Glitch: del amor y otros jueg...

By AnaidLiddell

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Cien streamers compiten en parejas por un premio de doscientos mil dólares. Él es conocido por ser bueno en c... More

Presentación de la historia
Personajes
Nivel uno: El ex o el tipo
Nivel dos: Privacidad
╔ Twitter: Maze Survivor ╝
Nivel tres: Stalker
Nivel cuatro: La propuesta
Nivel cinco: Hablarán
╔ Twitter: Just_Bria ╝
Nivel seis: Piso quince
Nivel siete: El sillón
Nivel ocho: La(s) foto(s)
╔ Twitter: BriaxAaron ╝
Nivel nueve: Un lugar habitable
Nivel diez: Maze Survivor
Nivel once: Si fuera real
Nivel doce: El mapache
Nivel trece: Tres magos
╔ Twitter: el mesón ╝
Nivel catorce: El grupito
Nivel quince: Un tal Aaron
╔ Twitter: la cagada de Bria ╝
Nivel diecisiete: La historia se repite
Nivel dieciocho: Mi momento
Nivel diecinueve: La alfombra
Nivel veinte: Falla en el cableado
╔ Twitter: Arruga en la alfombra ╝
Nivel veintiuno: Si cambias de opinión
Nivel veintidós: Soy como tú
╔ Twitter: sorry not sorry╝
Nivel veintitrés: Crónicas de un vicio
Nivel veinticuatro: Un regalo práctico
Nivel veinticinco: Hapee birthdae, Bria
╔ Twitter: Feliz cumpleaños, Bria ╝
Nivel veintiséis: Ganar al maestro
Nivel veintisiete: Germán, el héroe
Nivel veintiocho: Habilidades
Nivel veintinueve: Conejo blanco
╔ Twitter: el primer beso ╝
Nivel treinta: Pelos de gato
Nivel treinta y uno: Fuego lento
Nivel treinta y dos: Metagaming
Nivel treinta y tres: También sé hacer trampa
Nivel treinta y cuatro: Anomalías
Invitación

Nivel dieciséis: Tenías un solo trabajo

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By AnaidLiddell

Como ya dije, Halloween es mi época favorita del año. En octubre juego un montón de cosas de terror; en realidad lo juego todo el año, pero más ahora. Así que cree un emote que es un dibujito de mi cara haciendo una señal para pedir silencio. Porque en juegos de terror se ocupa mucho mantenerse callado o esconderse. El emote se llama: shhh.

Ahora observo como mi chat me traiciona usando ese mismo emote en mi contra.

Cuando cuelgo, miro la pantalla y me encuentro con todo mi pinche chat spameando los putos emotes del maldito shhh.

—¿Qué pasó? —habla mi madre aun con la pala para el chocolate en la mano.

—El micrófono —respondo. Me siento tan derrotada que la voz me sale como un suspiro.

—¿Qué tiene? —Se mira el micro de la ropa, pero no nota nada raro.

—No lo apagué.

Me ve enarcando las cejas. Luego dirige su mirada a la luz de mi panel de control que sigue en rojo. Entonces comprende todo. Abre los ojos hasta donde sus párpados lo permiten y suelta un grito ahogado. Se lleva las manos a la boca y me pone una mano en el hombro como para consolarme.

—Óiganme, ¿a ustedes nadie les enseño que está mal escuchar conversaciones ajenas? —regaña a mi chat. Se acerca tanto el micrófono para hablar que seguramente le acaba de reventar los oídos a la mitad de mi gente—. Mi niña puede ser descuidada, y ustedes no avisan. Andan nomás oyendo como si...

—Déjalo mamá. —Le pido tomándola yo del hombro. Cambio la escena de mi stream dejando la cámara en primer plano de nuevo—. Ven. Vamos a seguir con el pastel, ¿sí?

A pesar de todo, este es mi stream, es mi trabajo y si prometí cocinar con mi mamá, voy a hacerlo aunque me sienta de la mierda.

Estaba muy segura de que podía mantener todo esto bajo control. Incluso llegué a pensar que podría sacar alguna ventaja más allá de pasar más tiempo con Arón. Quería dar algo interesante que ver. El destino debió decir: ¿querías algo interesante? Toma.

Estoy como ida el resto del día. Intento seguir las instrucciones de mi mamá, pero si aun estando bien de la cabeza no soy muy buena para ello, ahora menos. Aun así, ella hace todo para rescatar las recetas del día e incluso logra salvar la plática con las preguntas del chat y sus anécdotas.

Hago lo mejor que puedo para que no se refleje mi caos interior en cámara, pero ya parece imposible.

Desactivo todas las alertas porque el día de hoy no quiero saber nada más sobre el chat. Mis moderadores me ayudan a colocar un letrero al costado de la pantalla para informar a la gente que si hacen donaciones, no voy a leerlas.

Tan pronto terminamos las recetas, me despido.

—¿Cómo te sientes? —pregunta después de mirar las lucecitas del panel y comprobar en su propio teléfono que el stream está finalizado.

Me encojo de hombros como única respuesta.

—¿Qué vas a hacer?

—Hablar con Arón, supongo.

Mierda. Tengo que hablar con Arón.

—¿Crees que esté molesto?

Va a odiarme.

Este no era el plan.

Acabo de arruinar todo lo que teníamos hasta ahora.

—Puede ser —decido responder. Aunque estoy segura de que lo estará, no quiero que vaya a casa preocupada porque se termine mi relación, relación de la que se acaba de enterar—. Él es un tipo muy reservado.

—Ups. —Se le sale a ella. De inmediato se recompone, me pasa la mano por sobre los hombros para darme un abrazo—. Ya verás que todo sale bien, entenderá que fue un accidente.

—A lo mejor.

Tengo no sé cuántos chats que revisar en mi WhatsApp. Otras tantas llamadas perdidas de Jo, Sam y hasta del teléfono de su casa también. Las otras redes no las he querido ni revisar. Por ahora, mi misión es hablar con él.

—¿Gine?

—¿Puedes venir para hablar?

Es lo único que digo. En menos de diez minutos ya está en mi casa.

Abro la puerta. Noto que intenta parecer calmado, pero se delata: la respiración apretada contra el pecho, procurando que no se salga de control, y ese mechón que le cae de la coleta del pelo.

—Hola —saludo. Dejo mi cabeza caer en el filo de la puerta y fuerzo una sonrisita a salir de mis labios. A pesar de todo, me alegra verlo. Se queda como congelado, así que extiendo la mano para indicarle que pase.

Me siento en las bancas a un costado de la barra, porque los puff parecen demasiado informales para esta conversación. Él toma asiento enfrente de mí.

—Lo siento —expreso.

No sé cómo o por qué, pero a la mitad de la oración mi voz se corta.

Y digo que no sé por qué, ya que hay tantas cosas en mi cabeza que no entiendo cuál es la que detona las lágrimas.

—No sé por qué la cago tanto —suelto con una risita. Uso las mangas de mi sudadera para limpiarme.

Sigo llorando.

Soy idiota. Mi cabeza vuelve a cantarme la cancioncita de Foolish one, como un coro de voces personal que me repiten lo tonta que soy.

Pienso en que esta es exactamente la razón por la que Teo me dejó. Porque no sé mantener la maldita boca cerrada. Teo es un imbécil, tampoco es que debería preocuparme mucho lo que pensaba de mí. Y aun así, duele.

Debe ser exactamente lo mismo lo que Arón piensa de mí.

Tenías un trabajo Bria. UNO SOLO. Solo tenías que mantener un secreto. No había que esforzarse mucho en el resto, lo único que tenías que hacer era guardarte las cosas para ti misma.

Como es que eres tan...

El último pensamiento no alcanza a concretarse en mi cabeza. Todos mis circuitos se interrumpen cuando noto el aroma de Arón envolviéndome por completo. Ya no es la probadita que tengo siempre, ahora me rodea, como una bruma o un incienso que llena de su humo invisible toda la habitación.

Siento su calor en mi costado. Arón me está abrazando. Es la sensación de llegar a casa después de un día frío y encontrar la fogata perfecta donde refugiarte.

No sé cuándo se movió de su lugar. Supongo que estaba tan centrada en mis lágrimas y los pensamientos que las desencadenan, que no me di cuenta de sus movimientos. Desde mi perspectiva esto es un glitch. Como si se hubiera transportado de su asiento a mi lado cuando la realidad se dobló.

Porque si lo pienso, todo esto parece un glitch. Un bug. Como un error afortunado. Me encontré con él en el momento justo y el concurso volvió a unirnos a pesar de mis esfuerzos por no volver a verlo.

A lo mejor estoy viendo señales en donde no las hay, pero por ahora, voy a aprovechar este error en la programación habitual.

Así que lo abrazo de vuelta aferrándome a su brazo hasta qué logro calmarme. Tal como acurrucarte en la cama hasta que los pensamientos se deshagan en la almohada.

—Si alguna vez te dijeron que te veías linda llorando, no les creas —suelta de la nada. Mi corazón se detiene por un instante—. Es horrible verte llorar, Gine —habla como si su corazón se estuviera rompiendo en ese mismo instante.

Arón me afianza más en su abrazo. Sus dedos acarician mi cabello, como lo hacía en el café, pero con más soltura. A pesar de sus palabras, me paso unos minutos más dejando que las últimas gotas rueden por mi cara.

—¿Gine? —habla al ver que he dejado de gimotear.

—Dime. —Me sorbo los últimos mocos.

—Sabes que esto no es el fin del mundo, ¿verdad? —Se separa de mí para poder mirarme a los ojos.

—Pues...

Lo es.

—A lo mejor no es el fin del mundo. Pero vas a tener que cortarme.

—¿Cómo? —La sonrisa que se asoma bajo sus labios me hace creer que está riéndose de mí. Como si la idea le pareciera ridícula.

—Pues: según lo que conté en el stream, esto era algo que queríamos mantener en secreto. Y tiene sentido porque yo nunca cuento cuando salgo con alguien; y tú no cuentas nada en general.

—Ajá.

—Y como ahora yo dije todo, también lo más lógico es que me cortes. Por bocona.

—No te llames así.

—Bueno, por pendeja o lo que sea.

Me mira como regañándome por usar malas palabras conmigo misma.

—Como sea. La cosa es que así tendrán que ser las cosas: me dejas. Ya no podríamos dejar que nos vean en ningún lado juntos; ni podemos seguir haciendo streams juntos; y la cosa de entrenar también se va a complicar, porque si alguien nos ve van a empezar a correr rumores de nuevo y...

—A ver, para. ¿Pensaste todo eso en estos minutos?

—Pues... sí. —¿No es normal? Vaya, otra cosa en la que soy rara, al parecer.

—Pero. A ver. —Arón toma asiento de nuevo frete a mí—. Si yo te cortara por cometer un error, ¿no me convierte eso en un pésimo novio?

No había pensado en eso.

—¿Y entonces?

Antes de que Arón pueda hablar, mi teléfono vibra sobre la mesa. En la pantalla se lee el nombre de Jo.

—Debería contestarle, llevan llamándome desde en la tarde.

Arón asiente y se va a la sala para darme más privacidad. Aunque es todo una ilusión, yo sé que todos los puntos de la casa comparten las ondas de sonido. La única forma de tener una conversación en privado sería encerrarse en el cuarto donde suelo transmitir y hacer uso de las paredes insonorizadas.

—¿Bueno? —hablo.

—¿Bri? ¿Estás bien?

—He tenido días mejores —suelto en un suspiro con toda sinceridad.

—Me imagino.

—Escucha Jo. Necesito un consejo, porque mi cabeza anda muy nublada hoy para pensar bien. Pero es mejor que solo sepas tú, porque si Sam se entera...

—Sí, sí. No te preocupes, Bria, Sam no se va a enterar —interviene en la llamada la voz de Sam.

Mierda, acabo de hacerla enojar.

—Lo siento Bri, olvidé decir que estabas en altavoz —dice Jo. Demasiado tarde.

—Pensaría que te traes algo con mi marido si no fuera porque Arón es tu novio —habla Sam.

—Es que esa es la cuestión. Arón no es mi novio.

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