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Debra



Ese día, después de que ese imbécil me sometiera a su depravado antojo y me tocase como lo hizo, la impotencia se apoderó de mí. El hecho de no poder conseguir deshacerme de su agarre permitiendo que hiciese conmigo lo que quiso me hirvió la sangre.

No pude parar de llorar durante horas maldiciéndole y deseándole lo peor por ser tan despreciable al atreverse a aquello.

—¡Sí, yo también lo oí!

Me sobresalté al escuchar el agudo chillido que espetaron Rachel y Missy logrando llamar de nuevo mi atención al encontrarme hundida en mis pensamientos sobre esa noche.

—Aún sigo sin entender cómo podéis babear tanto por él. —Inquirió Mandy. —Es sólo un tío más.

La pelirroja se levantó casi de inmediato de la mesa mostrándose ofendía por las palabras de su prima.

—¿Sólo un tío más? —Cuestionó señalando a la morena con su dedo índice. —¿Te atreves a comparar al buenorro de daddy Rydenhat con cualquier otro tío?

Rodé los ojos por impulso y giré mi cabeza a un costado evitando aquella escenita.

—Sólo se trata de un Playboy millonario más, Rachel. No tiene nada más de interesante.

—¡Retira eso! —Seguía enfadada la pelirroja.

—Debo irme. —Interrumpí aquella riña entre primas.

Me puse en pie tomando mis cosas.

—¿Ya te vas?

Asentí a la pregunta de Mandy.

—¡Ya la hiciste incomodar! —Recriminaba a su prima.

—¿Yo? —Se señalaba a ella misma Rachel.

—Sí. —Tomaba una vez más la palabra Mandy. —No dejas de hablar de ese tipo y se va aburrida por el mismo tema de conversación.

—Nos vemos chicas. —Volví a interrumpir despidiéndome de todas.

—Oh, vamos, Deb…

—No os preocupéis. —Añadí. —Es sólo que tengo clases con Mackenzie en media hora y no quiero que me deje fuera.

Todas parecieron entender. Era cierta la respuesta que les di, pero Mandy tampoco iba del todo desencaminada al decir que me incomodaban al hablar sobre ese idiota. Al parecer no era suficiente con ver anuncios de él recorriendo cada tramo de la ciudad o al resto de grupos de chicas hablando de él, sino también escuchar esa clase de halagos por parte de mis propias amigas sabiendo yo de primera mano la clase de desgraciado que era.

Tras tomar el bus y llegar a la universidad, caminé por el pasillo hasta llegar a mi clase.

Desde hacía días, justo aquel en el que ese idiota me asaltó en mi propia casa, no estuve de humor para soportar apenas nada, y el hecho de tener ahora clases con Mackenzie y compartir lugar no sólo con él, sino también con el insufrible de Chase, hacía desplomar mis ánimos.

Ritual. © // (En revisión)Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin