Sistema de Redención del Vill...

By KumikoKazami19

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Shen Jiu sabe que la ha cagado desde el momento en que terminó en la prisión de agua, sometido a diversos cas... More

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Extra 4

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By KumikoKazami19

Extra 4

La travesía de Luo Bingge IV

Luo Binghe tardó tres años en consolidar su poder en el mundo demoniaco y hacer conocer su nombre entre todos los demonios. También hizo conocer su linaje y sus ancestros. Todos aquellos que se enteraron que era el hijo del gran Tianlang-jun, tuvieron reacciones diversas. Los más antiguos le habían dado todo su respeto, otros simplemente le temieron tanto por su padre como por XinMo, y los más jóvenes solo se preguntaron quién mierda era Tianlang-jun.

Pero fuera como fuera, todos ellos habían decidido brindarle su apoyo y respeto. Miedo o admiración, realmente a Luo Binghe no le importaba mucho.

—Bing-Bing—llamó su padre, un apodo que Binghe detestaba, pero que no podía hacer nada para hacer que dejara de llamarlo así—, tu padre se acaba de enterar que te irás de aquí.

Luo se giró, viendo a su padre siendo cargado en la espalda de Zhuzhi-lang, su primo. La enorme serpiente que había conocido quedó atrás luego de que Tianlang-jun le explicara lo que tenía que hacer para ayudarla a recuperar su cuerpo. Por su parte, el gran demonio celestial, si bien no tenía un cuerpo fuerte y sano, al menos ya no estaba podrido y cayéndose a pedazos. Quizás porque el frío de Mobei-jun había detenido su estado de putrefacción. Como fuera, al menos ahora no apestaba y podía medianamente mantenerse sentado. Lo único que tenía que hacer Binghe era encontrar un método que lo ayudara a tener su cuerpo tan sano y saludable como alguna vez tuvo.

—Tengo que volver a QingJing—informó terminando de arreglar su túnica.

Miró su cabello suelto y pensó en que Ming shixiong lo regañaría por no arreglarse bien.

—Ah, cierto, irás a buscar a tu alma gemela—Tianlang-jun sonrió—. Ese maestro tuyo debe ser tan cruel y frío como para tenerte perdido en las nubes. Ah, me recuerda a mi Xiyan.

Binghe suspiró e ignoró a su padre. Tianlang-jun resultó ser muy diferente a lo que las historias decían. Lo retrataban como un demonio fuerte y salvaje, feroz y capaz de liderar un ejército de un millón de demonios.

Sin embargo, el demonio que Luo Binghe conocía, no era más que un holgazán que disfrutaba de las novelas subidas de tono, alegando que eran verdaderas obras de arte romántico.

—Tengo una familia allá, hermanos que me esperan y un maestro que está esperando a verme otra vez—dijo terminando de arreglar su túnica.

Quizás fue inconsciente, pero se había negado a usar las mismas túnicas que había usado en el pasado. Tal vez porque quería evitarle malos recuerdos a su shizun.

—Ah, mi pequeño, solo recuerda que el cuerpo de un hombre no es igual al de una mujer. Hay partes que necesitan lubricarse antes de ser usadas—le recordó Tianlang-jun.

Binghe notó el rostro sombrío de Zhuzhi-lang, pero su fiel primo no había dicho nada al respecto, solo cargando a su molesto tío en la espalda.

Esperaba que su shizun nunca tuviera la desgracia de conocer a su suegro.

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Mobei-jun le explicó que, dentro de la casita de bambú, podría estar a salvo. Tal y como él estaba a salvo en la oficina de Shang Qinghua. La protección especial que usó, que solo funcionaba en un limitado espacio, lograría evitar hacer saltar las alarmas de la secta. Mientras no saliera de la casita de bambú, Luo Binghe estaría seguro.

No había nadie cuando se teletransportó con XinMo. La casita de bambú estaba vacía, por lo que shizun debía estar dando clases o en una reunión de señores de pico. Sea como sea, Binghe no planeaba salir de ahí.

Fue a la habitación de shizun, un lugar que nunca había sido capaz de ver a profundidad pero que, de alguna manera, podía recordar. No había cambiado nada en ese tiempo, los muebles estaban donde siempre y no había nada nuevo para agregar. Su shizun nunca parecía muy interesado en tener cosas de lujo en su cuarto, solo manteniendo algunas cosas de jade y un guqin que si bien lucía en perfectas condiciones, Binghe sabía que era viejo. Se preguntó si había pertenecido al shizun de Shen Qingqiu o quizás algún viejo regalo de Yue Qingyuan. No lo sabía y no era importante.

Sintió la presencia de su shizun acercarse a la casita de bambú y supo que pronto podría volver a verlo. Así que pacíficamente, fue acercándose hacia la sala, donde su shizun entraría.

Tan hermoso y tan inalcanzable como siempre se vio. Con el cabello atado en una corona de plata y jade, cayendo en cascada por su espalda, tan negro como la noche y tan suave como la seda. La piel tersa y pálida, como jade pulido, sin una sola imperfección o marca. Los ojos de fénix, tan oscuros y profundos, tan misteriosos y brillantes. Una nariz recta y unos pómulos altos. El rostro elegante de un erudito.

El precioso rostro del hombre del que estaba profundamente enamorado.

Shen Qingqiu se sorprendió al verlo, pero esa sorpresa no escondía miedo. Era puramente sorpresa, mezclada con algo de alivio. Binghe amó esa mirada en sus ojos, una mirada que no había logrado obtener en su primera vida. Pero ahora...ahora era suya, ahora Shen Qingqiu podía ser suyo. Podía amarlo y cuidarlo, atesorarlo y no dejar que otros volvieran a hacerle daño. Ni siquiera él mismo.

Hablar con Shen Qingqiu, estar en su compañía había sido agradable, uno de los momentos que más disfrutó y que le hizo olvidar toda la mierda que vivió, todas las incertidumbres y los dolores.

—¡Papá! ¡Mira!—dijo un niño, entrando a la casita de bambú corriendo.

Era regordete, con mejillas esponjosas y el cabello atado en un moño desordenado. Llevaba las túnicas de QingJing, a pesar de que seguro no pasaba los seis años. El niño, al notarlo, se escondió detrás de shizun y se asomó para mirarlo.

—¿Qué son esos modales? Tienes que saludar.

—Uhm...hola—dijo bajito y tímido, todavía escondido detrás de shizun.

Era adorable y, a pesar de la manera en que llamó a shizun, él sabía que no era su hijo biológico. La edad no concordaba en absoluto con el tiempo que estuvo afuera. Entonces, ¿de dónde había salido ese niño?

—Shizun—dijo Yingying ingresando—, perdón pero es que...

Ella enmudeció al verlo. Sus ojos abiertos de tal forma que parecía que se le saldrían de sus cuencas.

—Fu-er, te dije que shizun debía estar...—y Ming Fan le siguió, empujando la puerta para cerrarla luego de entrar tras shijie.

Binghe se sintió cohibido de repente, recordando a la partida BaiYe. Se levantó y, bajando la mirada, saludó a sus hermanos marciales.

Cuando cayeron en cuenta de que Luo Binghe estaba ahí, su shijie fue la primera en saltar a abrazarlo. Sus delgados brazos lo atraparon con fuerza, apretándolo contra su pequeño cuerpo. Binghe no recordaba que Ning shijie tuviera esta fuerza, ni siquiera de antes de saltar al Abismo. Ella debió haber entrenado todos estos años.

Cuando se separó de él, miró hacia atrás, hacia Ming shixiong. Su hermano estaba petrificado en su lugar, como si fuera incapaz de reaccionar. Binghe se sintió más cohibido, pero sabía que no podía ocultar a BaiYe por siempre, así que sacándola pidió perdón a su shixiong y le ofreció la espada rota.

Ming Fan arrojó la espada y lo estrechó entre sus brazos, una fuerza que podría haberlo aplastado, pero Luo Binghe no era débil, él podía aguantar.

Además, él también anheló volver a abrazar a Ming shixiong otra vez.

Al final, la casita de bambú se llenó de sus hermanos marciales, quienes lo llevaron a la cocina para que preparara un banquete para todos ellos, quienes se habían preocupado por él en estos tres años. Estuvo rodeado de todos aquellos que siempre lo ayudaban a cocinar, aquellos que acostumbraban a su forma de moverse en la cocina, de cortar las verduras, de cocer el arroz.

Binghe había disfrutado de cocinar para su madre y a veces, en el pasado cuando estaba aburrido, le gustaba cocinar para distraer su mente. Nunca pensó que cocinar con sus hermanos marciales sería mucho mejor que hacerlo solo. Incluso solía ser divertido, en especial cuando Lu Song se metía en la cocina, más para distraerlos con charlas que para ayudar en la cocina. Lu Song era bueno distrayendo con una charla sin sentido, pero que, en ese momento, tenía toda la lógica del mundo.

Cuando terminaron y llevaron la comida a la mesa, Binghe se aseguró de sentarse al lado de Shen Qingqiu. Sin embargo, el pequeño y regordete Shen Fu se metió entre ellos, sentándose para comer. El niño se notaba realmente encantado con él, encandilado por su gran tamaño y su imponente figura.

Era un pequeño adorable. Todo mejillas y con un gusto bastante grande por los tanghulu. Shen Qingqiu lo regañaba por eso, pero era el mismo Shen Qingqiu quien también comía demasiados tanghulu. Entre él y Shen Fu se habían comido casi todos los que habían hecho.

El niño le hablaba, contándole sobre cosas que sus gege y jiejie le contaban, hablando de los caracteres que podía escribir y de los juguetes que sus tíos y sus hermanos le habían regalado. Su favorito ahora era el dragón que hacía clanck, clanck, clanck. Pero también le gustaba jugar con la espada de madera, aprendiendo técnicas nuevas para combatir monstruos feos. Shen Fu esperaba alguna vez ser tan fuerte como para golpear al tío Liu por molestar a su papá. Binghe lo alentó a hacerlo.

Cuando el niño comió hasta saciarse, se apoyó en shizun luego de que este lo tomara en brazos al ver que los ojos del niño parecían comenzar a cerrarse por su cuenta. Al final, Shen Fu se apoyó en el hombro de shizun y pronto se durmió, con la boca llena de caramelo y el dragón que se articulaba agarrado débilmente en su mano. Shen acariciaba su espalda, mirando de reojo al pequeño niño en sus brazos. Una calidez que nunca antes vio se reflejó en ese par de ojos de fénix. Una calidez tan dulce y adorable, una que alguna vez vio en sus esposas cuando tenían en sus brazos a sus pequeños hijos recién nacidos.

Un amor tan puro como ese, era algo que Binghe había visto pocas veces. Una idea se precipitó a su mente y pensó en lo hermoso que sería que él fuera el padre de ese niño y que lo estuvieran criando junto con shizun. Ser el otro padre de Shen Fu no le molestaba en absoluto.

Los días que vinieron después de regresar, fueron agradables. La rutina domestica resultó ser del gusto de Binghe y Shen Qingqiu, aunque este no lo dijera. El pequeño Shen Fu era tan adorable que dulce que Binghe disfrutaba de enseñarle cosas o simplemente jugar con él. El niño tenía una gran imaginación y tenía energía como para un mes entero. Siempre estaba hablando de esto o aquello, dibujando todo tipo de cosas y creando juegos disparatados que terminaban entreteniendo a Binghe. Era gracias a esta gran energía que el pequeño terminaba durmiendo una pequeña siesta a la tarde. A veces en su cuarto y otras veces a la sombra de un árbol, en brazos de Ning shijie, Yang shixiong o Mu shixiong.

Durante la tarde la rutina de Binghe cambiaba. Había veces que se iba al reino demoniaco si tenía asuntos que atender, pero si no, simplemente se quedaba ociosamente en la casita de bambú, ordenando las cosas o limpiando. O bien recibiendo visitas, como la de ese día.

—Ah, quisiera ir al melocotonero—suspiró Binghe, viendo la canasta llena de melocotones que Ming Fan trajo ese día.

—Si quieres, pero tendrás que tener a XinMo preparado para salir volando o todos vendrán por tu cabeza—dijo Ming Fan, tomando un melocotón para comenzar a comerlo—. Shidi tonto, ¿sabes cuántos melocotones se pudrieron en estos tres años?

Binghe sonrió tomando un melocotón rosado y grande. De repente su rostro mutó a uno serio y mientras miraba el fruto en su mano, habló.

—Encontré a mi padre—Ming Fan lo miró—. Supe la historia de mis padres. Tengo un primo también, es mitad serpiente.

—Ah.

Ming Fan le dio un gran mordisco a su fruta. Binghe sonrió.

—No es mejor que Ming-ge. Es un poco tonto y parece que le falta algo de materia gris.

—Por supuesto—Ming Fan sonrió—. ¿Qué tal es tu padre?

—Un idiota, lee muchos libros con contenido erótico diciendo que es romance del más puro.

—¿Ese demonio fue el que conquistó el corazón de la famosa discípula Su Xiyan?

—Aunque no puedas creerlo.

—Vaya—Ming Fan comió el melocotón—, el mundo está loco a veces.

—Sí, lo creo cada vez que recuerdo que Ning shijie te ama.

Contrario a la reacción que esperaba, Ming Fan sonrió.

—Yo lo creo cada vez que recuerdo que el shidi llorón y mimado que crie es el emperador del reino demoniaco

Binghe frunció el ceño y le arrojó el carozo del melocotón que Ming Fan había terminado de comer. Ming Fan tomó uno de los frutos maduros y comenzó a golpearlo con él, a pesar de que la fruta se abollaba y arruinaba, liberando su jugo en el cabello de Binghe.

Para compensar, Binghe comenzó a hacer lo mismo. No sería el único con el cabello pegajoso. Ming shixiong debía pagar por su osadía.

—¿Qué se supone que están haciendo?—preguntó Yang Chen, quien entraba a la casa de bambú con Fu-er en brazos, completamente dormido.

Mu Sheng estaba con él, sonriendo al ver a los dos llenos de jugo de melocotón y con todo el cabello desordenado.

—Nada, Yang shidi—dijo Ming Fan separándose de Binghe—. ¿Pasó algo?

—Uh, no, en realidad venía a dejarle a Fu-er a Luo shidi. Tenemos que entrenar antes de que anochezca.

—¿Entrenar?—preguntó Binghe sonriendo de lado.

Yang Chen se sonrojó hasta la raíz del cabello.

—¡Sh-shidi!—balbuceó, no tan alto para no despertar al dormido Shen Fu.

Binghe rio y luego de sacarse la túnica exterior que quedó pegajosa también, tomó con cuidado al pequeño Fu-er en brazos.

—Si lo dejas en su cama, seguirá durmiendo por media hora más—informó Mu Sheng ya que Yang Chen parecía incapaz de hablar, todavía completamente rojo.

—Lo tengo.

—Bien, nosotros ya nos vamos, tengo que quitar el jugo de melocotón antes de que se seque—dijo Ming Fan abriendo la puerta, Yang Chen y Mu Sheng salieron, dejándolo a lo último—. Bien, en un rato te traigo un cubo con agua tibia, papá Luo.

Binghe se sonrojó, mientras todavía acunaba a Shen Fu en sus brazos.

—Ming shixiong—regañó.

Ming Fan rio y salió de la casita de bambú.

.

Claro, como era de esperarse, los días de paz y felicidad en la casita de bambú tuvieron que terminar gracias a la única persona en el mundo que no sabía cómo mierda funcionaba una puta puerta. Liu Mono Bruto Qingge, en lugar de tocar como una persona civilizada, simplemente destrozó la puerta de una patada.

¡Justo ese día! ¡Ese día en que sus hermanos marciales habían acordado cuidar y distraer a Shen Fu para que él y shizun tuvieran una noche a solas!

¡Ese idiota estaba mejor muerto!

Gracias al dragón de Ming Fan, Binghe logró evitar la mayor parte de los ataques al escapar. Apenas estuvo fuera de CangQiong, simplemente usó XinMo para crear un portal y desaparecer. Su palacio le dio la bienvenida, tan grande y solitario que Binghe quiso gritar. Esto no se comparaba al calor de la casita de bambú, a la compañía de shizun y Fu-er.

Binghe suspiró, ahora no podría regresar a CangQiong hasta nuevo aviso. Al menos había llegado a comunicarle a sus hermanos marciales sobre Mobei-jun y sus visitas en AnDing, lo cual lo volvía el único medio de comunicación que ellos podrían usar para llegar a él ahora.

Mientras caminaba hacia su cuarto, pensó en el hecho de que ahora en CangQiong se sabría su secreto y no sabría si eso podría perjudicar a su familia en QingJing.

¡Maldito Liu Qingge! ¡Le rompería todos los huesos la próxima vez que lo viera!

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—Junshang—saludó Mobei-jun.

Binghe estaba en su despacho, distrayéndose un poco mientras esperaba a tener noticias de QingJing. No sabía si el escándalo que se formó ayer podría ser demasiado malo o no.

—¿Recibiste...?

—¡Gege!

Shen Fu saltó de los brazos de Mobei-jun y corrió hacia Binghe, aferrándose a sus piernas.

—¿Fu-er? ¿Qué haces aquí?

—¡Gege! ¡Tienes que ayudar a papá! ¡Unos hombres feos y malos se lo llevaron!

Miró a Mobei-jun, quien dio un paso al frente.

—Tus hermanos marciales y el líder de secta Yue me pidieron que lo trajera aquí contigo, donde podría estar seguro. El Viejo Maestro de Palacio Huan Hua arrestó a Shen Qingqiu por alojar a un demonio en su pico.

Lo sabía, sabía que algo malo tenía que pasar. Cargó a Shen Fu para tranquilizarlo. El niño se veía tan triste y abatido que todavía seguía derramando lágrimas.

—Ven, te quedarás en un lugar especial que hice, ¿sí? Este gege se encargará de traer a tu papá de nuevo contigo—dijo Binghe comenzando a caminar hacia la puerta, pero antes de salir se giró hacia Mobei-jun—. Diles a mis hermanos que yo me encargaré de todo.

Mobei-jun asintió y pronto desapareció, dejando que Binghe se fuera con Fu-er en brazos a la zona del palacio que había arreglado para que se viera igual que la casita de bambú.

—¿Gege en serio salvará a papá?—preguntó Fu-er, sus mejillas sonrojadas todavía por el llanto.

—Lo haré, Fu-er no tiene nada de qué preocuparse, este gege se hará cargo de todo.

Si alguien había osado a tocar a Shen Qingqiu, Luo Binghe lo prendería fuego.

.

Fue como un deja vu. No le extrañó saber dónde estaba Shen Qingqiu, después de todo parecía ser que la prisión de agua era el único lugar donde el Viejo Maestro de Palacio llevaba a todos los que tomaba de prisioneros. Pero que volviera a estar ahí...Binghe no creía que fuera bueno para shizun.

Teniendo en cuenta que Shen fue torturado y encerrado en ese lugar, entonces no debió conservar buenos recuerdos. En situaciones extremas como las que él pasó, desarrollar traumas al respecto no era extraño.

Al menos cuando fue por él, Shen Qingqiu no lucía mal. Al menos no tan mal como esperaba encontrarlo.

Le extendió su mano, deseando que la tomara, que lo eligiera. Y lo hizo, tomó su mano con fuerza y Binghe lo sacó de ahí. Lo sacó de ese lugar, un lugar al que nunca tuvo que regresar. Shen Qingqiu no debió volver a un lugar tan lúgubre y horrible como la prisión de agua. Él no merecía estar ahí. Su palacio era un mejor lugar.

Ver a Shen Qingqiu con túnicas que no eran de QingJing y el cabello completamente suelto, era un espectáculo a la vista. El cabello de su shizun era largo y espeso, tan negro como la noche misma y tan suave como la más costosa seda. La túnica se ajustaba bien a su firme y esbelta cintura, marcándola de tal manera que las manos de Binghe picaban por tocarla y acariciarla. Los colores también ayudaban a resaltar su belleza y dejaban de lado la apariencia de erudito frío que siempre veía en QingJing.

Por un momento se preguntó cómo se vería Shen Qingqiu de rojo. Seguramente sería lo más hermoso para apreciar.

Luego de dejarlo con Shen Fu, Binghe se volvió el visitante regular de la improvisada casita de bambú número dos. Su padre, quien se había enterado de la presencia de su alma gemela, quiso ir a conocer al famoso maestro de QingJing. Para evitar desgracias, Binghe lo envió al castillo helado de Mobei-jun, donde estaría con Zhuzhi-lang hasta que Shen Qingqiu regresara a su pico. Ni de chiste dejaría que ellos dos se conocieran. Su shizun no merecía ser castigado de esa manera.

La mayor parte de las veces, Shen Fu estaba con shizun, comiendo o jugando, o quizás escuchando una historia. Pero estaba y Binghe no podía conseguir tiempo a solas con shizun. Sin embargo, disfrutaba de esos momentos. Era un momento íntimo y hermoso ver a Shen Qingqiu pasar tiempo con su hijo, ya sea jugando con el niño o bien arreglando su cabello. Todavía no lo había sorprendido cantándole, pero eso era algo que Luo Binghe descubriría algún día. No iba a morir hasta escuchar la voz de shizun cantar, no cuando Fu-er decía que su papá tenía la voz más hermosa del mundo entero.

¡Binghe también merecía escuchar esa hermosa voz!

.

Shang Qinghua llegó acompañado del Hielo Parlante para comunicar que el Viejo Maestro de Palacio había llevado a juicio a los demás maestros de CangQiong. Binghe no sintió nada al respecto, los demás maestros de la secta le valían nada, pero saber que esto podría llegar a generarles problemas a sus hermanos marciales, solo lo preocupó. QingJing era fuerte, más de lo que había sido en el pasado, pero eso no quería decir que si eran invadidos por una horda de cultivadores ellos pudieran sobrevivir.

El Viejo Maestro de Palacio estaba llevando las cosas demasiado lejos. Binghe estaría muy feliz de entregarle este hombre a su padre para que se divirtiera eternamente con él.

—Binghe—llamó shizun cuando se reunieron para saber cómo deberían moverse a continuación—, ¿qué tanto control tienes con el paisaje onírico?

—Mucho mejor que Meng Mo—un demonio que, dicho sea de paso, ya no habitaba su cuerpo.

Meng Mo se había mostrado muy satisfecho cuando le entregaron a Linguang-jun, a quien Binghe tuvo que destruir mentalmente para que Meng Mo se hiciera con el control del cuerpo. Ahora, gracias a eso, era uno más de sus funcionarios y ayudaba mayormente en la región de Sha Hualing.

—¿Puedes proyectar algo para que los demás vean o solamente puedes hacerlo cuando duermen?

La pregunta tomó por sorpresa a Binghe, pero pronto entendió en parte el plan de shizun.

—Puedo proyectar lo que desee.

—Bien, necesitaré que lo hagas—Shen Qingqiu se levantó y le extendió su mano—. Ven, necesito tu ayuda para sacar a esos imbéciles con vida de un juicio de mierda que no se merecen.

Binghe sonrió, viendo que a pesar de que su shizun insultara a sus hermanos marciales, se preocupaba fuertemente por ellos. Tantas capas...a Luo Binghe le encantaba.

Tomando la mano de Shen Qingqiu, se levantó para seguirlo a pulir el plan. En el camino, mientras lo seguía, mandó una nota a Mobei-jun para que se encargara de hacer que todos los discípulos de QingJing fueran a su palacio y dejara unos cuantos demonios custodiando la secta. También tomó a Sha Hualing, que pasaba cerca de ellos, y le indicó que debía ayudarlos. Shen y Binghe sabían que las espadas de los maestros de CangQiong no las tendrían con ellos, así que necesitaban de alguien fuerte que pudiera ir y recuperarlas.

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Engañar a un montón de idiotas no era difícil, Binghe lo había hecho en el pasado infinidad de veces. Así que cuando todos creyeron en lo que había proyectado, mientras con Shen Qingqiu los distraían con una charla estúpida, Binghe simplemente quiso reír. Nadie en este juicio tenía la inteligencia suficiente para darse cuenta de lo que verdaderamente pasaba.

En su primera vida, cuando usó esta técnica con Shen Qingqiu, su shizun se había dado cuenta de la mentira y no cayó, simplemente intentando zafarse de alguna manera de la tonta ilusión. Pero nunca lo creyó.

Cuando regresaron al palacio, aprovechando el momento para atrapar a shizun de la cintura y sentir esa tentadora parte en su mano, descubrió que Mobei-jun consiguió salvar a sus hermanos marciales. Ming Fan y Ning Yingying estaban bien, todos estaban a salvo ahí. Aunque once de ellos tuvieron que quedarse para que los demás estúpidos no temieran a los demonios de Luo Binghe.

Eran unos estúpidos.

—Shizun—dijo Binghe cuando llevó a Shen a su habitación privada por pedido de este mismo—, ¿tiene una idea de cómo conseguir información sobre el Viejo Maestro de Palacio?

—Usa el paisaje onírico, vamos a ver su pasado.

Binghe quiso decirle que no podía, que lo había intentado muchas veces antes, pero nunca lo logró. Sin embargo, en esta ocasión no estaba queriendo buscar información para él, sino para shizun. Y algo que Binghe no quería hacer era decepcionarlo. Así que preparando todo, tomó la mano de shizun y lo ayudó a acomodarse en un montón de almohadas para que, cuando cayera dormido, no se hiciera daño.

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A pesar de ir de un lado a otro con shizun y estar atento a su entorno por si eran atacados, Binghe no podía sacar de su cabeza el parecido del antiguo discípulo principal de QingJing con su shizun. No estaba seguro de la edad de Shen Qingqiu, así que no sabía qué tipo de parentesco tenía con Sheng Qing. Además, no conocía mucho de su pasado. Sabía que fue un esclavo, cuyo nombre era Jiu, y que fue comprado por los Qiu. Lo que no sabía, era si su propia familia lo vendió o bien fue abandonado y encontrado por esclavistas. La duda lo persiguió, pero se olvidó de eso cuando vio a Tang Huaying, una antigua miembro de su harén.

La mujer era una belleza única que nunca antes había conocido. También era una cultivadora talentosa y de gran poder, pero lideraba una pequeña y olvidada secta. Binghe lo encontraba como un desperdicio de talento y cuando se lo dijo, Tang Huaying amablemente lo mandó a la mierda, con una educación y elegancia que solo había visto en Shen Qingqiu.

No le había dejado otra opción que amenazar su secta para obligarla a casarse con él. No porque le interesara, sino porque Binghe no había aceptado su rechazo. Era la primera mujer que por más que intentó de mil maneras, no pudo conquistar. Incluso, solo para ser ligeramente piadoso, aceptó solamente su condición de, como mucho, consumar el matrimonio. Pero si quería servicio de cama, ya no podía recurrir a ella y debía ir con sus demás mujeres. Por consideración, Binghe aceptó y solo se acostó una sola vez con la mujer, quien parecía más distraída en su mente que concentrada en el momento.

Fue la primera mujer que no disfrutó de acostarse con él y solo en esta vida supo que era porque Tang Huaying estaba profundamente enamorada de Sheng Qing.

Por un instante, Binghe sintió envidia de Sheng Qing por hallar a una persona que sin importar el tiempo que pasara, jamás estaría dispuesta a enamorarse de nadie más. Un amor tan grande y tan puro, un corazón tan obstinado y fiel.

Tang Huaying no era muy diferente a él cuando caía completamente enamorado.

Un pinchazo de culpa se instaló en su corazón por lo que le hizo a esa mujer, que simplemente aceptó el acuerdo para mantener a la shimei de su amado y a sus demás miembros a salvo de su locura.

Al menos en esta vida no le había hecho nada.

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—Binghe—shizun llamó a XiuYa a su mano—, busca a tus hermanos, asegurate de que estén a salvo.

—Shizun, usted...

—Yo voy a estar...

—¡Shen shixiong! ¡Luo shizhi!

Binghe se giró hacia la rata de AnDing, la cual era salvada por Mobei-jun porque con el fuego a su alrededor difícilmente hubiera llegado corriendo ahí con vida.

Lo ocurrido en CangQiong solo se podía describir como caos. Casi todos sus demonios habían sido asesinados y muchos discípulos estaban heridos. El miedo de que alguno de ellos fuera alguno de sus hermanos marciales, lleno el corazón de Binghe de terror. Así que por más que deseara quedarse con shizun, sabía que rodeado de sus hermanos marciales estaría bien, así que se marchó con Mobei-jun para asegurarse de que los once miembros de QingJing que habían quedado ahí siguieran con vida.

—Asegúrate de buscar a los miembros de QingJing y dejarlos en un lugar seguro.

—Sí, Junshang—tan pronto recibió la orden, Mobei-jun se fue.

Binghe siguió su camino, matando a cuanto cultivador que no fuera de CangQiong se encontrara en el camino. Todos mutilados por XinMo, partes de sus cuerpos derramando sangre por todo el suelo y tiñendo más de rojo el pico.

A cada paso que daba, Binghe veía las túnicas de los discípulos que peleaban, sin encontrar las verdes a las que tanto acostumbraba. ¿Dónde estaban sus hermanos marciales? ¡No podían estar heridos!

En medio de su frenesí, donde XinMo mató a tantos cultivadores como estuvieran a su alcance, Binghe notó una túnica verde luchando contra tres cultivadores. La túnica estaba manchada de sangre y Binghe se apresuró a ayudarlo, decapitando a los tres cultivadores de una sola vez.

—Luo shidi—dijo Wu Ling, cuyo brazo izquierdo caía inerte por la flecha que atravesaba su hombro todavía.

—Wu shixiong, ¿cómo...?

—Ayuda a Yang shidi, yo al menos todavía puedo estar de pie—lo interrumpió Wu Ling, haciéndose a un costado para mostrar a Yang Chen, a quien estaba protegiendo de esos cultivadores.

Su shixiong tenía el costado derecho de la túnica llena de sangre mientras se sostenía la herida abierta. Una flecha traspasaba su muslo, manchando su pantalón con más sangre y otra flecha se había clavado en su mano libre, motivo por el cual no podía moverse demasiado para defenderse.

—¡Shixiong!—gritó agachándose al instante frente a Yang Chen.

El chico todavía estaba consciente y le sonrió al verlo.

—Luo shidi—susurró porque la pérdida de sangre lo había debilitado.

—¿Cómo...terminaste así?—Binghe rápidamente comenzó a atender sus heridas, sacando de sus mangas las medicinas que había traído del mundo demoniaco.

—Tenía que...defender a...AnDing...

Binghe frunció el ceño, dudando de sacar la flecha de la mano de Yang Chen para no causarle dolor.

—Esos malditos inútiles—gruñó enojado, viendo a su shixiong en ese estado.

Yang Chen le jaló el cabello ya que la herida sangrante estaba siendo atendida por Wu Ling.

—Shidi...no seas...así...

—Pero si esos inútiles fueran capaces de hacer algo, shixiong no hubiera terminado así.

Al final, arrancó la flecha y comenzó a atender la herida para evitar que sangrara tanto. Yang Chen no necesitaba perder más sangre.

—¿Quién dice...que son inútiles?—dijo Yang Chen, siseando cuando Binghe pudo la medicina en su mano—Que no sepan pelear...no quiere decir...que sean inútiles...Y si no saben pelear...eso es culpa de los demás...que los usan como sirvientes...No tienen nunca tiempo libre...Dime, shidi, ¿cómo podrían...aprender a pelear...así?

—Yang shidi, es mejor si dejas de hablar—dijo Wu Ling atendiendo la herida profunda del costado.

Yang Chen asintió y se quedó callado, mientras atendían sus heridas. Pero su vista jamás estuvo en ellos, sino en su alrededor, a la defensiva para alertarlos. Para su suerte, algunos discípulos mayores estaban cubriéndolos, solo tenían que moverse rápido.

Binghe no quiso pensar mucho en lo dicho por Yang Chen ni darle la razón, porque entonces no podría estar enojado con AnDing y él quería estar enojado con AnDing al menos un poco. Sí, que no sean inútiles no quiere decir que no estará enojado con ellos por no poder proteger a su shixiong como debían hacer.

De repente, los redondos ojos de Yang Chen se abrieron y su boca se abrió para dar una advertencia. Sin embargo, antes de decir palabra alguna, la sangre salpicó la espalda de Luo Binghe y la mirada de su shixiong se relajó.

—Lu shidi, justo a tiempo—dijo Wu Ling, suspirando tranquilo cuando vio a su shidi ahí.

Binghe terminó con la sangrante herida del costado y se giró hacia Lu Song.

—¿Cómo está Yang shidi?—preguntó preocupado acercándose con su espada manchada con sangre.

—Bien, o bueno, tan bien como puede estar. Necesita que alguien lo cure y estar en un lugar seguro, no aquí—dijo Binghe viendo la flecha todavía en el muslo de Yang Chen—. ¿Shixiong puede ayudar a Wu shixiong con sus heridas?

Lu Song no esperó más, simplemente se acercó a Wu Ling y comenzó a curarlo, mirando de reojo a Yang Chen.

—Ah, Mu Sheng va a estar furioso en cuanto te vea. Si yo ya lo estoy, no me quiero imaginar él—comentó Lu Song arrancando la flecha del hombro de Wu Ling.

—¡Más cuidado, animal!—se quejó Wu Ling.

Lu Song le sacó la lengua justo cuando llegaron los demás miembros de QingJing, todos en compañía de Mobei-jun. Mu Sheng no tardó en correr hacia Yang Chen, viendo sus heridas y haciendo que su mirada se volviera sombría.

—Junshang, vienen más cultivadores—informó Mobei-jun.

—Luo shidi—dijo Lu Song, tomando la mano de Binghe—, ahora que estamos todos juntos, estaremos bien. Ve con shizun.

—Sí, shizun está más en peligro que nosotros—dijo Mu Sheng, agarrando en sus brazos a Yang Chen—. De camino aquí, vi que los maestros de CangQiong estaban siendo rodeados. —Shidi, tienes que ir a ayudar a shizun—dijo Wu Ling, siseando por el dolor mientras Lu Song lo curaba.

Binghe no estaba seguro de si debía dejar a sus hermanos marciales ahí o no. Dejarlos podría ser más peligroso, solo con ver el estado de Yang Chen podía darse una idea. Por otro lado, sabía que ir con shizun sería desobedecer en parte sus órdenes, que implícitamente le estaba diciendo que cuidara de sus hermanos marciales. No obstante, ahora sus hermanos marciales estaban unidos y podrían defenderse de esos cultivadores. Sin contar el hecho de que había más discípulos con ellos, de otros picos que no eran AnDing, que podrían ayudarlos en caso de ser rodeados. Además, Luo no se iría al otro lado del mundo, solo a otra parte del pico QiongDing.

Todavía dudando de lo que debería hacer, Luo Binghe dejó a sus hermanos marciales y fue en busca de su shizun. Mobei lo siguió, pero sabía que no era para asegurar su bienestar. Binghe podría sobrevivir a esta mierda sin problemas. Solo iba con él porque su rata había quedado olvidada donde su hermoso shizun estaba.

La sangre salpicó por todos lados cuando Binghe se apresuró en llegar donde shizun estaba junto con sus hermanos marciales. Peleaba junto con Chen Xiaoyun, mientras Shang Qinghua se mantenía a un lado intentando no estorbar, una espada en su mano que resultaba tan inútil como sus discípulos. Sintió a su frío general congelar más el ambiente a su alrededor cuando notó a Shang Qinghua, quien podría estar en peligro si su shizun y la otra cultivadora no bloqueaban algo a tiempo.

De repente, la sangre se congeló en sus venas al ver a Shen Qingqiu ser amenazado por un cultivador cuya aparición fue tan repentina, que ni Luo Binghe ni Mobei-jun lograron verlo. La carrera que ya estaban haciendo se aceleró en ese momento y pronto ambos llegaron donde ese desgraciado estaba.

—¡Shizun!—gritó Binghe elevando a XinMo para decapitar a ese hijo de puta.

Pero ni él ni Mobei-jun, esperaron que el bastardo se pudiera defender de ambos ataques y los contrarrestara prácticamente con la misma intensidad. Binghe voló hacia atrás, incrédulo por haber sido repelido de esa forma.

En el momento en que se levantó de nuevo para regresar, shizun y los demás maestros de CangQiong habían desaparecido.

—¡Luo shidi!

Cuando Binghe se dio la vuelta, vio a Ming Fan con sus pinceles en las manos y la mirada sorprendida.

—Shixiong...

—¿Qué...pasó?

.

Tan pronto los maestros desaparecieron, los demás cultivadores se retiraron de CangQiong, dejando a los discípulos con un vasto territorio quemado y personas heridas. Sin contar los cientos de cadáveres que decoraban el suelo. Todo eso fue dejado a los cientos de discípulos, que solo podían mirar la devastación de su secta sin saber qué debían empezar a hacer. ¿Cómo se empezaba a trabajar en una secta casi destruida?

Sha Hualing estaba cerca de él, atendiendo a los demonios que habían logrado salvarse. La santa demoniaca estaba en silencio, vendando una herida, pero se podía notar la molestia en su mirada. Ella ya no era una niña inmadura, gracias a las ordenes de Binghe y su guía, Hualing era un poco más sensata que la mujer que conoció en su primera vida.

Mobei-jun se notaba nervioso, dentro de lo poco que demostraba facialmente. O corporalmente en general. Solo estaba de pie después de todo, pero la ligera arruga en su entrecejo decía mucho.

Binghe lo entendía, tenían que hacer algo, pero no sabía todavía qué. No sabía por dónde empezar o lo que debían hacer. Solo sabía que tenía que rescatar a shizun de las garras del Viejo Maestro de Palacio. Su mente era un caos y lo hacía sentir un idiota. Era un emperador demonio, alguien que había conquistado territorios de norte a sur, ¿cómo es que ahora no podía hacer algo tan simple como rescatar a su shizun? Se sentía un incompetente.

No había sido capaz de evitar que Yang Chen y Wu Ling salieran heridos, no había sido capaz de salvar a shizun. ¿De qué servía tener tanta fuerza y un ejército de demonios completo si no le servía de nada? ¡Todos habían muerto y la secta había sido quemada!

—¡Shidi!

Binghe se giró ante la voz de Ming Fan, que se acercaba corriendo hacia él en compañía del discípulo principal de QiongDing.

—Shixiong, ¿ha pasado algo?—preguntó preocupado.

—Necesito que nos ayudes a reunir a todos los discípulos de CangQiong aquí, tenemos que hablar con todos.

Binghe no cuestionó, sabiendo que Ming Fan tenía algo en mente, simplemente obedeció. Arrastró con él a Mobei-jun y Sha Hualing para arrastrar a todos los discípulos que pudieran moverse hacia donde Ming Fan y el discípulo de QiongDing esperarían. Llevaron a todos, quienes los siguieron porque, la verdad sea dicha, no había nada más para hacer. Lamentarse y llorar en una secta quemada no parecía ser la mejor actividad del día.

Cuando todos estuvieron reunidos, con discípulos principales incluidos, Binghe se acercó a su shixiong y se paró a su lado.

—¿Por qué nos reunimos?—preguntó un discípulo del pico HePing.

—Ming shidi dice que tiene una idea para salvar a los maestros de CangQiong—informó el discípulo de QiongDing mirando a Ming Fan—. Shidi, ya estamos todos aquí, ¿puedes decirnos de qué trata esa idea?

Binghe miró a su shixiong, quien apretó los puños nervioso. Ming Fan estaba acostumbrado a hablar para sus hermanos de QingJing, no para toda la secta.

Cuando abrió la boca para hablar, un discípulo de BaiZhan rio burlón.

—¿Salvarlos? ¿En serio crees que un grupo de discípulos es capaz de salvar a los señores de pico cuando ni ellos mismos pudieron con el enemigo? No seas idiota.

Binghe y otros miembros de QingJing que estaban ahí iban a defender a su shixiong, cuando este mismo alzó la mano para detenerlos.

—Shidi, enojarme contigo por tu falta de respeto es un esfuerzo innecesario, este shixiong ya tiene suficiente con el secuestro de su shizun y la destrucción de la secta que era como su hogar como para lidiar con un hombre que no sabe dónde arrojar su ira—la voz de Ming Fan era tranquila, pero tenía un toque de cansancio—. Así que solo responderé a tus preguntas con el respeto que me has negado: Sí, sí creo que somos capaces de salvar a nuestros maestros.

La forma de hablar de Ming Fan y sus palabras, que no eran irrespetuosas ni eran dichas en un tono venenoso, incapacitó al idiota de BaiZhan para responderle. Binghe sonrió, este Ming Fan, este hombre, era en verdad un discípulo principal ejemplar.

Ning Yingying, quien estaba entre la multitud, sonrió al escuchar a su novio hablar de esa manera.

Los demás, por su parte, cuando escucharon a Ming Fan, simplemente no supieron cómo reaccionar.

—Ming shidi—llamó el discípulo principal de QiongDing—, disculpa a este shixiong por no poder creer en tus palabras, pero ¿cómo crees que eso podría ser posible? Todos sabemos que los maestros de CangQiong tienen que estar en la prisión de agua, entonces ¿cómo los sacamos de ahí? Huan Hua entera estará llena de cultivadores, no podremos hacer demasiado para llegar a ellos.

—Solo lograrás que nos encierren junto con nuestros maestros—dijo un discípulo de WanJian.

—No es así—afirmó Ming Fan, tan firme como las montañas—. Una vez, hace años, shizun nos contó una historia donde los doce picos de CangQiong peleaban contra un décimo tercer pico rebelde que practicaba la cultivación demoniaca. No vale la pena contar la historia ahora porque no tenemos tiempo, pero lo importante de la misma es que hablaba de unión. La unión hizo que los doce picos ganaran la pelea que anteriormente habían perdido por pelear cada uno por su lado. Si estamos unidos, entonces podremos enfrentarnos a Huan Hua. Todos nosotros tenemos habilidades únicas, ningún pico es igual al otro, si nos combinamos entonces seremos mejores que todos los discípulos de Huan Hua juntos. En nuestras diferencias está nuestra fortaleza.

Hubo un momento de silencio hasta que un miembro de BaiZhan habló.

—¿En serio? ¿Y qué tiene de especial el pico HePing como para ayudarnos? ¿Y el pico AnDing? ¡Ninguno de ellos es un pico guerrero! Solo se pelean por el último lugar en el Duelo Anual de los Doce Picos.

—Shidi, a la guerra no van solo soldados. Si fueran solo soldados que pensaran con los músculos, entonces me temó que no llegarían muy lejos y perderíamos cada batalla—dijo Ming Fan, teniendo una gran paciencia con brutos como los de BaiZhan—. Los discípulos de HePing no son muy buenos con la espada, pero los he visto ser hábiles con el arco y flecha. Los miembros del pico AnDing no tienen grandes habilidades de lucha, pero si cayeras al suelo por una herida, incapaz de luchar, ellos serían los únicos capaces de levantarte para llevarte a lugar seguro.

—Podríamos hacer eso—dijo Sun, el discípulo principal de AnDing—, estamos acostumbrados a cargar con los pedidos pesados de cada pico. Pero si estamos en medio de la guerra, entonces no es probable que lleguemos muy lejos. Incluso si alguno de los nuestros está para ayudarnos.

—¿Y si un miembro de BaiZhan o WanJian los ayudara?—preguntó Ming Fan.

El pequeño discípulo de AnDing lo pensó.

—Bueno, en ese caso no sería imposible llegar a terreno seguro.

—¿Y por qué debo hacer de su guardaespaldas? ¿Qué ha hecho él por mí?—preguntó el mismo miembro de BaiZhan que parecía no querer quedarse callado.

Ming Fan se acercó a él, pasos tranquilos. Su mano tomó la túnica del idiota, pero no de manera amenazante, sino como si apreciara la tela.

—¿Qué hizo él por ti?—preguntó Ming Fan alzando la mirada—¿Quién llevó esta túnica hasta tu pico?—soltó la tela para usar esa misma mano y golpear suavemente con el dorso el vientre del idiota—¿Quién llevo los alimentos de tu desayuno, almuerzo y cena?—con su dedo, picó la empuñadura de la espada—¿Gracias a quién tienes tiempo libre para entrenar todo lo que tú deseas?...Shidi sabe pelear, pero eso no lo convierte en un guerrero. Un guerrero no desprecia a los más débiles ni a quienes los ayudan, un guerrero no olvida que a pesar de todo sigue siendo un hombre como todos los demás. La diferencia está en que ese hombre se volvió un guerrero gracias al sacrificio de alguien más. Y ese sacrificio es algo que jamás se debe olvidar.

Ming Fan sabía dónde golpear a los miembros de BaiZhan, que decían ser grandes guerreros, pero que parecían olvidar la esencia detrás de ser un guerrero. No se trataba solo de saber pelear, era mucho más que eso. Se trataba de honores, de valentía, de voluntad. Pelear y romper cosas, eso lo hacían muchas personas, pero eso no los hacía guerreros.

Binghe imaginó a Yang Chen, sonriendo orgulloso por las palabras de su shixiong. Luego de años defendiendo a sus amigos en AnDing, luego de años de hablarle de ellos y de llevarles comida, al final resultó ser que Ming Fan siempre escuchó cada palabra y valoró cada acción del pico AnDing.

El idiota de BaiZhan apretó los labios, pero ya no habló, para fortuna de los oídos de Binghe. Otro miembro de BaiZhan dio un paso al frente. Binghe lo dio también, por si el idiota quería lastimar a su shixiong.

—En ese caso—habló más tranquilo—, ¿cómo se supone que podremos unirnos para luchar? Sí, todos tenemos nuestras habilidades, ¿pero cómo complementas eso?

—Ahm, bueno, yo tengo la misma duda—dijo Sun jugando con sus manos de manera nerviosa—. Agradezco las palabras de shixiong, generalmente nunca recibimos tanta amabilidad, pero este shidi no puede evitar pensar en que de todas maneras nuestra ayuda es inútil.

Fue entonces cuando Ming Fan sonrió, nadie entendía por qué, él solo lo hizo.

—Sun shidi, respóndeme algo, ¿qué es lo que los demás creen del pico AnDing? Más allá de CangQiong, hablo.

Todos se sorprendieron con la pregunta. Muchos se daban una idea de lo que se pensaba, pero solo los de AnDing lo sabían mejor que nadie.

—Uhm, bueno, todos saben que no somos buenos peleando. Siempre se burlan de nosotros por eso. También dicen que somos unos cobardes y que lloramos fácilmente cuando nos sentimos amenazados, suplicando por piedad de manera patética—Sun se sonrojó por sus palabras.

La verdad lo entendía, no era algo admirable el llorar y suplicar, no para un cultivador de una prestigiosa secta.

Eran la burla del mundo de la cultivación.

—Entonces, eso es perfecto—dijo de repente Ming Fan sorprendiendo a todos—. Tengo un plan en mente, sin embargo, necesitaré que todos estén dispuestos a comprometerse con el mismo. Un paso en falso podría dificultar las cosas para todos.

—Ah, shixiong—Sun dio un paso al frente, todavía nervioso—, este shidi está dispuesto a ayudar si eso salva a shifu, pero no creo que nuestra reputación sea de mucha ayuda para el plan.

—Pienso lo mismo—dijo una discípula de XianShu—, una mala reputación nunca es buena.

—No lo es, lo sé mejor que nadie, ¿acaso olvidaron quién es mi shizun?—preguntó Ming Fan, había un borde molesto en su voz a pesar de que intentó mostrarse tranquilo—Sin embargo, eso no quiere decir que no podamos usarlo a nuestro favor. La gente se deja llevar siempre por rumores, lo cree sin investigar un poco más al respecto, así que ¿por qué no nos aprovechamos de eso?

—¿Pero cómo podría aprovecharse eso?—preguntó un discípulo de QianCao confundido.

—Bueno, eso solo puede aprovecharse si los miembros de BaiZhan están dispuestos a ayudar.

Todos se mostraron confundidos, pero fue el discípulo principal de QiongDing quien entendió.

—¿Hablas de hacer pasar a los discípulos de BaiZhan como discípulos de AnDing?

Aunque la idea era rara y loca, el discípulo de QiongDing mostró cierto brillo de felicidad. Como si la idea le gustara.

—Exacto.

—¿Cómo?—preguntó un chico de KuXing.

—¿De qué manera reconoces a un miembro de tu secta si no conoces su cara?

Binghe sonrió al saber la respuesta, pero milagrosamente fue un miembro de BaiZhan quien dio la respuesta.

—Por su túnica.

—Exacto—sonrió Ming Fan—, si se ponen sus túnicas, entonces nadie se daría cuenta.

—Pero los cuerpos de BaiZhan no lucen iguales que los de AnDing—comentó un discípulo de HePing.

—No todos—dijo un discípulo de BaiZhan dando un paso al frente—, si no fuera por mi túnica, no me vería muy diferente a ellos.

—Sí, opino igual—dijo otro dando un paso al frente.

Este miembro de BaiZhan en verdad tenía una contextura muy similar a la de Sun. Si no fuera por sus túnicas, en verdad no sabrías de qué pico eran.

Cuando todos comenzaron a entender de cierta manera los planes de Ming Fan, el ánimo comenzó a elevarse. Si todos usaban sus habilidades, aquello que los destacaba, podrían hacer algo para salvar a sus maestros y vengarse de Huan Hua.

—Es por eso que necesito que todos estén dispuestos a ayudar, si no creen ser capaces de apegarse al plan, entonces no lograremos llegar muy lejos—dijo Ming Fan, volviendo a su lugar entre el discípulo principal de QiongDing y Binghe para golpear el hierro ahora que estaba caliente—. Somos discípulos de CangQiong, la secta de cultivo número uno, nuestros maestros nos entrenaron para que en un futuro nosotros seamos capaces de encargarnos de ella. Quedarnos hoy aquí, lamiéndonos las heridas, ¿no sería lo mismo que ignorar todo lo que nos han enseñado?

El discípulo de QiongDing puso una mano en el hombro de Ming Fan y sonrió. Binghe puso su mano en el otro hombro de Ming Fan, mirando de reojo al tonto del primero pico.

—Más allá de nuestras diferencias, todos entramos aquí y nos volvimos hermanos. Esta es nuestra familia y hoy Huan Hua la ha atacado. Quemó nuestro hogar, hirió a nuestros hermanos y se llevó a nuestros maestros. Como discípulos, como miembros de esta secta, ¿permitiremos eso? ¿Dejaremos que nos perjudiquen de esta manera?—habló el futuro líder de secta, su voz era firme e imponente.

Hubo varios gritos de No, varias personas alzando su voz para hacerse escuchar. Todos elevando sus ánimos por las nubes.

Binghe vio entre la multitud a Chen Xiaoyun, cuya mirada estaba fija en Ming Fan con tal orgullo que lo sintió él también en su pecho.

—¿Están todos dispuestos a ayudar?—preguntó Ming Fan con la misma firmeza.

Cada discípulo, incluso los de AnDing, que se habían motivado por las palabras de apreciación de Ming Fan, dio un firme que resonó en toda la secta.

—Ming shidi, te dejamos esto a ti—sonrió el discípulo de QiongDing.

—Agradezco la confianza de todos, pero no podré hacerlo solo. Necesitaré de los discípulos mayores de QingJing, Zhang shidi y Luo shidi para esto.

Los miembros de QingJing salieron de la multitud y se acercaron a Ming Fan, preparados para comenzar a elaborar el plan.

—Cuenta con nosotros, shixiong—dijo Zhang Hua sonriéndole.

—Gracias. Por cierto, solo tengo algunas ideas en mente, así que en el medio mientras hablamos, Sun shidi—el chico dio un paso al frente—, tú y tus compañeros ¿podrían ir con BaiZhan? Sería bueno que elijan a aquellos que llevarán sus túnicas. Cuatro serán suficientes. Infórmenlos respecto a sus rumores.

—Sí, shixiong—Sun se inclinó y miró a sus compañeros para que lo siguieran.

—Y Liu shimei, tengo un pedido que hacerte.

La chica salió de entre la multitud, su ropa llena de manchas negras.

—Lo que sea, shixiong.

—Necesito que elijas a seis de tus chicas más fuertes y consigan...bueno, ropa más...No lo tomes como una ofensa, pero realmente necesito que hagan esto.

—Shixiong no tiene de qué preocuparse, esta shimei entiende que las circunstancias no son las mejores y hay que hacer lo necesario para ayudar a nuestros maestros.

—Gracias—Ming Fan se inclinó antes de hacer su pedido—. Necesitaré que usen ropa más provocativa, tendrán que seducir a los guardias que custodian las espadas de nuestros maestros para conseguirlas. La última vez, tuvieron las espadas custodiadas. No será diferente esta vez.

—Entiendo, yo me encargaré.

Liu Mingyan dio media vuelta y se marchó con las discípulas de XianShu. Antes de alejarse, Ming Fan miró a Ning Yingying y, con un pedido mudo, le indicó que debía ir con los miembros de AnDing y BaiZhan.

Binghe lo entendía, era mejor evitar problemas.

.

Llevar el plan a cabo no fue difícil, no cuando estaban decididos a ayudar. Binghe fue con Ming Fan a las cercanías de Huan Hua, los dos acompañados de los cuatros miembros de BaiZhan que se harían pasar por los miembros de AnDing. Dos guardias estaban custodiando la entrada.

—¿Tienen su actuación ya lista?—preguntó Ming Fan al miembro de BaiZhan que tenía al lado.

—Lo tenemos—sonrió este—. Sun shixiong dijo Mientras más exagerados sean, más van a creer que son de AnDing. Así que prepárense para ver un buen espectáculo.

—Sí, sí, también nos entrenó para que nos parezcamos a ellos—dijo otro ansioso por empezar la escena.

—Saben qué decir, ¿verdad?—preguntó Ming Fan mientras esperaba la señal.

—Lo tenemos—dijo los cuatro asintiendo con una sonrisa.

—Perfecto, solo hay que esperar la señal de Lu shidi.

Los seis esperaron ahí unos pocos minutos antes de que una mariposa de tinta apareciera y se posara en la mano de Ming Fan. La mariposa se disolvió casi al instante y Ming Fan supo que las chicas de XianShu habían conseguido infiltrarse por las espadas. En ese momento, los de BaiZhan debían entrar.

Los cuatro se movieron con sigilo al inicio hasta estar en un lugar estratégico para empezar a actuar. Binghe y Ming Fan estaban curiosos al respecto.

Uno de ellos se escondió tontamente detrás de un árbol, como si no supiera cómo ser sigiloso. Otro se puso detrás de un arbusto donde se le podía ver la frente y los dos últimos se habían trepado torpemente a una rama de árbol. Entonces, el que estaba en el arbusto, se levantó e intentó moverse sigilosamente pero tropezó con sus propios pies y cayó al suelo, frente a los guardias. Casi al mismo tiempo, los de la rama cayeron y el que estaba detrás del árbol quiso huir y terminó chocando con un árbol. Si no supiera que eran de BaiZhan, Luo Binghe en verdad creería que eran de AnDing.

Los guardias rápidamente los atraparon y fue cuando los cuatro tuvieron que mostrar sus grandes dotes teatrales. No perdieron tiempo para arrodillarse y lloriquear, un llanto lamentables mientras suplicaban por sus vidas y decían que solamente querían a su shifu. Uno de ellos incluso se abrazó a las piernas del guardia, llorando fuertemente y rogando por no ser asesinado.

Binghe les daba un diez en actuación a los cuatros. Se pusieron en el papel de AnDing tan impecablemente que no había nada que decir al respecto.

Cuando los guardias, cansados del incesante y fuerte llanto, se los llevaron con ellos, Ming Fan envió la señal al discípulo principal de QiongDing quien lideraría todo el inmenso grupo de discípulos para entrar por la puerta principal de Huan Hua.

—Vamos, Luo shidi—dijo Ming Fan sacando sus pinceles.

Binghe lo siguió, ellos entrarían por otra parte, donde Ming Fan debía encontrarse con el discípulo principal de QiongDing.

Tan pronto entraron, descubrieron que sus hermanos marciales habían ingresado y habían comenzado con el caos, dividiéndose tal y como se pautó en el plan. Todos repartidos estratégicamente para devolverle a Huan Hua lo que les hicieron a ellos. Ming Fan creó dos grandes dragones para ayudar a abrir el camino, mientras los demás avanzaban.

—Luo shidi, busca al Viejo Maestro de Palacio, yo iré por shizun—informó Ming Fan.

Binghe asintió y con XinMo corrió por entre los cultivadores, evitando a los demonios que sumó al ejército y a los mismos discípulos de CangQiong. En su mente estaba alcanzar a ese maldito cultivador que se llevó a shizun y matarlo por atreverse a tocarlo. Quien quiera que sea, Luo Binghe iba a matarlo.

Sin embargo, a pesar de buscar, jamás lo terminó encontrando. Solo a un montón de maestros de Huan Hua, maestros con años de práctica y que estaban casi a su nivel. La llegada de Ming Fan y el discípulo de QiongDing igualó la batalla. Aunque Binghe creía que era capaz de ganarles, de todas formas no estaba siendo fácil. Su shixiong solo tenía una espada que no era BaiYe, por lo que su poder no era demasiado, así que se valía más de sus pinceles que de otra cosa.

En medio de la lucha, cuando el Viejo Maestro de Palacio se mostró y shizun apareció, no pudo acercarse a él. Todavía había maestros de los cuales hacerse cargo y dejar a Ming Fan luchando solo con el discípulo de QiongDing era lo mismo que permitir que muriera. No confiaba mucho en las habilidades de ese niño tonto.

—¡Mátalo!

Binghe se alarmó con eso y pensó en arrojarse a shizun, pero cuando se giró vio que la espada iba directa a su pecho. Como se había lanzado hacia adelante, no haría tiempo a esquivarla, y si bien la espada no llegaría a matarlo, eso no quería decir que no quedaría malherido.

Un golpe a su costado cambió su dirección y cuando se dio cuenta, la sangre estaba cayendo en el suelo. Grandes gotas rojas que manchaban espesamente todo el suelo. Los ojos de Binghe se abrieron. Una espada grande atravesaba de lado a lado un pecho, cortando el corazón y dejando que la sangre brotara del mismo como una gran cascada.

—¡Ming shixiong!—gritó y cuando el cultivador sacó la espada, se precipitó a atrapar a su shixiong.

La boca de Ming Fan tenía un hilo de sangre que descendía hasta su barbilla, la túnica empapada de sangre, como un lago espeso que le quitaba la vida.

Shizun se precipitó al lado de ellos y tomó la mano de Ming Fan.

—Ming Fan.

—Sh-shizun...e-eso fue t-tonto... ¿v-verdad?

Binghe quería decirle que se callara, que dejara de hablar porque empeoraría la herida, pero realmente no podía decir nada. Era como si se hubiera quedado sin voz. Su mente estaba de nuevo revuelta en el caos y la voz de XinMo comenzaba a hablarle, un hecho que no había pasado desde que la había reclamado.

—¿De qué hablas? Fuiste valiente, protegiste a tu shidi—consoló su shizun, parecía desesperado y herido.

Luo Binghe lo entendía porque él se sentía igual.

—S-sí...l-lo hice—Ming Fan sonrió—. Y-yo...f-fui u-útil...—mirando hacia arriba, alzó su mano para tocar el rostro de Luo Binghe—Sh-shidi... ¿est-tás bien?

¿De qué hablaba su shixiong? ¿Acaso creía que solo era útil ahora porque dio su vida por Binghe? ¿Cómo podía rebajar tanto su aporte en este plan? Si no fuera por él, ¿todos los discípulos de CangQiong se habrían unidos para pelear?

Binghe quería decirle todo esto, quería decirle muchas cosas, pero solo pudo decir una cosa mientras retenía las lágrimas.

—Shixiong es un idiota. Un idiota.

—Shen shixiong—dijo Mu Qingfan—, la espada...destruyó el corazón. Este shidi...no hay nada que pueda hacer para repararlo.

Sus palabras fueron un golpe al corazón de Binghe.

—¿Cómo que no hay nada que puedas hacer?—dijo shizun tomando de la túnica a Mu Qingfan—¡Eres el mejor médico de toda CangQiong! ¡Tienes que ser capaz de hacer algo!

La mano ensangrentada de Ming Fan lo detuvo.

—Sh-shizun...e-esta b-b-bien—dijo, su voz cada vez más difícil de salir—. E-este...d-discípulo...es f-feliz...d-de saber...q-que su sh-shidi...v-vivirá...

Los ojos de Ming Fan perdían brillo y la desesperación de Binghe creció más. Su shixiong estaba muriendo, si no hacía algo moriría. Su mente buscó soluciones y la única que vino a su mente lo hizo dudar. No quería dejar su sangre en su shixiong, sabía lo peligroso que eso podría llegar a ser. No solo podría sanar a su shixiong y salvarlo, también podría causarle dolor si Binghe era consumido por la locura.

Algo que no era improbable que pasara. Todavía el destino tenía mucho camino para él.

—Ming Fan, no te atrevas a hacerlo. Este maestro se enojará mucho si te atreves a morir. Ning Yingying te pateará si lo haces. Te revivirá solo para volverte a matar.

Shizun estaba tan desesperado. Binghe lo estaba también, su mente dando vueltas en la misma idea una y otra vez.

—L-lo s-siento...sh-shizun...

Su sangre, dársela o no a Ming Fan. Binghe estaba en un gran dilema. Pero cuando vio los ojos casi sin brillo de su gege cerrarse, no pudo evitar actuar. Cortó su palma con el filo de XinMo y dejó caer su sangre en la boca de su hermano.

—Lo siento, shixiong, pero este shidi no puede dejarte morir.

Lo siento por hacerte esto, pero no puedo aceptar que mueras. No tú.

.

Fue un caos detrás de otro. No solo volvió el cultivador y se llevó a shizun, sino que ese mismo cultivador tenía un arma de la cual nunca escuchó hablar. Y fue esa misma arma la que delató su identidad.

Fue la que expuso su secreto. Un secreto que deseó que Shen Qingqiu nunca supiera.

La voz de XinMo se hizo mucho más fuerte de lo que Binghe habría podido creer que sería. Le hablaba sin parar, queriendo despertar el odio de nuevo en él para que matara, para tener sangre, la sangre de su shizun, aquel que lo torturó en su pasado. Porque Shen Qingqiu lo volvería a odiar, ahora que sabía quién era volvería a despreciarlo.

—Binghe, escucha, tienes que calmarte—pidió shizun—. Tenemos que salir de aquí, tenemos que alejarnos de él y volver con los demás.

Eso quería Binghe, pero no podía dejar de pensar en el hecho de que al volver, sería despreciado de nuevo por su maestro.

—¿Y por qué salir?—preguntó el cultivador de negro— ¿Por qué no quedarse aquí? ¿Acaso solo estás usando al niño para volver con los demás y así conseguir que te mantengan a salvo de él?

La voz de XinMo se hizo más fuerte y Binghe apretó su cabeza con sus propios puños, con la esperanza de que eso amortiguara la voz. Pero la voz de XinMo hablaba fuerte y Binghe comenzaba a perderse en la bruma de la locura.

—... ese chico ni siquiera te importa... piensas que hubiera sido mejor que muriera en el Abismo sin Fin... si moría tú evitarías ese destino horrible otra vez.

Su shizun no lo quería, solo le tenía miedo, solo era miedo. No había amor, no para él, sino para el niño que fingió ser. Pero él no merecía ese amor, no el amor de su shizun.

—Binghe, no lo escuches—susurró shizun, su voz devolviéndolo a la realidad poco a poco, aunque XinMo seguía insistiendo—. Él solo te quiere provocar para que me hagas daño. Él solo dice mentiras.

—¿Es...una mentira...que no te importo? Shizun...

¿Acaso seguía siendo importante para Shen Qingqiu a pesar de ser el maldito que lo torturó? ¿Shizun todavía podía quererlo? ¿Podía seguir siendo parte de su familia en QingJing?

—Lo es, Binghe sí es importante para este maestro—aseguró shizun, tomando sus manos para aflojarlas.

—¿Incluso si le causé tanto dolor?

—Yo te lo causé a ti primero.

Los ojos de Binghe se abrieron lentamente. Necesitaba ver a shizun, saber que estaba siendo sincero, que no era miedo lo que sentía todavía. Quería ver esa calidez y cariño a la que se acostumbró en esta nueva vida.

—¿A shizun no le molesta que este Binghe se quede a su lado? Incluso sabiendo quién soy, ¿shizun me quiere a su lado?

Shizun lo miró, sus ojos oscuros eran difíciles de leer.

—Este maestro quiere a Binghe a su lado.

Binghe lo miró un instante, buscando un atisbo de duda, pero no sabía si estaba muy nublado por XinMo o qué, pero no vio nada. Así que buscando desesperado retomar el control, acercó a shizun y lo besó con la necesidad y el deseo reprimido por años. Necesitaba sentirlo, saber que era correspondido, saber que este hombre podía quererlo aunque sea un poco.

Necesitaba tomar el control otra vez.

Shizun correspondió el beso y mientras más correspondía y aceptaba a Luo Binghe, más la mente de Binghe se iba aclarando y la voz de XinMo iba desapareciendo.

Antes de darse cuenta, el paisaje onírico se había roto.

.

—¡Shizun!

La ola de energía que lo golpeó había sido abrumadora. Binghe no fue capaz de detenerlo a tiempo, solo pudo atrapar entre sus brazos a su shizun para que no golpeara el suelo. El cuerpo inerte de Shen Qingqiu yacía en sus brazos, como en su primera vida, incapaz de recibir energía espiritual ni de que su sangre pudiera hacer algo al respecto para curarlo. No podía hacer latir el corazón de Shen Qingqiu ni podía hacer que abriera los ojos de nuevo, que lo mirara de nuevo, que le hablara de nuevo. No había manera de que pudiera hacerlo.

La desesperación invadió el pecho de Luo Binghe, quien gritó de impotencia, pidiendo a los cielos que lo perdonaran, que le dieran la oportunidad de tener a su shizun otra vez, que le dejaran ser feliz con él. Pidió perdón por todas las mierdas que cometió, por las muertes que causó y por todo el mal que causó en su primera vida. Pidió misericordia a un dios que no iba a escucharlo, un dios que no lo escuchó antes y que no lo haría ahora.

Podía entender si antes no lo escuchaba, pero ¿por qué ahora tampoco? En esta vida fue bueno, cuidó a su familia y no cometió ningún pecado por el que se lo pudiera culpar. ¿Por qué el cielo lo castigaba de esta manera? ¿Qué más tenía que hacer para ser redimido de todos sus pecados?

La desesperación, la culpa y el miedo invadieron su pecho, arañando su corazón, enterrando sus garras hasta hacerlo sangrar. Binghe no podía dejar de gritar y llorar, aferrándose a un cuerpo que era incapaz de soltar.

PAFF

Su irrefrenable actitud se detuvo de repente, cuando se dio cuenta vio a Lu shixiong frente a él luego de abofetearlo.

—¡Luo shidi!—gritó tomándolo de los hombros—¡Sé que duele, sé que te lastima, pero tienes que calmarte de una vez y soltar a shizun para poder llevarlo a QingJing! ¿O acaso quieres que su cuerpo se quede aquí, olvidado en medio de un bosque al pie de una montaña?

Fue entonces que Binghe se dio cuenta que no estaba solo, los maestros de CangQiong estaban ahí junto a algunos discípulos, entre ellos Ling Yi y Lu Song. Ling Yi estaba a su lado, apretando su hombro.

—Yo...yo...—se dio cuenta que su voz salía ronca por tanto llorar y gritar.

—Cálmate, shidi. Tienes que soltar a shizun, por favor—pidió más amable Ling Yi, poniendo una mano sobre uno de sus brazos que se aferraba con fuerza al cuerpo de Shen Qingqiu.

Ya más tranquilo, aunque todavía un poco renuente, Binghe comenzó a soltar el cuerpo de Shen Qingqiu. El líder de secta se acercó y, con cuidado, tomó el cuerpo de shizun entre sus brazos. Binghe podía notar las lágrimas descender en abundancia por sus ojos, una mirada deplorable mientras se aferraba al cuerpo sin vida de shizun. Solo pudo escuchar una sola cosa que le susurró:

Lo siento por llegar tarde, Xiao Jiu.

Binghe no podía entenderlo.

Se levantó con ayuda de sus hermanos marciales, que lo apoyaron todo el camino mientras regresaban a... ¿a dónde? La secta fue destruida, ¿a dónde irían ahora?

Su cabeza era un caos y si no quería seguir sintiendo dolor, era mejor dejar la mente en blanco un momento y simplemente caminar.

Estaban a mitad de camino cuando de repente el líder de secta se detuvo. Nadie entendía por qué hasta que dijo una sola cosa que llamó la atención de cada uno.

—¿Xiao Jiu? ¿Tú estás...?

Mu Qingfan se adelantó y se acercó al cuerpo de Shen Qingqiu. Entonces, el señor del pico de médicos dijo algo que devolvió el ánimo a los discípulos de QingJing.

—Está vivo.

.

Luo Binghe sabía que ganarse el corazón de Shen Qingqiu no sería trabajo fácil. No después de todo lo que hizo y que su shizun recordaba perfectamente. Entre ellos, acostarse con su suegra.

Binghe no pudo mirar a la cara a Tang Huaying por mucho tiempo, incluso la evitó por meses. La mujer no lo entendería, pero realmente estaba avergonzado por lo que había hecho. Ah, maldita sea, ¿qué hubiera hecho ella de saber que su esposo estaba torturando a su hijo, un hijo que llevaba décadas buscando, justo frente a sus narices?

El sentimiento había sido asfixiante y Binghe tuvo que meditar por días para evitar que eso afectara su cultivo.

En el reino demoniaco todo había ido bien. Con la Espada de la Cura Eterna, pedida prestada al Zhangmen shibo, Binghe restauró por completo el cuerpo de su padre y con ayuda de Mobei-jun, quien se llevó el cuerpo del Viejo Maestro de Palacio sin que nadie supiera, revivieron al maldito idiota y se lo entregó a su padre como un regalo de cumpleaños. No hacía falta hacer mención de la felicidad de Tianlang-jun al recibir a ese bastardo. Los años de tortura que le esperaban al Viejo Maestro de Palacio se los tenía bien merecido.

En secreto, también, con ayuda de Zhuzhi-lang y Mobei-jun, Binghe se comprometió a traer a su madre de nuevo a la vida. Principalmente porque necesitaban que alguien controlara a su estúpido padre...y otro tanto porque quería agradecerle por sacrificar su vida por él.

Cuando la espada no fue más útil, Binghe la devolvió a Zhangmen shibo, quien la entregó a Mu Qingfan, considerando que un instrumento de ese tipo estaba mejor posicionada en el pico de los médicos.

El Espejo Reflectante de Poder, por otro lado, fue llevado al palacio de Luo Binghe en secreto. Un tesoro así, solo estaría bien en sus manos.

—¿ZhengYang?—preguntó viendo la espada envainada que ese día llevó Ming Fan, luego de las clases de la mañana.

Binghe estaba en la casita de bambú, llevando a cabo tareas domésticas para ayudar a su shizun. El pequeño Fu-er estaba afuera, haciendo vaya a saberse qué, mientras su futura suegra paseaba con su hijo por el bosque de bambú.

—WanJian había estado reparándola, pero con todo lo que pasó tuvieron un poco de retraso al respecto—informó Ming Fan antes de darle un sorbo a su té—. Creí que quizás querrías recuperarla. Aunque teniendo a XinMo, no sé qué tan útil sea esta espada.

—¿Qué pasó con BaiYe?—preguntó Binghe, dándose cuenta de que desde que la trajo, no volvió a verla con Ming Fan.

—No tiene arreglo ya—informó Ming Fan sin darle demasiada importancia—. La esencia demoniaca que se impregnó en ella la contaminó y no hay forma de ser restaurada otra vez.

—Lo siento, es culpa de...

—Es solo una espada—interrumpió Ming Fan—. Y la verdad, soy más hábil con los pinceles.

—De todas formas, shixiong tiene que poseer una espada fuerte, no una que un discípulo joven usa para practicar.

—Ya conseguiré otra, es lo de menos.

Ming Fan no le dio importancia, pero no era como si Binghe pudiera no darle importancia. Su shixiong se quedó sin espada por su culpa.

ZhengYang brilló en su mano, Binghe sonrió.

—Shixiong—llamó y ofreció a ZhengYang—, toma la espada de este shidi, úsala.

—No, es tuya, se supone...

—Tengo a XinMo—interrumpió Luo esta vez—, no la necesito realmente, no como shixiong—insistió—. Tómala, ella confía en ti, te dejará usarla.

Ming Fan lo miró, Binghe sabía que se dio cuenta de que había usado las mismas palabras que su shixiong usó con él antes de darle a BaiYe.

Al final, su shixiong suspiró y tomó la espada. Binghe sonrió feliz.

—Siempre te sales con la tuya, shidi caprichoso—suspiró Ming Fan, atando la espada a su cintura, Binghe rio—. ¿Tienes listo todo? En un rato tenemos que ir a AnDing, le dije a Mei shidi que supervisaría el entrenamiento de AnDing con el arco y flecha.

Luego de lo acontecido, los discípulos de AnDing, así como su maestro, fueron mucho más aceptados por los demás y se les concedieron un día a la semana libre. Durante ese día, cualquier pedido que llegara o cualquier cosa que se necesitara, tenía que resolverlo el mismo pico que tenía el problema. También tenían dos horas cada día de entrenamiento libre, para que ellos eligieran lo que desearan mejorar. La mayoría había optado por el arco y flecha, que no requería mucha fuerza física. Y tenían una hora exclusiva de meditación para mejorar sus núcleos espirituales.

Si bien no eran los mejores guerreros, AnDing resultó ser más fuerte de lo que había sido en el pasado. Quizás también porque muchos picos que antes los molestaban, ahora no se metían con ellos. O si lo hacían era para ayudarlos a transportar cajas y demás cosas. Un miembro de BaiZhan incluso se había enamorado de una chica de AnDing y pasó de ser un idiota bruto a un chico de los recados que obedecía a la pequeña y menuda jovencita.

—¿Yang shidi hizo los bollos de verdura ya?—preguntó yendo a la cocina por los bollos de carne que le habían encargado hacer para llevar al pico AnDing.

—Sí, dijo que los llevará con nosotros.

—Bien, dame unos minutos para que se enfríen y así los llevamos.

Diez minutos más tarde, Binghe estaba saliendo de la casita de bambú con una canasta llena de bollos de carne. Yang Chen se unió a ellos, acompañado de Mu Sheng que llevaba la cesta con los bollos de verdura. Caminaron directo al pico AnDing, yendo por el bosque de bambú donde se encontraron con shizun y Tang Huaying. Los cuatro los saludaron, shizun correspondió al saludo de todos, pero al ver a Binghe rodó los ojos.

Sin embargo, cuando pasó a su lado, Binghe notó que estaba sonriendo. Sonrió también, siguiendo a sus hermanos marciales.

Todavía había cosas por hacer.


Pido disculpas por la demora, generalmente lo subo a la mañana pero resulta que este extra lo tenia escrito a la mitad y tenia que terminarlo. Crei que lo haría ayer, pero tenía tanto sueño ayer que no podía terminar de hilar dos ideas, así que lo dejé para hoy. Por lo tanto, tienen este extra recien salido del horno, terminado con tres playlist de YouTube, una de Chayanne, otra de ABBA y la última de Celine Dios XD

Con este largo extra doy fin a las aventuras de Bingge...la verdad no doy más así que si hay errores, lo siento, vere el capitulo con más atención más tarde uwu

Creo que mejorar el pico AnDing era importante y valorar su esfuerzo también, así que creí que además de una disculpa, Shang se merecía un cambio en su pico. Así que ahora tendrán un dia a la semana libre y unas horas de entrenamiento, que en sí es entrenamiento extra. Sé que ellos tenían sus horas de entrenamiento, pero mayormente eran chicos de los recados así que no importaba tanto.

Mañana Extra 5: ¿La familia de shizun y el emperador?

Probablemente suba dos el mismo día, el extra seis y el siete. Los otros extras que quedan no estoy segura de saber cuándo se los traeré, principalmente porque no los tengo escritos. Empezaré esta semana y espero terminarlos antes, sea como sea, estaré comunicando el sábado cuándo se los traeré :D

Nos vemos! Besos :D

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