Plaies d'amour ▪︎ MARC GUIU

By chiarasmt

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Cuando Laetitia conoció a Marc jamás imagino que tarde o temprano acabaría sintiéndose atraída por él. Ese am... More

Plaies d'amour
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Epílogo

Capítulo 7

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By chiarasmt

•••

- Ya va Fermín a darle la chapa -me quejé en cuanto vi a mi amigo acercarse a Laetitia.

- ¿Qué más te da? - se quejó Gavi, el cual no estaba puesto en el tema.

- Anda vamos a salir a que nos dé un poco el aire -Héctor colocó sus manos en mi brazos y me dio un ligero empujón.

Mi mirada seguía en ella y como bailaba con su amiga Ilenia y con otra chica que no conocía. Me miró durante unos segundos, mientras de fondo sonaba:

Sé que te gusto y aún no me atrevo, dame una señal para perder el miedo. Piensas en mí, como yo en ti, habla claro no perdamos más el tiempo.

Aparté la mirada sintiendo como las ganas de cogerla del brazo, meterme en cualquier baño y comerle la boca iban incrementando por momentos. Negué con la cabeza, intentando deshacerme de todos aquellos pensamientos. Por más que lo intentaba no dejaba de pensar en ella. Y pasaba de mí, me ignoraba, me trataba mal, me hablaba muy borde e intentaba siempre hacerme enfadar. Aunque capté cual era su propósito: alejarme de ella para no hacerle daño a Carmen y mira que lo intenté, lo intenté mil veces y no pude. No podía más, cuando estaba cerca me ponía nervioso, hasta Carmen comenzó a sospechar aunque no pensaba que era su mejor amiga la causante de mi falta de interés.

- Tienes un problema serio -se quejó Héctor en cuanto salimos a la calle.

- ¿Crees que no lo sé? -le hablé mal, al instante me arrepentí -. Lo siento -murmuré -, no sé que me pasa.

- Pues que te gusta joder, eso es lo que pasa. Y hasta que no resolváis la tensión que hay entre vosotros esto no va a mejorar. O dejas a Carmen o te olvidas de la francesa, pero no puedes jugar a dos bandas porque al final el que más perjudicado va a salir vas a ser tú -una dosis de realidad que bien falta me hizo. Hasta la fecha no me había parado a pensar en las consecuencias que podría traer fijarme en Laetitia.

- No, si tienes razón, pero en estos momentos no sé lo que quiero. A veces pienso que lo mejor es dejar a Carmen y olvidarte de Laeti. Son amigas y ya sabemos cuáles son los códigos de la amistad. Tampoco quiero hacerle daño a Carmen, ¿sabes? Suficiente mal lo está pasando -me encogí de hombros, pensé en mí, sí, pero también pensé en mi novia y por todo lo que estaba pasando.

Me rayaba mucho ver como estaba mal, como cada día estaba más consumida, apenas tenía ganas de nada. Y no saber que le pasaba fue un completo suplicio porque no sabía como actuar, intenté por todos los medios hacerle ver que todo estaba bien y que me tenía para lo que necesitara, pero su mente no estaba en mí, estaba en otra cosa que la tenía muy preocupada. Sentí que no confiaba en mí, intuí que todo era cosa de sus padres y que esa decaída emocional fue fruto de la mala relación que tenía con ellos. Conocí a Rosa, a su tía, la cual se mudó temporalmente a su casa, no me contó nada más, no me comentó los motivos y hasta pude apreciar como evitaba el tema. No quise meterme donde no me llamaban, pero su estado de ánimo a mí me afectaba y pasaba a estar mal, ella tendría sus motivos, pero yo no y fue muy desesperante.

- Mira, habla con ella. Si quieres voy yo y distraigo a Carmen. La sacas fuera, te la llevas a dar una vuelta y le cuentas como te sientes, así va a ser la única forma de cerrar este estúpido triángulo amoroso que se ha formado -me aconsejó Héctor, negué con la cabeza muy poco convencido.

- No es un triángulo amoroso -no quise ver la realidad.

- Tú sigue en tu mundo que te vas a dar la hostia de tu vida, Marc aterriza -no es que no viera la realidad, es que no quería verla, ese fue mi problema. Esquivar todo lo que tuviera que ver con mis sentimientos, hacer que todo estaba bien y mientras tanto sufrir en silencio y desear a una chica que lo más probable es que nunca acabaríamos juntos.

- Te voy a hacer caso -accedí -, pero como salga mal me debes mínimo dos cenas.

- Ni en tus mejores sueños Guiu -Héctor me dio un par de palmaditas en la espalda. Justo en ese momento Laetitia salió de la discoteca y mi amigo me guiñó el ojo -. Aprovecha el momento, luego me cuentas.

Rodé los ojos y me acerqué a ella. Por suerte no me vio acercarme por lo que me fue más fácil comenzar la conversación, de lo contrario no me habría dejado ni siquiera abrir la boca.

- ¿Tienes un momento? -le pregunté, ella me miró de reojo y aceptó porque no le quedó más remedio.

- Si no queda otra, acompáñame a la esquina, viene mi padre a traerme otros zapatos, estos me hacen rozadura -instintivamente bajé la mirada al suelo y vi como caminaba con cierta dificultad.

La última conversación que tuvimos ella y yo no terminó bien, aunque tampoco terminó tan mal. Fue en casa de Carmen, la noche anterior, cuando casi nos besamos y luego Carmen quiso que nos acostáramos, pero no pude. Mi novia se cabreó y cuando salimos de la habitación Laetitia ya no estaba. Le escribí, pero me dejó en visto. Insistí, pero no obtuve respuesta por su parte. Bajamos a su casa, Carmen se volvió loca y comenzó a echarle en cara el haberse ido. Deliró, se marchó y me dejó de nuevo a solas con ella. Empezamos a discutir, como siempre. Ella me echaba en cara lo poco que le gustaba para su amiga y yo por joder comencé a meter mierda acerca de su relación de amistad, siendo plenamente consciente de que a Laetitia le afectaba y no poco. Ella se encerró en el baño, tardó en salir cuarenta minutos, yo cansado de esperar en el salón me fui al piso de mi novia, entré en la habitación de Carmen y me tumbé en la cama. Al cabo de un rato, Laetitia me mandó un audio, "Déjame por favor, aléjate y no me hables. Hazlo por ella", sollozando, se había pasado los cuarenta minutos llorando y me sentí fatal porque en ningún momento mi intención fue hacerle llorar. Le pedí perdón, ella aceptó mis disculpas, pero me volvió a dejar el leído. Al llegar a la fiesta me vio, nos miramos durante unos segundos y pasó a ignorarme, me sentí mal, pero no pude hacer nada al respecto, solo observala desde la distancia sin parecer un puto loco.

Llegamos a la esquina y por suerte su padre todavía no había llegado. La vi nerviosa, como si estuviera incómoda y la entendí, al final ninguno estábamos haciendo las cosas bien.

- ¿Cómo ha pasado hoy Carmen el día? -se interesó, me gustó que fuera ella la que sacase el tema de conversación.

- Más animada, ha estado casi todo el día con Patri así que tampoco te puedo decir mucho más -me encogí de hombros, sí sabía como estaba, pero me agotaba que nuestro tema de conversación siempre fuera Carmen.

- Ya -rodó los ojos mostrando su descontento -, en fin.

- No te cae bien Patri y no disimulas ni lo más mínimo -me reí, ella me sacó el dedo.

- ¿Acaso a ti te cae bien? -negué con la cabeza -. Y ahora que está embarazada no sabes el por culo que da, tengo la cabeza -dramatizó.

- ¿Por qué has venido al cumpleaños? Si lo que quieres es irte a casa -le pregunté aquello porque por muy remota que fuera la posibilidad, me gustó pensar que fue por mí y no estuve tan mal encaminado.

- Por no quedarme en casa un sábado por la tarde y porque necesitaba salir y porque como tú bien me dijiste ayer, Carmen me necesita aunque no esté pegada a ella. Y porque bueno... eh.. da igual, déjalo. Es absurdo -no pudo hablar, se trabó, el rubor ascendió por sus mejillas. Fui a hablar, pero justo en ese momento llegó su padre en el coche.

Me fijé en la parte de atrás, iban sus hermanos. Se bajaron los tres, Kirian le dio unas converse y Laetitia se las cambió mientras hablaba con su hermana Isadora. Me fijé en la niña, era rubia, muy rubia, con ojos claros y la piel muy pálida. Me miró durante unos segundos, luego miró a su hermana y comenzaron a hablar mediante lengua de signos. Laetitia comenzó a reírse mientras negaba con la cabeza. Me creó mucha curiosidad su conversación, quizás hasta demasiada.

- Marc -me llamó, alcé la mirada y fruncí el ceño -, ven.

Caminé cuatro pasos contados, me puse a su lado e intuí que me estaba presentando. Su hermana sonrió, la miré e intenté recordar lo que aprendí de lengua de signos. No fue mucho, tampoco me acordaba de todo, pero sí lo suficiente como para sorprender a ambas.

- Hola, ¿qué tal? Soy Marc, un amigo de tu hermana -Laetitia verbalizó lo que intenté signar.

- ¿Sorprendida? -arqueé una ceja, ella asintió con la cabeza.

- Bastante -murmuró sin poder borrar aquella sonrisa que se formó en su rostro.

Me fijé en su padre, el cual sonreía callando lo que quiso decir en aquel momento. Se despidieron de ella y volvieron a meterse en el coche. Era raro, muy raro y entendí que su padre no comprendiera nada, ni hasta yo mismo lo entendía. Cómo explicarle a alguien que ella y yo no nos llevábamos bien porque nos gustábamos, pero teníamos a una misma persona en común que nos frenaba. Pero siempre nos pillaban juntos, hasta le hablé a mi hermana de ella, de forma escueta y sin profundizar en nada, pero hasta se dio cuenta de que algo pasaba.

- Gracias por el gesto, a Isadora desde luego que te la has ganado -miró al suelo como timidez.

- Nada -le resta importancia -. Desde luego es más simpática y más risueña que tú -dije para picarla y funcionó porque rodó los ojos.

Llegamos de nuevo a la puerta de la discoteca y ella suspiró. No quería entrar, si es que se le veía en la cara que lo único que quería era irse a su casa. Quise proponerle hacer algo, pero tampoco quise agobiarla y mucho menos pasar más tiempo a solas con ella, bastante habíamos tenido ya como para incrementar esa tensión y ese deseo que existía entre nosotros.

- Esto, ¿qué querías? -pensé que se había olvidado, pero no, era muchísimo más lista y se quedaba con todo.

- Nada dejalo, si total... ¿Entramos? -la situación se puso tensa y preferí prevenir por lo que pudiera pasar.

- Entra tú, no quiero estar más tiempo compartiendo contigo el mismo espacio -comentó de nuevo sacando a la luz ese tono de voz borde.

- Ya me extrañaba a mí que estuvieras siendo tan maja -me crucé de brazos, ella se giró para encararme.

En medio de la calle comenzamos a discutir, fuimos elevando el tono de voz hasta perder por completo los papeles. Por suerte no había mucha gente alrededor nuestra, pero sí la suficiente como para tener a unas cuantas pendientes de nosotros.

- Mira me jode mucho que ayer estuvieras a nada de besarme y luego te fueras a follar con Carmen -me recriminó.

- No follé con nadie porque no quise. Si ella te ha dicho que sí, ese ya es su problema -intenté calmarme.

- De verdad que no te aguanto. Deja de jugar a dos bandas que te vas a quedar solo. Si al final nos estás haciendo un favor a las dos. Lo mejor que podrías hacer es dejar a Carmen.

- Esto es cosa de dos, ¿sabes? Que tú eres su amiga y tampoco lo estás haciendo bien. Por algo te quedaste sola, ¿no? -justo donde más le dolía y me sentí fatal porque realmente no pensaba así.

- No tienes ningún derecho a opinar de mi vida -me encaró -. No sabes lo mal que lo he pasado así que por favor te pido que no vuelvas a mencionarme el tema y tampoco quiero que me hables de las amigas de Carmen.

- Y tú no vuelvas a decirme lo que tengo que hacer con respecto a mi relación -elevé el tono de voz.

Siempre acabábamos discutiendo por lo mismo.

- Es que no estás valorando a mi amiga -me echó en cara -. No eres capaz ni siquiera de serle sincero, Marc -relajó el tono de voz lo que hizo que yo me relajara también.

- No sabes nada -suspiré -. Absolutamente nada, te aferras a lo que te dije un día que estaba cabreado para ponerte en mi contra.

- No hace falta saber nada, se te ve en la cara -negó con la cabeza, se cruzó de brazos y apartó la mirada -. No sabes valorar lo que tienes, estás siendo muy egoísta. Ella piensa que te gusta otra y tú sigues con esa actitud de mierda.

- ¿Actitud de mierda? -me reí con ironía -. Perdona, pero eso sí que no te lo voy a permitir. Tú mejor que nadie sabes lo mucho que he estado cuidando a Carmen estos días, hasta he sacrificado muchas cosas tan solo por estar con ella.

- ¿Y? -parecía indignada.

- ¿Cómo que y? -me quejé, me hartó aquella discusión tan absurda.

- Que da igual que estés con ella, que te preocupes por ella, todo eso da igual porque aunque físicamente estés con ella, mentalmente no lo estás. ¡Joder Marc! Que pasas de ella como si nada, estás más pendiente de... -hizo una pausa siendo incapaz de decirlo en voz alta -. Estás más pendiente de mí aunque solo sea para discutir -en toda la frente lo soltó y se quedó tan a gusto.

Claro que fue así y tuvo razón en todo lo que dijo, hasta sabía perfectamente todo lo que me estaba pasando. Por eso mismo me dio rabia, me dio rabia que me estuviera intentando dar una lección cuando era plenamente consciente de que mentalmente siempre estaba pensando en ella.

- Estás siendo un poco hipócrita, ¿no crees? -arqueé ambas cejas, ella apretó los labios.

- Puede -me miró desafiante -, pero prefiero no verlo -bajó la mirada, la agarré de la barbilla y la obligué a mirarme -. No me mires así -me pidió.

- ¿Así cómo? -me chupé el labio inferior, ella negó.

- Sabes perfectamente a lo que me refiero.

Y ojalá aquella noche se hubiera quedado allí y ya está, pero no, horas más tarde me tocó ver como Laetitia y Héctor se comían la boca delante de mí y no pude hacer nada más que disimular mientras Carmen me hablaba de lo bien que quedaban juntos.

•••

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