– venga ya! Pero ahora en serio! – gritaba arrastrando la lengua – Tomémoslo en serio!
– Vale vale! Yo pregunto – ofreció la amistad de la rubia.
No sabías sus nombres.
No sabías donde estabas.
No sabías si estabas drogada o sobria.
O en tus 5, 6, 8, 10 sentidos.
Te abrumaba el ambiente, el parlante que te hacía rebotar en el suelo, las luces de colores que provocaban náuseas y mas aun, el hecho de que todavía no te querías ir de allí.
Probablemente por la mirada penetrante que te brindaba el pelinegro, al otro lado del círculo que habían hecho.
Mientras recogía su cabello en un moño, sonreía de forma pacífica y tranquila para de vez en cuando reojear tu cara coquetamente.
Era lindo, si.
– haber! Si tuvieran que besar a alguien de aquí en plan, eso o la muerte, a quien sería! – las preguntas no podían ser más que inmaduras y te lo tomabas con total infantilismo y humor.
– yo! Yo empiezo! – comentó el peliblanco a su lado – Yo me besaría con.... Con Geto Suguru! – en estado de borrachera le abrazó fuertemente sobando su rostro en el contrario.
Todas las mujeres restantes rieron ferozmente de forma agudiza.
Solo pudiste sonreír desinteresadamente ante la escena.
estabas muy volada.
– Sigo yo entonces – habló tranquilamente el mayor tomando un sorbo de whisky – Creo que me besaré con....
Miró a todas las jovenzuelas presentes provocando (100% consciente) chillidos por parte de cada una, cruzando sus piernas nerviosamente y sonrojando sus mejillas de par en par.
Pero te miró a ti.
Tus ojos estaban posados en la pared, con gran atención.
Las pupilas dilatadas y el cabello cayendo por tu rostro.
– cómo te llamas? – preguntó ladeando su cabeza ignorando la espera de los demás.
Todos dirigieron su atención a tú persona, algunas confundidas o desconcertadas.
otras con verdadera rabia y envidia.
Gojo gritó.
– ___ no? Eres compañera de Utahim-
– ____? – interrumpió Suguru con total interés.
Te despegaste de un golpe volviendo a la situación actual.
– ah? qué cosa? Si – hablaste en éxtasis – si.
El entorno entero se burló de ti, incluyendo a tu depredador de la esquina.
El silencio luego de ello era de impaciencia por la confirmación de Geto.
– pues te elijo a ti – respondió finalmente con total decisión.
"Qué de qué" te preguntabas.
– venga ya! – comenzaron las quejas
– si ni siquiera está jugando!
– apenas escucha lo que decimos!
– como se llamaba?!
Lloriqueaban tirando de las mangas de su túnica en total ebriedad.
El solo te veía levantarte del lugar e irte.
– to die by your side... mmmm mmhhmm mm ~ – tarareabas la famosa canción mientras tus codos se apoyaban en la rendija de la terraza.
Era de noche y el cielo se iluminaba con la luna.
La ciudad funcionaba a la perfección.
Y producto de la marihuana, todo era mil veces mas bonito a tus ojos.
– me escuchas si te hablo desde aquí? – una tranquila voz interrumpió tu ida.
Volteaste para encontrarte con el mismo hombre, por alguna razón más alto y ancho que nunca, el cual caminaba hacia a ti risueñamente.
– molesto? – cuestionó y tu le negaste.
– en tanto no me tires costa abajo – confesaste provocándole una risilla.
– no lo haría – respondió ágilmente, posándose muy cerca tuyo – ____ no?
– así parece.... Suguru – terminaste mirándolo de reojo divertida.
Se le calentó la cara al escuchar su nombre salir de tus labios.
– Y.... Cómo... cómo terminaste aquí, así – preguntó cambiando de tema.
– Vine con una amiga pero, creo que se fue – carcajeaste irónica – y del aburrimiento pues, me fume un porrito.
Se burló a la par.
– un porrito?
– bueno, un buen porro – respondiste con aires de triunfo.
Reíste enfermiza junto a él.
Pronto suspiró sin poder dejar de comerte con la mirada.
Que sentido tenía que el estuviera con los pies en la tierra mientras tú flotabas?
Ninguno.
– te queda?
Asentiste luego de entender su pregunta, sacando un considerable pedazo de cola que quedó por fumar.
– aprovecha que estas tranquilo conmigo y no jugando con el mar de hormonas – retaste dejándoselo en mano.
Honestamente él no acostumbraba a hacerlo de forma tan repentina ni en tanta cantidad.
Pero ya que estamos.
– Entonces, siente que la vida tiene un solo rumbo?
–si! Es algo asi como el destino, pero no el destino, me entiendes?
– mmhhm – respondió el masculino acostado en el suelo, a tu lado, mirando a las estrellas, es decir.
Mirándote a ti.
– Siento que todos estamos predestinados y que, todo pasa por algo – seguías opinando – pero no en plan, como un Dios que decide todo, no... sino que... es, como la vida sin mas que su existencia y-
Te callaron sus húmedos labios.
Ni siquiera te diste cuenta cuando se levantó para hacerlo.
Se separó porque lo consideró necesario.
– esta es la única forma de callarte, no? – murmuró mirándote cual drogadicto mira su droga.
Deseoso por otra calada.
– parece que si – reíste descarada teniéndolo a sólo centímetros de su cara – mierda me asustaste así, mal.
Ambos empezaron a reírse fuertemente.
Te miraba de tan cerca oyendo la respiración nasal que soltabas, sentía que sus ojos escaparían de sus órbitas para unirse a los tuyos y generar así dos pares de brutales pupilas y de pronto, solo entonces, se acoplaría a ti en cuerpo y alma.
De repente le dieron ganas de tener exactamente 2 hijos contigo, niño y niña, que tuvieran tus labios o sonrisa y que su luna de miel (porque se casarían) sería en el cielo, precisamente en una nube, Dios, la más cómoda que tu elijas porque el sería (y dada las circunstancias, ES capaz) de arrendarte el cielo solo para que pudieran hacer el amor una y otra vez, porque sabía que eras perfecta porque se había enamorado y él nunca, créeme, nunca se enamoraría si no es de la mujer perfecta.
Estaban rojos por la falta de aire.
– por qué estamos así no entiendo – reías con los ojos cerrados sintiendo el dolor en tu garganta.
– si... yo tampoco – susurró.
Un bombeo de besos se esparció en tu ser nuevamente sin preguntas pero sin quejas también.
Te aplastaba contra el suelo de la firmeza con la que lo hacía y sin embargo, se sentía exquisito.
Introdujo su lengua siendo por el total frío de esa noche, la única cosa tibia que encontraste. No te darías el lujo de desperdiciarla.
De a poco se empezó a mover para quedar cómodamente encima tuyo, instintivamente abriste tus piernas para recibirlo.
Sus caderas se movían ágilmente dejándote sentir la dureza que portaba consigo, dureza que increíblemente se iba fortaleciendo incluso más, conforme hacía contacto.
Tocabas sus hombros y pecho sin permiso buscando redondear su figura, lo que era de gran ayuda para Geto, quien añoraba tu tacto en su cuerpo hace tanto tanto...
– no podemos hacerlo – le dijiste entre medio de la comida que estaban teniendo – no tenemos... condón.
– lo sé – respondió entre gemidos – no planeaba darte en el suelo
Lógico.
Tus mejillas se enrojecieron lo que provocó una burla de su parte.
– me refiero a que deseo hacértelo en un lugar digno – agregó acariciando tus manos.
Le sonreíste dándole pequeños piquitos de vuelta.
Ambos veían y escuchaban borroso.
Ni yo entiendo como es que eran capaces de entenderse, modulando tan mal entre si.
– qué hacemos?
– tú nada – respondió levantando delicadamente tu polera – solo déjame tocarte un poco más...
Liberto tus pechos para meterlos a su boca, sintiendo un metal jugar con su lengua.
Se separó confundido buscando aclarar su vista.
– me los hice hace mucho – comentaste ante su reacción.
Vaya.
Piercings en los pezones. Nunca los había visto. Pero por alguna extraña razón se veían aún más deseables.
– te ha dolido? – preguntó preocupado sin poder despegar la vista de ellos.
Negaste.
– lo haces bien – con un suave ronroneó y en un momento de valentía acariciaste su miembro por encima de la tela.
Suguru cerró los ojos disfrutando.
– qué eres – jadeó excitado sin dejar de besar tus labios.
Metiste tu mano curiosa, por dentro del pantalón y sus boxers, tocando a piel fría el glande ya bombeado del masculino.
Masajeaste la punta húmeda.
– mmhmm – soltaba ronquidos desesperados.
Sin esperarle más, empezaste a masturbarlo, sintiendo en el alrededor de tus dedos su piel, que subía y bajaba por encima de su dura polla.
Suguro te tocaba las tetas haciendo mayor énfasis en tus extremadamente sensibles pezones a la par en que dejaba rastros de saliva escapar del beso.
Se volvería loco.
Tus movimientos provocarían en corto tiempo su orgasmo, sentiste como tensaba su marcado abdomen.
– ____ – lloriqueó – basta
No te detuviste porque sabías que no lo quería.
Podías deducir como su semen escapaba a duros chorros dejándote empapada del ombligo hacia arriba.
Geto tenía sus ojos cerrados tratando de no desfallecer encima de tu cuerpo, sus manos a tus costados temblaban y aquella respiración agitada incontrolable te señalizaba lo agotado que quedó.
– señorita, ya llegamos.
– ......
– señorita – la movió de su lugar
– um?..... – abrió sus ojerosos ojos – Y.... Y ____? – preguntaba tu mejor amiga despertando de su profundo sueño en un taxi camino a casa – .....
– ........
– .........
– mierda.
me dio curiosidad pensar como reaccionaría ante ese tipo de piercing, es todo 🧞♀️