¿Está bien tener armas modern...

By ChocolaticoFanfic

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Nuestro protagonista, un tipo normal, nada ordinario, tendrá que sobrevivir y vivir una nueva aventura en un... More

ACLARACIONES.
VOL.1 ➤ DANMACHI.
CAPÍTULO 1 ➤ Mi llegada a Orario.
CAPÍTULO 2 ➤ Recorriendo el Calabozo.
CAPÍTULO 3 ➤ Experiencia tras experiencia.
CAPÍTULO 4 ➤ Conociendo a la diosa del amor.
CAPÍTULO 5 ➤ Comiendo de las sobras.
CAPÍTULO 6 ➤ Ella será mi diosa.
CAPÍTULO 7 ➤ Conociendo el Panteón.
CAPÍTULO 8 ➤ Calabozo, Pistola y Cuchillo.
CAPÍTULO 9 ➤ Festival de los Monstruos.
CAPÍTULO 10 ➤ Sobrevive y vencerás.
CAPÍTULO 11 ➤ Recuerdos inolvidables.
CAPÍTULO 12 ➤ Malo, malo y algo bueno.
CAPÍTULO 13 ➤ Tensión en la Familia Hestia.
CAPÍTULO 14 ➤ Magia, ven a mí.
CAPÍTULO 15 ➤ Calma antes de la tormenta.
CAPÍTULO 16 ➤ La Tormenta que se Acerca.
CAPÍTULO 17 ➤ Un merecido descanso.
CAPÍTULO 18 ➤ Apunta, dispara y come.
CAPÍTULO 19 ➤ Una merecida revancha.
CAPÍTULO 20 ➤ Una tarde agradable.
CAPÍTULO 21 ➤ Pasando el tiempo en el Taller de Crozzo.
CAPÍTULO 22 ➤ Expedición a los Pisos Centrales.
CAPÍTULO 24 ➤ Desesperación y tiempos de angustia.
CAPÍTULO 25 ➤ Sobrevive y veras el final del día.
CAPITULO 26 ➤ Cosas que suelen pasar.
CAPITULO 27 ➤ Entre el amigo y la mujer.
CAPÍTULO 28 ➤ Pequeño altercado.
CAPÍTULO 29 ➤ La ciudad de Aventureros.
CAPÍTULO 30 ➤ Revelaciones.

CAPÍTULO 23 ➤ Esto ya no es un juego.

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By ChocolaticoFanfic

A estas alturas, ya había perdido la cuenta del tiempo que llevábamos luchando y huyendo de los monstruos.

—¡Mierda! —maldije—. ¡Me estoy quedando sin balas! —cambié a mi último cargador de UZI.

Mis compañeros y yo habíamos mostrado miedo, y no podía negar que yo también lo sentía, no nos dejamos llevar por el miedo y nos mantuvimos firmes.

Disparé y seguí disparando.

Como yo tenía armas de muy larga distancia, me aseguré de contenerlos a los monstruos para darle a mi equipo más tiempo de escapar.

Sin embargo, no podía saber a cuantos monstruos había matado; estaban ocultos en la oscuridad mientras se acercaban.

—¡Dylan, corre!

Con esas palabras, me di la vuelta y empecé a correr detrás de mi equipo. Siendo el que iba de último, corrí por mi vida mientras un enjambre de monstruos nos pisaba los talones.

El túnel se estrechaba lentamente frente a nosotros. Todo esto era como una película de terror. Miré hacia atrás sin dejar de correr y vi la manada de monstruos acercándose peligrosamente.

De repente, Bell se detuvo y pasé a su lado.

—¿¡Qué haces!? —pregunté, girándome y deteniéndome en seco.

—¡Sigue corriendo, los alcanzaré! —me gritó, e ignorando las protestas de todo el equipo, se dio la vuelta y se mantuvo firme ante la horda de monstruos que se acercaba. Levantó su brazo izquierdo y tomó una respiración profunda, al instante supe lo que él planeaba—. ¡Firebolt!

Bell liberó tres rondas de su magia de fuego directamente por el estrecho túnel, iluminando todo con las llamas devoradoras, incendiando todo a su paso.

Sin embargo, cuatro Hellhounds emergieron de las llamas y se lanzaron contra Bell con una rabia viciosa.

—¡Al suelo! —le ordené.

Bell se tiró al suelo, dándome la oportunidad de disparar una ráfaga mortal de balas hacia los monstruos.

«Y allí van mis ultimas balas», pensé por un momento, mientras corría hacia Bell y lo arrastraba de regreso a un lugar seguro.

Bell se sacudió el polvo mientras se levantaba.

—¿Estas bien? —le preguntó Lily.

—Sí —contestó Bell, luego me miró—. Gracias.

—Ni lo menciones —dije, forzando una sonrisa a pesar del cansancio que me invadía.

Sin embargo, nuevamente nos pusimos en alerta al ver sombras y escuchar ruidos de monstruos acercándose desde ambos lados del túnel.

¡Nos tienen rodeados!

—Chicos, solo quiero decir que fue un honor estar con ustedes —dije con una voz ronca, empuñando mi escopeta con una mano y con la otra mi machete.

—Cállate hombre, no vamos a morir, ¿verdad? —dijo Welf, con dudas en sus palabras.

—T-tengo un plan... —dijo Bell—. Debemos retroceder. Nos enfocamos en un lado y nos abrimos paso.

—Estoy de acuerdo —asintió Lily—. Necesitamos un respiro.

—Suena como un buen plan para mí —dijo Welf, preparando su arma.

Ante el acuerdo mutuo de la idea del plan, asentimos.

Enseguida formamos un círculo, espalda con espalda. Todos sabíamos que no había tiempo para seguir hablando, y preparamos nuestros cuerpos para lo que viniera a continuación.

Los monstruos se acercaban y comenzaron a rodearnos. Nos

~ ¡Creak! ~

Un sonido desagradable retumbó en el túnel y llegó a mis oídos. Miré a mi alrededor, buscando su origen. Las paredes parecían sólidas, pero el ruido se hacia más fuerte.

Supe en este instante, que el Calabozo estaba a punto de actuar.

~ ¡Creak, creak! ~

El sonido se intensificó, resonando con fuerza por todos lados.

¡Arriba!

Fui el primero en darme cuenta: el sonido venia de arriba, del techo. El resto del equipo siguió mi mirada y vimos horrorizados como las grietas se formaban en el techo cavernoso justo encima de nosotros.

Las grietas se multiplicaron, y un pedazo de roca cayó desde el techo, incapaz de soportar el peso de lo que sea estuviera allá arriba.

Vi a Bell congelarse en su lugar. Iba a gritarle, a llamarlo, pero en un estruendoso rugido... el techo colapsó, dejando caer un enjambre de Murciélagos Monstruosos.

Mi instinto de supervivencia entró en acción, dándome la fuerza necesaria para agarrar a Bell del brazo y empujarlo fuera del camino de algunos escombros.

No podía permitir que le pasara algo, Hestia no me lo perdonaría.

Bell reaccionó, y por puro instinto, salió corriendo para mantenerse a salvo fuera de la lluvia de escombros que empezaba a caer del techo.

Rocas y piedras seguían cayendo desde arriba.

Ni siquiera había tiempo para preocuparse por los demás.

Los cuatro corrimos tan rápido como pudimos para escapar del peligro, sin embargo, una roca golpeó mi hombro izquierdo, el dolor fue tan fuerte que solté el agarre de mi machete, el cual cayó al suelo y fue aplastado por una lluvia de escombros.

Finalmente, el deslizamiento de rocas se detuvo, pero el impacto me había arrojado contra el suelo.

Entre el estruendo, el polvo y la confusión, traté de mantener la compostura. Los quejidos de dolor se mezclaron con los latidos de mi corazón.

Me levanté con dificultad, tosí un par de veces debido a polvo. Poco tiempo después escuché a los chicos respirar con dificultad, y, sin embargo, no podía verlos por la densa capa de polvo que obstaculizaba mi visión.

Escuché une pequeña tos cerca de mí, y me acerqué cojeando a la fuente del sonido.

La primera que encontré fue a Lily, quien limpiaba la sangre que se filtraba de pequeños cortes en su rostro. El polvo nos envolvía, mi garganta reseca apenas dejaba escapar un murmullo.

—Agh... Lily —intenté hablar, mi voz áspera y apagada por el polvo apenas se escuchaba.

—D-dylan —tartamudeó ella al verme—. T-tu brazo. Está sangrando.

Bajé levemente la mirada e hice una mueca cuando vi el estado de mi brazo izquierdo, se había dislocado y me dolía como nunca al moverlo. Apreté los dientes, maldiciendo mi falta de suerte. Un largo rastro de sangre fresca corría desde mi hombro hasta mi antebrazo.

Poco a poco el polvo comenzó a asentarse, y lo que vi detrás de Lily heló mi sangre; la vista de un grupo de Hellhounds emergiendo de encima de los escombros hizo que mi corazón se acelerara. Esas malditas bestias tenían las fauces abiertas, revelando llamas en ellas.

«Oh no, no lo harás», pensé, habiendo captado la intención de los monstruos.

Sabía lo que se avecinaba.

Con un gran esfuerzo, levanté la escopeta con mi mano buena y, disparé, eliminando a tres de esos monstruos antes de que pudieran atacarnos.

El estruendo del disparo alarmó a los demás, quienes se levantaron de donde sea que hayan caído y prepararon sus armas. Pero Lily, por otro lado, en un gesto de desesperación, se tapó los oídos; la pobre se había puesto pálida del miedo.

Le apunté a los lobos que quedaron, pero ya era demasiado tarde, las llamas rugieron desde sus fauces y enormes orbes de fuego se abalanzaron hacia nosotros.

Olas de intenso calor estallaron a través del túnel.

¡Hubo una explosión!


Doce Horas Después. ...

Hestia, empapada en sudor y con la respiración entrecortada, corrió hacia la Sede del Gremio. Cuando llegó, atravesó la multitud de Aventureros y se acercó al mostrador donde se hallaba la Asesora de Bell.

—¡Señorita Asesora! —exclamó Hestia con desesperación en su voz.

—¿D-diosa Hestia?

Los ojos de Eina se abrieron como platos cuando la pequeña diosa se abalanzó sobre el mostrador. Hestia no esperó a que ella respondiera y fue directo al grano con una voz de urgencia.

—¿¡Dylan y Bell no vinieron ayer!? —preguntó con angustia.

—S-solo los vi ayer por la mañana —contestó Eina—. Desde entonces no los he visto.

La expresión de Hestia se torció de dolor al escuchar aquella respuesta. Viendo la mirada confusión en el rostro de Eina, la joven diosa inmediatamente se apresuró a explicar.

—Anoche no regresaron a casa.

—¿¡Qué!? —exclamó alguien más, la Asesora de Dylan, se notaba preocupada—. ¿No han regresado?

Hestia sacudió la cabeza, explicando que había visitado los lugares donde se quedaban Welf y Lily con la esperanza de conseguir algo de información sobre el paradero de sus hijos, pero nadie los había visto desde la mañana anterior.

El rostro de Misha palideció, sus ojos rosados se abrieron de par en par al escuchar esto. Era posible que el equipo nunca hubiera abandonado el Calabozo, quizás habían fracasado en salir de los Pisos Centrales.

La mente de Hestia se llenó de imágenes horribles, visualizando al equipo entero siendo aniquilado en los más profundo del Calabozo.

—¡Todavía están vivos! —Hestia exclamó de repente, intentando despejar sus pensamientos—. ¡Mi Falna todavía sigue con ellos!

Bell y Dylan eran las únicas personas en este mundo que habían recibido su Falna, y ella aún podía sentir su sangre divida grabada en sus espaldas, su vínculo no se había roto.

Aún había esperanza.

Las Asesoras, sorprendidas por la reacción de Hestia, no tuvieron tiempo de preguntar, pues la diosa ya había vuelto a hablar.

—Quiero encargar una misión —anunció con firmeza—. El objetivo es sencillo: encontrar a mis hijos, Bell, Dylan y su grupo.

Ambas Asesoras asintieron al unisonó, e inmediatamente se pusieron manos a la obra; Eina tomó una hoja de papel y comenzó a rellenar un formulario.

Sin embargo, de repente...

—¡Hestia!

Un dios irrumpió por la puerta de la Sede del Gremio, acompañado por dos Aventureros de semblante sombrío. 

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