𝐌𝐘 𝐋𝐎𝐒𝐓 𝐆𝐈𝐑𝐋 • 𝑹𝒀...

By Blapin_

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Rae Soo-ara fue un experimento hasta sus veinte años, logró escapar con poderes sobrehumanos, mediante escapa... More

ᴏᴏᴏ | Asᴇsɪɴᴀʀʟᴏs
ᴏᴏɪ | Lᴏ Oᴅɪᴏ
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xɪɪɪ | Nᴏ Sᴇ́
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xᴠ | ᴠ ʀᴏsᴀs
xᴠɪɪ | ᴛʀᴀɪᴄɪᴏ́ɴ
xᴠɪɪɪ |ᴇᴜɴ-ʏᴇᴏɴɢ sɪ ᴍɪᴇɴᴛᴇ
xɪx| ғᴜᴛᴜʀᴏ ᴀ ᴛᴜ ʟᴀᴅᴏ
xx | ᴛᴇ ᴀᴍᴏ
xxɪ | ʜᴀsᴛᴀ ᴇʟ ғɪɴᴀʟ
ᴇᴘɪ́ʟᴏɢᴏ

xᴠɪ | ᴇᴜɴ-ʏᴇᴏɴɢ ɴᴏ ᴍɪᴇɴᴛᴇ

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By Blapin_

❝A test of my patience
there's things that we'll never know
you sunshine, you temptress
my hand's at risk, I fold
crisp trepidation
I'll try to shake this soon
spreading you open
is the only way of knowing you❞

M

ientras las frías gotas caían en su cara y cuerpo se dió cuenta del inmenso frío y terror que sentía. Debió irse de la casa de Na Bo-hye y Kye Gan-sun más tarde, cuando su mente se enfriará y supiera cómo volver. Pero no, culpó a la anciana de sus padres siendo una egoísta.

No podía reaccionar, ¿qué sabía Ryu Shi-oh de su excursión al pasado? Él la agarró de la muñeca y jalo al interior del auto. La cubrió con algo y le quitó sus pertenencias que estaba empapadas. Era un milagro que las rosas siguieran vivas. Incluso el cuaderno... ese se lo arrebato y lo guardo en la sudadera del uniforme.

Ryu Shi-oh sonrió y soltó algunas risitas mientras le secaba el cabello. Ella lo observaba. No entendía que hacía el ahí pero estaba agradecida. De nuevo estaba perdida y muerta de coraje y tristeza.

-¿A qué viniste a un lugar así? -preguntó él luego de largos minutos sacándole el cabello.

Ella no se opuso, seguía muy aturdida por lo que pasó en la casa de Na Bo-hye. Pero volvió a la realidad con su pregunta.

-Vine por respuestas pero no son las respuestas que quería oír.

Ya no había asesino al que matar. Ya no había coraje a nadie más que a un muerto. ¿Un padre malo de la cabeza? Ja, nunca lo había pensado. Confiaba demasiado en sus pocos recuerdos, en sus pocos recuerdos de él.

-Puedes confiar en mí...

-¿Cómo voy a confiar en ti si la persona en la que más confiaba me volvió miserable? -Shi-oh se alejo de ella.

Y tú también. Pensó.

-Ha sido un día terrible -agarró las rosas -. No sé si me dieron suerte.

-¿Encontraste lo que querías? -ella asintió -. Te dieron suerte.

-Pero no fue exactamente lo que quería... yo esperaba otro resultado... uno menos doloroso.

-No se que fue lo que pasó y no quiero que me cuentes, pero, fue suerte si ahora estás descansando, Eun-yeong. Si te sientes en paz, liberada, sin duda la suerte estuvo de tu lado.

Era cierto. La carga era menor, volvió a dónde fue su vida, supo la verdad... se sentía mejor a hace una semana. Sin embargo, él... el que está a su lado... ¿algún día se sentiría libre de el? ¿algún día sus demonios la dejarían en paz? Lo odiaba si, no igual, incluso podía decir que sentía cariño por el y eso la asustaba. Ya no era capaz de matarlo y por esa razón, jamás estaría al completo en paz.

Asintió y abrazo más a sus rosas. Fueron de suerte. Volteó al frente y se recargo, iba a descansar un poco, fueron emociones fuertes y estaba agotada pero algo llamo su atención. Se incorporó de nuevo. Entre el siento de el piloto y copiloto había algo... su corazón empezó a latir con fuerza sin saber por qué.

-Ese... ese oso -señaló.

-Oh, pensaba dárselo a una niña o a un niño de la calle, ya sabes, también merecen regalos.

Sentía que Shi-oh la miraba, podía matarla si tuviera ese poder. Incluso sentía tensión. Agarró al oso y lo elevó a la altura de sus ojos. ¿Por qué el oso y las rosas le parecían similares? Vió de reojo, Shi-oh la seguía viendo. ¿Era buen momento para desbloquear sus poderes al tocarlo? Devolvió el juguete a su lugar y empezó a acercar su mano a la de Shi-oh, el veía el movimiento de su mano, no hacia nada.

Estaba a escasos centímetros cuando:

-¡Llegamos! -gritó apartando su mano y señalando el edificio.

Se sostuvieron la mirada por un buen rato hasta que sin decir nada se bajó del auto. No. Nada volvería a como antes. Eun-yeong debía ser más cuidadosa. Estar alerta todo el tiempo.

Se quitó la ropa mojada y junto a la anterior la metió a la lavadora. Debía devolver el uniforme y entonces se disculparía. Si, así le haría. Tenía bastantes llamada de Hee-sik y Shi-oh, de hace una hora. Apagó su celular y se metió a la cama no sin antes ponerse su pijama preferida. Cuánto más pensaba en su padre más recuerdos venían. Si hubiera podido recordar desde siempre se hubiera ahorrado tantos años de rencor a Shi-oh.

Esa noche apenas pudo cerrar los ojos cuando su alarma sonó. La misma rutina de todos los días: baño, vestirse, desayunar, zapatos e irse. Estaba en los zapatos hasta que recordó su celular y volvió por el... las rosas. En el suelo, tristes y solas, sintió lástima por ella. Tiró las flores viejas, puso agua y las metió ahí después de quitarles algunos pétalos y el plástico que les daba la forma de ramo.

Las observó unos momentos. Tenía el sentimiento de saber que las rosas y el osito tenían algún mensaje subliminal. Le resto importancia y salió del departamento. Estuvo en Doogo media hora después y todo era un caos.

De alguna forma habían podido descubrir la droga... Eun-yeong fue en busca de Shi-oh pero el estaba dando declaraciones. ¿Hace cuánto había sucedido? Se vio con Hee-sik ayer... ¿fue mientras lloraba en su anterior vivienda? ¿Por qué Shi-oh no dijo nada? Le llamó tantas veces pudo a Hee-sik. No le respondió.

Seguía sin ser de confiar para él, por eso no sabía nada... espero paciente a la llegada de Shi-oh, solo una hora de pie moviendo la pierna. No sé atrevía a ver las noticias en internet, en realidad no sabía mucho de eso. Solo tenía una red de mensajes y nada más.

-Shi-oh -él la miró extraño. Tenía las manos echas puños en el pantalón, fue directo a su escritorio.

Se sentó, cerró los ojos y echo la cabeza hacia atrás. Ella lo miraba, ¿qué debía hacer? ¿Exigir explicaciones de esa estúpida droga de la cual no se había molestado en averiguar nunca?

-Shi-oh, vamos a almorzar, tengo hambre y...

-¿Cómo salió esa información de Doogo? -seguía en su posición.

-¿Qué?

-Nadie aquí más que mi asistente, algún que otro, tu y yo sabemos de la droga, y en este tiempo jamás había salido ni una palabra -se enderezó y finalmente la miró -. ¿Cómo fue?

-¿Insinuas qué fui yo?

-Vamos a comer -salió antes de la oficina.

Eun-yeong confundida lo siguió. No insistió. Era claro que él sospechaba de ella, pero, ¿en serio? Ni siquiera tuvo las agallas de revelar aquella grabación, ¿hubiera podido revelar aquello? Era una estupidez. ¿Todos habían decidido dejar de confiar en ella?

-En mi casa... quiero cocinar... para ti.

Eso hizo que se relajará su postura. Asintió. El camino fue silencioso. Él viendo hacia la ventana y de vez en cuando su celular y ella moviendo la pierna como antes y de vez en cuando quitarse piel de los dedos.

-¿Cómo es qué no sabes algunas cosas pero si cocinar?

-Bueno, en realidad lo único que se cocinar es bibimbap, lo que comemos es una trampa... es instantáneo -Shi-oh rió -. El teokbokki es bueno caliente, no pierdas tiempo.

Comieron en silencio. El aún parecía tener problemas para acostumbrarse a comer en el suelo sobre cojines y en una mesa de centro, Eun-yeong solo comía en la barra en las mañanas, normalmente lo hacía en su cama o en el sillón pero cuando tenía visitas era en esa mesita en la sala, eran costumbres raras que había adquirido y le parecían cómodas.

-¿Qué es lo que más te gusta de Jeju?

-¿De dónde? -frunció el ceño.

-La isla, de dónde vienes.

-¡Ah!

¿Qué le gustaba de ahí si jamás había ido?

-No lo sé... que hay mucha agua -odiaba el agua -. Y... que es tranquilo. Prefiero la naturaleza al ruido de la ciudad. ¿Y tú? De dónde vienes.

-Rusia -ella asintió -. Bien, me gustan sus leyendas.

-¿Ah, si? Cuéntame alguna.

-Bueno, mi favorita -dejó sus utensilios a un lado -. Es de una mujer que vivía maltratada por su padre y hermanos, una vez, logró escapar y a media carretera un guardia real la recogió. Él la quería para él, la quería de su propiedad, pero ella tenía suerte; el príncipe iba en el carruaje y al verla, quedó cautivado y le ordenó al guardia dejarla en paz y a dejarla entrar al carruaje con él. Ella tenía golpes, quemaduras de cigarros y los labios y piel azules del frío que se estaba volviendo hipotermia. Al llegar al castillo, el príncipe la cuido y atendió como a una reina, su familia estaba cautivada por su belleza, jamás se opusieron a que él se casará con una simple plebeya. La felicidad no le duró mucho al príncipe. Ella murió por la hipotermia que si adquirió y él enloqueció. Se suicidó de un balazo en la cabeza. El príncipe jamás la conoció, no conoció nada de ella, ni su color favorito, ni su nombre y aún así, sin saber nada de ella se enamoró y enloqueció. Dicen, que el príncipe sigue vagando en lo que alguna vez fue el reino y la mujer sigue corriendo en esa carretera, aún hay hombres que la recogen y la llevan a casa para cuidarla, siempre muere y con ella ellos. Se suicidan por perderla. Se cree que esa dama que el príncipe recogió también quedó enamorada de él, pero al estar enferma y morir tampoco pudo conocerlo, por eso, ella sigue pidiendo ayuda en la carretera. Con la esperanza de conocer de verdad a su príncipe y él, la espera llegar algún día al castillo para juntos irse de la tierra.

Eun-yeong estaba fascinada. Amaba escuchar relatos así. El poco aire bueno que Shi-oh había recuperado con la comida pareció apagarse de nuevo. Se quedó un rato observando las rosas que Eun-yeong había puesto en el suelo.

-Pasaré a tu baño.

-Adelante.

Lo vio marcharse. Suspiró y también soltó sus palillos. Era una historia fascinante, cree haberla oído antes. Era rara hasta cierto punto, ¿enamorarse a primera vista? Para Eun-yeong era una tontería.

Ella jamás se había enamorado pero aún así, ¿eso existe? Enamorarse es idealizar. Enamorarse es querer algo de la otra persona que no tienes. No es posible que ese príncipe se enamorara tanto de ella ni ella de él, ella apenas y estaba consiente. Iba a preguntarle sus dudas a Hee-sik o incluso a Shi-oh aunque parecía ser muy inexperto como ella.

-Son solo leyendas, tienen parte mentira y parte verdad -respondió él -. El amor a primera vista sigue siendo un misterio.

Siguió comiendo como si nada.

-¿Lo has vivido? -dejó el mascar a la mitad y la volteó a ver.

-No estoy seguro.

-Se honesto, ¿de cuántas personas te has enamorado? -él rió -. Dime.

-Dos pero... supongo que una.

Él había dicho que estaba enamorado de ella, ¿tan rápido la olvido?

-¿Cómo así?

-Olvídalo. ¿Tu?

-No... nunca. No tengo tiempo para eso.

Él la observó y sonrió asintiendo.

-¿Qué fue lo de hace rato? ¿En verdad desconfías de mi?

-Estoy paranoico.

-Nunca te he traicionado, Shi-oh.

Solo recordaba haber revelado lo de la cura. Y no entro en más detalles. Él asintió sin verla, aún comiendo.

-Y nunca lo haré.

Eso salió de su boca sin pensarlo ni planearlo. Shi-oh no dijo nada. A Eun-yeong le desesperaba que no la viera. No entendía el comportamiento del hombre estos días.

-¿Y cómo se que no mientes ahora?

-Soy Shin Eun-yeong, no miento -él rió, ya no era como sus otras risas, fue venenosa. Agarró un tenedor y lo encajo en las frutas que Eun-yeong había cortado.

-Me gusta mucho el mango -ella frunció el ceño.

-Shi-oh, ¿qué te pasa hoy?

De nuevo, esa mirada que Eun-yeong tanto odiaba. Estuvo a punto de lanzarsele encima y dejarlo inconsciente un rato pero saco algo de su blazer. Un sobre.

-Ábrelo y dime si Shin Eun-yeong no miente.

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