La limusina redujo la velocidad y la caravana comenzó a girar suavemente.
Dante cambió de tema: Ya casi llegamos...
El mafioso soltó a la rubia, alejándose, enfriándose un poco. Su rostro se volvió lo más serio posible. Miró al frente, a las grandes puertas blancas con dibujos dorados y ornamentados que empezaron a abrirse suavemente.
¿Así que esa es la villa del "padrino" de Dante?, pensó Andrea.
Más allá de las puertas doradas, la chica vio un edificio gigantesco, con cúpulas aún más grandes que las que había visto antes.
El automóvil se acercó, haciendo un círculo alrededor del abigarrado anillo del jardín, en cuyo centro había una fuente con la forma de un enorme águila posada en una roca que extendía sus alas con orgullo.
Se detuvieron frente a un porche con columnas de mármol. Dante y Andrea descendieron de la limusina.
De repente, un hombre barbudo de mediana estatura, vestido de blanco, apareció en el porche con una joven rubia que portaba un vestido ajustado de color menta.
El hombre llevaba una jalabiya tradicional bordada en oro y una kufiya en la cabeza. Se apoyaba en un bastón y cojeaba. Era evidente que tenía dificultades para moverse.
Una fila de sirvientes se alineó frente a él con sus cabezas inclinadas obedientemente.
Dante exclamó: ¡Rinat!
Dante se adelantó, jalando consigo a Andrea, quien intentó quedarse atrás. Deseaba estar en
casa.
Dante llegó hasta su "padrino" y lo abrazó. Hubo un golpe en su espalda.
Rinat: ¡Qué bueno verte, hijo!
Dante: Igualmente. ¿Cómo has estado? Ha pasado mucho tiempo...
Rinat: Me da mucho gusto verte... ¡Ves, incluso me vestí para ti y me levanté de la maldita silla de ruedas!
Dante: ¿Cómo está la rodilla?
Rinat: Está bien por ahora.
Dante: ¿Qué dicen los médicos?
Rinat: Que si no llego pronto a la clínica, puedo reservar una plaza en el cementerio. También me dijeron que dejara de fumar inmediatamente. Son
valientes, ¿no? Me conocen y aún se atreven a decirme cómo vivir mi vida.
Andrea escuchó un chasquido que olía a tabaco.
Dante detuvo a su "padrino" con un gesto: ¡Espera! No fumes ahora...
Rinat: ¿Por qué no?
Andrea se mantenía de pie a espaldas de Dante, escondiéndose. De repente captó la vista de ambos.
Dante: La razón está ahora a mis espaldas.
Rinat Abramovich intentó mirar por encima del hombro de Dante: ¿Quién es?
La ojiazul se retorció como un resorte. No quería que la mirara.
Ella vislumbró los grandes ojos negros de Rinat Abramovich. Muy profundos, como el alquitrán. La miraba, sintiéndose como si le cortaran la piel con hojas de afeitar.
El hombre de mayor edad preguntó de nuevo, con voz ronca. Y tosió una segunda bocanada, haciendo temblar su bastón: ¿Quién?
Dante: Esta es la gran noticia que quería contarte.
Dante le pasó el brazo por la cintura a Andrea, empujándola hacia delante: Ven aquí.
Andrea recordó no hacer contacto visual con el "padrino" de Dante... una regla importante en ese país.
Dante: Rinat, quiero presentarte a Andrea. Está embarazada de mi bebé.
Rinat Abramovich se atragantó. O mejor dicho, volvió a toser, esta vez con más fuerza, de modo que Dante tuvo que darle un golpecito en la espalda.
Rinat: ¿Qué has dicho? ¡¿Embarazada?!
Dante: Sí. Voy a ser padre.
Rinat: ¿Es una broma?
Dante: Si quisiera gastarte una broma, créeme, habría pensado en otra cosa. Me conoces, no acostumbro a bromear con estas cosas.
Rinat aspiró el aire por las fosas nasales, al tiempo de decir: ¿y Victoria Salvatierra? ¿Qué pasó con ella? ¿Rompiste tu compromiso? Tenías un acuerdo con esa familia...
Dante: más que un acuerdo, un negocio...
Rinat: un muy buen negocio... ¿rompiste con Victoria?
Dante le responde a su "padrino" con seguridad: no he roto ningún compromiso... me casaré con Victoria, tal como estaba planeado... Victoria será mi esposa y Andrea solo es la madre de mi hijo...
Las palabras de Dante helaron la sangre de Andrea, "solo la madre de su hijo", nuevamente era reducida a un simple objeto.
El "padrino" de Dante posó su mano sobre el hombro del mafioso: me parece bien, por encima de todo uno como hombre debe ver por sus propios intereses... lo que más te conviene es casarte con Victoria Salvatierra... y puedes tener los hijos que quieras con cuanta mujer se te antoje, tú no pierdes nada...
Andrea agachó la cabeza solo para escuchar el siguiente comentario, aún más machista que el anterior.
Rinat: y me parece bien que aún no hayas tocado a la que será tu esposa, recuerda que ella debe permanecer inocente hasta la ceremonia y la primera noche de bodas. Según nuestra tradición, por la mañana, la esposa recién casada debe colgar una sábana en el balcón confirmando que ha mantenido su pureza...
Ambos hombres intercambian sonrisas, en tanto que Andrea no puede creer lo que está escuchando. ¿Acaso viajó en el tiempo para encontrarse con tradiciones prehistóricas?
La conversación es interrumpida por la tos del hombre mayor, que dice: ¡Debo tomar mis pastillas sedantes de inmediato! Pero mejor que sea con vodka. Lo ideal es tomar las pastillas con vodka...
La joven que acompañaba a Rinat se acercó rápidamente para ayudarlo.
Rinat: cof, cof, nos veremos después, hijo, esta es tu casa, cof cof
Dante le pasa el brazo por la cintura a Andrea y le empuja hacia delante para seguir a Rinat y su concubina. Todos entraron en la casa.
En el interior, la casa es una sucursal de un museo imperial. El suelo de mármol brilla bajos sus pies. Hay cosas de miles de millones de dólares al lado.
Los ojos de Andrea brillan ante tanto lujo, tanto que le duele la cabeza por la experiencia.
A pesar de la excesiva riqueza, la ojiazul no se siente cómoda, ella está acostumbrada a vivir de otra manera.
Rinat: Dante, sube al primer piso. La criada te mostrará tus habitaciones. Ve con tu mujer luego nos vemos en mi despacho... cof cof...
Dante y Andrea subieron las escaleras de mármol hasta el primer piso, donde los acompañó amablemente una morena de uniforme. Tiene un aspecto oriental, pero habla un poco de ruso.
Sirvienta: Por aquí, por favor. Mi nombre es Daría, estoy a su servicio. Si necesitan algo, solo pídanlo.
Andrea entró a la habitación y miró a su alrededor. Es muy grande, enorme. Es como un piso de tres habitaciones.
Dante: ¿Qué te parece?
El varón está contento. De pie en el centro de la sala, con las manos escondidas en los bolsillos, mirando a su alrededor.
Andrea titubea: Es demasiado...
Dante: Lo sé, demasiado bonito. Mi padrino ama el dinero y el oro. Y también el poder. Le gusta vivir con belleza.
Andrea: Ya lo veo.
Dante: Todavía no lo has visto todo, hay una bañera con jacuzzi. ¿Qué tal si esta noche lo probamos, los dos solos?
La rubia intentó pasar junto a Dante cuando de repente la sujetó bruscamente y la puso de espaldas a la pared.
El hombre le cogió la barbilla y la apretó con los dedos. Presionó su ingle contra los muslos femeninos. Ella sintió su hombría, que empezó a endurecerse rápidamente mientras Dante la frotaba contra su muslo, el calor de su aliento le quemaba el cuello.
Dante: Andrea, ¿está todo bien? ¿Soy yo, o estás triste?
El mafioso tenía razón, Andrea no estaba contenta, porque Dante y su "padrino" no perdieron la oportunidad de recordarle que era sólo un objeto. Toda esa charla machista la puso nerviosa.
Andrea contestó: ¿por qué no le dijiste toda la verdad a tu padrino? ¿por qué no le dijiste que Victoria ha quedado estéril y yo soy una madre de alquiler?
Dante: no tengo por qué contarle todo a mi "padrino"... ¿te molesta que no lo haya hecho? Prefiero que ellos no te vean como una madre de alquiler sino como MI MUJER...
Andrea respondió sintiendo el roce del enfurecido órgano masculino contra sus piernas: ¿tu mujer? Una más, solamente...
Dante suspiró, atrayéndola más a su fornido cuerpo: ¡Ven aquí!
Le hizo el pelo de la nuca en un puño, y cubrió los labios femeninos con los suyos.
Dante besó a Andrea. Su beso cuidadoso y sensual se convierte rápidamente en uno húmedo y erótico.
El ataque del varón a los labios de Andrea provocaron que la ojiazul se sintiera instantáneamente caliente, más allá de lo imaginable.
Tenía tantas ganas de que él fuera más allá, de que pasara su mano por debajo de su falda y jugara con el duro nudo de nervios que, a causa de los besos, se había puesto dolorosamente tenso, pero Dante se apartó de repente porque llamaron a la puerta.
Dante gruñó: Mierda...
Andrea también suspiró con frustración.
Dante: esperaba que tuviéramos tiempo para una cogida rápida.
El hombre acomodó el bulto en sus pantalones, se apresuró hacia la puerta.
Abrió y una de las sirvientas dijo: el señor Rinat pregunta por usted, está en su despacho esperándolo...
Dante: dile que ahora voy...
El mafioso se acerca a Andrea y le dice: ponte cómoda y alístate porque esta noche cenaremos con mi "padrino"... no temas que aquí todos tendrán que respetarte por ser lo que eres...
Dante se marchó y Andrea se quedó pensando: ¿y qué soy? "solo la madre de tu hijo" "solo una mujer más en tu vida"... Victoria Salvatierra será su esposa y yo...
Las lágrimas se acumularon en los hermosos ojos de la rubia, mientras su corazón dolía.
Esa noche, Andrea y Dante cenaron con Rinat y una de sus concubinas.
A pesar de estar cenando en un lujoso comedor, uno en el que jamás habría soñador estar sentada degustando suculentos manjares, pese a todo, Andrea sólo pensaba en una cosa.
Andrea: solo soy una madre de alquiler, pero no quiero ser solo eso... ¿por qué me duele ser eso? ¿acaso estoy enamorada de Dante Santoro?
***********
Al día siguiente, Andrea abrió los ojos en una mañana soleada y se sobresaltó al ver a Dante de pie frente a ella.
Sus labios gruesos y carnosos se separaron ligeramente en una mueca de cinismo, y sus ojos profundos e inigualables centellearon con una mirada de diversión.
Andrea: ¿Qué haces?
Dante: He estado esperando a que te despertaras.
El multimillonario parece estar de buen humor. Se inclina hacia la rubia, apoyando sus robustos puños en el colchón a ambos lados del cuerpo femenino tumbado en la cama.
Lentamente, con la gracia de un tigre, se arrastra hacia la cara de Andrea, manteniendo su rumbo precisamente hacia los labios...
La cama se hundió ligeramente bajo su imponente peso, haciéndola jadear con la boca.
Dante: Eres tan hermosa y deseable cuando duermes.
La punta de su nariz tocó el cuello de la ojiazul... después la llevó hasta el lóbulo de su oreja, y luego lo cubrió con sus labios sin avisar.
Unos labios fríos y húmedos que aprietan con fuerza el punto sensible, provocando que pequeños escalofríos invadan la piel de la rubia.
Andrea llevaba una camisa fina y sedosa que se levantaba ligeramente sobre sus caderas, dejándolas al descubierto. Dante vio sus bragas rosas y gruñó. Su palma se posó imperiosamente sobre sus senos en ese mismo momento, apretándolos con avidez. Apretó el pulgar sobre el pezón que sobresalía bajo la tela, y ella gimió de placer inconscientemente.
Dante: Te subí la camisa mientras dormías. Admiré tus firmes muslos y apenas pude contenerme para no follarte. Tienes que responder por lo que hiciste, ¿de acuerdo?
Confundida, la chica pregunta: ¿qué hice?
Dante: Vas a responder por dormir durante tanto tiempo, y yo volverme loco por ti, temiendo tocarte para no despertarte.
Las palabras del hombre encendieron a Andrea, quien sintió que la fuerte mano de Dante arrugó el tierno hemisferio de su seno, acariciándole el pezón con el pulgar.
Andrea no podía evitar emocionarse ante la idea de que Dante la inmovilizara en la cama,
le abriera las piernas, arrancara la cremallera de sus pantalones y la tomara obsesivamente sobre las sábanas de seda de esa cama.
- D-Dante...
La rubia gimió mientras él presionaba su ingle contra la suya, tirando de su camisón hacia arriba.
Ella sintió su imponente dureza y se dio cuenta de que no podría contenerse si él iba más allá, arrancándole las bragas e invadiendo su vagina con su majestuosa longitud completa.
Haciendo un esfuerzo, ella apretó las palmas de sus manos contra los hombros de él, apartándolo.
Andrea: No... Aquí no. No en la casa de tu padrino...
Ella se apartó de mala gana, ajustando su camisón un poco arrugado.
Dante: ¡Tienes razón! Tengo que controlarme, ipero es muy difícil! Así que date prisa y haz la maleta. ¡Vamos a otro sitio!
Andrea: ¿ A dónde?
Dante: te prometí algo, así que he de cumplirlo...
La rubia susurró: ¿Y qué es eso?
Dante: te mostraré la playa y mi barco...
Andrea: Oh...
Dante se levantó de la cama: Prepárate. ¡Ahora! Y no olvides tu traje de baño.
Con un guiño, Dante la dejó sola un momento, cerrando la puerta tras de sí.
El pulso de Andrea se aceleró al instante y no pudo evitar sonreír, ni emocionarse por esa visita a la playa.
Y algo le decía que no sería sólo un viaje, si se puede llamar así... sino uno erótico.
Continuará...