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Por -Zxrrix-

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La sonrisa mas linda de la escuela, la hija ideal, el carisma en persona...toda una perra americana ยฉ ๐‘๐‘‹๐‘…๏ฟฝ... Mรกs

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IMPORTANTE

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Por -Zxrrix-

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Amaba a James, eso no estaba en duda, pero, 

¿Por qué me dolía tanto el pelear con Natalie?

────── ❝ 𝐌𝐢𝐬 𝐦𝐞𝐧𝐭𝐢𝐫𝐚𝐬 ❞ ──────

El ambiente dentro del vehículo se torna tenso, saturado por las palabras exasperadas de mi acompañante. Mis manos se aferran al volante de forma dura mientras fijo la mirada en la pared de ladrillos de la escuela, tratando de aislar las constantes acusaciones del chico a mi lado.

—¿Acaso me estás escuchando, Erika? —inquirió James, exhalando con frustración. —Lo siento, pero simplemente no puedo seguir así— añadió, sus labios se apretaron en una fina línea cargada de irritación. —¿Por qué no puedes solo ser sincera conmigo? —Nuestros ojos se encontraron y un nudo se formó en mi garganta debido a los nervios.

—¿A qué te refieres? —pregunté confundida, pero mis palabras solo parecieron avivar aún más la frustración del chico. 

Sus ojos se cerraron con fuerza y dejó caer su cabeza de forma brusca contra el respaldo del asiento del copiloto. El sonido seco de su cabeza golpeando el cuero añadió una capa adicional de tensión al ya cargado ambiente. 

Su mandíbula se tensa y los músculos de su cuello se marcan sobre la piel. Una nube oscura parecía haberse posado sobre su rostro, ocultando cualquier indicio de la sonrisa amistosa que solía acompañarlo de forma usual cuando me miraba. En su lugar, reinaba la frustración y la angustia.

Mis propios pensamientos me hacen girar en círculos, Y estaba claro que no sería yo quien rompiera el silencio en ese momento.

—¿Acaso no soy lo suficientemente bueno? —me dice con voz herida. Mis ojos se agrandan y lo miro, sintiendo una punzada de dolor en mi pecho.

"Por supuesto que era lo suficientemente bueno, incluso más de lo que podría merecer"

—¡No, claro que no! ¿Qué te hace creer eso? —exclamo  aun en shock por sus palabras anteriores.

—Entonces, ¿qué?— replica con insistencia. —Hemos estado juntos durante tres meses, Erika. ¿Qué es lo que te avergüenza?— Un suspiro escapa de mis labios y me humedezco los labios nerviosamente, sintiendo la incomodidad crecer en mi pecho.

—No es que me avergüence algo sobre esto, James... es solo... No lo entenderías —digo, pasándome la mano por el cabello mientras busco las palabras adecuadas para explicar lo que siento.

—Pero tampoco quieres explicármelo — señala con pesar en su tono. —Solo dímelo, Erika— Las palabras se quedan atrapadas en mi garganta mientras intento encontrar una respuesta sincera.

¿Qué le diría? ¡Oh, no quiero hacer esta relación formal porque si mi padre se entera me mandará a vivir a ocho horas de aquí sin excusas!. Todo debido a su deseo de que encarne la imagen de lo que el estima la adolescente ideal. Una joven que no tenga novio hasta los 20 años y que se comporte como una perfecta doncella de los años 50.

Muerdo mi labio y aprieto con más fuerza el manubrio, haciendo crujir mis articulaciones.

—Oye, Mírame— me pide con una sonrisa cuando nuestros ojos se encuentran, y suavemente toma mi mano, entrelazando nuestros dedos con ternura. —Necesito entender qué te aflige, cariño. Hablo enserio Erika, quiero comprender las razones detrás de tus inquietudes—.

—Tengo muchas cosas en la cabeza en este momento. Desearía sinceramente poder compartirlas decírtelas James, pero créeme, no es algo que desees saber— digo con honestidad.

El chico asiente, claramente afectado por mis palabras, su semblante refleja tristeza y confusión.

—Entiendo —me dijo, mientras extendía su mano para acariciar mi mejilla. 

Desvío la mirada hacia adelante, evitando sus ojos que me observan con intensidad, como si intentaran escudriñar mi alma en mis pupilas para desvelar mis secretos. Suspiro frustrada.

Salgo de mis pensamientos al divisar a Nat corriendo, con Kevyn y Matt pisándole los talones. Los tres chicos lucen asustados, y observo cómo la rubia se detiene de golpe al percatarse de un auto retrocediendo a toda velocidad hacia ellos.

Mi ceja se arquea, confundida. ¿Por qué cada vez que dejo a Nat sola, termina metiéndose en problemas?

—¿Esa no es tu mejor amiga? —Asiento, observando cómo la rubia arroja una piedra al auto que los persigue, haciéndonos saltar a ambos al ver cómo el vidrio trasero se rompe. —Maldición, ¿Qué le pasa?— Trago saliva al ver cómo mi amiga no se mueve ni un centímetro mientras aquel vehículo se acerca a toda velocidad. —Oye, espera, ¿Qué haces?— me dice asustado al ver cómo enciendo el vehículo —¿Erika?— lo miro.

—¿Confías en mí?—.

—¿Qué?— sus ojos se abren como platos ante mi mirada.

—Ponte el cinturón de seguridad. —Mis palabras salen cargadas de ansiedad. Siento el corazón latiendo desbocado en mi pecho y mis dedos tensos alrededor del volante.

—¡Maldita sea!, te voy a matar Erika— Su voz temblorosa y sus manos se agitan mientras ajusta el cinturón.

El rugido del motor de mi automóvil se intensifica mientras acelero sin vacilar, avanzando hacia la amenaza que se cierne sobre la chica. Mi cuello sufre el impacto de la frenada repentina cuando mi auto se interpone frente a Nat.

La rubia nos observa con confusión, sus grandes ojos reflejan incredulidad ante lo que está ocurriendo. A mi lado, James grita, su voz una mezcla de sorpresa y terror al ver el auto perseguidor detenerse a escasos centímetros de nosotros.

El aire dentro del vehículo parece más denso, cargado de tensión y miedo. Volteo hacia Natalie enojada.

—¡Baja esa piedra y súbete al auto!— la chica no lo piensa dos veces, ascendiendo rápidamente y mirando a James con desconcierto.

El chico está con las manos apretadas fuertemente alrededor del cinturón de seguridad y sus ojos cerrados.

—¡Malditas zorras! —exclamé al ver a los chicos bajarse del auto contrario, mientras aceleraba para alejarme del lugar y dirigirme hacia los estacionamientos frente a la escuela. Un temor palpable se reflejaba en mi mirada ante la amenaza que representaban aquellos chicos.

Mientras detenía el vehículo, un suspiro de alivio escapó de mis labios. El silencio se adueñó del entorno, como un velo que cubría la atmósfera, solo interrumpido por la respiración agitada de James. A través del espejo retrovisor, observé a Nat; su semblante denotaba enfado mientras dirigía una mirada acusadora hacia James.

—¿Desde cuándo? —inquirió la rubia, juntando nuestras miradas a través del espejo con una intensidad que no podía ser ignorada.

—James, ¿podrías bajar del auto? —pedí, con un tono firme pero compasivo. El chico me miró, aún un poco mareado, pero asintió, abriendo la puerta y saliendo del vehículo, comenzando a caminar hacia la escuela a pasos pequeños.

—Habla —espetó Nat, con furia.

—¿Qué? —su tono cortante resonaba en el aire tenso.

—¿Por qué estás tan enojada? —pregunté, intentando comprender su reacción mientras el eco de su risa sarcástica aún reverberaba, mientras ella pasaba una mano por su cabello, un gesto nervioso.

—¿Cuándo pensabas decírmelo? —la voz de Natalie emergió entre el ambiente cargado de enojo. —No planeabas hacerlo, ¿verdad? —su mirada busca respuestas en silencio, mientras el peso de su decepción se asentaba en mis hombros. —Ya veo, Nuestra amistad no significa nada para ti— susurró, quitándose el collar que le regalo en su cumpleaños, un gesto que dolió más que cualquier palabra.

—Natalie... —mi voz apenas alcanzó a ser un susurro, mientras la observo.

—No, cierra la maldita boca —su tono era una mezcla de dolor y rabia contenida, mientras me arrojaba el collar con un gesto brusco que lo hizo chocar contra la puerta del auto antes de caer al suelo con un sordo tintineo. —Necesito estar sola un tiempo— sentenció, alejándose hacia la escuela con pasos firmes pero cargados de un dolor que no lograba ocultar.

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Sacudo la camiseta entre mis manos al sacarla del casillero. De reojo, observo a Nat pasar hacia el suyo sin siquiera voltear a mirarme. La contemplo desde la distancia mientras abre su locker y comienza a guardar la ropa que llevaba esta mañana.

Cierro la puerta de mi casillero con un suspiro, indecisa sobre si debería acercarme a ella o no, especialmente después de la clara muestra de furia esta mañana. Me duele profundamente el hecho de que no quiera hablar conmigo. Estoy demasiado acostumbrada a tener a Nat siempre a mi lado, contándome estupideces que no me interesan, y ahora ni siquiera quiere mirarme.

Finalmente, decido que quizás debería esperar un poco más antes de intentarlo y me alejo de la fila de casilleros, dirigiéndome hacia el baño mientras Taissa coloca un CD en su reproductor, inundando el lugar con música que incita a las chicas a cantar al unísono.

En el camino, Lottie me atrapa y toma mis muñecas, arrastrándome para bailar con ella, provocando una risa que escapa de mis labios.

—Lottie, por favor, necesito ir a cambiarme —imploro, pero la chica me ignora y me hace girar.

—¿Por qué no lo hiciste antes? Se te correrá el maquillaje —se burla, su voz resonando con un matiz juguetón mientras me mira divertida por encima del hombro— Debes agradecerle a Jackie, estos quedaron muy bien —Toma mi rostro entre sus manos y yo río asintiendo.

—Lo sé ¿no? Está bonito —respondo y aparto con suavidad sus manos de mi rostro. Ella asiente y sonríe amable, alejándose.

Retomo el camino hacia el baño, entrando y regalándole una sonrisa a Jackie, quien se encuentra concentrada pintando una abeja en la mejilla de Allie, la nueva integrante de nuestro equipo que, a decir verdad, no ha sido la adición más beneficiosa. Allie resulta ser un tanto difícil de tratar, y ni siquiera destaca en el juego, pero nos esforzamos por mantener una actitud amigable hacia ella.

Entro en uno de los cubículos y procedo a cambiarme la camiseta. Me aseguro de abrir lo suficiente el cuello para evitar que la tela roce mis mejillas.

—Jackie, el entrenador quiere verte —salgo del cubículo, acercándome a los espejos para revisar que el maquillaje no se haya corrido, justo cuando Jackie sale y me entrega los pinceles para terminar de maquillar la mejilla de Allie.

—Soy la única novata invitada— dice la rubia con un toque de orgullo en su voz.

—Lo sé— respondo, observando cómo Van sale de uno de los cubículos y me mira con burla.

—Es injusto— le sonrío amablemente. —Mi vestido iba a ser increíble— asiento.

—Tranquila, podrás usarlo el año próximo— Van le responde con amabilidad, observándola a través del espejo.

—No lo entiendes, Van. Por qué nadie te invitó— Allie responde bruscamente, dejándome boquiabierta y creando un silencio incómodo.

—Está bien, ya está listo— digo amablemente, rompiendo el silencio, y la menor me sonríe con amabilidad antes de salir del baño.

Mientras guardo las cosas de Jackie, Van y Lottie comienzan a reír.

Taissa soltó una risita y se unió a nosotras, posicionándose detrás de mí para arreglarse el cabello.

—Ay, por favor —intervino Van, y yo le lancé una mirada a través del espejo.

—Si juega como lo hizo en los estatales... —Lottie comenzó, provocando risas entre nosotras.

—Oh, no te preocupes, eso no va a pasar —respondió la morena antes de salir del baño.

—¿A qué se refiere? —pregunté confundida, buscando respuestas en las expresiones de mis amigas, pero Lottie simplemente encogió los hombros, restándole importancia al asunto.

—Vamos, estamos por salir —anunció Shauna al entrar al baño, seguida por nosotras tres, mientras nos dirigíamos hacia la entrada del gimnasio.

Al llegar al pasillo, mis ojos se encontraron con los de Nat, pero la rubia apartó la mirada rápidamente. Reuniendo valentía, me acerqué a ella y toqué su brazo.

—¿Podemos hablar más tarde sobre lo que pasó? —pregunté, buscando su mirada con un atisbo de esperanza, pero Nat no giró su rostro hacia mí.

—Bien, un aplauso para los chicos, denles un aplauso —se escucharon aplausos incómodos resonando en el gimnasio.

—Nat...— intenté llamar su atención.

—No le diré a Shauna que te acuestas con su hermano, no te preocupes —me espetó Nat, visiblemente enojada, mientras yo sujetaba su brazo para evitar que se alejara.

Nuestros ojos se encontraron, y la tensión en el aire se hizo palpable, incluso cuando nos llamaron para entrar al auditorio, no solté su brazo.

—Suéltame, Erika— libero su brazo y ella comienza a dirigirse hacia el gimnasio, siguiendo a las demás chicas.

—Vamos— me dice Lottie, ofreciéndome una sonrisa amable, y yo asiento, siguiéndola hacia el interior del recinto.

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Al concluir el espectáculo, Taissa nos condujo a Lottie, Nat y a mí hacia el patio trasero de la escuela, alegando que necesitaba discutir algo de suma importancia. Pero, ¿qué era tan importante? Resultó que su objetivo era deshacerse de Annie, argumentando que representaba un problema para el equipo.

—No tengo tiempo para estas cosas...— respondo, acomodando mi bolso sobre mi hombro, pero Tai me detiene con un mano apoyada em mi hombro —No me toques— digo entre dientes.

—Parece que no te importa —sus ojos me escrutan con frialdad.

—¿Es una broma?— rio sarcástica.

—Eres una insensible. Por esto trabajamos toda la temporada, Erika— sus palabras me golpean, ¿Cómo mierda se atreve a pensar que esto no me importa?, ¿Solo por no aceptar el literal acosar a una chica inocente?.  

En un estallido de ira, golpeo la mano de Taissa, haciendo que esta caiga a su costado. Su mirada luce sorprendida por mi accionar, mientras el silencio se volvía cada vez más incómodo entre las 4 personas en la conversación.

—¿De verdad van a correr el riesgo?— Su mirada se desplaza entre Nat y yo.

—Si, Porqué no somos unas malditas idiotas— exclama Nat.

—¿De que están hablando?— Shauna aparece detrás de mí y, de forma instintiva, retrocedo hasta colocarme nuevamente junto a Lottie bajo la atenta mirada de Taissa.

—Allie...— responde con vacilación Lottie.

—¿Qué pasa con ella? —preguntó la chica de grandes ojos, con una inocencia que hizo a Nat soltar una risa sarcástica.

― ¿No la viste en el estatal? Ella se congeló. ―Taissa nos mira a todas con evidente desaprobación, y yo no puedo evitar soltar una risa mientras coloco la lengua contra los dientes.

—Es una novata, Tai— Nat se acerca de forma peligrosa.

—Ella es un riesgo— responde la nombrada cruzándose de brazos.

—Y, ¿qué es lo que quieres hacer al respecto?— interrogó Shauna con un tono firme.

Taissa la mira de forma segura. —No puede fallar si no recibe el balón—.

Shauna frunció el ceño ante la afirmación de Tai.  —¿Quieres que la ignoremos?—. pregunta incrédula, mientras observaba cómo Taissa asentía con seguridad.

—Al menos sabemos con quien trabajamos— yo niego mirando a la morena.

—Si es mala, pero... No lo sé—. murmura Lottie, mientras yo ruedo los ojos con exasperación.

—Porqué eso no está bien—. interviene Nat, mirando a Lottie con una sonrisa obvia.

—¿Ah sí? ¿Cuál es tu plan entonces?— replica Taissa, observándola con incredulidad.

—No lo sé. Tal vez jugar como un verdadero equipo y ganar. Hasta ahora, eso nos ha funcionado—. responde Nat a Taissa con determinación.

—Todo funciona hasta que ya no, Y para que conste hueles a borracho. Deja de hacer eso— le reprocha Tai, mientras Nat voltea a mirarme y yo niego con la cabeza ligeramente como señal para que no diga nada demasiado estúpido.

Esto enfurece a la rubia, quien suelta una risa sarcástica y agarra su bolso, empujándome en el proceso.

—¿Sabes qué? Púdrete —. le lanza una mirada enfadada a Taissa mientras se aleja del grupo.

—Nat—. la llamo, pero solo recibo su dedo medio como respuesta.

—No necesitas arrastrarte tanto por ella Erika—.

—Vaya, claro que eres la más indicada para dar consejos, Taissa— le sonrio con una mueca hipócrita. —Ahora entiendo por qué no te eligieron como capitana— tomo mi bolso y me alejo del grupo hacia la salida de la escuela. 

—No se siente bien— escuché a Lottie tras de mi quien rápidamente me alcanza para poder irnos del lugar.

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