7 noches con el mafioso

By LunaSerena85

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Andrea, una bella y virginal joven se ve obligada a hacer un trato con Dante Santoro, un mafioso, para salvar... More

1.- Secuestrada
2.- Cuando el mafioso la conoció
3.- Haciendo un trato
4.-Trato sellado con los labios
5.- En la recámara del mafioso
6.- La primera noche
7.- Rota
8.- Lágrimas inútiles
9.- En la ducha
10.- Al despertar
11.- Cuarta noche
12.- Quinta noche
13.- En el coche
14.- Sexta noche
15.- La última noche
16.- ¿Libre?
17.- Volver a empezar
18.- La noche que le debía
19.- Terrible noticia
20.- ¡Embarazada!
21.- Escape
22.- Nuevo trato
23.- Firma
24.- Madre de alquiler
25.- En el vestidor de damas
26.- El bebé se mueve
27.- Deseo al anochecer
28.- De viaje
29.- Sexo en el avión
30.- En los Emiratos Árabes
31.- El "padrino" del mafioso
32.- En el yate
33.- Pasión en la isla
34.- Advertencia
35.- Desilusión
36.- El cumpleaños del mafioso
37.- Confesión
38.- ¿Qué sientes por mí?
39.- Reencuentro apasionado
40.- El día de la boda
41.- Parto sangriento
42.- Peligro
43.- Disparo
45.- Para siempre

44.- Después de la tormenta...

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By LunaSerena85

Andrea: ¡Por favor! ¡Por favor! ¡Tengo que verlo! ¡Sólo un minuto!

La rubia le insiste nuevamente a la doctora encargada de su salud en el hospital. ¡No puede soportarlo más! No sabe lo que está pasando en la cirugía de Dante.

¿Hay alguna esperanza de que sobreviva? ¿Una pequeña posibilidad?

La última vez le dijeron que Dante había perdido mucha sangre... Los médicos no entendían cómo pudo llegar al hospital y rescatarlos, a ella y a su hijo, de las amenazas de Franco en ese estado malherido.

"Tienes que quedarte aquí, Andrea, en el pabellón de maternidad, al menos unos días más", le dice estrictamente su médica de cabecera.

Andrea: Por favor, te ruego...

Doctora: ¡No, Andrea! ¡Soy responsable de ti y de tu hijo! Aún no estás lista para ser dada de alta. Aún tienes fiebre. ¡Estás pálida y demacrada! Debes comer, tienes que alimentarte bien.

Andrea: No puedo hacerlo... no, cuando el hombre que amo se está muriendo...

La ojiazul se cubrió la cara con las manos, llorando inconsolable.

La doctora se apresura a consolarla y le entrega un vaso de agua, al tiempo de acariciarle la espalda.

Doctora: Tranquila, llorando así no ganas nada. ¡Necesitas dormir ¡No has comido nada, no has descansado nada! Piensa en el bebé. Podrías perder la leche.

Sin dejar de llorar, Andrea responde: Por mi bebé... solo por él resisto todo esto...

Andrea comienza a temblar por la fiebre. Sus nervios están descontrolados y todo lo que puede hacer es rezar.

Andrea: Por favor, doctora, al menos necesito saber cómo está él... si todavía vive o...

Doctora: Hace media hora aún estaba en cirugía... por Dios, Andrea, ten paciencia y ahora intenta descansar...

Andrea: No lo haré hasta saber qué pasó con Dante...

Ante la terquedad de la ojiazul, la doctora da un largo suspiro y le dice: Está bien... dame un minuto, voy a investigar...

La especialista se aleja de Andrea, toma el teléfono y marca el número de alguien.

El alma de la ojiazul pende de un hilo... tiene miedo de escuchar amargas noticias.

Son demasiadas cosas malas en tan poco tiempo. ¡Hace un día pensó que lo había perdido! Y entonces, se alegró tanto cuando vio a Dante vivo e ileso, abrazándolos a ella y a su bebé.

Después se desmayó y se lo llevaron a cirugía. Como si el destino estuviera jugando con ella. Apenas después de una gran alegría, recibía otro dolor.

Andrea contiene la respiración, mientras escucha a su doctora hablando por teléfono.

Incluso tiene miedo de mirarla a la cara, de entender a través de sus gestos que ha ocurrido una desgracia.

En la mente de la rubia se repiten una y otra vez las últimas palabras que le dijo Dante cuando se lo llevaban en la camilla:

"¡Vive, Andrea, vive por nuestro hijo! ¡Adiós!"

El auricular del teléfono suena sobre la mesa. La doctora se gira para mirarla.

El corazón de Andrea late tan fuerte que teme que le dé un infarto.

Doctora: La operación fue un éxito. El estado del paciente Dante Santoro se ha estabilizado...

Andrea se queda muda por unos instantes, solo para después estallar en llanto, pero esta vez es un llanto de emoción, de alegría, de inmensa felicidad.

La doctora añade: El señor Dante Santoro sigue en cuidados intensivos, pero si todo va bien en un par de días será trasladado a una habitación normal y entonces tendrás la oportunidad de visitarlo. No te preocupes. Lo están cuidando muy bien.

Sin dejar de llorar, Andrea dice: Gracias... gracias Dios... gracias...

Doctora: Bien, ahora tienes que descansar... ten confianza en que todo va a salir bien de ahora en adelante.

Andrea:¡Muchas gracias, doctora! De todo corazón.

La rubia abraza a la noble médica, quien agrega: Haz lo que te pido. Come bien y luego duerme un poco. Las niñeras cuidarán de tu hijo, si es necesario. Cualquier noticia, te la haré saber.

Tras ver salir a la doctora de su habitación, Andrea se recuesta en la cama, pensando que ahora solo queda esperar y rezar.

Toma a su bebé recién nacido en brazos y concentra toda su atención en él.

Su hermoso bebé es lo único que la ha mantenido con ánimo y le ha ayudado a sobrellevar horas tan amargas.

Desde ahora, el pequeño Dante será su mayor motor en la vida.
***

Han pasado dos días...

Tanto Andrea como Dante continúan en observación. Sus respectivos médicos no les dan de alta.

Andrea está aprendiendo a ser madre y el personal y las enfermeras la están ayudando. Al principio le daba temor alimentar al bebé. Tocarlo, cambiarle la ropa y los pañales. ¡Pensaba que era tan frágil!

Pero poco a poco ha ido perdiendo el miedo y ahora su bebé se aferra con fuerza a ella, no se le quiere desprender, sobre todo cuando lo está amamantando.

Darle el pecho a su bebé es una experiencia única para cualquier mujer y Andrea se siente realizada alimentando a su hijo.

Pero además de estar disfrutando a su bebé, estos días estresantes le han hecho darse cuenta de que su amor por Dante es verdadero y muy fuerte... alguna vez creyó amar a Fernando, con quien iba a casarse, pero ahora comprende que eso no era amor.

Ella estaba sola, sin familia, vulnerable y Fernando apareció con palabras dulces, por eso creyó amarlo, pero el verdadero amor es tan distinto.

El corazón de Andrea ahora sabe lo que es amar y el único hombre dueño de su amor es Dante, el padre de su hijo, quien le dio la dicha de convertirla en madre.

Aunque ella está segura que ama a Dante, pero no está segura de lo que él siente por ella.

¿Quizás toda la tragedia de los últimos días fue dada por el destino por una razón?

Para que ambos pudieran ordenar sus sentimientos y darse cuenta de lo que realmente querían.

Andrea, por supuesto amaba a Dante, pero ¿y él? ¿La ama?

Al quinto día de su estancia en el hospital, Andrea recibió una gran noticia de su doctora.

Doctora: ¡Andrea, querida! Dante ya ha recuperado la consciencia y está fuera de peligro.

¡Las lágrimas corren por las mejillas de la rubia!

Se lanzo hacia la doctora, abrazándola con efusividad: Gracias gracias gracias...

Andrea se aferra a la mujer, ya que aunque solo se conocen desde hace pocos días, en ese tiempo se han hecho muy amigas.

La doctora acaricia la cabeza de la ojiazul como si fuera su propia hija: Tranquila, no brinques tanto, que también estás recuperándote. Pero te aseguro que ya no hay nada de qué preocuparse ahora.

Andrea asiente y la doctora le dice: Si lo deseas, puedes ir a ver al señor Santoro ahora mismo. Puedes dejar a tu hijo con una enfermera.

Andrea contesta de inmediato: Sí, por favor, quiero verlo ahora mismo...

Doctora: Muy bien, yo misma te llevaré al área donde está... sólo que antes límpiate bien la cara, supongo que no quieres ver a tu amado con la cara empapada de lágrimas...

Andrea le sonríe tiernamente a la doctora, quien es una persona muy agradable y amable. Andrea le contó parte de su historia con Dante, pues necesitaba alguien con quien hablar, para hacer la espera menos dolorosa y triste.

Andrea: Tengo una enorme deuda de gratitud con usted. Me aseguraré de agradecérselo.

Doctora: No tienes por qué... no te presto más atención que a los demás pacientes por motivos de lucro, sino por bondad humana... después de todo lo que has vivido, mereces ser feliz, Andrea.
***

Minutos después, Andrea está lejos del área de maternidad y camina por un largo pasillo, se detiene en la puerta de la derecha.

Empuja la puerta indicada y respira profundamente antes de entrar.

Dante está inmóvil en la cama, conectado al suero y otros aparatos. Tiene los ojos cerrados. Su poderoso pecho se agita de forma suave, pero segura.

Andrea desea abrazarlo... pero se contiene... teme hacerle daño... el hombre acaba de ser operado y estar a las puertas de la muerte.

Ella camina con precaución hacia la cama. Se para al borde de ella, conteniendo la respiración.

Toca la grande mano del varón, susurrando su nombre: Dante.

Le cuesta hablar por el nudo en la garganta.

Enrolla su mano alrededor de la suya, tan grande, tan rígida. Se inclina más abajo, presionando sus labios contra su mejilla.

Le da un tierno beso, diciéndole: Estaba tan preocupada por ti... ¡por favor, mejórate pronto! Tu hijo te está esperando.

Dante mantiene los ojos cerrados, parece que está durmiendo, sedado.

Verlo así, hace que Andrea sienta que lo ama más y se lo confiesa con sinceridad: Tienes que recuperarte totalmente por tu hijo y por mí... yo también te necesito, Dante, eres el hombre que amo y que amaré siempre... el único hombre en mi vida.

Y entonces, la ojizul siente que su mano es apretada por dedos fuertes.

Se sacude hacia atrás, y ve que Dante tiene los ojos abiertos. Sus labios le regalan una suave sonrisa. Y la mirada que antes le parecía salvaje y dura, ahora está llena de una ternura desconocida.

Andrea: ¡Estas despierto!

La rubia sonríe alegremente: Bienvenido de nuevo a la vida, Dante. ¿Cómo te sientes?

El varón le responde con su gruesa voz: Genial. Me duele todo y siento como si me atropelló un camión, pero genial porque estoy vivo...

Andrea intenta no llorar al escuchar a su amado: Tienes razón, lo más importante es que estás vivo... estuviste muy cerca de... bueno de...

Dante: ¿De morirme? Sí, lo sé... no es la primera vez que recibo un disparo, pero sí la primera vez que siento a la muerte tan cerca de mí.

Andrea: Ya no hablemos de eso... mejor piensa en cosas positivas, como en Dante, tu hijo...

El ojinegro sonríe: ¿Dante? ¿Le pusiste mi nombre al bebé?

Sonrojada, la rubia responde: Aún no lo he registrado, pero sí... ¿te molesta que se llame igual que tú?

Dante: ¿Cómo va a molestarme? Al contrario, ese niño es mi primogénito, mi heredero... tiene todo el derecho de llamarse como yo. ¡Cuánto deseo abrazarlo nuevamente!

Andrea: Pronto podrás hacerlo...

Un silencio envuelve a la habitación y Dante mira fijamente a los ojos de la rubia.

Andrea le pregunta: ¿Por qué me ves así?

Dante levanta su mano derecha y acaricia el cabello de la rubia, entierra sus dedos entre los mechones dorados, provocando que la piel de Andrea se erice.

Andrea: ¿Qué haces?

Dante: Solo aprecio lo hermosa que eres... eres bella y buena... muy buena...

Andrea agacha la cabeza con aire de candidez.

El varón le toma la barbilla y la mira a los ojos con especial ternura: Dilo...

Su dedo se desliza hasta los carnosos labios de la chica.

Andrea: ¿Qué quieres que diga?

Dante: Lo que dijiste antes que abriera los ojos... dilo, Andrea, quiero escuchado nuevamente.

Andrea siente un hormigueo en el vientre, al adivinar a lo que Dante se refiere.

La chica respira profundamente para tomar valor y luego dice: Te quiero... Te amo... eres el hombre de mi vida...

Dante la atrae hacia él y la besa sensualmente en los labios... de esos besos que jamás se olvidan.

Cuando sus bocas se separan, ambos se miran fijamente a los ojos, con las respiraciones entrecortadas y los latidos del corazón acompasados.

Dante rompe el silencio: ¡Ahora es mi turno! Mi turno de confesarte algo... ¡algo que debería haberte dicho hace mucho tiempo!

Andrea deja de respirar por un instante al ver que Dante se ha puesto muy serio, sus ojos negros resplandecen y su rostro luce aún más varonil.

Y con la mirada fija en los ojos azules de la chica, Dante abre sus labios para confesar: Yo también te quiero, Andrea, te quiero como no he querido a ninguna otra mujer en mi vida... ¡TE AMO!... y te deseo solo para mí.

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Continuará...

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