Contigo, siempre | Mi Luz (li...

By Gisse_Astrada

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Emily Becker, por mucho que le ha costado deja su oscuro pasado atrás. Sin querer relacionarse con nadie del... More

Dato.
Analepsis.
Cap. 2- Llamada.
Cap. 3- Noticia.
Cap. 4- Sentimientos.
Cap. 5- Coincidencia.
Cap. 6- Dolor.
cap. 7- Una oportunidad.
Cap. 8- Juntos.
Cap. 9- Contigo.
Cap. 10- Confesiones.
Cap. 11- De tu mano.
Cap. 12- Confesiones de un alma herida.
Cap. 13- Calma.
Cap. 14- Recuerdos de un alma herida.
Cap. 15- Demonios.
Cap. 16- Te amo.
Cap. 17- Fantasma.
Cap. 18- Confesión.
Cap. 19- Todo por ti.
Cap. 20- Contacto.
Cap. 21- Algo más.
Cap. 22- Dimitry.
Cap. 23- Sueños rotos.
Cap. 24- Tal vez.
Cap. 25- Propuesta.
Cap. 26- Para siempre.
Cap. 27- Sentimientos encontrados.
Capítulo especial - Fiesta universitaria.
Cap.28- Cena.
Cap.29- Verdad.
Cap. 30- Papá.
Cap. 31- Catarsis.
Cap. 32- Cartas del pasado.
Cap. 33- Oportunidades.
Cap. 34- Caos.
Cap. 35- Dejar ir lo que nunca fue.
Cap. 36- Calma.
Cap. 37- Fabrice.
Cap. 38- Sorpresa.
Cap. 39- Abuelos.

Cap. 1- Recuerdos.

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By Gisse_Astrada

Presente.

Esa mirada azul. Después de tanto, esa mirada seguía consumiéndola todas las noches. Rara vez y pocas veces lograba conciliar el sueño sin sentirse perseguida por la profundidad de aquellos ojos.

Recordaba con detalle todo lo vivido la noche de aquel cumpleaños. Habían transcurrido solo un par de meses y era como una película que se reproducía constantemente en su cabeza. 

Suspiró profundamente, ubicando su cabeza en la almohada tratando de encontrar la posición perfecta para dormir. Pero apenas cerraba sus ojos, una sonrisa de labios perfectos regresaban a su mente.

—¡Basta Emily! —se reprendió por décima vez en la noche— Duerme de una vez, mañana debes madrugar.

«La noche resultó divertida y llena de sorpresas, también. Después de un chiste malo por parte de Patrick, que aún así hizo reír a Emily, juntos fueron al centro de la pista de baile. Unos metros más allá, Thomas y Sophie, compartían un baile junto a un par de besos. Ambos sonrieron felices por su amiga y hermano.

El alcohol de aquella bebida espumosa empezó a subir por sus cuerpos al punto de calentar ciertas partes de ellos. Las mejillas de Emily, parecían arder y las manos de Patrick, en su cintura, quemaba.

Siguieron el ritmo de aquella música sin darle importancia a esos pequeños detalles. Era solo el alcohol, nada más. No tenía por qué deberse a la cercanía en la que sus cuerpos se encontraban en ese momento.

Juntos se apartaron de la pista de baile una vez la música cesó. El pelinegro no tenía intenciones de alejarse de la rubia esa noche y no solo se debía al motivo de no dejarla sola, ya que ella no conocía a nadie. Simplemente no podía apartarse de su presencia. Pero eso último se lo reservaba para sí mismo.

Entre charla y los chistes de Patrick, la noche avanzó. Los invitados empezaron a retirarse de a poco y como un buen caballero, acompañó a Emily, a los dormitorios una vez ella dijo estar cansada.

La verdad era que ni siquiera estaba cansada, solo quería apartar las cosquillas que se alojaron en su vientre en toda la noche por causa del hombre que caminaba junto a ella en ese momento. Y se lamentó también que él, la acompañara.

La noche fresca incitó a Patrick, a quitarse el saco y colocarlo en los hombros de la rubia. Faltaba un buen tramo para los dormitorios y recién salían de la casa. 

Emily sonrió ante su gesto. Sonrisa que ponían a Patrick, cuestionarse todo lo sucedido anteriormente. Tal vez no debió decir ningún chiste esa noche, ya que la risa y sonrisa de su acompañante, lo tenían completamente embrujado. Y eso era un total peligro para su corazón, que frenético no paraba de latir.

Pero tal vez él, ya había caído en su embrujo. Un embrujo que Emily, no sabía había creado.

Se detuvieron frente a la puerta del dormitorio de Emily. Patrick, la observó atento mientras rascaba la parte trasera de su cabeza en un gesto nervioso. ¿Pero por qué razón se sentía nervioso?

—Fue un lindo cumpleaños. —Emily lo sacó de sus pensamientos.

—La verdad que bastante entretenido. Si soy honesto, no soy muy amigo de las fiestas. —reveló.

—¿Por qué? Parecías disfrutarlo bastante.

—Tal vez haya sido la compañía. —confesó sin intención.

Emily enmudeció ante el efecto de esas palabras que no ayudaban en nada a las sensaciones que intentaba apartar de su cuerpo y de su mente.

—Ehm... yo... creo que debería entrar ya... —dijo sumamente nerviosa y a punto de darse la vuelta— Cierto, tu saco —río nerviosa. 

Patrick la miraba fascinado. Había un brillo especial en ella o solo era el alcohol haciendo efecto en su visión. Cualquiera fuera el caso, no pudo detener su conducta cuando sujetó las solapas de su traje, que aún permanecían en los hombros de la rubia, y ahí, manteniéndola encerrada en el abrigo se inclinó a ella por un muy ansiado beso que Emily, sorprendida no dudó en corresponder.

La dulzura en la boca de esa mujer era delirante y adictivo. Al primer contacto con su lengua provocó una necesidad de seguir saboreándola, degustándola. No podía conformarse con un simple beso.

La apretó contra su cuerpo haciéndola consciente de su notable excitación, provocando un jadeo por parte de la rubia. Patrick, se apartó por el simple instinto de conseguir oxígeno. Con sus respiraciones agitadas, ambos se miraron directamente a los ojos y sin poder negar el deseo latente en sus pupilas. Ambos lo querían, ambos lo deseaban. ¿Por qué no hacerlo?

La pregunta no formulada por ninguno de los dos, fue respondida, cuando Patrick, sujetó su mano para guiarla hacía su habitación y corroborada cuando Emily, avanzó junto a él sin peros.

A trompicones lograron llegar hasta la habitación del pelinegro, primera causa de que chocarán con casi todo, fue el alcohol; la segunda, fueron sus inquietas manos y los besos que no dejaron de darse durante el trayecto.

Asegurada la puerta, Patrick tomó posesión de su boca como un hambriento y con sus manos ágiles fue retirando prenda por prenda del cuerpo de la rubia, que tampoco se quedó atrás en desnudarlo.

No hubo mucho tiempo en apreciación. Patrick la cargó en sus brazos y caminó hacia la pared más cercana, y ahí mismo, de pie se fundió con ella. Emily gimió de puro placer ante la invasión y Patrick, emitió un gutural gemido ante la estrechez de su interior.

En cada embestida, Patrick, se dedicó a besar su cuello y sus pechos, mordiéndolos, chupándolos y besándolos. Mientras sus oídos se llenaban de la dulce melodía de sus gemidos y Emily, no hacía otra cosa más que aferrarse a su cuerpo.

No pasaron mucho en esa posición cuando Patrick, caminó hacia la cama con ella, abandonando su interior para apresurarse por un preservativo que tomó del cajón de su mesa de luz. Podía estar algo ebrio pero no podía olvidar algo tan importante como aquello.

Cuando regresó con ella, se hizo paso entre sus piernas besando desde su vientre hasta sus pechos, donde jugó con ellos a su antojo. Esta vez sí se tomó el tiempo necesario en admirarla, acariciarla y saborearla. Descubriendo así un hermoso lunar bajo su pecho izquierdo que estaba seguro no olvidaría jamás.

Una vez se colocó el preservativo volvió a unirse a ella en ese lugar húmedo y tibio que empezaba a enloquecerlo. Sintiendo las uñas de aquella mujer clavarse profundo en su espalda enviando una corriente eléctrica por todo su cuerpo.

Si debía ser honesto consigo mismo, hacía mucho no se sentía de esa manera con una mujer. En la que sentía su cuerpo estremecerse ante cada una de las sensaciones y estaba seguro que la mujer bajo su cuerpo se encontraba en la misma condición dada sus expresiones de placer.

Emily podía sentir que el roce la quemaba debido a la sensibilidad en la que su piel recibía su toque. La respiración pesada de Patrick, en su oído la llevaba a otro mundo, uno lleno de placer. Los besos de ese hombre la devoraban y en su vida nadie la había consumido como lo estaba haciendo el hombre dentro y sobre ella.

—¡Oh, Patrick! ¡Ahh! —Patrick gruñó al escucharla. Era un maldito afrodisíaco para sus sentidos y joder como le encantaba.

Fuego. Lava. Emily, no sabía exactamente qué era. Pero ardía y cada vez se acumulaba con más intensidad en su vientre. Acompañó los movimientos de sus caderas con las suyas incrementando más el placer de ambos.

Patrick, la sujetó por las caderas dándole la vuelta, invirtiendo posiciones y dejándole el dominio a ella y así él pudiera disfrutar de sus pechos apretándolos con sus manos. 

Las manos de Emily, se posaron en su definido torso y abdomen para mantener el equilibrio y bajo la nubosidad de lujuria pudo apreciar una gran cicatriz surcar su piel junto a un par de tatuajes. Descendió en busca de sus labios que hambriento la recibía y las manos inquietas de Patrick, recorrieron su espalda hasta posarse en su trasero, dónde se aferró a ellos cuando el orgasmo sobrevino sobre ambos.

La respiración agitada y pesada de ambos, fue lo único que podía escucharse. Patrick podía sentir el temblor del cuerpo de Emily, y estaba seguro que el suyo también.

Poco a poco fue sintiendo aquel hermoso cuerpo relajarse entre sus brazos y estaba seguro que la rubia había caído en brazos de Morfeo. Con cuidado se apartó de ella y fue directo al baño a deshacerse del preservativo, lavó sus manos y refrescó su rostro, y una mirada de reproche fue lo que le devolvió el espejo cuando se miró.

—Idiota, eso es lo que eres, un idiota —se reprendió a sí mismo—. Rubia, rubia, rubia —suspiró— ¿Qué haré contigo ahora? ¿Qué haré conmigo ahora?  —observó hacia la cama y luego a él mismo en el espejo— Ya te jodiste, Patrick, estás jodido.

Caminó nuevamente hacia la cama y observarla desnuda despertó en él, algo más que un simple deseo, pero sabía que no podía dejarlo crecer. Sea lo que sea, era mejor así.

Tal vez atribuiría lo de esta noche a las copas de más que tenía encima. Eso funcionaría al menos al despertar para explicarse. Mas adelante solo Dios sabía que excusa podría usar.

Tomó su lugar en la cama y observó del techo a ella, constantemente, indeciso. Y se dijo a sí mismo que por esa noche estaba permitido dormir abrazado a su cuerpo tibio, que increíblemente le transmitía paz.

La abrazó por la cintura y pegó su pecho contra su espalda y tuvo que contener el jadeo al sentirla nuevamente contra su piel. Se concentró en su respiración y en contar ovejas para poder cerrar sus ojos y dormir de una buena vez. Y respirando contra sus cabellos dorados, sus ojos al fin se vencieron al sueño.

Cuando Emily abrió sus ojos esa mañana, un pequeño dolor atravesó su cabeza y la luz proveniente de la ventana la obligó a cerrar nuevamente sus ojos. Se removió entre las sábanas y fue consciente de su desnudez. Alarmada despabiló sentándose en la cama y mirando para todos lados, no tardó en reconocer la habitación ni a su acompañante.

—Joder. ¿Qué hice? —se preguntó a sí misma cubriéndose el rostro.

No pudo quitar la mirada de su espalda y de aquella marca que surcaba su piel desde las costillas con dirección al pecho. Recordó como finalizaba dicha cicatriz. Pudo apreciar un tatuaje especial muy cerca de aquella cicatriz. Unas pequeñas alas de ángel con una aureola. Ella muy bien sabía lo que representaba ese símbolo. Aunque ella llevaba el suyo representado con una estrella fugaz.

«¿Qué tanto daño sufriste, Pack?» —pensó para sí misma.»

—Patrick.

El sonido insistente del despertador sobre su cómoda fue el responsable de alejarla de aquel increíble sueño, mejor dicho, recuerdo.

Ahora debía sobrevivir otro día más a sus recuerdos.

Con parsimonia se levantó de la cama e hizo su rutina diaria. Su compañera de cuarto no se encontraba allí, de seguro pasó la noche en casa de su novio, el cual desconocía quien era.

Sobre la pequeña mesa de escritorio observó sus apuntes y la tesis que debía entregar antes de finalizar la semana. Solo le faltaba un par de puntos para resolver y ya sabía a quién recurrir para que le explicara dichos puntos.

Bebió de su jugo de naranja y mordió una tostada, y el reloj en la pared le indicaba que debía de salir ya si no quería llegar tarde a la primera clase y recibir el regaño de la señora Dubois. Esa mujer sí que era exigente con la puntualidad.

Tomó sus cosas y las llaves saliendo del cuarto de residencias, y apenas se dio la vuelta unos ojos y sonrisa risueños, estaban esperándola.

—Becker, ¿Cómo amaneciste? —la saludó sonriente—. Si preguntas por mí, mi noche fue increíble y mi despertar lo fue aún más. Te permito imaginarlo. —suspiró su vecino con un brillo inusual en sus ojos verdes. Emily rio.

—Yo bien, Dylan —sonrió Emily por la emoción de su amigo— ¿Quieres decir que ya se fue?

—Así es —dijo y parte de su sonrisa cayó—. Compartimos el desayuno al menos y en cuanto pudo se marchó. Dice que tiene mucho trabajo acumulado. —justificó.

—¿Y tú qué piensas? —inquirió Emily.

—No sé, Emm. No creo que quiera algo serio. Un estudiante como yo y alguien como él que ya tiene todo su futuro resuelto. Es complicado. —dijo Dylan pensativo.

—Oye, no seas así contigo. Eres un chico increíble, Dylan. No pienses lo contrario. Y si él no sabe verlo, él se lo pierde. —alentó abrazándolo mientras seguían caminando.

—Es lo que yo le digo, pero parece que solo de ti lo cree.

Otra voz se sumó a la conversación haciendo alusión de que había estado escuchando unos pasos detrás de ellos sin que se dieran cuenta.

—¿Cómo estás, Ashton? —saludó Emily al hombre de piel canela que compartía habitación con su vecino, Dylan.

—Bien rubia, ¿Y tú?

Ella respondió con una pequeña sonrisa y mirada esquiva. El tiempo que llevaba conociéndola le daba el saber lo que significaba aquella sonrisita de su amiga. Sonrió por eso y por lo que diría a continuación.

—Algo me dice que has estado soñando con cierto hombre misterioso. Algún día, Emm, algún día averiguaré su nombre. —aseguró Ashton, con determinación.

Todos los colores se subieron al rostro de Emily y maldijo internamente haber tenido un momento de sinceridad con su amigo bajo el efecto de unos chupitos.

—No sabes cómo me lamento aquel día que me convencieron de beber.

Dylan y Ashton, rieron a carcajadas por el dramatismo de su amiga. En el poco tiempo que llevaban de conocerla le habían tomado un gran cariño a esa pequeña mujer. Sobretodo aquel día en el que la rubia se había equivocado de habitación al llegar el primer día de universidad. La vergüenza que su rostro expresó cuando convencida entró en la que creyó era su habitación, encontrándose a Ashton, vistiendo solo unos pantalones cortos. Desde ese día que ninguno podría olvidar formaron su amistad.

—Hablando de cosas serias —dijo la rubia y puso sus ojos en blanco cuando ambos hombres dejaron de reír—. Ashton, voy a necesitar de tu ayuda con mi tesis. Por fa, di que sí...

Intentó convencerlo Emily, batiendo sus pestañas constantemente, y en su intento de parecer serio, Ashton, volvió a reír.

—Sabes que ni siquiera tienes que pedirlo. Yo encantado.

—¡Yupi! —celebró Emily y ambos hombres sonrieron— ¿Puedes a las 20:00? Encargaré pizza.

—¿Puedo ir yo también? Quiero pizza. —el pedido de Dylan, provocó más risas de los tres.

Atravesaron todo el campus hasta llegar a la primera clase con la señora Dubois. Emily, entró a su clase no sin antes decirles que se encontrarían en la cafetería, ambos asintieron y partieron a sus clases.

La señora Dubois, esa mujer sí que hablaba sin parar sobre lo que significaba el derecho penal y la importancia que tenía en la carrera. Podía ser una francesa un poco antipática, pero al momento de explicar su materia era como agua clara. Al menos así lo consideraba Emily.

Finalizada la primera hora de clases, pronto se reunió con sus amigos en la cafetería. Ellos eran aparte de Giovanna, su compañera de cuarto, los únicos amigos que había hecho allí. Agradecía haberse llevado bien con ellos desde el primer día.

El día avanzó sus horas hasta que dos golpes en su cuarto le indicaba a Emily, que su ayuda había llegado al fin. Al abrir se encontró con sus dos vecinos.

—Que puntuales. —alagó con diversión Emily.

—Para las pizzas jamás hay que hacerse esperar. —la ocurrencia dicha por Dylan, la hizo reír.

—Y yo creyendo que era por mi. –fingió estar ofendida.

—También es por ti —intervino Ashton—. Por ti y las pizzas. Por eso también trajimos cervezas —exhibió las mismas en su mano—. Con permiso.

—Pasen. —negando divertida cerró la puerta.

—¿Y Giovanna? —cuestionó Dylan al no verla por ningún lado. 

—Salió a una cena. Bien. Ya encargué las pizzas y no deben de tardar. Ashton, ayúdame con esto por favor. —señaló sus apuntes sobre la mesa.

—¿Entonces? Manos a la obra.

La rubia sonrió agradecida y Ashton, tomó asiento comenzando a ojear los apuntes y marcar algunas cosas que consideraba importante. Dylan abrió un par de cervezas, extendiéndole una a Emily, que recibió sin quejas y antes de ella tomar su lugar junto a Ashton, el teléfono del cuarto de su residencia comenzó a sonar insistente.

—Buenas noches, ¿Quién habla? —contestó Emily, la llamada.

—Buenas noches, rubia ¿Cómo estás?

Esa voz.

No hizo falta que se presentará, Emily reconoció inmediatamente su voz, aquella que no había podido sacar de su cabeza y que muy temprano había despertado soñando con él.

—Patrick. —susurró.


🌸🌸🌸🌸🌸🌸🌸🌸🌸🌸🌸🌸🌸🌸🌸

Aquí les comparto el primer capítulo. Estoy atenta a sus comentarios 😊

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