Plaies d'amour ▪︎ MARC GUIU

By chiarasmt

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Cuando Laetitia conoció a Marc jamás imagino que tarde o temprano acabaría sintiéndose atraída por él. Ese am... More

Plaies d'amour
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Epílogo

Capítulo 22

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By chiarasmt

•••

— Pero, ¿estás segura? —Marc se partió un trozo de pan y me miró con el ceño fruncido.

— Que sí, coño. Lo he visto con mis propios ojos. Se ha hecho el test delante de mí. Está embarazada de un mes y pico, puedes respirar tranquilo. No es tuyo —mojé un trozo de pan en la salsa de tomate y me lo metí en la boca.

— Joder —abrió los ojos y se quedó mirando fijamente la puerta de la galería —, menudo marrón —asentí —. ¿Qué va a hacer?

— No lo sé, no he hablado con ella del tema. Hemos quedado para merendar y hablar. Tampoco quiero agobiarla, me pongo en su situación y es una puta mierda —apoyé la espalda en el respaldo de la silla y aparté el plato de comida.

— Y más siendo ella y su supuesta situación familiar —asentí.

— Esa es otra, a saber lo que realmente ha pasado con su familia y en fin. Estamos hablando por hablar —me levanté de la silla y caminé hasta la nevera. Saqué un yogur de mango de Alpro y le di una manzana a Marc —. ¿Te quedas a dormir? —cambié de tema, él dudó, pero finalmente asintió con la cabeza.

— Si me lo pides un poquito menos irascible, igual sí —me agarró de las caderas y me atrajo hacia él. Me acarició las piernas y apoyó la frente en mi abdomen —. Oye, no me has comentado nada acerca de lo de Luar La L —sonreí en cuanto escuché aquello.

— Te lo he dicho por WhatsApp —perdí mis manos en su pelo, él se abrazó a mí.

— Que va, si yo me he enterado por Héctor —fruncí el ceño porque estaba convencida de que le había mandando el mensaje. Cogí mi móvil para comprobarlo, negué riéndome en cuanto vi que el mensaje estaba escrito, pero no llegué a enviarlo.

— Ha sido muy guay, raro, pero no sé. Sabe de mi existencia —le saqué la lengua.

— De todos los vídeos ha tenido que compartir el tuyo —empleó cierto tono que evidenció sus celos —. Tiene buen gusto —sus manos se despegaron de mí espalda y se posaron sobre mi trasero.

— ¿Puedes dejar de manosearme el culo? Mi padre está por ahí y como entre...

— Tus padres ahora mismo son el menor de mis problemas. Son colegas —me dio una palmada en el culo y se separó —. Una siesta antes de entrenar sí que me echo —comenzó a pelar la manzana y yo volví a mí sitio. Me acabé el medio yogur que quedaba de por la mañana y con la ayuda de Marc metimos todo en el lavavajillas. Por suerte, Axel e Isadora estaban en el comedor del colegio, Sergio estaría a punto de irse a la oficina y mi padre se había ido de viaje a Turquía por temas de trabajo —. No quiero ser metomentodo, pero a qué se dedican tus padres. Me ha entrado curiosidad.

— Mi padre estudió ingeniería mecánica y trabaja en una empresa de investigación y desarrollo de aeronaves. Por eso viaja tanto y bueno Sergio trabaja en un banco, es economista —sonreí —. ¿Vamos a mí habitación? —le propuse, él asintió con la cabeza.

Marc no comentó nada al respecto y lo agradecí. Salimos de la cocina y me quedé parada en medio del salón al ver la tele encendida. Sergio estaba viendo un programa del corazón, afiancé la vista y caminé hacia el televisor cerciorándome de las imágenes que estaba viendo. Mi padre me miró y asintió, como si me hubiera leído perfectamente la mente y supiera perfectamente lo que se me estaba pasando por la cabeza. No podía ser, era verdad, aunque bueno, una verdad a medias.

— Son los padres de Carmen —me comentó —. Los han detenido, ¿sabías algo?

— No —negué, mentí evidentemente no iba a destapar una más de las mentiras que Carmen me contó. Nunca entendí porque la hacía, no sé si para darle más dramatismo a su vida, para llamar la atención o simplemente porque le salía solo. Hasta llegué a pensar que ella misma se creía sus propias mentiras —, ¿están en Colombia? —pregunté frunciendo el ceño.

— Eso parece. Aunque es raro —señaló al televisor y me miró fijamente —. ¿Ves a ese hombre de ahí? —asentí.

— ¿Quién es? —fruncí el ceño porque estaba convencida de que no lo había visto en mi vida aunque me sonaba muchísimo su cara.

— Efrén Rocamora —abrí los ojos mientras negaba con la cabeza —. Hace un mes y medio que su familia y él han vuelto a España. ¿No te parece raro?

— Teniendo en cuenta que justo cuando vuelven, detienen a los padres de Carmen. Raro sí que me parece, pero si no han tenido pruebas para incriminarlo, ¿por qué estás tan seguro de que están metido en el mismo mundo? —Sergio conocía demasiado bien a la familia Rocamora Sevillano. Durante muchos años oí hablar de ellos, sobre todo cuando era pequeña. Recuerdo jugar con un par de chicas algunos años mayores que yo, aunque con el paso del tiempo olvidé sus nombres y digamos que Sergio no hizo nada para recordármelo.

— Por qué trabajé para ellos —comentó, abrí los ojos sorprendida. No me lo esperaba y aunque me moría por echarme en la cama con Marc, quise que me lo contara todo acerca de su vinculación con una de la familias más peligrosas de España —. Esta noche te lo cuento todo, me tengo que ir a trabajar. Vendrá Sol con Axel e Isadora —apagó la tele y caminó hacia mí, me dio un beso en la frente y tras despedirse de Marc, caminó hacia la puerta.

— Me he perdido —dijo él, le resté importancia y le indiqué que fuéramos hacia mi habitación.

Nos quitamos la ropa y nos metimos en la cama. Bajé la persiana y me acurruqué en el pecho de Marc. Mientras él me acariciaba el pelo, yo no podía dejar de pensar en aquellas dos niñas que jugaron conmigo cuando era pequeña. Eran gemelas, pelirrojas y entre ellas eran muy distintas, no tenían nada que ver la una con la otra. Agarré mi móvil y me mordí el labio intentando encontrar una estrategia para poder encontrarlas. Me metí en Instagram y busqué a Carmen, sus padres por suerte tenían Instagram así que tiré por ahí. No me costó encontrar lo que buscaba porque enseguida encontré el Instagram del tal Efrén —que por suerte era público— y bingo, la última publicación una foto con sus hijos. Noel, el mayor, que por unos cuantos años largos fue mi crush y por lo visto se había casado y había tenido dos hijos. No podía decir que seguía igual porque la realidad era bien distinta, había cambiado tanto que de primeras no lo habría reconocido. Y allí estaban ellas, las gemelas que me acompañaron durante mi infancia y que a veces, pensaba mucho en que sería de sus vidas.

— ¡Hostia puta! —exclamé en cuanto me di cuenta de que a una de ellas las seguía. Me separé del cuerpo de Marc y me quedé mirando la pantalla del móvil.

— ¿Qué pasa? —Marc encendió la luz y me miró con preocupación.

— Cómo no pude reconocerla —me pellizqué el labio.

— ¿A quién? —el futbolista empezó a desesperarse.

— A Vera, la chica del cine, la que le gusta a Héctor —le aclaré, él asintió con la cabeza.

— ¿Qué pasa con esa chica?

— Es la hija del señor que ha mencionado mi padre antes. El jefe de los padres de Carmen, el culpable de que se fueran a Colombia y los acabasen deteniendo.

Más tarde

¿Cómo mirar a Carmen y hacer como si nada? Hacerle creer que no había visto las noticias y que no sabía nada acerca de la entrada en prisión de sus padres. Supuestamente ya lo sabía, eso me dijo ella meses atrás. Una verdad a medias, una mentira con toques de verdad. Marc no me creyó y me dio rabia y me enfadé, aunque no sé lo hice ver. Hice como si nada, aunque él tonto no era y se percató. Sobre todo, cuando fue a marcharse para ir a entrenar y fue a darme un beso y le aparté la cara. Le conté todo lo que sabía, que no era mucho, pero sí suficiente. Y me tomó por loca y me jodió que flipas porque por muy irreal que pareciese, era verdad, esas cosas seguían pasando y lo peor de todo es que arrastraban a muchísimas personas detrás y dos de ellas, fueron los padres de Carmen.

— ¿Qué vas a hacer? —le pregunté metiendo el pie dentro de la piscina para comprobar la temperatura.

Carmen me miró, se encogió de hombros y dubitativa alzó la cabeza y focalizó su mirada en el techo. Estaba nerviosa, la conocía tan bien que por mucho que tratara de disimular, a mí no me la colaba.

— Tenerlo, eso lo tengo claro. Pero es que todo es tan caótico ahora mismo que no puedo pensar —se le creó un nudo en la garganta, estuvo luchando para no echarse a llorar y a mí me supo fatal. Me senté a su lado y dejé que se apoyara sobre mi pecho —. Se lo he contado a mi tía. Parece ser que le ha hecho ilusión, no me ha reprochado nada y hasta se ha ofrecido a ayudarme con todo. Me parece extraño viniendo de ella, quizás es verdad, ha cambiado.

— Puede ser —le acaricié el brazo —, al final solo quiere lo mejor para ti. Va a ser un gran apoyo, ya lo verás. Y conmigo también puedes contar —sonreí —. Tiene que ser una putada —susurré.

— Lo es —dejó caer un largo suspiro —. Y más con todo lo de mis padres... —dejó caer, pero inmediatamente se calló en cuanto se dio cuenta.

— He visto las noticias, Carmen —dije cansada de estar fingiendo. Ella estaba incómoda, yo también lo estaba y seguir con aquella farsa no nos iba a llevar a ninguna parte. En ningún momento quise dejarla en evidencia, para mí era muy importante escucharla y dejarla hablar tranquilamente sin juzgar. Pero para eso tuve que romper esa baza y hacerle ver que tonta no era y que me daba cuenta de todo. No quise crearle ninguna inseguridad más, la enfrenté a la verdad porque quise ayudarla y desde sus mentiras me limitaba el acceso a su vida —. No quiero que me des explicaciones, es una verdad a medias y supongo que tus motivos tendrás. Solamente quiero que sepas que conmigo puedes contar de verdad, conozco más o menos a los Rocamora y tirando del hilo puedo hasta conseguir más información al respecto.

— No lo hago a posta, me sale solo, lo de mentir, digo —comenzó a llorar —. Lo siento, intento darle emoción a mi vida para olvidarme de la realidad. Todo es una mierda, ¿sabes? Vivo amargada, intento hacerle ver a la gente que estoy bien, miró a todo el mundo por encima del hombro y solo busco mi propio beneficio, me he convertido en ellos y no sé que hacer para cambiarlo. Estoy estancada en una personalidad ridícula e insoportable que me encasilla dentro de ese tipo de tías que nadie quiere en su vida. Sí, soy muy pick me y todavía no entiendo como a pesar de todo sigues aquí, a mi lado, intentando animarme. Deberías odiarme por todo lo que te hice, lo de Marc es solamente el karma y una pequeña venganza de todo lo que me merezco.

— No hables así, por favor. Lo de Marc sucedió porque así tenía que pasar. No soy rencorosa y lo sabes. A pesar de todo te sigo teniendo cariño —le di un beso en la frente y comencé a temblar al recordar todos y cada uno de los problemas que tuve a lo largo de mi vida con Carmen.

Aparentemente éramos amigas, solo nos teníamos la una a la otra. Yo de vez en cuando salía con mis compañeras de gimnasia artística, con Ilenia, Antea, Sophie, pero Carmen no. Conoció a sus amigas y se olvidó de mí. Siempre fue una chica que solo miraba por ella misma y podría haber sido una vez, pero fueron muchas las veces en las que quedamos y nunca apareció. Se iba con sus nuevas amigas y me dejaba tirada. Me acostumbraba y con el tiempo dejé de hablarle, hasta que vino y me lo reprochó y yo, que como me solían decir siempre, era más buena que nada, siempre acaba perdonándole. Pero la gota que colmó el vaso fue cuando le comenté que me gustaba un chico, ella se lo dijo a sus amigas y se lo dijeron a él. En el décimo sexto cumpleaños de Carmen fue cuando ocurrió todo, hicieron una apuesta entre ellas para ver cuánto tiempo tardaba en caer. El chaval se acercó a mí, estuvimos hablando toda la noche hasta que nos liamos. Algo no iba bien y mi cuerpo lo sabía, intenté apartarme para irme, pero él me lo impidió. Empezó a manosearme y a meterme mano por debajo de la falda, me agobié muchísimo y lo primero que vi fue a Carmen y a sus amigas reírse mientras grababan. Mi suerte aquella noche fue Ander, que se percató de lo que estaba pasando y vino a ayudarme. Me quitó al baboso aquel de encima y me llevó a casa. Gracias a él no pasó nada, hubo muchas noches en las que me pregunté que hubiera pasado si Ander no hubiera aparecido.

— Lo siento —volvió a disculparse —. No te merezco, tata.

— Todos tenemos nuestras cosas —comencé a jugar con los dos anillos que llevaba —. Lo de Marc no fue una venganza —aclaré —. Él me gusta de verdad, surgió poco a poco. Hasta intenté frenarlo todo lo posible. Venganza hubiera sido liarme con él la primera vez que empecé a sentirme atraída por él, pero no sucedió así.

— Lo sé, tata. Siento haberte animado con Héctor y Fermín. Quise hacerlo también con Pedri... —rodé los ojos ante su descaro.

— ¿En serio no te diste cuenta? —pregunté por curiosidad.

— ¿De lo tuyo con Marc? —asentí, ella negó —. Te juro que no, a lo mejor era yo que no quería verlo. Te juro que yo veía la conexión entre Héctor y tú, con Marc ni en broma, disimulábais tan bien. Ahora entiendo muchas cosas.

— Bueno, tampoco te creas que pasaron tantas cosas —dije para calmar un poco la situación. Saqué las piernas del agua y me levanté para caminar hacia la hamaca —. Tampoco me apetece hablar del tema —me senté y saqué los tuppers con la merienda.

— Sí es por mí, no te preocupes. Lo tengo superado.

— No sé, Carmen. Dices una cosa, pero tu actitud corporal dice otra.

Por la noche

— ¿Qué tal con Carmen? —preguntó Sergio en cuanto entré en casa.

— Bien, supongo —me encogí de hombros y tras darles un beso a mis hermanos me encerré en mi cuarto.

— Laetitia —mi padre abrió la puerta y me giré —, ven —me ordenó.

Dejé la mochila en el suelo y lo seguí. Seguían hablando de los Rocamora Sevillano, de repente, todo estaba relacionado con ellos. Me senté en el sofá, crucé las piernas y presté toda la atención del mundo.

Se cumplen dos años del fallecimiento de Emmanuel Cantos, el cantante de trap colombiano, que falleció en extrañas circunstancias. A día de hoy se desconocen los motivos de su muerte, aunque la familia acusa al padre de la que era su novia, no han encontrado pruebas que evidencien los hechos. Naomi Rocamora y su familia residen actualmente en la capital catalana. Se les ha visto pasear por las calles de Barcelona. La familia granadina que se afincó en Medellín hace diez años ha estado en el punto de mira durante estos últimos cuatro años. Vinculados a miles de delitos, siempre han salido impunes. A día de hoy, con la detención de Ernesto Rivas y Maria del Carmen Muñoz, toda la atención se centra en él, en Efrén y en cómo siempre huye justo cuando va a pasar algo relacionado con alguna de sus empresas...

— Suficiente —cambié de canal —. No quiero saber nada más aunque sí que me interesa saber como acabaste trabajando para ellos.

— De rebote, lo conozco desde que éramos niños. Veraneábamos en Almuñécar, me ofreció trabajo y acepté. Cuando me di cuenta renuncié, ellos se fueron a Colombia y no volví a saber nada más de ellos —fruncí los labios, fui a decir algo, pero en ese momento el timbre sonó —. ¿Es Marc? —asentí.

Caminé hasta la puerta y le abrí, no tardó mucho en subir y en cuanto estuvimos frente a frente la situación se volvió tensa. Tenía el pelo mojado, vestía un chándal negro y llevaba las chanclas puestas. Supuse que su padre lo había traído en coche. Me miró de arriba a abajo, sin perderse ningún detalle de mi cuerpo, seguía con el bikini, me cubría el cuerpo una camiseta suya, mi pelo estaba algo revuelto y mi cara de enfadó evidenció que estaba muy molesta con él.

— Lo siento —susurró.

— Aquí no —le agarré de la mano y me lo llevé a la habitación —. Todo lo que te he dicho es verdad, si no le crees entonces estamos perdiendo el tiempo —le dije nada más cerrar la puerta.

Titi, te creo. Solamente tenía que procesarlo todo, es muy de película lo que me estás contando. No sé, las veces que he estado con los padres de Carmen me han parecido gente normal, rara, pero normal. No les caía especialmente bien, pero no me cuadra.

— ¿Te crees que a mí sí que me cuadra? —me quité la camiseta y la tiré al cesto de la ropa sucia. Marc tosió nervioso al verme en bikini. Una pequeña sonrisa escapó de mi rostro al ver su reacción.

— Ya, lo siento —caminó hacia mí y me agarró de la cintura. Me abrazó por detrás y me dio un beso en la mejilla —. No desconfío de ti, te lo prometo.

— Que vengas de estar con Carmen no significa que yo sea igual. Tenlo en cuenta —le acaricié el brazo, aunque quise hacerme la dura, fue imposible.

— A ella se lo perdonas todo y a mí me crucificas —sus labios acariciaron mi cuello.

— A ella la conozco desde los tres años, a ti desde hace tres meses. No sé todavía por donde vas a salir, Guiu —me liberé de su agarre y procedí a coger el pijama y unas braguitas —. Voy a ducharme —sonreí falsamente —. Que pena que ya vengas duchadito.

— Estás demasiado graciosa hoy —se quejó —. ¿Puedo mirar? —negué —. A mí esta tortura tan gratuita no me gusta —acortó la distancia, yo por intuición retrocedí hasta que choqué con la pared. Me acorraló, limitando mi movilidad. Sentí su respiración muy cerca, me puso nerviosa en cuestión de segundos.

— Estás muy cerca —murmuré.

Me agarró del cuello y me obligó a mirarle a los ojos. Juntó su boca con la mía dejándome sin estabilidad, todo mi cuerpo tembló. Con él era débil.

— Te he traído una cosa —sus ojos penetraron los míos con intensidad —. Ahora te quedas hasta mañana por la mañana con la duda —me guiñó el ojo.

— Te odio —me mordí el labio —. Sabes que no me gusta que me dejen con la duda y la incertidumbre.

— Yo también sé jugar a esto, cariño.

•••

Holiii!!! Quería comentaros que hasta el día 10 no voy a poder actualizar. Tengo dos exámenes la semana que viene y quiero centrarme en estudiar y sacarlos.

En fin, estoy tan feliz. Marc ya es legal, voy a poder escribir sin sentirme culpable.

Espero que os haya gustado el capítulo y nos leemos el 10 por la noche 🫶🏼

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