7 noches con el mafioso

By LunaSerena85

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Andrea, una bella y virginal joven se ve obligada a hacer un trato con Dante Santoro, un mafioso, para salvar... More

1.- Secuestrada
2.- Cuando el mafioso la conoció
3.- Haciendo un trato
4.-Trato sellado con los labios
5.- En la recámara del mafioso
6.- La primera noche
7.- Rota
8.- Lágrimas inútiles
9.- En la ducha
10.- Al despertar
11.- Cuarta noche
12.- Quinta noche
13.- En el coche
14.- Sexta noche
15.- La última noche
16.- ¿Libre?
17.- Volver a empezar
18.- La noche que le debía
19.- Terrible noticia
20.- ¡Embarazada!
21.- Escape
22.- Nuevo trato
23.- Firma
24.- Madre de alquiler
25.- En el vestidor de damas
26.- El bebé se mueve
27.- Deseo al anochecer
28.- De viaje
29.- Sexo en el avión
30.- En los Emiratos Árabes
31.- El "padrino" del mafioso
32.- En el yate
33.- Pasión en la isla
34.- Advertencia
35.- Desilusión
36.- El cumpleaños del mafioso
37.- Confesión
38.- ¿Qué sientes por mí?
39.- Reencuentro apasionado
40.- El día de la boda
41.- Parto sangriento
43.- Disparo
44.- Después de la tormenta...
45.- Para siempre

42.- Peligro

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By LunaSerena85

Todo sucedió como una especie de sueño... ¿o fue una pesadilla?

A medida que la adrenalina se disuelve en la sangre, la conciencia vuelve a Andrea. La comprensión de que lo había perdido para siempre... a ÉL...

Acostada en la cama de la habitación del hospital, la rubia observa que las enfermeras la atienden, le administran sueros, y ya no siento ningún dolor, al menos no corporal. Todo el dolor se concentra ahora en su pecho.

Mira por la ventana y no sabe qué siente exactamente en ese momento. Hay un vacío en su interior. Una herida abierta en su alma.

¿Todo se ha acabado? ¿No volverá a ver a Dante? ¿Y él nunca verá al hijo que deseaba tanto?

Sí, al principio, él quería que Andrea se deshiciera del bebé, pero luego, meses después, ella notó cómo el duro y frío Dante Santoro había cambiado visiblemente.

Cuando su barriga creció, cuando ambos vieron a su hijo por primera vez en la ecografía.

A partir de ese momento, Andrea recordó que Dante empezó a tratarla diferente, a prestarle más atención, a darle regalos, incluso a llevarla de viaje a los Emiratos Árabes.

La ojiazul recuerda y las lágrimas ruedan por su mejillas.

Al verla llorar, las enfermeras le preguntaron si le dolía algo, pero ella no respondió... seguía en estado de shock.

Deseaba, por supuesto, que la situación cambiara, que Dante no se casara con Victoria, que no le quitaran a su hijo. Pero no a ese precio tan alto... no deseaba vivir una masacre sólo para evitar esos acontecimientos.

Ahora se ha quedado nuevamente sola...

Por ahora, Cerberus está a su lado, protegiéndola, pero no sabe cuánto tiempo durará. El hombre está de guardia fuera de la puerta.

Andrea ha intentado varias veces gritar a Cerberus para saber si alguien más ha sobrevivido. ¿Y qué está pasando ahora?

Pero el hombre negó, diciendo que no sabía nada. Sin embargo, ella puede percibir en sus ojos vidriosos y tristes que le oculta algo. Miente. No le dice toda la verdad.

Andrea le suplica: por favor Cerberus, dime qué pasó... te lo ruego, ¡dímelo!

El guardia sólo pudo decir un nombre: ¡Franco!... el señor Franco es el responsable de todo lo qué pasó.

Los ojos de Andrea se abren grandemente al conocer parte de la verdad.

Dante había sido traicionado por su primo, por Franco, la persona en la que más confiaba, a quien consideraba como un hermano.

De pronto, Andrea lo entendió todo, entendió que Franco hizo todo a propósito para eliminar no sólo a Dante sino también a Gustavo Salvatierra y quedarse con toda la fortuna.

Por eso, Franco constantemente animaba a Dante para casarse con Victoria, aún sabiendo que él no sentía nada por ella. Lo hizo a propósito, para reunirlos en la ceremonia de matrimonio y llevar a cabo una masacre, tomando todo para sí mismo.

Si Franco acababa con los dos mafiosos más importantes del país, el sería ahora el máximo líder de la mafia. Y heredero de una cuantiosa fortuna, sin importarle que sus manos se ensuciaran con la sangre de tantas víctimas.

No perdonó a nadie... Incluso había niños en la boda. ¡Qué maldito bastardo era!

Franco se portó bueno y amable con Andrea. La cuidó mientras Dante estaba fuera. Pero todo era parte de un plan mayor. Estudiando la mansión, elucubrando su violento plan, tramando exactamente cómo empezaría el ataque.

Lo único que Franco no calculó es que ella se alejaría antes que la ceremonia terminara, de lo contrario, Andrea y su bebé también estarían muertos en estos momentos.

La puerta se abre y una enfermera entra en la habitación con un pequeño bulto en los brazos.

Sonriendo, la enfermera le entrega el bebé a Andrea y lo pone a dormir sobre su pecho.

Enfermera: El bebé está bien. Está sano. El médico lo examinó, lo pesó, midió su altura y su peso. Todo está bien con este hermoso varoncito...

La simpática y regordeta enfermera le entregó a Andrea una etiqueta en forma de pulsera con la fecha, la hora de nacimiento, la altura y el peso del recién nacido escritos en ella.

Andrea abraza fuertemente a su hijo, con avidez, deseando no separarse jamás de él ¡Porque lo ama con locura!

Se promete a sí misma que le dará todo. Se asegurará de que su hijo no sufra.

Ahora, más tranquila, después de todo lo ocurrido, la rubia puede ver bien su carita. Admirando a su pequeño ángel.

Qué bonito es... tan adorable como un muñeco.

Tiene nariz pequeña y chata, labios hinchados, pelo oscuro, piel delicada y rosada, todavía un poco arrugada, pero eso pasará pronto.

Todavía está dormido, chasqueando los labios, pero Andrea está segura de que tendrá los ojos de su padre.

La enfermera mira con ternura a la madre y el pequeño y pregunta: ¿Qué nombre le vas a poner?

Sin pensarlo mucho, a través de un velo de lágrimas amargas, la rubia contesta con seguridad: ¡Dante!

Enfermera: ¿Dante?

Andrea responde llorando: Sí, así es como quiero llamar a mi hijo... que lleve el mismo nombre de su padre... aunque nunca pueda conocerlo...

La sonrisa de la enfermera se desvanece y tras dar un largo suspiro, dice: Descansa, me voy. Cuando el bebé se despierte, intentaremos que le des pecho.

La regordeta mujer sale de la habitación y el dolor y la nostalgia invaden de nuevo a Andrea.

De alguna manera, intenta ser fuerte por el bien de su hijo, pero ¡es tan difícil!

Es como si todavía pudiera escuchar en tiempo real todos los terribles disparos, el ruido del fuego y los gritos de la gente que murió. La masacre fue tan sangrienta que no podrá olvidarla nunca.

Para cubrir ese terrible momento, Andrea se aferra al cuerpecito de su bebé y no puede evitar recordar los bellos momentos que vivió con Dante en los Emiratos Árabes.

"Sí, Andrea... eres un tesoro para mí".

Esas palabras resuenan en la mente de la ojiazul y la hacen evocar cuando Dante la llevó a aquella isla paradisíaca.

Cuánto desearía regresar a ese día... volver a sentirse segura en los brazos del hombre que ama, pero él ya no está... lo ha perdido para siempre.

Nuevamente, la voz de Dante retumba en la cabeza de la rubia.

"Solo sé que eres la mujer que más deseo en este mundo... solo sé que en estos instantes, lo único que deseo es estar entre tus piernas... ¡no deseo a otra mujer que no seas tú!"

Las lágrimas de Andrea caen sobre las tiernas mejillas de su pequeñito, quien duerme como un ángel.

Andrea ve al pequeño Dante y sabe que él es lo único que la mantiene a flote... ¡Tenía que ser fuerte por su hijo!

Por él debe superar esta tragedia. ¡Debe criarlo y protegerlo!

El efecto de los sedantes en su sangre aún están presentes y Andrea vuelve a quedarse dormida con su hijo en brazos... confiada que afuera de su habitación está Cerberus.

Está segura que ahí no le pasará nada, ni a ella, ni a su hijo.
***

Más tarde, una especie de chasquido despierta a Andrea.

La rubia abre los ojos, la habitación está a oscuras, pero puede ver una figura desconocida con una bata blanca, aparentemente masculina.

Un hombre bastante corpulento con una máscara médica y un gorro en la cabeza entró en su habitación, caminando enérgicamente hacia ella.

Andrea pregunta: ¿Quién es usted? ¿Es usted médico?

El silencio. El hombre no responde nada.

Solo entrecierra los ojos, mirándola como a un enemigo al que le desea la muerte más espantosa del mundo.

Andrea reconoce esos ojos oscuros... ¡Reconoce el tamaño de su figura!

El desconocido se arranca la máscara y la chica intenta gritar, pero es callada rápidamente por la grande mano del hombre que la silencia.

El bebé se despierta y empieza a llorar, ella lo aprieta más contra su pecho, intentándolo proteger entre sus brazos.

El hombre le dice: Si gritas, te mueres... no grites, ¿entiendes?

La rubia asiente con la cabeza y él retira su mano de la boca de la joven.

Andrea habla con terror en cada palabra: ¿F-F-Franco? ¿E-Eres tú?

El hombre saca una pistola de su pantalón y con ella apunta hacia la ojiazul.

Franco dice con voz gélida: Es tu turno de morir, Andrea...

Franco se acerca lentamente, saboreando cada minuto como una especie de maníaco enfermo. Sus ojos oscuros arden dolorosamente, las arrugas
malsanas y aterradoras recorren su rostro.

Andrea: iNO! por favor, no.

Ella llora desesperadamente, aferrando al bebé contra su pecho. El bebé no deja de llorar, pero eso no conmueve al bastardo asesino.

¿Pero por qué? ¿Por qué es tan inhumano?

Andrea pregunta entre lágrimas: ¿Por qué, por qué haces esto? Por favor, no nos hagas daño, déjanos ir. Nosotros no te hemos hecho nada.

Franco sonríe malignamente ante las súplicas y el terror que Andrea refleja en el rostro. El bastardo hace sonar su pistola, burlándose de ella y de su miedo.

Franco: ¡Así que ese es el hijo de Dante! ¡Vamos, vamos ¡Muéstramelo!

Andrea llora más: Aléjate... ¡No, por favor! ¡Vete!

Franco: ¡Muéstrame al heredero de Dante Santoro!

Andrea: ¡No! ¡No! ¡No! Te lo suplico, déjame en paz... yo no te he hecho nada.

Franco aprieta los dientes al decir: Eres una tonta, Andrea, jamás debiste haberte involucrado con mi primo... hubieras vivido muchos más años si no hubieras aceptado traer al mundo a su primogénito... la sangre de Dante no debe seguir reproduciéndose.

Al ver el brillo de odio en los ojos de Franco, la rubia cuestionó aterrada: ¿Por qué odias a Dante?

Franco: Porque él siempre lo tuvo todo y yo no he sido más que una sombra pálida a su lado... él es el líder, mientras que yo solo su lacayo... pero se acabó, ahora yo seré el mafioso más importante de este país... pero antes debo eliminar cualquier semilla que Dante haya plantado en este mundo...

Llorando, Andrea inquirió: ¿Entonces es verdad? ¿Tú lo planeaste todo? ¿Tú planeaste la masacre en la boda de Dante y Victoria?

Franco: Sí, todo fue mi plan... Victoria Salvatierra me despreció porque prefería a mi primo y por eso ella también tenía que pagar... por eso convencí a Dante para casarse con Victoria... para matarlos juntos y quedarme con todo... acabé con dos pájaros de una pedrada...

¡Dios, qué bastardo tan astuto, intrigante y calculador resultó ser!, pensó la rubia.

Franco: y tú Andrea, tú sólo eres un daño colateral... tu peor error fue cruzarte en la vida de Dante... jamás debiste enamorarte de él...

Andrea volvió a suplicar: Por favor... por favor déjame en paz...

Franco: Ya basta. Estoy perdiendo la paciencia. Tienes razón, contra ti no tengo nada, así que puedo dejarte vivir... ¡Pero el heredero de Dante debe morir! Entrégame al niño y vete...

Andrea: ¡No! ¡Ayuda!

Franco: Nadie te va a ayudar. Todos los que podían ayudarte han muerto... ese mocoso es el
último que lleva la sangre de Dante y por eso tiene que morir.

Andrea: ¡Nunca! ¡No permitiré que le hagas daño a mi hijo!

Gruñendo de rabia, Franco agarra por el pelo a Andrea y la sacude bruscamente, volviéndola hacia él.

La ojiazul sostiene al bebé que llora muy fuerte contra su pecho.

Andrea grita llorando: Si quieres matar a alguien, mátame a mí. ¡Dispara! ¡Mátame! ¡Pero deja vivir a mi hijo!

Franco arroja a Andrea al suelo, que cae, abrazada a su bebé.

Franco: ¿Ahora eres buena madre? ¡Cuando ibas a vender a tu hijo!... muy bien, si no quieres darme a ese mocoso, entonces tú te irás con él al infierno... tú también morirás...

Horrorizada, Andrea ve a Franco extender su mano con la pistola y a punto de apretar con sus dedos el gatillo.

Franco: Que pena que te hayas enamorado de Dante... eres una estúpida, Andrea... salúdame a Dante en el maldito infierno.

El miedo hace que Andrea cierre los ojos... aferrada a su hijo comienza a rezar fervorosamente, suplicándole a Dios que le permita vivir a su pequeño, ella no importa pero el niño es inocente de toda la maldad de este mundo.

Andrea reza y llora perdiendo la noción del tiempo.

Y entonces se escucha un disparo.

Dos capítulos en un mismo día, gracias a sus comentarios positivos, sigan apoyando la historia para más actualizaciones.

Continuará...

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