Mi enfermera favorita (Borr...

By Osdalvis7

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¿Quién lo diría? Que siendo una cubana común, con una familia cualquiera y una vida monótona Camila tuviese... More

Prólogo
Capítulo 1: Venganza le dijo el ganso a la gansa
Capítulo 2: 17 Primaveras
Capítulo 3: Día Ajetreado
Capítulo 4: Falsas Despedidas
Capítulo 5: Madre
Capítulo 6 "Sentimientos encontrados"
Capítulo 7 "Italia"
Capítulo 8 "Suerte estropeada"
Capítulo 10 "Éxtasis no sólo para la vista"
Personajes ✨
Capítulo 11: "Casualidad o suerte"

Capítulo 9 "Giro de 180°"

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By Osdalvis7

"…Si en algún momento de la vida llegas a creer que no puedes más, siéntate, respira y sigue adelante porque del cobarde no se ha escrito nada… "

Es como traer al presente las palabras que diría mi padre si estuviera vivo y supiera lo que acabé de hacer.

Cruzo la calle sin siquiera mirar a los lados, dios me llevara a su lado cuando él lo desee y no cuando yo lo quiera.

— ¡Ayuda! —oigo la voz agitada de una mujer, el grito proviene de un carro aparcado en una esquina.

Corro hacia el auto, a pesar de todo lo que he pasado hoy no puedo ignorar un grito de auxilio.

— ¡Oh por dios! —grite aterrorizada al ver la escena frente a mis ojos.

Rápidamente doy la vuelta ya que la chica que debo ayudar está en el otro asiento del auto, abro la puerta y le pido a la chica que está sujetando la cabeza de su amiga que me haga espacio.

Ya estando con el espacio suficiente me coloco a horcajadas encima de la chica, ladeo su cabeza la cual esta rígida y meto dos dedos en su boca para así sacar su lengua, las personas que convulsionan suelen intentar tragarse la lengua inconscientemente.

Dejo sus brazos y piernas lo más inmóvil que puedo con mi cuerpo, y con la mano que me queda libre trato de sujetar su cabeza.  Las sacudidas de su cuerpo son extremadamente potentes.

— ¡Llama a una ambulancia! Esta mujer  necesita atención inmediata —Dios perdóname pero mi italiano es un asco, ni siquiera sé si las personas me entienden bien, pero, que carajos.

—Llame hace unos minutos deben  estar al llegar.

Y en menos de nada llega la ambulancia, dos de los que vienen atrás sacan a la chica del carro y la suben a la camilla.

— ¿Puedes ir tú en la ambulancia, yo iré en el auto? —pregunta angustiada la amiga.

—Si claro, no tengo problemas con eso.

Subo junto a los paramédicos y enseguida le miden las constantes vitales, la mantienen estable hasta llegar al hospital.

En cuanto llegamos se hace su trasladado a una habitación, le hacen estudios pertinentes y al parecer la causa fue una fiebre demasiado alta, la chica padece de enfermedades respiratorias y también hay personas en su familia que padecieron de epilepsia.
La amiga llega y se para a mi lado en la habitación, me maravilla lo rápida que ha sido.

—Un placer, mi nombre es Anna —dice estirando su mano.

—Igual ha sido un gusto para mi conocerte, aunque lo hubiera preferido en otras circunstancias —tomo su mano y  veo como trata de esconder su sonrisa.

—Pronto llegará el hermano de Lía, ese es su nombre.

—Si no te molesta ¿podría esperar aquí hasta que despierte?

—Te lo agradezco mucho, iré a la cafetería,  comprare  un té,  ¡Traeré uno para ti!  —mi intento de negación queda al olvido cuando inmediatamente se retira de la habitación.

Después de haber esperado al menos veinte minutos la chica comienza a despertar. Me paro a su lado y se asusta cuando me ve.

—Tranquila, no te hare daño. Iré avisar que ya has despertado.
Salgo de ahí para hablar con un médico. Cierro la puerta con mucho cuidado y antes de poder dar tres pasos sujetan mi brazo con mucha fuerza.

— ¿Qué rayos haces aquí? —pregunta una voz fuerte y varonil a mis espaldas, inmediatamente reacciono y me separo bruscamente del agarre de su mano.

—Al parecer prefieres atacar por la espalda —le reprocho.

—Hice una pregunta y estoy esperando una respuesta —asevera con los ojos tirando chispas.

—No me interesa una mierda si has hecho una pregunta, ¿Qué poder crees que tienes para meterte en mi vida? Cierto NINGUNO.

— ¿Qué está pasando aquí? —llega Anna con un café en sus manos.

— ¿Qué está haciendo esta aquí? —pregunta el "imbécil" dudo que quite ese mote.

—Para ser italiano pensé que serías más respetuoso, me llamo Camila ¿Entiendes? CA-MI-LA —deletreo mi nombre y pongo los ojos en blanco, hace mucho que no tenía tantos enfrentamientos en un día.

Ni que estuviera en mi etapa de estudiante aun.

—Leonardo —nombra la chica a cierto personaje—. Camila le ha dado los primeros auxilios a tu hermana, no sé qué  habría pasado si ella no hubiese aparecido.

La expresión de sus ojos cambia  de la rabia directamente pasan a una de sorpresa. Me mira y se aleja de nosotras, entra a la habitación sin mencionar palabra alguna.

—Perdona su actitud Camila —dice Anna mientras me extiende el café, necesitaba uno y muy fuerte—. Se ciega totalmente cuando se trata de su hermana.

Esta chica está más loca que una cabra, pensé que traería té.

—En ese aspecto lo entiendo y hasta pudiera perdonarlo, tengo una hermana y por muy grande que sea para mí siempre será mi pequeña, pero él no es quien para pasar por encima de los demás como si no valiéramos nada.

—Para mí ella es como si fuera familia, nos conocemos desde hace mucho. Realmente me aterroricé, no sabía que podría pasarle.
Caminamos por el pasillo hasta llegar a un pequeño salón apartado con grandes sofás y una mesa de centro de cristal.

—Anna si no te molesta hare una llamada —me aparto de los asientos  y dejo el recipiente de café en la mesa.

—Oh para nada —responde y me da una pequeña sonrisa.

Me alejo un poco y saco mi móvil para llamar a Claudia.

Da dos timbres y enseguida lo contesta.

— ¿No creerás lo que me pasó? —le comento nerviosa.

—Claro que lo voy a creer, a ti te pasa de todo —dice la muy chistosita.

—Recuerdas que te dije que había conseguido empleo, pues me despidieron hoy a raíz de un problema que tuve con un cliente…

Y ahí comienzo a contarle todo lo sucedido sin dejar escapar nada.
Luego de unos minutos hablando decido terminar la llamada y volver a donde Anna.

Llego hacia ella y esta parada con las manos en los bolsillos traseros de su pantalón. Me ve y se acerca hacia mí, me da un abrazo que me deja pasmada pero correspondo, no sé porque pero me inspira confianza.

—Ella está bien Camila, gracias a ti, no sé qué habría pasado si no llegabas, probablemente hubiera perdido al bebe y quien sabe que más —dice eliminando con el dorso de su mano las pequeñas gotas de lágrimas que caen de sus ojos.

—No tienes que agradecerme nada, para mí no fue un problema haber ayudado a quien lo necesitaba, y me alegro que él bebe este en perfectas condiciones, ahora, si no te molesta me gustaría pasar a ver como esta….

—Claro entra, hace unos minutos la vi y me pregunto por ti, le dije que estabas haciendo una llamada.

Sin más le doy un asentimiento de cabeza y me encamino hacia la habitación, doy dos suaves toques y entro.

El imbécil está sentado en la cama sujetando la mano de su hermana, una escena totalmente conmovedora aunque solo por ella. A él ni en pinturas lo quiero volver a ver.

—Hola, quería pasar a preguntar como estabas espero no molestar —me paro a su lado y ella estira su mano, la tomo y me aprieta con un poco de fuerza.

—Gracias Camila, Anna me conto todo lo que hiciste por mí, disculpa mi reacción al haberte encontrado aquí cuando desperté, pero me sentía confundida y muy asustada…

—No te preocupes por nada, yo estoy bien, estoy acostumbrada a ciertos tratos, aunque eso no me impide responder como es debido —un carraspeo detrás de mí llama mi atención.

Estaba tan inmersa en nuestra pequeña pero agradable charla que ni siquiera sentí sus pasos.

O eso quieres creer tú (Calla, a esta hora es que vienes a aparecer)

—Camila…

—Me retiro, espero que te recuperes como es debido, por ahora no hagas esfuerzo de ningún tipo y cumple con el tratamiento que te indicaron —ignoro completamente el llamado que hicieron y saldo de la habitación.

Acaso es de esas personas que creer que pueden disculparse rápidamente después de haber ofendido tanto a una persona, y si admito que yo también me pasé, pero no tenía por qué haber seguido con la discusión. Como un buen caballero (cosa que no es) debía de haber parado todo.

Llego hacia la salida del hospital y llamo a Gisel para que venga a recogerme, en menos de treinta minutos llega por mí y le cuento en el trayecto todo lo que ha pasado.

— ¿Quiere decir que fuiste despedida por culpa de un hombre, y le salvaste la vida justo a la hermana de esa misma persona o me equivoco? —pregunta anonadada Gisel.

—No, no te equivocas, el imbécil se cree el ombligo del mundo, además no exageres. No salve la vida de nadie, solo le di los primeros auxilios —respondo totalmente calmada—.  Necesito llegar estoy muerta de cansancio, tendré que salir a buscar empleo nuevamente.

Carajo nunca pensé que sería tan complicado conseguir un trabajo.

—Por ahora no quiero que busques empleo veré si puedo conseguir algo para ti en la peluquería donde trabajo.

—Vale.

             •°°••°•°•💖•°••°°•°•

            1 Semana después

—Dentro de diez  minutos subo, te quiero ver hermosa así que arréglate, ni que fuera el fin del mundo —grita Gisel saliendo de la habitación.

—Sí que lo es —refunfuño sentándome en la cama.

Esta semana ha sido un asco total, Gisel no me pudo conseguir empleo, tampoco pude por mi parte y ahora pues esperare un milagro, mientras tanto trato de arreglarme ya que esta mujer quiere llevarme a una discoteca según ella una de las mejores de acá.

Me coloco un vestido morado ajustado y corto, de mangas largas, me pongo un par de tacones negros y una cartera de mano del mismo color. Aplico un poco de maquillaje, me gusta resaltar más mis labios y ojos. Me hecho perfume y salgo antes de que me venga a buscar.

Llego a la sala y Gisel esta con un hermoso vestido blanco y tacones a juego, toda refinada y  bella. Trae un bolso color perla, es pequeño cabría solamente el móvil y dinero.

Eliécer esta vestido con una camisa blanca remangada hasta los codos y un pantalón de mezclilla negro.

—Listas chicas —dice Eliécer agarrando el brazo de Gisel de un lado y el mío de otro—. Hoy seré la envidia de ese lugar.

Nos reímos y avanzamos hacia el auto, ya dentro del mismo conversamos sobre lo famosa que es la discoteca, Gisel y Eliécer discuten, según entiendo la última vez que fueron él se emborracho y ahora niega todo. Típico de los hombres.

Llegamos a la discoteca y para que mentirles se me cae la quijada de lo asombrada que estoy, es hermosa, tiene dos pisos, al frente un cartel con el nombre está colgado en la entrada en luces fosforescentes, hay alrededor de tres guardias en la entrada y una tremenda cola, apenas nos ven nos dejan pasar, no sé cuál es el misterio ni tampoco el porqué de no tener que haber hecho  cola pero tampoco es que quiera preguntar.

Si por fuera me gustaba por dentro me fascina, no tiene una bola gigante en el centro como se veía en las películas pero si la decoración es digna de un lugar nocturno, voy detrás de Gisel hacia una mesa y hay dos chico sentados ya, Eliécer los saluda y me presenta, uno se llama Alessandro es blanco de pelo rubio y ojos color café, el otro se asemeja físicamente al anterior  la única diferencia aparte de que se llama Matteo  es que tiene los ojos verdes, lo sé porque esta parte está un poco más iluminada.

—Un placer Camila —Alessandro extiende su mano y yo lo saludo al igual que al otro.

—El placer es todo nuestro —comentan al unísono.

—Chicas iremos a buscar algo para beber, no se muevan de aquí —dice Eliécer.

Después de ellos haberse ido paso la mirada por todo el lugar, quizá conozca alguien hoy y me pueda divertir un rato.

—Camila, ves aquel hombre de cabello negro que está sentado al lado de la barra —comenta Gisel—. No ha parado de mirarte desde que llegamos, deberías ir a divertirte un rato.

—Te tomare la palabra.

Dejo la bebida que me trajo Eliécer encima de la mesa y me paro para ir directo a la pista, paso por al lado del chico y le guiño un ojo, los hombres siempre se asustan cuando se invierten los papeles.

Me uno a dos chicas que están bailando y no pasa mucho para que el hombre llegue a mi lado, me respira muy cerca del cuello y para qué negarlo, ame su olor, pega su pelvis a mi cintura y contoneo las caderas como si no hubiese mañana, pasa sus manos por todo mi cuerpo. Me giro hasta quedar frente a él, es muy guapo, no distingo bien el color de sus ojos pero sé que son oscuros.

—Sera mejor que no te sigas moviendo así hermosa o tendrás un problema que no podemos resolver aquí —habla cerca de mi oído y luego me mira a los ojos,  une sus labios a los míos en un beso salvaje y lleno de deseo.

— ¿Y quién te asegura que no quiero resolver ese problema? —comento con una sonrisa pícara.

Luego de algunos besos me dirijo al baño, estoy por entrar cuando oigo una voz conocida hablar frente al espejo, me volteo y sus ojos se llenan de sorpresa cuando me ven.

—Camila —exclama feliz Lía y se acerca a envolverme en un abrazo, se lo devuelvo y saludo a las otras dos chicas que la acompañan.

— ¿Qué estás haciendo aquí? —Pregunto mientras salimos del baño—. Pensé que estarías descansando y de reposo.

—Oh si, lo estuve. Hace un día que volví a la casa además no te preocupes que estoy aquí acompañando a mi hermano, vinimos a cerrar un importante contrato con una empresa de cosméticos de Suiza.

Vaya que grande se oye eso.

—Qué bueno, pensé que estarías haciendo desarreglos.

—Para nada, no puedo poner en riesgo nuevamente a mi razón de existir —dice mientras pasa sus manos por su abdomen un poco abultado—. ¿Quieres venir con nosotros un tiempo?

—No puedo, mi familia me está esperando.

—Si es así ¿puedes presentármelos?
—Pues claro, ven conmigo.

Llegamos a mi mesa y están Gisel, Eliécer, sus dos amigos y David que por obra del destino es de los que le gusta relacionarse y socializar.

—Gisel —la llamo y carraspeo para atraer la atención de Eliécer—. Esta es la chica de la que les hable hace unos días.

—Lía ellos son mis primos, ellos unos compañeros de trabajo de Eliecer y él es un amigo —digo señalando a los chicos.

Después de haber saludado y charlado por unos minutos Lía me convence de ir al privado donde están ellos, la sigo e inmediatamente que entro mi cara debe de ser un poema ya que el idiota me observa y se ríe.

—Camila, tengo algo que proponerte —comenta mientras me hace señas para que me siente a su lado—. Me conto mi hermano que te despidieron del empleo en el que estabas por su culpa y le gustaría recompensar eso —vaya, ahora es el que no rompe un plato.

—Oh no, claro que no. No hice nada para recibir mérito  ni pago, lo hice por mi propia voluntad.

—Y lo sé, no te ofendas. Necesito alguien que me ayude en mí día a día, ya que estoy propensa a tener otro episodio epiléptico.

— ¿Pero y porque no contratas a una enfermera con más experiencia que te pueda cuidar? —pregunto un poco desconfiada, esto grita peligro por todos lados.

—Y es lo que estoy haciendo, inmediatamente que te fuiste aquel día del hospital Leonardo me propuso eso y no lo dude en lo absoluto, después de eso puedo poner mi vida en tus manos, sé que no me defraudaras. También quiero que sepas que te mande a investigar… —abro los ojos exageradamente y levanto mis cejas, ella lo nota y enseguida niega con la cabeza—. No es lo que piensas, lo hice para obtener tu dirección, mañana tenía pensado visitarte y platicar con calma sobre todo esto.

—Claro claro, pensé que eras una loca desquiciada que se obsesionaba con las personas, bueno déjame pensarlo.  Mañana tendrás una respuesta  ¿Vale?

—Perfecto, no esperaba menos de ti.

Le dejo mi número, me levanto y salgo del privado no sin antes haberme despedido.

Llego a mi mesa y están muy borrachos todos, David ya no está se abra cansado de esperarme, me dirijo hacia la barra y pido dos tragos uno para Gisel y otro para mí, los recibo y llevo uno en cada mano, antes de llegar a la mesa me da un repentino mareo y termino tirando un trago en la ropa de alguien.

—Perdón perdón, no fue mi intención, no lo vi —me disculpo rápidamente mientras me recompongo. Me aparto dos grandes pasos hacia atrás y lo que ven mis ojos no lo creen, Leonardo me mira con una sonrisa ladeada, alguien creo que no se da cuenta que lo acabe de llenar de alcohol.

—Al menos ahora si admites que no me viste y hasta te disculpas —dice con ese acento envidiable para mí, su voz es fuerte y masculina.

Separa su camisa mojada de su torso, todo su abdomen perfectamente definido se le marca.

—No…no sabía que era usted mi jefe disculpe —murmuro tartamudeando mientras el camina con paso firme y decidido hacia mí.

Técnicamente ya le di la peor impresión de mí cuando discutimos en la cafetería, así que no importa ya lo que piense. Por lo menos se hace una idea de cómo soy.

También, trató de redimirse contratándome sin saber absolutamente nada de mí.

—No tienes por qué pedir disculpas, tengo que darte las gracias a ti por lo que has hecho por mí hermana —dice mientras llega hasta mí y me levanta la barbilla con dos dedos.

No acostumbro bajar la cabeza ante nadie pero este hombre me pone nerviosa Dios. Al parecer el alcohol ingerido está haciendo estragos en mi sistema, jamás en su sano juicio le bajaría la cabeza a nadie que no fuera  dios y mi padre.

—Admiro tu valentía, hasta ahora nadie había tenido los cojones de enfrentarme de la manera en la que tú lo has hecho.

Hay que me derrito que ojazos, que boca, esto no puede ser normal estoy en un sueño delirante.
Inconscientemente muerdo mis labios y él los mira, hacen puño sus manos y me da la espalda.

Que me está pasando mis pensamientos no coordinan con mi mente, ¡Reacciona cariña! le digo a mi mente vulnerable gracias a cierto encanto  italiano.

No entiendo que es lo que pasa, si sabía que iba aceptar el empleo, obviamente no estoy para estar rechazando nada pero no tenía que salir a la luz de esa manera.

Abandono esa encrucijada con el único trago que queda en mis manos y me lo bebo de un sorbo antes de llegar a la mesa

¿Qué carajos fue eso?

Perfecto mi noche de diversión ha sido saboteada.

                  •°•°•°❤️°••°•°•
Lo prometido es deuda, espero que este capítulo los emocione tanto como a mí al escribirlo. Pronto sabrán más de Camila.

Mi Instagram es Dalvis_Books ahí estaré publicando sobre mi enfermera favorita.

Beososss💖🌿

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