell, amigo mío, sí que piensas en grande», pensé con una sonrisa tirando a risa mientras imaginaba a mi buen amigo Bell caminando hacia el altar con Ais a su lado.


Tres Doritos Después. ...

Pronto llegamos a una gran tienda de campaña blanca situada en medio del campamento. Una bandera ondea orgullosamente sobre la tienda, con el símbolo de un comodín grabado en ella.

Abrí las trampillas de la entrada de la tienda y entramos. El interior de la tienda parece estar mucho más limpio y ordenado que en el que yo estaba. Grandes cofres yacen inactivos al costado de la tienda. En el medio de la tienda había una gran alfombra con el símbolo de la Familia Loki. Y en la tienda había un grupo de personas muy poderosas.

Tan pronto como entré a la tienda, todas las conversaciones cesaron y todos los ojos se volvieron para mirarme. Intenté con todas mis fuerzas mantener la calma mientras mis ojos escaneaban la habitación, observando al grupo de Aventureros veteranos frente a mí.

Un chico como de unos doce años estaba sentado encima de un trono improvisado hecho de una mesa y un cofre encima; también estaba una mujer elfina ocupada discutiendo con un enano hasta que había entrado.

—¿Este es el Aventurero del que estabas hablando, Ais? —preguntó el enano en cuanto me vio.

Ais asintió.

—Sí. Este es Dylan Jiménez —respondió la chica.

—Ah. Dylan... Me acuerdo de ti -—dijo el chico, chasqueando los dedos como si se hubiera acordado de algo—. Eres el tipo que se enfrentó a Bete en la taberna de Mama Mia.

Pude sentir sus miradas; con sólo escuchar su conversación sé que estaban evaluándome, juzgándome. Me estaba poniendo nervioso.

Tragué saliva.

«Espera... ¿Me están diciendo que ese estúpido perro pertenece a esta Familia? ¡Mierda! -me tensé al conectar los puntos en mi cabeza-. Esta gente es peligrosa».

—E-eso. Sí. Algo así —contesté.

Estaba haciendo mi mejor esfuerzo para mantenerme tranquilo, pero por alguna razón tenía la sensación de que ellos querían chantajearme o exigirme cosas por habernos ayudado. Después de todo, había tenido un altercado con un miembro de su Familia en el pasado.

Además, me sentía indefenso sin mis armas y podía llegar a ser paranoico en algunos casos; y la paranoia siempre me había mantenido atento a posibles enemigos.

Ais, parada junto a mí, estaba mirándome.

—No estés tan tenso, tómalo con calma. Todos somos Aventureros, ¿Verdad? En cuanto a Bete, él fue el que inició aquella pelea. Estaba borracho y cuando llegamos a nuestra sede lo castigué —aseguró—. Ah, y no creo que nos hayamos presentado. Soy Finn Deimne, Capitán de la Familia Loki.

La persona en cuestión era incluso un poco más alta que Lily. Incluso y por poco logré confundirlo con un niño, pero recordé que en este mundo existían todo tipo de razas de fantasía. A lo que llegué a la conclusión de que este tal Finn era un hobbit.

—Ah, sí. Un gusto en conocerte —respondí, luego me aseguré de mirar a todos los que estaban en la tienda—. Gracias por ayudarnos —agradecí.

—Ni lo menciones —dijo la elfina de cabello jade con una ligera sonrisa en sus labios—. Es en momentos como estos que tenemos que ayudarnos unos a otros.

—Y teniendo en cuenta que eres un amigo de Ais, no podemos exactamente echarte. Ella nos guardaría rencor mucho peor de lo que puedes imaginar. Si no hacíamos todo lo posible para ayudar, ninguno de nosotros sería capaz de dormir por la noche —dijo Finn, con una pizca de humor en su voz.

Una sonrisa apareció en mis labios antes de darme cuenta. Cada fibra de mi ser me estaba diciendo que me mantuviera alejado de ellos, pero el aire se sentía más ligero de alguna manera.

Ais le lanzó una mirada. Creo que significaba algo así como: "no digas nada raro". Toda la tensión en la tienda de repente se desvaneció. La atmósfera aquí era casi cómica.

Finn me sonrió como un chico de su edad lo haría. Todo mi nerviosismo se había calmado.

—Ya hablamos con Bell, el Capitán de la Familia Hestia. Él nos contó cómo bajaron desde el Piso 13 hasta el 18 —decía el enano—. ¡Aun me impresiona que hayan bajado hasta aquí en su primer día! Aunque Bell nos dijo que el Goliat los había atacado... —estuvo pensativo por un momento antes de proseguir—. Dinos, ¿qué ocurrió con el Goliat? Porque cuando fueron a rescatarte, el Goliat ya no estaba a la vista; en cambio, su Piedra Mágica estaba allí. Así que dinos, ¿tú mataste al Goliat?

Todas las miradas se centraron en mí, atentos a lo que yo dijera a continuación.

—Sí. Yo lo maté —respondí—. Casi muero, pero lo logré —mostré una gran sonrisa, recordando cómo casi moría a manos del gigante.

—¡Te dije que él había matado al Goliat! —el enano se rio—. ¡Finn, me debes una!

—Está bien, Gareth. Ya es suficiente, esto no es una conversación privada —intervino la elfina, lanzándole una mirada de advertencia al enano llamado Gareth—. Por favor, mantén tu lengua.

Pero el guerrero enano no le prestó atención a la amenaza de su compañera. En cambio, continuó alabándome, diciendo cosas como:

—Tienes unos huevos grandes, ¿¡No es así, muchacho!? ¡Enfrentar al Jefe de Piso solo y matarlo!

No pude evitar sonreírle en respuesta.

—No fue para tanto —respondí, rascándome la nuca—. Cualquiera lo hubiera hecho, ¿verdad? ¿Verdad?

No hubo respuesta.

Finn se cruzó de brazos mientras daba una gran sonrisa.

Esta vez fue el turno de Ais para hablar.

—Son pocos los que se enfrentan a Jefes de Piso. Para un Aventurero de Nivel 1 es un suicidio, pero... —me miró fijamente a los ojos—. Tú eliminaste al Goliat. ¿Cómo lo hiciste?

Me quedé sin palabras.

¿Cómo lo hice? ¿Cómo maté al gigante? Ni yo mismo tenía respuestas. No sabía cómo responder a esa pregunta... Oh, no, ¡ya sé la respuesta! El Sistema debió de haber intervenido.

Sí, esa era la única respuesta que se me ocurrió. Pero, por obvias razones, no la iba a decir. Después de todo, era un secreto entre mi Familia y yo.

—F-fue... —tartamudeé—, fue suerte.

Finn me miró a los ojos, como si leyera a través de la mentira. Pero no dijo nada, simplemente asintió, y contestó:

—La suerte puede actuar de forma misteriosa.

—¡Pero estoy agradecido por lo que han hecho por mi salud y la de mis compañeros! —expresé, estirando la manga de mi Brazalete para ocultarlo; después de todo, estaba tratando de llevar esta conversación a otro tema. No quería mencionar nada sobre el Brazalete y el Sistema por accidente—. ¿Cómo podemos pagarles?

—Ah. Ya escuchamos eso de Bell —Finn se encogió de hombros—. Después de todo, todos somos Aventureros. No hay necesidad de pagar nada. Además, tú eres quien salvó a tu Familia y derrotó al Jefe de Piso, ¿no?

—Sí. El Jefe de Piso es muy conveniente para nosotros que lo hayas derrotado por nosotros —añadió Gareth—. Algunos de nuestros miembros fueron golpeados por un veneno desagradable y tuvimos que enviar a algunos de nuestros miembros más veloces a la superficie para obtener un antídoto. Derrotar al Jefe también nos hizo conveniente a nosotros.

—También lo encuentro muy impresionante. Un aventurero de Nivel 1 derrotando a un Jefe de Piso —comentó la elfina—. Sería un buen momento para que tu diosa verificara tu Estado, después de todo, has logrado una hazaña impresionante para tu Nivel.

Le di un asentimiento, emocionado porque tal vez me había vuelto más fuerte. Ahora sí estaba motivado, esta hazaña podría darme una subida de Nivel. Es más, cuando salga del Calabozo iré corriendo a Hestia y le diré que revise y actualice mi Estado.

—Yo... No sé qué decir -respondí-. Espero que tantos elogios no se me suban a la cabeza —bromeé, a lo que Gareth se rio.

—Lo ven, también tiene sentido del humor —decía el enano con una gran sonrisa—. Me caes bien, muchacho.

Finn también se unió, dando una sonrisa. Al parecer, la broma le había caído bien.

—Deberías concentrarte en recuperarte —intervino la elfina una vez más—. Ve a hablar con tu Familia. Estoy segura de que están emocionados de verte.

«No tan emocionados, diría yo», la imagen de Bell llegó a mi cabeza.

—Gracias —dije una vez más, llenando mis palabras con tanta gratitud como fuera posible—. Gracias por toda su ayuda.

—No lo menciones, chico —respondió Gareth—. Simplemente hacemos nuestro trabajo.

—Ah, y no olvides recoger tu Piedra Mágica cuando se vayan —dijo Finn—. Lo mantendremos a salvo por el momento.

—No hay problema. Me aseguraré de recordarlo —fueron mis palabras.

Les agradecí un poco más mientras Ais y yo salíamos de la tienda de campaña.


Unos Momentos Después. ...

—¿Estás seguro, Finn? —preguntó la elfina conocida como Riveria justo después de que Dylan saliera.

—Lo estoy —contestó el hobbit—. Además, es cierto que Ais le ha tomado cariño.

—Pero sabes que él está ocultando algo —dijo Riveria.

Gareth giró sus ojos para encontrarse con su mirada.

—Cada quien tiene sus secretos —contestó el enano—. Este chico me cae bien. No encontré nada malicioso en sus palabras.

Riveria tuvo que admitir el razonamiento de su compañero, y asintió.

—La cereza del pastel es que también estás interesada en Dylan Jimenes, ¿no es así, Riveria? —dijo Finn—. Ais se ha interesado en él, ¿así que cómo podrías no estarlo?

—No negaré eso —respondió ella.

—¡Mírate, Riveria! ¡Siendo toda maternal! —se rio el enano.

—No molestes, Gareth —Riveria respondió pareciendo un poco molesta.

La carcajada del gran enano continuó de todos modos.

—Es bueno para ella demostrar interés e iniciativa... —dijo Gareth—. En lo personal, creo que esta es una oportunidad para ella.

—Hmm, está bien. Pero por ahora, mantengámoslo en secreto de Loki —razonó Riveria.

Después de todo, la diosa Loki se volvería loca si se enterara de que Ais tenía la atención puesta en un chico.

Finn se rio un poco, ya que tarde o temprano Loki se podría enterar de todo esto.

—En cualquier caso, Dylan Jimenes parece ser un chico bueno. Pero mantengamos un ojo en él por el momento —dijo Finn, moviendo su mirada de nuevo hacia la salida de la tienda.

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