7 noches con el mafioso

By LunaSerena85

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Andrea, una bella y virginal joven se ve obligada a hacer un trato con Dante Santoro, un mafioso, para salvar... More

1.- Secuestrada
2.- Cuando el mafioso la conoció
3.- Haciendo un trato
4.-Trato sellado con los labios
5.- En la recámara del mafioso
6.- La primera noche
7.- Rota
8.- Lágrimas inútiles
9.- En la ducha
10.- Al despertar
11.- Cuarta noche
12.- Quinta noche
13.- En el coche
14.- Sexta noche
15.- La última noche
16.- ¿Libre?
17.- Volver a empezar
18.- La noche que le debía
19.- Terrible noticia
20.- ¡Embarazada!
21.- Escape
22.- Nuevo trato
23.- Firma
24.- Madre de alquiler
25.- En el vestidor de damas
26.- El bebé se mueve
27.- Deseo al anochecer
28.- De viaje
29.- Sexo en el avión
30.- En los Emiratos Árabes
31.- El "padrino" del mafioso
32.- En el yate
33.- Pasión en la isla
34.- Advertencia
35.- Desilusión
36.- El cumpleaños del mafioso
37.- Confesión
38.- ¿Qué sientes por mí?
39.- Reencuentro apasionado
40.- El día de la boda
42.- Peligro
43.- Disparo
44.- Después de la tormenta...
45.- Para siempre

41.- Parto sangriento

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By LunaSerena85

Una noche antes de la boda

Dante: ¿Qué haces aquí, en mi casa, Victoria? Creí que ya no te vería hasta mañana en la ceremonia.

Victoria: A partir de mañana, esta también será mi casa... y vine para recordarte algo muy importante.

Dante: ¿Qué cosa?

Victoria miró a los ojos del mafioso y respondió: Quiero que en cuanto yo entre a esta casa, la mujer que va a tener a tu hijo se vaya de aquí... yo no voy a vivir bajo el mismo techo que una cualquiera...

Dante frunció el ceño y contestó rápidamente: Un momento, Victoria, no te permito que te expreses así de Andrea... además, ella no se marchará de esta casa hasta que tenga a mi hijo... ella aún no ha dado a luz...

Victoria: Pues que se vaya a un hotel... tienes el dinero para pagarle una suite en el mejor hotel del país... o cómprale un departamento, pero aquí no la quiero... te lo exijo...

Furioso por la altanería de la mujer, Dante replicó: Tú no me exiges nada, no tienes derecho y estás loca si crees que voy a ser como un perro manso para ti...

Victoria: Tengo todo el derecho porque voy a ser tu esposa... ¿ya lo olvidaste?

Dante: Es a ti a quien se le olvida por qué vamos a casarnos... lo haremos porque así le conviene a tu familia y a mí...

El rostro de la hermosa mujer cambió, de repente parecía tan feo, como si hubiera envejecido diez años en un segundo, debido a la rabia que la consumía.

Victoria: ¡Eres un sinvergüenza, Dante, eso eres! Nuestra relación podría haber sido mucho mejor. ¡Pero nunca me prestaste ninguna atención! Incluso después de la tragedia que viví, apenas me visitabas en el hospital ¡Qué insensible y egoísta eres!

Dante sonrió de manera nerviosa: Por favor, Victoria, no te hagas la víctima... ni tu padre ni yo te engañamos nunca... tú siempre has sabido que entre nosotros no hay amor, sólo conveniencia.

Victoria: Sí... Yo sé que no me amas... pero y ¿a Andrea? ¿A ella sí la quieres?

Dante guardó silencio, apretando la mandíbula sin responder.

Con sonrisa socarrona, Victoria habló burlonamente: Claro, eso es... ¡Todo se debe a esa mujerzuela! ¡Esa pobretona con la que te acostaste y vas a tener un bebé! Ella es la culpable de que no puedas quererme... La amas... ¡Estás enamorado de Andrea!

Dante: ¡YA CÁLLATE! Y si estás tan indignada con todo esto, pues dile a tu padre que ya no vas a casarte... a mí ya no me importa...

Apretando los puños, la mujer vociferó: No... vas a tener que cumplir con tu palabra... no voy a dejarte libre para que seas feliz con esa tipa... tendrás que casarte conmigo o mi padre te matará... ¡Si no te casas conmigo, mi padre te matará a ti y a tu puta! ¡TE LO JURO!
***

Ahora

"Señor Dante Santoro, ¿acepta a la señorita Victoria Salvatierra como su esposa?"

Las palabras amenazantes de Victoria aún resonaban en los oídos de Dante, quien miraba a Andrea sentada entre los invitados a la boda, expectante de que él diera el "sí" ante el juez.

Más que por su propia vida, Dante temía por la vida de Andrea y de su hijo, sabía que Gustavo Salvatierra era un asesino, capaz de matar a sangre fría y jamás le perdonaría que dejara plantada a su única hija.

Pero Dante ya no deseaba casarse, porque hacerlo significaba renunciar a Andrea y no quería hacerlo... no quería renunciar a la madre de su hijo.

El juez repite la pregunta: Señor Dante Santoro, ¿acepta a la señorita Victoria Salvatierra como su esposa?

Andrea no soportaba más la incertidumbre, por lo que se levantó de su asiento decidida a marcharse, dando deliberadamente la espalda a Dante. ¡No quería ver nada más!

Apenas dio unos pasos y la robusta figura de un guardia la alcanzó intentando detenerla: Un momento, no puede marcharse hasta que termine la ceremonia...

La rubia miró a su alrededor e involuntariamente, se encontró con los ojos negros de Dante, quien la miraba con tristeza. Como si con esa mirada le estuviera pidiendo perdón.

Dante también mira al guardia y con un simple gesto le hace entender que la deje ir.

Andrea no esperó más y se dio la vuelta, alejándose rápidamente del lugar de la ceremonia... no quería escuchar cuando Dante le diera el "sí" a Victoria.

Con los ojos llenos de lágrimas, Andrea se internó en el inmenso jardín de la mansión, necesitaba respirar aire fresco y no escuchar los aplausos que festejaban a los recién casados.

Los gritos, el ruido de los invitados se escuchaban cada vez más distantes. La rubia estaba en medio de grandes árboles, donde solo podía sentir el olor de las plantas.

En medio de esa vegetación, que tan poco había disfrutado durante todo el tiempo que estuvo en esa mansión, acarició su estómago y sintió que ese bebé dentro de ella le daba las fuerzas para soportar el gran dolor que sentía en el alma.

De pronto hubo silencio, un extraño silencio... de esos silencios que preceden a una tormenta.

Lo siguiente que Andrea escuchó fueron disparos, ráfagas de fuego que cortaron el aire, así como el sonido de armas recargándose.

"¡TODOS DEBEN MORIR!"

Un escalofrío recorrió todo el
cuerpo de Andrea al escuchar ese grito.

Rápidamente, se puso de cuclillas y se escondió detrás de un gran y frondoso rosal. Su intuición le susurra que agache la cabeza y se proteja.

¡Era irreal el miedo que sentía en esos momentos!

¿Qué está pasando? se preguntaba mientras su corazón latía agitadamente.

Temblando de temor, la rubia abraza su estómago, como deseando proteger a su hijo de lo que sea que estuviera pasando.

Andrea no sabe cuánto tiempo pasa, pero cada segundo le parece eterno. Entonces, una potente y ensordecedora explosión golpea sus oídos.

¡Se pone en pie de un salto! El terror se apodera de ella... Y luego una columna de polvo y el olor a quemado inunda sus fosas nasales.

No puede creer lo que está viendo... es una especie de pesadilla.

Mira en dirección a la casa y ve que se ha convertido en un montón de ruinas.

Todo es humo y polvo. Se escuchan más gritos... Y luego esos gritos son interrumpidos por el fuego de las ametralladoras.

Andrea se percata que ha quedado atrapada en un atentado de la mafia... frente a ella ahora está una casa en llamas, donde el infierno se ha desatado.

Los gritos de la gente no cesan y los sonidos de los disparos se vuelven aún más violentos y agresivos.

Andrea desea gritar por ayuda, pero el terror ni siquiera le permite moverse y se paraliza aún más al pensar en Dante... ¡Dante está en medio de ese infierno!

El alma de Andrea sangra al pensar que Dante debe de estar muerto.

Las lágrimas corrían por sus mejillas, sus rodillas temblaban, sus piernas no querían sostenerla. No podía creer lo que veían sus ojos. No podía creer que eso estuviera sucediendo realmente. Creía que tales horrores sólo pasaban en las películas de mafiosos.

De las ventanas de la mansión Santoro salía un humo oscuro, seguido de unas agresivas llamas de color naranja intenso.

Las paredes apenas aguantan. Todas las ventanas están reventadas. El humo sale por las aberturas, y de repente, Andrea oye su propia voz desesperada.

Andrea: ¡¡Dante!! ¡¡Dante!!

Gimiendo, se agarra el estómago. Y siente terror, ya que no puede sentir al bebé, no da patadas... ha dejado de percibir a su propio hijo.

En ese preciso instante, alguien grita detrás de la rubia provocándole un sobresalto.

La voz le resulta vagamente familiar, aunque suena como un eco en las montañas. Es Cerberus, el jefe de seguridad de Dante.

Andrea: ¡C-C-Cerberus!

Ella intenta hablar, pero se ha quedado sin palabras.

Cerberus la agarra por la cintura, la levanta del suelo, pero ella se libera violentamente, a pesar que está a punto de desmayarse.

Andrea: ¡Dante! ¡Dante! ¿Dónde está Dante? ¡Por favor, ayúdenlo! ¡Sácalo de ahí!

Cerberus: ¡Silencio ¡Silencio! ¡Debemos ir al hospital de inmediato! Ha roto la fuente...

Andrea mira hacia abajo, tocándose los muslos con las manos y se horroriza al notar que su vestido estaba empapado.

En ese instante, las contracciones empeoraron. No había ninguna duda. ¡Estaba por tener a su hijo!

Cerberus: Vámonos, ¡El señor me ordenó que la sacara de aquí, soy responsable de usted con mi cabeza!

Andrea: ¿Dante?¿Dónde está? ¿Está vivo?

Cerberus: No lo sé...

La voz del guardia hace dudar a Andrea, pero al voltear a ver hacia la mansión y verla en vuelta en llamas, pierde toda esperanza de que Dante haya sobrevivido.

Cerberus la sujeta del brazo y la lleva a una distancia segura, la sube a un coche negro, el cual pone en marcha para alejarse de esa mansión a toda velocidad.

Mirando por última vez la casa de Dante en llamas, Andrea grita por el dolor que siente... el parto ya ha iniciado y su hijo lucha por salir al mundo.

La rubia siente que va a desmayarse por el dolor: ¡Ahhhhhhhggggggggggg!

Un grito más y Andrea siente que el mundo a su alrededor se apaga. Devorada por la oscuridad, pierde el conocimiento.
***

"¡Vamos, chica, el bebé está llegando! ¡Empuja! ¡Vamos! ¡Vamos, un poco más!"

Andrea aprieta la mandíbula y da un empujón más.

El coche con los intermitentes va a toda velocidad. ¡Andrea está dando a luz en la carretera! Dentro de una ambulancia.

Después que Cerberus la sacó de la mansión, Andrea perdió brevemente el conocimiento.

Despertó en la ambulancia con mucho dolor. El trabajo de parto era imposible de frenar. El dolor era demasiado intenso.

La paramédica le decía mientras le limpiaba el sudor de la frente: ¡Contrólate! Sé fuerte! Tienes que hacerlo. ¡Ya puedo ver la cabeza!

Andrea se dice a sí misma que tiene que hacerlo. Tiene que lograr que su hijo nazca. El bebé es lo primero.

Piensa que ya ha perdido al hombre que ama, no puede perder también a su bebé. Su hijo... será lo único que le quede de Dante.

Llorando, Andrea aprieta las manos en un puño, dando un último empujón.

Paramédica: Bien, bien... tú puedes...

Sin dejar de gritar, Andrea siente que sus caderas se abren más, para dar paso a su pequeño.

Paramédica: Bien... ¡Ahí está el bebé!

De repente, Andrea siente un alivio, el dolor casi había desaparecido, sobre todo cuando escuchó un fuerte llanto y de inmediato le colocaron un pequeño bulto caliente en su pecho.

La paramédica suspiró diciendo: Enhorabuena, es un varoncito.

Al sentir el calor de su bebé, Andrea se olvidó de todo por un momento. De los horrores que habían sucedido momentos atrás.

Toda amargura desaparecía al escuchar el primer llanto agudo del bebé. ¡Su bebé! ¡Su hermoso hijo!

Esta vez lloró de alegría al apretar el cuerpo cálido y húmedo contra su pecho y se dio cuenta de que nunca, por ningún precio, entregaría su bebé a nadie.

Quien quisiera quitárselo tendría que matarla.

En ese instante, Andrea se dio cuenta de que no renunciaría a su hijo por nada, ¡ni siquiera por dinero o amenazas! Era sólo suyo. Lucharía por él hasta el último latido de su corazón.

Minutos después, la ambulancia finalmente llegó al hospital.

Un ejército de médicos con batas blancas se precipitó a las puertas traseras de la ambulancia.

La misma paramédica que había asistido al parto del bebé instruyó: ¡Cuidado! Llévenla a ella y al niño a un cuarto, ¡pronto!

Cargando a su bebé en el pecho, Andrea ve a Cerberus correr detrás de los médicos que la transportan en la camilla.

Le ponen un suero sobre la marcha y la llevan al interior una habitación.

Andrea siente que no puede mantener los ojos abiertos... antes de cerrarlos por el cansancio, sólo puede ver a Cerberus mirándola y siente a su bebé en su pecho.

La rubia sólo puede susurrar antes de caer en la inconsciencia: Dante, ¿dónde estás?

¿Qué habrá sucedido con Dante? ¿Quién fue el responsable del atentado?

Recuerden que para apoyar la historia, deben darle estrella a los capítulos y comentar para más actualizaciones.

Continuará...

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