KOOKGI : DESPUÉS

Por yoonttom

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De lo único de lo que estoy seguro es de que mi vida y mi corazón jamás volverán a ser los mismos. No después... Más

PRÓLOGO
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Por yoonttom


- Ahora que tenemos el apartamento, supongo que ya no querrás pasar la noche en casa de mi padre, ¿no?

Intento olvidar la cara nueva de TaeHyung.

- Supones bien. -Sonrío-. A menos que Elizabeth nos lo pida. Sabes que no puedo decirle que no.

Estoy nervioso por tener que ver a Ken después de lo que JungKook me contó anoche. Estoy intentando apartarlo de mi mente, pero es mucho más difícil de lo que creía.

- Ah, casi se me olvida -dice encendiendo la radio.

Lo miro y, con el dedo, me hace un gesto para que espere.

- He decidido darle otra oportunidad a The Fray -me informa.

- ¿De veras? Y ¿cuándo ha sido eso?

- Después de nuestra cita en el arroyo, aunque no abrí el CD hasta la semana pasada -confiesa.

- Aquello no fue una cita -me burlo, y se parte de la risa.

- Me dejaste que te follara con los dedos. Para mí, eso es una cita.

Me coge la mano cuando intento pegarle un manotazo y me la besa. Sonrío y entrelazo los dedos con los suyos, largos y finos. Me inundan los recuerdos: yo tumbado sobre la camiseta mojada mientras JungKook me regalaba mi primer orgasmo.
Él sonríe.

- Estuvo bien, ¿verdad? -presume, y me echo a reír.

- En fin, cuéntame qué opinas ahora de The Fray.

- Bueno, no están tan mal. Se me ha pegado una canción.

Me muero de curiosidad.

- ¿De verdad?

- Sí... -admite, y mira un instante la carretera antes de poner el CD.

La música inunda el interior del vehículo y sonrío.

- Se titula Never Say Never -dice JungKook, como si me estuviera contando algo que no supiera, cuando es una de mis favoritas.

Escuchamos la letra en silencio y no puedo evitar que se me dibuje una enorme sonrisa en la cara. Sé que le da un poco de vergüenza escuchar una canción como ésta conmigo, así que me callo y no digo nada. Me limito a disfrutar de este momento tan tierno.

JungKook se pasa el resto del trayecto poniéndome una canción tras otra del disco y diciéndome qué opina de cada una. Es un gesto pequeño, pero para mí es un mundo. Me encantan estos momentos en los que me muestra una nueva faceta de sí mismo. Ésta va a ser una de mis preferidas.

Cuando llegamos a la casa de su padre, toda la calle está llena de coches. Al salir, el viento frío me hiela los huesos y me estremezco. El traje tampoco es que deje poco a la imaginación. JungKook se quita la chaqueta y me la echa por los hombros. Abriga más de lo que parece, y huele a él, mi perfume favorito.

- Pero quién se iba a imaginar que podías ser todo un caballero -lo chincho.

- No hagas que te meta en el coche y te eche un polvo aquí mismo -me dice, y ahogo un grito de falsa indignación que le resulta de lo más divertido-. ¿Te cabe mi móvil en esa... esa especie de bolso?

- Es una cartera de mano, y la respuesta es sí. -Sonrío al tiempo que extiendo la mano en su dirección.

Me entrega su móvil y lo meto en la pequeña cartera. El fondo de pantalla ya no es gris, lo ha cambiado por la foto que me ha hecho mientras hablaba con él en el apartamento. Tengo los labios entreabiertos y los ojos llenos de vida; las mejillas sonrosadas y la piel resplandeciente. Es muy raro verme así, pero ése es el efecto que tiene JungKook en mí: con él me siento vivo.

- Te quiero -le digo, y cierro el bolso sin hacer ningún comentario sobre su nuevo fondo de pantalla.

La casa de Ken y Elizabeth está llena de gente, y JungKook me coge de la mano con fuerza después de retirar su chaqueta de mis hombros y volver a ponérsela.

- Vamos a buscar a SeokJin -sugiero. Él asiente y encabeza la expedición.

Encontramos a su hermanastro en la sala de estar, junto a la vitrina que sustituye a la que JungKook rompió la primera noche que vine aquí. Parece que fue hace siglos. SeokJin está rodeado de un grupo de sesentones, y uno de ellos le pone la mano en el hombro. Sonríe al vernos, se disculpa con los señores y abandona la conversación. Está muy guapo y lleva un traje parecido al de JungKook.

- ¡Pensé que no viviría para verte con traje y corbata! -dice muerto de la risa.

- Si vuelves a mencionarlo, no vas a vivir mucho -lo amenaza JungKook, aunque es evidente que lo dice de broma.

Sé que empieza a gustarle SeokJin, y eso me hace feliz. Él es uno de mis mejores amigos y una persona que me importa mucho.

- A mi madre le va a encantar. YoonGi, estás precioso -me dice dándome un abrazo.

JungKook no me suelta ni siquiera cuando intento devolverle el abrazo, y tengo que apañármelas con una sola mano.

- ¿Quién es toda esta gente? -pregunto.

Sé que Ken y Elizabeth viven aquí hace menos de un año, por eso me sorprende que haya, por lo menos, unas doscientas personas.

- La mayoría son amigos de Ken de la universidad y los demás son familiares y amigos. Yo sólo conozco a la mitad -explica SeokJin riendo-. ¿Os apetece una copa? Tenemos que estar todos fuera dentro de unos diez minutos

- ¿Quién tuvo la brillante idea de celebrar una boda en el jardín en diciembre? -protesta JungKook.

- Mi madre -contesta SeokJin-. Aunque las carpas están climatizadas. - Mira a todos los invitados y luego a JungKook -. Deberías decirle a tu padre que has llegado. Está arriba, y mi madre está escondida con mi tía pero no sé dónde.

- Paso... Prefiero quedarme aquí abajo -responde JungKook.

Le acaricio la mano con el pulgar y me da un apretón de agradecimiento. SeokJin asiente.

- Bueno, yo tengo que irme, pero os veo luego -dice, y nos deja con una sonrisa.

- ¿Te apetece salir? -le pregunto a JungKook. Asiente-. Te quiero -le repito. Sonríe, con hoyuelos y todo.

- Te quiero, Yoon -me dice y me da un beso en la mejilla.

Abre la puerta de atrás y me presta su chaqueta otra vez. Al salir veo que el patio parece un cuento de hadas. Hay dos carpas gigantescas que ocupan casi todo el patio, y de los árboles y del porche cuelgan cientos de pequeños farolillos. Son bonitos incluso de día. La verdad es que es digno de ver.

- Creo que es aquí -dice JungKook señalando la carpa más pequeña.

Entramos por una abertura lateral. JungKook estaba en lo cierto. Las hileras de sillas de madera están colocadas de cara a un altar muy sencillo, de las paredes cuelgan unas preciosas flores blancas y todos los invitados van de blanco y negro. La mitad de los asientos están ocupados, así que nos sentamos en la penúltima fila porque sé que JungKook no quiere verlo de cerca.

- Nunca pensé que asistiría a la boda de mi padre -me dice.

- Lo sé, y estoy muy orgulloso de ti por haber venido. Significa mucho para ellos y, por tu forma de hablar, parece que crees que también será bueno para ti.

Apoyo la cabeza en su hombro y me rodea con el brazo. Empezamos a hablar del buen gusto con el que han decorado la carpa, toda en blanco y negro. Es sencillo y elegante. Tan sencillo que siento como si me hubieran invitado a compartir un momento intimo en familia, a pesar de la cantidad de asistentes que hay.

- Supongo que la recepción será en la otra carpa -dice JungKook, y retuerce un mechón de mi pelo entre el índice y el pulgar.

- Eso creo. Seguro que es aún más bonita que...

- ¿JungKook? ¿Eres tú? -dice entonces una voz de mujer.

Ambos volvemos la cabeza hacia la izquierda. Una anciana ataviada con un vestido de flores blanco y negro y zapato plano nos mira con unos ojos como platos.

- ¡Dios santo, si eres tú!

Lleva el pelo gris recogido en un sencillo moño y apenas un toque de maquillaje que le da un aspecto sano y radiante. Por su parte, JungKook se ha quedado lívido. Se levanta y la saluda.

- Abuela.

Ella le da un abrazo tremendo.

- ¡No me puedo creer que hayas venido! Hace años que no te veo. Eres un chico muy guapo. Perdón, un hombre muy guapo. ¡Estás muy alto! Pero ¿qué es todo esto? - dice frunciendo el ceño mientras señala los piercings que lleva en la cara.
JungKook se ruboriza y se ríe incómodo.

- ¿Cómo estás? -le pregunta revolviéndose en el sitio.

- Muy bien, cielo. Te he echado mucho de menos -dice ella y se seca los ojos. Tras una pausa, me mira y pregunta con gran interés-: Y ¿quién es este adorable jovencito?

- Ah... Perdona. Te presento a Yoon... YoonGi. Mi... novio -contesta él-. YoonGi, ella es... mi abuela.

Sonrío y me levanto. Nunca se me había ocurrido que iba a conocer a los abuelos de JungKook. Pensaba que estaban muertos, como los míos. Nunca ha hablado de ellos, pero no me sorprende. Creo que yo tampoco he hablado de los míos.

- Es un placer conocerla -digo ofreciéndole la mano, pero sus planes van más allá de un apretón. Tira de mí, me da un abrazo y un beso en la mejilla.

- El placer es mío. ¡Eres un chico precioso! -dice con un acento mucho más marcado que el de JungKook-. Me llamo Adele, pero puedes llamarme abuela.

- Gracias -digo ruborizándome.
Da un par de palmadas. Es evidente que está feliz.

- Todavía no me creo que estés aquí; ¿has visto a tu padre recientemente? ¿Sabe que has venido? -pregunta volviendo a centrar la atención en JungKook.

Él se mete las manos en los bolsillos.

- Sí, ya lo sabe. He estado viniendo por aquí últimamente.

- Me alegra mucho oír eso. No tenía ni idea -dice, y sé que está a punto de echarse a llorar otra vez.

- Damas y caballeros, vayan tomando asiento. La ceremonia está a punto de comenzar -anuncia un hombre por el micrófono de la tarima.

La abuela coge a JungKook del brazo sin darle tiempo a rechistar.

- Venid a sentaros con la familia. No deberíais estar aquí atrás.

Él me mira pidiéndome socorro, pero me limito a sonreír y a seguirlos. Nos sentamos junto a alguien que se parece mucho a Elizabeth, imagino que será su hermana.

JungKook me coge de la mano y a su abuela no se le escapa el gesto afectuoso y lo coge de la otra mano.
Ken se pone en posición y la expresión de su rostro al ver a su hijo sentado en primera fila es indescriptible: conmovedora y desgarradora al mismo tiempo. JungKook hasta le sonríe un poco, y Ken le devuelve la sonrisa. No cabe en sí de gozo. SeokJin está de pie al lado de Ken, en la tarima, pero a JungKook no parece importarle. Jamás habría accedido a subirse ahí arriba.

Cuando Elizabeth entra, todos los presentes suspiran. No hay palabras para describir lo bonita que está mientras camina hacia el altar. La expresión de su rostro al ver al novio hace que me apoye en el hombro de JungKook. Irradia felicidad y su sonrisa ilumina la carpa. Lleva un vestido largo y tiene las mejillas resplandecientes. Es perfecto. La ceremonia es preciosa, y cuando a Ken se le quiebra la voz y deja escapar un pequeño sollozo mientras recita sus votos se me llenan los ojos de lágrimas. JungKook me mira y sonríe, me suelta la mano y me seca las mejillas. Elizabeth es una novia preciosa, y su primer beso como marido y mujer hace que los asistentes aplaudan y los vitoreen.

- Cursilon -me dice JungKook cuando apoyo de nuevo la cabeza en su hombro mientras la gente empieza a salir.

Poco después acompañamos a su abuela a la otra carpa. Estaba en lo cierto: es aún más bonita que la primera. Cerca de las paredes hay mesas vestidas con manteles blancos y servilletas negras. Los centros de mesa son flores blancas y negras. El techo está cubierto de farolillos como los del jardín, que proporcionan una iluminación cálida y muy agradable que se refleja en la cristalería nueva y en los relucientes platos blancos. El centro de la carpa está despejado. El suelo es de azulejos blancos y negros, y creo que será la pista de baile. Los camareros están en posición, esperando que todo el mundo tome asiento.

- No desaparezcas. Quiero volver a verte esta noche -dice la abuela de JungKook antes de dejarnos.

- Es la boda más lujosa a la que he ido -comenta él, y mira la tela blanca que adorna el techo.

- Yo no he estado en una boda desde que era pequeño -replico, y sonríe.

- Eso me gusta -dice y me besa en la mejilla.

No estoy acostumbrado a que me demuestre afecto en público, pero podría acostumbrarme rápidamente.

- ¿El qué? -pregunto cuando se sienta a una de las mesas.

- Que no hayas estado en ninguna boda con Jimin -responde, y me echo a reír para no tener que mirarlo mal.

- A mí también -le aseguro.

La comida está exquisita. Yo pido el pollo y JungKook el filete. Lo sirven todo en una especie de bufet para que parezca informal, pero esta comida de informal no tiene nada. Rebaño la salsa cremosa con un trozo de pollo y me llevo el tenedor a la boca, pero JungKook me lo roba y se lo come. Se atraganta un poco porque le cuesta reír y tragar a la vez.

- Eso te pasa por quitarme la comida -lo regaño, y me llevo otro trozo a la boca antes de que me lo robe de nuevo.

Se ríe y apoya la frente en mi hombro. Enfrente de nosotros hay una mujer mirándonos. No parece que le haga gracia ver a JungKook besarme en el cuello. Le devuelvo una mirada igual de borde que la suya y aparta la vista.

- ¿Te traigo otro plato? -le pregunto a JungKook lo bastante alto como para que la mujer me oiga.

Ella mira al hombre que tiene al lado y enarca una ceja. Él no parece prestarle la menor atención y eso la cabrea aún más. Sonrío y cojo la mano de JungKook. Al igual que el hombre de enfrente, no se ha enterado de nada. Mejor.

- Sí, por favor -dice-. Y gracias.

Le doy un beso en la mejilla y me voy a la cola de la comida.

- ¿YoonGi? -dice una voz familiar.

Levanto la vista y veo a Christian Vance y a Max a unos pocos metros de distancia.

- Hola. -Sonrío.

- Estás espectacular -dice Max, y le agradezco el cumplido en voz baja.

- ¿Qué tal va el fin de semana? -me pregunta el señor Vance.

- Fabuloso. Aunque los días laborales tampoco desmerecen -le aseguro.

- Ya, ya... -Se echa a reír y coge un plato.

- ¡Nada de carne roja! -le dice Alice por detrás.

Él hace un gesto de pegarse un tiro en la sien y le lanza un beso. ¿Estos dos salen juntos? Quién lo habría imaginado. El lunes le pediré detalles a Alice.

- Mujeres -dice Vance, y llena un plato mientras yo preparo otro para JungKook -. Nos vemos luego.

Sonríe y se va con su cita. Alice me saluda con la mano y consigue que el niño que tiene sentado en brazos haga lo mismo. Les devuelvo el saludo y me pregunto si será hijo suyo.

Max se acerca y me resuelve la duda.

- Es el hijo del señor Vance.

- Ah -digo apartando la vista de Alice.

Max sigue mirando a mi jefe.

- Su mujer falleció hace cinco años, justo después de que naciera el niño. No había vuelto a salir con nadie hasta que conoció a Ali. Sólo llevan unos meses juntos, pero está coladito por ella. -Se vuelve hacia mí y me sonríe.

- Ahora ya sé a quién recurrir para estar al tanto de los cotilleos de la oficina -bromeo, y los dos nos reímos.

- Nene... -dice JungKook rodeándome por la cintura con los brazos, marcando territorio.

- Me alegro de verte. JungKook, ¿no es así? -pregunta Max.

- Sí -es todo lo que contesta él-. Será mejor que volvamos a la mesa. SeokJin te está buscando. -Me estrecha con fuerza y con su silencio le dice a Max que se largue.

- ¡Te veo luego, Max! -Sonrío educadamente y le doy a JungKook su plato mientras regresamos a nuestros asientos.

-¿Dónde está SeokJin? -le pregunto a JungKook cuando volvemos a sentarnos.

Le da un mordisco a un cruasán.

- No lo sé.

- ¿No has dicho que me estaba buscando?

- Te estaba buscando, pero ahora no sé dónde está.

- JungKook, no hables con la boca llena -dice su abuela apareciendo por detrás.

Noto que JungKook respira hondo antes de volverse.

- Lo siento -masculla.

- Quería hablar de nuevo contigo antes de marcharme. Sólo Dios sabe cuándo volveré a verte. ¿Le reservarás un baile a tu abuela? -Es una pregunta adorable, pero JungKook niega con la cabeza-. ¿Por qué no? -pregunta ella con una sonrisa.

Ahora me doy cuenta de que JungKook parece incómodo en su presencia. Hay cierta tensión entre ellos, pero no sé a qué se debe.

- Voy a traerle algo de beber a YoonGi -miente, y se levanta de la mesa.

Su abuela se ríe nerviosa.

- Menuda pieza, ¿verdad?

No sé muy bien qué contestar a eso. De entrada quiero defenderlo, pero creo que lo dice de broma. A continuación, se vuelve hacia mí y pregunta:

- ¿Sigue bebiendo?

- ¿Qué?... No -balbuceo. Me ha pillado con la guardia baja-. Bueno, de vez en cuando -aclaro cuando lo veo acercarse con dos copas llenas de un líquido rosado.

Me da una y me la llevo a los labios. Huele dulce y, con el primer sorbo, noto que tiene burbujas que me hacen cosquillas en la nariz. Sabe igual que huele: dulce.

- Champán -me informa JungKook, y le doy las gracias.

- ¡YoonGi! -exclama Elizabeth justo antes de abrazarme. Se ha quitado el traje de novia y lleva puesto un vestido blanco cruzado que le llega a las rodillas, pero está igual de guapa que antes-. ¡No sabéis cuánto me alegro de que hayáis venido! ¿Os ha gustado? -pregunta.

Elizabeth es la única persona que conozco que pregunta a los invitados si les ha gustado la boda. Es más buena que el pan.

- Ha sido precioso, una maravilla. -Sonrío.

JungKook me pone la mano en la cintura para que me apoye en él. Siento que está incomodísimo atrapado entre Elizabeth y su abuela, y encima ahora Ken se une a la fiesta.

- Gracias por haber venido -le dice a JungKook, y le ofrece la mano para que se la estreche.

Él la acepta y le da a su padre un buen apretón. Ken levanta el brazo para abrazar a su hijo, pero se contiene. Aun así, se nota que está feliz y emocionado.

- YoonGi, cielo, estás muy guapo. -Me abraza y pregunta-: ¿Lo estáis pasando bien?

No puedo evitar sentirme un poco incómodo con él ahora que sé un poco mejor cómo era en el pasado.

- Sí. Es increíble lo bien que lo han organizado todo.

JungKook se esfuerza por decirle algo bonito a su padre. Le masajeo la espalda con movimientos circulares para que se relaje un poco. La abuela de JungKook tose y mira a Ken.

- No sabía que habíais vuelto a hablaros.

Él se pasa la mano por la nuca. Ahora ya sé de dónde lo ha sacado JungKook.

- Sí. Mejor lo hablamos en otro momento, mamá -dice Ken, y ella asiente.

Bebo otro sorbo de mi copa e intento no pensar que estoy bebiendo delante de las personas mayores, delante del rector de mi universidad, sin tener edad legal para hacerlo.

Un camarero con chaleco negro se acerca con una bandeja de champán y, cuando Ken coge una copa, pongo cara de terror, pero se la da a su esposa y me relajo. Qué alegría que haya dejado de beber.

- ¿Quieres otra? -me pregunta JungKook, y yo miro a Elizabeth.-Adelante. Estás en una boda -me dice.

- Sí. -Sonrío, y JungKook se aleja para traerme otra.

Hablamos un minuto de la boda y de las flores y, cuando JungKook regresa sólo con una copa, Elizabeth se preocupa y le pregunta:

- ¿No te gusta el champán?

- Sí, claro. Éste está muy bueno, pero ya me he tomado una copa y me toca conducir a mí -responde, y Elizabeth lo mira con sus ojos marrones cargados de adoración.

A continuación se vuelve hacia mí.

- ¿Tienes tiempo esta semana? He comprado semillas nuevas para el invernadero.

- Por supuesto que sí. Estoy libre todos los días a partir de las cuatro.

La abuela nos mira a Elizabeth y a mí, asombrada y feliz.

- ¿Cuánto hace que salís juntos? -nos pregunta entonces.

- Unos meses -le responde JungKook con calma.

En ocasiones se me olvida que fuera de nuestro grupo, bueno, del grupo de amigos de JungKook, nadie sabe que nos odiábamos a muerte hasta hace sólo dos meses.

- Entonces ¿no voy a ser bisabuela pronto? -se ríe, y JungKook se pone rojo como un tomate.

- No, no. Acabamos de irnos a vivir juntos -replica, y Elizabeth y yo escupimos el champán de vuelta a nuestras copas.

- ¿Estáis viviendo juntos? -exclama Ken.

No esperaba que JungKook fuera a contárselo hoy. Diantre, ni siquiera estaba seguro de que fuera a contárselo alguna vez, dado que él es como es. Estoy un poco sorprendido y avergonzado por mi reacción pero, sobre todo, estoy contento de que no tenga ningún problema en decirlo.

- Sí, nos hemos trasladado a Artisan hace unos días -explica.

- Vaya, es un sitio muy bonito, y está más cerca de las prácticas de YoonGi -añade Ken.

- Sí -dice JungKook, intentando valorar cómo se han quedado todos después de soltar la bomba.

- Me alegro mucho por vosotros, hijo. -Ken le pone la mano en el hombro a su hijo y lo observo con expresión neutra-. Nunca me imaginé que te vería tan feliz... y en paz.

- Gracias -dice JungKook. ¡Y sonríe!

- ¿Podría ir a visitaros algún día? -pregunta Ken.

Elizabeth baja la vista y le advierte:
-Ken...

Todavía se acuerda de la última vez que fue demasiado lejos con JungKook. Y yo también.

- Pues... sí..., podrías -contesta JungKook, y nos deja a todos de piedra.

- ¿De verdad? -inquiere Ken, y él asiente-. Vale, ya nos diréis cuándo os va bien. -Se le han humedecido un poco los ojos.

Empieza la música y Elizabeth coge a su marido del brazo.

- Nos reclaman. Muchas gracias por haber venido -dice, y me besa en la mejilla-. No sabes lo mucho que has hecho por nuestra familia, ni te lo imaginas -me susurra al oído antes de alejarse con lágrimas en los ojos.

- ¡Es la hora del primer baile! ¡Que vivan los novios! -Se oye por los altavoces.

La abuela de JungKook también se marcha a ver el primer baile de los recién casados.

- Les has alegrado el día -le digo a JungKook y le planto un beso en la mejilla.

- Vayamos arriba -me dice.

- ¿Qué? -Estoy un poco aturdido por las dos copas de champán que me acabo de beber.

- Arriba -me repite, y una corriente eléctrica me recorre la espalda.

- ¿Ahora? -digo riéndome.

- Ahora.

- Pero hay mucha gente...

No me contesta. Me coge de la mano y me saca de la carpa. Cuando llegamos a la casa, me sirve otra copa de champán e intento que no se me derrame mientras subo a toda velocidad la escalera para seguirle el ritmo.

- ¿Qué pasa? -pregunto una vez ha cerrado con pestillo la puerta de su
dormitorio.

- Te necesito -me dice, y se quita la chaqueta.

- ¿Te encuentras bien? -pregunto con el corazón desbocado.

- Sí, pero necesito distraerme -gruñe.

Da un paso hacia mí, me quita la copa y la deja encima de la cómoda. Da otro paso, me coge por las muñecas y me levanta los brazos.

Yo encantado de distraerlo de la sobrecarga emocional que ha supuesto ver a su abuela por primera vez en años, la boda de su padre y el haber accedido a que su padre y su nueva esposa vengan a vernos a nuestro apartamento. Es demasiado para JungKook en tan poco tiempo.

En vez de preguntarle nada o insistir más, lo cojo del cuello de la camisa y pego las caderas a las suyas. Ya la tiene dura como una piedra. Con un gruñido, me suelta las muñecas y lo peino con los dedos. Su boca cubre la mía y su lengua está caliente y dulce, como el champán. En un segundo está metiéndose la mano en el bolsillo y sacando un envoltorio metálico.

- Tienes que tomar anticonceptivos para que pueda dejar de usar esto. Quiero poder sentirte de verdad -dice con voz ronca mientras me muerde el labio inferior y lo chupa con gesto seductor. No puedo desearlo más.

Lo oigo respirar entre dientes cuando le bajo los pantalones y el bóxer hasta la rodilla. Hace lo propio conmigo. Me apoyo en sus brazos para poder quitármelas, con bastante torpeza. Se ríe y me besa en el cuello. Me aprieta las caderas con las manos, me levanta y enrosca mis piernas alrededor de su cintura.

Intento quitarme los botones de la camisa, pero cuando apenas estoy a la mitad del trabajo, JungKook me suplica al oído:

- Déjatelo puesto. Es muy sexi... Sexi a la vez que virginal... Joder... Me muero por follarte. Eres precioso.

Me levanta un poco más en el aire y luego me baja hasta que lo tengo dentro. Mi espalda está apoyada contra la pared y JungKook empieza a subirme y a bajarme. Lo hace con un fervor y una desesperación que nunca había visto en él. Es como si yo fuera de hielo y él de fuego. Somos completamente distintos e iguales a la vez.

- ¿Está... bien... así? -pregunta a trompicones mientras me abraza con fuerza para que no me caiga.

- Sí -gimo.

La sensación de que me lo esté haciendo así, contra la pared, con mis piernas en su cintura, es muy intensa y celestial.

- Bésame -suplica.

Deslizo la lengua por sus labios hasta que abre la boca y me deja adentrarme en ella. Le tiro del pelo y hago lo que puedo para besarlo mientras él entra y sale de mí más y más rápido. Nuestros cuerpos se mueven a toda velocidad, pero nuestro beso es lento e íntimo.

- No me canso de follarte, Yoon. Joder... Te quiero -dice en mi boca mientras yo jadeo y gimo y siento esa presión en mi vientre cada vez más intensa.

Gruñe un par de veces y yo grito. Estamos a punto de corrernos los dos.

- Relájate, nene -me dice, y le hago caso.

Sus labios siguen pegados a los míos, ahogando los gemidos de mi clímax. Entonces se tensa y estalla en el condón. Jadea y deja caer la cabeza en mi pecho, abrazado a mí unos segundos más antes de levantarme, salir de mí y dejarme de pie en el suelo.

Ladeo la cabeza contra la puerta y recupero el aliento mientras él le hace un nudo al preservativo, lo coloca en su envoltorio y se lo guarda en el bolsillo antes de volver a subirse los pantalones.

- Recuérdame que lo tire en cuanto bajemos -dice con una carcajada, y yo me río como un tonto-. Gracias -añade, y me besa en la mejilla-. No por lo que acabamos de hacer, sino por todo.

- No me des las gracias, JungKook. Tú haces por mí tanto como yo por ti. -Lo miro a los ojos verdes y brillantes-. Incluso más.

- Qué va -dice meneando la cabeza y cogiéndome de la mano-. Volvamos abajo antes de que alguien venga a buscarnos.

- ¿Qué tal estoy? -pregunto peinándome con los dedos y secándome bajo los ojos.

- Recién follado -bromea, y pongo los ojos en blanco-. Estás guapísimo.

- Tú también -le digo.

En la carpa casi todo el mundo está bailando, y parece que nadie se ha percatado de nuestra ausencia. Nos sentamos y empieza otra canción. Es Never Let Me Go, de Florence and the Machine.

- ¿Te apetece bailar? -le pregunto a JungKook, aunque sé lo que me va adecir.

- No, yo no bailo -dice mirando por encima de mi hombro-. A menos que tú quieras hacerlo -añade.

Me sorprende su ofrecimiento y me emociona que se haya prestado a bailar conmigo. Me tiende la mano pero en realidad soy yo el que nos conduce a la pista de baile, que parece un tablero de ajedrez. Lo llevo a toda prisa, no sea que cambie de opinión. Nos quedamos al fondo, a una distancia prudencial de la multitud.

- No sé lo que hay que hacer -dice echándose a reír.

- Yo te enseño.

Le pongo las manos en mis caderas. Me pisa un par de veces pero lo pilla deprisa. Ni en un millón de años me habría imaginado que estaría bailando con JungKook en la boda de su padre.

- Vaya canción más rara para una boda, ¿no? -me dice al oído entre risas.

- No, la verdad es que es perfecta -repongo con la cabeza apoyada en su pecho.

Sé que no estamos bailando. Más bien estamos abrazándonos al ritmo de la música, pero a mí me vale. Nos quedamos así durante dos canciones enteras, que resultan ser de mis favoritas. You Found Me, de The Fray, hace que JungKook empiece a reírse a carcajadas y me estreche entre sus brazos. La siguiente, una canción pop de un grupo de chicos, hace que yo sonría y él ponga los ojos en blanco.

Mientras suena, JungKook me habla de su abuela. Sigue viviendo en Inglaterra pero él lleva sin verla ni hablar con ella desde que ella lo llamó para felicitarlo el día en que cumplió veinte años. Se puso de parte de su padre durante el divorcio y hasta encontró la manera de disculpar su alcoholismo; según ella, todo era culpa de la madre de JungKook, y eso a él le bastó para no volver a tener ganas de hablar con ella. Parece muy cómodo contándome todo esto, así que yo me callo y asiento de vez en cuando para que sepa que estoy escuchándolo.
JungKook hace un par de chistes sobre lo ñoñas y petardas que son todas las canciones y me río de él.

- ¿Y si volvemos arriba? -bromea bajando la mano por mi espalda.

- Tal vez.

- Voy a tener que darte de beber champán más a menudo. -Vuelvo a colocarle las manos en mi cintura y me pone morritos. No puedo contener la risa-. La verdad es que me lo estoy pasando bastante bien -confiesa.

- Yo también. Gracias por haberme acompañado.

- No lo cambiaría por nada del mundo.

Sé que no se refiere a la boda, sino a estar conmigo en general. Estoy flotando en una nube.

- ¿Me permite este baile? -pregunta Ken cuando empieza la siguiente canción.

JungKook frunce el ceño y nos mira primero a mí y luego a su padre.

- Sí, pero sólo una canción -rezonga.

Ken se ríe y repite las palabras de su hijo:

- Sólo una canción.

JungKook me suelta y Ken me coge. Me trago lo incómodo que me siento con él. Habla de cosas triviales mientras bailamos, y mi resentimiento casi desaparece mientras nos reímos de una pareja de borrachos que se tambalea junto a nosotros.

- ¿Has visto eso? -dice luego Ken con una voz que es puro asombro.

Me vuelvo y veo a qué se refiere. Yo también me quedo pasmado al ver a JungKook bailando como puede con Elizabeth. Ella se ríe cuando él le pisa los zapatos blancos y él sonríe avergonzado. Esta noche ha sido mucho mejor de lo que soñaba.

Al acabar la canción, JungKook vuelve a mí rápidamente, seguido de Elizabeth. Les decimos a los felices recién casados que nos vamos a casa y nos abrazamos una vez más. JungKook está un poco menos tenso que antes. Alguien llama a Ken. Elizabeth y él se despiden de nosotros y nos dan las gracias por enésima vez por haber venido a la boda y desaparecen entre los invitados.

- ¡Los pies me están matando! -digo.

Es la primera vez que llevo zapato de tacón tanto tiempo seguido, y creo que voy a necesitar una semana para recuperarme.

- ¿Te llevo en brazos? -se ofrece imitando mi tono de voz infantil.

- No -me río.

Cuando vamos a salir de la carpa nos encontramos con Max, el señor Vance y Alice. Ella me sonríe y me guiña el ojo después de darle un buen repaso a JungKook. Intento contener la risa y termino atragantándome.

- ¿Me has reservado un baile? -bromea el señor Vance con JungKook.

- No, ninguno -dice él siguiéndole el juego.

- ¿No es pronto para marcharse? -dice Max mirándome a mí.

- Ya llevamos aquí un buen rato -contesta JungKook alejándome de ellos-. Me alegro de haberte visto, Vance -añade sin dejar de andar mientras salimos de la carpa.

- Eso ha sido de muy mala educación -lo riño cuando llegamos al coche.

- Estaba flirteando contigo. Tengo derecho a ser todo lo maleducado que quiera.

- Max no estaba flirteando, sólo estaba siendo amable.

JungKook pone los ojos en blanco.

- Te desea, lo sé. No seas tan ingenuo.

- Sé amable con él, por favor. Trabajamos en la misma empresa y no quiero problemas -digo con mucha calma. La noche ha sido maravillosa y no me gustaría que sus celos la estropeasen.

JungKook sonríe con malicia.

- Siempre puedo pedirle a Vance que lo despida.

Me parto de la risa con su salida.

- ¡Estás loco!

- Sólo por ti -contesta, y arranca el motor.

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