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De Arizuk

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En un mundo devastado por la radiacion, dos chicas solitarias, separadas por la barrera del idioma, sobrevive... Mais

Capítulo 1: Mareas Cambiantes.
Capítulo 2: Anomalía.
Capítulo 3: Sabor a Metal.
Capítulo 4: Turbulencia.
Capítulo 5: Spencer Withman.
Capítulo 6: Camino Sangriento.
Episodio Especial: El Diario de Meiko I.
Capítulo 8: Cambio de Planes.
Capítulo 9: Niebla de Guerra.

Capítulo 7: Tras la Tormenta.

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De Arizuk

    Con las correas de mí respirador celosamente ajustadas, me dispusea cruzar las puertas del almacén. Afuera, el aire me golpeaba con tal intensidad que pareciera que intentaba devolverme adentro por la fuerza. Solo logré abrirme paso a través de la tempestad atajando mi rostro con la mano extendida y pisando tan fuerte como el suelo me lo permitió.

     A la distancia se podían ver las nubes resplandecientes de la tormenta que nos azotaba. Se habia desviado hacia el sur en el último momento. Ahora no nos pasaría por encima, pero aun así sentiríamos sus efectos por toda la ciudad. Estos vientos no eran nada comparados con los que habríamos sentido de seguir su curso original, pero aún asi tenían la fuerza como de un de un tornado.

     El contador geiger chasqueaba tanto, que me dí cuenta de que no tenía caso mantenerlo encendido en este momento. Los vientos huracanados se volvían cada vez más fuertes. Mi ropa y mi cabello se sacudían con violencia, sentía que me levantarían por los aires en cualquier momento. No era capaz de imaginarme que podía estar haciendo Spencer aquí afuera en un momento como este, pero debía encontrarlo lo antes posible.

     Pensé en que habría vuelto al patio de atrás, al campamento militar que encontramos Meiko y yo al llegar. No tenía sentido para mí que estuviera en otra parte. Aquel campus era un gran cementerio, una tumba. Perderse entre sus edificios y aceras era una sentencia de muerte mas que segura, y se que sus edificios no podrian esconder algo de utilidad que Spencer no tuviera ya en el almacén.

    Pero una silueta familiar llamó mi atención a la distancia, no muy lejos de un gran edificio principal. Viendose claramente humana, me dí cuenta que solo podía tratarse de él.

     No pude evitar pensar que estaba loco, mientras lo veía caminar de frente hacia la tormenta, castigado por aquellos vientos mientras trataba de atajarlos con ambas manos extendidas delante suyo.

     Gritando su nombre, traté de alcanzarlo, pero no parecía dispuesto a detenerse, y en estas condiciones, ir tras él no sería nada fácil. Pronto toda clase de escombros empezaron a ser arrastrados por los aires, dándome cuenta de que me estaba jugando algo más que la vida en esto. Podría simplemente haber regresado, dejarlo ahí a su suerte sí es lo que él quería, pero al mismo tiempo sabía que no podía hacerlo. Ya no solo porque necesitaba su ayuda para volver con Meiko, sino también porque genuinamente quería saber que estaba sucediendo.

     Abrirme paso entre los vientos huracanados y autos abandonados me resultó tan difícil que no sería exagerado decir que lograrlo fue un milagro. Pero cuando finalmente alcancé a Spencer, entendí que lo peor aún no había pasado...

     Él no llevaba una máscara puesta, pero eso era lo de menos. Lo que me perturbó por completo, fue la mirada vacía en su rostro acongojado. Era un hecho que habría lágrimas bajando por sus mejillas si el viento no se las hubiera llevado. Sus ojos totalmente enrojecidos así lo delataban. Me sentí realmente abrumada en ese momento. La tormenta, Spencer, Meiko, había vivido muchas cosas en los últimos dos meses, pero nada como esto. Enmudecí por completo una vez mas, mientras aquel hombre envuelto en un aura de dolor y culpa, parecía esperar a que le diera una buena razón para no seguir alejándose, pero incluso gritando, el viento se llevaba nuestras palabras.

     Aferrando mi mano a su saco, encontré el valor para preguntarle qué hacía aquí afuera, pero su respuesta solo fue negar con la cabeza para después intentar liberarse de mi agarre, pero yo no estaba dispuesta a dejarlo ir todavía. Sabía que jugaba con fuego al ver el revólver en su mano, pero mientras no me diera una buena razón para soltarlo, simplemente no lo haría.

     -"¡Debemos volver al almacén ahora!"

     Exclamé con todas mis fuerzas mientras el viento seguia soplando hacia nosotros. Pensaba que simplemente estaba conmocionado, que podríamos hablarlo y todo se arreglaría, pero no tardé en darme cuenta de que aquel hombre iba mucho más allá de algo tan simple como eso...

     -"¡Largo de aquí niña, no pienso volver!"

     Respondió con una agresividad propia de su primer regaño cuando llegué, pero no me rendiría tan fácilmente. La fuerza con la que cerré mis puños alrededor de su ropa fue tal, que incluso el viento dejó de moverla tan bruscamente. Aunque intentó liberarse de mi otra vez, yo no se lo permití en absoluto.

     Le pregunté de qué estaba hablando, pero solo me dijo que ya estaba cansado de todo esto. Asumiendo a que se refería, le respondí que todos lo estábamos, pero no por eso haríamos locuras como esta.

     Ojalá hubiera sabido a qué se refería...

     Llevando el revólver a su sien, me dijo que poco antes de que yo apareciera, él estaba listo para tomar su propia vida, pero al escuchar disparos a la distancia, decidió salir a investigar una última vez, encontrándome en problemas cerca del campamento y decidiendo ir a ayudar, pues de todos modos su decisión estaba tomada y ya no perdía nada con intentarlo.

     Sus palabras eran claras ahora. Él nunca pidió sobrevivir a todo esto, simplemente lo había hecho. Al principio estaba asustado como todos los demás, huyó por su vida. Pero después se dio cuenta de que nada había cambiado realmente...

     Cuando a pesar de escuchar todo eso, me sorprendí a mi misma pensando infantilmente en algún modo de quitarle el revólver de la mano, finalmente comprendí que de verdad yo no entendía nada. No entendía por lo que Spencer estaba pasando, ni el motivo detrás de su decisión. Simplemente se me escapaba. Lo unico que podia decirle era algo que parecía sacado de un post cualquiera de prevención del suicidio en Internet, sobre que su vida era valiosa y eso no era la solucion a nada o algo así. El tipo de consuelo que le habré dado a Julie en algún momento, cuando la encontré llorando en los baños de la escuela por primera vez. Pero este hombre no ella, ni se inmutó en absoluto ante mis palabras. Se notaba que ya lo había escuchado antes hasta el cansancio, sin creerselo ni una sola vez...

     Me pidió una vez mas que por favor lo dejara ir, pero mis brazos aún no pudieron soltarlo, más bien lo envolvieron en un fuerte abrazo, rompiendo en lágrimas mientras le preguntaba si acaso no quería volver a ver a Emily y a su esposa...

Hubo una larga y ensordecedora pausa, hasta que Spencer, con la mirada perdida, finalmente me hizo saber que su Emily y su esposa ya no seguían con vida...

     Dos años antes, en una carretera cubierta de nieve. Un camión de carga perdió el control y golpeó el auto en el que ellas viajaban. Emily falleció instantáneamente, pero su esposa sufrió entre los escombros durante varios minutos, hasta que los equipos de rescate llegaron. Murió camino al hospital. Spencer se encontraba fuera del estado en ese momento, pero de todos modos no podia hacer nada. La noticia lo devastó permanentemente. Su familia se había ido, y desde entonces no hubo un solo día en que no las extrañara con toda su alma...

     Trató de vivir por ellas, aprovechar cada minuto que su esposa y su hija ya no podrían. Pero el dolor y la culpa en su corazón, jamás le permitieron seguir adelante. No volvió a sentirse vivo desde entonces, hasta que las criaturas aparecieron. Intentó sobrevivir por miedo a esas cosas, como todos los demas, pero los horrores en su cabeza, seguian siendo incluso peores que esos monstruos de ahí afuera.

    Spencer me volvió a pedir que lo dejara irse y volviera al almacén. Está vez más como una súplica que un orden. Yo negué con la cabeza otra vez, y le recordé que también había perdido a mi madre cuando era pequeña, que no sabía que había sido de mi padre o mi mejor amiga, y que muy posiblemente ahora estaba sola en el mundo sin siquiera saberlo...

     Pero fue entonces que sentí el frio cañón de su revólver presionar contra mi costado...

     -"Vete niña..."

     Dijo Spencer mientras empujaba aún más el cañón contra mi cuerpo para hacerme retroceder. Cuando lo solté, me siguió apuntando desde la cintura, haciendome saber que no cambiaría de opinión y que esto era lo que él había elegido. Que no era mi culpa y no le debía nada por haberme salvado el dia de ayer.

     Quería decirle que no, que no era así, que por supuesto que yo sí le debía algo y no le permitirá elegir morir así nadamas. Sentia que debia salvar a su vida, asi como él habia salvado la mía, pero se veía tan harto de esta conversación que me di cuenta de que sería inutil intentarlo, así que pensé en algo más drastico...

     -"Ven con nosotras. Con Meiko y conmigo. ¡Podemos viajar juntos los tres! Encontrar un lugar seguro..."

     Aún con los ensordecedores vientos que nos azotaban, fui interrumpida por un inconfundible gorgoteo siniestro a la distancia, el cual robó toda nuestra atención del momento. 

     Visiblemente asustada, me di cuenta de que era hora de regresar. Supuse que Spencer opinaría lo mismo, pero en su lugar me dijo que los distraería. Tenía una idea de como alejarlos de esa parte del campus. Al parecer se refería a esto cuando me dijo que podría ayudarme. Siempre fue su plan desde el principio.

-"Vete niña, por favor! Ojala encuentres a tu amiga."

     Fué lo último que Spencer me dijo, antes de que yo, cabizbaja, tuviera que aceptar su decisión. Entre lágrimas le dí la espalda y corrí de regreso al almacén tan rapido como pude. Ir en la dirección del viento lo hizo mucho más fácil, pero al mismo tiempo, fue uno de los momentos más dolorosos de toda mi vida.

    Se que apenas y había conocido a ese hombre, pero no poder hacer nada mientras lo veía renunciar a todo, fue tan doloroso como lo sucedido en la estacion de servicio.

     Azoté tras de mí la puerta del almacén, y me tiré al suelo a llorar, hasta que el dolor y el cansancio me hicieron perder el conocimiento. En algún momento escuche disparos en la dirección de Spencer, pero sabía que su decisión ya estaba tomada, y aunque lo intenté, yo simplemente no podía hacer nada. Salvar una vida, era incluso más difícil que quitarla...

     Desperté a la mañana siguiente en el mismo sitio. La tormenta ya habia pasado hace tiempo. Serían algo así como las 10 de la mañana creo, hace meses que no tenía un teléfono donde ver la hora al despertar. Dormir en el suelo fue una idea terrible. Estaba contracturada a niveles imposibles, y no haberme quitado el respirador solo lo empeoró.

     Mientras intentaba levantarme, el recuerdo de Spencer me atravesó el corazón como una flecha. Sentía una combinación de tristeza, impotencia, culpa e incluso náuseas que no podía soportar. Así como un dolor en mi pecho que me hacía sentir extrañamente vacía. Algo como lo que me sucedió después de la estación, pero diferente... Más cercano a la sensación haber visto aquel avión estrellado a las afueras, que a lo de la estación en que yo era responsable...

     Terminé buscando un sitio donde vomitar al fondo del almacén. Fué doloroso. En especial con lo bien que me habían caído esos duraznos la noche anterior. Pero esa era la última de mis preocupaciones.

     Spencer se había ido, nada iba a cambiar eso. Pero Meiko seguía aquí, me estaba esperando y debía encontrarla lo antes posible. No sé si él de verdad tenía un plan o solo era otra forma de alejarme, pero sea cuál sea el caso, aquello no sería en vano. Volvería con Meiko a cómo dé lugar...

     Comprobé mi rifle, revisé cuántas balas me quedaban. Luego las correas de mi respirador y las propias cintas de mis botas. Después bebí tanta agua como pude, junto a una barra de chocolate. Los suministros de Spencer me vendrían bien, pero no podía llevarlos todos en mi mochila y sabía que no podría cargar con más de una, pese a haber varias por ahí. Tuve que ser selectiva. Empaque tanta comida y agua como me fue posible, así como también las luces químicas y la radio de emergencias. El mapa, su brújula, un par de mosquetones y varios paquetes de comida más pequeños los guardé en mis bolsillos.

     Tenía también el encendedor de Spencer. Un Zippo plateado y algo arañando, que seguramente usó ayer para encender su último cigarrillo antes de salir. Ya teníamos un par en la camioneta, pero decidí tomarlo también.

     Me hubiera encantado poder llevarme ese enorme contador Geiger sobre la mesa, pero no cabía en ninguna parte. Lo que sí cargue conmigo fue esa extraña hacha de fibra de carbono. Sabía que armas como esa eran inútiles contra las criaturas, pero supuse que podría usarla como herramienta más adelante. Tenía un pequeño cordón en la base de la empuñadura que usé para colgarla por fuera de mi mochila.

    Estaba bien aprovisionada, pero al mismo tiempo sabía que estaba cargando más peso del que podía soportar. Papá siempre me dijo que eso era una mala idea, pero quien sabe por cuánto tiempo viajaría sola en busca de Meiko. Además me sentaba mal dejar aquí los suministros de Spencer.

    Me quedaba el consuelo, de que así como nosotras llegamos hasta aquí en busca del campamento, otros sobrevivientes lo harían en el futuro, darían con este almacén y todo lo que no pude llevar conmigo esperandolos adentro.

     Alguien mas se beneficiaria de lo que dejaba atras seguro, pero al mismo tiempo se sentía como darle la espalda a lo que él había dejado a mi recaudo....

     Sí que estaba hecha un lío esa mañana...

     Eché un último vistazo al lugar antes de irme. La máscara de Spencer seguía en el mismo lugar donde la había dejado ayer. Pensé en llevarla, quizá hacerle una tumba o colocarla de manera simbólica en la entrada. Luego fui más racional y preferí utilizarla, pues claramente era mejor que estos respiradores de pintura que teníamos. Tal vez se la daría a Meiko.

     Fué una decisión difícil, pero al final la llevé conmigo. Supuse que a él no le molestaría. Después de todo, ya no la necesitaba. Él ahora estaba en un lugar mejor. De vuelta con su Emily y su amada esposa, está vez para siempre...

     Luego de extrañarlas durante tantas noches interminables, finalmente volvían a estar todos juntos como la familia feliz que nunca debieron dejar de ser, y estoy segura de que en realidad nunca lo hicieron. Solo espero que si llega a toparse con esos dos hombres de la estación de servicio en el mas allá, les pidan disculpas de mi parte...

    Gracias por todo, Spencer.

     El camino de regreso fue muy tranquilo. Solo tenía que volver sobre mis pasos. No había rastros de las criaturas cerca, pero los estragos de la tormenta eran notorios. El campamento entero estaba hecho un caos. Era casi irreconocible, salvó por los restos del helicóptero que habíamos explorado Meiko y yo el dia anterior. No sé por qué recordar eso me ponía aún más ansiosa por verla otra vez, pese a que todavía tenía que encontrarla primero...

     Supuse que no habría ido tan lejos. Quizá al sótano de una casa cercana. Sería difícil revisar una por una, pero estaba segura de que la encontraría. Aún no sabía cómo, pero confiaba en que lo haría de algun modo. La tormenta finalmente había pasado y ella me estaba esperando afuera en alguna parte.

     Atravesar la brecha en la muralla fue bastante más complicado con la mochila así de llena. Por un momento incluso me ví tentada a dejar el hacha atrás cuando no paraba de enredarse en todas partes. Tenerla ahí, balanceándose de un lado al otro mientras yo intentaba caminar se volvió molesto más rápido de lo que me imaginaba y ni siquiera sé si el beneficio valía la pena.

     Recuerdo que en los primeros dias de la invasion, mas de un idiota armado con una katana, un hacha o un cuchillo de hoja extraña sacado de Amazon, trató enfrentarse a las criaturas "cuerpo a cuerpo," totalmente seguro de que podria "dominarlas en combate" o algo asi, solo para acabar muriendo de una forma espantosa y grotesca. Acercarse demasiado a las criaturas era una sentencia de muerte, por mas que ellos estuvieran seguros de que habían dominado el "camino de la espada" en videos de internet o algo asi.

     Pero las armas de fuego tampoco eran la solución. Me quedó muy claro luego de lo que pasó en el campamento. Creo que la mejor forma de enfrentarse a las criaturas, era simplemente evitarlas en primer lugar. Si Spencer tenía razón, lo único que Meiko tuvo que hacer anoche fue esconderse y esperar. Conociendola, sabía lo rapido que ella aprendía y no me cabía duda de que estaría bien.

     Crucé entre los autos detenidos hasta volver al otro lado de la avenida en busca del lugar donde habíamos aparcado la camioneta el día anterior, llevándome un susto de muerte al no verla en ninguna parte. Por un momento asumí lo peor. Que la habían robado o que Meiko había tenido problemas, pero al momento de acercarme más al lugar, terminé con una grata sorpresa dibujada delante de mis pies.

     Teníamos varias latas de pintura de aerosol en el auto. Las dos que recogimos en la parada de camiones y otras más que habíamos encontrado semanas antes. Ella lo recordó y se puso manos a la obra, pues pintada sobre el asfalto, se encontraba una gran flecha dentro de un círculo rojo señalando hacia adelante. Debajo tenía escrito: "Lisa-nee right tereh". Era claramente una señal de Meiko.

     ¡Me estaba mostrando la dirección en la que se había ido!.

     Sintiendo un vuelco en el corazón que no sabía explicar en ese momento, comencé a seguirla, adentrándome cada vez más en el vecindario que habiamos recorrido al llegar, hasta encontrarme con la siguiente marca en el suelo. No había dejado una sola flecha. ¡Era literalmente todo un rastro para que yo lo siguiera! Meiko en verdad era muy lista.

     Corrí un par de cuadras siguiendo aquel rastro, hasta que el peso extra en mi espalda me cansó rápido. Terminé por detenerme un momento para recuperar el aliento y beber un poco de agua antes de continuar, pero está vez solo andando.

     Recorrer yo sola aquel vecindario abandonado se volvía una experiencia cada vez más desoladora. Conducirlos era una cosa, pero caminar a través de estos, solo podía ser descrito como paranormal.

     Todas esas casas lúgubres y abandonadas, alguna vez albergaron vida. Podía imaginarme los ecos del pasado mientras caminaba. Aquellos felices momentos cuando los niños jugaban sobre las aceras y familias enteras se reunian en parilladas y cumpleaños de jardin. Realmente no era muy diferente del vecindario en el que yo había crecido, y terminó exactamente de la misma manera.

     Como una cementerio más...

     Debió ser horrible saber que tu vida se extinguiría en el lugar donde se suponía que estarías a salvó. Tu propia casa...

     Antes de que la radio se estropeara, escuchamos sobre una de esas residencias compartidas "PodShare" en el area metropolitana, cuyos habitantes creyeron que podrían atrincherarse dentro y sobrevivir juntos. Se suponía que tenían todo lo necesario y alguien los rescataría pronto o algo así, pero las criaturas los encontraron y todo acabó en un gran baño de sangre...

     ¿Me preguntó cuántas historias así se habrán repetido no solo aquí, sino posiblemente en todo el mundo? Hogares convertidos en tumbas...

     Quizá era mejor no pensar en eso...

     Al encontrar nuevos rastros de Meiko pintados en el suelo, preferí en su lugar enfocarme en ella.

     Desde el principio asumí que se trataba de alguna clase turista de visita en Los Ángeles. Posiblemente había volado hasta acá desde Japón con su familia para pasar sus vacaciones, quedándose atrapados lejos de casa cuando sucedió todo este desastre.

     Pero de ser así, ¿Dónde estaría el resto de su familia ahora? ¿Habrían fallecido? ¿O acaso ella siempre estuvo sola?.

     Tal vez era una de esas estudiantes de intercambio como en las películas. Siempre me pregunté si eso de verdad existía, pues nunca supe de alguien así. Debió ser muy complicado atender a clases con lo mucho que se le complicaba el idioma. Tal vez demasiado como para ser posible, por lo que quizá tampoco esa era la respuesta.

     ¿Pero entonces cual era?

     Ojalá pudiera simplemente preguntárselo. Preguntarle eso y muchas cosas más...

     Hay tanto de lo que me gustaría poder hablar con Meiko. No solo de lo evidente, sino también de todo lo demás. Ser amigas en toda regla, tal y como lo fuí con Olivia, Dakota y Clancy alguna vez. Le preguntaría por su canción favorita, qué películas le gustaban o sí tenía algún interés o aficion en particular. El tipo de cosas de las que hablarían dos chicas normales como nosotras.

     Dudo que ella disfrutara de esas viejas películas de los 80 que veía con mí papá los fines de semana, pero tal vez sí de algo tan genial como "Coraline". Yo adoraba esa pelicula. La llevaba viendo una y otra vez desde que era una niña. La funda de mi teléfono no era otra cosa que una ilustracion de su protagonistas homónima, e incluso aún tenía el libro oficial guardado en algun lugar de la estantería. Me habría encantado mostrárselo a Meiko...

     ¿Tal vez se vió la última saga de Halloween? Las del soft reboot. El final fue bastante mediocre, pero las primeras dos me gustaron bastante. Puede que a ella también... ¿Qué tal "La Bruja"? ¿"Hereditary"? ¿"Midsommar"? ¿Esa de los asesinos de la luna en Venecia?. No recuerdo su nombre, pero fue espectacular. Mi repertorio era tan amplio que tarde o temprano encontraríamos algo en común...

     Aunque también puede que ni siquiera le gustaran las películas de horror. Tal vez Meiko era más de romance. En ese caso no tendría mucho que compartir con ella. El 75% de mis películas favoritas, eran porque las había visto con mi padre, y el romance no figuraba entre sus géneros favoritos, así que en teoría el mío tampoco.

     Metida en mis pensamientos, llegué a una marca diferente a mitad de una intersección. Está vez no me pedía seguir avanzando, sino girar a la izquierda. Incluso había una cara adorable dibujada junto a la flecha. Seguí sus indicaciones con una sonrisa en el rostro, aún imaginando todo aquello sobre lo que hablaríamos sí pudiéramos entendernos... hasta que un desolador golpe de realidad, destrozó por completo la fragilidad de mi encanto, devolviendome violentamente a la realidad en que me encontraba ahora...

     Un gorgoteo retumbó a mis espaldas. Ni bien lo escuché, me quedé  helada, pues sabía bien lo que esto significaba. Mi cuerpo paralizado sudaba en frío a medida que el contador Geiger chasqueaba cada vez más rápido y un horror indescriptible se comenzaba a arrastrar a mis espaldas.

     Primero reaccione con los ojos, mirando lentamente hacia un lado, después pude girar mi cabeza, y eventualmente todo mi cuerpo, volteando hacia atrás solo para ver aquellos tentáculos asomándose por el tejado de la casa al fondo de la intersección...

     La criatura se abrió paso por encima, deslizándose por el lado inclinado y aterrizando accidentadamente sobre un automóvil aparcado delante de la casa. Todos sus cristales estallaron al mismo tiempo. El peso de la criatura fue suficiente para aplastarlo por completo, hundiendo el metal y atrapándola momentáneamente entre los restos.

     Aprovechando el momento, retrocedí algunos pasos lentamente, hasta que mis ganas de vivir me obligaron a correr con todas mis fuerzas, mientras la criatura aún intenraba liberarse de su prisión retorcida, lo cual no demoró tanto.

     Empezó a perseguirme desbocado, tal y como hicieron los dos del campamento el dia anterior. Corriendo, aún podia ver las marcas en el suelo dejadas por Meiko. Estaba yendo por el camino correcto, pero la mochila me estaba pesando demasiado.

     Pensé en deshacerme de ella, o al menos de la condenada hacha que colgaba de está, pero se que no tendría tiempo para eso. Debía seguir corriendo sin distraerme, pues era la muerte misma lo que me perseguía

     Sus gritos, los míos. Aquella situación era algo que solo debería vivirse en pesadillas. Pero el mundo entero se había vuelto una, y yo estaba atrapada en medio, tal vez para siempre, o hasta que esa cosa me alcanzara. De no ser por las marcas de Meiko en el suelo, creo que incluso me habría preguntado a mi misma si siquiera valía la pena todo esto... Tal vez solo dejar de pelear al igual que había hecho Spencer...

     Cuando la mochila finalmente me pesó demasiado, llevé la mano sobre una de sus correas, lista para soltarla al piso. Pero algo inesperado sucedió antes de que pudiera hacerlo...

     Desde la ventana en un segundo piso, una bengala roja como el fuego, salió disparada contra la criatura. Esto por supuesto que no iba a perforar su grasosa piel. Solo terminó rebotando y cayendo al suelo, dónde siguió ardiendo, pero esto fue más que suficiente para distraerla.

      No sé si fue el brillo, el ruido o la combustión, pero la criatura trató de cargar contra la bengala, terminando en su lugar por estrellarse de lleno contra un coche abandonado, que luego atacó con ferocidad, pues la bengala se había debajo de este en el ajetreo.

     Esa era la oportunidad que necesitaba para escapar...

     La última marca de Meiko, apuntaba hacia la casa desde la que se había disparado la bengala. Una gran cruz en la puerta principal y el garaje abierto, terminaron de confirmar, que era ahí donde se escondía. Ella había disparado esa bengala que me salvo la vida.

     Entré por el garaje, encontrando la camioneta estacionada dentro. Pensé en solo ir por Meiko y largarnos de ahí lo antes posible, pero me dí cuenta de que aquel monstruo nos alcanzaría mientras salíamos. Tenía que acabar con esa cosa de alguna modo, o al menos detenerla lo suficiente para escapar, pero ahora sabía que las balas no eran suficiente...

     Debía pensar rápido, hacer algo. Mientras dejaba la pesada mochila en el suelo del garaje, recordé que el encendedor de Spencer aún estaba en mi bolsillo, y tuve algo así como una idea...

     Abriendo la cajuela de la camioneta, busqué entre nuestras cosas la botella de licor que encontramos en la parada de camiones y recordando aquellas viejas películas de acción, la abrí para colocar dentro el trozo de tela con el que limpiaba mi arma.

     Meiko apareció a través de una puerta en el interior del garaje, pero movida por la adrenalina, no pude más que decirle que subiera al auto, mientras me preparaba para volver afuera con esa botella en mano y el encendedor de Spencer listo. De reojo, la pude ver tomando mi mochila del suelo y subiendo a la camioneta, mientras que yo encendía la botella que pronto usaría...

     La bengala había dejado de arder, así que la criatura perdió interés en esta y en el auto que destruía. Incluso pareció no ser capaz de encontrar mi rastro otra vez, pero en cuanto me tuvo de frente solo a unas casas de distancia, inmediatamente se preparó para lanzarse de nuevo hacia mí...

     Yo solo cerré la mano alrededor de la botella, y confiando en mi mejor lanzamiento, la arrojé por los aires con todas mis fuerzas. Dió varias vueltas hasta romperse contra el suelo. Por un momento incluso ví el líquido salpicar antes de encenderse, desatando un pequeño incendio sobre el pavimento .

     Había fallado por completo. La botella no golpeó a la criatura, ni fue capaz de prenderla en llamas como esperaba, pero aún así esta retrocedió, dudando o algo así durante varios segundos en lo que el suelo delante suyo seguía ardiendo.

     No me quedaban mas botella, tampoco una idea mejor, solo podía ver conmocionada el como las llamas se hacían cada vez más pequeñas, hasta que pronto dejarían de ser un obstáculo para la criatura enfurecida. Esa había sido mi mejor apuesta. Me mejor carta... Y había fallado...

     Sin embargo, aún no era el final. Pues incluso en ese estado de shock, no pude ignorar la potencia inconfundible del motor en marcha a mis espaldas. Mucho menos el sonido claxon y esa inconfundible voz que hasta gritando asustada, parecía estar hecha de miel pura...

     -"LISA-NEE, ISOIDE KUDASAI"

     Le escuché a Meiko gritar, y cuando miré hacía atrás, ví la camioneta fuera del garaje, parada en mitad de la calle con el motor encendido, y Meiko tras el volante. La cajuela se había quedado abierta, así que de inmediato corrí hacia esta, saltando en su interior, pues sabía que la puerta trasera estaba bloqueada.

     Ni bien estuve dentro, Meiko realizó un giro para posicionarse, y pisó a fondo, tan lejos de esa criatura como nos fue posible. Esta nos persiguió, apenas las llamas se volvieron insignificantes, pero con la ventaja que le llevábamos y algunos esquinazos, simplemente no pudo alcanzarnos.

     Finalmente podía respirar tranquila y soltar el respaldo al que me aferraba con todas mis fuerzas para no caer fuera de la camioneta. Era hora de cerrar la puerta de la cajuela y quitarme el respirador de la cara, disfrutando otra vez de una bien merecida bocanada de aire.

     Ya algo más recuperada, me arrastré sobre los asientos de atrás hasta llegar a dónde Meiko y entre jadeos, le agradecí por salvarme. Luego le dije lo mucho que me alegraba de verla y que no sabía que ella también podía conducir...

    Estaba segura de que estallaría de felicidad cuando la encontrará, pero ahora mismo no podía ni siquiera con mi propia alma. Habían sido demasiadas emociones intensas en muy poco tiempo, y mi corazón estaba al límite. Simplemente no podía más. Lo que no me imaginaba era que incluso en la seguridad de nuestro auto, las emociones fuertes aún no habían terminado...

     Meiko comenzó a desacelerar lentamente hasta detenerse en una calle tranquila junto a la avenida. Supuse que iba a entregarme el volante, así que me prepare para pasar entre los asientos del frente, pero en lugar de hacerse a un lado, ella se inclinó hacia mí, y terminé descubriendo lo suaves que eran sus labios de la forma más inesperada posible.

     Un beso.

     Se tomó su tiempo. Lamió un poco y después me tomó de los hombros, empujándome al asiento para subirse sobre mis piernas, mirándome de frente con ojos de cachorro, como si quisiera hacerlo otra vez, pero en su lugar solo me abrazó, escondiendo su rostro en mi pecho.

     Tardé un poco, pero eventualmente yo también la envolví suavemente entre mis brazos, como si intentara protegerla con todas mis fuerzas. Nada volvería a separarnos nunca más. No quería volver a estar lejos de mí Meiko de nuevo. Simplemente no podría.

     La sentí despegandose de mí lentamente. Temblaba un poco,  mientras la temperatura de su cuerpo aumentaba y su respiracion se aceleraba. Con sus mejillas rojas como fresas, ella me miró a los ojos, tomando el aire suficiente para lo que estaba a punto de decirme...

     -"Lisa-nee, please deito me..."

     -"Deito?.

     Lo pensé durante unos instantes, mientras ella apartaba la mirada lentamente, tal vez ya sintiéndose rechazada por mí, hasta que finalmente me dí cuenta de a qué se estaba refiriendo en realidad.

     -"You mean date? You want me to date you, Meiko?" (¿Te refieres a salir? ¿Quieres que salga contigo, Meiko?)

     Ella asintió lentamente, aún más ruborizada que nunca e incapaz de mirarme a los ojos de nuevo. Posiblemente ya asumía mi respuesta, pero ahora que yo lo sabía, tenía unos planes completamente diferentes a lo que ella pudiera estarse imaginando.

     No huba palabras. Está vez, simplemente fui yo la que se inclinó, y mi respuesta vino en la forma de un segundo beso.

     Por supuesto que quería salir con ella, nada me gustaría más, literalmente. Ahora finalmente entendía que fue lo que había sentido todo este tiempo. Yo estaba enamorada de ella.

     Estaba enamorada de Meiko...

     Está vez nos tomamos nuestro tiempo hasta quedar satisfechas. Mientras lo hacíamos, no podía dejar de pensar en la canción "Graves" de CHVRCHES, especialmente su coro. Juraría que la radio estaba encendida de no ser porque sabía bien que estaba rota.

     Sí incluso en mitad de una pesadilla, había lugar para momentos como este, entonces valía la pena no perder la esperanza todavía.

     No sé cuánto tiempo estuvimos en eso, pero cuando finalmente volvimos al camino, las cosas habían cambiado por completo. Ninguna de las dos paraba de sonreír, mientras arrancaba el motor, y el sabor de Meiko ahora me acompañaba.

     Sobre el tablero se encontraba la pistola de bengalas que Meiko había usado para salvarme. Era la misma que habíamos encontrado en la ciudad. Esa que nunca abrí. Debajo de esta había un cuaderno que no había visto todavía. Seguro Meiko lo había encontrado dentro de aquella casa.

     En Bakersfield ya no quedaba nada. Era hora de irse, pese a que no estaba segura de realmente a dónde. Pero no importaba. Con Meiko a mi lado, ahora sabía que fuera cuál fuera el camino por delante, no lo recorrería sola.

     Poco antes de acelerar, puse mi mano sobre la de Meiko y la sostuve con cuidado. Ella me miró y le dije eso que no sabía que me había estado guardando todo este tiempo...

     -"Te amo."

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Mi ultimo aliento De Cynthia

Ficção Científica

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