7 noches con el mafioso

By LunaSerena85

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Andrea, una bella y virginal joven se ve obligada a hacer un trato con Dante Santoro, un mafioso, para salvar... More

1.- Secuestrada
2.- Cuando el mafioso la conoció
3.- Haciendo un trato
4.-Trato sellado con los labios
5.- En la recámara del mafioso
6.- La primera noche
7.- Rota
8.- Lágrimas inútiles
9.- En la ducha
10.- Al despertar
11.- Cuarta noche
12.- Quinta noche
13.- En el coche
14.- Sexta noche
15.- La última noche
16.- ¿Libre?
17.- Volver a empezar
19.- Terrible noticia
20.- ¡Embarazada!
21.- Escape
22.- Nuevo trato
23.- Firma
24.- Madre de alquiler
25.- En el vestidor de damas
26.- El bebé se mueve
27.- Deseo al anochecer
28.- De viaje
29.- Sexo en el avión
30.- En los Emiratos Árabes
31.- El "padrino" del mafioso
32.- En el yate
33.- Pasión en la isla
34.- Advertencia
35.- Desilusión
36.- El cumpleaños del mafioso
37.- Confesión
38.- ¿Qué sientes por mí?
39.- Reencuentro apasionado
40.- El día de la boda
41.- Parto sangriento
42.- Peligro
43.- Disparo
44.- Después de la tormenta...
45.- Para siempre

18.- La noche que le debía

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By LunaSerena85

"¡Gracias a Dios que esa noche infernal ha terminado!", pensaba Andrea al regresar a su departamento.

Al parecer Dante Santoro no se había percatado de su presencia.

La rubia se las arregló para excusarse y salir más temprano del restaurante antes de que terminara el gran banquete de compromiso del mafioso.

Andrea se acostó en su cama sintiendo una cantidad de sentimientos que ella misma no se atrevía a describir.

Era una mezcla de dolor, decepción, rabia y rencor.

En la soledad de su recámara, Andrea lloró hasta quedarse dormida cuando el amanecer ya estaba por suceder.
**********

Lo que Andrea no suponía es que el mafioso Dante Santoro sí la había visto en el restaurante.

En medio de su cena de compromiso, el ojinegro tomaba otro sorbo de whisky, cuando de repente la vio a ELLA.

Una rubia menuda, vestida de camarera, a la que de inmediato reconoció... era Andrea, la chica a la que hace poco más de un mes convirtió en una mujer desvirgándola y manteniéndola cautiva durante una semana.

Con la garganta seca, toda la sangre se acumuló en la ingle del mafioso, despertando su hombría, al tiempo de recordar los momentos apasionados con la chica.

Como un depredador, el varón siguió mirando a la rubia, aún cuando esta no se percató de la mirada del mafioso.

Y es que en las últimas semanas, Dante no había podido olvidar a la bella joven que desvirgó para cobrarse la deuda de Fernando.

Soñaba con ella por las noches y hasta se despertaba con los pantalones manchados... estaba corriéndose en los pantalones
como un adolescente.

Después de sacar a Andrea de su vida, comenzó a obsesionarse con su recuerdo... Pasó una semana, dos, tres... No podía quitársela de la cabeza.

Incluso se fue de viaje de negocios por unas semanas, pero en su interior quería volver a ver a Andrea para hacerla suya nuevamente.

Él mismo Dante no se reconocía, había tenido en su cama a un sinfín de mujeres y después de usarlas para su placer no le importaba volverlas a ver.

Esta es la primera vez que le ocurría algo así.

Tras descubrir que Andrea trabajaba en ese lujoso restaurante, a la noche siguiente se presentó en el lugar y se dirigió a hablar con el propietario, Marcos Santana.

Marcos: señor Santoro, espero que la recepción de anoche haya sido totalmente de su agrado, dígame en qué puedo servirle esta noche...

Acostumbrado a no andarse con rodeos, Dante declaró con determinación: aquí trabaja como camarera una chica rubia de ojos azules ¡LA QUIERO A ELLA!

Marcos: ¿una chica rubia de ojos azules?

Dante: sí, se llama Andrea Luján... pagaré lo que sea para tenerla esta misma noche en mi cama... tú sabes bien qué hacer...

Sin sorprenderse mucho, pues el dueño del restaurante sabía la clase de hombre que era Dante, comentó: Pero señor Santoro, esa chica... ¡es sólo una camarera! No sé si ella acceda a estar con usted...

Dando un golpe al escritorio de Santana, el mafioso dijo: No me hagas enfadar. ¡No me importa cómo lo consigas! ¡Pero llévala a mi cama o te vas arrepentir!

Bastó esa entonación amenazante para Santana tomara la decisión de cumplir las órdenes del mafioso.

Marcos: será como usted ordene, señor Santoro...

El hombre poderoso de ojos negros se puso de pie y salió del despacho del dueño del Golden Beach.

Una hora después, cerca de las nueve de la noche, el mafioso esperaba impacientemente su pedido en la suite que ocupaba dentro del mismo edificio del restaurante.

El varón comenzó a desvestirse lentamente, despojando su musculoso cuerpo de los grilletes de la ropa. Sobre todo quería deshacerse de los pantalones ajustados, que apretaban su hombría.

No podía dejar de pensar en ella, en Andrea.

Después de despojarse de su ropa interior, el mafioso escuchó pasos cerca de la puerta... la diversión estaba por comenzar, pensó.

La puerta se abrió y un par de hombres empujaron dentro de la habitación a la rubia.

Andrea y Dante se encontraron cara a cara, pero los ojos de la chica estaban perdidos, era obvio que estaba drogada... le habían dado algo para acceder a pasar esa noche con el mafioso.

Dante se relamió los labios y miró de cerca los grandes ojos azules y labios carnosos y rosados de Andrea.

Miró más abajo... Aspiró aire ruidosamente al contemplar el firme pecho que se agitaba con frecuencia bajo la blusa blanca de la camarera.

Con la excitación al límite, Dante no podía aguantar más, por lo que comenzó a desvestir a la drogada muchacha.

Una vez desnuda sobre la cama, la rubia comienza a intentar articular palabras, como si estuviera borracha... no podía reconocer al hombre desnudo y musculoso que la miraba como un lobo hambriento de lujuria.

Dante sonrió ante la vulnerabilidad de la chica, y enseguida se inclinó sobre ella, se metió entre sus piernas y apoyó el extremo de su nariz en medio de los pliegues del coño de la ojiazul, aspirando con fuerza el aroma de su vulva, la cual ya había disfrutado y olido en más de una ocasión.

Sin separar su rostro ni por un segundo del sexo de la rubia, el mafioso fue sacando la lengua por entre sus labios, casi con delicadeza, tanteando al principio con la punta, pero, al poco, sacando más y más su húmeda lengua para recorrer primero el exterior de la vulva de Andrea y, luego, ir abriéndose paso entre los pliegues de su coño, lamiéndola como un poseso.

Mientras lamía con voracidad la raja íntima de la chica, los dedos gruesos y largos de Santoro comenzaron a explorar el interior de la vagina de Andrea, percatándose que estaba muy cerrada.

Excitado, el mafioso pensó: está muy apretada como una virgen, eso quiere decir que no ha tenido sexo en un buen tiempo... quiere decir que después de mí, ningún otro hombre la ha tocado.

Con esos lascivos pensamientos, el ojinegro continuaba succionando la intimidad de Andrea, quien no podía evitar sentir cierta excitación por la forma en que ese hombre usaba y abusaba de su coño, por lo que sus fluidos internos comenzaron a surgir.

Dante: Qué bien mojas, zorrita. Te voy a reventar... joder... cómo necesito reventarte ya... ya...

La rubia apenas pudo escucharle susurrar, más para sí mismo que porque quisiera que ella lo escuchase, con su rostro pegado a la dulce entrepierna de la sometida mujer.

Cuando los dedos de Dante habían logrado abrir camino hacia el interior de la joven, con toda su rajita humedecida y su vulva temblando por el choque de emociones que se mezclaban en su interior como una batidora, fue cuando el mafioso pasó a la verdadera ofensiva.

Dante: me has puesto más duro que una piedra y vas hacerte responsable por ello...

Anunció el musculoso varón, mientras se subía a la cama, apoyándose con los dos pies a los lados de las piernas medianamente separadas de la jovencita, que no había intentado ni siquiera cerrarlas, completamente sometida a la voluntad de su captor.

Dante puso su mano izquierda sobre el trasero de su Andrea, que notó cómo algo redondeado, ligeramente mojado, se apoyaba contra su vulva, rozándola, casi como acariciándola, moviéndose arriba y abajo, abriéndose paso entre los pliegues de su coño y profundizando más y más con cada gesto, cada vez más y más... hasta que encontró su agujero, el agujero, el punto que todavía estaba ligeramente dilatado por la acción de las yemas de esos dedos abusivos... y se apoyó contra él, empujando.

Empujando.

Poco a poco esa forma redondeada, como de una cabeza gorda, se fue abriendo paso, caliente al contacto, muy caliente, con un núcleo abrasador, apretando más y más, hasta que entró entera con un sonido húmedo que flotó en el ambiente, recordándole, de una forma algo tonta, el sonido de un corcho.

Por un instante la cosa se detuvo, con Andrea sintiendo esa cabeza húmeda y caliente vibrando levemente en la entrada de su cueva del sexo.

La rubia podía sentir esa masculinidad apremiante rozando la entrada de su sexo, con algo que parecía un temblor como de nervios o excitación en su caliente interior, porque lo que no cabía duda es de que era algo que ardía, que le introducía como una llamarada que le escocía.

Dante no le dio tiempo a más.

Un chillido se le escapó a Andrea de lo más profundo de la garganta cuando ese hombre, al cual por la drogas no podía reconocer, apretó muy muy fuerte, perforándola de golpe, jodiéndola de una forma tan violenta que sintió que algo se rompía en su interior, arrasado por toda esa barra de hinchada carne a reventar que la atravesó, que se clavó con dureza, fuerte, furiosa, atravesándola sin piedad, sin esperar a que su cuerpo fuera adaptándose o nada de nada, sólo fue empujar a lo bestia.

Toda la erecta verga del hombre penetró dentro de la ojiazul, atravesándola, quebrándola y sometiéndola al imperio de su gruesa masculinidad, que empujó más y más, hasta llenarla por completo, hasta hacer que su barra de ardiente carne inflamada llenase por completo el sexo femenino, chocando con furia contra su útero, el fin de la vía de esa ardiente virilidad.

Andrea no podía articular palabras coherentes, pero sí gritar.

Y gritó, chillando ante la salvaje penetración, ante cada empujón, cada entrada y salida de esa furiosa verga que comenzó a moverse por su interior, recorriendo arriba abajo su vagina, llenando su coño para, un instante después, salir hasta dejar sólo hospedada la puntita dentro de su sexo para, un milisegundo después, volver a clavar con dureza furiosa su barra de palpitante carne, que la atravesaba una y otra vez, como una barra de calor que se hinchaba como si resoplase a la vez que la iba perforando cada vez más fuerte, más duro, más dentro suyo, quebrantándola más y más.

Mientras ella gritaba y lloraba y el hombre gozaba, reía y empujaba más y más fuerte, clavándosela más y más profundamente, gozando con cada movimiento de su gruesa longitud dentro de la estrechísima vagina de Andrea.

Dante bombeaba furioso, disfrutando de la estrechez natural de la chica que él mismo desvirgó hace poco más de un mes.

El mafioso empujaba una y otra vez, sin piedad, rítmicamente, haciendo restallar en el cuarto sus huevos cuando chocaban contra el sensibilizado coño de la indefensa joven, a la que reventaba, jodiéndola, metiendo su penetrante pene hasta lo más profundo del sexo de Andrea, sin parar, montándola como un animal en celo, hundiendo más esa enfurecida masa de carne abrasadora que pareciera palpitar con una vida propia y que llenaba el interior de ese tierno y rosado coño.

Dante gruñía en medio del placer: Jooooder, buffff... qué mojaadaaaa... qué bien entra...
me debías una noche y tenía que cobrármela, buffff...

Andrea no lograba centrarse, no podía hacer más que sentirse indefensa y usada, abusada una y otra vez por esa endurecida barra de inflamada masculinidad que la perforaba sobre la cama, hincando más y más su durísima verga hasta lo más profundo de su coño, golpeando contra su útero, impactando más y más fuerte con cada empujón.

Tras muchos minutos, la rubia sintió una primera explosión, un primer orgasmo forzado, otro parecía muy cercano, demasiado ante los continuos masajes a su clítoris por la virilidad del hombre que no dejaba de abusar una y otra vez de ella, partiéndola por la mitad, metiéndose más y más adentro.

El mafioso finalmente estalló.

Un último empujón, hasta el fondo, bien pegado contra su útero y una nueva forma de potencia estalló dentro de Andrea, que sintió cada borbotón, cada chorro, uno tras otro, que manaba de la globosa cabeza de la hinchada y furiosa polla que la partía con un calor creciente.

Un chorro tras otro de semen se derramó en el interior de la rubia y, mientras pasaba, mientras la semilla del mafioso se vertía bien dentro de su coño, empapando hasta el último centímetro de su sexualidad, el cúmulo de sensaciones hicieron que ella tuviera un segundo orgasmo, todavía más intenso que el anterior, rindiéndola y humillándola ante su abusador de una forma que la avergonzaba incluso con la mente atontada.

El millonario no sacó su tronco fálico hasta que no depositó hasta la última gota de su esperma dentro del coño de la ojiazul, apretándose muy fuerte contra ella, hasta que sus colgantes testículos parecieron casi fundirse con la vulva de la rubia, de tanta presión que ejerció.

Cuando Dante por fin, sacó su miembro viril del interior de la sometida joven, dijo resoplando: qué rico... buffff... lástima que tú no lo vayas a recordar... pero yo sí lo haré... buffff... y qué buen recuerdo, buffff...

Luego de recuperarse de su potente orgasmo, Dante se percató que Andrea se había desmayado.... Se acurrucó y olfateó dulcemente, con una sonrisa de satisfacción en su
rostro.

El mafioso tomó un paquete de cigarrillos de la mesa y salió al balcón para recuperar el aliento. Encendió el mechero y un cigarrillo, mirando el cielo despejado y estrellado.

Miró hacia atrás, Andrea seguía durmiendo y piensa: ¡Me la voy a follar toda la noche, eso seguro!
Hasta que me aburra.

Tras arrojar la colilla de su cigarro al suelo, Dante tocó su pene, el cual ya estaba duro de nuevo. Duro y doloroso, liberando el lubricante. Tardó menos de un minuto en recargarse.

El hombre regresó a la cama y le susurró al oído a la rubia: Odio despertarte, cariño, pero tengo que hacerlo.

El hombre abrió las piernas de Andrea nuevamente y comenzó a introducir su falo en las suaves profundidades del paraíso.

La chica era como una marioneta en manos del mafioso, aletargada, somnolienta.

Dante la folló una y otra vez... No fue hasta el alba que finalmente se sació.

El hombre durmió un par de horas y luego se despertó por una llamada telefónica: un asunto urgente.

Dante se quitó la manta, de mala gana, y se dirigió a la ducha. Se aseó y se apresuró a salir de la habitación.

Antes de irse, echó un vistazo más a Andrea, dormía como un ángel. Su pelo rubio estaba extendido sobre la almohada, creando una imagen preciosa. Ella misma estaba envuelta en sábanas, tumbada boca abajo.

Por última vez, revisó a fondo su propiedad. Se encogió cuando vio las consecuencias reales de su pasión.

Sus huellas dactilares y el semen seco estaban por toda la suave piel de la joven, además de gotas de sangre en la sábana.

Dante pensó: eres tan estrecha que siempre terminas sangrando cuando te meto toda la verga, pero eso a mí me da mucho placer...

Arrugó la nariz de forma divertida.
Volvió a sonreír sintiendo un calor inusual en su pecho.

Antes de marcharse, Dante dejó un fajo de billetes en la mesita de noche, acompañado de una nota.
**********

Con el sol colándose por la ventana, Andrea abrió los ojos, gimiendo suavemente.

Su cabeza se desgarra salvajemente, no entiende inmediatamente lo que está pasando.

El mundo que le rodea se tambalea como un péndulo, y con él todos los objetos alrededor.

Parpadeó bien unas cuantas veces, tratando de incorporarse de la cama, intentando recordar dónde estaba y qué le pasaba.
Ve una habitación desconocida.

Estaba tumbada en la cama, completamente desnuda, envuelta en una sábana de seda.

Empieza a temblar. Su memoria está volviendo lentamente, y recuerda algo. No todo.

Deduce que probablemente le metieron algún tipo de droga para inducir agitación y amnesia.
Estaba trabajando en el turno de noche como camarera en el restaurante, entonces los guardias de seguridad se acercaron a ella y la arrastraron a algún sitio.

Se levanta cautelosamente de la cama, yendo a buscar el baño, cuando de repente Andrea ve una mancha escarlata en las sábanas arrugadas.

Andrea fija su mirada en la mesilla de noche y ve un buen montón de dinero y también ve la nota.

Rápidamente, Andrea lee el mensaje:

"Aún me debías una noche ¿recuerdas? Solo te hice mía seis noches, pero ahora la cuenta ya fue saldada... pagaste muy bien lo que me debías"

La firma decía Dante Santoro y al instante Andrea arrugó con rabia el papel.

A su mente llegaron flashazos de lo ocurrido horas antes, fue usada sexualmente por un lujurioso, caliente y brutal hombre multimillonario.

Sin soportar más, Andrea se echó sobre la cama para llorar amargamente sintiéndose humillada y rebajada a un simple objeto sexual.

Nuevamente Dante Santoro la había usado como una PUTA.

⭐️⭐️⭐️⭐️⭐️⭐️⭐️⭐️⭐️

Chicas, ¿qué les está pareciendo la historia?

¿Quieren más capítulos?

Apoyen con sus Estrellas... besos 😘

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