21: No se deben decir mentiras

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Cuando las puertas se abrieron, los tres entramos a un pasillo de piedra negra iluminado con antorchas bastante diferente a los pasillos de los pisos superiores, era frio y me hizo temblar

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Cuando las puertas se abrieron, los tres entramos a un pasillo de piedra negra iluminado con antorchas bastante diferente a los pasillos de los pisos superiores, era frio y me hizo temblar. Todo este piso daba escalofríos. Mientras empezábamos a caminar pensé en la mejor forma de sacar a Hermione, alias Mafalda, de las garras de Umbridge. 

Harry, siendo Runcorn que al parecer se llevaba bien con todas las horribles personas, podría hacer como si requiriera sus servicios para algún tonto tramite. O para hablar un momento y luego salir corriendo pero la no reaparición de Hermione podría provocar una búsqueda antes de que lográramos salir del Ministerio.

Pasamos por una puerta abierta donde estaban los nacidos muggles traídos para ser interrogados donde se sentaban amontonados y temblando en bancos duros de madera. La mayoría ocultaban los rostros entre las manos, sollozando. Algunos estaban acompañados por sus familias, otros se sentaban solos. Siendo vigilados por los funcionarios del Ministerio, encargados de ocupar la fuerza bruta.

— Tiene que ser una equivocación— dijo un hombre desesperado siendo escoltado por dos fornidos hombres que lo tenían agarrado con fuerza—. Mi padre... mi padre fue mago. William Alderton. ¡Trabajó aquí treinta años! Debieron conocerlo, siempre traía su chaqueta vuelta al revés. Miren soy mestizo! ¡Tenemos que volver soy mestizo!

Los tres nos quedamos paralizados en el pasillo viendo al pobre hombre pasar frente a nuestros ojos, siendo llevado de seguro a la lista de nacidos de muggles que iban a matar, me dieron de nuevo escalofríos. Tratamos de seguir nuestro camino hacia el final del pasillo donde podía ver a Umbridge, y por cada paso que daba sentía mas y mas frio terrorífico que me hacia apenas poder caminar, como si se me congelaran los músculos.

Era una sala muy pequeña para un juicio, aunque el techo estaba bastante elevado; provocaba el sentimiento claustrofóbico de estar atrapado en el fondo de un profundo pozo sin escapatoria, sentimiento que creo que era el que querían para sus victimas.

En ella había muchos dementores, propagando su aura helada por todo el lugar; estaban de pie como centinelas sin rostro en las esquinas más alejadas de la alta y elevada plataforma. Allí, detrás de una balaustrada, se sentaba Umbridge, con Yaxley a un lado, y Hermione, con la cara pálida. Pero no eran solo tres. Eran cuatro, por que sentando entre Yaxley y Umbridge estaba Lefay. 

Tenia el cabello corto ahora, viéndose como de 20 y tantos cuando en realidad tenia 50 y algo.  Aunque solo se veía joven, seguía siendo viejo, solo era un hechizo para verse joven, pero interiormente tenia problemas de viejo. Agarre mi varita debajo de mi túnica con fuerza, sentí la presencia de de M a mi lado, dándome apoyo y viéndolo como si quisiera arrancar su cabeza y ponerla en una pica. A los pies de la plataforma, un gato de pelo largo y brillante color plateado merodeaba de arriba abajo, un patronus que estaba allí para proteger a los acusadores de la desesperación que emanaba de los dementores: esto era para que lo sufriera el acusado, no los acusadores. Y allí sentada en una silla, temblando, estaba una mujer de cabello negro recogido y su cara pálida como una vela.

Laila Scamander Y Las Reliquias De La MuerteTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon