KOOKGI : DESPUÉS

By yoonttom

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De lo único de lo que estoy seguro es de que mi vida y mi corazón jamás volverán a ser los mismos. No después... More

PRÓLOGO
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By yoonttom

JungKook ve a Dylan al mismo tiempo que yo y se vuelve a mirarme a mí, luego mira otra vez a Dylan y se tensa al instante.

Durante un segundo parece que va a dar media vuelta para sacarnos de aquí, pero no hay duda de que Dylan nos ha visto, y sé que JungKook no va a arriesgarse a hacerle el feo de darle laespalda y largarse. A nuestro alrededor la fiesta no para, pero yo sólo veo la risa maquiavélica de Dylan, que me pone los pelos como escarpias.

Llegamos a lo alto de la escalera, Dylan hace un gesto teatral de sorpresa y dice:

— No pensaba encontraros aquí. Como no ibais a poder veniros a los muelles y todo eso...

— Sí, sólo hemos venido a... —empieza a decir JungKook.

— No, si ya sé por qué habéis venido. —Dylan sonríe y le da una palmada en el hombro. Me muero de vergüenza cuando mira hacia mí—. Es todo un placer volver a verte, YoonGi —dice con frialdad.

Miro a JungKook pero él sólo tiene ojos para Dylan.

— Igualmente —consigo responder.

— Menos mal que no habéis ido a los muelles. Ha llegado la pasma y nos ha aguado la fiesta, así que la hemos trasladado aquí.

Lo que significa que los amigos babosos de Dylan también rondan por la casa. Genial, más gente que a JungKook no le cae bien. Ojalá nos hubiéramos quedado en mi cuarto. Por la cara que pone, sé que él está pensando lo mismo.

— Qué mal, tío —dice, e intenta avanzar por el pasillo. Entonces Dylan coge a JungKook por el brazo.—Deberíais bajar a tomar una copa con nosotros.

— Él no bebe —responde JungKook en tono molesto.

Por desgracia, lo único que consigue es alentar a Dylan.

— Ah, no pasa nada. Bajad de todas maneras a pasar un buen rato. Insisto —dice.

JungKook se vuelve hacia mí y lo miro fijamente con los ojos muy abiertos, como intentando decirle que no telepáticamente. Pero entonces asiente. «¿Por qué?»

— Ahora bajo. Dame un minuto para que... lo deje instalado —masculla.

Acto seguido me tira de la muñeca para que echemos a andar hacia su habitación antes de que Dylan pueda decir esta boca es mía. Abre la puerta, me mete dentro a toda prisa y cierra.

— No quiero bajar —le digo cuando deja mi mochila en el suelo.

— No vas a bajar.

— Y ¿tú sí?

— Sí, pero sólo cinco minutos. No tardaré. —Se pasa la mano por la nuca.

— ¿Por qué no le has dicho que no y punto? —pregunto.

JungKook afirma que no le tiene miedo a Dylan, pero lo veo bastante acobardado.

— Ya te he dicho que es difícil decirle que no.

— ¿Es que te hace chantaje o algo?

— ¿Qué? —Se sonroja—. No... Sólo es un capullo y no quiero follones, y menos estando tú aquí —dice acercándose—. No tardaré en subir, pero lo conozco y, si no me tomo una copa con él, vendrá a darnos la lata y no lo quiero cerca de ti —explica, y me besa en la mejilla.

— Está bien —suspiro.

— Necesito que me esperes aquí. Sé que no es lo ideal, con todo el jaleo y la música de la fiesta, pero tampoco quiero arriesgarme a bajar, aunque sea para marcharnos.

— Está bien —repito.

No me apetece en absoluto tener que bajar. Odio estas fiestas y no quiero ver a Yuqi ni en pintura.

— Lo digo en serio, ¿vale? —me ordena con voz dulce.

— He dicho que está bien. Pero no me dejes mucho rato aquí solo —le suplico.

— No tardaré. Deberíamos ir mañana mismo a firmar el contrato del apartamento, en cuanto salgas de Vance. No quiero tener que preocuparme más de estas mierdas.

Yo tampoco quiero tener que soportar estas fiestas ni seguir en mi habitación compartida en la residencia de estudiantes. Quiero comer en una cocina, no en un comedor de estudiantes, y quiero tener la libertad de ser adulto. Vivir y estudiar en el campus no hace más que recordarme lo jóvenes que somos.

— Vale, vuelvo enseguida. Cierra la puerta cuando me vaya y no la abras. Yo tengo llave. —Me da un beso rápido y se aleja.

— Jesús, actúas como si alguien fuera a venir a asesinarme —bromeo para quitarle hierro al asunto, aunque él no se ríe antes de salir del cuarto.

Pongo los ojos en blanco pero cierro de todas maneras; lo último que quiero es tener que echar de aquí a algún borracho en busca del cuarto de baño.

Enciendo el televisor, esperando que amortigüe el jaleo de abajo, pero no dejo de pensar qué estará pasando. ¿Por qué a JungKook lo intimida tanto Dylan? ¿Por qué Dylan da tanta grima? ¿Estarán jugando otra vez al estúpido jueguecito para críos de Verdad o desafío? ¿Y si retan a JungKook a que bese a Yuqi? ¿Y si está sentada encima de JungKook como en la última fiesta? Odio tenerle tantos celos, me vuelve loco. Sé que JungKook se ha acostado y ha estado liado con un montón de chicas, entre ellas Momo, pero por alguna razón Yuqi me pone mala. Puede que sea porque sé que no le caigo bien e intenta fastidiarme recordándome que ha estado con JungKook.

«Y porque la pillaste sentada a horcajadas encima de él y metiéndole la lengua hasta las amígdalas la primera vez que la viste», me recuerda mi subconsciente.

Al final no puedo soportarlo más. Sé que debería esperarlo aquí con la puerta cerrada a cal y canto, pero mis pies tienen otros planes y, antes de darme cuenta, ya estoy bajando los escalones de dos en dos, en busca de JungKook. Cuando llego abajo veo el horrendo pelo rosa de Yuqi y su vestido cinturón. Respiro aliviado cuando no encuentro a JungKook por ningún sitio.

— Pero bueno... —dice una voz a mis espaldas. Me vuelvo y veo a Dylan a menos de un metro de mí—. JungKook nos ha dicho que no te encontrabas bien. Le va a crecer la nariz...

Se ríe y se saca un mechero del bolsillo. Le quita la tapa con el pulgar, lo enciende y se lo lleva al bajo de los vaqueros para quemar los flecos.

Decido no dejar mal a JungKook.

— He bajado porque me encontraba mejor —le digo.

— Qué rapidez. —Se ríe. Está claro que le parece divertidísimo.

La habitación se ve ahora mucho más pequeña y la fiesta mucho más grande. Asiento e inspecciono el salón, intentando desesperadamente encontrar a JungKook.

— Ven, quiero que conozcas a mis amigos —dice Dylan. Cada vez que habla me entran escalofríos.

— Es que... creo que debería buscar a JungKook —tartamudeo.

— Venga, hombre. JungKook estará con ellos —dice, e intenta pasarme el brazo por los hombros.

Doy un paso para fingir que no me he dado cuenta de lo que iba a hacer. Pienso en si debería volver arriba para que JungKook no se entere de que he bajado, pero estoy seguro de que Dylan me seguiría o se lo contaría a él. O las dos cosas.

— Vale —asiento dando mi brazo a torcer.

Sigo a Dylan entre la multitud y me lleva al jardín trasero. Está oscuro, iluminado únicamente por las luces del porche. Empieza a preocuparme lo de seguir a este tipo afuera, pero sólo hasta que mis ojos encuentran los de JungKook. Los abre como platos, primero de sorpresa y luego de enfado, y hace amago de levantarse pero al final se queda sentado.

— Mira a quién he encontrado vagando en solitario —dice Dylan señalándome.

— Ya lo veo —masculla JungKook. Está cabreado.

Estoy frente a un pequeño círculo de caras que no conozco, sentadas alrededor de lo que parece el foso de una hoguera hecho con pedruscos, sólo que no hay ningún fuego encendido. Hay algunas chicas, pero casi todo son tíos con pinta de duros.

— Ven —dice JungKook haciéndose a un lado para que me siente en la misma piedra que él.

Me instalo junto a él y me lanza una mirada de esas que dicen que, de no ser porque estamos rodeados de gente, me gritaría hasta desgañitarse. Dylan le dice algo al oído a un tío que tiene el pelo negro y lleva una camiseta blanca rota.

— ¿Por qué no estás en mi habitación? —me dice JungKook esforzándose por hablarme en voz baja.

— No lo sé... Pensé que Yuqi... —En cuanto empiezo a decirlo me doy cuenta de lo tonto que suena.

— No lo dirás en serio —replica con un toque de exasperación en la voz mientras se pasa la mano por el pelo.

Todo el mundo nos mira cuando el tío de pelo negro me pasa una botella de vodka.

— Él no bebe —dice JungKook quitándomela de las manos.

— Joder, Jeon, el chico a tiene boca —repone otro tío. Tiene una bonita sonrisa y no da tanta grima como Dylan o el tipo del pelo negro.

JungKook se ríe, aunque sé que la risa es falsa.

— Nadie te ha dado vela en este entierro, Ronnie —dice en tono de broma.—¿Y si jugamos a algo? —pregunta Dylan. Miro a JungKook.

— Por favor, decidme que vosotros no jugáis a la tontería esa de Verdad o desafío en las fiestas —refunfuño—. De verdad, no le veo la gracia a tanto jueguecito.

— Me cae bien. Tiene un par —comenta Ronnie, y me río.

— ¿Qué tiene de malo jugar un poco de vez en cuando? —replica Dylan arrastrando las palabras, y JungKook se pone tenso a mi lado.

— En realidad, estábamos pensando en el strip póquer —dice otro tío.

— Ni de coña —contesto.

— ¿Y si jugamos a chupar y soplar? —dice Dylan, y me entra el miedo y me ruborizo.
No sé qué es eso, pero no suena a algo a lo que me apetezca jugar con esta panda.

— No sé lo que es, pero no, gracias —digo.
Veo a JungKook sonreír con el rabillo del ojo.

— Es un juego muy divertido, sobre todo con un par de copas encima —explica alguien por detrás de mí.

Me planteo quitarle la botella a JungKook y echarle un trago, pero mañana tengo que madrugar y no quiero tener resaca.

— Nos faltan chicas para el chupar y soplar —dice Ronnie.

— Voy a por unas cuantas —decide Dylan, y desaparece en la casa antes de que nadie pueda protestar.

— Vuelve arriba, por favor —me dice JungKook en voz baja para que nadie más pueda oírlo.

— Si te vienes conmigo —respondo.

— Vale, vámonos.

Pero en cuanto nos ponemos en pie, el círculo nos abuchea.

— ¿Adónde vas, Jeon? —pregunta uno de los tíos.

— Arriba.

— Venga, tío, hace meses que no te vemos el pelo. Quédate un rato más.

JungKook me mira y me encojo de hombros.

— Bueno, vale —cede él conduciéndome de vuelta a la piedra—. Enseguida vuelvo —me dice—. Y esta vez no te muevas de aquí. Va en serio.

Pongo los ojos en blanco. Es irónico que me deje solo con los que en teoría son los más macarras de toda la fiesta.

— ¿Adónde vas? —pregunto antes de que se marche.

— A por una copa. Es probable que tú necesites una también.

Sonríe y entra en la casa. Me quedo mirando el cielo y el foso para el fuego e intento evitar conversaciones incómodas. No da resultado.

— Entonces ¿desde cuándo conoces a JungKook? —me pregunta Ronnie echándose un trago al gaznate.

— Desde hace unos meses —respondo educadamente.

Ronnie tiene algo que me tranquiliza; no me pone en alerta roja como Dylan.

— Vamos, que no hace mucho —dice.
— No, supongo que no. No mucho. ¿Cuánto hace que lo conoces tú? —pregunto.

Voy a aprovechar la ocasión para reunir toda la información que pueda sobre JungKook.

— Desde el año pasado.
— ¿Dónde os conocisteis? —añado, aunque intento no parecer demasiado interesado.

— En una fiesta. Bueno, en muchas fiestas —se ríe.

— Entonces ¿sois amigos?

— Pero qué curioson eres —interviene el tío del pelo negro.

— Mucho —respondo, y se echa a reír.

Bueno, al fin y al cabo, tampoco parecen tan terribles como decía JungKook. Por cierto, ¿dónde demonios se habrá metido?Regresa al poco con Dylan y tres chicas detrás. Pero ¿a qué viene esto? Dylan y JungKook están hablando, a lo suyo. Dylan le da entonces una palmada en la espalda y los dos se echan a reír.

JungKook lleva dos vasos de plástico rojos, uno en cada mano. Es un alivio que Yuqi no esté en el grupo de chicas que caminan detrás. Se sienta a mi lado y me dedica una mirada juguetona. Al menos parece estar un poco más relajado que antes.

— Toma —me dice, y me da uno de los vasos.

Lo miro un instante antes de aceptarlo. Una copa no va a hacerme daño. Reconozco el sabor al  instante. Es lo que estuvimos bebiendo la noche en que TaeHyung y yo nos besamos. JungKook se me queda mirando y me relamo para recoger hasta la última gota de bebida.

— Ahora ya tenemos suficientes chicas —dice Dylan señalando a las recién llegadas.

Las miro y tengo que contenerme para no juzgarlas. Llevan unas faldas minúsculas y unas camisetas idénticas, salvo por los colores. La de la camiseta rosa me sonríe, así que decido que es la que mejor me cae.

— Tú no juegas —me susurra JungKook al oído.

Quiero decirle que haré lo que me dé la gana, pero se me acerca y me rodea la cintura con el brazo. Levanto la vista sorprendido pero él se limita a sonreír.

— Te quiero —me susurra. Tiene los labios fríos, y me estremezco.

— Vale, ya sabéis todos cómo va esto —dice Dylan—. Tenemos que juntarnos en un círculo un poco más pequeño. Pero primero, que empiece la fiesta.

Se ríe muy satisfecho y se saca algo blanco del bolsillo. También vuelve a hacer acto de presencia el mechero, con el que enciende el pequeño canuto blanco.

— Es hierba —me dice JungKook en voz baja.

Me lo había imaginado, aunque nunca antes había visto marihuana. Asiento y observo a Dylan llevarse el porro a los labios y darle una buena calada antes de pasárselo a JungKook. Él niega con la cabeza rechazándolo. Ronnie lo coge, inhala con todas sus fuerzas y se pone a toser.

— ¿YoonGi? —dice luego ofreciéndomelo.

— No, gracias —respondo acurrucándome contra JungKook.

— Hora de jugar —anuncia una de las chicas, y saca algo del bolso mientras todos mueven las piedras en las que estaban sentados y forman un círculo más pequeño en el césped.

— ¡Venga, JungKook! —gruñe Dylan, pero él niega con la cabeza.

— Estoy bien así, tío —contesta.

— Nos falta una chica, a menos que prefieras arriesgarte a que Dan te meta la lengua hasta la campanilla —dice Ronnie entre risas.

Dan debe de ser el tío del pelo negro. Un pelirrojo calladito con una barba muy densa le pega una calada al porro y se lo devuelve a Dylan. Me termino mi copa y voy a por la de JungKook. Él levanta una ceja pero deja que la coja.

— Voy a buscar a Yuqi. Se apunta fijo —dice la chica de la camiseta rosa.

Nada más oír su nombre, el odio que siento hacia ella supera mi sentido común y espeto:

— Ya juego yo.

— ¿De verdad? —pregunta Dylan.

— ¿Se lo tienes permitido? —dice Dan en tono de burla mirando a JungKook.

— Soy libre de hacer lo que me plazca, gracias —replico con mi sonrisa más inocente a pesar de mi tono borde.

Más me vale no mirar a JungKook. Ya me ha dicho que no jugara, pero no he podido mantener cerrada mi bocaza. Me bebo su copa y me siento junto a la chica de la camiseta rosa.

— Tienes que sentarte entre dos chicos más —me dice.

— Ah, vale —asiento, y vuelvo a levantarme.

— Yo también juego —masculla JungKook sentándose.

Me siento a su lado por instinto, pero sigo apartando la mirada. Dylan se sienta junto a mí.

— Creo que JungKook debería sentarse aquí para que el juego fuera más interesante —dice Dan, y el pelirrojo asiente.

JungKook pone los ojos en blanco y se sienta enfrente de mí. No entiendo el objetivo de la distribución de asientos. ¿Qué más da quién se siente con quién? Cuando Dan se acerca para colocarse a mi lado, me pongo nervioso. Estar sentado entre Dylan y él es terriblemente incómodo.

— ¿Empezamos ya? —gimotea la chica de la camiseta verde. Está sentada entre JungKook y el pelirrojo.

Una de las chicas le da a Dylan lo que parece ser un trozo de papel y éste lo sujeta entre los labios.

«¿Qué...?»

— ¿Listo? —me pregunta Dylan.

— No sé cómo se juega —confieso, y una de las chicas se desternilla.

— Pones los labios en el otro lado del papel y succionas —me explica—. El objetivo del juego es que el papel no se caiga. Si se te cae, besas a la otra persona.

«No. No, no, no...» Miro a JungKook, pero sólo tiene ojos para Dylan.

— Empieza por este lado para que pueda ver cómo se hace —dice la chica que está sentada al otro lado de Dylan.

No me gusta este juego. Ni pizca. Espero que se acabe antes de que me toque a mí. O a JungKook. Además, parecen mayorcitos para estar jugando a estas chorradas. ¿Qué les pasa a los universitarios, que están deseando besar a cualquiera a la menor oportunidad?

Observo cómo el papel pasa de los labios de Dylan a los de la chica. No se cae. Contengo la respiración cuando JungKook lo coge de los labios de una chica y se lo pasa a otra. Si besa a una de las dos... Respiro aliviado cuando veo que el papel no se les cae. Se cae entre el pelirrojo y la chica de la camiseta amarilla y sus labios se encuentran. Ella abre la boca y se besan con lengua. Aparto la mirada con una mueca. Quiero levantarme y dejar el círculo, pero mi cuerpo no se mueve. Soy el siguiente.

«Mierda... Me toca.»

Trago saliva y Dan se vuelve hacia mí con el papel en los labios. Sigo sin estar muy seguro de lo que tengo que hacer, así que cierro los ojos, pego la boca al otro lado y succiono. Noto el aire tibio que atraviesa el papel cuando Dan sopla para soltarlo. Ha soplado con demasiada fuerza y es imposible que el papel no se caiga. Apenas lo noto aterrizar sobre mi pierna que ya tengo el aliento de Dan en la cara y su boca se acerca a la mía. En cuanto sus labios rozan los míos, se aparta de inmediato.
Abro los ojos pero, para cuando mi mente se percata de lo sucedido, JungKook  ya está encima de Dan, agarrándolo del cuello.

Me echo hacia atrás apoyándome en las manos mientras JungKook levanta la cabeza de Dan, al que tiene cogido del cuello, y la golpea contra el césped. Por un segundo me pregunto si habría hecho lo mismo si estuviéramos en el porche, que tiene el suelo de cemento, o cerca de las piedras del foso. La respuesta llega cuando levanta el puño y lo estrella contra la mandíbula de Dan.

— ¡JungKook! —grito poniéndome en pie.
Los demás se limitan a mirar. Dylan parece que se lo está pasando en grande, y Ronnie también lo encuentra divertido.

— ¡Detenedlo! —les suplico, pero Dylan menea la cabeza mientras el puño de JungKook destroza un poco más la cara sanguinolenta de Dan.

— Hacía tiempo que esto se veía venir. Deja que lo resuelvan —me contesta sonriente—. ¿Una copa?

— ¿Qué? ¡No, no quiero una copa! Pero ¡¿es que estás mal de la cabeza?! —le grito.

Hay un corrillo de gente mirando y unos cuantos se dedican a animar. Todavía no he visto a Dan pegarle a JungKook, cosa de la que me alegro, pero quiero que JungKook deje de pegarle a él. Me da miedo intentar separarlos yo solo, así que cuando TaeHyung aparece, lo llamo a gritos. Sus ojos me encuentran y se acerca al trote.

— ¡Detenlo, por favor! —grito. Todo el mundo lo encuentra muy emocionante menos yo. Si JungKook sigue dándole de palos, lo va a matar. Lo sé.

Taehyung asiente y se acerca a JungKook. Lo coge de la camisa y tira de él. Pilla a JungKook por sorpresa, por lo que consigue separarlo del cuerpo tendido de Dan con facilidad. Furioso, JungKook intenta pegarle a TaeHyung, pero él esquiva el puñetazo y lo sujeta por los hombros. Le dice algo que no consigo oír y asiente en dirección a mí. A JungKook le saltan chispas por los ojos, tiene los nudillos ensangrentados, y TaeHyung le ha roto la camiseta al tirar de él. Su pecho sube y baja a gran velocidad, como si fuera un animal salvaje después de la caza. No me acerco a él, sé que está muy cabreado conmigo. Lo noto. No le tengo tanto miedo como debería. A pesar de que acabo de verlo perder los papeles de la peor manera posible, sé que nunca me pondría la mano encima.

La emoción se disipa y casi todo el mundo emprende el camino de vuelta a la casa. El cuerpo maltrecho de Dan sigue tendido en el suelo, y Dylan se agacha a ayudarlo. Se levanta tambaleante y se limpia la cara bañada en sangre con el bajo de la camisa. Escupe una mezcla de sangre y saliva que me hace apartar la vista.

JungKook se vuelve hacia Dan e intenta dar un paso en su dirección, pero TaeHyung lo sujeta con fuerza.

— ¡Que te jodan, Jeon! —grita Dan. Dylan se interpone entre ambos. Ah, parece que ahora quiere hacer algo—. ¡Tú espera a que tu pequeño...! —grita Dan.

— Cierra el pico —le espeta Dylan, y el otro obedece.

Entonces me mira y doy un paso atrás. Me pregunto a qué se refería Dylan cuando ha dicho eso de que hacía tiempo que se veía venir. JungKook y Dan parecían tan amigos hace cinco minutos.

— ¡Vete adentro! —grita JungKook, y de inmediato sé que me lo está diciendo a mí.

Decido obedecer, por una vez; doy media vuelta y corro a la casa. Sé que todo el mundo me está mirando pero me da igual. Me abro paso entre la multitud del vestíbulo y subo a toda prisa hacia la habitación de JungKook. Se me ha olvidado cerrarla con llave al salir y, para empeorar las cosas, hay una enorme mancha roja en la moqueta. Habrá entrado alguien por accidente y se le ha caído la bebida en la moqueta de color tostado. Genial. Voy rápidamente al baño, cojo una toalla y abro el grifo del lavabo. Cierro la puerta de JungKook en cuanto entro y froto la mancha con furia, pero el agua sólo consigue que la mancha se extienda. Entonces oigo la puerta, que se abre, e intento ponerme de pie antes de que JungKook entre.

— ¿Qué coño estás haciendo? —Mira primero la toalla que llevo en la mano y luego mira la mancha que hay en el suelo.

— Alguien... He olvidado cerrar la puerta con llave antes de bajar —digo. Lo miro. Sus aletas nasales se agitan y respira hondo—. Lo siento —añado.

Está que echa humo, y ni siquiera puedo enfadarme con él porque todo esto es culpa mía. Si le hubiera hecho caso y me hubiera quedado en la habitación, nada de esto habría ocurrido.

Se pasa las manos por la cara, frustrado, y me acerco a él. Tiene los dedos magullados y sanguinolentos, me recuerda a cuando se peleó en el estadio. Para mi sorpresa, me quita la toalla de las manos y, por instinto, doy un paso atrás. En sus ojos brilla la confusión, ladea la cabeza un poco y usa la parte seca de la toalla para limpiarse los nudillos. Esperaba que entrara cargando por la puerta y empezara a gritarme y a romper cosas, no este silencio. Esto es mucho peor.

— ¿No vas a decir nada? —suplico.

Las palabras brotan de su boca más despacio que de costumbre.

— Ahora mismo es mejor que no diga nada, YoonGi.

— No lo creo —le digo. No soporto su silencio iracundo.

— Pues créetelo —ruge.

— ¡No! Necesito que me hables, que me expliques lo que ha pasado. —Gesticulo con las manos en dirección hacia la ventana y veo que aprieta los puños.

— ¡Maldita sea, YoonGi! ¡Siempre tienes que presionar más y más! ¡Te he dicho mil veces que te quedaras en mi habitación! Y ¿qué coño has hecho tú? ¡No hacerme ni caso, como siempre! ¡¿Por qué te resulta tan difícil hacer lo que te pido?! —chilla, y empotra el puño contra un lateral de la cómoda. La madera se agrieta.

— ¡Porque no eres nadie para decirme lo que puedo o no puedo hacer, junto! —le grito.

— No es eso lo que intentaba hacer. Estaba tratando de mantenerte lejos de mierdas como la que acaba de pasar. Ya te advertí que no eran buena gente, ¡y aun así apareces contoneándote con Dylan y luego vas y te ofreces voluntario para jugar a ese puto juego! ¿A santo de qué?

Las venas de su cuello están tan tensas contra su piel que me da miedo que le reviente alguna.

— ¡No sabía en qué consistía el juego!

— Sabías que no quería que jugaras, y la única razón por la que te has empeñado en hacerlo es porque alguien ha mencionado a Yuqi. ¡Y tú estás obsesionado con ella!

— ¿Perdona? ¿Que yo estoy obsesionado? ¡Probablemente porque no me gusta que mi novio soliera acostarse con ella!

Me arden las mejillas. Los celos y la tirria que le tengo a Yuqi son de locos, pero JungKook casi estrangula a un tipo sólo porque ha estado a punto de besarme.

— Pues siento decirte que, si vas a cogerles manía a todas las chicas con las que me he acostado, deberías ir pensando en cambiarte de universidad —exclama, y la mandíbula me llega al suelo—. No he visto que les pusieras tantas pegas a las chicas de antes —añade, y el corazón se me sale del pecho.

— ¿Qué chicas? —Me falta el aire—. ¿Las que estaban jugando con nosotros?

— Sí, y prácticamente todas las que han venido a la fiesta. —Me taladra con la mirada, pero su voz no muestra ni pizca de emoción.

Intento pensar en algo que decir, pero me he quedado sin palabras. El hecho de que JungKook se haya acostado con esas chicas, con las tres, y básicamente con toda la población de la WCU me revuelve el estómago, y lo peor es que me lo acaba de restregar por las narices. Debo de parecer un imbécil, colgado de JungKook, cuando todo el mundo sabe que no debo de ser más que otro de las muchos a los que se ha tirado. Sabía que se enfadaría, pero esto es demasiado, incluso tratándose de él. Siento que hemos vuelto hacia atrás en el tiempo, a la época en que lo conocí y me hacía llorar a propósito prácticamente a diario.

— ¿Qué? ¿Sorprendido? Pues no deberías —dice.

— No —replico.

De verdad que no me sorprende, ni un poco. Estoy dolido. No por su pasado, sino por cómo acaba de tratarme por puro enfado. Lo ha dicho de esa manera sólo para hacerme daño. Parpadeo rápidamente para impedir que se me salten las lágrimas pero, como no da resultado, me vuelvo para secarme los ojos.

— Vete —me dice dirigiéndose hacia la puerta.

— ¿Qué? —le pregunto volviéndome para mirarlo a la cara.

— Que te vayas, YoonGi.

— ¿Adónde?

Ni siquiera me mira.

— Vuelve a la residencia... Qué sé yo... Pero aquí no puedes quedarte.

Esto no es lo que yo esperaba. El dolor en el pecho aumenta con cada segundo de silencio. Una parte de mí quiere suplicarle que me deje quedarme y discutir con él hasta que me diga por qué ha reaccionado de esa manera con Dan, pero una parte aún mayor se siente dolido y avergonzado por la frialdad con la que acaba de mandarme a paseo.

Cuando llego a la puerta, miro atrás, a JungKook, con la esperanza de que me pida disculpas o cambie de opinión, pero él se vuelve hacia la ventana y me ignora por completo. No tengo ni idea de cómo voy a volver a la residencia. Hemos venido en su coche, y tenía la intención de pasar la noche aquí con él. No recuerdo la última vez que dormí solo en mi habitación, y me entra angustia sólo de pensarlo. El trayecto a su casa parece que fue hace días, no hace apenas unas horas.

Cuando llego al pie de la escalera, alguien me tira de la sudadera y contengo la respiración mientras me vuelvo, rezando para que no sea ni Dylan ni Dan.

Es JungKook.

— Vuelve arriba —me dice con los ojos rojos y voz de desesperación.

— ¿Por qué? Creía que querías que me fuera. —Miro a la pared que tiene detrás.

Suspira y empieza a subir la escalera. Me planteo dejar que se suba solo y marcharme igualmente, pero mi cabezonería es la que me ha metido en este embrollo. Resoplo y lo sigo de vuelta a su cuarto. Cuando la puerta se cierra, da media vuelta y me acorrala contra ella. Me mira a los ojos.

— Lo siento —dice.

Sus labios cubren mi boca y apoya una mano contra la puerta, a la altura de mi cabeza, para que no pueda moverme.

— Yo también —susurro.

— Yo... A veces pierdo el control. No me he acostado con esas chicas. Bueno, no con las tres.

Me siento un poco aliviado. Pero sólo un poco.

— Cuando me enfado, mi primera reacción es golpear más fuerte, herir a la otra persona todo lo que pueda. Pero no quiero que te vayas, y siento que te asustaras al verme pegarle a Dan la paliza de su vida. Estoy intentando cambiar por ti... Para ser lo que te mereces, pero para mí es muy duro. Sobre todo cuando haces cosas a propósito para cabrearme —dice.

Me acaricia la mejilla con la mano y me seca las lágrimas que quedan.

— No me has dado miedo —repongo.

— ¿Por qué no? Parecías aterrorizado cuando te he quitado la toalla.

— No... Bueno, en ese momento sí, pero por la mancha del suelo. Durante la pelea con Dan, en realidad temía por ti.

— ¿Por mí? —Se endereza y presume—: Ni siquiera me ha rozado.

Pongo los ojos en blanco.

— Quiero decir que me daba miedo que lo mataras o algo así. Podrías haberte metido en un buen lío al abalanzarte sobre él de ese modo —le explico.

JungKook se ríe a carcajadas.

— A ver si lo entiendo: ¿te daban miedo las repercusiones legales de la pelea?

— No te rías. Sigo enfadado contigo —le recuerdo, y me cruzo de brazos.

No estoy muy seguro de por qué estoy enfadado exactamente, además de porque me haya pedido que me marche.

— Ya, yo también sigo enfadado contigo, pero es que tienes mucha gracia. —Apoya la frente en la mía—. Me vuelves loco —asegura.

— Lo sé.

— Nunca me haces caso y siempre me lo discutes todo. Eres un cabezota y rozas lo insoportable.

— Lo sé —repito.

— Me provocas y me estresas lo indecible sin necesidad, por no mencionar que has estado a punto de darte el lote con Dan delante de mis narices. —Sus labios rozan mi mejilla y me estremezco.— Dices cosas horribles y te comportas como un crío cuando te enfadas.

A pesar de que me está insultando y de que se queja de cosas que, en el fondo, sé que le encantan de mí, siento mariposas en el estómago cuando me besa la piel y continúa con su ataque verbal. Presiona las caderas contra las mías, esta vez con más fuerza.

— Y dicho esto... También estoy locamente enamorado de ti —añade, y succiona sin piedad la piel sensible de debajo de mi oreja.

Le paso las manos por el pelo. JungKook gime, me coge de la cintura y me atrae hacia sí. Sé que queda mucho por decir, muchos problemas por resolver, pero ahora mismo todo lo que quiero es perderme en él y olvidar esta noche.

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