Sólo tú. Mi dulce salvación.©

By CARMI_MR

2.9K 214 577

"Hay mujeres que son como el ave fénix, pueden aniquilarlas, destrozarlas pero vuelven a resurgir de las ceni... More

Sólo tú. Mi dulce salvación. ©
Prólogo
Capítulo 01.
Capítulo 02.
Capítulo 03.
Capítulo 04.
Capítulo 05.
Capítulo 06.
Capítulo 07.
Capítulo 08.
Capítulo 09.
Capítulo 10.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31.
Capítulo 32.
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35.
Capítulo 36.
Capítulo 37.
Capítulo 38.
Capítulo 39.
Capítulo 40.
Capítulo 41.
Capítulo 42.

Capítulo 11.

80 6 15
By CARMI_MR

Mi Fuerza.

"El fuego es un símbolo natural de la vida y la pasión, a pesar de que es el único elemento en el que nada puede realmente vivir."~ Susanne K. Langer


Muchas veces tenemos que dejar nuestro pasado atrás para poder volvernos más fuertes de lo que ya hemos sido, tenemos que dejar atrás todo aquello que nos hacía sentir vulnerables para poder proteger de la mejor manera a las personas que amamos, puede sonar triste e incluso doloroso pero a veces es necesario soltar para poder progresar y tener a las personas que amamos a salvo.

La vida nos pone muchas pruebas en las que nosotros debemos ser capaces de superarlas para darnos cuenta de que no sólo se necesita tener fortaleza en el cuerpo sino también en el alma y el corazón, las dos partes más importantes de la vida de un ser humano. No podemos ser fuertes si no tenemos la capacidad de dejar todo para proteger a nuestros amados.

Pero a veces la vida también nos muestra que no tenemos que siempre ser los que protejamos, muchas veces las personas nos protegen a nosotros sin darse cuenta, nos protegen siendo nuestra fortaleza y todo aquello que necesitamos para poder sobrevivir.

Mi abuela siempre había dicho que la fortaleza no sólo es esa que se encuentra en el cuerpo, no importa si tienes cientos de músculos, si no eres fuerte de mente, de corazón y de alma eres completamente inútil. Ella siempre decía que no importaba si eras musculoso como Hércules, si eras débil de mente eras un completo fracaso como soldado, pues no tenías la fortaleza para enfrentar los daños colaterales que implica la guerra, aunque ella siempre había sido una mujer realmente pacífica creía que el egocentrismo y la avaricia del ser humano de un momento a otro creería crearía una guerra sin precedentes, algo que acabaría con la paz mundial.

Quizás no se notaba tanto en ese momento, pero estábamos viviendo una catástrofe mundial por el simple hecho de que nadie estaba a salvo teniendo a ese bastardo en la cabeza de la base militar más importante del mundo, la que se suponía velaba por el cuidado de cada uno de los seres vivientes sobre la Tierra. Él no quería mantener a salvo el planeta, él quería el poder y el control total sobre las vidas de cada persona sobre el planeta.

Debía admitir que sus jugadas habían sido realmente impresionantes, nos había engañado y había jugado con nosotros, yo había confiado en él incluso cuando ya había lastimado a mí muñequita una vez, pero había resultado ser la bestia que había logrado separarnos, por lo menos agradecía que alguien velará por la vida de ella y la hubiese rescatado del destino que él le tenía planteado.

No tenía idea de cuáles eran sus planes, si deseaba atrapar a mi muñequita para compartirla con el bastardo que le había hecho más daño o si la quería para él solo, pero cuál fuese su intención, no permitiría que le pusiera un solo dedo a la mujer que amaba. No me importaba si para ello tenía que romper todas las leyes que había jurado proteger el día en que me convertí en el jefe de jefes.

Mi primer decreto había sido que en el momento en el que mi muñequita decidiera atacar o aparecer, todos estarían listos para protegerla, porque ella era y siempre sería la única razón por la que había aceptado ser el líder de la Bratva. Por ella y por mi pequeño había aceptado algo que siempre había jurado no hacer.

Ella tenía la fuerza necesaria sobre mí para hacer que con un simple llamado corriera a su lado sin importarme que rompiese cientos de reglas o incluso fallar a mi propio juramento de lealtad o a los principios que me habían inculcado desde que era un niño, aunque ciertamente mi padre siempre me había inculcado que la familia estaba primero, quizás no lo había inculcado como mi padre sino como mi tío, pero yo había guardado cada una de esas enseñanzas como mi ley máxima, como todo aquello que regía mi moral y en ese momento mi familia era mi muñequita y mi hijo, era quienes me encargaría de proteger incluso si no podía estar a su lado.

Mi ceremonia de presentación había sido algo realmente simple o por lo menos así lo había visto yo, aunque habían servido del mejor vodka que podía existir en toda la unión soviética y me habían alardeado durante horas, yo no lo hacía por simple poder, el poder ni siquiera me importaba, yo lo hacía por la mujer que amaba porque quería protegerla de todo y de todos.

Ella era la única razón por la que podía convertirme en un monstruo y todo el mundo lo sabía. Se los había aclarado a cada uno de mis soldados en el mismo momento en el que me habían reconocido como una especie de rey, mi lucha siempre sería por ella y por mi hijo, mi lealtad siempre estaría con mi familia, pero de la misma forma velaría por la seguridad de cada uno de ellos.

Mi abuela había sido secuestrada por esos mafiosos, ella era la única que nadie de nosotros había logrado rescatar de ese infierno, ella era una de las cosas principales por las que quería luchar, por las que no me rendía, pero como lo habían dicho, no podíamos hacer nuestra aparición hasta el momento en el que mi muñequita decidiera aparecer.

Ni siquiera sabíamos si seguía con vida o sí esos bastardos le habían hecho daño y habían terminado con su vida, eso era una de mis más grandes preocupaciones, por lo que trataba de ser un buen líder para poder guiarlos en el momento en el que atacáramos.

Por más que habíamos intentado infiltrar alguno de nuestros soldados en las filas de esos bastardos realmente cuidaban cada uno de los detalles, Claro que sabían que podíamos hacerles lo mismo que ellos nos habían hecho a nosotros, unir a su gente en su contra; ese era el motivo por el que habían logrado ganar, de otra manera nunca lo hubiesen logrado, nos habían debilitado desde el punto en el que sabían que no podíamos levantarnos, nos habían quitado valientes soldados que tenían la lealtad hacia el ejército, los habían hecho creer una mentira.

No podía esperar el momento en el que toda la mentira del que había considerado mi mejor amigo se cayera, ese bastardo que nos había engañado y había herido a la mujer que amaba.

Habían pasado cinco meses desde mi supuesta coronación como líder de todos ellos, cinco meses en los que la desesperación me invadía por querer tener a mi muñequita cuanto antes, lo único que anhelaba era tenerla entre mis brazos, poderla abrazar y darle todo el amor que mi corazón sentía por ella. Era horrible esa necesidad de quererla y no poder tenerla, claro que podía romper las reglas como el mayor líder e intentar ir por ella, pero sabía que eso no era simplemente por mis ganas de quererla, si la ponía en peligro jamás me perdonaría eso, además de que también tenía que comenzar a velar por mi ejército y sabía que cualquier error que yo cometiera los podía poner en riesgo a ellos y a todas sus familias no era tan simple como lo creía.

Los días seguían siendo monótonos para mí, aunque Claro que tenía más responsabilidades como el líder, y por más que me había negado tenía que hacerme cargo de los negocios a los que se dedicaba la Bratva, aunque había asignado a mi primo en la mayoría, había algunos de los que yo realmente tenía que hacerme cargo. No podía delegar esas responsabilidades ni siquiera a mi consejero, quien resultaba ser el ministro, algo extraño pero beneficioso.

Se sentía extraño tener a quien había sido mi jefe durante años como un subordinado, pero él también dependía de mí, todos los que estaban en este lugar dependían de mis decisiones para mantenerse a salvo y no le fallaría ni a ellos ni a mi mujer.

Tenía que protegerlos a capa y espada, y mantener el control estaba en mí, yo era el único que podría darles un poco de estabilidad en esa maldita guerra que la avaricia de dos bastardos había creado, una guerra en donde se habían separado familias y donde se habían roto corazones.

Pero también tenía que lidiar con otras cosas, como el maldito e incontrolable deseo que sentía por mi mujer. Sí, me estaba volviendo un maldito ninfómano, no importaba lo que hiciera o cuantas veces me aliviara en el día, la necesidad de mandar todo al carajo para poseerla eran incontrolables. Aumentando a ello, mi muñequita se veía incluso más hermosa, parecía volverse más bella cada día, era como si se estuviese convirtiéndose en una diosa porque esa era la única definición que existía en el vocabulario para definir su belleza.

Odiaba cada uno de los hombres que la miraban, yo quería ser el único que pudiera admirar su belleza, pero por desgracia estaba a cientos de kilómetros de ella no tenía acercarme hasta que unas tarde decidiera dejar de jugar en la cacería.

—Aquí huele a sexo—murmuró Lev con una carcajada—. ¿Cuántas pajas llevas? A este paso se te jodera el aparato

—Cállate—gruñí—. ¿No tienes otra cosa que hacer como perseguir a la sirvienta que quieres cogerte? ¿O no sé limpiar algún lugar o asesinar a alguno de los bastardos que son tu jueguito?

—Por desgracia todos mis entrenamientos se han acabado por el día, pero no venía para molestarte querido primo. Vine porque creo que es necesario que te enteres de la nueva noticia.

—¿Cuál es esa noticia?

Lev me extendió una de las tabletas, la tomé y revisé la supuesta noticia que queria mostrarme.

<<No podemos destinar más recursos en la búsqueda de estos criminales, han sido dos años donde hemos seguido pistas sin rumbo y se han destinado más de la mitad de los recursos para ello por lo que, como ministro declaro que todas las Fuerzas Especiales Para La Protección Internacional E Investigación Criminal, centrara todos los recursos en la captura de nuevas bandas delictivas que han surgido desde la desaparición de Schiavone y doy por muertos a los traidores, con las pruebas que nos fueron brindadas años atrás.>>

Levanté la mirada sin poder creerlo, mi mente no fue capaz de registrar nada a excepción de las palabras que había dicho ese bastardo, lo que habíamos esperado durante dos jodidos años por fin estaba sucediendo, lo que solo podía significar que ver a mi muñequita estaba más cerca de lo que creía.

—Y tal parece que tu mujer no se ha hecho esperar, la noticia se dio a conocer hace dos horas y el señor Rossi ya convocó a una reunión al Sacerdozio, Lo que significa, que harán cosas para tratar de atacar primero, aunque aún no sabemos cuál vaya a ser su estrategia de ataque, debemos estar preparados para todo ... conociendo a tu mujer... Dios, les espera un jodido demonio.

Solté una risa, miré la fotografía que tenía sobre mi escritorio, esa misma que le habían tomado a mi muñequita junto con mi hijo. Claro que conocía a mi mujer, los haría pagar por todo lo que le habían arrebatado, les haría llorar lágrimas de sangre y también sabía, que protegería a nuestro hijo con capa y espada.

—Claro que los acabara—murmuré—. Quiero que te pongas en contacto con el hombre del Sacerdozio, él nos dará todos los informes que ocurran dentro de las reuniones.

—Por supuesto—murmuró con una sonrisa—. Por cierto, la siguiente semana se realizará la reunión Anual de mafiosos, esa que ustedes trataron de cazar durante años... los más grandes se reúnen en búsqueda de nuevas asociaciones o intercambios de rutas.

—¿Quiénes asistirán?

—La mayoría, pero Magnus y Massimo no lo harán, son los reyes, no se arriesgarán a asistir a ese tipo de eventos, además, ellos no quieren asociaciones o intercambios, si quieren algo simplemente lo arrebataran a quien le pertenezca.

—Soy nuevo en esto, ¿Quién asistirá?

—Deberías asistir tú, pero considerando que estas muerto... Sin embargo, podríamos hacer que entres usando alguna mascara o algo por el estilo, incluso los supuestos reyes saben que tenemos un nuevo líder, así que no será muy difícil hacerte pasar de manera anónima.

—Eso sería muy arriesgado, ¿no?

—A ti te gustan los riesgos—aseguro con una carcajada—. Te dejaré para que sigas fantaseando con tu mujer.

Rodé los ojos antes sus palabras, nuestra relación era extraña, a pesar de que antes nos habíamos considerado enemigos, en ese momento éramos familia, una familia que lucharía por protegerse mutuamente.

Cuando llegó el día de la reunión anual, mi cabeza se sentía completamente aturdida. Mi muñequita no solo aparecería como la nueva princesa de toda la Cosa Nostra, sino que su plan era volver a la mayoría de los mafiosos contra Schiavone y Lombardi, ese par de bastardos que nos habían arruinado la vida.

Aunque era la oportunidad perfecta para aparecer frente a ella, sabía que era una completa estupidez, no podía ponerla en peligro, ella habia cambiado de identidad y acercarme era como poner una bomba de tiempo frente a ella.

Lev era mi acompañante, el ministro era conocido por todos los mafiosos y llevarlo levantaría sospechas y arruinaría completamente nuestro plan. Yo llevaba una simple mascara negra que solo cubría la mitad de mi cara, debía imponer respeto ante todos los bastardos que se encontraban en ese lugar.

—Usted debe ser el nuevo jefe de la Bratva.

Giré la mirada y miré con temor al hombre frente a mí, era el Nonno de mi muñequita, podía ver sus ojos miel tan parecidos a los de la ministra y no habia dudas de que eran familia, su mirada era profunda y si no estabas preparado, esos ojos podían ponerte de rodillas.

—Así es—murmuré tratando de cambiar mi voz.

—Si Archie fuera más discreto o yo no estuviera acostumbrado a leer las mentiras, habría sido un poco más difícil saber que eras tú—murmuró como si estuviera hablando del clima—. No sé cuál será su plan, pero lo que sí sé es que ellos te necesitan.

—¿Disculpé? —traté de fingir.

—Conmigo no funciona eso, jovencito—murmuró—. Sé quién eres...

—No sé de lo que habla—murmuré.

—Deja de fingir, Conall—murmuró con una ceja arqueada—. Sabes quién soy y que Key está conmigo, esa es una de las cosas que te convenció a asistir, sabes que es peligroso que te encuentres en este lugar, pero aun así viniste porque sabias que ella estaría aquí.

—¿Cómo lo sabe?

—Sé demasiadas cosas—murmuró—. Sé que mi principessa te extraña demasiado, llora todas las noches hasta quedarse dormida y sus ojos se siguen iluminando cada que alguien te menciona, no soy ciego ni tonto...

—Ella... ¿esta con ese rubio? —pregunté al ver que caminaba del brazo de un hombre.

A pesar de que su cabellera era roja, era imposible no poder reconocerla, era mi muñequita y aunque cambiara su rostro, su cabello o cuaquier razgo fisico, la reconocería. Su presencia era única. Su cuerpo estaba cernido en un vestido rojo pasión, tan jodidamente perfecto que habia tenido una erección desde el primer momento en el que la habia visto.

—¿Qué harías si lo estuviera?

—Sabe lo que haría—murmuré—. Aunque, si ella me dijera que lo ama...

—No, no lo harías—murmuró—. Ustedes son tan jodidamente tercos que su amor no se rompe ni con la muerte. Para ella no importa que Andréi o Peter estén tratando de conquistarla, nisiquiera les hace caso, el único hombre que está en su mente eres tú y su hijo.

—Mi pequeño—murmuré—. Ellos... ¿Estan bien?

—Lo estan—aseguró—. Sólo se tienen el uno al otro, no importa que mi mansión este llena de conocidos, ellos no se separan nunca.

—Quiero tenerlos en mis brazos, a ambos—murmuré—. Muero por regresar a su lado.

—Estamos planeando una ataque—susurró—. Si todo sale como lo tenemos planeado, el 20 de Diciembre atacaremos con todo lo que tenemos...

—¿Por qué ese día?

—Porque ella quiere vengarlos, dos años después de su supuesta muerte—aseguró—. Además de que quiere pasar navidad con su hijo, creo que es buena idea que se reúnan después de eso.

Asentí, sabía que no podía correr a abrazarla en ese momento y realmente me dolía el corazón por ello. Quería tenerla entre mis brazos, darle tanto amor que fuera imposible que se sintiera sola por segunda vez.

—Tengo tantas ganas de correr a su lado—murmuré.

El señor me miró con una sonrisa, como si estuviese planeando algo. No entendía que queria decirme con esa sonrisa.

—Cuando nos marchemos, nos vemos en la pista de despegue del aeropuerto—murmuró—. Quiero verla feliz, así que no me importa lo que tengamos que hacer para ello... informa a tus hombres de confianza que estarás en Sicilia.

—¿Cómo?

—¿Quieres verla, no? ¿Quieres ver a tu hijo?

—Si—murmuré.

—Entonces... solo sigue lo que te he dicho—murmuró—. Tú decides como verlos, yo te llevaré al lugar donde estamos.

—¿No es peligroso?

—No—murmuró—. Sicilia es mi dominio, nadie que quiera terminar completo se atrevería a entrar—aseguró—, además, serás como un fantasma dentro de mi territorio.

Sentí que mi corazón latía frenéticamente, saber que tenía la oportunidad de tener a mi muñequita era suficiente para que mi corazón volviera a vibrar con la misma energía. La miré a lo lejos, caminaba entre los criminales como si ese fuese su hogar, muchos la miraban descaradamente y las ganas de romperles la cara se acumulaban en mi pecho, no sabía por que tenía unas enormes ganas de poseerla, de hacerla completamente mía para que nadie se atreviera a mirarla.

—Lo haré—murmuré.

—Bien—aseguró—. Nos vemos en la pista de aterrizaje dentro de tres horas.

—Si, señor—murmuré.

Seguí mirando a mi muñequita durante toda la tarde, la veía caminar y reír despreocupadamente, la veía estrechar manos y sonreía a los hombres para ganar su confianza. Las ganas asesinas de acabar con todos esos bastardos que le sonreían me enfermaban, estaba siendo un jodido loco posesivo.

—Pareces un león enjaulado—se burló Lev—. Si quieres, nos marchamos ahora, así no sigues cortando cabezas con la mirada.

—No regresaré contigo—murmuré como si fuera lo más normal.

—¿Qué?

—Tengo asuntos que tratar con la reina de la Cosa Nostra—murmuré con una sonrisa—. No preguntes, si alguien te cuestiona dices que debo hacer tratos internacionales, estaré en contacto, debemos prepararnos para un ataque, seremos su espalda.

—Estoy perdido—murmuró.

—Rossi sabe quién soy, me ha ofrecido acompañarlos para poder ver a mi mujer y a mi hijo, no desperdiciare esa oportunidad, me estaré poniendo en contacto con ustedes.

—Estas más loco que una cabra—aseguró—. Solo... cuídate y no hagas nada estúpido, Aunque estoy cero de acuerdo con esta decisión, puede traer consecuencias catastróficas, pero me aseguraré de apoyarte, después de todo, eres mi líder y yo fui el que tanto te insistió en aceptar.

—Gracias—murmuré.

—No tienes que agradecerme—murmuró—. Pero más te vale no cagarla, ahora eres el Pakhan de la Bratva, todos tienen la fe en ti.

Me quedé en silencio durante un par de minutos, procesando si debía o no aparecer con mi pequeña muñequita. Sabía que podía ser peligroso, que podía ponerlos en peligro, pero me negaba a no verla cuando tenía la oportunidad.

—Volveré mañana—dictaminé—. Prometo que mañana estaré de regreso en Rusia, le pediré al señor Rossi que me envié con nuestro hombre del Sacerdozio

—Sé que quieres estar con tu mujer, pero debes de pensar en su protección...

—Si, lo sé—murmuré—. Sólo... sólo déjame verla una sola vez, después... esperaremos su movimiento y la respaldaremos.

—Me parece más sensato—murmuró—. Informaré tu decisión a nuestros más cercanos... Y te esperaremos mañana...

—Bien—murmuré—. Yo...

Antes de que pudiera continuar, sentí una mirada sobre mí, cuando levanté los ojos, encontré a una muñequita que me miraba como si quisiera reconocerme, su mirada chocó con la mía y pude ver con temor en sus ojos una chispa de reconocimiento.

—Me vio—susurré.

—¿Quién?

—Keyli—murmuré cuando vi que comenzaba a caminar con velocidad en mi dirección.

No supe de donde saqué las fuerzas, pero me apresuré a escabullirme del lugar, aunque queria quedarme no estaba completamente listo para enfrentarla, no podía ver sus ojitos llenos de lágrimas y seguramente su rostro se enojó al saber que le habia mentido.

Claro que queria verla de cerca, estrecharla entre mis brazos y recuperar todo el tiempo perdido, pero también sabía que hacerlo de forma repentina podía desencadenar su rechazo. Salí de la fiesta y minutos después Lev me siguió, asegurándome que mi mujer no habia hecho preguntas.

El tiempo paso realmente lento hasta la hora en el que los miembros del Sacerdozio y mi muñequita arribaron la pista de despegue. El señor Rossi me dio indicaciones para que pudiera subir en la cabina de pilotaje y así lo hice, tenía a metros de distancia a mi muñequita pero no me atrevía a romper la barrera que nos separaba, tenía que idear una forma para no hacerle tanto daño.

El viaje en el Jet privado fue realmente agotador, debía controlarme cada minuto de no abrir la puerta y salir para verla, la escuchaba hablar o reír de vez en cuando y los celos me invadían porque podía imaginar que estaba charlando con ese hombre, con Peter.

Nisiquiera esperé a que ellos se fueran por completo de la pista, bajé junto con los dos pilotos y me escabullí hasta donde el señor Rossi me habia dado la indicación. Se sentía realmente extraño tener que hacer todo eso para no ser descubierto, pero como lo habia dicho Lev, no podía ponerla en peligro.

El señor Rossi me guío a lo que suponía era su mansión, tan enorme que estaba seguro podía almacenar todo un ejército en ese lugar.

—Puedes entrar por las escaleras de servicio, todas conectan con los balcones, ya avisé a mis hombres que no disparen si ven a alguien entrando o saliendo de las habitaciones. Mañana, te estaré esperando en este mismo punto a las cuatro de la madrugada ¿De acuerdo? Haré que te llevé un Jet privado hasta Rusia.

—¿Por qué me ayuda tanto?

—Porque si puedo hacer que mi niña tenga un poco de esperanza y vuelva a sonreír, soy capaz de todo—aseguró—. Key ha sufrido demasiado por ustedes, por eso necesita aferrarse a algo para seguir luchando.

—¿Y por eso me trajo?

—Tú sabrás como hacer que ella tenga esperanza... te ama y estoy seguro de que te perdonará, de una u otra manera, la he visto destruirse a sí misma en tu búsqueda, así que quizás decida perdonarte.

Suspiré y asentí.

—Quisiera ver a mi hijo—murmuré.

—Habitación tres a la izquierda—murmuró—. La de la esquina, es la de Keyli y la continua de Julia y Archie.

—Bien—murmuré—. Gracias, por esto...

—Si mi niña es feliz con ello, no importa—aseguró.

Asentí.

El señor se despidió de mi con un pequeño asentimiento y cuando me aseguré de que mi muñequita se había metido a su habitación, subí las escaleras que me conducían hasta la habitación de mi pequeño, pero algo llamó mi atención, la puerta de mi mujer estaba abierta y podía escuchar pequeños sollozos que salían de su habitación.

Luché contra mis ganas de ir a consolarla, no queria que me viera despierta, solo quería verla de cerca y abrazarla entre sueños, pero mi corazón no podía permitir que ella se destruyera de esa manera, no podía verla rota y quedarme sin hacer nada.

La amaba, verla llorar era como meter un maldito puñal en mi corazón.

Cambié mi destino, bajé de las escaleras que me conducían a la habitación de mi pequeño y comencé a subir las de mi muñequita. No podía verla llorar y no hacer nada, como lo habia dicho su nonno, lloraba hasta quedarse dormida, por lo que quizás podía ver la manera de consolarla y que ella sintiera que estaba en un sueño.

Vi la pequeña bolita temblorosa bajo las mantas, sollozaba como si su pecho doliera infinitamente y no pude reprimir las ganas de caminar hasta ella. Me importó una mierda tocarla, aun sabiendo que después de eso me sería imposible separarme, sus ojitos cargados de lágrimas y llenos de dolor me hicieron sentir el mayor bastardo, lloraba por mí y eso era realmente jodido.

—Estás haciendo un buen trabajo, mi muñequita—murmuré—. Niall es un niño grande y valiente, estoy muy orgulloso de ti...

—Es nuestro hijo—murmuró como si estuviera hablándole al aire, seguramente creyendo que era producto de su imaginación —. Te habrías vuelto loco cuando lo supe...

—Me volví loco cuando lo supe, mi amor—murmuré, recordando que eso era lo único que habia llenado mi corazón en esos dos malditos años—. Después de todo, si tengo un bebé con la mujer que más amo en esta tierra.

—Conall... te extraño—susurró—. Quiero que regreses aunque sé que eso es imposible...

—Ya estoy aquí, mi amor—murmuré, sabía que era estúpido, pero queria consolarla, queria hacerle saber que estaba ahí —. Solo espera un poco y podremos estar juntos... amar a nuestro hijo...

Se quedó en silencio, sollozando. Me recosté a su lado y la abracé, queriendo que se calmara y sintiera mi calor. No supe cuánto tiempo paso, pero comenzó a calmarse y sus curiosas manos comenzaron a tocar mi cuerpo. Sonreí, sabiendo que ella me deseaba tanto como yo lo hacía.

<<No, Conall... ni lo pienses>>

—Mi amor—susurré, sin poder controlar mi viperina lengua—. Tanto tiempo sin sentirte me está volviendo loco...

—Eso es algo que tú dirías—susurró aferrándose a mí.

Eso fue suficiente para perder mis propios estribos, comencé a tocarla, queriendo grabar su piel en mi piel, anhelando desnudarla y amarla. No sería tan cruel para hacerle el amor y abandonarla, pero su cuerpo daba pequeños brinquitos, anhelando mi toque. La miré, sabiendo lo que me suplicaba con su mirada, queria el placer que le daba y no me negaría, pero no podía follarla, no sería tan cruel sabiendo que nuestro encuentro aún era lejano.

Así que la saboreé, le di tanto placer para que explotara en mi boca. Sabía que era solo una condena para mí mismo, pero no haría algo que sabía sería imposible controlar por voluntad propia, si volvía a poseerla de la forma que anhelaba, no podía volver a irme.

—No te vayas...—susurró cuando la abracé—. No lo hagas...

—No me volveré a ir, mi amor—susurré sobre su oído—. Te juró que ambos estaremos juntos pronto y veremos crecer a nuestro bebé... Ahora, duerme...

—No—murmuró, mostrándome lo vulnerable que mi muñequita era.

—Estaré aquí cuando despiertes—mentí, sabiendo que debía irme—. Te amo, tres vueltas al universo a pasito de tortuga...

—Te amo, tres vueltas al universo a pasito de tortuga—murmuró.

Me miró con sus hermosos y gigantes ojitos verdes, logrando que todo mi mundo se detuviera por instantes eternos, pero así quería quedarme durante el resto de mi vida, quería amarla así, sabiendo que era mía y que solo yo la protegería.

Cuando se durmió entre mis brazos, una paz enorme me invadió, ella me seguía amando tanto como yo a ella. Me aseguré de que las pesadillas no la atormentaran y cuando vi el reloj sobre su mesita de noche, supe que la hora de marcharme habia llegado.

Besé sus labios una última vez y me separé de ella con todo el dolor de mi corazón, no queria dejarla y sabía que se volvería más difícil en cada momento.

Salí de su habitación, reprimiendo las ganas de darme vuelta y despertarla, brinqué hacía el balcón de nuestro e hijo y abrí con suma delicadeza el ventanal, sintiendo inmediatamente el aroma inconfundible a galletas, mi pequeño seguía usando en mismo shampoo que su madre y yo habíamos elegido años atrás.

Me acerqué a su cama, mirando sus ojitos cerrados. Sonreí, admirando su peculiar forma de dormir. Me senté a su lado, acariciando sus cobrizos cabellos que caían por todo su rostro, era tan hermoso como mi muñequita.

—¿Papi? —preguntó abriendo sus ojitos.

—Hola, campeón—murmuré.

—Mami dijo que Diosito nunca te dejaría venir—murmuró tallando sus ojitos con pereza, pero cambiando su mirada por esa expresión voraz y persuasiva idéntica a la de su madre—. ¿Te fuiste porque ya no me quieres o no quieres a mamá?

Negué, mirando los ojitos enfurruñados de mi pequeño niño.

—No, muñequito—murmuré riendo—. Tú y tu madre son lo más importante de mi existencia, los amo con todo mi ser... pero tuve que irme porque tenía que protegerlos...

—¿Regresaras pronto?

—Si, mi pequeño—murmuré con una sonrisa—. Regresaré en poco tiempo, estaré con ustedes cuando menos lo esperes y me aseguraré de jamás volverme a separar de ustedes, no importa que...

—¿Mami puede saberlo?

—Dile que regresaré pronto—murmuré—. Debo irme ahora, pequeño... pero te prometo que pronto estaré a tu lado y llevaremos a mamá a pasear.

—¿A la playa?

—A la playa—aseguré con una pequeña sonrisa.

—¿Puedes contarme un cuento, papi? Mami llegó muy noche y no vino a contarme un cuento...

—Por supuesto que sí, campeón—murmuré.

Tomé uno de los libros que se encontraban en su estante y me senté a su lado. No puse mucha atención en las letras, solo en ver como mi pequeño poco a poco iba cerrando sus somnolientos ojitos y caía en los brazos de Morfeo.

—Te quiero, mi pequeño valiente... cuida a mami mientras no estoy—murmuré.

Besé su cabecita y me alejé de ahí. Quería quedarme a su lado, protegerlo al igual que a su madre y entregarles todo el amor que queria darles.

Cuando bajé las escaleras y comencé a caminar entre los jardines, alguien se interpuso en mi camino. Miré los ojos cafés de Archie, quien me miraba con una ceja arqueada y una mirada curiosa.

—¿Qué diablos haces aquí? —preguntó—. ¿Sabes lo que me ha costado mantenerla sin curiosear? Sabes que en cuanto ella tenga la mínima sospecha de que estas vivo me obligara a rastrearlos y si yo no lo ayudo, Avery o Nick la ayudaran a hacerlo—gruñó.

—Su nonno—murmuré—. Fue el que me dijo que debía venir, ella está perdiendo fuerzas y esperanza... necesitaba verla.

—Conall... es peligroso que vengas aquí... los pones en peligro. Hasta que Arniel no caiga de su patético FEPIIC, no estamos seguros...

—Lo sé—murmuré—. Sólo queria verlos una vez... he estado sufriendo demasiado, Archie, los extraño y sólo necesitaba saber que estan bien...

—Keyli es fuerte—murmuró—. La he visto rota todos estos años, pero ha sabido sobrellevarlo por su hijo, así que asegúrate de que cuando regreses sea para siempre, no creo que soporte otro dolor... Lo oculta de todos... pero ella siente que la vida se le fue cuando ustedes murieron.

—Lo haré—aseguré—. Cuando regrese será para siempre, no planeo volver a alejarme de la lucecita de mi vida—murmuré.

—Bien—aseguró—. Regresa a casa, me asegurare de que tu mujer e hijo estén a salvo... Seguro nonno te contó nuestro plan, así que asegúrate de tener un ejército, porque tu mujer se volvió de armas tomar y está dispuesta a joderlos en grande.

—Es más fuerte y hermosa...

—Se volvió fuerte porque la vida la ha jodido en grande, pero por dentro sigue siendo una niña temerosa—murmuró—. Y no puedo juzgar lo de hermosa porque solo tengo ojos para mi Julia.

—Como siempre ha sido—murmuré.

—Exactamente—aseguró—. Vete, ella se levanta la mayoría de los días temprano para hacer ejercicio y por lo que escuchamos anoche, seguramente sospechara de tu estadía.

—Quiero golpearte por decir que escuchaste a mi mujer—gruñí.

—Es tu culpa—aseguró con un guiño—. Anda, yo la cuidaré hasta que puedas volver.

Me despedí de mi amigo con un rápido saludo y corrí en dirección del señor Rossi. Miré una última vez hacia el edificio donde se encontraban mis dos tesoros más grandes, debía regresar a Rusia para protegerlos, sabía que esa era la única manera de hacer que ellos estuvieran a salvo y yo podría fortalecer un ejército hasta el momento en el que ella decidiera atacar. Sería su respaldo y le daría la protección de mil soldados.

<<Pronto, mis amores... pronto estaremos juntos>>

.

.

.

¿Qué les pareció este capítulo?

¿Qué opinan de la perspectiva de Conall?

Subí un capítulo porque estaré muy ocupada la próxima semana y me será imposible. Espero poder subir por lo menos uno, pero si no, nos leemos hasta dentro de 15 días.

Los adoro, muñequitos<3

Continue Reading

You'll Also Like

4K 471 11
𝐞𝐬𝐭𝐚 𝐡𝐢𝐬𝐭𝐨𝐫𝐢𝐚 𝐭𝐫𝐚𝐭𝐚 𝐬𝐨𝐛𝐫𝐞 𝐪𝐮𝐚𝐜𝐤𝐢𝐭𝐲 𝐞𝐥 𝐜𝐮𝐚𝐥 𝐚𝐥𝐚 𝐥𝐥𝐞𝐠𝐚𝐝𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐩𝐨𝐫𝐭𝐮𝐠𝐮𝐞𝐬𝐞𝐬 𝐬𝐞 𝐞𝐧𝐚𝐦...
4.1K 282 10
Una guerra ha empezado. La mafia de sangre promete venganza para traer de vuelta a su Alpha. Cinco años han pasado. Y el deseo que desencadenó tempes...
530 388 30
Cuatro chicas con diferentes inicios y traumas pero con una sola meta se adentrarán en un mundo muy complejo.. ¿Cuáles serán sus objetivos? ¿Les será...
10.2K 908 97
La mujer salvaje se levanta como un fénix de las cenizas de su vida, para convertirse en la heroína de su propia leyenda - Shikoba . . . Un año y nue...