Sistema de Redención del Vill...

By KumikoKazami19

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Shen Jiu sabe que la ha cagado desde el momento en que terminó en la prisión de agua, sometido a diversos cas... More

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Extra 1

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By KumikoKazami19

Extra 1

La travesía de Luo Bingge I

El territorio del sur había empezado una rebelión y Mobei solicitó su ayuda para deshacerse de ellos. Con XinMo a Luo Binghe no le había tomado más de una hora deshacerse de todo el pueblo que se había alzado en rebelión. Mujeres, niños y ancianos incluidos. Arrasó con todo y ordenó llevar nuevos demonios a vivir en esas tierras para que sean productivas.

Cuando regresó y descubrió lo que había pasado, deseó no haber abandonado el palacio.

No se había dado cuenta hasta dos horas después, cuando una de sus concubinas preguntó por Ning Yingying. Por lo que recordaba ambas eran amigas y solían compartir las tardes jugando weiqi en la biblioteca. En esta ocasión, ella no la estaba encontrando y pensó que Luo podría tener la respuesta. Fue cuando escuchó que muchas otras de sus concubinas y esposas no habían visto a Ning Yingying desde hacía varias horas. Eso había sido extraño, así que envió a sus guardias y algunas de las mujeres, que eran amigas de Yingying, a buscarla. Pero nadie logró hallarla en ningún lugar del palacio. No al menos en los lugares que tenían permitido ver.

Luo sospechó dónde podría encontrarla y, por un instante, su mano tembló. Si ella estaba ahí...¿sería que había ido a ayudar a Shen Qingqiu a escapar? ¿Y si ahora estaban lejos?

XinMo hizo un portal directo hacia la prisión de agua y Luo Binghe pasó. La imagen que lo recibió lo dejó helado por varios segundos.

En el suelo sucio, mohoso y húmedo de la prisión de agua estaban dos cuerpos. O un cuerpo y medio, porque a Shen Qingqiu le faltaban partes. Ambos estaban ahí, sus cuerpos inertes en la fría celda. La cabeza de Yingying estaba apoyada contra el pecho de Shen Qingqiu, quien estaba acostado en su regazo, sus ojos cerrados.

Dio un par de pasos hacia ellos, todavía impactado por la escena.

—Yingying—llamó, pero ella no respondió—, Yingying ¿qué hiciste?

Un brillo suave hizo que notara los dos frascos vacíos a un costado de ambos cuerpos. Reconocía los frascos, eran venenos que él había guardado en su almacén personal para usarlo con algún enemigo que lo requiriera. No pensó que Ning Yingying lo usaría para ella y su antiguo maestro.

Acercándose más para levantarla, vio hileras de sangre que habían caído de sus labios, la misma sangre que manchaba el cuerpo de Shen Qingqiu. Un cuerpo que había sangrado por años en esa celda y había sangrado por última vez de la boca para ser liberado.

No se dio cuenta en el momento en que su respiración se volvía cada vez más pesada, solo supo que comenzaba a sentirse mareado. El cuerpo de su esposa estaba frío y su corazón había dejado de latir desde hacía horas.

—¿Qué hiciste?—preguntó apretando su hombro.

El cuerpo de Shen Qingqiu estaba sobre el regazo de Yingying, la sangre había escurrido de su boca y había manchado la túnica costosa de su ex discípula. Se veía tan desnutrido, pálido y desgastado que no podía creer que era él. Solo lo sabía porque esa había sido la celda que le había dado y era el único prisionero de todo el palacio.

Esa... ¿era su apariencia? ¿Siempre se había visto así? Luo Binghe no lo recordaba así, esa no era la imagen que había tenido de su inalcanzable y cruel shizun. Ese no era él, no podía serlo.

Pero ¿cómo esperaba que se viera un prisionero que había sido sometido a torturas, hambre y frío? Ese era el resultado de su tortura, eso él lo hizo. Él dejó así a su shizun, debía estar orgulloso de eso.

Crack.

Despertó por el ruido que hizo al quebrar un hueso de Yingying por apretarla con tanta fuerza. Ella no reaccionó, por supuesto, pero de cierta manera se sintió culpable por haber dañado su cadáver. Usó la sangre que ella tenía dentro de su cuerpo para reparar esa zona, pero pronto se dio cuenta de que no podía. Su cuerpo muerto ya no podía reaccionar a su sangre.

Corriendo el cadáver de Shen del regazo de su esposa, la tomó en brazos y la llevó fuera de la celda. Como una de sus primeras esposas, y su primera amiga real, se merecía un funeral decente.

Shen Qingqiu podía pudrirse dentro de la celda y a él no iba a importarle.

.

El caso fue, que sí le importó. Dos días después del funeral de Yingying, Luo Binghe fue por el cuerpo de Shen Qingqiu. El cuerpo ya estaba descomponiéndose, con manchas por toda la piel, el único ojo hundido y gusanos comenzando a invadir la carne. El olor era nauseabundo e insoportable, pero Luo lo ignoró.

—Mataste a Ning Yingying, ¿estás feliz con eso?—preguntó enojado.

Shen Qingqiu le había arrebatado todo, su felicidad, su fe y su inocencia. Y ahora le arrebataba a su esposa, la primera mujer en quien pudo confiar.

Incluso siendo un vil gusano asqueroso, Shen Qingqiu era capaz de seguir arrebatándole cosas. Era un ser despreciable quien siempre lo miró como si no valiera nada, como si no importara, como si fuera mierda. Siempre una escoria ingrata. Siempre tan...inalcanzable.

¡Y ahora el cretino se animaba a morir! ¡A liberarse de él! ¿Quién se creía que era para liberarse de él? ¡No lo dejaría ir, menos con lo que le hizo! ¡Se merecía seguir sufriendo!

¡Debía seguir con él!

Luo Binghe tomó el cuerpo y comenzó a pasarle energía espiritual para hacer retroceder el proceso de descomposición. No fue sencillo por el estado avanzado en el que estaba, pero logró restaurarle el cuerpo lo suficiente como para que dejara de apestar la prisión de agua y pudiera llevarlo sin problemas a alguna habitación del palacio. No podía dejarlo ahí, tenía que sacarlo para restaurar su cuerpo y traer de nuevo su alma.

Tenía que traerlo de nuevo, tenía que recuperar a su cruel shizun para que fuera castigado por sus fechorías.

Luo Binghe tenía que traerlo de vuelta.

.

No fue difícil hacer que obedecieran su orden de no ingresar al cuarto donde había dejado el cuerpo. Nadie iba a contradecirlo, menos cuando usó a XinMo para afianzar la amenaza.

Tampoco era complicado pasar energía espiritual de manera constante, todos los días, para mantener el cadáver. Si estaba podrido posiblemente el alma no podría regresar, tenía que estar en condiciones aceptables. Al menos eso había leído en el libro donde le explicaban cómo hacer para recuperar un alma perdida. Era una técnica antigua y difícil, pero siendo él el emperador de los dos mundos, podría hacer cualquier cosa.

Mobei-jun no dijo nada cuando lo mandó a buscar lo necesario para el ritual. Tampoco parecía en desacuerdo con su decisión. Pero sí lo notó curioso.

Aunque esa curiosidad se la guardó para sí mismo cuando le llevó todo lo que había requerido para el ritual. Simplemente lo dejó ser, sin decir una sola palabra, como siempre solía hacer.

Pero Sha Hualing no fue igual. Ella sí se hizo escuchar.

—¿Acaso piensas en mí? ¿En nuestro hijo? Eso debería ser más importante que revivir a esa escoria—se quejó cuando se enteró del ritual.

No era raro que se hubiera enterado. Sha Hualing era una general a cargo del entrenamiento de varios de sus hombres. Era más cercana a Mobei-jun, aunque este nunca le hubiera dicho nada. Pero saber lo que buscaba era suficiente para que ella supiera para qué se usaría. No era tan tonta como otras de sus esposas o concubinas.

—No te metas en mis asuntos—dijo sin molestarse en ser amable o tener un poco de tacto.

Sha Hualing llevaba horas reclamándole, ya no tenía paciencia para lidiar con ella. Aunque en realidad hacía semanas que no tenía paciencia con nadie.

—¿Tus asuntos? Tus asuntos están haciendo que dejes de lado lo importante. El territorio demoniaco del oeste estalló en una guerra civil otra vez. El este comienza a rebelarse. Los pueblos del sur están comenzando a creer que tu poderío es débil. ¿Y en serio no quieres que me meta en tus asuntos? ¡Todo esto será un caos si sigue así! ¡Nuestro hijo no puede heredar un reino así!

—¿Y quién te hizo creer que él será el siguiente emperador?—preguntó con un tono molesto y grave—Ni siquiera es un demonio celestial, no es lo suficientemente fuerte para imponerse ante nadie. Ni siquiera sus hermanos lo escuchan, ¿cómo alguien así puede heredar esto?

Hualing apretó los labios, lívida de ira. Sus manos se habían apretado tanto que sus uñas habían cortado la piel de sus palmas.

—¡¿Y acaso revivir a ese hijo de puta ayudará en algo?! ¡Solo es un capricho! ¡Ya déjalo ir de una vez!

Luo dio un paso hacia ella, amenazante. Hualing dio un paso atrás temerosa.

—No te metas en mis asuntos—repitió, más grave y peligroso.

—Bien—dijo ella, resignada y decidiendo valorar su vida—, solo espero que te des cuenta del error que estás cometiendo.

Y sin agregar nada más, se marchó. Luo se sentó en su asiento, papeles amontonados, archivos y permisos de hacía días acumulados.

Cerró los ojos e ignoró la voz de XinMo que le hablaba, que le susurraba. La voz que le pedía sangre y sexo a diario. La voz que, con el pasar de esos últimos días, se estaba volviendo casi difícil de ignorar.

La noche de luna llena llegó días después y Luo Binghe supo que era momento de llevar a cabo el ritual. Dos días atrás había estado ocupado dibujando los talismanes, más de cincuenta de ellos, con la tinta roja requerida y el papel amarillo. Todo estaba listo y dispuesto, las monedas de cobre de monjes budistas ya estaban dispuestas, todas separando los talismanes de tres en tres. El cuerpo de Shen Qingqiu estaba decente, la piel era pálida y suave, no muerta y reseca. Incluso le había devuelto las extremidades, la lengua y el ojo para que el alma regresara antes. Luego podría volver a arrancárselas si quería.

Tenía muchos planes para seguir jugando con él, para calmar sus ansias de tenerlo entre sus manos otra vez. Con vida, respirando y sintiendo. Lo necesitaba, necesitaba tenerlo de nuevo.

Cuando la luna llena estuvo en su punto más alto, Luo recitó las palabras del ritual que había aprendido de memoria, su energía fluyendo por todo el cuarto para alimentar el ritual. No tomaría mucho tiempo, luego de decir las palabras Shen Qingqiu debería estar comenzando a respirar otra vez. Vivo de nuevo.

Cuando terminó de recitar las palabras, Luo Binghe abrió los ojos y se acercó al cuerpo de su shizun. Lo miró de cerca, esperando ver su pecho moviéndose de arriba abajo.

—¿Shizun?—preguntó sin atreverse a pasar del círculo de talismanes y monedas que rodeaban el cuerpo.

El cuerpo de Shen permaneció tieso, sin moverse, sin respirar. Luo Binghe comenzaba a desesperarse.

Luego de diez minutos sin respuesta, le importó poco pasar de los talismanes y monedas y comenzó a mover el cuerpo de Shen Qingqiu.

—Shizun, shizun, despierta. Vamos, hazlo, no gasté tanto esfuerzo en vano. ¿Crees que las monedas de cobre fueron fáciles de conseguir? ¡Todas pertenecieron a monjes de hace mil años! Y la tinta roja de los talismanes fue hecha con la sangre de una antigua bestia demoniaca que se creía extinta. ¡Después de tanto trabajo, mínimo deberías volver a respirar!—pero el cuerpo se mantuvo quieto y en silencio, todavía siendo un cadáver—. Shizun, vamos, despierta. Este discípulo te devolvió lo que te había arrancado. Incluso te vestí con sedas costosas, ¿no te gustaría volver a sentir algo así? ¿No quieres volver a sentir lo que es tener brazos y piernas? ¿Volver a hablar? ¿No te gustaría hablarle a la tumba de Yingying?—Luo Binghe no lo notó, pero su energía se estaba descontrolando lentamente y su respiración se volvía errática—Shizun, vamos, no seas un bastardo incluso ahora. Este emperador te está dando la oportunidad de vivir otra vez ¡¿por qué no vuelves?!

El cuerpo de Shen Qingqiu se sacudió cuando Luo Binghe lo agarró entre sus manos, alzándolo y moviéndolo con fuerza, la cabeza moviéndose flácidamente. Su largo cabello estaba suelto y caía en cascada por el suelo. Cada mechón oscuro desordenándose con los movimientos de Luo Binghe.

—¿Es eso? ¿Acaso quieres que este emperador te arregle el cabello? ¿Volverás si lo hago, shizun?—preguntó Luo Binghe, un borde de locura en su voz—Shizun tendrá la corona más hermosa si eso desea, este emperador puede dársela. Solo debe volver, shizun. Solo vuelva.

Los minutos pasaron. Las horas. Pronto el sol comenzó a hacerse un espacio en el cielo y fue cuando Luo Binghe supo que el ritual había fallado.

Ese día todos los territorios que dieron problemas, conocieron la furia del emperador Luo.

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Tras una dura batalla donde tiñó de rojo cada rincón, Luo se encerró en la biblioteca para buscar otros métodos que trajeran a la vida a Shen Qingqiu. Su biblioteca privada era la más grande y completa de cualquiera de los dos mundos, seguramente encontraría algo, cualquier otro método que le dijera como traer a su shizun de nuevo.

—¿Por qué lo haces?

Luo alzó la vista del libro, Mobei estaba ahí, tan silencioso como siempre. Lo miraba sin expresar ninguna emoción en su rostro, nada que demostrara qué pensaba.

—¿Por qué me interrumpes?

—Estás buscando una forma de regresar a la vida a un hombre que odias, ¿por qué?

—No hay motivos por el cual debas meterte en mis asuntos—dijo Luo Binghe, su tono rozando lo peligroso.

Pero a diferencia de Sha Hualing, Mobei-jun no se inmutaba con ese tono. Ni siquiera retrocedía.

—No me meteré, no creo que haya un motivo por el cual hacerlo. Solamente quiero saber por qué te empeñas en traer a la vida a alguien a quien odias. Generalmente, cuando odias a alguien lo quieres muerto. A nadie le importa mantener en su vida a personas que odian.

Luo lo miró, como siempre Mobei parecía una roca helada, incapaz de demostrar más que lo que siempre demostraba. Siempre inmutable, estoico.

—No todos quieren a las personas que odian muertas. Pero no creo que lo entiendas, ¿qué puede entender un sirviente como tú?

Mobei no se vio afectado, como Luo Binghe esperaba. Pero respondió, algo que lo tomó por sorpresa.

—No soy bueno identificando mis propios sentimientos y emociones, pero sí sé identificar emociones ajenas. Sé lo que es el odio, lo he visto y vivido. Pero lo tuyo...realmente no sé cómo identificarlo—dijo Mobei, que pocas veces hablaba tanto—. ¿Por qué quieres revivir a Shen Qingqiu? Si lo odias tanto, ¿no es mejor que esté muerto? Ya no volverá a recordarte el dolor de tu pasado, podrás concentrarte en el futuro. ¿Cuál es la necesidad de que esté en ese futuro?

Luo quiso contestarle, quiso decirle sus motivos de odio por el cual Shen Qingqiu debía volver a la vida. Quiso decirle, pero descubrió que no tenía manera de refutarle. Solo podía decirle que no se metiera en sus asuntos y se fuera de ahí. Era lo único que venía a su mente.

Era verdad, ¿qué necesidad había de traer a la vida al hombre que arruinó la suya? Era un hombre que odiaba, que detestaba. ¿Para qué lo quería vivo? Ni siquiera se había esforzado por traer a la vida a Ning Yingying, una mujer que lo amó y lo trató bien siempre. ¿Cuál era la necesidad de que Shen estuviera en su futuro? ¿Qué era lo que quería con él realmente? ¿Por qué lo quería?

Mobei se fue antes de que lo notara, dejándolo solo en la biblioteca con un libro abierto que no tenía las respuestas que necesitaba. Se quedó en silencio, mirando las hojas amarillentas.

Tan solo como se sentía. Tan solo como siempre se sintió.

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Durante la noche, mientras dormía, Luo Binghe utilizó el paisaje onírico para relajarse y buscar las respuestas de la pregunta de Mobei-jun. El paisaje creado era un bosque luminoso, con una suave brisa que mecía las hojas. Era un sitio tranquilo que solía ayudarlo a pensar mientras caminaba alrededor. A veces necesitaba un momento a solas para pensar, para armar planes o bien tomar un momento de paz de sus caóticas mujeres e hijos. Realmente no quería a ninguno, pero no quería fallar como padre o esposo. Ellos no tenían la culpa de sus problemas.

El sol no quemaba, era su paisaje y él podía modificarlo a gusto. El paisaje era perfecto, era único y era lo que necesitaba. No le recordaba momentos dolorosos de su pasado, no le recordaba sus años de sufrimiento en QingJing, los maltratos de su maestro, el odio de sus compañeros. Aquí nunca había pasado nada malo, aquí podía ser... Podía estar en paz.

Caminó por entre los árboles mientras la pregunta de Mobei rondaba su mente. ¿Para qué necesitaba a Shen Qingqiu en su vida, en su futuro? ¿Por qué fue más fácil dejar ir a Yingying, su esposa y una mujer que lo amó, a Qingqiu, el hombre que lo había maltratado y traicionado? ¿Qué era lo que esperaba obtener de él? ¿Qué buscaba de Shen?

Lo sabía...quería que Shen Qingqiu lo mirara, quería fervientemente que lo viera, que lo reconociera como su discípulo, que supiera que era un ser vivo y no una basura. Que era como Ming Fan, como Ning Yingying. Quería que el hombre que supuestamente debió cuidarlo lo notara. Solo una vez, solo una.

Era su más grande deseo ser notado por Shen Qingqiu. Pero cuando lo arrojó al Abismo sin Fin supo que eso no sería posible. Supo que jamás sería visto de esa manera y eso...eso lo destruyó.

Cuando lo notó, el bosque había cambiado. Un bosque verde y brillante de bambú se alzó ante él. Tan hermoso, tan vivo, tan conocido. ¿No era ese el bosque de bambú que rodeaba QingJing? Todavía podía recordarlo de antes de incendiarlo.

Caminó por el bosque de bambú hasta que vio una casita de bambú alzarse frente a él. En ese momento se detuvo, mirando la casita que tantas veces vio a lo lejos y nunca antes pudo conocer por dentro. De niño se imaginó entrando ahí para ver a su shizun, para ayudarlo con sus cosas, para serle útil. Pero nunca pudo. Solo estuvo limitado a ver el exterior y jamás entrar.

Luo cerró los ojos, intentando que esos recuerdos se fueran. El dolor de esos recuerdos lo llevaron a vengarse de toda la secta. De su maestro que lo maltrató, de un líder de secta que hizo la vista gorda, de hermanos marciales que no lo ayudaron nunca, de otros maestros que no tuvieron la amabilidad de hacer algo.

Pero destruir CangQiong y a cada maestro y discípulo no disipó su odio. Deshacerse de todos no sanó la herida en su corazón. Nada de lo que hizo, su venganza ni nada de eso calmó el odio dentro de su cuerpo. Tanto odio a raíz del dolor causado por el hombre más elegante y hermoso que conoció en su vida.

Shen Qingqiu fue una mierda de persona, pero era sin dudas el hombre más bello que conoció alguna vez. La imagen misma de la erudición, de la elegancia y la delicadeza. La primera vez que lo vio, Luo Binghe pensó que no podía existir alguien más bonito que él. Claro, eso antes de que le tiraran té caliente sobre su cabeza. Y claro, antes de ser castigado a latigazos. Aunque, a pesar de todo, seguía pensando que Shen Qingqiu era una belleza inigualable. Y él, un emperador demoniaco con un gran harén, podía decirlo con certeza. ¿Quién mejor que él para juzgar de belleza siendo que en su harén todas las mujeres que estaban eran bellezas casi imposibles de conseguir?

—Bestia—fue el llamado que lo hizo abrir los ojos.

Sin darse cuenta, había creado una imagen de su shizun, de aquel a quien había conocido al entrar a CangQiong, quien lo había elegido. Estaba frente a él, con las túnicas verdes del pico QingJing, su cabello suave y negro agarrada en un medio moño que estaba decorado por una corona de plata y jade. Su mirada felina puesta en él, con un par de ojos negros y brillantes que le encantaban.

—Shizun—dijo sin dejar de mirarlo.

Esa belleza era tan única y tan inalcanzable para él.

Shen Qingqiu elevó su mano hacia él, una caricia superficial en su mejilla, tan delicada y tan dulce. Luo sostuvo la mano sobre su rostro, deseando sentir por más tiempo la calidez de esa palma. Shen sonrió suavemente antes de susurrar:

—Vamos a casa, Binghe.

Luo despertó de repente, en la oscuridad de su habitación. El silencio de la noche lo envolvía cuando salió de un salto de su cama y corrió hacia el cuarto donde estaba el cuerpo de Shen Qingqiu todavía esperando a ser revivido. Abrió la puerta tan fuerte que estaba seguro que había arruinado la pared, pero ¿importaba eso ahora?

Se acercó hacia la cama y se inclinó sobre el cadáver. Su mano tomó la fría y seca mano de Shen Qingqiu para colocarla en su mejilla como había pasado en su sueño. No había calor, no había cariño, pero eso era lo que quería Luo Binghe.

Quería ser amado por este hombre. Quería que lo amara. No importaba cómo, solo quería que lo considerara importante. Quería mucho más que ser notado por él.

—Shizun...este discípulo se equivocó—susurró mientras mantenía la mano inerte de Shen sobre su rostro, sus lágrimas comenzando a mojarla—. Pero lo arreglaré, arreglaré todo, lo prometo. Solo vuelve conmigo, prometo que esta vez será diferente.

Se acostó al lado de Shen Qingqiu y abrazó su cuerpo mientras le pasaba energía espiritual.

Esta vez lo haría diferente. Esta vez traería a su shizun de vuelta y lo haría feliz.

Solo necesitaba que regresara.

.

Cuando Mobei-jun lo volvió a ver buscando métodos para revivir a su shizun en la biblioteca, le dijo la verdad detrás del ritual. Si el alma que quería regresar estaba fracturada, entonces no podría traerla de nuevo. Al menos no de manera sencilla. Antes tendría que buscar dónde se encontraba cada parte del alma de Shen Qingqiu y juntarlas para regresarlas a su cuerpo.

—¿Crees que XinMo pueda ayudarme en eso?—preguntó Luo mirando a Mobei.

El hombre pareció pensarlo seriamente antes de responder.

—Posiblemente pueda hacerlo.

Solo con esa confirmación, que en realidad no era una confirmación como tal, Luo Binghe se aventuró a buscar el alma fracturada de Shen Qingqiu. Cada parte perdida sería encontrada y unida de nuevo. Cada porción del alma de Shen Qingqiu volvería a su cuerpo sin importar cuánto le tomara.

Estando solo en su cuarto, se aferró a XinMo y comenzó a meditar, usando el poder de la espada para localizar las partes del alma de Shen Qingqiu.

Sin embargo no estaba siendo fácil y Luo Binghe no sabía por qué. Encontrar un alma, con su poder, no debía ser difícil. ¿Por qué a él le estaba costando tanto?

Tuvo que usar más de su poder y llegar más profundo en el poder de XinMo para conseguir algo. ¿Tan fracturada podría estar el alma de Shen Qingqiu que ni siquiera podía hallar sus pedazos?

Tenía tantas preguntas en su mente, tantas cosas que cuestionar cuando la respuesta llegó a él: el alma de Shen Qingqiu no estaba en ese mundo.

Luego de horas de meditar y usar su energía demoniaca, halló algo. Una energía débil que pertenecía al alma de Shen Qingqiu. Al inicio creyó que era un fragmento de su alma, una porción y por eso la energía era débil. Pero mientras más se concentraba, más notaba que no se trataba de eso. No.

Se trataba del hecho de que el alma de Shen Qingqiu estaba en otro mundo. Otro lugar muy lejos de ese. Muy lejos de él. Y estando tan lejos no podría traerlo de nuevo.

Cuando se dio cuenta de eso, Luo Binghe comenzó a pensar en otro plan. Si no podía hacer que el alma de Shen Qingqiu fuera hacia él, entonces él iría hacia donde Shen Qingqiu se encontraba.

No importaba el costo.

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Buscar un nuevo ritual no era fácil. Luo Binghe sabía que lo que quería era algo que muy pocos seres vivos en el mundo habían hecho y por eso sabía que los registros serían escasos. Sin embargo, buscó sin descanso mientras su imperio lentamente caía en el caos.

Sha Hualing le había informado que las guerras civiles habían aumentado y que el descontento de su gente era cada vez mayor. Los funcionarios demoniacos que habían estado de su lado estaban comenzando a ponerse en contra y ella ya no podía hacer demasiado al respecto.

Luo ignoró todo eso. ¿Acaso importaba si pronto el emperador se iría de ahí? A la mierda con todo, con sus mujeres, sus hijos y su palacio. A la mierda con la gente de su territorio. Ninguno de ellos le importaba realmente. Y a ninguno de ellos les importaba tampoco.

Sabiendo que el cuerpo de Shen Qingqiu ya sería inútil, lo sepultó en un ataúd de oro y mandó a construirle el mausoleo más hermoso y elegante que jamás se había visto. Con tantos detalles exquisitos que cualquiera podría admirarlo y decir que quien estaba descansando eternamente ahí debió haber sido alguien muy importante.

Buscó incansablemente, mandando a Mobei a buscar pergaminos antiguos que posiblemente tendrían la respuesta que quería. Nunca le dio tantos detalles a su soldado más leal, pero sabía que no era necesario. El rey del norte ya sabría para qué quería esa información.

Y como siempre fue, de manera efectiva le llevó un pergamino con la respuesta que quería. Un ritual que lo llevaría al mundo que quisiera ir. Pero era un ritual sin dudas complicado y, para eso, requería, además, su propia muerte. No vio problemas en eso.

—Mobei, sería bueno que te fueras a tu reino y te quedes ahí. Las cosas no se pondrán agradables aquí y, si quieres vivir, será lo mejor.

Mobei no lo había juzgado por lo que hacía, simplemente obedeció siempre sus órdenes y lo ayudó a conseguir lo que anhelaba. Matarlo no era devolverle el favor, aunque lo haría si se interponía en su camino.

—Junshang, tengo una petición que hacerle—dijo Mobei, quieto en su sitio y con su cara de piedra intacta.

—Habla.

—Quiero colaborar en el ritual.

Luo Binghe lo miró, extrañado por la petición.

—¿Por qué?

—Quiero ir con usted, también hay alguien a quien deseo buscar.

—¿Y si no está en el mundo al que planeo ir?

Mobei bajó la mirada un momento antes de volver a elevarla.

—Entonces ese será mi castigo.

El ritual no era difícil de por sí, principalmente porque matar era lo más fácil para él. Lo complicado estaba en la cantidad. Cualquier otro ritual pautaría mil o dos mil personas. Pero este ritual requería del sacrificio de cientos de miles de personas, humanos y demonios. Y con Mobei sumándose, la cantidad se duplicaba. Así que en el sacrificio, Luo Binghe agregó a sus hijos y mujeres. Todo sirviente del palacio fue asesinado por XinMo y todo ser vivo que se cruzara en el camino también. No hubo quien se salvara de su masacre.

Cuando Mobei regresó con él, cargando una espada de hielo, pasó todas las almas recolectadas, toda la sangre y la muerte de esa espada de hielo a XinMo. Ambos en un círculo de talismanes, listos para decir las palabras claves del ritual.

Cuando lo hicieron, siendo Luo quien dirigía el ritual y quien había impuesto el destino de ambos, con un sello mando a volar a XinMo.

Al mismo tiempo, ambos cuerpos fueron atravesados y la espada se destruyó por el poder del ritual.

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Luo Binghe no sabía cómo sería el mundo al cual sería enviado. No sabía siquiera dónde caería o cómo. Todo sería una sorpresa. Pero estaba dispuesto a hacer y pasar lo que sea con tal de volver a encontrar a Shen Qingqiu y quedarse a su lado.

La caída que sintió se detuvo abruptamente, como si hubiera golpeado el aire de repente. Fue una sensación extraña, pero no dolorosa. Pocas cosas podían dolerle ya.

Al abrir los ojos se encontró arrodillado frente a una tumba con un solo nombre. El nombre que recordaría para siempre: el de su madre lavandera. Tocando su rostro lo encontró lleno de lágrimas y descubrió que había vuelto en el tiempo, seis meses antes de que ingresara a CangQiong.

Se levantó de la tierra y pidió perdón a su madre por no haber podido regresar antes. Quizás habría podido salvarla, o quizás no. Luo Binghe nunca supo con certeza eso.

Miró el bolso abandonado a un lado de él, donde había empacado las pocas cosas que había tenido mientras vivía con ella. Fue en ese momento donde decidió aventurarse a una secta de cultivo para poder honrarla. Y había elegido CangQiong por ser la número uno.

Por un momento, mientras tomaba su bolso, pensó en lo extraño que era volver a tener el cuerpo de un niño de diez años y crecer otra vez. En sus desviaciones de qi sí se encogía y tomaba el tamaño de un niño de cuatro o cinco años, pero en esas ocasiones crecía rápido y al mes estaba de nuevo como antes. Ahora, en esta ocasión, no le tomaría un mes o dos volver a su cuerpo original. Esta vez tomaría años.

Despidiéndose por última vez de su madre, Luo Binghe se encaminó a CangQiong, dispuesto a regresar al pico QingJing y ser discípulo de Shen Qingqiu de nuevo. Esta vez no se dejaría intimidar por Ming Fan ni juzgaría a su maestro. Buscaría entenderlo, indagar sobre su vida y ser el hombre que necesitara que fuera para hacerlo feliz. Nunca antes había buscado mucho sobre Shen Qingqiu, solo conocía su verdadero nombre, Jiu, pero no el trasfondo detrás del mismo. Nunca antes pudo ver en los sueños de su maestro porque, por algún motivo, era imposible entrar en su mente. Como si constantemente tuviera un muro que imposibilitaba a Luo Binghe a ver más allá. A veces odiaba eso porque no podía ver sus memorias y usarlas en su contra.

Ahora odiaba eso porque no había podido conocer la verdad detrás de Shen Jiu.

Le tomó cuatro meses llegar a CangQiong y dos meses más prepararse para el examen. Dentro del entrenamiento eran instruidos sobre cada pico. Eso los ayudaría a saber a qué pico deseaban ir. Luo ya tenía el pico en su mente, aunque si todo pasaba tal cual recordaba, no sería necesario porque Shen Qingqiu lo elegiría. En su vida pasada, Luo Binghe había estado en duda de qué pico elegir. Su meta era uno de los más altos, como QiongDing, o uno relacionado con la medicina, como QianCao. Su idea había sido poder ayudar a las personas que lo necesitaran, como su madre que murió enferma. Pero al final terminó en QingJing, el segundo pico, elegido por el maestro de dicho pico. Para Luo había sido una bendición hasta que le tiraron té caliente en la cabeza y esa ilusión se esfumó por completo.

Ahora estaba dispuesto a soportar ese té caliente de ser necesario para poder conocer más al verdadero Shen Qingqiu.

El examen era una estupidez, cavar un pozo con las manos. Pero la dificultad radicaba en el hecho de que la tierra debajo de ellos no era como cualquier otra, estaba tan impregnada de energía espiritual que si no eras lo suficientemente fuerte, tus manos no serían útiles para escavar.

Mientras lo hacía, echó un vistazo a su alrededor, buscando la figura elegante y hermosa de Shen Qingqiu acompañada de Ning Yingying, la niña a la que había envidiado por años.

No solo había valorado a Yingying por ser la única persona buena con él en el pico QingJing, también había sentido envidia de ella por tener el cariño y la atención de Shen Qingqiu que él quería. Arrebatársela a su shizun fue solo una estrategia para que centrara su atención en él y ya no en ella. La había apreciado, pero nunca la amó.

Sin embargo, su sorpresa fue grande cuando en lugar de ver a su shizun, se encontró solo con Ming Fan, un joven Ming Fan de doce años que parecía curioso mirando a su alrededor. ¿Qué hacía ese idiota ahí? ¿Por qué no estaba su hermoso maestro y estaba ese imbécil feo en su lugar?

Como fuera, Luo Binghe no iba a declinar en su idea de ir al pico QingJing, si Ming Fan lo rechazaba por ser mejor que él, entonces insistiría hasta ser aceptado. Porque estaba seguro que ese tarado no iba a elegirlo, ¿cómo podría elegir a alguien más guapo y fuerte que él? Era un frasco de envidia andante que lo había humillado y golpeado tantas veces como pudo. Su muerte a manos de hormigas fue lo más satisfactorio que Luo Binghe vio en su vida.

Como esperaba, Ming Fan no lo reclutó. Así que al momento de elegir, Luo Binghe se acercó a él. Ming Fan lo miró curioso cuando lo vio acercarse, sin decir una palabra.

—Quiero unirme a QingJing, por favor—dijo Luo Binghe, en su papel de loto blanco inocente y puro.

Bajó la mirada con falsa timidez mientras sus manos apretaban su bolso con fuerza.

—¿En serio?—preguntó Ming Fan, más sorprendido que burlón.

Binghe alzó la mirada, curioso de su reacción.

—Sí.

Y algo que Binghe nunca pensó ver, sucedió. Ming Fan sonrió radiante y mostrando sus dientes, feliz de que alguien hubiera elegido su pico.

—Eso es genial. Pensé que nadie querría venir y ya me estaba sintiendo mal de llegar con las manos vacías a shizun—Ming Fan rio aliviado—. Soy Ming Fan, el discípulo principal de QingJing. Yo seré tu shixiong así que puedes confiar en mí. ¿Cómo te llamas?

¿Confiar...en él?

¿Este era en verdad Ming Fan?

—Luo Binghe—respondió, impactado por la actitud del niño que más lo había molestado en el pico QingJing.

El chico que había disfrutado de castigarlo en nombre de su shizun.

—Luo shidi entonces. Espera a mi lado hasta que termine todo. Aunque no creo que nadie más quiera venir—Ming Fan sonrió apenado—. Descansa por el momento.

Asintiendo con la mirada baja, Luo se sentó a un lado de Ming Fan y esperó a que todos los niños terminaran de elegir o de ser elegidos. Su mente todavía no podía procesar el trato amable de Ming Fan hacia él.

¿Y si habían cambiado a Ming Fan y este no era el verdadero Ming Fan? ¿Desde cuándo este niño podía ser tan amable cuando antes era un cretino con él?

Cuando ya no hubo más niños, Ming Fan le extendió su mano para ayudarlo a levantarse y pronto le indicó el camino hacia QingJing.

—¿Qué edad tienes, Luo shidi?—preguntó Ming Fan mientras caminaba a su ritmo para no adelantarse demasiado y perderlo.

—Diez años, Ming shixiong.

—La edad justa para cultivar, en verdad eres afortunado. ¿Por qué decidiste CangQiong? ¿Por qué QingJing?—la curiosidad parecía envolver a Ming Fan y Binghe lo encontró intrigante.

—Quería honrar la memoria de mi madre y pensé que QingJing hubiera sido lo que ella querría para mí.

Bueno, no estaba seguro de eso, pero no podía decirle que quería entrar a QingJing para estar con Shen Qingqiu. Eso sería raro en un niño de su edad.

—Lo siento—dijo Ming Fan, su mirada se tornó ligeramente triste.

—Está bien, estoy seguro que ella no querría que la recordara con tristeza—comentó e inconscientemente apretó el jade falso que ella le había regalado.

Cuando se dio cuenta de que Ming Fan notó el jade falso, se alarmó pensando que volvería a quitárselo de nuevo y arrojarlo a algún sitio desconocido donde no volvería a verlo.

—Eso... ¿te lo regaló ella?—preguntó con tacto, Luo simplemente asintió apretando los labios—Es muy hermoso.

Sorprendido lo miró y notó que la sonrisa de Ming Fan era genuinamente amable. No había burla ni gestos maliciosos detrás, como hubiera sido en el pasado. Sabía que Ming Fan había notado que el jade era falso con solo una mirada, el niño tenía experiencia con ese tipo de cosas. Pero no dijo nada al respecto.

—Gracias.

Más tranquilo caminó en silencio hasta llegar a QingJing. Subieron la larga escalera y en el camino Ming Fan le pidió que lo esperara para que pudiera darle la noticia a su shizun. Luo no esperó muy lejos y, cuando Ming Fan regresó, llevaba una bandeja en sus manos con té y bocadillos.

—Ven, shidi. Shizun espera en su casa de bambú, ayúdame a abrir la puerta porque no puedo—rio suave Ming Fan, volviendo a liderar el camino.

Al llegar, Luo Binghe reconoció sentirse nervioso. Nunca antes había estado en la casa de bambú. O bueno, no a la parte donde Ming Fan lo llevaba. Shen Qingqiu tenía un cuarto aparte y especial donde daba la bienvenida a sus discípulos, pero esta no era esa parte. Aquí entraría a la sala de la casa de bambú.

Abrió la puerta por Ming Fan y lo dejó ingresar antes de pasar él. Cuando vio a Shen Qingqiu se quedó sin aliento, aunque tuvo que disimular. Su shizun estaba tal cual lo recordaba, tan hermoso y elegante como la primera vez que lo vio. Se estaba sirviendo una taza de té cuando Luo Binghe mostró sus respetos, arrodillado y tocando la frente contra el suelo.

—Este discípulo saluda a shizun.

—Ming Fan, trae algo para que se limpie las manos—dijo Shen Qingqiu y Luo alzó la cabeza, viendo como su shizun había apartado dos bocadillos de los que le habían llevado.

Ming Fan se marchó para buscar lo pedido, Luo bajó la mirada sin saber cómo reaccionar.

—Antes de hacerte cualquier pregunta, debo saber esto: ¿estás seguro de estar en este pico? Por lo que Ming Fan me ha contado, creo que eres más apto para el pico BaiZhan que para el pico QingJing.

La mente de Luo Binghe intentaba recordar si, en su vida pasada, Shen Qingqiu había sido tan amable en su trato. No, no lo había sido, pero el cambio, además de extraño, era gratificante. Así que sin miedo, decidió decir lo que alguna vez le dijo al entrar a QingJing la primera vez.

—Este discípulo está muy seguro de pertenecer al pico QingJing. Este discípulo cree que este pico es el indicado para poder honrar la memoria de su madre.

Fue la mención de su madre lo que había hecho que su shizun le arrojara el té. Y quizás había esperado que volviera a pasar a pesar del comportamiento extraño de Ming Fan y la rara situación que no había vivido antes.

—Bien, si esa es tu decisión—en ese momento Ming Fan llegó con un poco de agua y un paño para sus manos—. Es bueno que sepas que este es un pico estricto, siempre espero lo mejor de mis discípulos tanto en las cuatro artes como en el cultivo y la espada. Así que espero que puedas esforzarte para lograrlo.

Luo se limpió las manos, asintiendo a las palabras de su maestro antes de dar una respuesta.

—Este discípulo se esforzará en hacer todo lo mejor que pueda.

Shen le pasó el bocadillo y luego el otro a Ming Fan.

—Si tienes dificultades puedes recurrir a mí o a tus shixiong y shijie. También puedes recurrir a nosotros si eres intimidado. En este pico se prohíbe la intimidación a cualquier discípulo, hacerlo llevará a un severo castigo. Como tu maestro, mi deber es educarte, pero también castigarte si te sales del camino. Espero no tener que hacer lo segundo.

La sorpresa de las palabras de Shen no fue mostrada en el rostro de Luo Binghe, pero lo estaba sin duda alguna. ¿No se permitía la intimidación en QingJing? Eso sin duda alguna era nuevo. En QingJing la intimidación había sido el pan de cada día. ¿Desde cuándo no lo era?

—Shizun no tiene de qué preocuparse, este discípulo no ocasionará problemas—respondió solo porque no podía quedarse callado.

Shen asintió y tomó su taza de té. Sus largos y finos dedos sosteniendo la taza. Tan hermoso, tan delicado, tan perfecto.

—El manual—dijo de repente, Luo volvió a la realidad.

Ming Fan salió, pero no tardó mucho en regresar con el manual de cultivo. Tras dejar la taza, Shen lo abrió y lo vio, como si buscara algo en él. ¿Acaso se estaba asegurando de que no fuera falso?

Cuando estuvo satisfecho lo puso sobre la mesa y lo deslizó hacia Binghe.

—Tu manual de cultivo. Sabes leer ¿verdad?

—Sí, shizun.

—Bien, entonces comenzarás a leerlo y estudiarlo mañana. Ming Fan, llévalo a asearse y dale las túnicas del pico. También acomódalo en las habitaciones, necesita descansar para mañana.

—Sí, shizun. Luo shidi, vamos.

Luo asintió, tomando el libro y abrazándolo contra su pecho. Reconoció el libro verdadero de cultivo, no el falso que le habían dado. Ese era el que sus demás compañeros tenían. Con una mano limpia tomó el bocadillo que Shen le había ofrecido, y que no había tocado antes por estar distraído con las nuevas situaciones, y siguió a Ming Fan fuera de la casa de bambú.

—¿Sabes shidi? Me alegra que nos hayas elegido—habló Ming Fan mientras lo guiaba hacia los aposentos de los discípulos—. Cuando shizun me pidió esta mañana que fuera en su lugar, no estaba muy de acuerdo aunque acepté. Pensé que nadie querría venir a QingJing si me veían solo a mí, un discípulo muy joven. La mayoría elige QingJing por shizun, cuando lo ven quedan encantados y nos eligen. Pero yendo yo, siendo tan joven y nada agraciado, pensé que nadie terminaría por venir a QingJing. Pero Luo shidi vino y eso me puso muy feliz.

Luo sonrió, pero por dentro se preguntaba qué habría hecho shizun para cambiar tan radicalmente la actitud de Ming Fan. ¿Acaso estaba embrujado? ¿Lo habían hechizado?

—Uh...gracias, shixiong.

—No, no agradezcas—dijo Ming Fan, su mano apretando suavemente su hombro—. Vamos, rápido, hay muchos ansiosos por conocerte. Tu shijie sobre todo, ¿sabías que estuvo emocionada por tener un shidi o shimei? Habló de eso toda la semana.

—¿Una shijie?—era mejor fingir que no sabía nada.

—Sí, la única discípula femenina de QingJing. Se llama Ning Yingying, te agradará.

Las mejillas de Ming Fan se sonrojaron y Luo Binghe recordó que a él le gustaba Yingying. Pero con su actitud difícilmente ella se fijaría en él.

Al llegar vio a un par de discípulos en los aposentos, algunos leyendo y otros buscando entre sus cosas. Era la primera vez que estaba ahí. En su vida pasada había sido llevado a la leñera y dejado ahí como un animal salvaje e indeseado.

Ming Fan tomó su muñeca para llevarlo hacia su nueva cama.

—Está bajo la ventana, ¿está bien eso para Luo shidi?

—Uh, sí, está bien.

Era mejor eso que la leñera de todas formas.

—Bien, aquí puedes dejar tus cosas y...—antes de terminar, alguien interrumpió.

—¡Al fin llegaste!

Luo Binghe reconoció al chico que se acercó. Tenía los ojos pequeños y una boca ancha. Ling Yi, uno de los secuaces de Ming Fan y quien lo había golpeado en innumerables ocasiones.

—Luo shidi, él es Ling Yi, tu shixiong—presentó Ming Fan, Ling Yi miró a Luo Binghe.

Rápidamente se puso su máscara de loto blanco e hizo una reverencia.

—Un placer conocer a Ling shixiong.

Ling Yi se acercó a él y se inclinó para mirarlo. Luo se preparó para las burlas, pero entonces el chico tomó sus mejillas y comenzó a apretujarlas.

—Aw, es tan adorable, Ning shimei se volverá loca al verlo—tras apretar sus mejillas, el chico lo abrazó contra su pecho—. Tan apapachable.

¡¿Quién carajos era este niño y qué hizo con Ling Yi?!

—Yi, déjalo—dijo Ming Fan separándolos y salvando a Luo Binghe—. Al menos espera a que se bañe y descanse un poco.

—Lo siento, lo siento—rio Ling Yi antes de inclinarse a un costado—. ¡Song-er, A-Mu! ¡Vengan a ver a nuestro shidi!

Dos chicos que conoció en su vida pasada se hicieron notar. Mu Sheng estaba tal cual lo recordaba. El chico nunca había participado mucho de las golpizas, pero había sido parte del grupo de Ming Fan. El día que lo mató no dio pelea, simplemente se dejó asesinar. Nunca entendió ese cambio y no buscó hacerlo. Lu Song, por otra parte, siempre se había burlado de él, pero jamás lo golpeó. A él recordaba haberlo decapitado.

—¿Ya llegó?—preguntó una voz suave desde una de las camas.

Al girar Binghe notó a un niño tierno y suave. Yang Chen había sido víctima del grupo de Ming Fan en su vida pasada y no supo qué fue de él al regresar para vengarse. Fue al único que no vio cuando mató a todos.

El chico, que había estado buscando entre sus cosas distraídamente, se levantó y se acercó a él.

—Es muy lindo—dijo Lu Song sonriendo amable—. Hay que entrenarlo para que nos ayude a golpear a BaiZhan.

—Primero deja que descanse—dijo Mu Sheng suspirando—. El chico se ve agotado.

—Y sucio—dijo Yang Chen sacando un pañuelo del bolsillo de su túnica para empezar a limpiar la tierra del rostro de Binghe—. ¿Comiste algo? Oh, mi nombre es Yang Chen, un placer.

—Yang shidi—rio Ming Fan—, deja que Luo shidi vaya a asearse. Será más efectivo que limpiar la tierra de su rostro así.

—Oh, sí—Yang Chen sonrió tímido guardando el pañuelo—. ¿Shidi quiere que lo ayude?

—¿Ya llegó?—se escuchó una voz aguda y femenina detrás de ellos.

Luo Binghe no estaba teniendo un descanso. Se estaba encontrando con personas de su primera vida una detrás de otra. Era demasiado. Pensó que al volver sería tratado como antes, que sería arrojado a la leñera y olvidado ahí, pero en su lugar estaba siendo recibido como uno más del pico. Era uno más de ellos, no una mierda maltratada.

No sabía si relajarse de inmediato. No sabía cuánto duraría esto. Pero...quería disfrutarlo.

Quería saber qué se sentía ser aceptado por sus hermanos marciales.

—Ning shimei, aquí está tu shidi.

Ella se acercó, una sonrisa dulce en su rostro. Luo Binghe la miró, lucía tan bonita como la recordaba a esa edad. Tan inocente y dulce.

—Un placer, soy Ning Yingying y seré tu shijie. ¿Cuál es tu nombre?

—Soy Luo Binghe, es un placer conocerlos a todos. Prometo que no daré problemas.

Ming Fan rio y pudo ver de reojo las sonrisas de los demás.

—Tranquilo shidi, sabemos que no lo harás.

Detrás de las palabras de Ming Fan no había una amenaza, sino una confianza genuina. Luo Binghe nunca antes había sido reconocido así, como un shidi, como un compañero. Había sido repudiado por todos, dejado a un lado y solamente siendo aceptado por beneficio de los demás. Codiciado por su belleza o su poder, siempre querido por una de las dos cosas o ambas. Nunca por quién era, a nadie le importa quién era o qué sueños tenía a menos que buscaran ganar algo a cambio.

Nunca se sintió parte de una familia. Nunca se sintió parte de nada.

—¿Shidi?—preguntó Yang Chen preocupado.

Binghe sonrió, lágrimas cayendo por sus mejillas.

—Gracias—dijo sincero, como hacía tiempo no era.

No recordaba cuándo fue la última vez que fue sincero, que sonrió con sinceridad sin su máscara de loto blanco.

Algunos lo miraron preocupados antes de que Ming Fan interviniera. Apretó el hombro de Luo Binghe con cariño, de manera confortable y limpió sus lágrimas con la manga de su túnica, manchándola de tierra en el proceso. Una sonrisa suave en su rostro, como si estuviera entendiendo lo que sentía. Luo se preguntó si en verdad lo hacía.

—Bienvenido a QingJing, Luo shidi. 


Esta semana subiré los primeros siete extras porque los otros todavía me faltan terminarlos jajaja Pero esta semana habrá siete extras uwu

Aqui se ve cómo fue que Luo Binghe viajó y cómo fue que se dio cuenta de lo que quería. Quizás Mobei-jun estaba un poco más...hablador, de lo que usualmente es. Pero consideré que ya era lo suficientemente mayor, era más grande que Binghe, como para tener una actitud un poco más relajada y madura. Además, también hay otro tema que lo hace ser así. Algo que creo que muchos ya habrán notado y que tiene relación con Shang Qinghua uwu

La sorpresa de Luo Binghe al ver como lo recibían en QingJing no tenía precio jajaja Me imaginaba a Luo tipo: k pedo, k pedo. Pero al menos pudo encontrar una familia que lo haga parte de ella y que lo ame y cuide por ser Luo Binghe, no por ser muy bonito o tener mucho poder. 

Mañana subiré el Extra 2: La travesía de Luo Bingge II

Nos vemos! Besos :D

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