Rae Soo-ara fue un experimento hasta sus veinte años, logró escapar con poderes sobrehumanos, mediante escapaba juró matar a todos aquellos que la volvieron en aquello que ella odiaba pero en especial a él, a Ryu Shi-oh.
Inicio: 27/11/2023
Final: 01...
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❝Take your time, hurry up choice is yours, don't be late take a rest, as a friend as an old memory, yeah❞
Se detuvo cuando el chico en el suelo se rindió y cerró los ojos. Ella estaba sobre él con las manos vendas pero las vendas habían perdida su blanco natural y ahora eran rojas. A decir verdad sus manos están que se mueren de dolor, o la que se mueren de dolor es ella. Con dificultad se pone de pie.
Con el brazo se limpia la sangre que le cae del labio, pobre hombre, apenas puso pegarle ahí. Estaba a punto de irse pero la culpa la carcomio que regreso por el hombre. Se lo echó a los hombros y lo llevo a la enfermería dónde lo atendieron de inmediato. Ella se dejó caer en una silla viendo cómo atendían al hombre.
Odiaba a Ryu Shi-oh por su poca compasión pero ella igual o peor, con cada mínimo problema iba ahí a golpear personas que a la vez querían golpearla. Todos ahí firmaban un acuerdo así que jamás podrían atacarla legalmente además de que ese lugar es ilegal por supuesto. Pero todas esas personas están en desventaja. Es la única mujer ahí, siempre se ríen de ella pero cuando los deriva y machaca sus estúpidas sonrisas se borran que le da gracia.
Ese hombre ahí en esa camilla fue uno de esos. ¿Debía sentir compasión por alguien cómo él? De seguro tenía tantas mierdas emocionales que solo iba ahí para golpear sin piedad y por pura diversión, disfrutando cada que la sangre le cae y cada que el dolor en sus puños aumentan... joder, ella era igual pero sin el diversión y sin el disfrutar la sangre.
Volvió a limpiar su labio, no dejaba de salir sangre. Un enfermero notó su estado y se acercó pero ella lo apartó con amabilidad y se puso de pie caminando a la salida. Antes de desaparecer por el marco le echo un ojo al tipo, tan grande y musculoso y ahora no era más que un tipo grande bañado en sangre débil y herido. No pudo evitar sonreír.
Se colgó su mochila en hombros y mientras salía de los establecimientos se intentó quitar las vendas. Era difícil. Por suerte era de noche y nadie prestaba demasiada atención. Se fue por los lugares más solitarios y peligrosos, quería algo de acción pero no pasó nada. Llegó a casa, afuera del edificio estaba Hee Sik. Se paralizó y él también. No se veía bien. Bañada en sangre ajena, vendas rojas, labio roto, cabello despeinado y pegajoso por la sangre.
Hee Sik frunció el ceño. Intentó evitarlo pero la siguió haciéndole muchas preguntas. Él no sabía nada de ella. Por un segundo había olvidado que en la policía no era conocida como Shin Eun-yeong, sino como Kang Bin-ji. Subieron al elevador aún con el interrogandola de todo: de su tiempo junto a Ryu Shi-oh, de sus desapariciones en la misión, de qué hacía realmente, de la sangre, de la conversación de esa mañana con Ryu Shi-oh. Ella no respondió ninguna. Hizo como que no lo veía. Pero... Hee Sik era su mujer amigo, ¿por qué no confiar en él?
Y antes de llegar a su piso se echó a llorar, Hee Sik no tuvo de tiempo de abrazarla porque cuando iba a hacerlo las puertas del elevador se abrieron, Eun-yeong lo empujó rápidamente y salió de ahí sin antes apretar otro botón para que se llevase a su amigo.
