Glitch: del amor y otros jueg...

By AnaidLiddell

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Cien streamers compiten en parejas por un premio de doscientos mil dólares. Él es conocido por ser bueno en c... More

Presentación de la historia
Personajes
Nivel uno: El ex o el tipo
Nivel dos: Privacidad
╔ Twitter: Maze Survivor ╝
Nivel tres: Stalker
Nivel cuatro: La propuesta
Nivel cinco: Hablarán
╔ Twitter: Just_Bria ╝
Nivel seis: Piso quince
Nivel siete: El sillón
Nivel ocho: La(s) foto(s)
╔ Twitter: BriaxAaron ╝
Nivel nueve: Un lugar habitable
Nivel diez: Maze Survivor
Nivel once: Si fuera real
Nivel doce: El mapache
Nivel trece: Tres magos
╔ Twitter: el mesón ╝
Nivel catorce: El grupito
Nivel quince: Un tal Aaron
Nivel dieciséis: Tenías un solo trabajo
╔ Twitter: la cagada de Bria ╝
Nivel diecisiete: La historia se repite
Nivel dieciocho: Mi momento
Nivel diecinueve: La alfombra
Nivel veinte: Falla en el cableado
╔ Twitter: Arruga en la alfombra ╝
Nivel veintidós: Soy como tú
╔ Twitter: sorry not sorry╝
Nivel veintitrés: Crónicas de un vicio
Nivel veinticuatro: Un regalo práctico
Nivel veinticinco: Hapee birthdae, Bria
╔ Twitter: Feliz cumpleaños, Bria ╝
Nivel veintiséis: Ganar al maestro
Nivel veintisiete: Germán, el héroe
Nivel veintiocho: Habilidades
Nivel veintinueve: Conejo blanco
╔ Twitter: el primer beso ╝
Nivel treinta: Pelos de gato
Nivel treinta y uno: Fuego lento
Nivel treinta y dos: Metagaming
Nivel treinta y tres: También sé hacer trampa
Nivel treinta y cuatro: Anomalías
Invitación

Nivel veintiuno: Si cambias de opinión

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By AnaidLiddell

No debemos olvidar que todo esto de venir juntos a los ESLAND y tal, es parte de la operación: no nos funen y nos quiten el trabajo. Así que debería revisar las redes ahora mismo para medir la reacción de la gente.

—Nop —declara Aaron y me quita el teléfono de las manos aprovechándose de su ventaja en estatura.

—¿Qué?

—No vas a revisar lo que dicen de ti en redes, al menos no hoy.

—Pero —protesto—, ¿por qué?

—Porque te la pasas en eso todo el rato.

—No es todo el rato. Solo... cuando no estoy trabajando o bañándome.

Me mira con una mueca de desaprobación.

—No es sano.

—Tampoco es sano que me dejes con ansiedad de no saber si las cosas resultaron bien o no. Mi cabeza va a estar como loca toda la noche.

—Nos fue bien, tu tranquila.

—¿Bien, bien?, ¿o bien más o menos?, ¿o bien lo suficientemente bien para no quedar despedidos de nuestros propios canales?, ¿o bien nivel nos aman?

—Bien.

—Sabes, a veces desearía que fueras un poco más específico.

Él se encoge de hombros como respuesta.

—¿Me devuelves mi teléfono?

—Si me prometes que no vas a meterte a revisar.

—Vale, lo prometo. Pero solo por esta noche.

—Tendré que conformarme. —Me devuelve mi celular.

No planeaba ir al after, porque suelo ser la persona más aburrida en esa clase de fiestas. Pero, ya saben, a Aaron le viene bien hacer más amigos que son compañeros de trabajo y cosas así. Y en el peor de los casos no somos capaces de hablar como seres humanos normales con otros, y volvemos al balcón. No estaría mal.

El mismo señor que nos trajo está aquí está afuera esperándonos para llevarnos a la casa que rentaron para la fiesta. Oli ya está un poco borracha y quiere irse con nosotros dos, pero el chofer tiene instrucciones muy estrictas para solo llevar a las mismas personas que trajo. Por seguridad.

Alex nos ayuda a llevar a Oli a su auto y quedamos en vernos allá en unos minutos. El chofer empieza a toser, se disculpa mil veces, Aaron tiene el cubrebocas puesto, pero mejor decidimos cerrar la puertecita que comunica ambas partes del auto. Así, con los vidrios polarizados y todo, se siente como si estuviéramos solos.

—Arón, internet no tiene nada sobre tu vida amorosa, ¿sabes? ¿Has tenido alguna novia no-falsa antes?

Suelto la pregunta como si nada. Quizá debería explicar que me interesa porque es algo que su novia real debería de saber y no sé en qué momento podría caer un examen sorpresa. No lo llego a explicar por qué él también responde con naturalidad.

—Digamos que una vez. Sí.

—Ajá —digo yo, volteando para verlo a los ojos, con la mano sosteniendo la cabeza, mostrando interés—. Soy todo oídos.

Él sonríe por debajo de la tela.

—Terminó hace mucho, no creo que nadie espere que lo sepas.

—Yo creo que sí. Todo el mundo sabe que soy chismosa, sería raro no haberte preguntado. Ya sabes, lo habría dicho en ese momento en que siguen siendo amigos, pero hay tensión entre las personas y mucha curiosidad por conocer al otro. —Un momento justo como este.

Me observa como si no estuviera muy convencido de la idea, pero yo le sostengo la mirada hasta que habla.

—Nunca fui muy popular en la escuela, así que no tuve una relación hasta que empecé a trabajar.

—¿Dónde trabajabas?

—En un call center.

Me parto de risa. Arón al principio parece no estar entendiendo el chiste, pero luego rueda los ojos al notarlo. Arón trabajando en un call center es lo último que hubiese imaginado.

—Es más fácil hablar cuando tienes un guion que seguir, ¿sí?

—Sí, claro —continúo burlándome, pero logro controlar el repentino ataque de risa—. Sigue.

—Bueno. Había una chica con la que compartía el camino de regreso. Y bueno, primero solo caminábamos juntos, luego empezamos a hablar y cosas así. Ella fue la primera en invitarme a vernos fuera del trabajo.

—Uh, una chica directa. Me gusta.

—Sí, supongo que son mi tipo.

¿Eso fue una indirecta? Debo estarlo pensando demasiado.

—¿Qué pasó después?

—Fui a la cita. Nos besamos. Pasamos más tiempo juntos y fuimos a más citas. Esas cosas.

—¿Cuánto tiempo?

—Cuatro años.

—Oh

Fue esa clase de novia.

—¿Y qué pasó?

—Pues... Un día la vi salir con otro tipo.

—Mierda. Perdón, no quería tocar un tema sensible. —Me deshago de mi posición de interés y me pongo en alerta. Soy una tonta, siempre hablando de más.

—Ah, ya fue hace mucho. No te preocupes —declara, aunque en su mirada se esconde algo. No es dolor, como seguramente sintió cuando todo pasó, pero le quedan rastros. ¿Vergüenza?, ¿ira? Su mirada parece volverse en un gris melancólico.

—No tienes qué...

—Sé que odias las historias a medias, terminaré —intenta esbozar una sonrisa, pero se siente forzada incluso por debajo de la tela.

—Está bien.

—Ella dijo que nunca habíamos empezado nada oficialmente, básicamente que no éramos nada. Y tenía razón. Así que... —se encoge de hombros.

—Espera, ¿cuánto tiempo había pasado desde entonces?

—Casi dos años.

Me abstengo de hacer algún comentario porque lo que quiero es incendiar a una chica que ni siquiera conozco. Pero aquí Arón no escucha y puedo decir: ¡qué mierda! ¿Cómo puedes estar dos años con alguien y no aclarar la clase de relación que tienen?

—Sí, bueno. Al parecer teníamos una especie de relación abierta y yo era el único que no estaba enterado.

¿Y cómo demonios pasas otros dos años con esa persona? Bueno, no voy a juzgarlo, seguro que sería capaz de aguantar cosas peores. Me limito a asentir y apretar bien los labios para que se mantengan sellados.

—Digamos que acepté la idea, aunque nunca estuve del todo cómodo. Ella dijo que podía salir con alguien más si yo quería, pero nunca me interesó nadie más. Al final ella me terminó.

—¿Por qué?

Esperaba que al menos Arón pidiera tener la satisfacción de dejarla.

—Dijo que no tenía por qué dar explicaciones. Se cambió de trabajo y me bloqueó.

Ah, qué puta mierda. Perdón, pero eso es una historia de mierda con un final de mierda.

—Al final fue mi culpa, por nunca dejar las cosas claras desde un principio.

—¡No! —Se me sale el grito. La Bria callada se fue de vacaciones, cariño—. O sea, no. No puedes decir que fue culpa tuya, es...

Tengo tantas cosas en la cabeza que no sé ni qué decir. Me enoja. Me enoja cuando las personas tratan mal a otras y esa otra persona se queda con la idea de qué todo fue su culpa. Quiero decir que tiene razón, que quizá había algunos términos indispensables de hablar, pero hay una diferencia entre dejar algunas lagunas, y aprovecharse totalmente de ellas para engañar a otro y salir como la buena.

Lo peor es que Arón parece seguir muy lejos de esa etapa en la que ta das cuenta de lo horrible que fue esa persona contigo, las cicatrices que dejó, cómo te hace sentir que no mereces amor de nadie más y... me estoy proyectando.

No conozco a esta chica, pero suena como una completa imbécil. Quisiera poder dale un golpe en la cara.

Pero, por otro lado... ¿Acaso no también yo me aproveché de la ambigüedad de nuestro encuentro en el balcón para no volver a hablarle a Arón? También soy una idiota. Quizá a eso se refería con que tiene un tipo. Una racha de fijarse en tipas ineptas que no dejamos las cosas claras y le hacemos daño a los demás.

En mi cabeza, miro a la ex de Arón transformarse en mí misma y devolver el golpe en la cara.

—Las personas deberíamos dejar de aprovecharnos de las lagunas y hacernos responsables de nuestros actos, ¿sabes? Lo que ella te dijo no fue más que una pobre excusa. Es... es... —Sigo sin poder encontrar las palabras.

—Está bien. Aprendí la lección después de eso. No me gustan las cosas ambiguas.

Oh, entiendo a dónde va esto. No es una historia contada al azar, tiene un propósito.

Arón me mira a los ojos. No me mira solo a la cara cómo lo hacía antes, sino a los ojos. Puedo ver el nacimiento de sus pestañas y las salpicaduras de color dentro de su iris. Se me sube el color a la cara solo de tenerlo tan cerca.

—Creo que has hecho lo posible por ser clara. Ya sabes, con el trato y eso.

—Ajá. —Apenas puedo respirar.

—Solo quería decirte que si cambias de opinión... me gustaría que me lo dijeras.

Listo, mis mejillas deben lucir como un... no sé, se me están acabando las metáforas. Como un Dorito. Como el maldito planeta Marte.

Debería decir algo.

Debería decirle la verdad. Qué deseo besarlo con cada fibra de mi ser, que la única razón por la que no me lanzo a sus brazos ahora mismo es porque el miedo me puede más. Que nunca lo hubiera dejado plantado con la llamada si hubiese sabido la clase de novio qué sería, de los que te presumen. Que me estoy metiendo el lío más gordo de mi vida solo por estar un poquito más con él.

—Yo...

El auto da la vuelta y pasa por un tope. Arón y yo brincamos sobre nuestros asientos. Yo me reacomodo poniendo las manos sobre el asiento para no volar. Él, que es más alto, se golpea contra el techo del auto y aterriza mirando hacia mí.

Lo observó caer en cámara lenta. Parece que no sabe dónde demonios poner las manos, el asiento está cubierto por mis extremidades. Termina colocando una mano en la puerta del auto, estirado su cuerpo casi por encima de mí. La otra, inevitablemente, aterriza encima de mi propia mano.

—¿Estás bien? —pregunta, a pesar de qué es él quien se golpeó.

—¿Estás bien tú?

—No fue nada.

Estos malditos autos modernos con sus ventanas modernas que no hacen ruido al abrirse. ¿Qué pasó con los autos con manija cuya ventana se atora? Arón tiene puesta la mano sobre el botón para abrir la ventana, así que la luz nos entra de lleno. Vemos a algunas personas al otro lado con los teléfonos preparados. La salida del foro debió de estar terriblemente llena porque parece que no nos hemos alejado mucho de nuestro lugar de origen.

Arón no dice nada, se limita a cambiar el dedo que recarga sobre el botón para ahora cerrar. Las voces que vienen de afuera se apagan cuando se vuelve a quedar sellado.

—Qué bueno que ya no es un secreto —ríe.

El sonido llena todo el auto. Llena todo el maldito universo. Me río con él, pero es más un reflejo de la felicidad que me causa encontrarlo sonriendo.

—La gente va a pensar que me besas con el tapabocas —comento y su carcajada se vuelve a expandir.

—Dios, van a pensar que estábamos manoseándonos en el auto como dos adolescentes.

—Mierda. —Río más. Y más y más. Hasta que el ambiente parece lleno del eco de nuestra alegría.

Él vuelve a acomodarse y pasamos el resto del camino haciendo bromas sobre lo que la gente debe pensar de nosotros. Es un buen ejercicio, por primera vez me dedico a asumir cosas... alegres sobre lo que los demás piensan de mí. No me centro en las críticas, o si acaso rozamos ese tema, nos reímos juntos de ello.

Así se va el resto del camino. El chofer abre su ventanita para avisarnos que hemos llegado, nos deja su tarjeta por si nos interesa que nos lleve en algún otro momento. Le damos las gracias y bajamos.

Estamos en una zona que parece residencial. La casa frente a nosotros, a la que un montón de personas nos disponemos a entrar, es una especie de mansión al final de una privada.

Arón me abre la puerta, a pesar de que el chofer estaba bastante dispuesto a hacerlo él mismo. Pero después de bajarme, no suelta mi mano.

—¿Sabes? No te imaginaba como un novio que se pone a presumir a su cita, ¿no será sospechoso qué hagas todo esto?

—¿Qué es todo esto?

—Ir paseando de la mano, salir en fotos juntos, acompañarnos en eventos. Esas cosas.

—Creo que es lo mínimo que cualquier persona debería esperar, ¿no? No se supone que juguemos a las escondidas.

No estoy del todo convencida. Puede que yo haya pasado demasiado tiempo creyendo que mi papel como novia es ser silenciosa y lo más cercano a lo invisible.

—Siempre pensé que sí tenía una novia después. —Después de su mierda de primera novia, se refiere—. La presumiría con todo el mundo a todas horas. Más porque esa persona tendría que ser alguien que me parezca bonita, talentosa y buena persona. ¿Por qué no presumir que sales con alguien así? —dice, afianzando más su agarre a mi mano.

Yo adopto una sonrisa que es más típica de él: bajo la cabeza y dejo relucir mi sonrisa para el pavimento. Aunque creo que él también se está volviendo experto en notar incluso esos gestos.

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