TODO TIENE SOLUCIÓN...

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«Querido hermanito, quiero decirte que aunque no esté contigo físicamente siempre estaré aquí, gracias por cuidarme, gracias por hacerme reír, no renuncies, despierta... Despierta...»

—¡Está llorando, llamen al médico! —dijo Sean aliviado por la reacción de su amigo.

Las enfermeras salieron rápidamente a buscar al médico, mientras Sean tomó la mano de Ray para ver si lograba despertar de aquello. Había pasado una semana desde que se desvaneció de camino a su coche, había estado internado allí por un extremo coma etílico del que tuvo suerte de salir bastante airoso.

El médico llegó al instante, analizó todo antes de apuntar en su libreta, luego intenta reanimar a Ray a base de hablarle. Luego le pidió a Sean que lo hiciera.

—Vamos, Ray, te estamos esperando, queremos que estés bien y salgas de esta... Sobretodo Brisa, me dijo que te extraña y que está preocupada por ti, lo mismo los pequeños.

La mano de Sean fue apretada y pronto Ray empezó a moverse un poco.

—Vamos Ray, por Brisa, ella te necesita... Ahora más que nunca, despierta —insistía Sean.

El doctor seguía apuntando en su carpeta, ya que Ray desde que se mencionó a Brisa no dejaba de hacer algún movimiento. Terminó su apunte final cuando él abrió los ojos.

Sean sonrió lleno de felicidad.

—Bienvenido, amigo...

—¿Sr. Mackenzie?¿Me escucha? —el joven asintió—, le revisaré antes de que diga algo, después si veo que todo está en condiciones le contaremos qué sucedió —dijo el doctor comenzando con las revisiones.

Ray estaba bastante abrumado, veía algo borroso, pero pudo distinguir al doctor y a su amigo bastante bien. No entendía que había sucedido, no recordaba más que haber tomado, luego le dolía recordar alguna cosa. Las imágenes en su mente eran desordenadas y pequeños flashback surgían, pero con exactitud no recordaba nada en absoluto.

El doctor le hizo numerosas revisiones pero vio que todo estaba bien así que fue a registrar todo y a determinar cuando le daría el alta.

«Despertaste... Bien hecho hermanito...»

Ray miró extrañado a su al rededor, mientras se sentaba en la cama. No sabía quién había dicho eso, le asustaba.

—Me alegra que despertaras, Ray, en serio pensé que no lo harías.—Recibió un abrazo de Sean.

—¿Despertar? No entiendo nada...

Sean hizo una mueca.

—Amigo, acabas de despertar de un coma etílico, eres un maldito cuando se trata de bebidas, no sabes que susto nos has dado a todos...

Ray lo miró incrédulo.

—¿Tanto tomé?

—No lo recuerdas, ¿a que no?

Él negó con la cabeza.

—Te tomaste un cuarto de las bebidas del barman, tu solito, dijo que te echaron porque empezaste a pelear con otros por alcohol —le explicó.

Realmente no se reconocía, él tomaba bastante pero jamás llegaba a tanto, ese hecho tenía que catalogarse como una de las cosas más extrañas que seguramente haya hecho en su vida.

—Soy un idiota de verdad...

—Ni que lo digas —le dijo Sean.

***

Ya había pasado una semana y él ya se encontraba libre de vías y análisis que lo hacían ayunar. Esa misma mañana había salido, le puso muy feliz salir, encontrar a su madre y a los niños, según le contó ella, los estaba cuidando momentáneamente mientras sus amigos recién casados disfrutaban de su luna de miel.

BE HOPEWhere stories live. Discover now