Campo de amapolas (TodoDeku)

Por LeOkumura

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La sangre no siempre hace a la familia... tras la muerte de su padre, los hermanos Enji y Toshinori han llega... Más

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23

Capítulo 20

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Por LeOkumura

La desilusión de un corazón

Lo llamó todo el camino, una y otra vez, repitiendo su nombre, sin embargo, en su cabeza solo existía las consecuencias de su falta de autocontrol.

Le era casi imposible verle. Izuku buscó llamar su atención sin importar quien se les cruzara, y es que de verdad creyó que lo dejaría tranquilo al llegar al castillo, pero no; sirvientas y caballeros les miraron discretamente al pasar, preguntándose quiza que tipo de problemas tendrían; tal vez pensando que era el príncipe Midoriya quien le había faltado el respeto cuando era todo lo contrario. 

Entró a su habitación con el pecoso por detrás cerrando la puerta. En todo el tiempo que lo persiguió solo se había limitado a decir su nombre o "por favor", "espera", a veces murmuraba algo, sin embargo, apenas estuvieron los dos solos en una habitación dijo algo que no solo lo hizo reaccionar, sino que también lo sacó de quicio al instante.

- Shoto, ellos no debieron meterse- gruño con frustración- lo lamento

- ¡No, Izuku, yo soy quien lo lamenta! - dijo casi gritando, ¡¿cómo se atrevía a pensar que era culpa de sus amigos por decirle algo que, se supone, él debió decirle?! Por primera vez le vio la cara; estaba roja y sus ojos eran los fantasmas de las lágrimas. Y ni siquiera eso fue suficiente para aminorar la llama que crecía en su pecho.

- ¿Por qué?

Estaba anonadado bajo el pensamiento del pecoso.

- "¿Por qué?" ¡¿Lo dices enserio?!

- Esto no es nada- protestó ya molestó- solo es una estupidez

Su mandíbula se tensó bajo una apática sonrisa.

- Sí, en eso estoy de acuerdo, estúpido- respondió mirándolo directo a los ojos. Eso encendió algo en Izuku, aquello que veía en muy pocas ocasiones, pero que era igual de fuerte que una tormenta

- ¿Te refieres a mí? - masculló, más que ofendido, furibundo

- Si la corona te queta- dijo entre dientes.

La llama en su pecho se volvía más caótica, se convertía en un incendio capaz de acabar con el reino entero; eso le aterraba. Darse cuenta que si permitía que el fuego se propagase terminaría quemando a Izuku. No solo metafóricamente.

- ¿Por qué no me lo dijiste? - suplicó. De haberlo sabido habría hecho las cosas diferentes.

- ¡Porque es MI cuerpo! - le gritó furioso. Recargó su mano sobre el pecho para demostrar lo que decia – No tuyo

- Sí, pero soy yo quien te lastima, así que si debiste decírmelo- le contestó de la misma manera. Era muy fácil para Midoriya sacar de quicio a Shoto. Debía calmarse, aunque le fuese difícil. Se detuvo un momento para tomar aire; cubrió su rostro con las manos percatándose de la temperatura de estas. Debía respirar. - ¿desde cuándo?

- No te lo diré

- Te ordeno que lo hagas- gruñó.

- ¿Tú me ordenas? - rio burlesco. Levantó las cejas con una sonrisa que denotaba irritación - ¿Y desde cuando puedes hacer eso?

No pensó mucho en lo que dijo. Ese truco ya era inútil para él, sobre todo con Izuku. Él ya no era el príncipe heredero, esas palabras ya no tenían valor. 

Y para ser completamente honesto no dudaba que, aunque lo siguiese siendo, Izuku tendría la misma reacción que ahora.

- Desde... desde ahora- balbuceó. ¿Por qué Izuku no entraba en razón y ya?

- ¿Es una broma, Todoroki?- Eso si lo detuvo en seco

¿le llamo Todoroki? ¡¿TODOROKI?! ¿¡A ÉL?!

Midoriya Izuku sabía bien lo que era para el bicolor que le llamase por su apellido y no por su nombre. Lo estaba haciendo adrede, para demostrar que tenía el control como siempre, al menos eso creía Shoto.

- Oye...hablemos de eso bien- el pecoso respiró profundo, él también se había alterado cuando lo que debía hacer era mantener a su chico fuera de esos pensamientos destructivos que rondaban en su cabeza.

Hablar, eso necesitaban. No gritarse. Aunque Todoroki le dijo que era un estúpido, incapaz de reflexionar, Midoriya estaba dispuesto a ignorar sus insultos y arreglar las cosa como acordaron hacerlo hace tiempo.

Dio un paso al frente, trató de coger su mano. Quería que Shoto supiese que no pasaba nada, sin embargo, lo que recibió a cambio fue rechazo. El mayor se alejó como si tocarle fuese aberrante.

- Mejor no

- ¿No quieres que te toque?- Shoto desvió la mirada. No era eso, no exactamente. Y el menor lo supo. Dijo en voz alta lo que él temía decir- no piensas tocarme

Y volvemos a los gritos.

- No, esto ya es ridículo- Volvió a dar un par de pasos hacia él y retrocedió en seguida.

- Ridículo es que disfrutes que te hiera- le gritó de vuelta.

Para él era fácil justificarse, pero ¿qué había de Shoto? ¿De sus emociones?

- ¿sabes lo que es para mí ver tu cuerpo lleno de heridas que yo te cause? - Era horrible, un dolor desgarrador, una pesadilla en carne propia- te estoy lastimando

- No, no es así. - dijo desesperado- Si no me gustara te lo hubieras dicho

- ¿gustar? - entre más se excusaba más creía que se había vuelto loco- ¡¿Te das cuenta de lo ridículo que te oyes?!

- ¿Disculpa?

- No entiendes lo que es para mi

- Entonces explícame

- ¿Para qué? ¿Para que lo supere y siga haciéndote daño? - Ahora fue su turno de acercarse, esperando que él retrocediera y demostrara la clase de bestia que era Shoto, pero no fue así, no dio ni un paso atrás. - ¿Para que sientas lastima?

- ¿Sabes qué? Por si no te has dado cuenta, yo no poseo magia. No leo mentes, así que, si no vas a decirme nada, no me vas a tocar por lo que parece el resto de tu vida, y sobre todo me vas a llamar ridículo y estúpido, entonces vete. - dijo, aguantando las lágrimas.

Si hay algo que descubrió en los últimos meses de su vida es que odiaba ver al pecoso llorar, lo odiaba más que así mismo. Más si eso era lo que necesitaba para exponer su punto, reprimiría ese odio, porque había algo peor que sus lágrimas: lastimarlo... y ya lo había hecho.

- Eso voy a hacer

- Bien

- Tal vez así puedas pensar bien

- Ya sal

- Bien

- Bien

Tonto tonto tonto tonto tonto

Quizá se viera infantil pero no encontró otra manera para expresarse que golpetear el suelo como niño chiquito. Mas no era suficiente; sin reparo, caminó a la ventana frente a su puerta y encondió su rostro entre la gruesa tela para gritar a no más poder, sin saber que del otro lado de la puerta el pecoso se encontraba haciendo exactamente lo mismo con uno de los cojines de su cama.

Sintió como la voz se le acabó es su ataque de frustración. Se recargó sobre la misma cortina y miró directamente la puerta de la que era su habitación. Si Izuku lo había corrido ¿dónde se supone que dormiría esta noche?

No tardo mucho para que dicha puerta se abriese mostrando a un pecoso muy molesto.

- Esta es tu habitación- masculló con los brazos cruzados

Todoroki suspiró. Caminó hacia él hasta estar a una distancia prudente; fue como el día que se conocieron y guardaban espacio para no invadir la comodidad del otro.

- Bien, te llevo a la tuya- dijo dando unos pasos a frente.

- Prefiero perderme, gracias- le miró de reojo. Midoriya se percató de ello y rotó los ojos exasperados. No quería su ayuda, obviamente, así que pasó por delante de él lleno de orgullo- además, ya me sé el camino desde aquí.

Eso decía, y tenía como probarlo, pero con Izuku nunca se sabía. Podía estar enojado, temeroso, no obstante, seguía siendo su prioridad.

- Como quieras, de cualquier forma, debo ir a la biblioteca.

El pecoso lo ignoró y siguió caminando mientras él lo seguía por detrás para asegurarse que realmente no terminase perdido. También se aseguraría que Momo volviese a su puesto de trabajo de inmediato en caso de que Izuku desease ir a otro lugar.

Su silencio era denso. Era aplastante de parte de ambos, alguien debía ceder tarde o temprano y ya que Todoroki tenía razón esperaba que pronto Midoriya volviese en sí y hablaran del por qué estaba mal toda esta situación.

Al llegar a su alcoba, el bicolor permaneció ahí, siempre magnético a los movimientos del chico.

Creyó que quizá le cerraría la puerta en la cara, en cambio, el peliverde se permitió bajar su defensa y lo miró con ese cariño habitual. Estaba expectante a lo que Todoroki le diría- si es que tenía algo que decir- el tiempo de espera se prolongó haciéndolo pensar que no había que decir realmente; estaba a nada de cerrar la puerta.

- De verdad espero puedas pensar bien las cosas- le dijo.

No se quedó para ver su reacción solo dió la vuelta y se alejó con el corazón pesado.

Yaoyorozu esperaba fuera de la habitación del príncipe... Shoto también estaba ahí con un semblante cansado.

¿Qué habría pasado con esos dos?

La tarde anterior Todoroki la había ido a buscar con cara de pocos amigos para ordenarle que no dejara solo al pecoso, y al llegar con él fue recibida de igual manera. Midoriya no era grosero ni mucho menos, pero sus habituales alegrías no estaban presentes. Se veía dolido y frustrado, y enseguida culpo al bicolor.

La puerta de su príncipe se abrió. Se veía desvelado pero bonito como siempre. Shoto también se dio cuenta y se irguió  en su lugar inmediatamente.

- Buenos días, Yaomomo- saludó con entusiasmo, ajeno a la otra presencia.

- Buenos días- correspondió de igual forma.

Su sonrisa se transformó al toparse con el Bicolor.

- Hola- murmuró Shoto.

- Todoroki

Aquí hay un problema, y uno feo, pensó la pelinegra.

El par de jóvenes se miraron con intensidad y recelo. Nunca se sintió tan incomoda en su vida, ni siquiera cuando los encontró besándose en aquel pasillo. Hasta respirar se le hizo imprudente, por lo que mantuvo el aire durante varios segundos antes empezar a caminar.

De seguir así la aplastarían bajo su hostilidad.

Anduvieron "juntos" por un par de minutos. Cada príncipe a su lado, ella en medio, lejos de todas sus rutas de escape posibles.

Sabía que esta relación le traería problemas a largo plazo.

Pero se veían tan felices...

Yaoyorozu sugirió retirarse y darles privacidad a lo que Shoto se negó enseguida. Ella habría dejado pasar por alto su respuesta, pero el tono en el que lo dijo hizo que su incomodidad creciera.

- Si no querías estar solo conmigo no me hubieras venido a buscar- protestó el peliverde.

- Quería verte

- Y solo eso ¿no?

- ¿No te es suficiente?

- No

¿y si fingía tener un compromiso para irse corriendo de ahí? Eso sería poco responsable de su parte, ¿no es así?

¿Entonces qué hacía?

Por lo menos Todoroki se calló.

- Ni siquiera estás enojado conmigo por lo que deberías

Los hombres deberían aprender cuándo cerrar la boca.

- ¿Llamarme estúpido y ridículo no te es suficiente motivo?

Los dos se detuvieron cuando Izuku dio un paso adelante y confrontó al bicolor. Estaban a pocos metros del comedor donde todos podrían oírlo. Puede que no estuviera toda familia al otro lado de la puerta, sin embargo, la reina y la madre del pecoso si estaban. Sea lo que haya pasado el día anterior no tenía relevancia pues no era el momento ni el lugar para discutirlo.

- No te hubiera dicho esas cosa si, en lugar de molestarte con tus amigos, te molestaras conmigo por lo que hice- gruñó el mayor. Momo lo sujetó del brazo para indicarle que pelearan en otro momento.

- Quizá no me molesté porque es mi cuerpo y lo disfruto.

- Quizá deberías ver a la vieja del sanatorio- Shoto se soltó de su agarre, pero bajó la voz.

- O quizá deberías dejar de decirme que hacer

- Cuando dejes de comportarte erráticamente. Si no es así le pediré a alguien que te obligue a hacerlo... alguien de tu confianza. - Yaoyorozu veía a su alrededor, rogando que ningún sirviente los descubriera, o peor aún: un miembro de la familia.

- ¿Crees que no confió en ti?

- De hacerlo...

- Esto no es problema tuyo- interrumpió el pecoso.

- Cierto... después de todo ¿qué tengo que ver yo contigo?

- Por favor- Midoriya rotó los ojos, y lo que fue un gesto de sagrado, guardaba un sentimiento más profundo.

- Bueno, no es como si fueras mi novio ¿o sí?

La expresión molesta de Izuku se descompuso en el rosto de una persona a la que le rompieron el corazón; y no estaba lejos de la verdad.

Momo no sabía por qué peleaban o quién había cometido un error, sin embargo, lo que sí sabía era el enorme error que había cometido Shoto al decir algo como eso. Ella acompañó muchas noches a Midoriya y sus dudas sobre la relación que guardaba con el príncipe, la ilusión que crecía en sus ojos cuando le preguntaba la manera perfecta en pedirle al bicolor ser su pareja, su ansiedad de saber su respuesta.

Sus ojos esmeraldas se opacaron hasta llegar a un verde bosque y se llenaron de lágrimas que negaban salir, pero que fueron inevitables cuando la primera recorrió su mejilla. Solo entonces Todoroki supo lo que había hecho.

Más fue tarde, Izuku salió corriendo.

Sus sentimientos estaban tan enredados que no sabía que predominaba en su corazón. Por un lado, estaba herido, sus palabras eran una esclarecedora realidad, y lo hacía sentir como la persona más ridícula del mundo; y por el otro lado estaba furioso, no solo consigo mismo por ser tan descuidado con su cuerpo sino por el hecho que Todoroki creía firmemente que él despresaría sus sentimientos.

Como le había dicho a Shoto: no podía leer mentes y si solo le grita qué pensará ante su reacción entonces.

Las lágrimas nublaban su visión haciendo que no pudiese ver un pequeño banco en la esquina del pasillo por el que daba la vuelta y, como resultado de ello, aterrizó de rodillas en el suelo. El dolor fue inmediato, el suelo pedroso raspó sus manos que no tardaron en sangrar.

Maldijo y lloró, lloró por el dolor que nacía en su pecho y moría en sus palmas, maldijo a Shoto, a Kirishima, a Uraraka, a Kacchan y sobre todo a él mismo.

Miró a su alrededor esperando que nadie lo viera, solo para toparse con otro problema: Midoriya estaba seguro de que caminaba hacia los establos. Se había esforzado mucho por memorizar el camino- aunque siempre terminaba uno o dos pasillos atrás- pero no reconocía nada a su alrededor.

Su dolor de cabeza incrementó en ese momento. Él nunca fue alguien desorientado; memorizaba muchas cosas todo el tiempo, no obstante, le era imposible aprenderse los caminos en ese lugar, cada que lo intentaba terminaba con un dolor de cabeza horrible. Es como si los pasillos se movieran en su cabeza, se enredaban y se reconstruían intentando darle un sentido al destino que deseaba llegar.

Cuando trató de ponerse de pie casi cae nuevamente, si no hubiera sido por los brazos de Shoto habría terminado con la cara sobre la piedra. Y se aferró a él, como si su vida se le fuera en ello.

Sentía que su cabeza explotaría, lloraba y sangraba, todo le dio vueltas, y su único deseo era encontrar el calor de su amor, el cuerpo de Shoto se tensó bajo su abrazo; si él se atrevia a alejarlo seria su fin, pero, por mucho que buscó ese calor tan particular en él, no lo encotró y su mundo se desvaneció antes de decir algo mas que su nombre.

Minutos antes.

"No es como si fueras mi novio ¿o sí?"

¿Esa era su naturaleza, cierto? Herir. 

No fue como la noche anterior. Las lágrimas de Izuku no eran de frustración. Shoto lo había vuelto a lastimar.

Esta vez, cuando trató de acercarse, el pecoso dio un paso atrás y otro hasta salir casi corriendo de ahí.

- Bien hecho. - dijo la pelinegra con desdén. Dio un paso para seguir al peliverde cuando la detuvo.

- Yo voy- susurró.

Era un imbécil en toda la extensión de la palabra... ¿cómo pudo decir algo así?

Su ira ni siquiera era por la actitud de pecoso- en parte sí- pero fue por no saberse controlar y lastimar a quien menos se lo merecía, a la persona que más amab... la persona que más quería.

Era verdad que no pensaba tocarlo, y no lo haría si eso significaba mantenerlo a salvo de él, pero daría todo por verle y pedirle disculpas, por quemarlo y por decir todo lo que dijo. Si Izuku le pedía arrodillarse por su perdón o darle su corazón en bandeja de oro para hacerlo Shoto se aseguraría que todo el inframundo viera sus rodillas arder ante su suelo, y de entregarle cada órgano de su cuerpo en una bandeja individual, cabello por cabello si era necesario, haría que lo disecaran, haría lo que sea para que no lo odiase.

Dio mil vueltas sin encontrarlo, hasta que un sollozo lo detuvo, oyó los suspiros del pecoso y giró a la derecha para encontrarlo aferrado a un chico castaño. Izuku lo abrazaba con fuerza y murmuró algo antes de caer inconsciente.

- Izuku- gimió corriendo hacia él.

La tensión de ver a su chico en los brazos de alguien más desató una mala atmosfera. El joven castaño los sostenía para que no cayera.

- Lo oí llorar y tiene las manos con sangre- explicó. Shoto observó a Midoriya sin tocarlo - perdón, pero ¿quiere ayudarme?, siento que se resbala.

El bicolor acercó sus manos, pero apenas rozó su piel las retiró inmediatamente.

- Yo... no puedo- murmuró.

- De verdad se me está cayendo- se quejó.

El príncipe caía sobre su pecho con los brazos alrededor de los codos del castaño por lo que le era difícil cogerlo. Quería tomarlo y ayudarlo, ser quien los sostuviera, pero ¿y si lo quemaba?

El bicolor corrió de vuelta al pasillo principal en caso de ver a un guardia. No había ninguno cerca. El chico hacia un gran esfuerzo y Shoto solo podía mirar.

Dudo, más se inclinó a la altura del menor sin importar que el sirviente escuchara.

- Izuku... Izuku, por favor- ¿qué debía hacer? Esto era su culpa. ¿se desmayó por sus heridas o estaba muy triste? Sus manos temblaron por el suplicio de no hacer nada - amor...

Midoriya se removió. Si despertaba no haría falta que aquel el castaño lo sostuviera más.

- Alteza- gimió el chico, no pudo sostenerlo más y el peliverde se resbaló, obligándolo a ser él quien lo cogiera.

Shoto lo envolvió en sus brazos; fue un instinto, su necesidad de tenerlo. Por otro lado, el pecoso buscó su calor caporal y se refugió en él.

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