EXPERIENCIAS DESOLADORAS
"Las malas experiencias
nos hacen aprender o cambiar"
Troi
Creyó que iba a arrepentirse de haberle contado la verdad a Ray, pero se sintió liberada y él entendió todo perfectamente, comprendió cada una de las partes de la historia, tanto que lágrimas salían por sus ojos y ella tuvo que consolarlo para que se calmara.
-Entonces son tus...
-Mis hermanos, si -afirmó orgullosa.
-Por un momento pensé que te habías embarazado joven.
Brisa explotó en una carcajada cantarina y se dejó caer en el césped, mientras Ray la observaba totalmente sorprendido.
-Soy más virgen que María, Ray, si hice esto de hacerlos pasar por mis hijos fue por mi falsa identidad.
-Entonces, ¿cuántos años tienes? -preguntó, curioso.
-Aquello pasó hace dos años y medio...
-Dijiste que tenías quince años, ahora tienes... Diecisiete, eres una menor -Se levantó enseguida que acabó la frase.
No quiso admitirlo desde un primer momento, pero se estaba enamorando de Brisa y al saber aquella verdad, al saber que ella aún no era mayor de edad se dio cuenta de lo totalmente loco que era aquello. Quería escuchar a esa vocecita que le ordenaba que saliese corriendo, pero se negó, su corazón lo hizo, se mantuvo allí mirando aquel jardín.
-¿Te asusta que sea mucho menor que tu?
-No, solo me sorprende...
-No sabes mentir.-Rió ella.-De todos modos, si no hubiera hecho lo de la identidad me hubieras tenido en la universidad, soy superdotada, ¿recuerdas?
-Si, pero, ¿qué harás si descubren que usas una identidad falsa? -le preguntó con preocupación.
-Nadie lo sabrá, por eso te pido que lo que te he contado no se lo digas a nadie, eso mismo les pedí a los demás.
-No diré nada, no es mi asunto, pero en algún momento gente de tu pasado te encontrará o la policía...
Brisa frunció el ceño.
-Que aliento me das -comentó sarcásticamente.
-Te soy sincero, nada más...
-Ya sé todo lo que me has dicho, sé los riesgos desde que empecé el plan, pero de momento no he tenido nadie quien me busque, tampoco han descubierto que hice un fraude, ¡sólo se modificó mi edad! Sigo siendo la misma -replicó con sequedad.
Ray no respondió las secas palabras de la joven, solo la contempló y luego, ambos se fueron a comenzar su trabajo.
El resto de la tarde fue solo un silencio sepulcral, Brisa estaba molesta porque Ray le recalcó cosas que sabía que estaban mal y él estaba totalmente en shock ante toda la verdad sobre su amiga.
Él podía entender el porqué de lo hecho, pues era cierto que no era muy probable que te adoptaran siendo adolescente con tus hermanos menores y menos si éstos son muy pequeños, la mayoría elige a los más pequeños porque así los crían, aunque no se dan cuenta de que separan a muchas familias por ello. Pero no podía dar crédito a que hubiera dejado todo lo que conocía y que tenía una falsa identidad para que no la encontraran, aquello iba en contra de todo lo que pensó de ella, no sabía si confiar en que la persona que veía era la misma de la cual se enamoró y no era solo una falsa identidad que lo traicionaría.
Lamentó haberse ido con aquella expresión fría en el rostro, pero estaba intentando digerir todo lo que había ocurrido.
«Con razón los chicos se pusieron nerviosos cuando les dijo ella que iba a su casa, temían esto»
Siguió caminando hacia el taxi que había pedido y se subió al vehículo, intentando dejar su mente en blanco, todo había sido una dosis demasiado fuerte para él y no quería enloquecer, no otra vez...
º º º
Una semana después todo volvió a la normalidad y al mismo tiempo, nada volvió a ser lo mismo. Siguieron su amistad, pero en sus mentes los miedos recorrían cada rincón, siguieron hablándose, exponiendo sus auténticos "yos" pero la inseguridad los hacía dudar sin avisar.
-Jaimito pregunta: profesora, cuando los testigos de Jehová mueren, ¿van al cielo? La profesora responde: si, Pepito y Pepito ante eso le responde: ¿Y Dios les abre la puerta o también se esconde como hacen aquí?
Todos explotaron de risa ante el humor de Calum, el cual lucía una sonrisa triunfadora. Estaban tenido una dura jornada y no había nada mejor que un par de risas alegrando lo que faltaba de día de estudio.
El teléfono de Brisa sonó y atendió rápidamente; aquel rostro lleno de paz y armonía que portaba se transformó en uno de horror y preocupación en menos de un segundo, todos se pusieron alerta.
-Maldita sea, la niñera no puede cuidar a los niños, Rose crees que podrías...
-Lo siento, hoy tengo ginecólogo de nuevo.
-Mierda -escupió, pateando una lata de refresco.
-Yo puedo cuidarlos si tu quieres -se ofreció Ray, rápidamente.
Todos lo observaron, sorprendidos ante aquello.
-¿Sabes cuidar a niños?
-Por supuesto...
-¿Me harías ese favor?¿Lo dices en serio? -Él asintió y Brisa, rebosante de alegría le dio un fuerte abrazo.
-Debo irme ya, muchas gracias -se despidió.
En cuanto ella se alejó todos lo observaron como si tuvieran un escáner. No podían creer que se hubiera ofrecido, sobretodo por su reacción al saber la verdad, todos supieron que no se lo tomó tan bien como se esperaba, no entendían qué pasaba por su mente, ni siquiera él sabía qué sucedía en ella, tal vez el corazón y la culpa hablaban por él cuando se ofreció, aunque no se arrepentía de haberlo hecho, tenía curiosidad, quería conocer a aquellos niños que habían sido la inspiración de vida de Brisa.
º º º
Llovía demasiado, los truenos rugían con furia y rayos atacaban las antenas parabólicas de las casas. El hogar de Brisa se encontraba silencioso y vacío, aunque podía escucharse el llanto de la pequeña Carrie, a quien la niñera ya cansada, no sabía como calmar. Hacía horas que lloraba y no se detenía, temía que Aiden y DJ despertaran, que no pudieran descansar. Estaba desesperada, tenía cita con el médico y no lograba calmar a la niña.
«Perderé mi trabajo»
Meció un poco más a la niña, la cual estaba con la cara rojiza de tanto llanto. No funcionaba y estaba apunto de perder la cordura sino lograba callarla.
El golpe de la puerta cerrándose la asustó y con temor se asomó hacia allí con la bebé en los brazos. Pudo ver cómo Ray dejaba su mochila en el suelo y escurría todas las prendas que llevaba encima.
-Hola, limpiaré esto después...
-Si, descuida.
Ray se fijó en la mirada desesperada de la muchacha y los llantos de la pequeña Carrie.
-¿Qué le pasa? -le preguntó.
-No lo sé, he estado horas intentando calmarla, pero no lo he conseguido. Menos mal que los mellizos siguen durmiendo.-respondió, meciendo a la bebé.
-Voy a cambiarme y ahora vemos que le sucede...
Como si fuera un flash, Ray se cambió y se secó para poder tener a Carrie en brazos. Cuando la tuvo en ellos, revisó minuciosamente a la pequeña, miró sus bracitos, sus piernas regordetas, su rostro por si mostraba síntomas de fiebre. No era nada de eso, entonces supo qué hacer.
Le subió la camiseta de flores y dejó ver aquella barriguita adorable, luego comenzó a acariciarla con amor y suavidad mientras notaba que Carrie disminuía su llanto. La niñera lo observaba fascinada, jamás vio algo igual.
-No puedo creerlo, tu en unos minutos has conseguido lo que yo no en horas, no sé cómo agradecerte...
-No tienes porqué, es algo normal, sufre de cólicos y hay que darle calor, ¿no es lo que os pasa a vosotras con la menstruación? -la muchacha asintió-. Lo mismo con los bebés.
A pesar de tener bastante experiencia, no era demasiado buena cuidando a bebés, era la primera vez que lo hacía.
-Bueno, debo irme ya, sino llegaré tarde a la cita con el médico, adiós.-Y con un gesto con la mano salió por la puerta.
Ray observó a la niña por fin dormida en sus brazos.
«¿Ahora que hago?»
º º º
El lugar estaba bastante vacío, pero aún así debían hacerse las guardias de emergencia. Estaba exhausta, iba a dormirse de pie y caería como un saco de patatas al suelo. Era demasiado tentador tirarse en una de las camillas y descansar lo suficiente para poder resistir el resto de la semana, pero peleó contra el cansancio y abrió sus ojos cansados.
Un ruido seco interrumpió sus pensamientos, el sonido inconfundible y amargo de un disparo, se dirigió hacia donde provenía. Su mirada fue ocupada por dos hombres con vestimenta negra y pasamontañas, ambos robustos, fuertes. Ambos llevaban armas, si no hubiera sido por ello no habrían resultado más que un hombre cargando a su amigo herido de un tiroteo, pero aquellos hombres eran delincuentes y el herido requería cura inmediatamente, la sangre brotaba en el suelo de solo segundos estando allí.
Brisa y sus compañeras palidecieron.
-Curad a mi amigo, sino morís -amenazó el que cargaba al otro, totalmente agitado.
Las compañeras de Brisa asintieron y se llevaron a la camilla al hombre herido, mientras ella buscaba los utensilios para sacar balas y coser. Rápidamente le sacaron las prendas de ropa y pusieron toda su atención a aquellas graves heridas.
Brisa sufría sudor frío y su corazón estaba por salírsele de la boca.
«No pasará nada, todo estará perfectamente, haz lo que dice»
Hicieron los procedimientos al pie de la letra, todo paso por paso. El otro hombre armado se quejaba y pedía que aceleraran, pero aquello era imposible, no debían acelerar, sino aquel hombre no sobreviviría.
-¡Cinco minutos!¡Espero que esté bien cuando este tiempo transcurra o sino todas moriréis!
Intentaron acelerar pero si lo hacían demasiado rápido no sería preciso y habría infecciones en la herida. Todas sentían presión en los hombros, no solo porque tal vez el paciente no sobreviviera, sino que tampoco ellas lo harían si no se salvaba. Desgraciadamente la jefa no estaba, había salido a comprar antibióticos y utensilios que escaseaban y no estaban más que ellas allí.
Brisa mientras intentaba sacar la bala del cuerpo inconsciente cerró los ojos unos segundos, pidiendo por favor ayuda, suplicando que nada sucediera, aún quedaba mucho tiempo para fallecer, aún debía mantener a sus niños.
El monitor cardíaco dejó aquellos pitidos cortos y repetitivos para hacer uno largo e irritante. Ya era tarde. Aquel hombre había perdido la vida, le habían disparado en el pecho y su pulmón se había perforado, no tenían los suficientes utensilios para operar un pulmón.
-Malditas inútiles -dijo el otro hombre iracundo-. Moriréis.
-No es culpa nuestra, tenía un disparo en el pulmón no podía...
Brisa fue agarrada del brazo y apuntada con el arma del delincuente. Todas gimieron en un atisbo de voz.
La respiración de la joven se volvió profunda y acelerada, su corazón palpitaba cada vez más fuerte y el sudor nervioso empezó a ahondar su piel. No podía parar de mirar aquel artefacto pegado a su cabeza y en que todo se acabaría tan simple como un recuerdo en los periódicos.
Todas, incluso la propia Brisa esperaban el final, pero no sucedió, en lugar de un disparo sonaron alarmas de policías. Éstos aparecieron detrás de la joven, liberándola del iracundo agarre del delincuente y llevándoselo a la patrulla. Las trabajadoras suspiraron de alivio y observaron irse a aquel hombre que fue el peor susto de sus vidas. Observando se cruzaron con los ojos tranquilos de su jefa, quien se apoyaba en la pared de la entrada. Ella fue la que llamó a la policía y afortunadamente llegaron de inmediato; todas fueron a agradecerle y cada una fue llevada en un patrulla, ya que el susto fue tal que estaban asustadas de volver caminando solas a sus casas.
-Me voy ya -dijo Brisa, yendo hacia la salida.
-Ni pienses que irás sola, ve en un patrulla.
-Pero...
-Nada de peros -la interrumpió su jefa.
-De acuerdo -dijo resignada.
No quería ir en un patrulla, no quería causar alarma en su barrio, pero estaba asustada a pesar de no querer admitirlo y la compañía no venía mal. Pasó todo el viaje intentando relajarse, pues seguro que debía tener paciencia, Ray no debía haber controlado mucho la situación, jamás lo vio con niños pequeños así que si le dijo que él los cuidaba fue porque se sentía culpable. Tendría que preparar biberones, comida y un cuento, de solo pensarlo su mente se agotaba aún más de lo que estaba. Cuando llegó a su hogar no sabia si bajar del vehículo, era mejor hacerlo, todo era por ellos.
Resignada, bajó de la patrulla y caminó hacia la casa, al abrir la puerta gobernó el silencio sepulcral, cosa que le sorprendió bastante. Nunca había silencio en aquella casa cuando llegaba del trabajo, revisó el recibidor y todo estaba oscuro, la única luz que había era la de la televisión del salón. Cuando fue a apagarla se llevó una gran y agradable sorpresa.
Ray se encontraba plácidamente dormido, con el rostro sereno, en paz. Encima tenía a Carrie que descansaba como un ángel sobre su pecho y a los mellizos desparramados en sus largas piernas. Era una imágen increíble, que jamás pensó ver algún día. ¿Quién iba a decirlo? Sabía cuidar niños y mucho mejor que ella.
«Se nota que solo han pasado poco tiempo de conocerte»
A continuación de ésto, apagó la televisión y con una pacífica sonrisa se fue a los brazos de Morfeo, dejando que éste le hiciera soñar con ese chico con ojos bosque que tanto estaba ahondando en su corazón.
°º¤ø,¸¸,ø¤º°'°º¤ø,¸( Nota de autora )°º¤ø,¸¸,ø¤º°'°º¤ø,¸
Hola gente paciente, como va? Bueno, aquí nuevo capítulo y sorpresita pues como se ve en el título estoy concursando en los watty con esta historia n.n, además tengo dos sorpresas que dar pronto, ya lo veréis, espero que os vaya gustando la historia n.n besos (disculpen los guiones, no es culpa mía)