Ritual. © // (En revisión)

By 11n11c_

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En una noche de desfase y mucho alcohol, Debra Vanners descubrirá una extraña forma de conseguir a 'su hombre... More

♡ Información ♡
♡ Presentación de los Personajes ♡
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_27_ (Primera Parte)
_28_ (Segunda Parte)
_29_ (Tercera Parte)
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_34_ (Primera parte)
_35_ (Segunda parte)
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_41_ (Primera Parte)
_42_ (Segunda Parte)
Comentarios de la autora

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By 11n11c_

_______☆☆☆_______

Debra

Pasé toda la mañana molesta. La razón no era otra más que ese tipo, Rydenhat, y la conversación que se dio entre nosotros antes de ir a dormir.

No pude sacar de mi cabeza lo que hablamos anoche ni siquiera en mitad de las explicaciones de clase. Incluso las dos horas de repaso que pasé encerrada en la biblioteca de la universidad tampoco me sirvieron, pues al leer mis propios apuntes tenía la sensación de que las palabras frente a mí se entremezclaban formando al instante lo que hablamos la noche antes plasmándolo imaginariamente en el libro sobre la mesa.

Seguía dándole vueltas a su descaro, a la osadía de creerse importante para mí cuando ni siquiera había pasado un mes desde la primera vez que nos conocimos, pero… yo no podía sacármelo de la cabeza y era un hecho que me frustraba demasiado.

Cuando regresé a casa tras finalizar las clases, continuaba sin encontrar la forma de dejar de pensar en lo que hablamos. Se me había añadido el hándicap de que se sumó a mi problema la primera conversación telefónica que tuvimos.

Todo me resultó incontrolable, un auténtico fastidio. Mi mente jugaba conmigo, boicoteando mis pensamientos y desestabilizándome por completo.

Y decidí irme a dormir.

Era demasiado temprano. Quedaba mucho para que anocheciese, pero encontré en el sueño la posible respuesta a dejar de pensar en él por un momento. Y me marché a la cama.

Pasaban los minutos.

Mantenía mis ojos cerrados a la espera de que el sueño me alejase de mis pensamientos, pero no lograba pegar ojo. Al contrario… el recuerdo de su voz y de lo que hablamos se hacía cada vez más latente, incluso más palpable y sentido cuando comencé a sentirme acelerada. Mi cuerpo se inquietaba, comencé a sentirlo caliente de a poco cuando las palabras que él dijo se paseaban por mi mente una y otra vez logrando que todo en mí se empezase a sentir demasiado incómodo.

No entendía por qué, pero me sentía ansiosa, no dejaba de dar vueltas en la cama. Mi cuerpo quemaba cada vez más por culpa de las ganas que se hacían con él. Mi piel inexplicablemente lo extrañaba, necesitaba de su tacto.

-No... no puede ser…

Seguía rotando de lado a lado sin poder alejar de mi mente las cortas conversaciones telefónicas que había mantenido con él, el suficiente tiempo para desbaratar mis sentidos y alterar mi cuerpo de la manera en la que lo hizo.

-¡Mierda, Debra! -me auto regañaba. -¡Deja de pensar en ese idiota!

Pero por mucho que intentaba convencer a mis sentidos y mandar la orden desde mi cerebro a mi cuerpo, éste continuaba ignorándome.

Sin poder contenerme más, mis manos iniciaron un leve son de caricias, calmando poco a poco la ansiedad que sentía... pero no era suficiente.

-No me hagas esto... -Seguía peleando con mi deseo.

Después de varias vueltas más, quedé de costado, cerré los ojos con fuerza intentando pensar en cualquier cosa que me mantuviera en mis cinco sentidos.

     -...ratoncita.

Su voz retumbó de la nada en mi cabeza. Suave melodía para mí en ese momento, pronunciando aquel odioso apodo que me puso la primera vez...

-Sal de mi cabeza... -Me reprimía sintiéndolo cada vez más difícil.

     -... sólo mía, ratoncita.

Recordaba en bucle cuando aseguró que era sólo suya. Quería sacar de mi cabeza esa idea, la cual me parecía surrealista y tonta. Nunca sería suya, o al menos eso me repetía en mi mente una y otra vez, luchando entre mis ideas y las palabras que Rydenhat me decía al oído mientras me daba placer con sus dedos.

-S...Sal de mi c...cabeza... -Repetía sin parar, sobando mi rostro con desesperación.

     -Hazlo...

Separé mis manos de mi cara al oír de nuevo esa voz que nublaba mi razón sin sentido.

     -Hazlo, ratoncita... Calma tu cuerpo...

-N...No...

     -Quieres hacerlo...

-No es v...verdad... -¡Mentira!

     -Estoy en ti...

-¡S...Sal de mi c...cabeza! -me sentía frustrada.

     -No quieres que lo haga, ratoncita... Tú no me quieres dejar salir de ella...

Estaba perdiendo la cordura. La locura se estaba haciendo conmigo a pasos agigantados y el aumento de mi deseo no ayudaba en nada.

     -Calma tu cuerpo... Quieres hacerlo...

-N...No... -susurraba sintiéndome en el límite.

     -Oye mi voz y calma tu deseo...

Poco a poco mi cuerpo se relajaba sobre la cama. Mis ojos continuaban cerrados, perdiéndome en su voz sonando por todas partes, negándose a salir.

-H...Hades...

     -Estoy aquí, ratoncita...

Sin ser consciente de mis actos, sumida en los espejismos que mi mente creaba, mi mano comenzó a descender lentamente por mi cuerpo. Deslizándose por mi abdomen erizando mi piel bajo las suaves caricias de mis dedos.

     -...ratoncita.

Sonreí manteniéndome encerrada completamente en su voz. Mis ojos aún cerrados sintiendo cómo mi mano obedecía al deseo y entraba despacio por el límite de mis shorts volteándome hasta quedar boca arriba.

-Hmm~...

El primer gemido leve salió en cuanto mis dedos comenzaron a jugar con esa parte tan sensible en este momento, haciéndome delirar.

     -Muy bien...

Continuaba oyendo su voz y eso hacía que mis caricias aumentasen y me proporcionara cada vez más placer.

Recorría mis pliegues completamente mojados por la extrema necesidad que me mostraba mi cuerpo en lo que descendía entre ellos en busca de mi entrada.

     -Déjame oírte...

Sonreí una vez más, evitando abrir mis ojos para seguir pendiente de esa voz en mi mente.

-Ahh~...

Entré.

Dos de mis dedos fueron intrusos en mi interior haciendo que mi cuerpo se retorciera, mi espalda se encorvase y mi placer fluyese a través de continuos gemidos.

-H...Hades... Hmm~...

Seguía pensando en él, en la forma tan placentera en la que él profanaba mi vagina... Intentaba auto complacerme de la misma forma, pero definitivamente no era suficiente.

No era él.

Le necesitaba a él.

Continué en busca del orgasmo, con la imagen de ese idiota en mi cabeza, planteándome a cada segundo el traerlo a mí a través del ritual, pero no... Yo misma le pedí que no lo hiciera y yo misma no iba a caer en la tentación. No cuando lo que quería era eliminar la posibilidad de encontrarme de nuevo con él a sabiendas de que no se haría realidad ese hecho.

-Oh, H...Hades~...

Aceleré mis movimientos, mi cabeza se inclinó hacia atrás...

-Ahhh~...

     -...mi ratoncita.

Y esbocé un último gemido, justo cuando esa voz retumbó de nuevo en mi interior impulsándome al clímax.

Mi pecho subía y bajaba aún siéndome difícil respirar con más calma. Mi mano aún seguía dentro de mis shorts, pero poco a poco fui sacándola hasta dejarla descansar sobre el abdomen, sintiendo cómo mis dedos, aún húmedos, mojaban levemente mi piel, pero no me importaba.

Me mantuve con los ojos cerrados y aún boca arriba, dándome tiempo a recuperar la cordura y encontrar la estabilidad en mis sentidos.

Y el móvil sonó.

Sólo moví el brazo, alargándolo hasta la mesita de noche, donde se encontraba. Lo tomé y lo acerqué a mi rostro para ver quién llamaba justo ahora.

-¡Oh, mierda! -Espeté, sorprendida al darme cuenta de que se trataba del causante de mi locura hace dos minutos atrás.

Requería verme a través de una videollamada entrante.

¿Qué hacía ahora? ¿Le ignoraba? No podía verlo en este momento, no después de haberme tocado y corrido pensando en él.

La llamada continuaba. ¡Estúpido Rydenhat! ¿Por qué tenía que aparecer justo ahora?

Me planteé dejarlo hasta que él mismo colgase, pero recordaba con claridad la amenaza que me hizo si me atrevía a ignorar sus llamadas o mensajes.

¿¡Pero por qué no habría optado por una llamada normal!?

Y se cortó.

-Mierda, mierda, mierda... -maldecía golpeándome la frente con la palma de la mano temiéndome lo peor.

Y volvió a sonar ese teléfono siendo de nuevo una videollamada entrante de él.

Lo pensé unos segundos, pero no quería saber qué podría hacer él si volvía a negarme a contestar...

Y descolgué...

Nervios.

Eso es lo que sentí al ver esos ojos miel mirándome fijamente con su ceño fruncido y sus labios levemente tensados.

Se notaba que estaba molesto por lo de la primera llamada.

—Hola. —Saludé como si nada.

No dijo una palabra, sólo se mantuvo con el mismo semblante, salvo que ahora puso su mano cerrada en puño bajo la barbilla.

—A la segunda llamada. —Habló finalmente.

—Estaba ocupada.

—¿Haciendo qué?

—¿Perdón? —repliqué.

—¿Qué era tan importante para ignorar mi llamada?

“Masturbarme pensando en ti”

—Cualquier cosa...

—No estoy jugando, Vanners. —Se veía realmente molesto.

—Yo tampoco.

Pinzó el puente de su nariz, cerrando momentáneamente los ojos y soltando un suspiro dejando en claro que quería mantenerse sereno.

Apoyó sus manos cruzadas sobre la mesa frente a él y acercó un poco más su rostro a la lente de la cámara poniéndome aún más nerviosa.

-¿Y esas mejillas?

Su pregunta me sorprendió. ¡Mierda! Debía verme sonrojada todavía por el orgasmo.

-¿Qué con ellas?

-Están rojas.

-Hace calor... -Respondí enseguida.

-Hace diecinueve grados en Phoenix. -Ladeó su cabeza.

-Tengo la calefacción puesta...

No paraba de poner excusas intentando desviar su curiosidad.

-Esa rojez no es a causa de la calor, Vanners.

¡Oh, shit!

-¿Ah, no? -balbuceé intentando no mostrarme inquieta.

Negó lentamente sin desviar su mirada de la mía. Lo que más me preocupó fue ver cómo una descarada sonrisa ladina se formaba en sus labios dejándome ver cómo mordía su lengua.

¿Me había pillado?

-Sé sincera esta vez y dime qué estabas haciendo.

Su gesto tornaba por segundos a uno cada vez más travieso y mis nervios seguían disparándose.

-Intentar dormir… -Continuaba con las excusas. Aunque esta era cierta.

Se hizo un pequeño silencio que se me hizo pesadamente incómodo. No tenía idea de qué podría estar pasando por su imaginación.

-Muéstrame tus manos.

-¿Qué? -Cuestioné sin entenderle.

-Vanners, tus manos. -Repetía relajando su cuerpo sin dejar de lado esa escalofriante y sexi sonrisa. -Enséñamelas.

Seguía sin saber por qué me pedía eso.

-¿Y cómo sujeto el móvil?

No tenía idea de qué tendría planeado, pero no quería averiguarlo.

Él tan sólo agachó su cabeza un instante riendo levemente. ¿Le parecía graciosa mi forma de actuar? No lograba descifrarle y eso me estresaba más.

-Está bien. -Habló de nuevo. -Muéstrame una de ellas.

Sin dejar de pensar en cual sería su objetivo, sujeté el móvil con una mano y puse la otra frente a la cámara.

-¿Contento?

Y mi piel fue recorrida por una intensa corriente que, sin entender por qué, excitó mi cuerpo. Su sonrisa se acababa de hacer más pronunciada.

-Me lo imaginaba.

Se relajó sobre el respaldo de su sillón sin quitarme los ojos de encima.

-¿Qué? -Seguía confusa.

-Te has estado divirtiendo sin mí, ratoncita.

Oír ese estúpido apodo, con su voz, después de todo lo que había pasado hoy… me sentía patética por cómo mi ser pedía por escucharlo de nuevo.

-¿A qué te refieres?

-¿Me extrañaste mientras lo hacías?

-¿¡Qué!? -Exclamé sorprendida por sus palabras.

Y volvió a reír, aunque ahora sin tratar de disimularlo. ¡Dios! Su sonrisa era adictiva…

¡Céntrate, Debra!

-Mejillas sonrojadas, -se acercó de nuevo a la lente entrecerrando los ojos, como si quisiera enfocarse en mi imagen frente a él -ojos ligeramente brillosos, respiración algo acelerada por un intento fallido por intentar controlarla para que no me diese cuenta…

¿De verdad él…?

-Te pido que me muestres al menos una de tus manos y… ¡Oh!, -fingió estar sorprendido -me enseñas la mano izquierda…

-¿Y qué pasa con eso? -Lo interrumpí.

Calló por unos segundos, dejándome apreciar cómo recorría mi rostro con demasiada lascivia.

-Eres diestra, ratoncita… -añadió haciendo uso de ese tono de voz que alteraba todos mis sentidos. -Y por cómo la mano que me enseñaste tiembla y me ocultas la derecha, tengo claro que te masturbaste.

Mis ojos se abrieron de par en par. ¿Cómo diablos había sabido?

-¿¡Qué e…estás d…diciendo!? -Comencé a reír nerviosa intentando ocultar lo que claramente no podía.

-Recuerda que sé de primera mano cómo reacciona tu cuerpo después de tener un orgasmo. -Volvió esa lasciva sonrisa.

No sabía qué decir. Me había descubierto por completo. ¡Había acertado el muy…!

Vi claramente cómo humedecía sus labios con su lengua al tiempo que alejaba un poco su teléfono dándome un plano más amplio de él. Ahora le veía casi por completo y sí, se encontraba sentado en un sillón.

-Y yo aquí reprimiendo las ganas de traerte conmigo y oírte de nuevo…

-¿P…Pero q…qué…?

Empecé a ponerme nerviosa cuando vi cómo sus manos descendían por su cuerpo hasta llegar a la evilla de su cinturón deshaciéndose de la sujeción.

-Debí dejarme llevar por mi deseo. -Bajó la cremallera. El bulto en su ropa interior era notorio, pero no lo suficientemente claro debido a la tenue luz que lo rodeaba en ese lugar. -Ese orgasmo debió ser mío…

Mi alma salió de golpe en cuanto vi cómo su mano entraba bajo su prenda interior y comenzaba a moverse a un ritmo lento y preciso.

-¿Q…Qué e…estás…?

Quería desviar mi mirada de lo que hacía, pero esa parte que aún seguía receptiva en mí tras el orgasmo experimentado hacía unos minutos quería ver más… Y no era la primera vez.

-Tú has t…tenido tu momento de d…diversión, ratoncita… -Su mano subía y bajaba con más rapidez influyendo aquello en su voz. -A…Ahora me toca a mí, ¿no c…crees?

No dije absolutamente nada, tan sólo me quedé atónita, perdida en lo que se hacía él mismo sin tener ningún control sobre mi propio ser.

-D…Dime la v…verdad…

Oírle completamente preso del placer que se auto infligía me encantaba de sobremanera aunque quisiera negarlo.

-I…Imaginaste mis d…dedos. ¿No es a…así?

Desvié momentáneamente mis ojos en busca de los suyos. Mordía su labio inferior con demasiada lujuria, llamándome a querer pecar, a seguir manchando mi mente con la adictiva suciedad de sus actos y sus palabras.

Y asentí.

¿¡Por qué tenía ese poder de controlar mis sentidos y mi razón a su antojo!?

-Me d…debes ese… Ahhg~… -su cabeza cayó hacia atrás -ese o…orgasmo, r…ratoncita.

Dejé de mantener el contacto con su mirada en cuanto su cabeza reposó en el respaldo, y aunque me seguía viendo de reojo, mis ojos se perdieron de nuevo en el movimiento de su mano.

-¿Por qué haces esto? -Exigía una respuesta que calmara mi ansiedad.

Por varios minutos todo quedó en un silencio roto sólo por sus envolventes gemidos y gruñidos. ¡Deja de mirar, pervertida!

Pero no podía.

-Algo d…debía hacer tras p…ponerme duro al d…descubrir… Ahhg~… que te has e…estado tocando pensando en m…mí, ratoncita…

Me encontraba perdida en la imagen a través de la pantalla, tanto así, que ni siquiera su voz lograba hacer que le viese a los ojos. Su voz me mantenía anestesiada y su acto sedienta de él.

-Estás loco.

-No lo n…niego. -Aseguró esbozando una risa juguetona. -Desde que te c…conocí, sólo p…pienso en castigar tu o…osadía hacia a mí l…liberadamente… Ahhg~… -Disminuyó un poco sus caricias logrando que buscase su mirada curiosa. -Y d…desde que descubrí que n…nadie probó esa pequeña y… ¡Oh, dios~…!... esa p…pequeña y estrecha vagina, yo…

Mi mente analizaba cada una de sus palabras sin dejar a un lado todo lo que veía. Las continuas subidas y bajadas de su mano bajo su ropa interior, los gestos cambiantes por el placer en su rostro, sus gemidos… todo me tenía vagando en un limbo, perdida queriendo estar sólo con él.

-…serás s…sólo mía… Hmm~…

Y un inevitable jadeo abandonó mi cuerpo provocándole una sonrisa orgullosa junto a una mirada penetrante. A pesar de la leve oscuridad que lo rodeaba, sus ojos ahora del color del oro resaltaban erizando cada tramo de mi piel.

-E…Esta será la última v…vez que use mi m…mano… -su voz se oía cada vez más agitada y su cuerpo comenzaba a tensarse más. -D…Después de hoy, tú s…serás quién alivie mi d…deseo…

En cuanto verbalizó aquello, mi sorpresa fue instantánea y su orgasmo llegó segundos después.

Seguía moviendo muy lentamente su mano, buscando terminar por completo, mientras tanto, mis ojos no podían obviar el hecho de cómo su ropa interior se humedecía cada vez más claramente a causa de su esencia brotando de su interior.

-No lo h…haré… -Dije acto seguido desviando al fin mis ojos a otra parte de mi habitación.

-¿Qué no harás?

Su mirada se había fortalecido, era mucho más intensa… más sensualmente intimidante.

-No a…aliviaré tu deseo. -Reté. -Olvídalo.

-Acabo de correrme, ratoncita. -Respondió totalmente en calma, sacando su mano de ese lugar para luego limpiarla con un pañuelo. -No voy a empañar el momento discutiendo contigo.

-No hay discusión, Rydenhat. Simplemente no va a pasar.

Entrecerró sus ojos y vi claramente cómo golpeaba el interior de su mejilla con su lengua conforme se acercaba de nuevo a la lente de la cámara.

-Nos vemos el fin de semana, ratoncita. -Pronunció con su voz profunda y sexi. -No gastes demasiada energía tocándote… te necesitaré al cien por cien para montar mi polla de ahora en adelante.

-¡No voy a…!

Y colgó.

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