Había vuelto. Ya no miraba la tienda a lo lejos, ahora entraba. Primero fue después de un mes de su primera visita, luego después de unos pocos días y sin darse cuenta ya se le había hecho una costumbre. A veces, durante las noches, organizaba su semana para acordar consigo mismo los días que iría sin que fueran demasiados o pareciera que sus visitas eran importantes, porque no lo eran. No lo eran. Solo eran un pasatiempo, uno muy divertido por cierto, porque últimamente no encontraba nada más divertido que el ceño fruncido de ese tal Yoongi.
Siempre ceño fruncido, nunca la sonrisa que se le dibujaba en el rostro cuando un cliente entraba por esa puerta roja.
¿Debía sentirse ofendido?
Jimin sabía que no tenía razones para sonreírle. Su presencia parecía un juego de azar que tomaba a Yoongi por sorpresa. Lo confundía, claro está, pero esa era la parte más entretenida de todo esto. Jimin se había convertido en una sorpresa, en un evento inesperado, en una inconstante eventualidad y eso le permitía jugar.
A él le encantaba jugar.
La primera vez que volvió, solo abrió la puerta, hizo sonar la campanilla y se le quedó mirando hasta que Yoongi se levantó de su asiento «¿Pasó algo?» Le dijo confundido. Jimin sonrió ladeando su sonrisa hasta que uno de sus caninos se asomó por sobre su labio inferior. Claro que no pasaba nada ¿Qué podría pasar entre ambos? Nada. Así que se marchó conforme, orgulloso y burlón. Fue la primera vez que volvió.
La segunda, le dejó el libro sobre la mesa La granja de los animales estaba escrito en toda la portada del libro.
—Este me gustó más —dijo antes de salir—. Ahora quiero uno que te guste a ti.
Notoriamente extrañado, caminó hacia las estanterías, sin dejarlo de mirar por sobre su hombro como si dudara que efectivamente estuviera ahí, y sacó uno. "Demian" decía en la portada. Jimin lo guardó en el bolsillo trasero de sus pantalones y se marchó.
La tercera vez, la puerta estaba abierta. Afuera atardecía y corría un viento de esos ligeros que despiden un día caluroso, Jimin se dejó empujar por él y se deslizó sigiloso hasta el mesón donde apoyó ambos brazos para ver lo que Yoongi hacía.
—Esa es Zoólogo —le dijo cuando describió de nuevo hacia un crucigrama.
Yoongi dio un brinco, soltó el lápiz que tenía en la mano y se quedó tieso con una mano sobre su pecho para calmar su corazón desbocado por el susto. Jadeaba mientras lo veía acostumbrándose a su presencia y Jimin sonreía como si esta hubiera sido su mejor jugada.
—¿Qué haces aquí?
—Siempre la misma pregunta, ¿no se nota que vengo a verte?
—Me asustaste.
—Esa fue la mejor parte —Dejó de mirar sus adormilados ojos negros y bajó la mirada para ver el crucigrama de nuevo—, ¿cuantas te faltan?
«Mata las horas muertas» Yoongi dijo cuando le preguntó porque le gustaban tantos los crucigramas. Ese fue el sexto día en que lo iba a ver. Para ese entonces ya los estaba dejando de contar.
Iba y venía en los tiempos en los que no tenía nada que hacer. Cuando se desocupaba de los encargos que le mandaba hacer Nam o los trabajos sin compromiso de estabilidad que le conseguía para que tuviera un poco más de dinero. Iba y venía como un gato callejero que buscaba compañía solo porque el olor a esa tienda era diferente, uno que nunca había experimentado y porque el silencio era tan agradable como la música que salía de los parlantes para amenizar el lugar. Iba y venía, siempre y cuando Yoongi estuviera solo, si a lo lejos veía que había clientela en el local, se daba la media vuelta y se quedaba en la banca de la acera de enfrente maldiciendo entre dientes.
Iba y venía.
—Helado.
—¿Qué dices?
—Tiene 6 letras.
—Que tenga seis letras no quiere decir que sea la respuesta correcta. Esto no es scrabble.
—Solo estoy ayudándote a terminar más rápido —Jimin intentó quitarle el lápiz pero Yoongi ya conocía sus mañas, así que lo afirmó con más fuerza.
—Te voy a echar a la calle.
Nada de lo que dijo, lo dijo levantando la cabeza, de todas formas esa tarde Jimin notó en ese tal Yoongi que estaba conteniendo una sonrisa que contrastaba con esa expresión tan seria y monótona que se plasmaba en su cara cuando se concentraba.
Lo tomó como un triunfo, pero el gran premio se lo autoentregó cuando al fin la cara de confusión desapareció y Yoongi Min al fin le sonrió.
Llevaba más o menos un mes yendo y viniendo a la tienda. Yoongi leía afuera sentado en un piso plegable en la entrada. El libro se veía pequeño, no tenía muchas hojas y por supuesto que no era nuevo. Jimin aún no había terminado "Demian" pero, leía antes de dormir aguantando las quejas de Hobi que no paraba de decir "Te has vuelto un aburrido, ya no conversas conmigo por estar con ese libro".
—¿Qué estás leyendo esta vez? —le dijo apoyando un hombro en la gran vitrina llena de libros y vinilos.
Eso fue suficiente. Yoongi levantó la vista sonriendo de medio lado como si lo hubiera estado esperando.
—Estás aquí.
—No, en realidad estoy haciendo un recorrido por Wall Street —le dijo con sarcasmo ocultando las cosquillas que sintió en las palmas de sus manos—. ¿Me vas a responder o no?
La sonrisa desapareció de su cara. Rodó los ojos y levantó el libro.
—La importancia de llamarse Ernesto —Leyó cuando Yoongi le enseño la portada
—¿Qué puede tener eso de importante?
—¿Quieres que te lo preste? Puede que te guste mucho más que Hamlet o el que te pasé la última vez.
—Mi vida social se está arruinando por tu culpa, ¿sabes? Tus libros son un excelente distractor.
—Me alegra escuchar eso.
Yoongi bajó la mirada hacia su lectura mientras el chasqueaba la lengua y guardaba silencio.
Por mucho que corriera viento, el calor estaba achicharrando sus ideas sobre el gorro que llevaba hoy.
—Dime algo de ti que no sepa —Lo interrumpió levantando levemente el gorro por la visera para que sus orejas pudieras apenas sacudirse. Odiaba el verano—. Estoy seguro de que tu vida no son solo libros, discos y crucigramas, algo más interesante debe pasar contigo.
Yoongi de nuevo levantó la cabeza, esta vez pensativo.
— Qué quieres saber.
—No lo sé, lo que sea.
—Es que eso es muy amplio —Una mueca se dibujó en su rostro cuando habló—. Bueno, quería ser actor —murmuró al fin y volvió a sonreír, una sonrisa de verdad—, no es la gran cosa, pero espero que te sirva la información.
—¿Actor?—Eso era raro, muy raro—¿Y qué pasó?
—Pensé que no hablábamos de la vida privada
—Esa regla era para mi.
—Cuando quieras contarme algo más, seguiré, es lo justo.
Cerró el libro, se puso de pie y entró a la tienda. Jimin se quedó en la puerta y le sonrió.
—¿Y si no digo nada?
—Entonces nunca te conoceré de verdad
Se quedaron mirando por un rato que pareció infinito. Debajo de su habitual gorro sus orejas parecían apretarse más que nunca.
—Algún día —dijo sin más. Movió los dedos sobre la madera de la puerta y se alejó.
—Adiós Yoongi —Se despidió.
—Cuídate, Jimin
Le agradaba su compañía y más cuando le sonreía. Le agradaba cuando lo miraba con esos ojos cansados y cuando se descolocaba con su mera presencia. Le agradaba mirarlo de cerca y de lejos y más le agradaba cuando irrumpía en su calma en busca de un poco de esa calma para si mismo.
Estoy escribiendo esto desde mi auto regalo de cumpleaños y navidad: Mi primer ipad ;___: ¡Estoy tan feliz! Hace tiempo quería uno y tenerlo se siento genial. Le compré teclado y todo, para manifestar un 2024 con más capitulos y más historias.
¿Qué les pareció este capitulo? Ya se siente la química en el aire, ¿no cree? ¡Quiero leerlas!
Las leo pronto.
♡