Laila Scamander Y Las Reliqui...

By fanfics_and_fandom

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#7 «A matar a Voldemort» Las cacerías han comenzado en el mundo mágico. Laila Scamander junto con sus amigos... More

Sinopsis + TRAILER 1
1: El camino de la Nostalgia
2: Tonks
3: Angustiosas horas
4: Por Ojoloco
5: Preparativos
6: Los Delacour
7: Scrimgeour...otra vez
8: Testamento
9: Una boda de ensueño
10: Escape
11: Fugitivos
12: R.A.B
13: El Relicario
14: Kreacher
15: Una terrible reunion
16: Inútil Ayuda
17: Primera Plana
18: La calma antes de la Tormenta
19: Ministerio
20: Obsesión
21: No se deben decir mentiras
22: Escape poco exitoso
23: Gregorovitch
24: No son vacaciones
25: Inesperados visitantes
26: Separación
27: Carroñeros
28: La vida en Londres
29: El Refugio
30: El Plan
31: Avalon
32: Bola de Luz
33: Reencuentro
34: Una muy enojada Hermione
35: Lovegood
36: Las Reliquias de la Muerte
37: Emboscada
38: Pottervigilancia
39: Greyback
40: La Mansión Malfoy
41: Dobby, el elfo libre
TRAILER 2
42: Las Secuelas
43: Griphook y Ollivander
44: Un curioso trato
45: Padrinos
47: Gringotts
48: Liberación
49: Aberforth
50: Hogwarts
51: La resistencia
52: Rescate
53: Preparación para la guerra

46: La horripilante poción multijugos

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Todos los preparativos para colarnos en Gringotts estaban terminados. En mis manos tenía un frasquito de vidrio que contenía un pelo negro, largo y grueso, que había recuperado del jersey que Hermione llevaba puesto cuando estuvimos en la Mansión Malfoy.

— Y utilizarás su varita —indicó Harry señalando la varita de nogal—. Yo creo que resultaras muy convincente.

— No te preocupes yo estaré contigo a tu lado en todo momento— la tranquilice siendo que sus dotes de actriz no eran tan buenos como los míos obviamente y como yo no necesitaba poción multijugos usaría mi metamorfomagia para hacerme pasar por Narcissa Malfoy. Entendia lo difícil que seria para mi amiga ser despectiva y maleducada.

Hermione tomo la varita con miedo, como si temiera que le mordiera o le picara.

— La odio —musitó—. La odio, de verdad. Me produce una sensación muy rara, y no me funciona bien. Es como un trozo de... de ella.

La entendía por completo, y le encontraba la razón, mi varita era una extensión de mi.  Después de la charla con Ollivander ya hasta creía que las varitas se parecían a sus dueños como las mascotas. Por ejemplo la varita de Bellatrix era torcida y un poco tenebrosa como ella.

— Supongo que te resultará más fácil si te metes en la piel del personaje —le sugirió Ron—. ¡Piensa en todo lo que ha hecho esa varita!

— ¡Pero si a eso mismo me refiero! —replicó Hermione—. Ésta es la varita que torturó a los padres de Neville y a quién sabe cuánta gente más. Y sobre todo ¡es la varita que mató a Sirius y torturó a Laila hace unos días!

En cuanto menciono a papá inmediatamente mi sonrisa se convirtió en una mueca, tuve que controlarme a mi misma para no romper la varita de inmediato.

— Después la voy a romper.— me limite a decir.

— Echo de menos mi varita —dijo mi amiga con tristeza. Todos mis amigos habían perdido sus varitas y sinceramente tenía miedo de ser la siguiente—. Es una lástima que el señor Ollivander no haya podido hacerme una nueva a mí también.

En la mañana, Ollivander le había enviado una varita nueva a Luna, y ésta se hallaba en el jardín trasero, poniendo a prueba sus habilidades. A mi parecer el señor Ollivander estimaba demasiado a Luna para hacerle una varita tan rápido y no lo culpaba yo igual hubiera hecho lo mismo por ella. Luna se merecía eso y mucho más.

Se abrió la puerta del dormitorio y entró Griphook. Instintivamente, Harry tomó la espada y se la acercó más, pero al duende no le pasó inadvertido el gesto. Con ánimo de reparar su error, dijo:

— Estábamos repasando los últimos detalles, Griphook. Les hemos dicho a Bill y Fleur que partiremos mañana, y que no es necesario que se levanten para despedirnos.

Yo tuve que dar un paso hacia adelante y convencer a Billy a Fleur, siendo que   Hermione tendría que transformarse en Bellatrix antes de marcharse y yo en Narcissa Malfoy, cuanto menos supieran o sospecharan mejor por su seguridad. También les avisamos que no regresaríamos, por lo que Bill nos prestó, gracias al cielo, otra tienda de campaña. 

Aun así extrañaría las comodidades de la casa, sobre todo la comida vegetariana que me preparaba Fleur. Además de la compañía de Luna y Dean, mis amigos a quienes había extrañado demasiado, sobre todo a Luna en quién podía confiar con mis más oscuros secretos. Pero otra parte de mi ya estaba cansada de estar confinada en la casa mientras la guerra seguía sucediendo allá afuera, teniendo que estar en un diminuto cuarto con Griphook por horas y tener que seguir hablando con él. Ahora si, en nuestro plan no estaba el como nos desharíamos de Griphook para seguir con la espada hasta que hubiéramos destruido todos los horrocruxes. Cada vez que trataba de hablar del tema no podía siendo que el duende casi nunca nos dejaba solos más de cinco minutos.  De seguro Griphook estaba alerta por si intentábamos algo en su contra.

Toda la noche estuve dando vueltas en mi cama, tratando de pensar en una y otra vez como sería el escenario de decirle a Griphook "Nos quedaremos con la espada pero ten por seguro que te la daremos después!". Éramos tres contra el duende pero no podía imaginar un escenario bueno en el que ninguno saliera herido después de esa confrontación y donde ninguno se sintiera una basura por engañarlo. Aunque no solo me atormentaba el hecho de que íbamos a engañarlo si no que él también nos podía traicionar y una ves estuviéramos en Gringotts nos entregaría a sus compañeros duendes.

Aun así el sueño me gano y pude dormir un par de horas antes de que  Hermione me despertará y la tuve que ayudar a vestirse como Bellatrix y tomar la poción multijugos que era de un asqueroso color barro, como agua sucia. Hermione inmediatamente se aguanto las arcadas con una cara valiente mientras que yo modificaba mi ropa para sustituir a mi adorable tia, tratando de hacerlo lo mas fiel posible a como lo recordaba en la mansión Malfoy. 

Ver a Hermione, viendo la cara de Bellatrix Lestrange, no pude evitar hacer una mueca de odio y desagrado e incluso aunque mi amiga no lo noto, agarre mi varita por instinto. Y de no ser de la expresión de temor mientras se tocaba la cara, juraría que era Bellatrix delante de mi. Trate de tragar mi asco mientras la veía.

— Bastante convencible. En serio. Me dan ganas de matarte.— le asentí, luego me acerque un poco a la ventana, viendo que en el jardín trasero, Harry y Ron ya nos estaban esperando—. Es tiempo, antes de que despierten los demás. 

Ya eran las seis, por lo que Hermione fue hacia la puerta esperándome para que saliera con ella por si alguien estaba despierto y se encontraba con el rostro de Bellatrix Lestrange. Suspiré, le di un beso en la cabeza a Luna que estaba durmiendo, luego me gire hacia Presidente Besos que estaba viéndome como lo que podía suponer era emocionado, traía su gorra de dormir como las de las abuelas y no se como logró conseguir unas especies de tubos en su pelaje para darse ondas.
Tenía una especie de pañuelo en la patita.

— ¿Vas a llorar?— pregunté—. Eso no es muy propio de ti.

—Solo... vuelve a salvo, niña malcriada— el se sonó sonoramente la nariz y yo solo le rasque detrás de las orejas haciéndolo ronronear antes de seguir a Hermione, sabiendo que mi gato estaría en buenas manos. Nos encontramos con Griphook en el primer piso, el duende haciendo una mueca pero de cierta forma satisfecho porque la poción multijugos habia funcionado en Hermione. 

Salimos al jardín, aunque estábamos en mayo hacia un poco de frio, pensé en que después junio en Hogwarts eso significaba vacaciones. Mientras íbamos hacia ellos, aproveche de cambiar mi aspecto, concentrándome viendo al suelo, en mi mente la imagen de Narcissa Malfoy. La verdad es que al menos no tenía que cambiar mi cabello rubio, solo volverlo más platinado, y tampoco mis ojos azules ni el color de mi piel, eso si, me volví unos centímetros mas alta y un poco mas delgada, obviamente también cambiando la complexión de mi rostro. De no ser que siempre que habia visto a Narcissa Malfoy con una horrible mueca como si oliera estiércol, la consideraría sumamente bella.

— ¡El sabor era asqueroso!— Hermione se quejó con los chicos—.¡Era peor que la infusión de guardirraíz! 

— Ron, ven aquí para que pueda arreglarte...— le hice señas a mi amigo.

— Bien, pero recuerda que no me gustan las barbas demasiado largas.

— ¡Esto no es ningún concurso de belleza!— Hermione exclamó

— No. Y si lo fuera yo ganaría obviamente.— dije lo obvio.

—¡No es por eso, es que se me enreda con todo! Lo que me gustó fue esa nariz que me pusiste la última vez, un poco más corta; a ver si te sale igual.

Rodé los ojos amenazándolo que le pondría una barba tan larga como la que tenía Dumbledore si no se callaba, luego poniéndome a trabajar cambiando varios aspectos físicos de Ron como había hecho en nuestro tiempo a solas en Londres. Ron iría con nosotras dos, esperando que las identidades de Bellatrix y Narcissa pudieran proteger su identidad falsa cuando estuviéramos en Gringotts mientras Harry y Griphook irían escondidos bajo la capa invisible.

— Ya está —dije con orgullo dándome la vuelta para que los otros observaran mi trabajo—. ¿Qué les parece?

 Ahora Ron lucía un cabello castaño, largo y ondulado; llevaba bigote y una tupida barba; las pecas se le habían borrado de la cara; la nariz era ancha y corta, y las cejas, gruesas, no había querido hacerlo igual de cómo estábamos en Londres, siendo que aun así los mortifagos pudieron atraparnos en ese entonces.

— Bueno, no es mi tipo, pero creo que esta bien—bromeó Harry—. ¿Nos vamos ya?

Vimos uan ultima vez El Refugio, oscuro y silencioso bajo las estrellas, como si nos estuviéramos despidiendo, tal vez por una ultima vez; luego echamos andar hacia el punto, al otro lado del muro que bordeaba el jardín, donde ya no actuaba el encantamiento Fidelio y donde podríamos desaparecer. Una vez pasada la verja, Griphook dijo:

— Creo que deberías alzarme ya, Harry Potter.

Harry se agachó y el duende se le subió a la espalda y entrelazó las manos alrededor del cuello. Hermione sacó la capa invisible del bolsito de cuentas y se la echó por encima a los dos haciendo que quedaran invisibles al ojo humano.

— Perfecto —dijo Hermione agachándose para ver si a Harry se le veían los pies—. No veo nada. ¡Vámonos!

e tome la mano a Hermione, imaginándome el Caldero Chorreante, la posada por donde se accedía al callejón Diagon, pensé en el dueño Tom, y en como era acogedora. Cuando los abrí, me di cuenta que estábamos en Charing Cross Road. Los muggles andaban con cara de dormidos, sin fijarse en la pequeña posada de los magos. Cuando entramos, el bar estaba casi vacío, aunque no era mucho una sorpresa siendo que además estaba sombría y triste, las risas y el click de las copas ya no se escuchaba. Tom, el encorvado dueño secaba vasos detrás de la barra; un par de magos que hablaban en voz baja en un rincón nos miraron a mi y a Hermione, y se retiraron a una parte más oscura del local.

— Señora Lestrange. Señora Malfoy —murmuró Tom, y cuando Hermione pasó por delante de él inclinó servilmente la cabeza. Yo solamente asentí levemente con la cabeza, aunque quería decirle "Hola! Me da una cerveza de mantequilla?" solo actué con indiferencia pero reconociendo su presencia.

— Buenos días —dijo mi amiga haciéndome tratar de no hacer una mueca, Tom al igual que yo quedo sorprendido por la educación.

— Demasiado educada —susurró Griphook al oído de Hermione cuando fuimos al pequeño patio trasero de la posada—. ¡Tienes que tratar a la gente como si fueran escoria!

— No quiero admitirlo, pero él tiene razón— asentí—. Si te es muy difícil solo ignóralos.

— ¡De acuerdo, de acuerdo!

Hermione sacó la varita mágica de Bellatrix y golpeó un ladrillo de la pared que hizo que al instante, los ladrillos giraron y cambiaron de posición, y en medio de ellos apareció un agujero que fue haciéndose cada vez más grande, hasta formar un arco que daba al estrecho y adoquinado callejón Diagon.

Como las tiendas todavía no habían abierto, el callejón estaba tranquilo y nada concurrido, pero la calle ya no se parecía en absoluto al ajetreado lugar que era. Ahora se veía como una especie de calle fantasma, muchas tiendas estaban selladas con tablas y otras saqueadas por completo. Ollivanders estaba completamente destruida. Había una pared de ladrillos completamente empapelada con mi retrato y el de Harry donde advertían a mi novio cono  «Indeseable nº 1 y yo como una peligrosa criminal.

En algunas esquinas habían vagabundos, personas llenas de harapos que se veían en la misma miseria, suplicando. Pidiendo oro y asegurando desesperados ser magos de verdad, varios se veían magullados y torturados, habían uno incluso con un  ensangrentado vendaje en un ojo. Sin embargo cuando los mendigos nos vieron a Hermione y a mi se dispersaron, tapándose la cara con las capuchas y huyendo tan rápido como podían. Nos tenían miedo, demasiado miedo, e ira; el individuo del vendaje manchado de sangre se acercó a ella tambaleándose.

— ¡Mis hijos! —gritó señalándola con un dedo, parecía muy angustiado—. ¿Dónde están mis hijos? ¿Qué les ha hecho él? ¡Usted lo sabe! ¡Seguro que lo sabe!

— Yo... yo no... —balbuceó Hermione.

El desconocido se abalanzó sobre ella e intentó agarrarla por el cuello; reaccioné de inmediato, alzando la varita y lanzándole un hechizo petrificado con fuerza, el hombre salió despedido hacia atrás y quedó tendido en el suelo inconsciente y petrificado. Traté de no verme arrepentida porque realmente lo estaba, y no demostrar la pena que sentía por el pobre hombre. Mantuve mi cara estoica y trate de copiar el mismo gesto de desagrado de Narcissa Malfoy. Varias personas se asomaron a las ventanas a ambos lados de la calle, y un grupito de transeúntes de aspecto distinguido se recogieron las túnicas y apretaron el paso, no los culpaba por querer marcharse lo mas rápido posible.

Me dije a mi misma que debía calmarme, que no tenía que verme nerviosa, pero ya estábamos llamando mucho la atención. Tome a Hermione del hombro, pensando en que lo mejor sería irnos por otro lado cuando alguien nos grito a las espaldas;

— ¡Qué sorpresa, señora Lestrange! Ah, señora Malfoy no la había visto.

 Un mago alto y delgado, de abundante cabello entrecano y nariz larga y afilada, se acercaba a nosotras a grandes zancadas.

Hermione se había erguido cuan larga era y dijo, con todo el desprecio de que fue capaz:

— ¿Qué quieres?

El mago se detuvo en seco, claramente ofendido. Lo mire a los ojos, tomando la oportunidad de meterme en su mente, y al notar que no era oclumante, trate de no meterme a fondo para que no lo notara, era un mortifago, y nos conocía a ambas.  

— Sólo quería saludarla —dijo Travers con frialdad—, pero si mi presencia no es bien recibida...

— Disculpa a mi hermana Travers. Bellatrix a veces se olvida de sus modales— dije con educación, sin embargo no habia un tono de arrepentimiento en mi voz —. ¿Cómo estás?

— Bueno, confieso que me sorprende verlas por aquí, señora.

— ¿Ah, sí? ¿Por qué?— levanté una ceja con aire de desdén.

—Pues... —se aclaró la garganta— tenía entendido que los habitantes de la Mansión Malfoy estaban confinados en la casa, después de... de la... huida.

— El Señor Tenebroso perdona a los que en el pasado le han sido fieles a ultranza —repuso Hermione en una espléndida imitación de la más desdeñosa Bellatrix antes de que yo pudiera pensar en una excusa, y la verdad la deje hablando por que ahora le habia agarrado el asunto a imitar a la mortifaga—. Quizá tus méritos no sean tan valiosos como los míos, Travers.

Aunque el mortífago continuaba con aire ofendido, ya parecía menos receloso. Trate de no sonreír por la buena imitación de Hermione, si lográbamos salir bien de Gringotts le diría sin duda lo orgullosa que estaba.. Sin embargo recordé que no estábamos solas cuando el mortifago le  echó una ojeada al hombre al que acababa de aturdir.

— ¿Las ha molestado ese desgraciado?

— No tiene importancia. No volverá a hacerlo — hice un gesto de sin interés.

— A veces esos Sin Varita resultan un incordio —comentó Travers—. Mientras se limiten a mendigar no tengo ninguna objeción, pero la semana pasada una mujer se atrevió a pedirme que abogara en su favor ante el ministerio. «Soy una bruja, señor, soy una bruja. ¡Déjeme demostrárselo!» —imitó la chillona voz de la mujer—. ¡Como si fuera a prestarle mi varita! Por cierto —añadió con curiosidad—, ¿qué varita usa ahora, Bellatrix? He oído decir que la suya...

— ¿Mi varita? ¿Qué pasa con ella? —cuestionó fríamente Hermione mostrándosela—. No sé qué rumores habrás oído, Travers, pero por lo visto estás mal informado.

El mortífago, un tanto sorprendido, se volvió y miró a Ron.

— ¿Quién es su amigo? —preguntó—. Creo que no lo conozco.

— Es el señor Dragomir Despard —respondí, yo le había inventado el nombre falso a Ron, uno extranjero sería mas fácil de pasar como mentira—. No habla muy bien nuestro idioma, pero comprende y comparte los objetivos del Señor Tenebroso. Ha venido desde Transilvania para ver cómo funciona nuestro nuevo régimen.

— ¿Ah, sí? Encantado de conocerlo, Dragomir.

— Igualmente —replicó Ron tendiéndole la mano.

Travers le ofreció dos dedos y le estrechó la mano como si temiera ensuciarse,  aun levemente en su mente podía entender que la idea de mortifagos extranjeros no le agradaba.

—¿Y qué los trae a ustedes y a su... comprensivo amigo al callejón Diagon tan temprano? —quiso saber Travers.

— Tengo que ir a Gringotts.

— ¡Vaya! Yo también. ¡Maldito dinero! No podemos vivir sin él, y sin embargo, confieso que lamento la necesidad de mantener tratos con nuestros amigos los dedilargos.

Asentí levemente, como si estuviera de acuerdo con él en cómo llamaba a los duendes, solo podía imaginar come estaba Griphook abajo de la capa de invisibilidad.

— ¿Vamos, pues? —dijo Travers invitándonos a seguir.

Le di una una mirada a Hermione antes de entrelazar mi brazo con el de ella, comenzando a caminar al lado de Travers hacia donde se erigía el blanco edificio de Gringotts, que descollaba sobre las por la calle adoquinada. Ron a mi lado y  Harry y Griphook, detrás, preparándonos para el robo del siglo.

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