Ladrón de Besos(Completa)

By ChrisRivera1116

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ALEXANDER : "Cuando estuve en la escuela, me divertía haciendo bromas. Pero la mejor broma, fue la de robarle... More

Soy todo un
La Tía Clara
Se Lo Buscó
Algo en tu Pestaña
Lo que No Esperaba
¡No estoy Celosa!
Besos Consentidos
Con otros ojos
Levántate
Llegó papá
Represalias
Derrumbe
El Baile de la Escarcha
Corazones Rotos
El Banco del Cerezo
Con el Paso del Tiempo
James
Natalia
La Cita
Bailes y Rudeza
Mancha
Tregua y Promesas
Posibilidades
Para que Funcione
Escapes
Odisea por la Campiña
Champagne
Flores y Nostalgia
¿Y este tipo?
Rescate y Salida
Cambio de Emociones
Decepciones y Disculpas
El Peso de la Indiferencia
¿Se conocen?
Sentimiento Reencontrados
Retribución
Despertar
Retos
La Luna sobre Paris
Encuentro Inesperado
Phillipe al Rescate
Invocación y Pasión
De Absoluciones y Amores
La Movida de Karen
Decisiones, Decisiones
Un Detalle Olvidado
Hablando Claro
Remontando el Futuro
Sorpresas, Sorpresas
La Sonrisa de Bertha Ellis
La Magia del Cerezo
De Corazón
De Vestidos y Cambios
Las Despedidas
El Esperado Día
Uno que otro beso
La inspiración
Agradecimientos

Para que compartamos nuestra Felicidad

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By ChrisRivera1116

Alexander

Estacioné la camioneta del tío y por un momento, Nat y yo nos quedamos sentados en silencio. Durante el camino venía pensando mucho en nosotros y cosas del futuro que teníamos por delante.

—Tu familia es divertida y encantadora —dijo ella calmada.

—¿Qué? —pregunté.

—Creí que querías saber lo que opinaba de tu familia.

—Sabía que te iban a agradar.

—Claro.

Abrió la portezuela para salir y la detuve.

—No tienes idea de lo mucho que me gustas —le dije mirándola a sus ojos que se abrieron en toda su extensión.

Se volteó, volviendo a sentarse y cerró la puerta.

—Tú también me gustas, Alex —respondió.

Se inclinó hacia mí y se detuvo a la mitad entre los asientos. Sonriendo tomé su rostro entre mis manos y la besé con ternura, un beso, luego otro y otro; luego un beso más largo. Un beso tan entregado que no nos dimos cuenta de que mi madre y mis tíos nos veían desde la entrada a la cochera.

Después de cenar, Mi madre hace la pregunta más incómoda.

—¿Y para cuándo celebramos la boda?

Casi me atraganto con el vino que estaba tomando, mientras que Natalia se limita a reírse divertida.

—Tenemos otros proyectos —responde ella—. Publicaremos un libro de fotografías.

—¡Que lindo! ¡Escribirán un libro juntos! —exclamó tía Marta.

—Viajaremos un tiempo —comenté con entusiasmo.

Error. Mi madre hizo muecas, mi tía fijó una mirada de reproche y mi tío bufó, preparándose para ver cómo me daban otro regaño.

—El libro será de fotos de naturaleza en diferentes países —intervino Nat de pronto—. Ya debe saber las hermosas fotos que Alex toma.

Y eso fue como magia. Mi madre sonrió, mi tía cambió su mirada hacia mi chica y tío August, volvió a bufar, esta vez de alivio.

—Seguro que será un éxito —comentó mi madre. Pero volvió al tema original—. Y con lo que ganen, podrán tener un hermosa boda.

El tío reaccionó, con una estruendosa risotada.

—Mamá, apenas comenzamos. El tiempo dirá.

—Solo no quiero estar demasiado vieja para disfrutar de mis nietos —replicó ella sonriendo a la vez que le da un cariñoso apretón a la mano de Nat.

Por su parte, Natalia parecía divertirse de lo lindo. Y al parecer encontró una forma de molestarme cuando ya estábamos en la cama.

—¿Así que tienes miedo al compromiso? —preguntó posando su cabeza en mi pecho.

Me reí.

—Ya estoy comprometido contigo a publicar un libro.

—Sabes a lo que me refiero —replica ella sonriendo.

—Ah, claro. Ya quieres complacer a mi madre.

—Ya nos está casando y con hijos —comenta ella entre risas.

—Y tú le sigues la corriente.

—No dije nada. Solo no quise contrariarla —replicó Natalia.

—Exacto. Solo te sonreías y se hizo de más ideas —dije.

—¿Te molestó?

—No, pero mi madre quiere que vayamos rápido. Sin embargo, todavía hay mucho que descubrir entre nosotros.

—¿Tú crees? ¿Hay más cosas que debamos descubrir entre nosotros? —preguntó ella mostrando interés.

—Supongo que sí.

—¿Cómo qué?

Se irguió arrodillándose en la cama para mirarme esperando la respuesta. Admito que ver esos ojos frente a mí, me enternecen. Su mirada me calma y no puedo apartar la mía. Más bien, me zambullo en esos lagos azules, brillantes y hermosos.

—Por el momento —respondo con una gran sonrisa—, podemos descubrir cuantos lunares tenemos en el cuerpo.

Aspiró sorprendida y se cubre la boca, para inútilmente ocultar su pícara sonrisa.

—¡Atrevido! —exclamó.

—Hermosa —repliqué.

—No voy a hacer eso, pervertido —dijo riendo.

—Entonces, comienzo yo.

—¡NO!

­—¡Ven acá! —exclamé.

Me abalancé sobre ella y la abracé, Natalia no paraba de reír y fingiendo forcejear me permite recorrer su cuerpo. Le quité la camiseta con la que pretendía dormir y encontré el primer lunar en su brazo izquierdo. Un pequeño punto oscuro en medio de su pálida piel. No tardé en besarlo con un sonoro chasquido. Y continué con mi exploración.

Loryann

El taxi nos dejó frente a la casa de tía Clara y al bajar de este, pude notar sorprendida, que el pórtico estaba pulcramente pintado. Incluso el balaustre roto había sido reparado. Y la puerta de entrada era nueva.

James se me unió y caminamos hacia el pórtico, pero justo antes de subir el escalón de la entrada me volteé hacia él y lo examiné. Estaba guapísimo con su chaqueta larga marrón, su camiseta de cuello de tortuga negra y los pantalones formales.

—Quiero advertirte que mi padre tiene un peculiar sentido del humor —le dije sonriendo—. Así que no lo tomes en serio.

—No te preocupes —respondió él con su brillante sonrisa—. Procuraré dar una buena impresión.

—Sé que lo harás, eres encantador —respondo con un beso.

Nos sonreímos uno al otro y juntamos nuestras frentes. Entonces, luego de dar un profundo suspiro, avanzamos hacia la puerta. Apenas di tres golpes y tía Clara abrió como en una exhalación.

—¿Por qué me haces esperar tanto detrás de la puerta? —preguntó impaciente.

Me sorprendió y enseguida me reí al imaginarme a mi tía espiándonos desde la ventana y luego parada detrás de la puerta con la mano en la perilla, lista para abrir.

—Clara estaba ansiosa —explicó mi padre desde la mesa.

Lucy estaba a su lado, y parado junto a la mesa, un caballero que no conocía, pero me imaginé de quién se trataba.

—Familia —dije emocionada enlazando mi brazo con el de mi pareja—. Él es James Ward.

—¡Al fin le conocemos señor Ward! —exclamó mi tía estrechando su mano.

—El placer es todo mío, señorita Millet —respondió James.

—Y pronto, seré la señora Jones —dijo mi tía mostrando orgullosa el anillo de compromiso en su dedo.

Es increíble lo mucho que nos influyen las personas importantes en nuestra vida, porque luego de pegar un grito que asustó incluso a James, le di un fuerte abrazo a mi tía. Tal y como lo habría hecho Marie.

Paso seguido, nos acercamos a la mesa para conocer al afortunado señor Marcus Jones, profesor del taller de obras en el colegio Bousant y el responsable de las reparaciones en el frente de la casa. Un hombre alto de unos cincuenta y tantos, ojos azules claros, distinguidas canas en sus sienes, con leves entradas en su cabello y una corta y bien cuidada barba. Le di un abrazo de bienvenida a la familia y le expresé mi profunda gratitud.

Al voltearme, veo que mi padre se había levantado y estrechaba con ánimo la mano de James, para luego abrazarme. Por último, veo a Lucy que todavía permanecía sentada. Extiendo mis brazos hacia ella esperando para darle su abrazo. Ella me miró apenada.

—¿En serio tengo que llegar hasta ti? —preguntó algo lastimera y al levantarse, pude ver la razón de su queja.

—¡Estás... estás! ¡Estás embarazada! —exclamé sorprendida—. ¡Muy embarazada!

La pobre Lucy vestía una bata de maternidad, con una enorme panza que me sorprendió. De inmediato aparté a mi padre y fui a darle un abrazo con lágrimas en los ojos. Ahora comprendía el repentino retiro de mi padre.

James me siguió y mi madrastra también le abrazó. Tía Clara avisó que la comida estaría lista en una hora más o menos, y nos invitó a que nos pusiéramos cómodos. No tardé en aprovechar para tomar una buena ducha, James me siguió y noté que estaba algo nervioso. Nos vestimos apropiadamente, pero cómodos y mientras bajábamos las escaleras, me acerqué a él para susurrarle.

—¿Sabes? He cambiado de opinión —le dije—. No me comprometas frente a mi familia. Prefiero que lo hagas en privado.

James me miró extrañado, pero asintió. Como lo imaginé, estaba un poco cohibido. Ya le conocía, estaba conectada con él.

—¿Nos disculpan un momento? —pregunté al grupo al bajar—. James y yo conversaremos un rato antes de cenar.

Sin darles tiempo para contestar, tiré del brazo de James, salimos afuera y lo conducí al parque del cerezo.

El parque estaba casi vacío y el banco bajo el cerezo estaba disponible, por lo que corrí a este y esperé porque James se sentara junto a mí.

—¿Y ese cambio repentino? —preguntó él sentándose.

—¡Ay! —exclamé—. No lo sé. Solo que ya viste; mi familia está pasando por cambios importantes.

—Y nosotros también —aclaró él—. Si es lo que en realidad quieres.

Posé mi cabeza en su pecho rodeando su cintura.

—Claro tontito —repliqué con ternura—. En realidad, lo quiero. ¿Y sabes qué más quiero?

—¿A ver?

—Quiero que me propongas matrimonio, con una frase como la de Chaplin.

James se rio divertido.

—¿De qué te ríes? —pregunté.

—De lo romántica que te has vuelto —respondió él.

—La culpa es tuya. Tienes detalles tan lindos conmigo.

—Ah, ¿sí?

—Vamos, compláceme.

—Pero; ¿qué puedo decirte?

—Dime para qué quieres casarte conmigo.

Guardó silencio y dejé que pensara en su propuesta. Pero se estaba tardando.

—¿Y bien? —pregunté algo impaciente.

Me incorporé para verlo a los ojos y una sonrisa iluminaba su rostro en silencio. Entonces enfocó toda su mirada en mis ojos y abrió su boca.

—Loryann Shaw —comenzó a decir—. Cásate conmigo para que seamos más felices de lo que somos ahora. Para que vivamos una aventura tras otra y descubramos juntos nuevas formas de sonreír. Cásate conmigo, para que compartamos nuestra felicidad mutua hasta el final de nuestros días.

Entonces levantó el anillo entre nosotros. Estaba preparada para responder con algo tan genial como lo que había dicho Oona Chaplin, pero me quedé sin palabras. Solo alcancé a levantar mi mano y con lágrimas en mis ojos, me fijé en cada detalle mientras James lo ponía en mi dedo.

—Fue perfecta —dije. Lo abracé y lo besé como queriendo fusionarme con él, antes de responder—. Sí, sí y mil veces sí.


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