En los pocos tiempos que no estaba con Hermione o Harry, me hallaba apoyada en una de las paredes cubiertas de conchas incrustadas, buscando una forma de darle a Morgana su cuerpo original. A los únicos a los que le podía decir todo lo que estaba haciendo era a Ron o a Luna. Y considerando que el primero estaba preocupado por Hermione 24/7 (algo que encontraba adorable) Luna estaba a mi lado, ayudándome.
Tenía el libro de M que siempre iba conmigo adonde iba, otros libros que le había pedido prestados a Hermione (tuve que elaborar una muy complicada mentira para la razón) y un cuaderno en donde estaba dibujando un corazón con todas sus válvulas, las aurículas y ventrículos. Tenía en otras paginas mas dibujos de otras partes del cuerpo humano, además de algunos dibujos que habia hecho de Morgana. Por como iba a la búsqueda estaba pensando que tendría que asaltar la sección prohibida en Hogwarts, porque ni siquiera los hechizos mas antiguos y fuertes de Morgana parecían darme una solución. No podía imaginar que magia podía ser mas oscura que esto, aunque si Morgana se ponía pálida con la mención de los horrocruxes eso me daba esperanza de que habia alguna magia tan oscura que ninguna de las dos lo supiéramos pero podría ayudarnos a devolverle su cuerpo.
— Bien sin duda tenemos que usar la magia antigua de crecimiento. Tal vez hay que crecer un cuerpo desde tus huesos. — le explique a M mientras Luna rascaba a presidente Besos detrás de las orejas. Mientras yo escribía en mi cuaderno anotaciones y también aprendía bastante anatomía.
— Ohh eres increíble— Presidente Besos ronroneó—. ¿No quieres realizar un curso de intercambio con Laila?
— ¡Concentrémonos!— corté al gato tirándole de la cola y el me maulló—. Bien tal vez podamos modificar este hechizo de aquí. Mira este es para rellenar o completar con lo mismo creo que si lo podemos adaptar al resto de tu esqueleto...
— Pero que hay de todos estos órganos? Los intestinos, el páncreas, el apéndice...— Luna leyó.
— Sin mencionar las arterias, venas, nervios...— Morgana siguió con poco animo, aunque ella se sentía agradecida de lo que estaba haciendo no se veía con mucha esperanza. Pero yo no iba a dejar de tener esperanza en esto, pues si es que Morgan ya noes taba en mi cuerpo eso significaba que estaba muerta o tendría otro recipiente en el que estar, y no me quería imaginar mi vida en adelante sin Morgana.
— Tal vez necesitamos muestras de cada uno!— teorice, la verdad me sentía un poquito a jugar a dios haciendo un cuerpo pero no encontraba otras ideas, el tiempo se estaba acabando cada día. Hice una mueca, ahora pensando en la idea de tener un pedacito de pulmón o un pedazo de páncreas en mis manos de alguien mas.
— Tal vez puedas crearlo desde los huesos sin tener que robar órganos ajenos.— mi amiga opinó con total tranquilidad, pensé que si hablara de esto con Hermione estaría de todo excepto tranquila en cuanto hablar de robar pedazos de órganos.
— Luna, yo tendría que crear un hechizo para eso además de alquimia y.... sería mucho tiempo, ahora que lo pienso, necesitamos algo que no requiera mucho tiempo, porque ni yo ni M tenemos mucho.— suspiré.
— Mi papa me hablo de un mito sobre hombres hechos de barro.— mi amiga trató de dar otra opción
— ¿Qué si hay mucho calor ? Morgana se derretiría. Ugh esto de crear un cuerpo parte por parte nos tardará mucho— me tire dramáticamente al suelo, vi la flor delante mío y un pensamiento se me vino a la mente; Voldemort. El tipo habia sido destruido hace 17 años, sin embargo hace en nuestro cuarto año habia vuelto a la vida con cuerpo y todo frente a los ojos de Harry en el cementerio—. Que hay de como tú-sabes-quien obtuvo su cuerpo. Harry me dijo que lo tiraron en un caldero, entonces debe ser una especie de pócima.
— Entonces deberías preguntarle, Harry nunca te niega nada.— Luna respondió
— No se si preguntarle tan directamente sobre lo de un cuerpo para Morgana por que luego el preguntara si es que hay una manera de sacarla de mi cuerpo y....
— Tendrías que decir la verdad.
— No solo se enojaría, si no que tendrá muchísimo miedo, y el miedo es lo último que el debe tener ahora.—hice un gesto con la mano de que eso ya era suficiente, metí de nuevo mi mirada en el libro buscando entre las infinitas paginas cuando Morgana nos aviso a ambas, (o bueno mas bien a mi ya que Luna no podia verla);
— Oh, Hermione viene...
Rápidamente hice todo con mi varita desaparecer toda la evidencia y me quede solo con el libro de Morgana mientras que Luna con inocencia se ponía a recoger flores.
— Hola Hermione. Le estaba explicando a Laila sobre el origen de los snorkacks acuáticos— Luna dijo, sabiendo que eso haría que Hemrione perdiera el interés en nosotras y pudiéramos reanudar nuestra búsqueda tranquila.
Pero en los momentos en que yo no estaba sola o con Luna, tenía que escuchar a Ron hablar sobre la varita de Saúco, ahora Hermione, a quien ya no le quedaba más remedio que aceptar que la Varita de Saúco existía, afirmaba que ésta era un objeto maldito, y que el método utilizado por Voldemort para obtenerla había sido tan repugnante que ni siquiera se podría pensar. La verdad es que no quería opinar sobre saquear tumbas como algo repulsivo considerando que hace solo unos momentos pensaba en buscar órganos para mi amiga.
— Griphook quiere habar con nosotros— Hermione fue directa e inmediatamente me levante del suelo. Le di una última mirada a Luna y ella con una sonrisa se despidió de mi y volvió a su libro, aun que yo no estaba con ella seguiría investigando como ayudarme y a Morgana.
Las dos nos reunimos con Ron y Harry en el pequeños rellano, al parecer
Griphook nos estaba esperando en el más pequeño de los tres dormitorios.
—He tomado una decisión, Harry Potter —anunció el duende, sentado con las piernas cruzadas en una butaca mientras tamborileaba en los brazos con sus largos y flacos dedos. Desconfiaba de el completamente pero era nuestro único boleto hacia Gringotts—. Aunque los duendes de Gringotts lo considerarán una traición abyecta, he decidido ayudaros...
— ¡Estupendo! —saltó Harry, aliviado—. Gracias, Griphook, estamos muy...
—... pero a cambio de una recompensa —añadió el duende.
Harry titubeó, desprevenido. Apreté los dientes, obviamente iba a ver una recompensa y no lo iba a ser por la bondad de su corazón o porque Voldemort era también una amenaza para el.
—¿Cuánto quieres?— di un paso hacia adelante—. Tengo oro.
— No es oro lo que deseo; yo también tengo oro. — me dijo un poco enfurecido —. Quiero la espada; la espada de Godric Gryffindor.
El ánimo de Harry al igual que el e todos cayó en picado. Genial, teníamos que entregar lo único que servía para destruir horrocruxes... por un horrocrux.
— Eso no puedo dártelo —replicó Harry—. Lo siento mucho.
— Entonces tendremos dificultades —dijo el duende sin alterarse.
— Te daremos otra cosa —intervino Ron, impaciente—. Seguro que los Lestrange poseen muchos objetos de valor; podrás escoger lo que quieras cuando entremos en la cámara.
Pero Ron se había equivocado, y Griphook enrojeció de ira.
— ¡Yo no soy un vulgar ladrón, chico! ¡No intento hacerme con tesoros sobre los que no tengo ningún derecho!
— Pero esa espada es nuestra...
— No, no lo es —lo contradijo el duende.
— Nosotros somos miembros de la casa de Gryffindor, y la espada pertenecía a Godric Gryffindor. Se le aparece a quien— dije sabiendo en realidad lo único que sabía respecto a la espada.
— Y antes de pertenecer a Gryffindor, ¿de quién era? —replicó el duende al mismo tiempo que se enderezaba.
— De nadie —respondió Ron—. La hicieron para él, ¿no?
— ¡No, no es cierto! —gritó el duende, enfurecido, apuntando a Ron con un dedo—. ¡Otra vez la arrogancia de los magos! ¡Esa espada era de Ragnuk I, y Godric Gryffindor se la quitó! ¡Es un tesoro perdido, una obra maestra de la artesanía de los duendes, y nos pertenece! ¡La espada es el precio de mis servicios, lo toman o lo dejan! .
Harry pareció meditarlo y por un segundo me preocupo que accediera en tomar el trato de inmediato, sin embargo finalmente dijo:
— Tenemos que discutirlo, Griphook, si no te importa. ¿Nos concedes unos minutos?
El duende asintió con la cabeza, pero se lo veía igual de irritado.
Bajamos al vacío salón y Harry, muy preocupado, se acercó a la chimenea intentando tomar una decisión. Ron, detrás de él, rápidamente hablo en un murmuro:
— Se está burlando de nosotros; no podemos permitir que se quede esa espada.
— Hermione, ¿es verdad que Gryffindor robó la espada? —pregunté curiosa, golpee mi dedo contra mi barbilla y me encogí de hombros—. Debí haberme quedado dormida esa clase en historia de la magia...
— ¡Laila te quedaste dormida en todas las clases de historia de la magia!— Ron respondió entre irritado y divertido.
—No lo sé —contestó ella, desorientada—. Muchas veces, la Historia de la Magia trata muy por encima lo que los magos han hecho a otras razas mágicas, pero, que yo sepa, no hay ningún texto que afirme que Gryffindor la robó.
— ¿Morgana desconoce la historia?— Harry me vio curioso
— M existió después de los fundadores y no fue a Hogwarts.— me encogí de hombros otra ves pensando en la huella del obscurus que ahora yo también tenía—. Apenas pudo tener una varita.
— Debe de ser uno de esos cuentos de duendes sobre cómo los magos siempre intentan estafarlos —opinó Ron—. Supongo que podemos considerarnos afortunados de que no nos haya pedido una varita.
—Los duendes tienen buenos motivos para despreciar a los magos, Ron —dijo Hermione—. En el pasado los han tratado muy mal.
—Pero ellos tampoco son precisamente unos conejitos suaves y sedosos, ¿verdad? —replicó Ron—. Han matado a muchos magos y también han jugado sucio.
— Además Griphook no tiene una personalidad particularmente agradable como la mía.— le di un poco la razón a Ron, Hermione me vio con el ceño fruncido— Aunque solo él, estoy segura que los otros duendes deben ser eh... encantadores.
— De acuerdo, pero discutir con Griphook sobre cuál de las dos razas juega más sucio y con mayor violencia no va a convencerlo de que nos ayude, ¿no crees?
Nos quedamos en silencio, cada uno buscando alguna solución para el dilema, tendríamos el horrocrux pero lo ideal era destruirlo de inmediato o nos pasaría lo mismo con el relicario. La única opción delante mío era engañarlo y no darle la espada pero Harry y Hermione eran muy honorables para hacer eso, aunque estaba segura que Ron estaría de mi lado.
— Esta bien—soltó Ron —. A ver qué les parece esto: le decimos que necesitamos la espada sólo para entrar en la cámara, y después que se la quede. Allí dentro hay una falsificación, ¿no? Pues damos el cambiazo y le entregamos la copia.
— Pero Ron, ¿no ves que él sabrá distinguirlas mejor que nosotros? —protestó Hermione—. ¡Él fue quien detectó que las habían cambiado!
— Ya, pero podríamos largarnos antes de que se diera cuenta... —Ron se echó a temblar ante la mirada que le lanzó Hermione y estuve aliviada de que no fuera yo la primera en decir eso porque la mirada de Hermione sinceramente me dio un poquito de miedo; recordé a Rita Skeeter encerrada como un escarabajo.
— O sea que le pedimos ayuda y luego lo traicionamos, ¿no? Eso es una canallada —explotó ella—. ¿Y después dices que no entiendes por qué a los duendes no les gustan los magos?
A Ron se le pusieron las orejas coloradas.
— ¡Está bien, está bien! ¡Es lo único que se me ocurre! ¿Qué solución propones tú?
— Tenemos que ofrecerle otra cosa, algo que tenga un valor equiparable.
—¡Ah, genial! Voy a buscar otra de nuestras antiguas espadas fabricadas por duendes y tú se la envuelves para regalo.
— Miren se que suena horrible— los interrumpí de tener una discusión absurda dando un paso hacia adelante—..... pero a estas alturas yo misma lo lanzaría por un barranco.
— ¡Laila!— mi amiga se escandalizó dándome una furiosa mirada que trate de evitar, es mas ni siquiera quería ver a Harry, me daba un poco de verguenza pero... era la verdad.
— Hermione no he visto a mis abuelos hace meses, no sé si están vivos o muertos— respondí con cansancio, nadie de la orden sabía sobre su paradero, cada día veía a Bill esperanzada y él solo negaba con la cabeza—. ¡Nadie sabe de ellos! Dobby esta muerto. Quien-tú- sabes tiene esa varita y todo el mundo se esta yendo a la mierda. Si quieren que alguien sea el malo para conseguir lo que necesitamos. Yo lo haré. Sinceramente ya no me importa...
— No.— Harry negó interrumpiéndome, sacudiendo la cabeza con determinación.
— ¿Por qué no?— aunque en realidad una parte de mi estaba aliviada de que él no estuviera de acuerdo porque no quería hacerlo por mas desagradable que fuera el duende—. Si ustedes no pueden hacer las decisiones difíciles yo la hare..
— Porque esa es la linea entre Morgana y tú.— él afirmo—. Y no te la dejare cruzar.
— Sabes en esto estoy de acuerdo con Harry.— Morgana apareció a mi lado viendo un poco asombrada a mi novio—. Yo una vez dije esas palabras y lo perdí todo, incluida mi sanidad. No sacrifiques tus principios por esto, al final no valdrá la pena.
Suspiré viéndola y asentí, por desagradable que fuera Griphook no quería deshacerme de él depués de que nos hubiera ayudado a encontrar el horrocrux. No sabría como mirar a mi abuelo Newt sin enrojecer de verguenza y odio por mi misma. Puse las manos en alto, signo de que no iba a hacer nada, el silencio volviendo a la habitación, quedándonos sin ideas de como mantener la espada con nosotros.
— Es posible que Griphook nos esté mintiendo —dijo Harry después de unos momentos—. Tal vez Gryffindor no robó esa espada. ¿Cómo sabemos que la versión de la historia que tienen los duendes es la correcta?
— ¿Qué importa eso? —repuso Hermione impaciente.
— Para mí es importante, se trata de algo personal —dijo Harry y respiró hondo—. Le diremos que podrá quedarse la espada después de ayudarnos a entrar en la cámara, pero evitaremos decirle exactamente cuándo se la daremos.
Ron esbozó una lenta sonrisa y yo levante mi vista del suelo impresionada, Hermione en cambio, pareció alarmada y protestó:
— Harry, no podemos...
— Se la quedará cuando la hayamos utilizado para destruir todos los Horrocruxes. Me aseguraré de que entonces la recupere; cumpliré mi palabra.
— ¡Pero podrían pasar años! —objetó Hermione.
— Ya lo sé, pero no es necesario que él lo sepa. En realidad, no le diré ninguna mentira.
— No me gusta —dijo Hermione.
— A mí tampoco me gusta mucho —admitió Harry con un poco de verguenza.
— Creo que te amo más, cuatro ojos— sonreír encantada por su ingenio, era un trato sucio pero al menos no le haríamos daño al duende y Harry al final de todo si cumpliría con su palabra—. Además el no confía en nosotros.
— Laila tiene razón, yo creo que es una idea genial —afirmó Ron, y se puso en pie—. Vamos a proponérselo.
Volvimos al dormitorio pequeño y Harry planteó al duende la oferta en los términos acordados, sin determinar el momento de la entrega de la espada como él habia dicho. Hermione miraba al suelo con el entrecejo fruncido, y yo casi me puse delante de ella, cubriéndola un poco, esa actitud nos delataría, aunque menos mal Griphook solo tenía atención para Harry.
— ¿Me das tu palabra, Harry Potter, de que si te ayudo me entregarás la espada de Gryffindor?
— Sí, te la doy.
— Entonces démonos la mano —ofreció el duende.
Harry le estrechó la mano, yo me quede quieta, como esperando que el duende preguntara justo sobre cuando se la daríamos. Griphook lo soltó, dio una palmada y exclamó:
— ¡Bueno! ¡Manos a la obra!
Después de ser torturada en la casa de los Malfoy adoraba estar afuera, pero lastimosamente teníamos que planear la entrada a Gringotts en la penumbra porque asi lo prefería Griphook, era como volver a planear introducirse en el ministerio.
—La cámara de los Lestrange es una de las más viejas; sólo he entrado en ella una vez —comentó Griphook—, cuando me dijeron que dejara allí la espada falsa. Las familias de magos más antiguas guardan sus tesoros en el nivel más profundo, donde se hallan las cámaras más grandes y mejor protegidas.
Pasábamos horas enteras encerrados en la diminuta habitación, cosa que me daba un terrible dolor de cabeza, y poco a poco los días iban componiendo semanas. Surgía un problema tras otro que teníamos que volver a pensar en el plan y rehacer de nuevo, y lo mas necesitábamos para poder infiltrarnos en Gringotts era la poción multijugos de la que ya apenas nos quedaba reserva.
— Sólo queda poción para uno de nosotros —anunció Hermione inclinando la botella que contenía la espesa y fangosa poción a la luz de la lámpara.
— Con eso bastará —asentí mientras estudiaba el mapa de los pasillos más profundos que había dibujado Griphook.
Más tiempo juntos al duende, más lo odiaba. Griphook era una criatura sanguinaria, se reía imaginando el sufrimiento de otras criaturas inferiores y parecía disfrutar con la posibilidad de que íbamos a hacer daño a otros magos para llegar hasta la cámara de los Lestrange. Aun no me inspiraba anda de confianza y estaba segura de que si nos descubrían el tomaría la espada y nos dejaría junto con los lobos aunque Hermione me decía que no debía pensar así.