JARANA

By Lydiabad

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1854, Holmes Chapel. Louis Tomlinson se prometi贸 no volver a poner un solo pie en un circo, arrastrando los r... More

ADVERTENCIAS.
CAP脥TULO I. Carpa Dorada.
CAP脥TULO II. H铆pica.
CAP脥TULO III. Un completo man铆aco.
CAP脥TULO V. L铆mites.
CAP脥TULO VI. Una renuncia
CAP脥TULO VII. Sucumbir.
CAP脥TULO VIII. Armon铆a.
CAP脥TULO IX. Un completo poeta.
CAP脥TULO X. Seis minutos.
CAP脥TULO XI. Bienvenidos sean.
CAP脥TULO XII. Cartas a un acr贸bata.
CAP脥TULO XIII. Una estrella.
CAP脥TULO XIV. Nuevas experiencias.
CAP脥TULO XV. Festejo.
CAP脥TULO XVI. Detr谩s de la m谩scara.
CAP脥TULO XVII. Nostalgia.
CAP脥TULO XVIII. Un completo enamorado.
CAP脥TULO XIX. Presentaciones.
CAP脥TULO XX. Miles de recuerdos.
CAP脥TULO XXI. Historias pasadas.
CAP脥TULO XXII. Secretos.
CAP脥TULO XXIII. Amigos.
CAP脥TULO XXIV. Danza a茅rea.
CAP脥TULO XXV. Un completo demonio.
CAP脥TULO XXVI. Durante la madrugada.
CAP脥TULO XXVII. Desesperaci贸n.
CAP脥TULO XXVIII. Mal augurio.
CAP脥TULO XXIX. Caer de rodillas.
CAP脥TULO XXX. Perd贸name.
CAP脥TULO XXXI. Cartas de amor.
EP脥LOGO. Rosas blancas.

CAP脥TULO IV. Aura oscura.

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By Lydiabad

Holmes Chapel, 18 años atrás.

El infante de cinco años recién cumplidos, correteaba alrededor de la pequeña fuente de la plaza principal. La mañana se había presentado bastante soleada, por lo que los pájaros buscaban calmar su calor en la fresca agua del monumento.

Sin embargo, Louis estaba divirtiéndose al asustarles.

Se acercaba lentamente como si fuese un cazador, y daba un gran salto, haciendo que los gorriones volasen lejos de la fuente. Las carcajadas del chiquillo llegaban hasta los oídos de sus padres, los cuales le observaban desde el interior de su casa.

—Lou, deja a los pajaritos en paz —dijo su hermana mayor.

—Pero es divertido...

Luna se acercó a él, cruzándose de brazos como si hubiese sido muy ofendida. A pesar de que tuviese siete años, su hermana mostraba tener una personalidad adulta. Louis no entendía muy bien porque hablaba como su madre, pero a veces le molestaba.

—Mejor vamos a jugar a otra cosa —propuso Luna—. Vamos a saltar a la cuerda, papá me trajo una de Londres.

—Eso es para niñas. —Louis le sacó la lengua.

Su hermana puso una cara de culpabilidad, dándole la razón en silencio.

—¿Y al pilla-pilla? —intentó de nuevo.

Louis sonrió.

—¡Pillada! —chilló antes de tocarle el hombro.

—¡Eso es trampa!

Los niños comenzaron a perseguirse por toda la plaza, esquivando a gente que pasaba por el lugar, y saltado algún que otro obstáculo sin mirar por donde iban. Louis estaba divirtiéndose como hacía tiempo que no le ocurría, riéndose de Luna cada vez que esta intentaba cargarle el brazos y no lo conseguía.

Estaba tan sumido en mirar hacia atrás, que no se dio cuenta del anciano que se interpuso en su camino. Louis cayó al suelo de culo, y alzó su mirada con arrepentimiento.

—Deberías ir con más cuidado, eres un niñato demasiado inquieto —dijo ese señor—. ¿Te parece normal no mirar al frente? Podrías haberme hecho daño de verdad.

—Lo siento —murmuró, poniéndose de pie.

—Con una disculpa no se arregla tu torpeza. ¿Acaso no sabes que esto es un lugar público? No eres el rey de la placeta, es una irresponsabilidad que...

—Disculpe, creo que se le olvida que es un niño —intervino el padre de Louis—. Todos hemos cometido errores en nuestra infancia, solo tiene cinco años, no hace falta ser tan duro con él.

—A los niños les hace falta un poco de mano dura.

Louis fue alzado del suelo, aferrándose rápidamente al cuello de su padre cuando vio las intenciones de ese anciano. Por suerte, fue protegido ante el rápido movimiento de su progenitor, paralizando la mano que iba a golpear su cabeza en un toque de advertencia.

—Usted no tiene ningún derecho de indicarme cómo educar a mis hijos —escupió enfadado. Luna llegó en ese momento, escondiéndose detrás de su padre—. Manténgase en sus asuntos y acepte las disculpas de un niño pequeño.

Lo último que escuchó Louis mientras sollozaba en el hombro de su padre, fueron unos murmullos que no sonaron demasiado agradables. Después, la cálida y familiar mano de su progenitor le acaricio la espalda con cariño.

—¿Te has asustado, Lou?

El niño asintió.

—Papá, ha sido sin querer —habló Luna—. Louis solo estaba corriendo por delante de mí. ¡Ese señor salió de la nada!

—Lo sé, no os preocupéis.

Louis fue llevado hasta el interior de su casa, donde le recibió su madre con un vaso caliente de leche con miel. Su rostro fue llenado de besos, y aprendió que no debía preocuparse de nada, ya que sus padres siempre estarían ahí para protegerle.

Bar Hood, la actualidad.

Mantuvo esa costumbre hasta que todo cambió drásticamente en su vida, viéndose desolado ante la idea de tener que enfrentar el mundo sin la ayuda de sus padres. Había sido abandonado por su hermana cuando la catástrofe sucedió, por lo que fue un milagro que Zayn apareciese entre tanta gente huyendo.

La confianza que obtuvieron durante los últimos cinco años, fue suficiente como para poder quererle como a un hermano mayor, olvidando poco a poco que Luna dejó de estar en su vida en cuestión de minutos.

Louis siempre tuvo a alguien que velase por su seguridad. Nunca tuvo que lidiar con sus propios problemas, por eso corrió a los brazos de Zayn, buscando su consuelo. Estaba abrumado, sintiéndose como un completo debilucho que se comportaba como ese niño de cinco años que causaba problemas sin querer.

—Claro que si —insistió Zayn.

Normalmente, Louis se dejaba ayudar sin oponerse, pero estaba siendo una situación diferente. Harry no era como el resto de situaciones. Las palabras de su hermano no podrían solucionar el problema que se estaba llevando a cabo. Louis lo sabía, si Zayn iba a Jarana para conversar las cosas con Harry, todo sería mucho peor.

—No. Detente, por favor —rogó una última vez, posando sus manos sobre el pecho del más alto—. Solo conseguirás empeorar las cosas.

—¿Prefieres que no haga nada?

—Sí.

Su respuesta paralizó a Zayn, quien destensó su cuerpo de inmediato. Le observó a los ojos en uno de esos silencios que indicaban que estaba pensando demasiadas cosas a la vez, y Louis estaba deseando saber cuáles eran. Deseaba saber que era aquello que quería decirle, pero que aún estaba procesando.

—No lo entiendo. —Le dijo, frotando su rostro con una de sus manos—. A veces me desconciertas, Lou. Llegas llorando, me dices toda la mierda que ha ocurrido en el circo, ¿y quieres que no haga nada? Yo... de verdad que no te entiendo.

—No hace falta que lo hagas, solo... déjalo todo como está.

Zayn negó antes de entreabrir sus labios de nuevo, sin embargo, una mesa del fondo ordenó otra botella de añejo. Su hermano le lanzó una última mirada y se agachó a por la botella, saliendo de la barra para atender a los clientes.

El resto del día fue tranquilo; Louis se dedicó a quedarse en casa mientras se comía las galletas de chocolate que fueron rechazadas con brusquedad. Estaba un poco triste, pero no le daba importancia. Zayn continuaba trabajando, así que tenía toda la casa para él solo.

Eso no le gustaba.

El silencio no le gustaba. Odiaba la sensación de vacío que se creaba en su corazón cuando su respiración era lo único que podía percibir. Por eso mismo, se alzó del sofá y salió a la calle. En el bolsillo de su pantalón había un par de monedas, pensado que sería suficiente como para merendar algo en la cafetería de su amiga. Un poco de conversación le vendría bien.

Como cada vez que se adentraba al establecimiento, las campanitas resonaron con dulzura. Se ganó una sonrisa por parte de la camarera y se sentó en los altos taburetes de la barra. Siempre olía a fresas, como si tuviese un perfume especial para trabajar.

—Hola, Louis. —Le saludó, limpiando la zona con un paño húmedo—. ¿Las galletas estaban buenas?

—Deliciosas.

—Pediste una docena, ¿las compartiste?

Louis negó.

—Tenía mucha hambre.

Ashlyn pareció creérselo, puesto que asintió.

—Acabo de hornear unas magdalenas de yogur, ¿quieres?

—Con un vaso de leche, por favor.

Ashlyn se acercó a la vitrina donde estaban todos los bollos y pasteles de esa tarde, y sacó el par que Louis pagaría. Mientras le daba un mordisco al primero y veía a su amiga hacerle el vaso de leche, las campanitas de la puerta volvieron a sonar.

—¡Louis! —exclamó cierta voz conocida.

El mencionado se dio la vuelta, hallando a Liam vestido con una ropa de calle normal. La última vez que se vieron, estuvieron en los establos, por lo que el joven tenía una vestimenta acorde con la actividad.

—Hola, Liam —estiró sus labios en una sonrisa.

El jinete del circo se sentó a su lado, mirando con poco disimulo los dulces que había para merendar.

—No has venido —dijo el de ojos castaños.

—¿Dónde?

—A Jarana —finalmente hicieron contacto visual—. Esta mañana quería charlar contigo un rato, pero no estabas por ningún lado. Quise preguntarle a Niall, pero estaba muy ocupado, así que me acerqué a Harry. ¿Sabes que me dijo? —Louis negó—. "Me da igual donde este ese niñato".

Imitó su voz, poniéndola mucho más grave que la propia.

—Me tuve que ir por un asunto personal —mintió.

—¿Mañana vendrás?

—Lo dudo.

Tanto Ashlyn como Liam pusieron la misma cara de sorpresa.

—Tienes que venir —exigió el segundo—. Estamos a una semana del primer espectáculo. Harry es la estrella de Jarana, pero sin ti en el escenario no podrá hacer nada.

—¿Por qué no podría?

—Vuestro baile es en pareja. Te necesita.

Louis se hizo con la tacita de leche y le dio un sorbo, pensando en que poder responder.

—No lo creo, si habla con Niall...

—Niall lo tiene todo organizado, aunque Harry le amenace o haga alguna de las suyas, vosotros dos vais juntos. Sí o sí.

—Seguro que podría hacer algo sin mí —evitó la mirada de Liam, sabiendo que este le observaba con el ceño fruncido, al igual que Ashlyn.

—Te necesitamos, Louis.

☽ ☾

Las palabras de Liam hicieron demasiado efecto en él. Se pasó la noche en vela, sin saber que hacer realmente. Había varias opciones rondando por su cabeza, y que su mano rodease el pomo de los portones de Jarana, indicaba cual fue seleccionada.

Louis no comentaría nada al respecto, prefería seguir las indicaciones de Harry sin que este le explicase que hacía mal. El primer espectáculo era en seis días, así que el hombre de cabellos rizados no podría hacérselo mucho más difícil. Y le daba algo de terror desobedecer su amenaza, apareciendo como si nunca le hubiese agarrado del cuello.

Sin embargo, su presencia era necesaria.

—Buenos días, Louis —saludó Niall cuando este salió de su despacho—. Ven un segundo, tienen que coger tus medidas.

Se encaminó hacia su jefe, adentrándose en la sala. Allí dentro había una mujer con una cinta en mano, seguramente para lo que Niall le dijo.

—Solo falta tu traje —continuó hablando Niall—. Tu puesto de acróbata fue cubierto más tarde de lo deseado, así que ahora vamos con prisas. Pero no te preocupes, tu solo quédate en ropa interior, esta mujer hará todo el trabajo.

—Oh. Está bien.

—Saldremos un momento para darte intimidad.

Louis agradeció con un susurro que cerrasen la puerta, dejándole solo para que pudiese desvestirse. La chimenea estaba encendida y, a pesar de que le resguardase del calor, un gran escalofrío recorrió su cuerpo. El fuego le traía recuerdos amargos.

Una vez estuvo listo, exclamó para que se adentrasen. La mujer desenrolló la cinta con rapidez y comenzó a medir sus brazos. Niall se sentó en la silla de su escritorio, y comenzó a leer y firmas unos papeles. Louis no estaba incómodo, pues sabía que todo era con fines profesionales.

Su delgado cuerpo no le avergonzaba. Sus costillas marcadas o su vientre plano era algo que le hacía sentir especial, pues su madre siempre le hizo saber que todo los cuerpos eran hermosos. Louis terminó entendiéndolo cuando, un día, se miró al espejo y no deseó comer mucho más para engordar.

—Pon la espalda recta, por favor —pidió la costurera, midiéndole los hombros cuando hizo lo pedido.

Todo estaba muy tranquilo ahí dentro. El bolígrafo de Niall sonaba elegantemente, y la leña quemándose creaba un ambiente acogedor dentro de ese oscuro despacho. No obstante, como solía ocurrir con todo lo bueno de la vida, fueron interrumpidos.

Harry abrió la puerta casi de golpe, repasando su mirada por el lugar hasta que sus ojos cayeron en Louis. El menor no sabría decir exactamente qué ocurrió, pero cuando los jades de Harry repasaron su cuerpo de forma lenta y sin disimular, algo se calentó en su estómago.

Y aunque pareciese extraño, no hubo mueca de asco.

—Harry, por dios —Se quejó Niall, poniendo una mano sobre su pecho—. ¿Podrías llamar a la puerta? Cualquier día me dará un infarto por tu culpa.

—¿Falta mucho para que acabéis? —ignoró lo dicho.

—Cinco minutos —habló la mujer, pasando a medir la estrecha cintura de Louis.

Lo ultimó que Louis esperó ver, fue a Harry asintiendo antes de adentrase al despacho. En silencio, se sentó un uno de los sillones de piel que estaban frente a él, y cruzó su pierna por encima de la adyacente. ¿Se quedaría a mirar?

No es que le molestarse, simplemente... era incómodo.

Era incomodo ver como Harry seguía con la mirada cada lugar donde la cinta le rodeaba. Daba igual si era en su estómago, en su pecho, o en sus muslos. La mirada de Harry se podría tatuar en su piel si continuaba así. Sin embargo, prefería que le mirase sin decir nada, a que le hablase mal. Prefería tener ese cosquilleo en la boca de su estómago, a tener que lidiar con las aceleradas pulsaciones de su corazón por el miedo y la angustia.

Aunque no lo comprendiese.

Así como la costurera indicó, pasaron cinco minutos exactos y Louis fue libre. Niall y la mujer salieron del despacho antes que Harry para que pudiese vestir su cuerpo de nuevo, no obstante, el último nombrado continuó con su pierna cruzada por encima de la otra. Su expresión era impasible, el aura que emanaba era demasiado oscura como para estar relajado.

—Has vuelto —dijo en un tono calmado.

—¿Te importaría salir un momento? Podemos hablar una vez esté vestido —cubrió su cuerpo con algo de vergüenza, pues ya no era algo profesional—. Por favor, Harry.

El hombre se quedó quieto un par de segundos antes de ponerse en pie. Cruzó por su lado sin decir nada más, y dejo un agradable olor a perfume varonil a su alrededor.

Louis se puso la ropa rápidamente, imaginando que a Harry no le haría demasiada gracia esperar fuera, y salió del despacho.

—Ya podemos habl...

—Te dije que no volvieses. —Le interrumpió, cruzándose de brazos—. Sin embargo, estás aquí. Y encima te están haciendo un traje a medida, así que supongo que no me harás caso.

El menor se rascó por detrás de la oreja con nervios.

—Me necesitas —soltó sin meditarlo demasiado.

—¿Qué te hace creer eso?

—Liam me dijo que nuestro número es en parejas —contestó, mirándole fijamente a los ojos para intentar verse seguro—. No puedes hacer nada con eso a seis días del espectáculo.

Harry asintió.

—Tienes razón. —Louis alzó ambas cejas, no se esperaba esa respuesta—. Por eso espero que lo hagas bien esta vez. No pienso permitir que alguien como tu estropee lo que tanto me ha costado lograr.

—Al menos podrías decir los fallos que cometo. Es difícil hacer algo de forma correcta si no me explican nada.

—No tienes técnica —confesó finalmente—. Sabes colgarte de las cuerdas, nada más. No tienes elegancia.

—¿Elegancia? —sonó incrédulo.

—Ven aquí —demandó, subiendo por las escaleras del escenario. Louis persiguió sus pasos, quedando ante una de las telas blancas que colgaban del techo—. Ponte boca abajo como ayer.

Louis sostuvo la tela con inseguridad, sin saber muy bien lo que Harry deseaba hacer. Aferró sus manos y se impulsó para darse la vuelta, con sus piernas abiertas y estiradas.

—No entiendo que quieres.

—Esto es que lo quiero. —Despacio, llevó una de sus manos a la rodilla derecha de Louis, deslizando su mano por sus pantalones hasta que llego a su gemelo—. Tienes que estirar más tus articulaciones, que la postura quede limpia.

Las manos de Louis temblaron alrededor de las telas.

—¿E-eso era todo lo que hacía mal?

—Y tu espalda —continuó, llevando su mano a la curvatura de la misma—. Deberías relajar un poco más esta zona, puedes lesionarte —haciendo un poco de presión en su estómago, modificó su posición—. Ahora sí.

Sin esperar a que le diese permiso, Louis aterrizó en el suelo. Su corazón estaba acelerado, y no era por el cansancio.

Estaba sumamente confundido, sin llegar a entender que ocurrió en cuestión de una noche para que la personalidad de Harry estuviese siendo un poco más amena. ¿Se dio cuenta de que le necesitaba? A Louis le encantaría preguntar, pero no era tan valiente como para saciar su curiosidad con él.

—Espero que sepas seguir mis consejos ahora que te lo he explicado todo. —Harry no se alejó de él, estando a un escaso paso de distancia—. Tengo que enseñarte el baile en parejas, así que hazlo bien, porque si la cagas, me joderás a mí.

—Lo haré bien.

☽ ☾

Louis asintió por tercera vez consecutiva mientras Harry le explicaba los pasos que se llevarían a cabo en su número. La cosa empezaría con el menor volando por el cielo con las telas a la vez que Harry se pasearía entre el público, asustándoles entre la oscuridad de la noche.

Al parecer, era la estrella de Jarana por su aura oscura a la hora de llevar a cabo sus espectáculos. Louis nunca se paró a pensar cual era el papel de Harry en el circo, sin embargo, cuando le dijo el tipo de escenario que crearían juntos, no le sorprendió.

Incluso tenía ganas de verlo.

La última media hora de su ensayo estaba yendo bastante bien, Harry se quejaba de vez en cuando, pero le indicaba sus fallos. Louis conseguía corregirlos y pasaban el siguiente paso. No obstante, había algo en el ambiente que comenzaba a ponerle de los nervios, algo que no entendía porque sucedía.

—¿Por qué tiemblas? —Inquirió Harry, quitando las manos de su cintura—. Hace diez minutos que estás así.

—Hace frio —mintió.

La verdadera razón por la que Louis estaba sintiendo tantos escalofríos, era por la caliente sensación que se acumulaba en su vientre bajo cada vez que las manos de Harry se acoplaban sobre alguna parte de su cuerpo. No debería ocurrir algo así. Nunca le ocurrió algo así. Después de que le tratase tan mal, solo debería sentir repulsión y, aunque intentase no reaccionar a sus acciones, su propio cuerpo le traicionaba.

¿Era normal sentirse así por un hombre?

—Pues mañana te abrigas —solucionó con un tono seco.

Louis asintió, prefiriendo no estropear la tranquilidad que fue adoptada por el hombre desde ese día.

—¿Cuál es el siguiente paso? —preguntó, necesitando romper la cercanía que le estaba abrumando.

—Tienes que enredar tus piernas en mis caderas.

—Pero eso... —carraspeó, pesando si decir lo que estaba pensando—. Parece el baile qué harías con una mujer. Parece que yo esté haciendo el baile de una mujer.

—¿Qué estás diciendo? —Puso una cara de asco.

—¿Por qué mis pasos no se parecen a los tuyos? Haces cosas más... masculinas —musitó la última palabra.

—Louis, es un baile —dijo, como si fuese obvio—. No creo que el baile tenga que separarse por géneros.

—Entonces intercambiemos los papeles.

Harry alzó una de sus cejas.

—No puedes conmigo.

—¿Uh?

—Te doblo el tamaño, no seas idiota —resopló, volviendo a sonar borde después de unos segundos de neutralidad—. Deja de decir cosas sin sentido y dedícate a hacer lo que te diga.

A pesar de que Louis quisiese quejarse un poco más, decidió no tentar a la suerte. Saltó al regazó de Harry y fue sostenido de la parte baja de sus muslos, volviendo a provocar en su cuerpo un gran escalofrío. Los largos dedos del hombre se acoplaron con facilidad en su piel y, aunque les separase la tela de sus pantalones, se sentía como si estuviesen piel con piel.

Louis estaba abrumado.

—Tienes que inclinar tu cuerpo hacia atrás —explicó Harry.

—¿Cuánto? —susurró, teniendo su rostro demasiado cerca del contrario. Necesitaba terminar el ensayo de una maldita vez.

—Hasta que puedas —murmuró de igual manera.

Louis agarró una gran bocanada de aire, y comenzó a acostar su cuerpo hacia atrás. Las manos de Harry hicieron más fuerza alrededor de sus muslos, sujetándole con la suficiente firmeza como para saber que no terminaría en el suelo.

—Un poco más —exigió Harry.

—Me caeré.

—Si no lo haces, te soltaré ahora.

Temeroso por la amenaza de Harry, Louis inclinó su cuerpo un poco más. No podía ver el rostro del rizado, aunque tampoco se atrevía a posar sus ojos sobre él. Sin embargo, podía notar como los jades de Harry repasaron todo su cuerpo, incluyendo el tramo de piel que se quedó desnudo, mostrando su ombligo.

—Tienes que aguantar así tres segundos.

Louis contó hasta tres y, con una rapidez que casi provoca un choque de cabezas, volvió a su posición inicial. Harry le mantuvo la mirada en silencio, el tiempo suficiente como para saber que ya no quería estar más en el escenario. Por lo menos durante ese día.

—Bájame, por favor.

Harry lo hizo a los dos segundos, mostrando una sutil mueca de confusión antes de que Louis se bajase del escenario a pasos ligeros. Nadie dijo nada más. Louis se ató los zapatos y salió del antiguo teatro, sintiéndose un poco estúpido.


Dale a la estrella :)))

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informacion dentro de la historia (no es mia la historia, es traduccion de fans para fans .)